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Archive for diciembre 2021

UN BUEN MOMENTO

diciembre 29, 2021 Deja un comentario

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SIEMPRE SUPE .que .estoy .condenado .al .infierno
irremisiblemente. Por .ejemplo, .cuando .cruzo .las
calles con mendigos en cada esquina, les lanzo mis
monedas… Pero .éstas .vuelven .a .mí sin tocar sus
manos.

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EL INSTINTO
es un eco de lluvia
dando tumbos
como pájaro herido,
allí la mujer
de aliento a cardenillo
anda con cara vernal
hacia la horca del bosque:
en su estela
el ejército de hombres
que la amaban.

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SI NOS DESTROZAMOS EN UNA PESADILLA
que no tenga pies ni cabeza
y con el corazón rebotando sobre las piedras
me obligas a llorar por ti,
a recoger las vísceras que dejas por el camino,
es entonces cuando me echo a dormir,
a tomarte en algún sueño,
pero surge otra pesadilla
que tiene pies y cabeza,
algo así como la vida,
y es ahí donde acabas
de destrozarme.

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EL AUTOBÚS DE MEDIANOCHE
pasará por aquí, frente a tu casa.
Sonará tres veces el claxon
y oirás las risas contagiosas
de sus pasajeros.
Tú morderás la cortina de la ventana
y aferrándote a los muebles
romperás a llorar.
Justo la noche en que decidas marchar
él faltará a la cita.

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BLUES

xxxUn día .que .estaba .muy .triste .vi .un .blues peque-
ñito paseando solo .por .la .carretera. Corrí a su encuen-
tro .y .le .tendí .mi .mano, pero .me .rechazó. Lo intenté
varias .veces, mas no aceptaba. Entonces lo seguí con la
vista, .agazapado .entre .los .matorrales. De .repente .la
carretera se acabó y, justo en el momento en que caía al
abismo, me arrastró de su mano.

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ME HE SENTADO A LA PUERTA DE MI CASA,
no hay reloj que marque esta hora
ni luz que ilumine esta calle.
Sé que soy una fuente de placer
mientras el viento agita mi pelo castaño,
por eso espero tranquilo
que alguien acuda a beber
con su fresca boca roja.

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IMANES

Los sueños son
circunferencias perfectas:
estás dentro
o fuera.
Como el sexo de mujer:
imposible merodearlo
sin hundirse en él.

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LA MISMA VIEJA HISTORIA

Un adolescente aburrido
es, ciertamente, un paisaje
muy triste,
y aún más
sabiendo que hay mujeres
que duermen
con la boca abierta
y docenas de parejas
que se hacen el amor
en chino, francés, árabe
o en el idioma
de los delfines.
Por eso hay tantas butacas
en los cines
y tantas camas en las casas.
Y es que la inteligencia
es erótica
y el arte perfecto
el orgasmo.

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POEMA DESDE PARÍS

xxxxx2

Con la memoria olvidada
paseo lentamente
en un puente sobre el Sena.

Converso
con un gato y un farol,
y los hombres sin raíces
siguen cantando
por pesetas, francos y peniques.

La gente es como
dos trenes que pasan
velozmente
uno frente al otro:
los rostros se vaporizan,
las sonrisas sólo duran
décimas de segundo.

Y este extraño individuo
que tengo dentro de mí
es tan sólo
un pasajero más.

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xxxxx3

La música
es lo único que me importa,
ya sabes, me refiero a los
pozos individuales
en que cada día nos sumergimos
para autocomplacernos,
y de vez en cuando
llevamos a un amigo
a ver qué tal le sienta
nuestro clima.
Sólo se necesita
una máquina que produzca ese sonido
de doce compases
que revienta el corazón
y hace hervir la sangre.
Sientas a tu amigo
y le dices emocionado:
«ya no nos hace falta hablar».
¡Oh, es fantástico
ese momento
en que tu cabeza es tan inservible
como un teléfono roto!
Entonces no hay
hilos en el aire,
y estás alegre y triste
y tus ojos aprenden a ver
y eres tú
a solas
con tu corazón silencioso.

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ERES UN BUEN MOMENTO PARA MORIRME

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA María José

Amaneciendo y anocheciendo
a un mismo tiempo,
cariño, ¿no es ésta la forma
en que te gustaría vivir?
En mi cabeza hay un álbum
de fotos amarillentas
y lo voy completando con mis ojos,
con los más leves ruidos,
atrapando olores en el aire
y en cada sueño que sueño.
¿Sabes una cosa, pequeña?
La última página de mi álbum
tiene tu boca lluviosa mordiéndome un labio,
un disco de rock’n’roll
y calcetines de colores.
Mis ojos han sido rápidos,
te he hecho el amor con la ropa puesta
a través de una
larga pajita dorada
mientras cruzabas la calle
con el cabello ardiendo.
Pero ahora son tus pies
quienes dan mis pasos,
¡así que no te equivoques
pues me caería!
Te bebo en cada vaso de agua
que sacia mi sed,
mis palabras son claras como niños pequeños
o espesas como semen empapando cortinas,,
pero hoy tengo que inventar
un nuevo idioma
para conversar con tus tiernos maullidos eléctricos
y los gritos de euforia
de la gente que vive en tu cabeza.
Debes saber que a veces
soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.
Eres un buen momento para morirme.

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Casanova, Félix Francisco. Antología Poética. Cuarenta contra el agua. Madrid; Ed. Demipage, 2010.

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HISTORIA DE LA RECONQUISTA

diciembre 27, 2021 Deja un comentario

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HISTORIA DE LA RECONQUISTA

Yo sé que puedes. Eres pueblo puro,
materia insobornable de mi canto,
desenquijotizándote un tanto,
sé que puedes. Podrás. Estoy seguro.

