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LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXXIX)
En este último mes, un par de amigos me han hecho unos regalos de los que quiero dejar constancia. Y quiero hacerlo porque gracias a ellos tanto mis conocimientos como mi biblioteca y mi discoteca particulares siempre suben varios enteros.
El primero fue Carlos Chaouen, que cuando estuvo hace un mes aquí me dio una copia de su último disco, ‘En la frontera’. Del disco voy a dejar un par de temas.
El primero es ‘Quiero vivir’, que en el disco está cantado a medias con José Luis Campuzano ‘Sherpa’.
QUIERO VIVIR
Quiero vivir al otro lado de este suelo
quiero sentir el otro lado del pellejo
quiero beber todo el licor que sepa añejo
quiero morir antes de gusto que de miedo
Quiero saber porque maquillas parte de tu piel frente a un espejo
Quiero volar como las águilas del cielo
quiero saltar a 20 metros de mis huesos
quiero comer toda la carne hecha verbo
quiero bailar como quien se mueve en un beso
Quiero saber porque te olvidas de parte de mi cuando estoy lejos
Y yo encontré mi salvación en el silencio
Que yo te doy mi corazón y tú a mí patada y tentetieso
Quiero el amor que es lo que empuja siempre al viento
quiero querer no más de lo que quiero
quiero el calor de una tormenta en el desierto
quiero el sabor para saber a qué yo huelo
Quiero saber por qué te olvidas de parte de ti cuando estoy lejos
Y yo encontré mi salvación en el silencio
que yo te doy mi corazón por uno de tus besos
Y yo encontré mi salvación en el silencio
que yo te doy mi corazón por uno de tus besos
Y el segundo es ‘Tragaluz’, que en el disco tiene una maravillosa colaboración de Andreas Lutz (de ‘O’Funk’illo’).
TRAGALUZ
¿Tú quieres quién quiere? que nadie se lo quede por ahí
aquello que te dije dice el coyote que no es así
¿tú tienes quién tiene? parece que la cosa está por allí
¿tú que haces aquí? yo no quería venir pero ya sabes.
Tragaluz, ese punto de vista
Tragaluz, cuestión de aristas
Tragaluz, tu corazón te pide pista
Tragaluz, el único artista eres tú
Yo no estoy casi nunca, pero es que hoy es una excepción
has visto el gol del nueve? Que sí que ha dado lluvia a la televisión
que te estaba diciendo yo, ah eso, que qué haces tú aquí
yo no iba a venir, igual que tú, pero ya sabes la guasa de ese
Tragaluz, un ocaso en mar adentro
Tragaluz, y amanecer en algún puerto
Tragaluz, como aliado de los vientos
Tragaluz, el único centro eres tú
Tragaluz, ese punto de vista
Tragaluz, cuestión de aristas
Tragaluz, tu corazón te pide pista
Tragaluz, el único artista eres tú
Los otros dos regalos que se pueden ver en la fotografía me los ha hecho el poeta Antonio Marín Albalate. El primero es ‘Infierno y nadie’, una antología poética (1978-2014), editada, seleccionada, con un estudio preliminar y notas a cargo de José Luis Abraham López.
Dejo hoy aquí dos poemas de las trescientas páginas de poesía de este libro.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Germán Coppini, In memoriam,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpor cantarlo en el disco «En boca ajena».
COMO esos perros que abandona el verano
en las cunetas:
xxxxxxxxxxxxxya
xxxxxxxxxxxxxyo:
xxxxxxxxxxxxxxxxbarro.
Sobre mi cabeza,
ruido de nubes.
Y coches que pasan
de vez en cuando.
ORDEN DEL DÍA. PUNTO CERO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Cristina Morano
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy Mamen Piqueras
Quiero decirlo para que se sepa:
una soledad muy grande me pone
contra las cuerdas; sin piedad alguna
me golpea y caigo en la lona así,
ensangrentado y sucio como un pobre
diablo que, en el ring de la vida,
nunca supo pelear como mandan los cánones.
No tiene mayor importancia, lo sé.
Sólo quería que constara en acta.
El otro regalo que me hizo Antonio Marín fue un libro de Mariano Pascual de Riquelme, publicado por la editorial Huerga & Fierro, con edición, estudio preliminar y notas de José Luis Abraham López. El volumen en cuestión llevas los libros ‘Más allá del silencio’, ‘Los ojos de la noche’ y ‘Viento en la tarde’.
Mariano Pascual de Riquelme fue un poeta cartagenero que falleció en 1994 y que en vida sólo publicó tres libros. Y del primero de los libros de este volumen del que les hablo, que se abre con una cita de Heine que dice: «Cuando mueren las palabras / empieza la música», les dejo el primero de sus poemas.
INNOMINADO
La poesía,
la verdadera poesía,
es muda.
No tiene palabras.
No encuentra palabras.
Está ahí,
desde la eternidad
y para siempre,
inmutable,
Egipcia.
Es
lo que tiene que ser.
Como la tierra.
La tierra no canta.
Florece.
ALLEN GINSBERG – POEMAS ESCOGIDOS
xxxxxAULLIDO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara Carl Solomon
xxxxxI
He visto las mejores mentes de mi generación destrui-
xxxdas por la locura, hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros
xxxbuscando el pico rabioso,
ángeles rebeldes quemando por la vieja conexión celes-
xxxtial hacia la dínamo estrellada en la maquinaria de la
xxxnoche,
que pobres y andrajosos y ojerosos y colocados se pa-
xxxsaron la noche fumando en la sobrenatural oscuri-
xxxdad de agujeros flotando sobre las azoteas de las
xxxciudades contemplando el jazz,
que vaciaron sus cerebros al Cielo bajo el metro eleva-
xxxdo y vieron ángeles musulmanes vacilando sobre
xxxedificios iluminados,
que pasaron por las universidades con radiantes ojos
xxxdescarados alucinando Arkansas y la trágica visión
xxxde Blake entre los eruditos de la guerra,
que fueron expulsados de las academias por locos y por
xxxpublicar odas obscenas en las ventanas del cráneo,
que en calzoncillos y escondidos en sucias habitaciones,
xxxquemaron su dinero en las papeleras y escucharon el
xxxTerror a través de la pared,
que fueron cogidos por sus barbas púbicas cuando re-
xxxgresaban a Nueva York desde Laredo con marihua-
xxxna en el cinturón,
que comieron fuego en hoteluchos o bebieron tremen-
xxxtina en Paradise Alley, matando o flagelando sus
xxxtorsos noche tras noche
con sueños, con drogas, soñando despiertos, alcohol y
xxxpolla y huevos sin fin,
incomparables calles sin salida de nubes vibrantes y re-
xxxlámpagos en la mente saltando hacia los polos de
xxxCanadá y Paterson, iluminando a todo el mundo
xxxinmóvil del Tiempo por entremedio,
solideces de peyote por los pasillos, madrugadas de árbol
xxxverde en el jardín del cementerio, borracheras de
xxxvino en las azoteas, barrios de almacenes cruzados
xxxcon coche drogados con el neón de los semáforos
xxxparpadeando, vibraciones de sol y luna y árbol en los
xxxrugientes atardeceres invernales de Brooklyn, cubos
xxxde basura ruidosos y bondadosa luz de la mente,
que se encadenaron en el metro para el interminable
xxxtrayecto de Battery al Bronx sagrado cargados de
xxxbenzedrina hasta que el ruido de las ruedas y de los
xxxniños les hizo bajar con los dientes podridos tem-
xxxblando y la mente hecha polvo y seca de inteligen-
xxxcia en la triste luz del Zoo,
que se hundieron toda la noche en la luz submarina del
xxxBickford flotando a la deriva y se pasaron la tarde
xxxsentados en el desolado Fugazzi con una cerveza
xxxrancia delante, escuchando el crac del juicio final
xxxdel jukebox de hidrógeno,
que hablaron setenta horas seguidas del parque a casa al
xxxbar al Bellevue al museo al puente de Brooklyn,
un batallón perdido de conversadores platónicos sal-
xxxtando a las esclaeras de incendio de las ventanas del
xxxEmpire State hacia la luna,
charlando gritando vomitando susurrando hechos y re-
xxxcuerdos y anécdotas y sensaciones ópticas y shocks
xxxde hospitales y prisiones y guerras,
que vomitaron los intelectos sin parar durante siete días
xxxy noches con ojos brillantes, carne de Sinagoga fun-
xxxdida en el pavimento,
que se desvanecieron en la nada de la Nueva Jersey Zen
xxxdejando un rastro de ambiguas postales del Ayunta-
xxxmiento de Atlantic City,
padeciendo sudores orientales y crujir de huesos tange-
xxxrinos y migrañas chinas durante el tratamiento de
xxxlas drogas en un cuarto escasamente amueblado de
xxxNewark,
que dieron vueltas y vueltas por la estación a mediano-
xxxche decidiendo a dónde ir, y se fueron, sin dejar
xxxningún corazón destrozado,
que encendieron cigarrillos en los vagones vagones va-
xxxgones ruidosos sobre la nieve hacia solitarias granjas
xxxen la noche del abuelo,
que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz tele-
xxxpatía y kábala bop porque el cosmos institivamen-
xxxte vibraba bajo sus pies en Kansas,
que vagaron solos por las calles de Idaho buscando án-
xxxgeles visionarios indios que fueran ángles visiona-
xxxrios indios,
que creyeron que sólo estaban locos cuando Baltimore
xxxbrilló en un éxtasis sobrenatural,
que subieron a limusinas con el chino de Oklahoma en
xxxel impulso de una medianoche de invierno lluviosa
xxxbajo las luces de la calle del pueblo,
que vagaron hambrientos y solos por Houston buscan-
xxxdo jazz o sexo o sopa y siguieron al brillante espa-
xxxñol para conversar sobre América y la Eternidad,
xxxalgo inútil, y después se embarcaron para África,
que desaparecieron en los volcanes de México dejan-
xxxdo atrás sólo la sombra de los vaqueros y la lava
xxxy la ceniza de poesía esparcida en la chimenea de
xxxChicago,
que reaparecieron en la Costa Oeste investigando el
xxxF.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes
xxxojos pacifistas sexis bronceados repartiendo panfle-
xxxtos incomprensibles,
que se quemaron los brazos con cigarrillos en protesta
xxxcontra el narcotizante humo de tabaco del capita-
xxxlismo,
que distribuyeron panfletos supercomunistas en
xxxUnion Square llorando y desnudándose mientras
xxxlas sirenas de Los Álamos gemían, y gemía Wall y
xxxgemía también el ferry de Staten Island,
