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Y MÁS LECTURAS DE VERANO
De esa joya que pueden ver en la imagen, ‘El amigo de Kafka’, de Manuel Moyano, aquí tienen una perla.
CORAZÓN SIN BARRERAS
xxPaquita apagó el televisor con los ojos llenos de lágrimas. La música machacona de Corazón sin barreras, episodio ciento nueve, se expandió en el éter, pero aún siguió retumbando un buen rato en su cabeza. Una vez más, Roberto Alberto se la había pegado a la tonta de Alicia con esa puerca de Fernanda. Cuándo aprendería. Cuando aprendería que todos los hombres son iguales y que ninguno es de fiar. Alicia era muy guapa y tenía carrera, pero le faltaba mundo, y aquella pelandusca de Fernanda, que era poco menos que analfabeta, se las sabía todas. Llevaban treinta episodios disputándose a Roberto Alberto, y aún no había forma de saber por cuál de las dos tomaría partido. Paquita lo tenía claro. Ella le habría pegado una patada en el culo a Roberto Alberto a la primera de cambio, en concreto en aquel episodio ‒¿era el ochenta o el ochenta y uno?‒ en que el muy desgraciado le regaló a ambas el mismo vestido, y las dos coincidieron en la fiesta de Leonor. Menuda cara de pazguata se le puso a Alicia. Pero Paquita en vez de haberse echado a llorar le hubiera cruzado la cara a Roberto Alberto, y a Fernanda la habría llamado puta delante de todo el mundo.
xxManolo, el marido de Paquita, no vino a comer, y cuando llegó por la tarde resoplaba como un caballo exhausto. La besó sin mirarla, se puso las zapatillas y abrió una lata de cerveza. No había terminado de acomodarse en el sofá cuando sonó el teléfono. Él dijo:
xx‒No estoy para nadie.
xxPaquita descolgó el auricular y oyó como un estruendo: era la voz de su cuñada. Parecía histérica.
xx‒Ha ocurrido algo horrible ‒le gritó‒. Dile a Manolo que se ponga.
xxEl marido se puso al teléfono, de espaldas a Paquita. Cuando colgó y volvió la cara, había en sus ojos un brillo acuoso.
xx‒Mis padres ‒dijo él‒. Han muerto en un accidente de coche. Cuando iban a la playa.
xxPaquita no supo cómo reaccionar. Trató de abrazar a su esposo, pero lo hizo de un modo torpe. Él rehuyó sus caricias: parecía decidido a no llorar. Le pidió que se vistiera a toda prisa y cogieron el coche para ir al tanatorio. Por el camino iba fumando como un descosido, arrojando las colillas una detrás de otra por la ventanilla, y se sentía más encolerizado que triste.
xx‒Ya le dije yo a mi padre que no estaba en condiciones de llevar un coche. Se lo dije mil veces.
xxCuando llegaron al tanatorio, la familia entera de Manolo estaba allí. Todos se abrazaban y sollozaban. Los padres yacían colocados en sendos féretros, detrás de una vitrina, y a Paquita le sorprendió no sentirse impresionada por la visión de los dos cadáveres. Manolo se abrazó a su hermana, y ahora sí que empezaron a correrle lágrimas por la cara. Parecía inconsolable. Paquita se acercó, dejó que su cuñada la besara en la mejilla, y sólo supo decir:
xx‒Lo siento.
xxSe escabulló como pudo y se fue sola a la cafetería del tanatorio. Estaba avergonzada. No lograba conmoverla ni siquiera el llanto de su esposo, y en aquel drama familiar se sentía como un convidado de piedra. Todos la criticarían al día siguiente por su frialdad. Trató de pensar en algo terrible, en algo que le permitiera disfrazar su indiferencia bajo una máscara de dolor. Fue entonces cuando se acordó de Alicia, la infeliz de Alicia.
xxDiez minutos después volvía a la sala de visitas con los ojos llenos de lágrimas.
MÁS LECTURAS DE VERANO
Yo me concentraba en los que no cantaban la letra; en los que la habían olvidado; en los que seguramente nunca la supieron.
UNA INQUIETUD PERSIGUE MI ALMA
Este será uno de los temas de este verano…ya he perdido la cuenta de las veces que lo he escuchado…
Hoy me desperté como un astronauta en hibernación
el día 426 de la misión.
Preparé café con ibuprofeno y la retransmisión
empiezan los entrenos a las diez
en Montmeló.
Has vuelto a hablar en sueños otra vez
y me gustó…
Hoy no pude ver los planetas en perfecta conjunción
ya debe haber parado de llover en Val Miñor
y aquella antena que puse para oírte no me funcionó
la puerta de Tannhäusser se cerró
detrás de mí
si no recibes esta grabación
es que me perdí
la nave no avanzaba y deseé
vivir en Madrid.
POETA DE GUARDIA
EL HOMBRE ES ESTO QUE DUELE
El hombre es esto que duele,
el hombre duele cuando viene,
cuando se marcha,
cuando se queda,
cuando se espanta.
El hombre es sabio cuando imita a los pastores.
El hombre es esto que vive,
que canta, que muerde,
que sangra.
El hombre es sabio cuando imita a los pastores.
El hombre es esto que grita,
que calla, que embiste,
que danza.
El hombre es sabio cuando imita a los pastores.
TODO ESTÁ PREELEGIDO
Fuerzas invisibles
nos empujan al vaso o a la locura,
a estrechar una mano
o a cortar una vena.