¿Quién sino tú aupó desde lo oscuro
un sol bajo el que el orbe abrió su manto,
tanto andaluz universal y cuánto
vasco exiliado y extremeño duro!

Allá historias. Aquí lo que hace falta
es conquistar el año diecisiete,
que está más cerca. Tierra firme. Alta

mar de los hombres —bravas, hondas olas
de Cuba—, bate, vuélcate, acomete
contra las hoscas costas españolas.

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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.

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POEMAS DE ‘CUARENTA CONTRA EL AGUA’, DE FÉLIX FRANCISCO CASANOVA

diciembre 26, 2021 Deja un comentario

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MÚSICA DE OZONO

El crujido del agua
encharcada en la noche,
la lengua cyan de un gato
enamorado, flor polar
sangrando,
las notas pequeñas
a poco volumen,
un filo de viento, un hilo de lluvia,
justo lo innecesario.

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SÍNDROME Nº7

Nada vale una vida
excepto otra vida,
así la luz de los ojos de madre
guiará mi balsa
serena y abismal.

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DÍA DE AVALÚO

Enumérense, amigos
y defínanse.
Dejen los velos
al pie de la escalera.
Midan mi llaga
y busquen remedio.

Por donde han entrado
pasé antes yo.

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ESTA NOCHE DESEO SER
absolutamente sensible,
abandonarme en la estela de huellas
que bajan al mar
y formar orilla.
Temblando dibujo mi alma de vaho
en el cristal
y ella misma se borra
cuando escampa.
Esa lejana luz
que ahogo con un solo dedo
es toda mi potencia ajena a mí,
cansado corazón de péndulo
al pie de la escalera.
Quiero ser sauce
bajo lo poderosamente negro,
o final de río
para seguir siendo agua,
palpitación inextinguible.
La fiebre me hace brillar
como vírgula encendida,
todas mis venas conducen al bosque,
al inmenso placer de ser lluvia.
Cada noche que pasa sé menos,
cada noche que doblo por sus cuatro puntas,
espero que acaben todas para saber nada…
y empezar a llenarme…

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LAS COSAS QUE DAN PLACER
seguro vienen por el río
y en la cascada se lanzan
como ramos de flores
en una procesión,
y yo qué sé, afanarse
en recogerlas como un avaro
tiende su capa ante
las monedas de oro,
es, imagino, un error.
Mejor tomarlas como la lluvia
que moja sin querer,
al igual que el viento se lleva
las hojas de otoño,
alegremente.

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SÍNDROME Nº5

A quien está a mi lado
le exijo, por ejemplo,
que no me destruya,
ya que no soy ningún ave fénix,
y por favor, si después de muerto
viene a visitarme,
que no me cuente los misterios.

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EJARBE

Los animales arrastran sus lenguas
guiados por el olor de la riada
y su aliento perdura en las flores.
El amante se yergue
y en su torso se dibuja otro cuerpo,
al igual que el río se desborda
tras las lluvias
su memoria rompe el dique
del pasado.

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¿A QUÉ PODREMOS JUGAR
cuando el invierno emigre
y las lluvias cesen?
Ya no será tan fácil deslizarse
por la húmeda lengua del crepúsculo,
alzar el vuelo con los cuerpos trenzados
y respirar por una misma boca.
¿Sería ésa la hora
de suponer perfecto nuestro estilo,
de, quizás, haber creado
la verdadera comunicación
para rechazarla luego?

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SUELO QUEDAR DORMIDO
mirando la luz de una vela,
en mis sueños la llama incendia la noche
que cae el telón al final de una tragedia,
el fuego sigue creciendo como un niño interminable,
en el sótano parecen los fantasmas olvidados
y en las calles sin salida
mis amigos se agolpan temblorosos.
Esa música crujiente
que avanza como un ejército de muertos,
el viento inflamable que destroza las estaciones
como la coz de un caballo en libertad,
así de fuerte es mi venganza,
así me ahorco con la soga del campanario
para que os persiga la música de metal
que mata.
Y nunca más haréis el amor
ni oleréis ese manjar que es el agua.
Pero cuando el tren del sueño
se detiene, es imposible describir
la tristeza que retorna a mis ojos,
testigos ridículos de ese trozo
de cera que se está consumiendo.

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NO HAY INSTRUMENTOS PARA ESTA MÚSICA
ni un bello rostro que usar como careta,
hoy sentado entre dos sueños
soy como un secreto en el arcón.
El jinete se duerme en su caballo
que es a la vez un sueño del jinete,
los muñecos bostezan cada noche
y su aliento de fieltro dura un año.
¿Y qué significan esas lápidas
y estas partidas de nacimiento?
si somos velos transparentes
superponiéndonos,
una maleta llena de hojas
de mano en mano
por un largo corredor.

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SÍNDROME Nº2

Yo soy mi propio abuelo
viendo a mi infancia jugar,
y la noche es un polvo de amor negro
que estalla en mi boca
al besar el espejo,
esos labios tan profundamente olvidados
de los que nunca conoceré su sabor.

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EL LEVE MARTILLEO DEL OTOÑO
como una baraja de naipes afilados
sesga mi memoria,
y al pisar las lenguas secas,
desertoras tristes de sus árboles,
oigo mi voz y no me reconozco,
¿fue tan hermoso ese día de campanas
en que desnudo en la yerba
fabriqué este recuerdo?

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A VECES, CUANDO LA NOCHE ME APRISIONA
suelo sentarme frente a una cabina
telefónica
y contemplo las bocas que hablan
para lejanos oídos.
Y cuando el hielo de la soledad
me ha desvenado, los barrenderos moros
canturrean tristemente
y las estrellas ocupan su lugar,
yo acaricio el teléfono
y le susurro sin usar monedas.