que se desplomaron llorando en blancos gimnasios des-
xxxnudos y temblando ante la maquinaria de otros es-
xxxqueletos,
que mordieron a los policías en el cuello y gritaron de
xxxplacer en los coches patrulla por no cometer otro
xxxcrimen que su maravillosa pederastia salvaje e into-
xxxxicación,
que aullaron de rodillas en el metro y fueron arrastra-
xxxdos de las azoteas agitando genitales y manuscritos,
que se dejaron follar por el culo por motoristas santos,
xxxy gritaron de alegría,
que mamaron y fueron mamados por aquellos serafines
xxxhumanos, los marineros, caricias de amor atlántico
xxxy caribeño,
que follaron por la mañana por la tarde en rosaledas y
xxxen la hierba de los parques públicos y cementerios
xxxdesparramando su semen gratis a cualquiera que
xxxpasase,
que hiparon sin parar tratando de sonreír pero que aca-
xxxbaron llorando detrás de un tabique en los baños
xxxturcos cuando el ángel rubio y desnudo apareció
xxxpara penetrarlos con su espada,
que perdieron sus jóvenes amantes por culpa de las tres
xxxviejas arpías del destino la arpía tuerta del dólar he-
xxxterosexual la arpía tuerta que guiña el coño y la ar-
xxxpía tuerta que no hace nada salvo sentarse sobre su
xxxculo y cortar los hilos de oro del intelecto del telar
xxxartesano,
que copularon estáticos e insaciables con una botella
xxxde cerveza un amor un paquete de cigarrillos una
xxxvela y cayeron de la cama, y continuaron por el
xxxsuelo y pasillo abajo y acabaron desmayándose
xxxcontra la pared con una visión de coño definitivo y
xxxeyacularon evitando el último orgasmo de la con-
xxxciencia,
que endulzaron los higos de un millón de chicas tem-
xxxblando en el crepúsculo, y aunque tenían los ojos
xxxrojos de madrugada estaban preparados para endul-
xxxzar el higo del alba, encendiendo nalgas en los esta-
xxxblos y desnudos en el lago,
que se fueron de putas por Colorado en miríadas de co-
xxxches robados por una noche, N.C., héroe secreto de
xxxestos poemas, semental y Adonis de Denver, loor a
xxxla memoria de sus innumerables folladas con chicas
xxxen solares abandonados y patios traseros de restau-
xxxrantes de carretera, en las ruidosas butacas de los ci-
xxxnes, en las cimas de las montañas en cuevas o con
xxxdelgadas camareras con las enaguas levantadas en
xxxfamiliares caminos solitarios y especialmente sus
xxxsecretos solipcismos en los váteres de las gasoline-
xxxras, y también en las callejuelas de su ciudad,
que se desvanecieron en largas películas sórdidas, que
xxxfueron trasladados en sueños, despertando de
xxxpronto en Manhattan, y surgiendo de sótanos con
xxxresaca de Tokay cruel y de horrores de sueños de
xxxhierro de la Tercera Avenida y se fueron tamba-
xxxleantes hacia las oficinas de desempleo,
que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de
xxxsangre sobre la nieve de los muelles esperando que
xxxuna puerta del East River se abriera a un cuarto lle-
xxxno de vapor caliente y opio,
que crearon grandes dramas suicidas en el apartamento
xxxde la parte alta del Hudson bajo la luz azul de la
xxxluna durante la guerra y coronaron sus cabezas con
xxxel laurel del olvido,
que comieron el guiso de cordero de la imaginación o
xxxdirigieron cangrejos en el fondo fangoso de los ríos
xxxdel Bowery,
que lloraron por el enciso de las calles con sus carros
xxxllenos de cebollas y música mala,
que se sentaron en cajas bajo el puente respirando en la
xxxoscuridad, y se levantaron para fabricar clavecines
xxxen sus talleres,
que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de
xxxllamas bajo el cielo tuberculoso rodeados por las
xxxcajas de naranjas llenas de teología,
que garabatearon toda la noche rocanroleando sobre
xxxconjuros sublimes que en la amarilla mañana eran
xxxestrofas sin sentido,
que cocinaron animales podridos pulmones corazón
xxxpies rabo borsht y tortillas soñando con el puro rei-
xxxno vegetal,
que se metieron bajo los camiones de la carne buscando
xxxun huevo,
que arrojaron sus relojes desde las azoteas para dar su
xxxvoto por la Eternidad fuera del Tiempo, y cayeron
xxxdespertadores sobre sus cabezas cada día durante la
xxxdécada siguiente,
que se cortaron las venas tres veces seguidas sin éxito,
xxxrenunciaron y se vieron forzados a abrir tiendas de
xxxantigüedades donde creyeron que estaban enveje-
xxxciendo y lloraron,
que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de
xxxfranela en la avenida Madison entre las explosio-
xxxnes de los plúmbeos versos y el estruendo alcohó-
xxxlico de los regimientos de hierro de la moda y los
xxxgritos de la nitroglicerina de los mariquitas de la
xxxpublicidad y el gas mostaza de los siniestros edito-
xxxres inteligentes, o fueron atropellados por taxis bo-
xxxrrachos de Realidad Absoluta,
que se tiraron desde el puente de Brooklyn cosa que
xxxpasó y huyeron desconocidos y olvidados hacia el
xxxaturdimiento fantasmal de los callejones de sopas y
xxxcoches de bomberos de Chinatown, sin ni siquiera
xxxuna cerveza gratis,
que cantaron desesperados desde las ventanas, que ca-
xxxyeron a la boca del metro, que se lanzaron al sucio
xxxPassaic, saltaron sobre negros, lloraron por las ca-
xxxlles, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos
xxxdiscos destrozados de jazz alemán de la nostálgica
xxxEuropa de los años treinta acabando el whisky y
xxxvomitaron gimiendo en los retretes ensangrenta-
xxxdos, los quejidos y los silbidos de las enormes má-
xxxquinas de vapor en sus oídos,
que cruzaron como un rayo las autopistas del pasado
xxxhacia el bólido-Gólgota prisión-soledad vigilia de
xxxcada uno o encarnación del jazz de Birmingham,
que condujeron setenta y dos horas cruzando el país para
xxxaveriguar si yo tenía una visión o tú tenías una visión
xxxo él tenía una visión para encontrar la Eternidad,
que viajaron a Denver, murieron en Denvar, regresaron
xxxa Denver y esperaron en vano, que velaron en Den-
xxxver y meditaron y se sintieron solos en Denver y fi-
xxxnalmente se fueron para descubrir el Tiempo, y
xxxahora Denver añora a sus héroes,
que cayeron de rodillas en catedrales sin esperanza ro-
xxxgando por su mutua salvación y la luz y los pechos,
xxxhasta que el alma les iluminó el pelo por un instante,
que rompieron su cerebro en la prisión esperando los
xxximposibles criminales rubios y el encanto de la rea-
xxxlidad en sus corazones que cantaban dulces blues en
xxxAlcatraz,
que se retiraron a México para no perder el hábito, o a
xxxlas montañas Rocosas por el tierno Buda o a Tánger
xxxpor chicos o a la Southern Pacific por la locomoto-
xxxra negra o a Harvard por Narciso a Woodlawn por
xxxlas orgías o la tumba,
que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de
xxxhipnotismo y fueron abandonados a su locura y sus
xxxmanos y un jurado enfadado,
que en la Universidad Pública de Nueva York arroja-
xxxron ensalada de patatas a los conferenciantes sobre
xxxdadaísmo y después se presentaron en las escaleras
xxxde granito del manicomio con la cabeza rapada y un
xxxdiscurso de arlequín sobre el suicidio, exigiendo la
xxxlobotomía inmediata,
y recibieron a cambio el vacío concreto de la insulina
xxxMetrasol electricidad hidroterapia psicoterapia
xxxping pong y amnesia
que en seria protesta dieron la vuelta a una simbólica
xxxmesa de ping pong, descansando brevemente en ca-
xxxtatonia,
regresando años más tarde calvos con una peluca de
xxxsangre y lágrimas y dedos, a la visible condena del
xxxloco de las salas de los manicomios del este,
a las fétidas salas del Pilgrim State y de Rockland y de
xxxGreystone, peleándose con los ecos del alma, ro-
xxxcanroleando a medianoche soledad-banco dolmen-
xxxreinos del amor, sueño de una vida de pesadillas,
xxxcuerpos convertidos en piedra tan pesada como la
xxxluna,
con mi madre finalmente *******, y el último libro fan-
xxxtástico tirado por la ventana, y la última puerta ce-
xxxrrada a las 4 de la madrugada y el último teléfono
xxxdestrozado contra la pared en respuesta y el último
xxxcuarto amueblado vacío hasta el último mueble
xxxmental, una rosa amarilla de papel atada a una per-
cha de alambre del ropero, e incluso eso es imagina-
xxxrio, sólo un esperanzado trocito de alucinación,
ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no estaré a salvo,
xxxy ahora estás en la total sopa de letras del tiempo,
y por eso corrieron por las calles heladas obsesiona-
xxxdos con el rayo súbito de la alquimia del uso de la
xxxelipse el catálogo la medida variable y el plano vi-
xxxbrante,
que soñaron e hicieron lapsos encarnados en el Tiempo
xxxy Espacio gracias a imágenes yuxtapuestas, y atra-
xxxparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales
xxxy unieron los verbos elementales y aparearon el
xxxsustantivo y el guión de la conciencia saltando jun-
xxxtos con la sensación de Pater Onnipotens Aeterna
xxxDeus
para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa hu-
xxxmana y quedaron delante tuyo mudos e inteligentes
xxxy temblando de vergüenza, rechazados pero con el
alma confesa por conformarse al ritmo del pensa-
xxxmiento de su cabeza desnuda e infinita,
el vagabundo loco y el ángel latiendo en el Tiempo,
xxxdesconocidos, aunque registrando aquí lo que se
xxxpodría guardar para decir después de la muerte,
y se alzaron reencarnados en las ropas espectrales del
xxxjazz en la sombra de la trompeta dorada de la ban-
xxxda y tocaron por amor el sufrimiento de la desnuda
xxxmente de América en un llanto de saxofón eli eli
xxxlamma lamma sabachtani que hizo temblar las ciu-
xxxdades hasta la última radio
con el corazón absoluto del poema de la vida extirpado
xxxde sus cuerpos buenos para comer durante mil años.
xxxxxII
¿Qué esfinge de cemento y aluminio reventó sus crá-
xxxneos y devoró su cerebro y la imaginación?