No elegimos amigos
tampoco profesiones
y ni elegir podemos la forma de morirnos,
(quitando los suicidas)
y tampoco ellos van al lugar preferido.
JERGÓN DE RECUERDOS
Que todos necesitamos
un cuarto de soledad,
un kilo de llanto llano;
una alcoba sin nadie,
un páramo,
un jergón de recuerdos
donde sufrir a gusto.
CÉLEBRE
Es un aburrimiento
cuando te duelen las muelas de los oídos de los aplausos
entonces empiezas a creer que eres algo
‒algo inútil si no ves a alguien a tu lado‒.
Cuando soplan las trompetas de la fama en tus oídos de fauno,
y no hay nada que te cure las orejas de ese espanto…
¡Qué inutilidad de autógrafos!
COMO ESTAR ESTÁS SOLO
Como estar estás solo,
como estamos tan solos,
pensamos en aquello,
en aquello imposible
como acariciar el mar
o comerse una carta
o besar un lagarto.
Como estar estás solo,
como estar estás harto,
enciendes cigarrillos
por no encender rencores
que dicen que es pecado.
VENECIA
La isla‒cementerio
está entre dos canales
‒sería facilón llamarlos Ser, Noser…
allí viven los muertos rodeados de nada
‒digo de agua‒
porque el agua no es nada si no se tiene sed.
POEMA
La soledad te mancha,
la tristeza te expone,
a cometer pecados ‒sin nombre‒.
Estoy con los que nadie está.
Con los que tienen vómitos de lágrimas
y nadie les va a visitar.
Y me pone nerviosa ese viejo envidiable
que le da por ir al Cementerio a pasearse.
CUANDO TE NOMBRAN
Cuando te nombran,
me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira,
que media docena de letras digan tanto.
Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo
sin que yo me asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería
enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada,
como volverse loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
‒Siempre dice lo mismo ‒dirían a mi paso,
y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
‒los jueces y los santos no van a entender nada‒.
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.
POÉTICA
¿Para qué a estas alturas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpreocuparme
‒escribir en revistas, hojas muertas o libros?
¿Para qué interesarme por un nombre,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsi ya tengo el tuyo y el mío?
¿Para qué indiferencias, conferencias,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxantologías, mitos?
¿Para qué recitales, traducciones,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsi ya está todo dicho?
He cambiado
de técnica y de estilo.
¡Y manos a la obra!
Escribir sobre tu cuerpo
con los dedos mojados en el vino.
A X.
Sólo a ti servidumbre entera,
yo la rebelde a todos los feudales,
sólo a ti sin freno vasallaje
sin límites de escudos ni fronteras.
Por ti, aprenderé a arrodillarme
¡sólo ante ti! ‒mi sangre me lo ordena‒.
Te amo,
xxxxxxxxporque eres mi amo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx‒mi amor y mi amo‒,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy si quiero mi siervo,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpero no quiero.
VIENE LA AUSENCIA
Viene la Ausencia
a llenarnos de piojos, de tristezas,
a meternos de patas en la acequia,
a comernos la paz de la despensa;
viene la Ausencia
y nos ultraja encima de la mesa,
y se acerca
a rozarnos las costras de su lepra,
se sacude su capa de miseria
y nos deja garrapatas de angustia
arácnidos de pena.
Viene la Ausencia
y nos deja de pasto de la niebla,
es decir, ahogados en la arena.
Y el deseo se viste de vino
y el vino de pena
y la pena de soledad
y la soledad se disfraza de tristeza
y la tristeza otra vez de soledad,
y la vecina de enfrente no entiende
nada de este carnaval.
RETRATARME PARA DARTE LA FOTO
No es suficiente, poderte mirar hondo,
ni basta con los dedos señalarte la risa.
No es nada olerte el pelo,
ver tu danza,
escucharte la voz
ponerla en cinta.
No es suficiente no, soñar contigo
rezar para que vivas,
retratarme para darte la foto,
escribirte en la noche
con obsesión pensar en tus maneras…
¡No es suficiente no, darte la vida,
ni decir a la gente que te quiero,
ni entregar al mendigo mis ahorros,
ni quemar el pasado es suficiente!
MINIPOEMAS (selección)
Mientras mi corazón en el silencio
como un olivo viejo se retuerce
oigo mi nombre;
…es sólo el eco del recuerdo al chocar con la ausencia.
xxxxx***
Por la calle venía una verdad dando tumbos.
Ya no era un hombre,
era una verdad dando tumbos.
El vino desde dentro del hombre hablaba.
xxxxx***
La bondad de las personas
se les nota cuando pierden
(observar el colorido del vencido).
xxxxx***
Para seguir viviendo,
o grandes dosis de inteligencia,
o nada de inteligencia.
Sólo se suicida la clase media.
EN LOS BOSQUES DE PENNA. (U. S. A.)
Cuando un árbol gigante se suicida,
harto de estar ya seco y no dar pájaros
sin esperar al hombre que le tale,
sin esperar al viento,
lanza su última música sin hojas
‒sinfónica explosión donde hubo nidos‒,
crujen todos sus huesos de madera,
caen dos gotas de savia todavía
cuando estalla su tallo por el aire,
ruedan sus toneladas por el monte,
lloran los lobos y los ciervos tiemblan,
van a su encuentro las ardillas todas,
presintiendo que es algo de belleza que muere.
VIAJE SIN LLEGADA
La Tierra como león enjaulado
da vueltas alrededor del Sol
con su cadena de hombres.