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BOCADILLO DE PÁJAROS

Extraño es el arte
de sufrir: se cultiva
en selvas y ciudades,
el semen negro y espeso
de una cicatriz de nieve.
Desde las plantaciones
al cuarto de alquiler
el mismo humo del sueño
nos excita como un pezón,
el vicio subterráneo
de los solitarios
extendiéndose
como un sangriento polen
en cada beso de raíz a raíz.
Los barcos cargan toneladas de cigarrillos
y las arañas se encienden en los hoteles.
Nadie se está quieto.
Es un asunto muy contagioso
éste de la muerte.

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CONVERSACIÓN

No quisiera ponerte nerviosa.
Es la primera vez que algo
nos va a separar,
porque es la primera vez
que te produciré auténtico
miedo.
Así que empiezo otra vez:
quiero ponerte nerviosa,
quiero que tiembles
y quiero que aprendas
a hacerme temblar.
Amo a la gente neurótica,
los cuchillos y las guitarras eléctricas.
Soy un hombrecito insano,
el más perfecto de los traidores
porque no tengo causa.
Desconfía de mí,
que se trabe tu lengua
al darme la espalda.
Ése es el primer paso.
Toma conciencia de que mis manos
no sólo sirven para acariciar
y hay muchas palabras
que contigo nunca he usado.
Fíjate en que esto ya no es un poema,
que yo no soy el mismo para ti
desde que empezó este diálogo.
Imagínate sufriendo
toda la eternidad
el aullido del parto.
Suéñate en un coito largo como la vida,
conocer de memoria las lentas variaciones
del rostro durante el orgasmo.
Vivir el placer de los fantasmas,
el placer de las camas que soportan cuerpos y cuerpos
sin diferenciar si eres un vivo o un cadáver.
¿Ya tiemblas?
Quisiera ordenar con lógica
mi discurso,
pero no puedo.
Sólo deseo que te hundas
en mi carne cenagosa,
gritarte desde el infierno:
¡Ayúdame, ayúdame
con tu viejo pelo negro
y tu boca redonda!
¿Me comprendes?
Huelo tu miedo pequeño y frágil
que invade tu conciencia virgen
y los correosos deseos rojizos
que arden en ti y no reconoces.
Mujer desnuda en una doble página
de un libro de arte,
tomada salvajemente por un jíbaro loco,
por un niño dado a luz en un pesebre,
barrida por el aliento sucio
de maridos que emigran en tren de medianoche,
con voz de odio haciendo el amor, de
chorlito dorado americano y de
gato chino del desierto.
Porque el Amor es una enorme trampa
para cazar hormigas y elefantes,
pero la palabra Amor
es como la palabra Dios,
siempre con mayúsculas
para que no se esfume el encanto.
¿He logrado confundirte,
o sólo he conseguido que me beses la frente
y murmures con ternura que estoy enfermo?
Lo cierto es que ya nunca me verás igual,
siempre imaginarás secretos
oscuros encerrados en mí,
¡pero eso es lo que quiero!
Le daré otro giro:
ese amor de llorar en una despedida,
de presentir los próximos gestos
educados y gentilmente eróticos
a que te has habituado,
de gozar con las palabras de agua,
olas mansas que no producen el menor daño,
te aplacan la sed
e impiden que te tortures
más de lo establecido.
Pero yo te susurro
venenoso
que existen
los trenes secretos del corazón,
las huellas en los pasillos de madrugada,
las jeringas jadeando
en encerradas habitaciones,
los pechos azotados por látigos de semen
y los sueños sangrientos…
Porque la Represión es
la más peligrosa caja de Pandora,
porque el dolor oculto
es el arma mejor montada,
porque ser consciente
es vivir siempre junto a la muerte,
delante,
atrás
o en medio como nosotros,
la raza de los agonizantes.
Estoy seguro de que me vas comprendiendo:
hay un millón de sensaciones
que te entran por un ojo
no más levantar el párpado,
el otro espera cerrado
su oportunidad.
Éste es mi último intento:
quiero verte alcohólica
para que me escupas en la boca,
quiero que te sientas
camello, león y niño,
quiero verte en forma de hombre,
quiero que veas en mí
un espejo interminable
y que te arrojes a él
con todas tus fuerzas,
hacia el fondo,
lo hondo
del
fondo…

Sssh,
mi amor, no llores más.
Fue tan sólo una broma.
Caminamos por un parque
y llueve
sobre nuestras cabezas unidas.
Es todo maravilloso
¿o no?
…Oye, amor, contesta…
¿O es que te has quedado
muerta?

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Casanova, Félix Francisco. Antología Poética. Cuarenta contra el agua. Madrid; Ed. Demipage, 2010.

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NADANDO Y ESCRIBIENDO EN DIAGONAL

diciembre 22, 2021 Deja un comentario

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NADANDO Y ESCRIBIENDO EN DIAGONAL

Escribir en España es hablar por no callar
lo que ocurre en la calle, es decir a medias palabras
catedrales enteras de sencillas verdades
olvidadas o calladas y sufridas a fondo,
escribir es sonreír con un puñal hincado en el cuello;
palabras que se abren como verjas enmohecidas
de cementerio, álbumes
de familia española: el niño,
la madre, y el porvenir que te espera
si no cambias las canicas de colores,
las estampinas y los sellos falsos,
y aprendes a escribir torcido
y a caminar derecho hasta el umbral iluminado,
dulces álbumes que algún día te amargarán la vida
si no los guardas en el fondo del mar
donde están las llaves delas desiertas playas amarillas,
yo recuerdo la niñez como un cadáver de niño junto a la orilla,
ahora ya es tarde y temo que las palabras no sirvan
para salvar el pasado por más que braceen incansablemente
hacia otra orilla donde la brisa no derribe los toldos de colores.

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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.