¡Moloch! ¡Soledad! ¡Suciedad! ¡Fealdad! ¡Cubos de
xxxbasura e inasequibles dólares! ¡Niños gritando bajo
xxxlas escaleras! ¡Chicos sollozando en los ejércitos!
xxx¡Viejos llorando en los parques!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch sin
xxxamor! ¡Moloch mental! ¡Moloch juez severo de los
xxxhombres!
¡Moloch prisión incomprensible! ¡Moloch cárcel sin
xxxalma de tibias cruzadas y Congreso de tristezas!
xxx¡Moloch donde los edificios son sentencias! ¡Mo-
xxxloch enorme piedra de guerra! ¡Moloch de gobier-
xxxnos aturdidos!
¡Moloch cuyo cerebro es pura maquinaria! ¡Moloch
xxxcuya sangre es dinero circulando! ¡Moloch cuyos
xxxdedos son diez ejércitos! ¡Moloch cuyo pecho es
xxxuna dínamo caníbal! ¡Moloch cuyo culo es una
xxxtumba humeante!
¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch
xxxcuyos rascacielos se levantan en largas calles como
xxxJehovás infinitos! ¡Moloch cuyas fábricas sueñan y
xxxgraznan en la niebla! ¡Moloch cuyas chimeneas y an-
xxxtenas coronan las ciudades!
¡Moloch cuyo amor es petróleo y piedra sin fin! ¡Mo-
xxxloch cuya alma es electricidad y bancos! ¡Moloch
xxxcuya pobreza es el espectro del genio! ¡Mo-
xxxloch cuyo destino es una nube de hidrógeno ase-
xxxxuada! ¡Moloch cuyo nombre es la Mente!
¡Moloch donde me siento solo! ¡Moloch donde sueño
xxxen Ángeles! ¡Loco en Moloch! ¡Chupapollas en
xxxMoloch! ¡Sin amor y sin hombre en Moloch!
¡Moloch que entró en mi alma temprano! ¡Moloch
xxxdonde soy una conciencia sin cuerpo! ¡Moloch que
xxxme hizo temer a mi éxtasis natural! ¡Moloch
xxxque abandono! ¡Despertar en Moloch! ¡Luz cayen-
xxxdo del cielo!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Apartamentos robots! ¡suburbios
xxxinvisibles! ¡tesoros esqueléticos! ¡capitales ciegos!
xxx¡industrias diabólicas! ¡naciones espectrales! ¡mani-
xxxcomios invencibles! ¡pollas de granito! ¡bombas
xxxmonstruosas!
¡Se rompieron la espalda elevando Moloch al Paraíso!
xxx¡Pavimentos, árboles, radios, toneladas! ¡elevando
xxxla ciudad al Paraíso que existe y nos envuelve!
¡Visiones! ¡profecías! ¡alucinaciones! ¡milagros! ¡éxta-
xxxsis! ¡arrastrados por el río americano!
¡Sueños! ¡adoraciones! ¡iluminaciones! ¡religiones!
xxx¡toda la carga de mierdas sensibles!
¡Descubrimientos! ¡río abajo! ¡placeres y crucifixiones!
xxx¡arrastrados por la corriente! ¡Drogas! ¡Epifanías!
xxx¡Desesperaciones! ¡Diez años de gritos animales y
xxxsuicidios! ¡Mentes! ¡Nuevos amores! ¡Generación
xxxloca! ¡contra las rocas del tiempo!
¡Verdadera risa sagrada en el río! ¡Lo vieron todo! ¡los
xxxojos salvajes! ¡los gritos sagrados! ¡Dijeron adiós!
xxx¡Saltaron del tejado ¡hacia la soledad! ¡saludando!
xxx¡llevando flores! ¡Río abajo! ¡hacia la calle!
xxxxxIII
¡Carl Salomon! Estoy contigo en Rockland
xxxdonde estás más loco que yo
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde debes sentirte muy extraño
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde imitas la sombra de mi madre
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde has asesinado a tus doce secretarias
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde te ríes de ese humor invisible
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde somos grandes escritores con la misma má-
xxxquina de escribir terrible
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde tu estado ha empeorado y lo han dicho por
xxxla radio
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde las facultades de tu cerebro ya no admiten a
xxxlos gusanos de los sentidos
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde bebes té de los pechos de las solteronas de
xxxUtica
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde mezclas los cuerpos de tus enfermeras las ar-
xxxpías del Bronx
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde en camisa de fuerza gritas que estás perdien-
xxxdo las partida del ping pong del abismo
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde golpeas el piano catatónico que el alma ino-
xxxcente e inmortal que nunca debería morir impía-
xxxmente en un manicomio armado
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde cincuenta electroshocks más no devolverán
xxxtu alma a su cuerpo de su peregrinación hacia la
xxxcruz del vacío
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde acusas a los médicos de locura y planeas la
xxxrevolución socialista hebrea contra el Gólgota na-
xxxcional fascista
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde separarás los cielos de Long Island y resuci-
xxxtarás a tu Jesús vivo y humano de la tumba so-
xxxbrehumana
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde hay veinticinco mil camaradas locos cantan-
xxxdo juntos las últimas estrofas de la Internacional
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde abrazamos y besamos a los Estados Unidos
xxxbajo nuestras sábanas los Estados Unidos que tosen
xxxtoda la noche y no nos dejan dormir
Estoy contigo en Rockland
xxxdonde despertaremos del coma electrificados por
xxxlos aviones de nuestra alma bramando sobre el teja-
xxxdo vienen para tirar bombas angélicas el hospital se
xxxilumina muros imaginarios caen Oh frágiles legio-
xxxnes corren afuera Oh shock-estrellado de miseri-
xxxcordia la guerra eterna está aquí Oh victoria olvida
xxxtu ropa interior somos libres
Estoy contigo en Rockland
xxxen mis sueños llegas goteando del viaje marino por
xxxla autopista que cruza América llorando a la puerta
xxxde mi cabaña en la noche del oeste.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSan Francisco, 1955-56
xxxxxNOTA A AULLIDO
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
xxx¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
xxx¡Santo! ¡Santo!
¡El mundo es santo! ¡El alma es santa! ¡La piel es santa!
xxx¡La nariz es santa! ¡La lengua y la polla y la mano y
xxxel agujero del culo son santos!
¡Todo es santo! ¡Todos son santos! ¡todos los lugares
xxxson santos! ¡cada día es la Eternidad! ¡Cada hombre
xxxes un ángel!
¡El vagabundo es tan santo como el serafín! ¡el loco es
xxxtan santo como tú alma mía lo eres!
¡La máquina de escribir es santa el poema es santo la
xxxvoz es santa los que escuchan son santos el éxtasis
xxxes santo!
¡San Peter san Allen san Solomon san Lucien san Ke-
xxxrouac san Hunckle san Burroughs san Cassady san
xxxtos los desconocidos mendigos destrozados y en-
xxxfermos santos los repugnantes ángeles humanos!
¡Santa mi madre en el manicomio! ¡Santas las pollas de
xxxlos abuelos de Kansas!
¡Santo el saxofón gimiente! ¡Santo el apocalipsis bop!
xxx¡Santas las bandas de jazz la marihuana los rebeldes
xxxla paz el peyote las pipas y los tambores!
¡Santas las soledades de los rascacielos y los pavimen-
xxxtos! ¡Santas las cafeterías llenas de millones! ¡Santos
xxxlos misteriosos ríos de lágrimsa bajo las calles!
¡Santo el juggernaut solitario! ¡Santo el cordero enor-
xxxme de la clase media! ¡Santos los pastores locos de
xxxla rebelión! ¡Que entienden que Los Ángeles SON
xxxLos Ángeles!
¡Santa Nueva York Santa San Francisco Santas Peoria y
xxxSeattle Santa París Santa Tánger Santa Moscú Santa
xxxEstambul!
¡Santo tiempo de la eternidad santa eternidad del tiem-
xxxpo santos los relojes del espacio santa la cuarta di-
xxxmensión santa la quinta Internacional santo el
xxxÁngel de Moloch!
¡Santo el mar santo el desierto santa la vía férrea santa
xxxla locomotora santas las visiones santas las alucina-
xxxciones santos los milagros santa la pupila santo el
xxxabismo!
¡Santo perdón! ¡piedad! ¡caridad! ¡fe! ¡Santos! ¡Nues-
xxxtros! ¡cuerpos! ¡dolor! ¡magnanimidad!
¡Santa la sobrenatural ultrabrillante inteligente bondad
xxxdel alma!
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxBerkeley, 1955
xxxxxKADDISH
xxxxxxxxxxxxPara Naomi Ginsberg, 1894-1956
xxxxxI
Es extraño pensar ahora en ti, que te fuiste sin corsés ni
xxxojos, mientras camino por el asfalto soleado del
xxxGreenwich Village.
Manhattan, claro mediodía invernal, y me he pasado
xxxtoda la noche despierto, hablando, hablando, le-
xxxyendo el Kaddish en voz alta, escuchando los blues
xxxde Ray Charles gritar ciegos en el fonógrafo
el ritmo el ritmo – y tu recuerdo en mi cabeza tres años
xxxdespués – Y leyendo en voz alta los últimos versos
xxxtriunfales de Adonais – llorando, dándome cuenta
xxxde lo que sufrimos –
Y cómo la Muerte es ese remedio que todos los cantan-
xxxtes sueñan, cantan, recuerdan, profetizan como en
xxxel Himno hebreo o en el Libro Budista de las Res-
xxxpuestas – y mi propia imaginación de una hoja mar-
xxxchita – al alba –
Volviendo a soñar la vida, Tu tiempo – y el mío acele-
xxxrando hacia el Apocalipsis,
el momento final – la flor ardiendo en el Día – y lo que
xxxviene después,
evocando la mente que vio una ciudad americana
a un relámpago de distancia, y el gran sueño de Mí o de
xxxChina, o de ti y una Rusia fantasma, o una cama des-
xxxhecha que nunca existió –
como un poema en la oscuridad – escapado al Olvido –
Nada más que decir, y nada que llorar excepto los Seres
xxxdel Sueño, atrapados en su desaparición,
suspirando, gritando, comprando y vendiendo pedazos
xxxde fantasmas, venerándose unos a otros,
venerando al Dios incluido en todo eso – ¿añoranza o
xxxinevitabilidad? – mientras dura, una Visión – ¿algo
xxxmás?