Desde que hemos nacido viajamos
a ciento doce mil kilómetros por hora;
la Tierra no se para,
y sigue dando vueltas,
por eso siempre hay olas
por eso envejecemos tan deprisa,
por eso estamos locos,
porque toda la vida haciendo un viaje sin llegada,
cansa mucho los nervios.
ELEGÍA A MI CORAZÓN (al que quiero mucho)
…Y no te faltará corazón mío
si dejas de saltar y de arquearte,
que no te faltará tu caja fuerte…
de la mejor madera ‒carne y hueso‒;
yo misma tu ataúd, no te preocupes…
Así que no irás solo ‒nada de eso‒;
tú me has acompañado siempre viva,
e iré contigo para donde sea
iré contigo, corazón amigo,
contigo ‒ya sin ti‒ muerta de pena.
LAS COSAS
Las cosas, nuestras cosas,
las gusta que las quieran;
a mi mesa la gusta que yo apoye los codos,
a la silla la gusta que me siente en la silla,
a la puerta la gusta que la abra y la cierre
como al vino le gusta que le compre y le beba,
mi lápiz se deshace si le cojo y escribo,
mi armario se estremece si le abro y me asomo,
las sábanas, son sábanas cuando me echo sobre ellas
y la cama se queja cuando yo me levanto.
¿Qué será de las cosas cuando el hombre se acabe?
Como perros las cosas no existen sin el amo.
Fuertes, Gloria. Poeta de guardia. Barcelona; Ed. Lumen, 1979.
RÍO ARGA 123 (3er trimestre 2007)
AURELIANO CAÑADAS
SI SOY ESE VACÍO
Si soy ese vacío donde el tiempo
sustituye una máscara por otra,
dime cuál guardarás: ¿la de aquel niño
que vio a la gata ciega devorando a sus crías?
¿La del adolescente que se entregó en secreto
al vicioso fulgor de las imágenes?
¿Ésta que los espejos apenas reconocen?
¿La que sabes y callas?
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
CITAS CON EL DICTADOR
Recibo la visita de mi enemigo.
Llevaba algunos años sin verlo
y, con algo de lástima, examino
su aspecto arruinado por la edad,
su traje de olvidada moda,
su valija de oscuridad inocente.
Aunque en lejanas geografías,
hemos envejecido juntos.
Nos saludamos con sorna que calcula
el mutuo hundimiento.
Yo, la víctima, sólo he abandonado
los dones momentáneos de la juventud.
A él, mi verdugo, el tiempo le ha roído
los cimientos de toda fuerza:
el misterio que impone su distancia a los otros.
Dolor, he aprendido tus maquillajes.
Construí un refugio de resistencia
en la penumbra que fuiste
durante las horas de tiranía.
Ahora, dolor, déspota senil,
me observas con inquina endeble
que parece un achaque de tu ocaso,
te contesto sin levantar la voz,
con odio liso.
Casi me apena cuando quiere amenazarme
con esa luz vaciada.
RÍO ARGA Nº 118 (2º trimestre 2006)
XABIER ETXARRI
ITSASPEKARI
xxxxxxxxxxxxxxxxA Mikel Laboa
Hegazti errariak pausatu dira leihoan
xxxxxxxxxxsirvias y sargos, merecido homenaje a su muerte,
xxxxxxxxxxgastronómico deleite a la plancha y sin limón
el fadista teixe con fillo d’algodao las suas lembranças
xxxxxxxxxxel otoño baja con los tobillos fríos y azules
xxxxxxxxxxa sembrar silencio en las playas tristes
nere andreak ekarri zuen Aranaztikan dotea
xxxxxxxxxxolor a pescado en las manos asesinas
xxxxxxxxxxque arrancaron de su mundo a los que ya no aletean
y se van sota la fosca plutja
xxxxxxxxxxmientras intento analizar sin hacer ruido
la riqueza d’un instant.
EL DIFÍCIL CORRECTO MANEJO DE LOS INSTANTES
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPorque apenas una nevada es toda esta vida
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtras los fríos horizontes de las montañas.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAnteparaíso (Raúl Zurita)
Porque apenas una nevada es toda esta vida tras los fríos horizontes de las montañas
resulta de vital importancia el correcto manejo de los momentos, su disfrute
sin el perturbador filtro que mirar más allá provoca en ellos;
pero es la distancia entre la teoría y la práctica tan enorme,
tan difícil no pretender estirar los momentos, arrancarlos de sus moldes,
que al final volvemos a ser esas minúsculas sombras que se internan
bajo una indolente y fina nevada, lejos, tras los fríos horizontes de las montañas.
ADOLFO MARCHENA
VIRGINIA WOOLF EN EL JARDÍN
Hablan de posesiones voces lejanas y columnas
vertebrales extraviadas, billetes de vuelo en
agencias contratados, que nos habrán de llevar
a vírgenes paraísos para recordarlo luego todo
en celuloide. Invocación de las fuentes y
callejas, de habladurías en espacios acuáticos,
canales adiestrados como semáforos enfermos
en el ámbar. De tu mano la pluma me seduce
y nada queda derramado, ni siquiera la
desesperación y el sentimiento a convocarte.
Virginia juega en el jardín con nenúfares
sagrados y acomete párrafos furiosos de
un Orlando trastornado tratando de encajar muros
de ladrillos arcillosos que se pegan a la mano.
MI MADRE ME DIJO MAÑANA
Y nunca, hijo, vuelvas miserable al lugar donde
abandonaron un día tu infancia innecesariamente, ni
tampoco consumas todos los recuerdos impidiendo
la satisfacción de la mañana. Anuncian luminosos
rostros y cuerpos con ropas estériles y desgastadas,
devastados parajes de animales anclados y dormidos.