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CUATRO POEMAS DE BEGOÑA M. RUEDA

diciembre 20, 2021 1 comentario

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A la noche,
algo desvela a Hija.
Siente el peso de alguien
tumbarse junto a ella en el jergón.
Hija
casi no
se atreve
a moverse.
Se ha dado cuenta de que quien sea no es su madre,
más bien huele a hombre.
Empapada en sudor, abre los ojos.
No ve que haya nadie pero lo nota,
mejor no moverse mejor cerrar fuerte los ojos
mejor esforzarse por no respirar,
por parecer muerta,
como tantas otras veces,
para poder sobrevivir.

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Quizás hubiera sido más fácil sin los hijos.
Hubiera preferido justo eso, una vida santa,
por qué no, las cuatro paredes de un convento
a salvo de la vida, de los hombres,
de casarse mal y a prisa con quince años
por no dar que hablar.
A salvo de ser mujer.
De ser educada para callar, obedecer, parir
hasta desgarrarse el útero y acatar
que el varón se acuesta con otras
para seguir sintiéndose varón.
Sin duda hubiera sido más fácil,
pero posguerra, mujer y pobre.

Qué otro remedio que amar al verdugo.

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Madre hace como que no escucha.
Madre sonríe.
Madre calla.
Madre cose.
Los hijos, siempre los hijos,
innecesarios como la maleza,
nunca entienden.
Sin duda hubiera sido más fácil sin ellos,
sin la maldición de Eva,
sin que le crecieran criaturas como tumores en las entrañas
que la ataran de por vida a un matrimonio.
Pero posguerra, mujer y pobre,
sobre todo mujer, y antes que nada, esposa.

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Madre se contempla en el espejo.
Con un pañuelo húmedo
se retira la sangre seca de la frente.

Los hijos, siempre los hijos.
Tamaño castigo de Dios.

Al menos ahora uno de los dos
no volverá a mirarla con odio,
con esa mirada insolente
que tan sólo pertenece
a la estirpe de Caín.

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M. Rueda, Begoña. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Murcia; Aula de poesía de la Universidad de Murcia, 2019.

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POR MI CULPA, POR MI CULPA, POR MI GRAN CULPA

diciembre 19, 2021 Deja un comentario

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Madre no ha querido ver la luz desde que murió Padre.
Pasa las horas cosiendo a oscuras.
Cuando Hija le acercó un candil, Madre lo arrojó contra la pared.
Cuando Hijo intentó tranquilizar a Madre, Madre lo llamó alimaña.
Dice estar esperando el regreso de Padre.
Que Padre no se ha ido para siempre.
Que la muerte es una excusa para estar solo.
Hija le pregunta a Madre si ellos tres, que están solos,
verdaderamente están muertos.
Madre sonríe, calla y cose.

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Se hizo todo lo que se pudo para salvar a Padre.
Padre enfermó del corazón,
aunque no de la misma manera en que ha enfermado Madre.
Se vendieron los olivos para poder pagar las medicinas,
también los mulos, los caballos, las aves de corral,
los aperos de labranza.
La alianza de bodas.
Madre cuenta que Padre
murió con el dolor de abandonarlos en la pobreza.
Lo cuenta palpándose el dedo anular.

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No hubo otro modo de enterrar a Padre.
El dinero no alcanzaba para un cajón.
Los restos de Padre descansan en la era, de un saco,
no se sabe muy bien dónde, el viento ha arrancado la cruz.
Madre dice que no piensa llevarle flores,
que Padre va a volver,
pero lo que queda de Padre alimenta la era.
La vida,
como una niña ciega que se pierde de madrugada,
no sabe regresar.

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Madre los amenaza para que nadie se entere de lo de Padre.
Si alguien pregunta,
un señorito se ofreció a pagar el sepelio.
Padre había sido un hombre amable,
no quería que le pegaran a los animales,
daba de comer a los pobres,
quería a sus hijos más que a cualquier otra cosa, y por eso,
no se debería de mancillar su memoria.
Hija, obediente,
se oculta los moratones mientras asiente con la cabeza.

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Hijo entiende a Hermana.
Hijo perdió la visión del ojo derecho
una vez que Padre intentó corregirle con los puños.
Como Hermana,
durante mucho tiempo estuvo pensando que lo merecía.
Estuvo pidiendo permiso para poder respirar hasta hacerse hombre.
Estuvo pidiendo perdón por estar vivo hasta que Padre expiró.
Hijo corría en busca de Madre cuando Padre puño de `piedra,
pero Madre miedo de Padre, Hijo corría tropezaba sangraba,
golpeaba puertas de vecino siempre cerradas pero Padre,
monstruo, siempre terminaba por pisarle el pecho.

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Padre azotaba desnuda a Hija en el establo cada vez que menstruaba.
En lugar de agua, le daba sal para calmar la sed del sufrimiento.
Hija, desesperada, llegó a degollar una gallina para beberse la sangre.
Hermano no podía ayudarla, Hermano yacía desmayado de hambre en el jergón.
En ocasiones despertaba y escuchaba los alaridos de Hermana con impotencia.

Desde que se vendieron las bestias, han crecido amapolas en el establo.
Hijo y Hermana las contemplan.
Hijo abraza a Hermana,
le susurra
que la justicia está floreciendo.

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Hijo no entiende por qué Madre sigue queriendo a Padre.
A Madre también la golpeaba, hería, dejaba inconsciente.
Hija cree que Madre también se piensa que lo merecía.
Es difícil no pensarlo cuando te lo repiten a diario.
Hija le señala a Hermano el canario de la jaula.
Lleva tres días con la puerta abierta y no se atreve a salir.
Hermano comprende.

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A Hija le cuesta reconocerse en el espejo.
Se cepilla los cabellos y sonríe.
Es la primera vez en doce años que consigue mirarse al espejo
sin sentir vergüenza de ser ella misma.
Está comenzando a pensar
que más vergüenza debería de haber sentido Padre.
Es extraño.
Sobrevivir a la bestia y volver a quererse.
Poder hacerlo.
Saber cómo.