Salta a mi alrededor, cuando salgo y camino por la ca-
xxxlle, miro por encima del hombro, la Séptima Aveni-
xxxda, las almenas de los edificios de oficinas de cristal
xxxhombro contra hombro en las alturas, bajo una
xxxnube, altos como el cielo por un instante – y el cie-
xxxlo encima – un viejo lugar azul.
o bajo por la Avenida hacia el sur – mientras camino ha-
xxxcia el Lower East Side – donde tú caminaste 50 años
xxxatrás, chiquita – de Rusia, comiendo los primeros
xxxtomates venenosos de América – temblando en el
xxxmuelle –
luchando luego en las multitudes de la calle Orchard
xxx¿hacia dónde? – hacia Newark –
hacia la confitería, primeras sodas caseras del siglo, he-
xxxlados batidos a mano en la trastienda sobre mesas
xxxde madera mohosas –
Hacia la educación matrimonio crisis nerviosa, opera-
xxxción, escuela de magisterio, y aprendiendo a ser
xxxloca, en un sueño – ¿qué es esta vida?
Hacia la Llave en la ventana – y la gran Llave descansa
xxxsu cabeza de luz sobre Manhattan y sobre la tierra,
xxxy yace en la acera – en un único y inmenso rayo,
xxxmoviéndose, mientras bajo por la Primera hacia el
xxxTeatro Yiddish – y el lugar de la pobreza
que conocías, y que yo conozco, pero ahora da igual – Es
xxxextraño haber ido a Paterson, y al oeste, y a Europa
xxxy estar de nuevo aquí,
con los gritos de los españoles sentados en las escaleras
xxxde las porterías y los chicos morenos por la calle,
xxxescaleras de incendio tan viejas como tú
– Aunque ahora ya no eres vieja, eso se ha quedado aquí
xxxconmigo –
Yo, sin embargo, quizá tan viejo como el universo – y
xxxsupongo que eso muere con nosotros – bastante
xxxpara anular todo lo que viene – Lo que vino se fue
xxxcada vez para siempre –
¡Está bien! No hace falta arrepentirse – ya no te dan
xxxmiedo los radiadores, ni la falta de amor, ni la tor-
xxxtura ni siquiera el dolor de muelas –
Aunque cuando viene es un león que devora el alma – y
xxxel cordero, el alma, en nosotros, ay, se ofrece en sa-
xxxcrificio al hambre feroz del cambio – pelos y dientes
xxx– y el crujido del dolor de huesos, cráneo rasurado,
xxxcostilla rota, piel podrida, Implacabilidad entram-
xxxpada en el cerebro.
¡Ay! ¡ay! ¡Cada vez es peor! ¡Lo pasamos fatal! Y tú no
xxxestás, la Muerte se te llevó, la Muerte tuvo Piedad,
xxxhas roto con tu siglo, has roto con Dios, has roto con
la senda que lo cruza – Has roto contigo por fin –
xxxPura – Otra vez Criatura en la oscuridad antes de tu
xxxPadre, antes de todos nosotros – antes del mundo –
Ahora, descansas. Ya no sufrirás nunca más. Sé dónde
xxxhas ido, está bien.
Se han acabado las flores en los campos de Nueva York
xxxen verano, las alegrías, el miedo a Louis,
y se ha acabado su ternura y sus gafas, sus décadas de
xxxinstituto, deudas, amores, alarmantes llamadas tele-
xxxfónicas, lechos de concepción, familiares, manos –
Se ha acabado tu hermana Elanor, – se fue antes que tú
xxx– guardamos el secreto – tú la mataste – o se mató
xxxella para librarse de ti – un corazón artrítico – Pero
xxxla Muerte os mató a las dos – No importa –
Ningún recuerdo más de tu madre, lágrimas de 1915 en
xxxpelículas mudas semanas y semanas – olvidando,
xxxmirando apenada a Marie Dressler dirigirse a la hu-
xxxmanidad, la danza del joven Chaplin,
o Boris Godunov, con Chaliapin en el Met, su voz de
xxxZar sollozante – en las localidades de a pie con Ela-
xxxnor y Max – viendo también a los Capitalistas sen-
xxxtados en Platea, pieles blancas, diamantes,
haciendo auto stop con la Liga de las Juventudes Socia-
xxxlistas por Pensilvania, con bombachos de gimnasia
xxxnegros y anchos, fotografía de 4 chicas cogidas por
xxxla cintura, y mirada risueña, muy tímidas, soledad
xxxvirginal de 1920.
todas las chicas envejecieron, o están muertas, ahora, y
xxxese pelo largo enterrado – dichosas de haber logra-
xxxdo tener marido después –
Tú lo lograste – incluso nací yo – mi hermano Eugene
xxxantes (aún se lamenta ahora y continuará eyaculan-
xxxdo sobre su mano rígida hasta que el cáncer acabe
xxxcon él – o se mate – quizá más adelante – pronto
xxxpensará – )
Y es el último momento que recuerdo, cuando los veo
xxxa todos, a través mío, ahora – pero no a ti
No adiviné lo que sentiste – qué bostezo espantoso de
xxxboca podrida te llegó primero – a ti – ¿estabas pre-
xxxparada?
¿Para ir a dónde? A aquella Oscuridad – aquella – ¿a
xxxaquel Dios? ¿un resplandor? ¿Un Señor en el Va-
xxxcío? ¿Como un ojo en la nube negra de un sueño?
xxx¿Adonais, por fin, contigo?
¡Más allá de mi recuerdo! ¡Incapaz de adivinar! Ni el
xxxcráneo amarillo en la tumba, ni una caja de polvo de
xxxgusanos, y una cinta manchada – ¿Calavera con
xxxHalo? ¿Es posible?
¿Es sólo el sol que brilla para la mente una vez, sólo el
xxxrelámpago de la existencia, más que otra cosa?
No tenemos nada más que eso – lo que tenías – eso tan
xxxmísero – aunque Triunfal,
haber estado aquí, y cambiado, como un árbol, abatido,
xxxo una flor – abono para la tierra – pero loca, con tus
xxxpétalos, coloreados, pensando en el Gran Universo,
xxxsacudida, con un corte en la cabeza, deshojada, es-
xxxcondida en un hospital ruinoso, envuelta en un tra-
xxxpo, herida – alucinada en un cerebro lunático, Me-
xxxnos que nada.
Ninguna flor como aquella flor, que se sabían en el jar-
xxxdín, y luchó contra el cuchillo – perdió
Cortada por un muñeco de nieve idiota – incluso en
xxxprimavera – extraño pensamiento fantasma – algo
xxxde Muerte – Carámbano afilado en la mano – co-
xxxronado con rosas marchitas – un perro por ojos –
xxxpolla de un explotador – corazón de planchas eléc-
xxxtricas.
Todas las acumulaciones de la vida, que nos consumen
xxx– relojes, cuerpos, conciencia, zapatos, pechos – hi-
xxxjos engendrados – tu comunismo – «Paranoia» en
xxxlos hospitales.
Un día golpeaste la pierna de Elanor, murió de un ata-
xxxque al corazón más tarde. Tú de infarto. ¿Dormi-
xxxdas? en menos de un año, las dos, hermanas en la
xxxmuerte. ¿Es feliz, Elanor?
Max se consume en vida en una oficina del Lower Borad-
xxxway, gran bigote solitario sobre la contabilidad de
xxxmedianoche, no está seguro. La vida se le escapa – lo
xxxsabe – ¿Y de qué duda ahora? ¿Aún sueña con hacer
xxxdinero, o que podría haber hecho dinero, contrata-
xxxdo una enfermera, tenido hijos, encontrado incluso
xxxtu Inmortalidad, Naomi?
Le veré pronto. Ahora debo ir al grano – hablarte –
xxxcomo no lo hice cuando tenías boca.
La Eternidad. Estamos atados a la Eternidad – como los
xxxcaballos de Emily Dickinson encaminados hacia el
xxxFin.
Conocen el camino – Esos corceles – corren más rápido
xxxde lo que pensamos – es nuestra vida la que cruzan
xxx– y se llevan con ellos.
xxxMagnífica, nunca más llorada, con el corazón estro-
peado, mente atrás, casada soñada, mortal cambiada –
Culo y cara rotos con asesinato.
xxxEn el mundo, dada, flor enloquecida, no hecha
Utopía, encerrada en madera de pino, dada en limosna
a la Tierra, embalsamada en Soledad, Jehová, acoge.
xxxInnominado, de Una Cara, la Eternidad más allá de
mí, sin principio, sin fin, Padre en la muerte. No estoy
aquí para esta Profecía, no estoy casado, no tengo him-
no, no tengo Cielo, descabezado de beatitud aún te
adoraría.
xxxTú, Cielo, después de la Muerte, único bendito en
la Nada, ni luz ni oscuridad, Eternidad sin Día –
xxxToma, este Salmo, de mí, estallado de mi mano en un
día, algo de mi Tiempo, dado a la Nada – en loor Tuyo –
Pero no a la Muerte.
xxxEsto es el fin, la redención del Desierto, camino
para el Inquisidor, Casa buscada por Todos, pañuelo
negro que el llanto ha vuelto blanco – página más allá
del Salmo – Último cambio mío y de Naomi – hacia
la perfecta Oscuridad de Dios – ¡Muerte, detén tus fan-
tasmas!
xxxxxII
xxxUna y otra vez – estribillo – de los hospitales – aún
no he escrito tu historia – la dejo abstracta – unas cuan-
tas imágenes
xxxatraviesan la mente – como el coro de saxofones de
casas y años – recuerdo de electroshocks.
xxxDe largas noches en el apartamento de Paterson
cuando era niño, vigilando tu nerviosismo – estabas
gorda – tu próximo movimiento –
xxxDe aquella tarde que no fui a la escuela y me quedé
en casa para cuidarte – de una vez por todas – cuando
prometí que siempre que un hombre no estuviera de
acuerdo con mi opinión del cosmos, estaría perdido –
xxxDe mi misión más tarde – mi voto de iluminar a la
humanidad – esto es divulgar detalles – (loco como tú) –
(la cordura es la trampa del acuerdo) –
xxxPero tú mirabas por la ventana la esquina de la igle-
sia de Broadway, y espiabas al místico asesino de Ne-
wark,
xxxAsí que telefoneé al médico – «De acuerdo, que
haga reposo» – me puse el abrigo y fuimos andando ca-
lle abajo – De camino, inexplicablemente, un niño de
primaria gritó «¿A dónde va señora, a la Muerte?» Me
estremecí –
xxxy tú te cubriste la nariz con el cuello de piel apoli-
llado, careta antigás contra el veneno esparcido en la at-
mósfera de la ciudad, rociado por la Abuela –
xxx¿Y el conductor del miserable autobús del Servicio
Público, era un miembro de la banda? Te estremeciste
al verle, me costó mucho que subieras – a Nueva York,
al mismo Times Square, para coger otro Greyhound –
xxxdonde vagamos 2 horas luchando contra microbios
invisibles y enfermedades judías – brisa envenenada por
Roosevelt –
xxxdispuestos a cogerte – y yo arrastrándome detrás de
ti, esperando terminar en un cuarto tranquilo de una
casa victoriana cerca de un lago.