Nunca vuelvas, hijo, para matar a tu hermano, no son
guijarros cuanto arrancas de su cándido río sin peces.
Si quieres descomponer desgrana tu cuerpo miembro
a miembro, y en la última molécula respira, porque yo
no soy tu madre, hijo, y renace si tus cenizas aún
tiritan, renace y no amamantes de ninguna loba.
JESÚS MAULEÓN
TONTOS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx”Stultorum infinitus est numerus”
xxxxxxxxxxxxxxxxxx(De una traducción antigua de la Biblia)
El número de tontos es infinito.
Conozco tontos como el aire o el pan
y tontos complicados como una red de redes.
Hay tontos previsibles,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtal la salida del sol,
otros imprevisibles como un terremoto.
Tontos sin más o tontos disfrazados
de títulos sonoros,
es decir, tontos simples
y tontos de solemnidad.
Por el mundo trajinan
tontos por propia cuenta y tontos útiles,
aunque todos sepan hacer de la inutilidad una fiesta.
Tontos he visto
a los que les salía la estulticia por los ojos,
o por la boca,
o, expresado quizá técnicamente,
tontos de llorar y tontos de baba.
Bien es verdad
que la estulticia admite grados
y hace a quienes atrapa
tontos parciales o tontos integrales,
tontos por horas o a dedicación completa
(¿cómo saber si hasta en sus sueños
no cesan de ser tontos?).
Este poema tonto y mentecato
no lo he compuesto yo. Nadie me culpe.
Si os preguntan, decid: “Es un poema apócrifo”.
Muy rara vez un tonto
al que no se le apunta con el dedo
se da por aludido.
Si aun así hubiere alguno
que se tomara a ofensa mis palabras,
yo, sin mayor esfuerzo y escuchando
con atención mi inteligencia plana
y su hilito de voz,
confesaré sin más y sin rodeos
que no descarto ser, en fin, sobran indicios,
un tonto de remate.
ALFREDO RODRÍGUEZ
ENCUENTRO CON AL-MUTANABBI
La noche en que nos recitaste al viejo Mutanabbi
Con esa voz tuya tensa, cavernosa
El ambiente perfecto en los Cuatro Gatos
Para luego salir de allí amándolo
Ya de regreso al hotel por calles antiguas
Esa atmósfera de intimidad tan lograda
La rosa sobre la mesa, el micrófono
La figurilla del elefante, el tapete rojo
Y las fotos de Carmen detrás envolviéndolo todo
Ese crepúsculo de roro entre columnas griegas ‒quizá cabo Sunion
Y aquellas manos fuertes que abrazaban un cuerpo de mujer
Que luego resultó ser parte de El Rapto de Perséfone
La emoción contenida, la ansiedad por escucharte
Recitar poesía por primera vez ‒esa escena largo tiempo deseada‒
La noche que entró en nuestro mundo
El mayor poeta de los árabes ‒como decía Emilio García Gómez‒
El clásico más vivo en la conciencia de los pueblos islámicos
Y cómo recitabas aquellos versos emocionantes sobre una batalla
Para después fingir con una mirada solitaria desde el fondo del local
Que no era para tanto, que no podía emocionarme algo así tanto
La antigüedad musulmana en tu voz quebrada
Aquel esplendor aquel mundo aparte, desconocido para todos nosotros
Aquella noche mágica de abril en el Sur
En que nos hiciste amar al viejo Mutanabbi ya para siempre
Luego al salir de allí en un aparte, me comentaste
Esto no lo busques, no lo encontrarás en ningún sitio
Pues bien, querido amigo, hoy lo he encontrado
Ha llegado hasta mis manos en una vieja traducción del 59′
Lo tengo aquí ahora delante mientras escribo
Y es mío todo el orgullo de su Arte
Oscureciendo el mundo anterior y el que haya de venir
Ante mis ojos por fin la traditio beduina, la qasida antigua
Las flores de Persia, el amor a la guerra y a las Letras
Y esas palabras vanidosas del Poeta antiguo
Que me abren una senda nueva, un viraje en el camino
Mis versos irán al Oriente,
Hasta donde ya no hay más Oriente,
E irán al Occidente,
Hasta donde ya no hay más Occidente
RÍO ARGA 115 (3er trimestre 2005)
IÑAKI ECHARTE VIDARTE
BLUES
xxEres azul cuando bailas, a pesar de tu sonrisa. Incluso ella
xxDejo el texto a medio terminar: una frase sin punto, una idea incompleta. Es la hora en la que prometí llamarle.
xx-Hola. ¿Qué tal?
xx-Bueno.
xxY ya sé lo que vendrá después. Escucho.
xx-No sé qué hacer. Debería cambiar de piso. Debería volver a bailar, dejar de dar clases de inglés. Quizás debería
volver a Chicago; mi madre me necesita.
xxLo de siempre. Nada nuevo.
xx-Quizás deberías hacer algo, lo que sea, sin pensarlo tanto.
xxEn estas ocasiones me siento como su madre.
xxCuando cuelgo me cuesta recordar dónde lo dejé todo: la frase sigue cortada y no puedo recordar la idea completa, siempre me falta algo.
xxPintas azul. Y yo no aparezco en ninguno de tus cuadros.