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M. Rueda, Begoña. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Murcia; Aula de poesía de la Universidad de Murcia, 2019.

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POR — PARA

diciembre 17, 2021 Deja un comentario

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POR PARA

Escribo
por
necesidad,
para
contribuir
(un poco)
a borrar
la sangre
y
la iniquidad
del mundo
(incluida
la caricaturesca España actual).

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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.

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RONDA DE NOCHE

diciembre 15, 2021 Deja un comentario

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xxxYo estoy aquí, clausurada, y quién vendrá a decir lo
contrario, quién, si yo soy nosotras, y nosotras arrecia-
mos a puro perder.
xxxUn dolor en todo el cuerpo. Un dolor triste, que no
es un dolor como los demás lo entienden, sino eso que
baja y entra y se aposenta y me aprieta las ganas hasta
deshacerlas, ninguna, ya no queda ninguna.
xxxYo elegí estar aquí, no elegí la soledad, pero iba im-
plícita. Y estar es todo lo que me queda.
xxxAhora que se fueron, ahora que son bocas cerradas,
y me han tragado con sus palabras que nunca dijeron lo
que decían decir, no hay más noches, ni días con sol, ni
años para después, nada, todo eso está en otra parte, se
lo llevaron, y yo aquí, en un cuadrado seco, habla, se
crea un habla, una dulce, una «otra», una tú que no de-
saparezca.
xxxYo respira, sobrevive con esa habla que eres tú, y
los demás se asustan. Está bien. Así debe ser.
xxxSoñé que me acariciaban, que tenía un cuerpo y lo
acariciaban, que alguien bebía y me daba de beber, y re-
conocía que en mis ojos se puede estar, quedarse, y los
árboles de aquel parque volvían a refugiárseme entre
los dedos, soñé que había una sombra y que no me daba
miedo, soñé que el cuerpo guardaba un canto, y canta-
ba, y todo iba y venía, y de las noches de ahora no ha-
bía huella.

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xxxSolos, los melancólicos. Opacos, tenebrosos. Su pe-
cado es mortal. Nunca se calentarán al sol. Ella, la me-
lancolía, es la sombra que es. El espacio de luto. Ellos
perseveran en el luto, se han entregado a sí mismos, son
como animales.
xxx«Fuimos tristes en el aire dulce que al sol se alegra,
llevábamos dentro los turbios vapores, y ahora nos en-
tristecemos en este charco negro.» (Dante, Canto VII.)
xxxBilis negra, llega con el otoño, cuando la tierra se 
enfría y se seca, cuando la piel se pone como una carca-
za y se pudre para siempre, sola, al borde de sí misma.
No es miedo lo que sienten. Es desprecio. La raza de
los que están solos no busca ya. Van errantes, pero no
es para buscar, huyen, huyen de todos, van a sí mismos,
a nadie. Y en el camino asestan su encono a la primera
hierba que viste humedecerse con la mañana, la dulce,
la reina de la esperanza, la que viene a cultivar una tar-
de, una noche. Cuídate de ellos. De ti, cuídate. Háblate
más despacio, aunque no digas nunca demasiado, aun-
que parezca que dices demasiado, habla porque tienes
miedo, habla porque no es desprecio, habla porque bus-
cas, habla, di.
xxxYo parto, con mi pasión yo parto. Yo no quería que
nadie llegara, no, yo quería ir hasta donde estaba. Un
sitio, un lugar donde poder reír, jugar. Pero eso fue an-
tes. Cuando había un parque, y las ganas.
xxxEl amor es una especie de melancolía.
xxxQuien está, se irá.
xxxLa temporada para la sola, vendrá. Y vestida de ne-
gro tendrá tiempo para callar. Entenebrecida, el cora-
zón no será un cuento, ni habrá un manto en sus labios
para cubrir los espacios de hielo que la rodean, como
pirañas, los otros. Arrogante, la sola, vestida de luto,
desprecia, los contactos son mentira, mentira todo lo
que se toca, sucio, todo es tan sucio, hiede. Un asco. La
sola está sucia. El charco es negro.

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xxxEsa voz, dice que te ama, yo-crisálida, dice que te
desea, yo, y por eso dice que te habla, se pavonea como
las reinas ahora que todo se ha vuelto mezquino, el re-
cuerdo mezquino, yo sé, guarda una culpa en su bolsa
tejida con Grandes Hazañas, por esto que eres, por
aquello que no eres, y viene suave su voz, el cuento que
me contabas de alguien dormida en un bosque, prince-
sa, me llamabas, qué miedo, si no hay princesas ni cuen-
tos, si no hay tu cara.
xxxHay miedo. Y hay por qué. Hay palabras que se
caen del cuerpo, y los otros se las roban, y hay palabras
que se caen adentro del cuerpo, se siembran ahí, y nadie
más puede tocarlas, nos vuelven imperdonables.
xxxVienen, pero despacio, a crecer cada día en este in-
terior donde me veo ya dicha, sus palabras que me ves-
tían para que saliera al mundo. Nunca dije te quiero, se
me quedó adentro. Pero después lo dije, tantas veces,
lo dije tan alto, para nadie, como expiación, y perdí la
cara. Te quiero como una letanía, uno tras otro, una
oración excomulgada de mi interior, expuesta al hurto,
a la devoración. Pero no, no fue solamente así. Nunca
es solamente así. También está lo otro. Yo no soy sola-
mente umbrosa. Pero ocurre que me arrojaste tus pala-
bras, me las dejaste adentro. Qué hicimos con ellas, qué
va a ser de nosotras con ellas que dieron el salto del
gran amor y se dijeron y ahora las pronunciamos por
puro no entender.
xxxEsa voz, aconteciéndome, y las palabras que me de-
sequilibran. Háblame como sueles, en mí, princesa,
dime, y que no me digan palabras, no me hagan oír que
hay una oscuridad en todo eso que hablan, esa distancia
que se toman para decir esto y no lo otro, nunca lo
otro, princesa, di, todavía.