xxx3 horas de viaje a través de túneles a través de toda
la industria americana, Bayonne preparándose para la
Segunda Guerra Mundial, tanques, depósitos de gasoli-
na, fábricas de soda, restaurantes de carretera, parques
de locomotoras como fortalezas – en los pinares de los
indios de Nueva Jersey – pueblos tranquilos – largas ca-
rreteras a través de arboledas arenosas –
xxxPuentes sobre arroyos sin ciervos, un viejo wam-
pum en el lecho del río – con un tomahawk o un hueso
de Pocahontas – y un millón de viejas votando a Roose-
velt en casitas de ladrillo rojo, carreteras alejadas de la
autopista de la Locura –
xxxquizá un halcón en un árbol, o un ermitaño buscan-
do una rama llena de búhos –
xxxDiscutiendo sin parar – temerosa de los desconoci-
dos en el asiento de delante, roncando indiferentes –
¿en qué autobús roncan ahora?
xxx«Allen, no lo entiendes – es – desde que me pusieron
aquellos 3 grandes palos en mi espalda – algo me hicie-
ron en el Hospital, me envenenaron, quieren verme
muerta – 3 grandes palos, 3 grandes palos –
xxx¡La Puta! ¡La Abuela! La semana pasada la vi, con
pantalones como un viejo, con un saco a la espalda, tre-
pando por la pared de ladrillo del apartamento
xxxEn la escalera de incendios, con gérmenes veneno-
sos, para tirármelos encima – de noche – quizá Louis la
ayuda – lo tiene dominado
xxxSoy tu madre, llévame a Lakewood (cerca de donde
se había estrellado el Graf Zeppelin, todo Hitler explo-
tando) allí podré esconderme.»
xxxLlegamos – la casa de reposo del doctor Fulano – se
escondió tras un armario – exigía una transfusión de
sangre.
xxxNos echaron – arrastramos la Maleta hacia descono-
cidas casas con césped en sombra – atardecer, pinos en la
oscuridad – larga calle sin salida con grillos y ortigas –
xxxConseguí que se callara – casa grande CASA DE RE-
POSO HABITACIONES – pagué a la dueña el precio de una
semana – subí la maleta de hierro – me senté en la cama
esperando escapar –
xxxBonito cuarto en el ático con una colcha acogedora
– cortinas de encaje – alfombra tejida a mano – El papel
de la pared manchado tan viejo como Naomi. Estába-
mos en casa.
xxxMe fui con el primer autobús a Nueva York – con la
cabeza recostada en el último asiento, deprimido – ¿lo
peor aún por llegar? – abandonándola, viajé aletargado
– Sólo tenía 12 años.
xxx¿Se escondería en su cuarto y aparecería alegre para
el desayuno? ¿O cerraría la puerta con llave y miraría
por la ventana el callejón buscando espías? ¿Vigilaría la
cerradura por el invisible gas hitleriano? ¿Soñaría en
una silla – o se burlaría de mí, entonces – frente a un es-
pejo, sola?
xxxCon 12 años crucé en autobús Nueva Jersey de no-
che, abandonando a Naomi a las Parcas en la casa en-
cantada de Lakewood – abandonado a la suerte del au-
tobús – hundido en el asiento – todos los violines rotos
– el corazón dolorido en mis costillas – mente vacía –
Estaría a salvo en su ataúd –
xxxO de vuelta a la escuela de magisterio de Newark,
estudiando América con una falda negra – el invierno
en la calle sin comer – un pepinillo un centavo – de no-
che en casa para ocuparse de Elanor en el dormitorio –
xxxLa primera crisis nerviosa fue en 1919 – no fue a la
escuela y se pasó tres semanas tendida en una habita-
ción a oscuras – algo andaba mal – nunca dijo que todos
los ruidos la molestaban – sueños de los cracs de Wall
Street –
xxxAntes de la gris Depresión – fue al norte del estado
de Nueva York – se recuperó – Lou le tomó una foto
sentada sobre la hierba con las piernas cruzadas – su
pelo largo trenzado con flores – sonriendo – tocando
canciones de cuna con la mandolina – humo de ortigas
en campamentos de verano izquierdistas y yo vi árbo-
les en mi infancia –
xxxo enseñando en la escuela, riéndose con idiotas, las
clases de los más retrasados – su especialidad rusa – sub-
normales con labios soñadores, ojos grandes, pies del-
gados y dedos enfermos, contrahechos, raquíticos –
xxxgrandes cabezas colgando sobre Alicia en el País de
las Maravillas, una pizarra llena de GATO.
xxxNaomi leyendo pacientemente, historias de un li-
bro de hadas comunista – El cuento de la súbita dulzu-
ra del dictador – El perdón de los brujos – Ejércitos be-
sándose –
xxxLas calaveras de la mesa verde – El rey y los obreros
– la Paterson Press los publicó en los años 30 hasta que
ella enloqueció, o ellos quebraron, o las dos cosas.
xxx¡Oh Paterson! Aquella noche volví tarde a casa.
Louis estaba preocupado. ¿Cómo podía ser tan – no me
daba cuenta? No debía haberla dejado. Loca en Lake-
wood. Llama al médico. Llama a la casa en los pinos.
Demasiado tarde.
xxxMe fui a la cama reventado, deseando dejar este
mundo (probablemente aquel año enamorado de R –
mi héroe mental del instituto, un chico judío que des-
pués se hizo médico – en ese entonces un estupendo
muchacho silencioso –
xxxmás tarde sacrificando mi vida por él, me trasladé a
Manhattan – le seguí a la universidad – Rogué en el
ferry que ayudaría a la humanidad si me admitían –
prometí, el día que hice el Examen de Ingreso –
xxxser un honrado abogado laboralista revolucionario
– me prepararía para ello – inspirado por Sacco y Van-
zetti, Norman Thomas, Debs, Altgeld, Sandburg, Poe –
Pequeños Libros Azules. Quería ser Presidente, o Se-
nador.
xxxah ignorancia – más tarde soñé que me arrodillaba
ante las piernas asustadas de R declarándole mi amor de
1941 – Qué ternura me debía haber mostrado, para que
yo le deseara y me desesperara – primer amor – estaba
loco por él –
xxxMás tarde una avalancha mortal, montañas enteras
de homosexualidad, Matterhorns de pollas, Grandes
Cañones de culos – peso sobre mi cabeza melancólica –
xxxmientras tanto caminaba por Broadway imaginan-
do el infinito como una pelota de goma sin espacio más
allá – ¿qué hay afuera? – volvía a la casa de la avenida
Graham melancólico y tranquilo pasando al lado de los
solitarios setos verdes del otro lado de la calle, soñando
después del cine – )
xxxEl teléfono sonó a las 2 de la madrugada – Emergen-
cia – se había vuelto loca – Naomi escondida bajo la cama
gritando a los micrófonos ocultos de Mussolini – ¡Auxi-
lio! ¡Louis! ¡Buba! ¡Fascistas! ¡Muerte! – la dueña asus-
tada – el viejo mozo marica contestándole a gritos –
xxxTerror, que despertó a los vecinos – viejas del segun-
do piso recuperándose de la menopausia – todos aque-
llos trapos entre los muslos, sábanas limpias, pena de los
abortos – maridos cenicientos – hijos burlándose en
Yale, o untándose el pelo con brillantina en la Universi-
dad Pública de Nueva York – o temblando en la Escue-
la Pública de Magisterio Montclair como Eugene –
xxxSu gran pierna encogida contra el pecho, la mano
tendida No os acerquéis, el vestido de lana sobre los
muslos, el abrigo de pieles bajo la cama – había hecho
una barricada con las maletas bajo el somier.
xxxLouis en pijama escuchando por el teléfono, asusta-
do – ¿y ahora qué hacemos? – ¿Quién podía saberlo? –
¿la culpa era mía, por haberla dejado sola? – sentado en
el sofá a oscuras, temblando, intentando comprender –
xxxCogió el primer tren hacia Lakewood, Naomi aún
estaba bajo la cama – pensó que traía polis envenenado-
res – Naomi gritaba – Louis, ¿qué le pasó a tu corazón
entonces? ¿El éxtasis de Naomi te mató?
xxxLa arrastró afuera, en la esquina, un taxi, la forzó a
entrar con la maleta, pero el chófer les dejó en el drugs-
tore. En la parada de autobús, dos horas esperando.
xxxTendido en la cama nervioso en el apartamento de
4 habitaciones, la cama grande en la sala, junto al escri-
torio de Louis – temblando – volvió a casa aquella no-
che, tarde, me explicó lo que había sucedido.
xxxNaomi tras el mostrador de la farmacia defendién-
dose del enemigo – estantes de libros infantiles, lavati-
vas, aspirinas, potes, sangre – «¡No os acerquéis – asesi-
nos! ¡No os mováis! ¡Prometed que no me mataréis!»
xxxLouis horrorizado al lado de la barra – con explora-
doras de Lakewood – adictas a la coca-cola – enferme-
ras – conductores de autobús esperando la hora de sali-
da – Policía de la comisaría local, muda – ¿y un cura
soñando con cerdos en un precipicio antiguo?
xxxOliendo el aire – ¿Louis señalando el vacío? – Los
clientes vomitando sus coca-colas – o mirando – Louis
humillado – Naomi triunfante – El Anuncio del Com-
plot. Llega el autobús, los conductores no quieren lle-
varlos a Nueva York.
xxxLlamadas al doctor Fulano, «Necesita descansar»,
el hospital psiquiátrico – Los médicos de Greystone –
«Tráigala aquí, señor Ginsberg».
xxxNaomi, Naomi -sudando, con los ojos hinchados,
gorda, el vestido desabrochado en un costado – el pelo
sobre la frente, las medias malignamente en los tobillos
– gritando que quería una transfusión de sangre – una
mano alzada justamente indignada – con un zapato –
descalza en la farmacia –
xxxLos enemigos se acercan – ¿qué venenos? ¿Magne-
tófonos? ¿FBI? ¿Zhdanov escondido tras del mostra-
dor? ¿Trotski mezclando bacterias de rata en la tras-
tienda? ¿El tío Sam en Newark, esparciendo perfumes
mortales por el barrio negro? ¿El tío Ephraim, borra-
cho de asesinato en el bar de los políticos, urdiendo lo
de La Haya? ¿La tía Rose pasando suero por las jerin-
gas de la Guerra Civil Española?