xxNo recuerdo qué película vimos. Pero sé que fue nuestra última película. Nuestras rodillas miraban hacia los asientos vacíos de al lado y en ningún momento se rozaron. Nos cedíamos el turno para coger las palomitas (antes lo divertido era intentar cogerlas al mismo tiempo que entorpecíamos el camino del otro).
xxAl salir caminamos agarrados de la mano, pero cualquier excusa era buena para no mirarse a los ojos o para evitar hablar de planes de futuro.
xxSé que pasamos varias veces por el mismo lugar, que antes de llegar (a su portal) queríamos decirnos algo, pero lo ocultábamos argumentando lo bonita que era la noche y las ganas que teníamos de caminar.
xxAl fin nos paramos, a cien metros de nuestra primera cita, a quinientos de su casa, ya lejos de aquella pareja que habíamos sido.
xxAllí, quietos, mirándonos a los ojos, nos dimos cuenta de todo. No habría hecho falta decir nada, pero lo hicimos. Nos dijimos cosas que ya sabíamos, palabras que, en cierto modo, nos unían de otra manera.
xxA partir de aquella conversación supimos que cada uno seguiría con su propia vida, con el lado contrario de la cama vacía, pero con un hueco de café para el otro, una llamada de teléfono desde el otro lado del océano, o unas palabras de ánimo en versión original.
xxTu mirada de ojos avellana es azul.
xxDoy un abrazo (y dos besos) a mi madre, un abrazo a mi padre, la mano a mi hermano.
xxMe quedo dormido en el tren.
xxVuelvo.
xxDejo la maleta junto a la puerta.
xxQuiere mostrarme lo que ha preparado para esta noche.
xxPrefiero que me muestre otras cosas.
xxSuena el teléfono.
xxNos vestimos corriendo.
xxSubimos por la calle, llenos de botellas y comida.
xxSandra, borracha ya.
xxAlberto, ese que baila tan bien, ¿te acuerdas?
xxJuan me llena la mano de grasa.
xxDesde la terraza se ve el reloj de la Puerta del Sol.
xxSergio y Marta, ¿Sergio y Marta?, en la habitación, supongo.
xxUn brindis por el buen año que tendremos.
xxLejos se oye el murmullo, cada vez más cerca.
xx¡Las uvas!
xxRuido. El beso más largo de la terraza. Una copa se cae. Sandra se pone a llorar.
xxMirándome a los ojos me dice que me quiere.
xxLe abrazo.
xxAbrazo a Alberto, Sandra me salpica con champán derramado.
xxSuena mi móvil.
xx¡Feliz año, mamá!
xxLa luz entra por la ventana y me hace daño en los ojos.
xxNo me muevo.
xxSu cuerpo reposa medio descubierto a mi espalda. Enseñando un hombro, una pierna, el cabello desde donde se asoma su oreja.
xxEn el baño reflejo un cuerpo desnudo en el espejo.
xxMis ojos deben estar tras el desenfoque, entre el enrojecimiento, sobre las ojeras.
xxMe siento en el sofá, ante el televisor.
xxCreo que echan el programa de anoche, repetido otra vez.
xxVuelvo.
xxMe quedo dormido en el tren.
xxDoy dos besos (y un abrazo) a mi madre, un abrazo a mi padre, la mano a mi hermano.
xxTu sonrisa es azul envuelta en humo de hachís.
xx-Yo te he visto antes. (Y al final resultó ser verdad)
xxPausa.
xx-Yo quiero verte después.
xxMe invita a beber de su copa. Nos sentamos. El resto baila a nuestro alrededor.
xxHablamos. Me da la sensación de que ya nos conocemos, de que hace mucho que no nos vemos y tenemos que ponernos al día.
xxCuando las copas se vacían se ocupa de llenarlas.
xxCuando los cigarros se consumen soy yo el que los ofrece y los enciende.
xxNos apetece bailar y ya no queda nadie. Y es tan tarde que sólo podríamos hacerlo sin música y en cualquier sitio.
xxBailamos entre un amanecer y un templo egipcio, sin cigarros y con la voz a punto de apagarse.
xxNos despedimos con el primer beso, el que siembra, con una semilla se secuoya en un papel que guardamos con cuidado en la cartera.
xxTu vida es un blues, según me cuentas.
xx”Hoy me ha llamado de nuevo, [todo el mundo está jodido y luego morimos] y me mandará un mensaje, y seguro que tengo un e-mail suyo. [do it your dream your life] Yo quisiera ayudarle, ¿pero qué quieres que haga? [estamos en el mismo barco. Busco y no encuentro tb] Siempre es lo mismo; lamentos, penas. Como si a mí no me pasara los mismo. [i want 2 escape my miserable life] Yo ya no sé qué puedo hacer. De hecho cada día hago menos. Le escucho y le digo lo de siempre: [toj#] no hay nada que los demás podamos hacer. Todo está en sus manos.”
xx-Estoy pintando otro cuadro.
xx-¿De qué color es?
xx-No es azul, si eso es lo que quieres saber.
XAVIER ETXARRI
HAY LUZ
Hay luz,
hay luz adecuada para,
atmósfera con la pesadez precisa,
viento ligero, rumor lejano,
presión osmótica en la frente,
hueco en el hueco,
quietud detrás de la mirada
en la zona que oculta la retina.
Había luz,
había y transcribiendo instantes
ya no hay más que palabras;
sortilegios y magias pasaron de largo,
puertas y ventanas fueron descritas,
nunca escrutadas,
volvieron a cometer el error de los poetas:
perder el momento de luz
intentando atraparla en un verso.