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Becciu, Ana. Ronda de Noche. Barcelona; Plaza & Janés ed., 1999.

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PLAÑID ASÍ

diciembre 13, 2021 Deja un comentario

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PLAÑID ASÍ

Están multiplicando las niñas en alta voz,
yo por ti, tú por mí, los dos
por los que ya no pueden ni con el alma,
cantan las niñas en alta voz
a ver si consiguen que de una vez las oiga Dios.

Yo por ti, tú por mí, todos
por una tierra en paz y una patria mejor.
Las niñas de las escuelas públicas ponen el grito en el cielo,
pero parece que el cielo no quiere nada con los pobres,
no lo puedo creer. Debe de haber algún error
en el multiplicando o en el multiplicador.

Las que tengas trenzas, que se las suelten,
las que traigan braguitas, que se las bajen rápidamente,
y las que no tengan otra cosa que un pequeño caracol,
que lo saquen al sol,
y todas a la vez entonen en alta voz
yo por ti, tú por mí, los dos
por todos los que sufren en la tierra sin que les haga caso Dios.

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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.

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IMÁGENES NUCLEARES Y OTROS POEMAS

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ADÁN POSTRERO

Sentado en un montón de escombros
espero a la mutante que será mi mujer

Mis pulmones son negros
y mi aliento huele a carbón

El viento dispersa árboles calcinados

Alguien me arranca una costilla
y la costilla se convierte en hollín

Hijo mío me dice
¿por qué me has abandonado?

Y se aleja pisando cenizas radiactivas

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HOMBRE CON QUITASOL

Ese hombre con un quitasol
petrificado en una calle de Hiroshima

¿de qué quería protegerse?

¿Del resplandor de los mil soles
o de la lluvia radiactiva que caía sobre su cabeza?

Ahora no es más que un puñado de polvo
en el museo de Hiroshima

sólo leyenda en la memoria del mundo

Y nosotros
somos aún menos que eso:
estatuas de ceniza en las calles de Hiroshima

Sin quitasol
sin leyenda
sin Hiroshima

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EN LA TUMBA DEL SOLDADO DESCONOCIDO

Con qué alegría marchan los hombres a la guerra
Con qué entusiasmo limpian y cargan sus fusiles
Con qué fervor cantan sus himnos de combate
Con qué ansiedad toman su puesto en la trinchera
Con qué inquietud oyen el ruido de las bombas
Con qué insistencia silban las balas en el aire
Con qué lentitud corre la sangre por su frente
Con qué estupor miran sus ojos al vacío
Con qué rigidez yacen sus cuerpos en el barro
Con qué premura son arrojados en la fosa
Con qué rapidez son olvidados para siempre

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NUEVA YORK HORA CERO

Qué desiertas están las calles de Nueva York
Por aquí no anda nadie no transita nadie
El único habitante de la ciudad es la lluvia
Sobre el asfalto mojado
se reflejan
las luces de los semáforos
Parpadean los avisos de neón
No se ve ni un solo automóvil
ni estacionado ni en movimiento
Ignoro a dónde se fueron sus habitantes
si están vivos o están muertos
Yo mismo no sé qué estoy haciendo aquí
Me miro en una vitrina de Macy’s
y no aparece mi imagen
Mi reflejo
también abandonó la ciudad
Nada refleja nada
Sin embargo veo huelo palpo gusto y escucho
sin sentidos
Percibir sin sentidos una ciudad vacía
Ha empezado a escampar
Significa que la lluvia
también se ha marchado
Desde mi ventana de la Torre Sur
veo un avión
aparecer en el horizonte
y después
un segundo avión
y después
una lluvia de cenizas
que no escampa nunca

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RETRATO DE FAMILIA IRAQUÍ

El padre de turbante
y denso bigote negro
con los brazos cruzados
A la izquierda su esposa
con abaya bordada
y velo blanco
Ahmad y Zainab
los dos hijos pequeños
tomados de la mano
Los abuelos sentados
en un sillón de mimbre
Todos ellos sonriendo
desde una foto a medio chamuscar
hallada entre los escombros
de su casa
después del bombardeo

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LA SUPREMA SOLEDAD

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA don Miguel de Unamuno

Tres mil
personas murieron
en el atentado a las Torres Gemelas
Más de cien mil en la guerra de Irak
Doscientas mil
en el tsunami de Indonesia
Y aun así
no existe la muerte colectiva
No partimos al unísono
No compartimos la muerte con nadie
Cada una de las víctimas
que se desintegraron en Hiroshima
murió su propia muerte
Todos esos difuntos multitudinarios
no están menos desvalidos
que el vagabundo que expiró
debajo de un puente
acompañado sólo
por el rumor del río

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Hahn, Óscar. Imágenes nucleares y otros poemas. Madrid; Cartonera del escorpión azul, 2021.

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MUNDO

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MUNDO

Cuando san Agustín escribía sus Soliloquios.
Cuando el último soldado alemán se desmoronaba de asco e impotencia.
Cuando las guerras púnicas
y las mujeres abofeteadas en el descansillo de una escalera,
entonces,

cuando san Agustín escribía La ciudad de Dios con una mano
y con la otra tomaba notas a fin de combatir ls herejías,
precisamente entonces,
cuando ser prisionero de guerra no significaba la muerte, sino la casualidad de
xxxxxencontrarse vivo,
cuando las pérfidas mujeres inviolables se dedicaban a reparar las constelacio-
xxxxxnes deterioradas,
y los encendedores automáticos desfallecían de póstuma ternura,

entonces, ya lo he dicho,
san Agustín andaba corrigiendo las pruebas de su Enchiridion ad Laurentium
y los soldados alemanes se orinaban encima de los niños recién bombardeados.