xxxhasta que la ambulancia alquilada por 35 dólares
llegó de Red Bank – La cogieron por los brazos – la ata-
ron a la camilla – gimiendo, creyéndose envenenada,
vomitando productos químicos por todo Jersey, im-
plorando piedad desde el Condado de Essex hasta
Morristown –
xxxY de vuelta a Greystone en donde se pasó tres años
– aquél fue el paso definitivo, enviada de nuevo al Ma-
nicomio –
xxxEn cuyas salas – más tarde fui a menudo – viejas ca-
tatónicas, grises como nubes o cenizas o paredes – can-
taban sentadas en el suelo – en sillas – y todas las brujas
arrugadas arrastrándose, acusándome – buscando la
piedad de mis 13 años –
xxx«Llévame a casa» – a veces iba solo buscando a la
Naomi perdida, que recibía shocks – y le decía, «No,
estás loca, Mama, – confía en los médicos» –
xxxY Eugene, mi hermano, su hijo mayor, estaba lejos
estudiando Derecho en una habitación alquilada de
Newark –
xxxla mañana siguiente vino a Paterson – y se sentó en el
sofá roto de la sala – «La hemos tenido que volver a in-
gresar en Greystone» –
xxx– perpejlidad en su cara, tan joven, después lágrimas
en los ojos – lágrimas resbalando por su cara – «¿Por
qué?» gemido vibrando en sus mejillas, ojos cerrados,
en voz alta – cara de dolor de Eugene.
xxxSe fue lejos, huyó en un Ascensor de la Biblioteca
de Newark, su botella de leche diaria en la ventana de la
habitación alquilada por 5 dólares a la semana cerca de
las vías del tranvía –
xxxTrabajaba 8 horas diarias por 20 dólares a la sema-
na – durante los años que pasó en la Facultad de Dere-
cho – vivía solo inocente cerca de los burdeles negros.
xxxSin follar, pobre virgen – escribía poemas sobre Idea-
les y cartas políticas al director del Paterson Eve News
– (los dos escribimos, denunciando al senador Borah y
a los aislacionistas – y el Ayuntamiento de Paterson nos
intrigaba –
xxxUn día entré a escondidas – torre Moloch local con
aguja fálica y cubierta ornamental, extraña poesía góti-
ca que se alzaba en la calle del Mercado – réplica del
Hôtel de Ville de Lyon –
xxxalas, balcones y portales con volutas, que llevan ha-
cia el reloj gigante de la ciudad, sala de mapas secreta
llena de Hawthorne – el oscuro Debs en la Comisión de
Impuestos – Rembrandt fumando en la oscuridad –
xxxEscritorios limpios y silenciosos en la gran sala de
reuniones – ¿Concejales? ¿Comisión de Finanzas? El
peluquero Mosca complotando – El gángster Crapp
dando órdenes desde el retrete – Los locos discutiendo
sobre Zonas, Incendios, Polis y Metafísica Política – to-
dos estamos muertos – afuera en la parada del autobús
Eugene contemplaba su infancia –
xxxdonde el Evangelista predicó locamente durante
3 décadas, peludo, loco y fiel a su Biblia mezquina – es-
cribiendo con tiza en la acera Preparaos para encontra-
ros con vuestro Dios –
xxxo Dios es Amor en el hormigón del paso elevado de
la vía del tren – desvariaba como yo habría desvariado,
el Evangelista solitario – La Muerte en el Ayuntamien-
to – )
xxxPero Eugene, joven, – sepasó 4 años en la Escuela de
Magisterio Montclair – enseñó durante medio año y lo
dejó para seguir su vida – temeroso de Problemas Disci-
plinarios – estudiantes italianas de sexo moreno, chicas
tiernas que se follaba, nada de inglés, desinterés por los
sonetos – y sabía bien poco – sólo que había perdido –
xxxy rompió su vida en dos y se pagó los estudios de
Derecho – leyó libros azules enormes y subía y bajaba
en el viejo ascensor a 13 millas lejos de Newark y estu-
dió duro para el futuro
xxxy justo en el umbral de su fracaso tropezó con el
grito de Naomi, por última vez, sin Naomi, nosotros
solos – en casa – él sentado allí –
xxxComo un poco de sopa de pollo, Eugene. El Hom-
bre del Evangelio gime frente al Ayuntamiento. Y ese
año Lou tuvo amores poéticos de madurez suburbana –
en secreto – música de su libro de 1937 – Sincero – se de-
sespera por la belleza –
xxxSin amor desde que Naomi gritó – ¿desde 1923? –
perdida ahora en una sala de Greystone – otro shock
para ella – Electricidad, tras cuarenta inyecciones de In-
sulina.
xxxY el Metrasol le ha hecho engordar.
xxxUnos años después volvió a casa – habíamos avan-
zado mucho y planeado – esperaba aquel día – mi Ma-
dre volvería a cocinar y – a tocar el piano – a cantar con
la mandolina – Fritura Estofada, y Stenka Razin, y el
frente comunista en la guerra contra Finlandia – y
Louis endeudado – sospechábamos que era dinero su-
cio – capitalismos misteriosos
xxx– y andaba por el largo pasillo y miraba los muebles.
No se acordaba de todo. Algo de amnesia. Examinó los
mantelitos – y habíamos vendido el comedor
xxxla mesa de caoba – 20 años de amor – estaba en el
depósito – aún teníamos el piano – y el libro de Poe – y
la mandolina, que le faltaba alguna cuerda, polvorienta
xxxFue a la habitación de atrás para echarse en la cama
y meditar, o echar una siesta, esconderse – fui con ella,
para no dejarla sola – me eché en la cama a su lado – la
persiana tirada, casi a oscuras, atardecer – Louis en el
escritorio de la habitación delantera, esperando – quizá
hirviendo un pollo para cenar –
xxx«No me tengas miedo porque haya estado en un
hospital psiquiátrico – Soy tu madre» –
xxxPobre amor, perdido – un miedo – echado allí –
Dije, «Te quiero, Naomi», – rígido, pegado a su brazo.
Quería llorar, ¿fue eso la inconfortable unión solitaria?
– Nerviosa, pronto se levantó.
xxx¿Estuvo alguna vez satisfecha? Y – se sentó sola en
el nuevo sofá junto a las ventanas delanteras, inquieta –
con la mejilla en la mano – cerrando los ojos – a qué des-
tino ese día –
xxxLimpiándose los dientes con la uña, los labios for-
mando una O, recelo – pensamientos de una vieja va-
gina usada – mirad ausente de reojo – alguna deuda in-
confesable escrita en la pared, no satisfecha – y los
pechos envejecidos de Newark se acercan –
xxxOía las voces de la radio a través de los cables en su
cabeza, controlados por los 3 grandes palos colocados
en su espalda por gángsters durante la amnesia, en el
hospital – que le dolían entre los hombros –
xxxDentro de su cabeza – Roosevelt debía conocer su
caso, me dijo – Tenían miedo de matarla, ahora, que el
gobierno sabía sus nombres – que llegaban hasta Hitler
– quería abandonar la casa de Louis para siempre.
xxxUna noche, ataque inesperado – su ruido en el baño
– como si su alma graznara – convulsiones y vómito
rojo saliendo de su boca – agua de diarrea explotando
por atrás – de cuatro patas frente al retrete – orina co-
rriendo por sus piernas – haciendo esfuerzos para vo-
mitar sobre las baldosas sucias con sus excrementos ne-
gros – sin desmayarse –
xxxCon cuarenta años, con varices, desnuda, gorda,
condenada, escondida fuera del apartamento cerca del
ascensor gritando a la Policía, implorando que su ami-
ga Rose la ayudase –
xxxUna vez se encerró en el baño con una cuchilla de
afeitar o yodo – la oíamos toser y llorar en el lavabo –
Lou rompió el vidrio de la puerta pintada de verde, la
sacamos y la llevamos al dormitorio.
xxxAquel invierno pasó unos meses tranquila – paseaba,
sola, por los alrededores de Broadway, leía el Daily
Worker – se rompió el brazo, resbaló en la calle helada –
xxxEmpezó a planear su huida de los complots cósmi-
cos de asesinato financieros – después se fue al Bronx
con su hermana Elanor. Y aquí empieza otra saga de la
difunta Naomi en Nueva York.
xxxGracias a Elanor o al Círculo Obrero, en donde
trabajaba, poniendo direcciones en los sobres, iba ti-
rando – compraba sopa de tomate Campbell – ahorraba
el dinero que Louis le enviaba por correo –
xxxDespués encontró un amigo, que era médico – el
doctor Isaac trabajaba para el Sindicato Nacional Marí-
timo – un viejo muñeco italiano gordinflón – que tam-
bién era huérfano – se lo quitaron de encima – viejas
crueldades –
xxxMás desaliñada que nunca, se sentaba en la cama o
la silla, en corsé soñando despierta – «Tengo calor – Es-
toy gorda – Tenía una figura tan bonita antes de ir al
hospital – Tendrías que haberme visto en Woodbine» –
Eso en una habitación alquilada cerca del edificio del
Sindicato Nacional Marítimo, en 1943.
xxxMiraba fotos de bebés desnudos en las revistas –
anuncios de talcos para bebés, papilla de cordero con
zanahorias – «Sólo pensaré en cosas bellas».
xxxMovía la cabeza y el cuello hacia la luz de la venta-
na en verano, hipnotizada, parecía una paloma –
xxx«Toco su mejilla, toco su mejilla, me toca los labios
con la mano, pienso en cosas bellas, el bebé tiene una
mano preciosa» –
xxxO decía No con un temblor del cuerpo, asco – un
pensamiento de Buchenwald – algo de insulina pasa por
su cabeza – una mueca de temblor nervioso Involunta-
rio (como el temblor que tengo cuando meo) – produc-
to químico malo en el córtex – «No pienses en eso. Es
un chivato.»
xxxNaomi: «Y cuando morimos nos convertimos en
una cebolla, una col, una zanahoria, o una calabaza, una
verdura.» Vengo de Columbia y estoy de acuerdo. Lee
la Biblia, se pasa el día pensando en cosas bellas.
xxx«Ayer vi a Dios. ¿Quieres saber cómo es? Bueno,
por la tarde subí una escalera – tiene una barraquita en
el campo, como las granjas de pollos en Monroe,
Nueva York. Es un viejo solitario con una barba
blanca.