NO SÉ LO QUE BUSCO, …Y POR ESO NO LO ENCUENTRO
Puedo encontrar billetes usados de autobuses
que nunca salieron de su dársena,
azulejos rajados sobre mesas
empujadas al olvido entre humedades.
Puedo encontrar agujeros en las muelas,
mentiras vaciadas, sandalias rotas.
Puedo encontrar nieblas antiguas
atrapadas en los huecos de los árboles,
gritos de milanos fallecidos
vibrando todavía entre las piedras.
Puedo encontrar las sombras de las gentes
que hace tiempo vivieron en la casa,
sus monedas enterradas en la huerta,
su ilusión pudriéndose en la cuadra.
Puedo encontrar indiferencias, tiempos perdidos,
vigas curvadas por la tristeza
del que se sabe camino del fracaso.
Puedo encontrar el viento, el bosque
surcado en la noche por luciérnagas,
el aburrimiento goteando lentamente,
las huellas en la senda equivocada.
Puedo encontrar la idea de acabar,
de cerrar el poema ahogado en la hojarasca.
Puedo encontrar lo que nunca perdí,
lo que nunca dijiste,
el centímetro que me desvió de la ruta
y que ahora, kilométrico, me pesa
escondido entre dos versos y un silencio.
Puedo encontrar una sonrisa, una promesa,
una voz en un teléfono arrugado.
Puedo encontrar muchas cosas pero por mucho que busco
todavía no he encontrado mi señal entre la niebla.
SOLSTICIO QUEMADO EN SOLEDAD A SOLEDAD LLAMA
Jirones usados, cajas con Mamarros, Magia,
misterios que unen al roble y a la hoguera,
firmamento hoy oculto tras la nubes,
todos los antepasados muertos y tristes,
mis manos abiertas hacia la noche.
Hay diferentes realidades dentro de la misma esfera,
todas se tocan en algo que brilla oscuro
y las nuestras arruinan la hierba mojada,
por eso ya nada espero,
las estrellas mueren en soledad y siguen vivas
hasta que en tu realidad su luz se apaga;
como ellas, creo que llevo muerto muchos años,
y vosotros todavía no os habéis enterado.
FÁTIMA FRUTOS
LA ÚLTIMA TRINCHERA
En esta penumbra de blues y ginebra
donde los hielos espantan la soledad
sobre el mismo taburete rojo
‒cómplice y testigo de nuestros anocheceres‒.
Aquí, donde las luces nos vuelven la cara
al abordaje de musas sin sueño.
En esta penumbra de sombras y ritmo
donde un piano naufraga en tus dedos
ante la misma áspera barra
‒abismo y condena de nuestros secretos‒.
Aquí, donde los sorbos templan el olvido
al asalto de recuerdos sin cerco.
Te encuentro de nuevo.
Que por qué la poesía, ‒preguntabas‒.
Que por qué el tango y la voz,
el cine y la noche,
tu risa y mi pecho.
Que por qué una tribu de sentidos
nos había atrapado el cuerpo.
En esta penumbra de humo y heridas
donde un foco azul seduce mis versos
con el mismo mar de fondo
‒patria y bandera de aquellos besos‒.
Aquí, donde las almas se desnudan en el espejo
a la búsqueda del auténtico yo sin dueño.
Te respondo de nuevo.
ELMYS GARCÍA RODRÍGUEZ
SU ÚLTIMO GRITO SE DISUELVE ENTRE NOSOTROS
La muchacha que todos veíamos
asomar a la ventana
partió en silencio,
las piedras
la humedad de la casa
me traen su memoria,
una paloma anidó en sus ojos,
las flores blancas
quedaron dispuestas en la mesa.
Quién limpiará los cristales
de su ventana,
los cristales que abren fuego
al anochecer infinito,
su voz se hunde
en lo ancho de esta isla,
con los brazos extendidos
abarcó el horizonte de sus piernas,
su frágil palidez
gravita en la penumbra
en estas horas íntimas del reposo.
Sobre el mantel
quedan los restos de su vestido,
su último grito
se disuelve entre nosotros,
otra vez
la calle desnuda ante mis ojos,
las piedras,
la humedad de la casa,
los recuerdos.
EL DERROTADO
xxLa colcha no le alcanza para cubrir sus pies, dejando al descubierto unos dedos largos y rígidos. Afuera el agua golpea insistente contra el cristal de la ventana. Siente temor; siempre el mismo temor, la esposa ausente hace diez años, los hijos que nunca retornaron. Su vida es un batir de alas sobre una colcha blanda.
xxEl mal carácter lo ha vuelto huraño, su falta de valor frente a las disyuntivas y la ausencia total de optimismo lo han convertido en un hombre sin criterios. Otros a su edad conservan sueños, él sólo espera el abrazo de la muerte, acechando constante sus rodillas, su esqueleto fugaz.
xxEstá queriendo incorporarse, busca por las paredes un clavo donde colgar su honor. Termina por levantarse y arrastrando pesadamente los pies sale del cuarto. La lluvia sigue lamiendo con ansias las calles, él abre la puerta y sale, creyendo que así podrá variarle el curso a las tempestades.