Triste, triste es el mundo,
como una muchacha huérfana de padre a quien los salteadores de abrazos su-
xxxxxjetan contra un muro.
Muchas veces hemos pretendido que la soledad de los hombres se llenase de
xxxxxlágrimas.
Muchas veces, infinitas veces hemos dejado de dar la mano
y no hemos conseguido otra cosa que unas cuantas arenillas pertinazmente
xxxxxintercaladas entre los dientes.

Oh si san Agustín se hubiese enterado de que la diplomacia europea
andaba comprometida con artistas de variétés de muy dudosa reputación
y que el ejército norteamericano acostumbraba a recibir paquetes donde la
xxxxxmás ligera falta de ortografía
era aclamada como venturoso presagio de la libertad de los pueblos opri-
xxxxxmidos por el endoluminismo.

Voy a llorar de tanta pierna rota
y de tanto cansancio que se advierte en los poetas menores de dieciocho
xxxxxaños.

Nunca he conocido un desastre igual.
Hasta las Hermanas de la Caridad hablan de crisis
y se escriben gruesos volúmenes sobre la decadencia del jabón de afeitar
xxxxxentre los esquimales.

Decid adónde vamos a parar con tanta angustia
y tanto dolor de padres desconocidos entre sí.

Cuando san Agustín se entere de que los teléfonos automáticos han deja-
xxxxxdo de funcionar
y de que las tarifas contra incendios se han ocultado tímidamente en la ca-
xxxxxbellera de las muchachitas rubias,
ah entonces, cuando san Agustín lo sepa todo
un gran rayo descenderá sobre la tierra y en un abrir y cerrar de ojos nos
xxxxxvolveremos todos idiotas.

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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.

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ESCUDRIÑÁNDOME BAJO EL AGUA MUDA

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QUIRÓFANO

Y el bisturí corta el pecho, los ojos se ponen en blanco.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSale sangre de la boca,
de la lengua mordida, el rostro
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxse cubre de lágrimas y enrojece. La otra mano,
un puño al borde de la plataforma. El cuerpo atado
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxhabla.

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

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Está nevando, una nieve
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo diminutos sedantes por todo el jardín,
nieve como dientes de bebé, ¡pero en tal cantidad! «Menudo tiempo»,
dice una maestra en el patio, moviendo las manos para llamar la atención de los niños.
«¡Nunca había visto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxun tiempo así!». Nieve en los columpios, en las barras de mono,
cubriendo las astillas de madera. Escucha…

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

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El cuerpo en la plataforma dice: «No sé. No sé, no sé».

Cierra los ojos. Una incisión. Y otra.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxBajo las correas de tela
suspira y sacude la cabeza mientras la nieve se acumula en el alféizar,
azota la ventana,
xxxxxxxxxxxxxxxel vidrio decorado con un laberinto
de mentiras. No, puntillas. Hielo. El cuerpo quiere levantarse, pero no puede

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

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y, mientras, los niños en el patio quieren revolcarse en la nieve,
lanzarla al aire para que les caiga encima,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxles encanezca el pelo.
Las maestras ríen porque «es noviembre y ya está aquí»,
cae y cae, un silencio con buen aislante.

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

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El doctor dice: «Observe», y la incisión sonríe, con la boca abierta. «Hemostato,
hemostato», con la mano extendida. «Compresa»,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxvierte agua en el pecho
para limpiarlo. Los ojos, en blanco,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxse funden con el clima níveo del cráneo,
el paciente ya sin sentido, soñando, el paciente en otro tiempo,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxotro lugar,
jugando con la nieve…

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJuega con la nieve,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxentre los niños,
que lo tiran al suelo y lo entierran…

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EL NARCISO INCLINADO DE CARAVAGGIO

Entonces me acerqué hasta la orilla
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara ver el barco malogrado en el bajío.
Inclinado al sol sobre la quilla podrida, los tablones superiores
blancos por la brisa marina,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel trinquete quebrado donde el viento
desamarrado la vela, el pantoque anegado y pudriéndose

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

donde mi compadre el contramaestre flotaba con su equipo.
Estos años he sido

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

amigo tan solo de las aves y las cosas que excavan en la arena:
la fragata, el cangrejo seminal,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxuna especie de cormorán que nunca había visto
y que bauticé como ave de sangre por su mata de pelo rojo en el cráneo.
El contramaestre…

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

xxxxxxxxxxxxxxxxxse giró en la salmuera del gran vientre del navío
donde un día se había zambullido a por un cabo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy un pie se le enredó
impidiéndole emerger. Le echaba tanto de menos…
a mi amigo… la piel le colgaba alrededor de los huesos.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPor la noche

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

arreciaban el viento y la lluvia: cada mañana quedaba menos barco.
Pronto, bien lo sabía, ya no estaría solo:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxun tormentoso oleaje
sacudiría la quilla, la desencajaría de la arena, la estrellaría contra las rocas
y, así, liberaría al contramaestre

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara que, a la deriva, llegase a la orilla,
los brazos y las piernas flácidos en el mar encrespado, la roja cabellera desplegada
como el loto alrededor del rostro dormido,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlos ojos fijos bajo unos párpados de muñeca

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

—recaló suavemente en una ensenada, donde se hundió—,

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx+ + +

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy allí, algún día,
como el Narciso inclinado de Caravaggio, arrodillado para lavarme las manos,
atisbaré su rostro atenuado e incierto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxescudriñándome bajo el agua muda,
para que pueda llevármela al mío para beber.

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Prufer, Kevin. Himno nacional (Trad. Luis Ingelmo). Madrid; Ed. Bartleby, 2021.