xxxLe hice la cena. Le preparé una buena cena – sopa de
lentejas, verduras, pan y mantequilla – leche – se sentó
en la mesa y comió, estaba triste.
xxxLe dije, Mira todas esas guerras y muertes en el
mundo, ¿qué pasa? ¿Por qué no para todo eso?
xxxLo intenta, dijo – Eso es todo lo que puede hacer,
parecía cansado. Lleva demasiado tiempo soltero, y le
gusta la sopa de lentejas.»
xxxSirviéndome mientras tanto, un plato de pescado
frío – col cruda trinchada goteando agua del grifo – to-
mates malolientes – alimentos pasados de más de una
semana – remolachas y zanahorias rayadas con un
zumo aguado, caliente – alimentos más y más pobres –
a veces no puedo comer por el asco – la Caridad de sus
manos oliendo a Manhattan, locura, deseo de compla-
cerme, pescado crudo frío – rojo pálido bordeando las
espinas. Sus olores – y a menudo desnuda en la habita-
ción, o sea que miro a otro lado, u hojeo un libro igno-
rándola.
xxxUna vez pensé que quería que me acostase con ella
– flirteando sola en el lavabo – echada en la cama enor-
me que llenaba casi toda la habitación, con la ropa en
las caderas, gran latigazo de pelos, cicatrices de opera-
ciones, páncreas, heridas en el vientre, abortos, apendi-
citis, puntos de sutura hundidos en la grasa como cre-
malleras anchas y horribles – labios largos y deformes
en la entrepierna – ¿Qué, incluso, olor a coño? Yo esta-
ba frío – después un poco mareado, no mucho – parecía
una buena idea probarlo – conocer al Monstruo de la
Matriz Primordial – Tal vez – de esa manera. ¿Le im-
portaría? Necesitaba un amante.
xxxYisborach, v’yistabach, v’yispoar, v’yisroman, v’yis-
naseh, v’yishador, v’yishalleh, v’yishallol, sh’meh de
kudsho, b’rich hu.
xxxY Louis se instaló de nuevo en Paterson en un apar-
tamento sucio del barrio negro – vivía en habitaciones
oscuras – pero encontró una chica con la que luego se
casó, se enamoró de nuevo – aunque marchito y tímido
– herido por 20 años del idealismo loco de Naomi.
xxxUna vez regresé a casa, después de pasar mucho tiem-
po en Nueva York, estaba solo – sentado en el dormito-
rio, giró su sillón de escritorio para mirarme – lloraba, los
ojos rojos y llenos de lágrimas detrás de sus gafas –
xxxLe habíamos abandonado – Gene se había alistado
inexplicablemente en el ejército – ella sola en Nueva
York, casi una niña en su habitación alquilada. Louis
iba a la oficina de correos a buscar la correspondencia,
enseñaba en un instituto – se sentaba en la mesa de la
poesía, desamparado – comiendo dolor en el Bickford
todos esos años – que ya se han ido.
xxxEugene dejó el ejército, volvió a casa cambiado y
solo – cortó su nariz en una operación judía – durante
años paraba chicas en Broadway invitándolas a café
para tirárselas – fue a la universidad de Nueva York,
muy serio, para terminar Derecho. –
xxxY Gene vivió con ella, comió empanadas de pesca-
do, baratas, mientras se volvía más loca – Gene se
adelgazó, o se sintió indefenso, Naomi haciendo po-
ses de 1920 a la luna, semidesnuda en la cama de al
lado.
xxxse mordía las uñas y estudiaba – fue un hijo enfer-
mero increíble – Al año siguiente se trasladó a una ha-
bitación cerca de Columbia – a pesar de que ella quería
vivir con sus hijos –
xxx«Escucha la súplica de tu madre, te lo ruego» –
Louis aún le enviaba cheques – Aquel año me pasé
8 meses en un manicomio – mis visiones no se mencio-
nan en esta Elegía –
xxxPero entonces se volvió medio loca – Hitler estaba
en su cuarto, veía su bigote en el lavabo – ahora el doc-
tor Isaac le daba miedo, sospechaba que formaba parte
del complot de Newark – se fue al Bronx a vivir cerca del
Corazón Reumático de Elanor –
xxxY el tío Max nunca se levantaba antes del mediodía,
aunque Naomi a las seis de la mañana ya escuchaba la
radio buscando espías – o escudriñaba por la ventana,
xxxporque en el solar vacío, un viejo se arrastraba con
un saco llenándolo de paquetes de basura vestido con un
abrigo negro que le colgaba.
xxxEdie la hermana de Max trabajaba – 17 años como
contable en Gimbels – vivía en la planta baja de un edifi-
cio de apartamentos, divorciada – así que Edie se llevó a
Naomi a la Avenida Rochambeau –
xxxEl cementerio Woodlawn enfrente, enorme valle de
tumbas donde Poe estuvo una vez – Última parada del
metro del Bronx – muchos comunistas en el barrio.
xxxSe inscribió en las clases nocturnas de pintura en la
Escuela para Adultos del Bronx – caminaba sola bajo el
metro elevado de Van Cortland para ir a clase – pintaba
Naomismos –
xxxHumanos sentados en la hierba en algún Campa-
mento No-te-preocupes de los veranos de antaño –
santos con caras marchitas y pantalones anchos de hos-
pital –
xxxNovias en el Lower East Side al lado de novios ba-
jitos – trenes elevados perdidos corriendo sobre las
azoteas de los edificios babilónicos del Bronx –
xxxPinturas tristes – pero se expresaba. Su mandolina
ya no estaba, todas las cuerdas rotas en su cabeza, se es-
forzaba. ¿Hacia la belleza? ¿o algún viejo Mensaje vi-
tal?
xxxPero empezó a golpear a Elanor, y Elanor padecía
del corazón – subía y le preguntaba por el Reino de los
Espías durante horas, – Elanor estaba rendida. Max en
la oficina, llevaba la contabilidad de unos estancos has-
ta la noche.
xxx«Soy una gran mujer – soy una alma exquisita – y es
por eso que ellos (Hitler, la Abuela, Hearst, los capita-
listas, Franco, el Daily News, los años 20, Mussolini,
los muertos vivientes) quieren encerrarme – Buba es la
jefa de una red de espías» –
xxxGolpeaba a las chicas, Edie y Elanor – Despertaba a
Edie a medianoche para decirle que era una espía y Ela-
nor una chivata. Edie trabajaba todo el día y no podía
soportarlo – Estaba organizando el sindicato – Y Elanor
empezó a morir, en la cama.
xxxMi familia me llamó, estaba empeorando – yo era el
único que quedaba – Fui en metro con Eugene a verla,
comí pescado pasado –
xxx«Mi hermana cuchichea en la radio, – Louis debe
estar en el apartamento – su madre le dice lo que tiene
que decir – ¡MENTIROSOS! – Cociné para mis dos hijos –
toqué la mandolina» –
xxxAnoche el ruiseñor me despertó / Anoche cuando
todo estaba dormido / cantó a la luz dorada de la luna /
desde la colina del viento. Ella lo hizo
xxxLa empujé contra la puerta y grité «¡NO GOLPEES A
ELANOR!» – me miró sorprendida – Desprecio – muére-
te – no creía que sus hijos fueran tan ingenuos, tan ton-
tos – «¡Elanor es la espía peor! ¡Recibe órdenes!»
xxx– «¡No hay cables en la habitación!» – le grito – el
último intento, Eugene en la cama escuchando – ¿qué
puede hacer para huir de esta mamá fatal? – «Ya hace
años que no vives con Louis – la abuela es demasiado
vieja para poder andar» –
xxxTodos estamos vivos entonces – incluso yo y Gene
y Naomi en una habitación Cousinesque mitológico –
gritándonos en la Eternidad – Yo con mi cazadora de
Columbia, ella media desnuda.
xxxYo golpeando su cabeza que veía Radios, Palos,
Hitlers – la gama de Alucinaciones – de verdad – su
universo – sin ningún camino que fuera a ningún sitio
– ni a mi universo – Ni a América, ni siquiera al mun-
do –
xxxVas por el camino de todos los hombres, como Van
Gogh, como la loca Hannah, todos igual – hacia el jui-
cio final – ¡Truenos, Espíritus, Relámpagos!
xxx¡He visto tu tumba! ¡Oh extraña Naomi! ¡Mi –
agrietada tumba! Shema Y’Israel – Soy Svul Avrum – tú
– ¿en la muerte?
xxxTu última noche en la oscuridad del Bronx – llamé –
a través del hospital a la policía secreta.
xxxque llegó, cuando tú y yo estábamos solos, insul-
tando a Elanor en mi oído – que se ahogaba en su cama,
adelgazando –
xxxNunca olvidaré, el golpe en la puerta, tu miedo a los
espías, – la Ley avanzando, en mi honor – la Eternidad
entrando en la habitación – tú corriendo al baño desnuda,
escondiéndote en protesta del último y heroico destino –
xxxmirándome a los ojos, traicionada – los polis de la
locura finalmente rescatándome – de tu pie dando pata-
das al corazón destrozado de Elanor,
xxxde tus gritos a Edie cuando volvía a casa asqueada
de Gimbels y se encontraba la radio estropeada – y
Louis necesita un pobre divorcio, se quiere casar pron-
to – Eugene soñando, escondido en la calle 125, deman-
dando negros por dinero en un despacho ordinario, de-
fendiendo chicas negras –
xxxProtestas desde el baño – Decías que no estabas loca
– con una bata de algodón, tus zapatos, entonces nue-
vos, tu bolso y los recortes de periódicos – no – tu ho-
nestidad –
xxxmientras inútilmente te hacías los labios más reales
con el pintalabios, mirando al espejo para ver si la Lo-
cura era yo o un coche lleno de policías,
xxxo la Abuela espiando a sus 78 años – tu visión – de
ella trepando por los muros del cementerio con un saco
de secuestrador político – o lo que viste en las paredes
del Bronx, en camisón rosa a medianoche, mirando por
la ventana el solar vacío –
xxxAh Avenida Rocahmbeau – Parque infantil de Fan-
tasmas – último apartamento en el Bronx para espías –
último hogar para Elanor o Naomi, donde estas herma-
nas comunistas perdieron su revolución –
xxx«Basta ya – póngase el abrigo señora – vamos – Te-
nemos el coche abajo – ¿quiere acompañarla hasta la co-
misaría?»