SANTIAGO LARRETA IRISARRI
HAIKUS
pasan volando
persiguiendo mosquitos
junto al alero
por la ventana
se cuela la polilla
a ver la luz
tras la ventana
olvidado el verano
está lloviendo
brillan las gotas
en la hierba segada
y qué bien huele
cesa de llover
y se adivina el olor
de las raíces
arreglo la mesa
dos velas y unas flores
por si vienes
ni veo al gorrión
tan alta está la yerba
en el jardín
lenta y pesada
acostada en las nubes
pasa la tarde
pelma molesto
sabemos que es verano
no calla el grillo
tras la tormenta
nunca se vio tanta agua
por eso croa
no estás llorando
porque piques cebolla
te acuerdas de otro
dos mariposas
vuelan hacia los niños
son inconscientes
estiro los pies
libres sin zapatillas
todos se han ido
vuelvo del campo
y arrugas el ceño
se ha hecho tarde
cuarto menguante
en el cielo meriendan
melón helado
solo en el plato
cíclope hepático
el huevo frito
SALVADOR MUERZA
SIEMPRE EROS
xxxxxxxxxxxxxxxMujer, trátame con ternura
Yasmine,
Ni te llamas Mesalina
Ni en el imperio romano
La pandemia del sida
Asoló Pompeya.
Eran otros tiempos promiscuos…
Ahora se imponen las reglas,
La cordura o el miedo.
Bésame solamente,
Protégete de efluvios de alto riesgo.
Quererse es un acto heroico.
ALFREDO RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ
DIARIO DE VENEZIA, 1º DE ABRIL DE 2005
(Otro día aún más azul que el de ayer
La luz encalmada
Venezia que huele a mar abierto
Pasando al otro lado
Entre los brotes de nuestra vida
Y es hacia las diez y media la cita junto a la Torre del Reloj
Desplegamos el plano al instante fotografiado
Hoy el paseo será hacia el Dorsoduro
Y los nervios en el estómago que apenas disimulan
Caminar delante contigo, viejo Poeta Álvarez
‒y junto a la mujer que ahora amo‒
Hasta este lugar fuera del mundo
Que se quede atrás la vida
Y todo cuanto ella arrastró consigo
Que no espera ya nada de mí
No más disfraces, no más negros lamentos
Oh, vieja vida equivocada
Adonde quiera que miremos sólo gozar
Ni sentir el tiempo siquiera pasar raudo en la piel
Como ausentes en la Fiesta, como llega la muerte
Libre, sin contar con ella
Y dejándonos guiar por este paisaje adormecido
De silencios en el aire, de palacios de oro
Hasta pasar al otro lado
Sólo mirar hacia donde el Poeta mire
Sólo amar aquello que el Poeta ame
CAFÉ DE LA ÓPERA
Viejos Cafés de Barcelona
Llevan tus pasos cansados hasta el mar
Ahora que por fin ya sabes qué es lo bueno y qué es lo malo
Ahora que ya conoces mejor que nadie tu cuerpo
Y el espíritu no es para ti más que una manera de hablar
Quieres sentarte un rato en las mesas del fondo entre extranjeros
En esta hora dichosa de silencio, solitario
Con un libro de poemas antiguos en la mano, quizá Dante Alighieri
Y en los labios un café muy negro
Dirige después tus pasos esta tarde
Hasta el Passeig del Born y Santa María del Mar
Que las chicas que esperan a la puerta de los peep-shows
Te miren otra vez al pasar, Rambla abajo, hasta el mar
Escucha sus risas…
Hay en sus ojos un aire caliente de cuchillos
Y tú, viajero, que sientes un suave cosquilleo
Un ronroneo en el estómago cuando las ves
Y oyes la risa en la calle detrás de ti
Sabes que aún tu corazón se estremece
Con palabras que hurgaran el Deseo
Y ahora que reina una gran calma en este antiguo Café de la Ópera
Tú, que has convertido ya para siempre tu corazón en viajero
No dudes en sentarte en una mesa del fondo a leer, solitario, silencioso
Mientras afuera la ciudad gótica desciende Rambla abajo
Con un brillo canalla a sus espaldas,
Y los cielos de la carne llevan tus pasos cansados hasta el mar
UNA VEZ EN PAMPLONA 49
ALFREDO RODRÍGUEZ
MYSTERIUM FASCINANS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAl maestro Antonio Colinas,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPor aquella lectura de Sepulcro en Tarquinia
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxQue me hizo tan feliz.
Todo lo misterioso, todo lo oscuro
Todo lo que desconocemos y que está dentro de nosotros
Revelación de un misterio inexplicable
Fascinante faro que en la noche del ser
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxnos ilumina
Dichosa, oh Tú, que nos permites ver
Lo que los demás no ven
Que nos haces ser y estar
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde esta manera en el mundo
A qué negar que seas un don
‒y a la vez una condena
Porque me hagas ir más allá del conocimiento
Y chocar contra el mundo y su desorden miserable
Cuando escucho en mi interior
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtu Voz
Oh mi Amada, te seguiré en la noche oscura y gozaré de Ti
A qué negarlo. Me sigues siendo tan necesaria
Y debes permanecer ahí, consustancial a mi vida
No concebiré el mundo sin ti
Mi vieja Amada, mi dulce muerte
Hablaré con palabras que no sean de nuestro tiempo
‒no dialogaré con la dura realidad elemental
Que sea tu Canto concebido
Un mensaje de todas las épocas
A contracorriente
xxxxxxxxxxxxxxxxEn otro estrato
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEn otro plano
Que sea tu Palabra
Nueva y diferente
Palabra luminosa
UNA VEZ EN PAMPLONA 48
JAVIER PÉREZ
FRAGMENTOS DE UN MANUAL DE INSTRUCCIONES PARA CONTAR OVEJAS
xxxxxI
xxPara dormir, cuéntese sobre todo ovejas blancas. Contar ovejas negras tiene el inconveniente de que no siempre se distinguen en la noche, ni siquiera en el lubricán, e incluso pudiera ser que el aspirante a durmiente se contagiara de sus ideas. No queremos que el insomne logre el sueño al precio de adquirir ideas antisociales. Además, es sabido que en el lomo de las ovejas negras se posan los mirlos blancos, y no es conveniente que el insomne cuente entelequias. Podría incluso pensar que existen. (Si ya de por sí el insomne es un poco borrego, contar ovejas puede desarrollar esa faceta de su personalidad.)