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ESE SUSURRO RÁPIDO

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ESE SUSURRO RÁPIDO

No
importa que se rompa. No lloréis
por mí, llorad por vosotras mismas.

…Suavemente, las niñas abren sus piernas
al borde de la acera y orinan suavemente.
Yo escucho, al pasar, un dulcísimo susurro
y contemplo, algunas veces, cómo desciende temblando.

Me gustan las niñas una barbaridad.
Su manera de decir «mamá, quiero mear»,
me recuerda los años invisibles
atravesados por un arroyo de cintas y colores.

Ahora que está lloviendo, yo bien quisiera, niñas
del mundo entero, veros orinar todas juntas,
formando una fila infinita de templados surtidores
fluyendo del corazón de todas las niñas que orinan en la calle.

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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.

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LAS RANAS

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ENMIENDA A LA TOTALIDAD

De acuerdo. Lo haré a vuestra manera.
No diré que hay un ruido extraño más allá de los arcenes,
que un tordo ha posado el pasmo de los viejos sobre las espadañas,
que queda todo por hacer.

Voy a contaros lo que ya se ha dicho.
Así podréis saberos, una vez más, sabios.

Diré que hay papeleras sin cambiar ancladas a las farolas,
que hay un olor a orina anclado a las farolas,
que hay pegatinas a medio arrancar ancladas a las farolas,
que hay una luz sin nombre anclada a las farolas.

Será todo muy sencillo.
Os reconoceréis sin dificultad en el quicio de este viento
y al doblar la esquina no habrá sorpresas.
Tengo claro qué queréis oír
cuando invocáis el silencio de los muertos.
Repetiré su eco con vosotros.

Yo también lo conozco.
He memorizado el rastro de los timbres
sobre los párpados de las gacelas.
He hecho mía su causa.
Grité contra los malos.
Insulté a la policía.
Pago mis impuestos.

Estoy con vosotros, creedme.

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NOTA BIO-BIBLIOGRÁFICA

Yo soy ese hijo de la gran ruina
que coleccionó tapas de yogures a medias con ocho años.

De los nietos de la ira no se puede esperar nada.
Nunca os creáis sus deseos hipócritas.
Nunca fue cierta la paz que pidieron a los reyes magos.

Con ellos cifré mi dicha en el carbón de la noche,
en las branquias del deseo,
en las ramas secas del remordimiento.

Desde aquellas cartas todos mis poemas son mentira.

Yo soy ese hijo de la gran deuda
que apilan en los almacenes de la madrugada,
en avenidas de cartón y celofán,
en el vientre sombrío de los supermercados.

Ya es tarde para borrar mi firma del armisticio,
para negar lo evidente,
para sembrar con crisantemos el galope de los taxis.

Hay un rastro de oprobio que conduce a mi puerta.
Con los míos me reparto la autoría del desastre.
Con los inocentes me disputo los cargos.

Yo soy ese hijo de la gran duda,
el heredero universal de la tragicomedia.

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WITTGENSTEIN

Llamadme Moby Dick.
Soy el ojo de un camello y el paraíso en un pajar,
la aguja verde en la copa de los pinos.

He perseguido a Dafne en las circunvalaciones.
Me enjaboné los sobacos en los baños de una gasolinera.
He tomado el menú del día.
Chupé el alurel que traían las lentejas con chorizo.

Podéis llamarme el puto Moby Dick.
Vosotros sois los sabios, los que han venido a juzgarme.

Digamos que soy un camionero de cincuenta y cuatro años,
que tengo una fístula mal curada junto al ano,
dos divorcios,
cuatro hijos,
tres mil quinientos cuarenta y siete kilómetros más
para llegar a mi destino.

Pensad lo que más os convenga,
vosotros que todo lo sabéis,
que la verdad siempre fue vuestra.

Por las noches escucho un aleteo de cuervos
en la habitación de al lado.
Los oigo todas las noches, aunque cambie de pensión.
Son doce. Los he contado.
Son lo más parecido que tengo a una mascota.

Solo me falta ponerles nombre.

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MICROMACHISMO Nº4 (VARIACIÓN EN SAMOTRACIA)

Ahora lo comprendéis ¿verdad?
Habéis perseguido a la Venus de Milo por sus pechos,
no por sus manos.

Repetid conmigo:
por mi culpa,
xxxxxxxxxxxxpor mi culpa,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpor mi gran culpa.

Ya es tarde para lamentos
pero al menos sois conscientes,
mis hermanos. Sabeos culpables,

porque una vez buscasteis la Victoria por sus pechos,
no por las alas.

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FOTO DE PERFIL

No hay misterio alguno en este hombre,
diréis.

No me pinté las uñas contra la negra tarde del jueves.
No posé junto a los andenes después de perder la calma.
No fui. No estuve. No me enteré. No me avisaron.

Nunca inquieté al sistema con mi sombrero.
Mi ropa es barata. Mi frente rala.
Añade una foto a tu perfil.

No combino botas militares con relojes de bolsillo.
No me entallo un cuerpo frágil con la americana a cuadros del abuelo.
Fui monógamo por más de una década.
Tengo un poco de barriga, hombros amplios.
Nunca desafié con un golpe de muñeca
a los poderosos. Jamás me recordaron.

Tengo por costumbre leer en silencio, viajar en silencio
y perder callado.
Soy la pantalla en negro donde reposa la casa,
el mantel de repuesto, el paragüero en la esquina.
Cuenta a tus contactos qué estás haciendo.

Soy un mal negocio. El estante de arriba.
La página doblada.

No uso gafas redondas. No recuerdo vuestros nombres.
Todavía leo a Celaya. Me levanto a las 6:05 de lunes
a viernes.

Comprendo
xxxxxxxxxx(la cámara no perdona)
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxque no merezca vuestra atención.

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Rivero Machina, Antonio. Las ranas. Barcelona; RIL editores, 2021.

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