xxMucho cuidado si es un filósofo el insomne. Que no se entretenga en la idea platónica de oveja, pues es una, indivisible y perfecta. Le recomendamos que se abstenga de mostrar muy evidentemente su desprecio ante las copias imperfectas de dicha idea. Aunque no dotadas de muchas luces, las ovejas tienen su pundonor. Quizás el aristotelismo sea más conveniente. (Conozco a un filósofo que prefiere contar hipopótamos; los filósofos, en general, suelen ser tipos muy raros.)
xxLos filósofos cartesianos nunca duermen bien, pues siempre tienen el temor de que el geniecillo maligno embrolle deliberadamente el número de reses y así pasan toda la noche contando y recontando la misma oveja, haciendo una tela de Penélope de un simple rebaño. (Es más, hay quien afirma poder reconocer a un filósofo cartesiano sólo por la expresión soñolienta que sigue mostrando incluso a media mañana.)
xxxxxII
xxLos correctores, por deformación profesional, cuentan gazapos. Es más sencillo que contar liebres, ya que éstas saltan donde menos se piensa, y no es que el durmiente se confunda, es que muchas veces ni ellas mismas saben si son la misma o no. Además, algunas liebres adquieren muy pronto la censurable costumbre de morder en el índice al somnivolente, lo que no augura precisamente sueños agradables. Guillermo Dorro consiguió erradicar tan fea costumbre untándose el dedo de pimienta, pero las liebres, en venganza, se pusieron a saltar delante de él a velocidades insospechadas, y así murió insomne a los ciento nueve años.
xxxxxIII
xxLos lobos tienen poca paciencia para contar ovejas. No se sabe de ninguno que haya llegado a contar más de trece, y ya es mucho. Por regla general cuentan hasta tres y a continuación se comen a la que tengan más cerca. Al acabar se echan la siesta, y así es como se les cura realmente el insomnio.
xxEn cuanto a las teorías que atribuyen al lince una mayor resistencia, están por comprobar, a pesar de los experimentos que con tal objeto ha realizado la investigadora francesa Mme. Vassaire Queneau.
xxxxxIV
xxLos lectores de Bernardo Atxaga para dormir cuentan vacas. Es mucho más cómodo que contar erizos, y conviene estar prevenido ante el orgulloso desprecio que muestran las vacas ante los contadores de ovejas.
xx¿Qué harían los seguidores de Julio Medem? En principio, también deberían contar vacas, o quizás dejarse contar por ellas. Puede ser difícil, pero también hay que hacerse a estas inversiones. (Y las inversiones, como es sabido, llevan frecuentemente a contar palíndromos, como Acá va la vaca.) Aunque, quién sabe, a lo mejor les da por contar ardillas rojas, lo que puede ser peligroso dada la afición de éstas a lanzar piñas a la cabeza de quienes las observan. Que no olviden, de todos modos, que ni en el Círculo Polar ni en las islas flotantes hay mucho ganado.
xxLos lectores de Augusto Monterroso son capítulo aparte. Les entristece contar vacas desde el tren. Prefieren contar dinosaurios, porque saben que al despertar van a seguir allí. Pero lo que más les gusta es jugar a convertir Acá va la vaca en Acaba la vaca o, sobre todo, en Acá bala la vaca, lo que crea la intriga de cuál es ese lugar mágico donde el somnivolente confunde y embrolla la vaca con la oveja, y ya se duerme de puro cansancio. (En opinión de la Dra. Ana Lalana, es la propia vaca u oveja ‒rumiante indeterminado leemos en sus textos‒ la que se echa a dormir para encontrarse a sí misma lejos de esos pelmas e insomnes.)
xxPara terminar, no sabemos qué cuentan los lectores de Borges (¿tigres?, ¿dragones?, ¿minotauros?) dado que dicho autor no lo veía nada claro. Y aún podríamos seguir mucho tiempo enumerando y detallando tan necesarias instrucciones, si no fuera por el sueño que me está entrando.
ALFREDO RODRÍGUEZ
MEDITACIONES
(DE MARCO AURELIO)
Largas noches de invierno
Deambulando solo como un fantasma
Atravesando largos corredores de palacio
Cuando no te es fácil conciliar el sueño
Cuando bien sabes que servir significa amar
Y el alma permanece
Extrañamente encendida
Cómo pesa en ti esta vida
El sesgo de los años
La degeneración cultural se ha hecho costumbre
El polvo del tiempo abandono de los clásicos
Mentir al populacho para tenerlo contento
‒mintiendo así a tu tristeza‒
Recuperar la gloria del pasado,
Las Obras Griegas dirán nuestra Verdad
Quemar en los bosques azules del Lazio
El final de esta larga agonía
RICHARD FORD
La vida no es más que un asunto insignificante (…). Hay que esforzarse por hacerla interesante.
Ford, Richard. Incendios. Barcelona; Ed. Anagrama, 1991.