xxxEntonces el viaje – cogí la mano de Naomi, y puse
su cabeza contra mi pecho, soy más alto – la besé y le
dije que lo hacía por su bien – Elanor estaba enferma –
y Max padecía del corazón – Necesidades –
xxxA mí – «¿Por qué haces esto?» – «Sí señora, su hijo
tendrá que dejarla dentro de una hora» – La Ambulancia
xxxllegó al cabo de unas horas – se la llevaron a las 4 de
la madrugada a un Bellevue en la noche de la ciudad –
ida al hospital parar siempre. Vi cómo se la llevaban – me
hizo adiós con la mano, tenía lágrimas en los ojos.
xxxDos años después, tras un viaje a México – desolado
en la llanura cerca de Brentwood, matorrales y hierbas
alrededor de las vías de tren abandonadas camino del
manicomio –
xxxedificio central nuevo de ladrillo de 20 pisos – per-
dido en los vastos jardines de la ciudad de los locos de
Long Island – grandes ciudades de la luna.
xxxEl sanatorio despliega alas gigantes sobre el sende-
ro que lleva a un punto negro diminuto – la puerta – en-
trada por la entrepierna –
xxxEntré – olía extraño – las salas de nuevo – el ascen-
sor – por una puerta de vidrio al Pabellón de Mujeres –
a Naomi – dos enfermeras gordas y blancas – la traen,
Naomi me mira – y me ahogo – ha tenido un infarto –
xxxMuy delgada, la piel y los huesos – Naomi había en-
vejecido – deshecha en pelo blanco – vestido ancho so-
bre su esqueleto – chupada de cara, ¡vieja! marchita –
decrépita –
xxxUna mano paralizada – pesadez de la cuarentena y
menopausia reducida por un infarto, coja – arrugada –
una cicatriz en la cabeza, la lobotomía – deshecha, la
mano colgando hacia la muerte –
xxxOh cara rusa, mujer en la hierba, tu largo pelo ne-
gro coronado de flores, la mandolina en tus rodillas –
xxxBelleza comunista, sentada allí casada en el verano
entre margaritas, la felicidad prometida al alcance de la
mano –
xxxsanta madre, ahora sonríes a tu amor, tu mundo ha
renacido, los niños corren desnudos por el campo pun-
teado de dientes de león,
xxxcomen en el huerto de ciruelos al final del prado y
encuentran una cabaña donde un negro de pelo blanco
les enseña el misterio de su barril para la lluvia –
xxxbendita hija que viniste a América, anhelo sentir tu
voz de nuevo, recordando la música de tu madre, en el
Canto del Frente Natural –
xxxOh gloriosa musa que me pariste de tu vientre, que
me diste a mamar la primera vida mística y me enseñas-
te el habla y la música, de cuya cabeza dolorida tomé la
primera Visión –
xxxTorturado y golpeado en el cráneo – ¿Qué locas
alucinaciones de los condenados me sacaron de mi ca-
beza para buscar la Eternidad hasta encontrar la Paz
para Ti, Oh Poesía – y para toda la humanidad llamada
en el Origen?
xxx¡La Muerte que es la madre del universo! – Ahora
viste tu desnudez para siempre, con flores blancas en el
pelo, tu matrimonio sellado en el cielo – ninguna revo-
lución podrá destruir tu virginidad –
xxxOh bella Garbo de mi Karma – todas las fotografías
de 1920 en el Campamento Nich-Gedeiget aquí intac-
tas – con todos los maestros de Newark – Elanor no se
ha ido, ni Max espera su espectro – ni Louis se ha jubi-
lado del Instituto –
xxx¡Vuelve! ¡Tú! ¡Naomi! ¡Reencárnate! Flaca inmor-
talidad y revolución aparecen – destrozada mujer me-
nuda – los cenicientos ojos internos de los hospitales,
gris de las salas en la piel –
xxx«¿Eres un espía?» Sentado en la mesa amarga, con
los ojos llenos de lágrimas – «¿Quién eres? ¿Te envía
Louis? – Los cables» –
xxxen su pelo, mientras se golpea la cabeza – «No soy
mala – ¡no me matéis! – Oigo el techo – Crié dos hijas» –
xxxHacía dos años que no la visitaba – empecé a llorar
– me miraba – la enfermera interrumpió la visita un mo-
mento – fui al lavabo a esconderme, contra las paredes
blancas del retrete
xxx«El Horror» lloraba – volver a verla – «El Horror»
– como si estuviera muerta enterrada podrida – «¡El
Horror!»
xxxRegresé y gritó más – se la llevaron – «Tú no eres
Allen»- la miré a la cara – pero pasó junto a mí, sin mi-
rarme –
xxxAbrieron la puerta de la sala, – la cruzó sin mirar
atrás, súbitamente tranquila – continué mirándola – pa-
recía vieja – al borde de la tumba – «¡Todo el Horror!»
xxxUn año después, dejé Nueva York – en una cabaña
de la costa Oeste en Berkeley soñaba con su alma – en
qué forma, a través de la vida, continuaba en aquel
cuerpo, ceniciento o maniático, más allá de la alegría
xxxcerca de su muerte – con ojos – era mi amor en su
forma, Naomi, mi madre en la tierra todavía – le envié
una carta muy larga – y escribí poemas a los locos –
Obra del piadoso Señor de la Poesía.
xxxque hace que la hierba cortada sea verde, o que la
roca explote en hierba – o que el Sol sea fiel a la tierra –
Sol de todos los girasoles y días en puentes de hierro re-
lucientes – que brilla en los viejos hospitales – igual que
en mi patio –
xxxUna noche regresando de San Francisco, Orlovsky
en mi cuarto – Whalen en su plácida butaca – un tele-
grama de Gene, Naomi muerta –
xxxFuera incliné la cabeza hacia el suelo bajo los arbus-
tos cerca del garaje – sabía que ahora estaba mejor –
xxxal fin – ya no miraría la Tierra sola – 2 años de sole-
dad – nadie, cerca de los 60 – vieja de cráneos – en otro
tiempo Naomi de larga trenza de la Biblia –
xxxo Ruth llorando en América – Rebeca envejeciendo
en Newark – David recordando su Arpa, ahora aboga-
do en Yale
xxxo Svul Avrum – Israel Abraham – yo mismo – para
cantar en el desierto a Dios – ¡Oh Elohim! – así hasta el
fin – 2 días después de su muerte recibí su carta –
xxx¡Extrañas Profecías de nuevo! Había escrito – «La
llave está en la ventana, la llave está en la luz del sol de
la ventana – Tengo la llave – Cásate Allen no tomes dro-
gas – la llave está en los barrotes, en la luz del sol de la
ventana.
xxxxxxxxTe quiere,
xxxxxxxxxxxxxxxxxtu madre»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxque es Naomi –
xxxxxHIMMNNO
¡En el mundo que Él ha creado según su voluntad Ben-
xxxdito Loado
Magnífico Loado Ensalzado el Nombre del Santo Ben-
xxxdito sea Él!
¡En la casa de Newark Bendito sea Él! ¡En el manico-
xxxmio Bendito sea Él! ¡En la casa de la Muerte Bendi-
xxxto sea Él!
¡Bendito sea Él en la homosexualidad! ¡Bendito sea Él
xxxen la Paranoia! ¡Bendito sea Él en la ciudad! ¡Ben-
xxxdito sea Él en el Libro!
¡Bendito sea Él que vive en la sombra! ¡Bendito sea Él!
xxx¡Bendito sea Él!
¡Bendita seas tú Naomi en las lágrimas! ¡Bendita seas tú
xxxNaomi en los miedos! ¡Bendita Bendita Bendita en
xxxla enfermedad!
¡Bendita seas tú Naomi en los Hospitales! ¡Bendita seas
xxxtú Naomi en soledad! ¡Bendito sea tu Triunfo!
xxx¡Benditos sean tus barrotes! ¡Benditos sean tus últi-
xxxmos años solitarios!
¡Bendito sea tu fracaso! ¡Bendito sea tu infarto! ¡Bendi-
xxxtos sean tus ojos cerrados! ¡Benditas sean tus meji-
xxxllas secas! ¡Benditos sean tus muslos marchitos!
¡Bendita seas Tú Naomi en la Muerte! ¡Bendita sea la
xxxMuerte! ¡Bendita sea la Muerte!
¡Bendito sea Él que lleva las penas al Cielo! ¡Bendito
xxxsea Él en el fin!
¡Bendito sea Él que construye el Cielo de la Oscuridad!
xxx¡Bendito Bendito Bendito sea Él! ¡Bendito sea Él!
xxx¡Bendita sea la Muerte en Todos nosotros!
xxxxxIII
Sólo por no haber olvidado el principio cuando bebía
xxxsodas baratas en los depósitos de cadáveres de Ne-
xxxwark,
sólo por haberla visto llorar sobre mesas grises en las
xxxgrandes salas de su universo
sólo por haber conocido las ideas raras de Hitler en la
xxxpuerta, los cables en su cabeza, los tres grandes
xxxpalos
clavados en su espalda, las voces en el techo reprochán-
xxxdole sus primeros coitos indecentes durante 30
xxxaños,
sólo por haber visto los saltos del tiempo, los lapsos de
xxxla memoria, el estallido de las guerras, el rugido y el
xxxsilencio del enorme electroshock,
sólo por haberla visto pintar burdos cuadros de trenes
xxxelevados corriendo sobre las azoteas del Bronx
sus hermanos muertos en Riverside o en Rusia, ella sola
xxxen Long Island escribiendo una carta perdida – y su
xxximagen a la luz del sol en la ventana
«La llave está en la luz del sol en la ventana en los ba-
xxxrrotes la llave está en la luz del sol»,
sólo por haber llegado hasta aquella noche negra en una
xxxcama de hierro por el infarto cuando el sol se pone
xxxsobre Long Island
y el vasto Atlántico brama fuera la gran llamada del Ser
xxxa los suyos
para regresar de la Pesadilla – creación dividida – con su
xxxcabeza descansando sobre una almohada del hospi-
xxxtal para morir
– en una última mirada – toda la Tierra una Luz eterna
xxxen la oscuridad familiar – no hay lágrimas para esa
xxxvisión –
Pero la llave debe dejarse atrás – en la ventana – la llave
xxxen la luz del sol – para los vivos – que puedan tomar
esa porción de luz en la mano – y abrir la puerta – y gi-
xxxrarse para ver
la Creación brillando hacia atrás en la misma tumba,
xxxmedida del universo,
medida del tic-tac del reloj del hospital en el arco sobre
xxxla puerta blanca –
xxxxxIV
Oh madre
qué he dejado
Oh madre
qué he olvidado
Oh madre
adiós
con un largo zapato negro
adiós
con Partido Comunista y una carrera en las medias
adiós
con seis pelos negros en la verruga de tu pecho
adiós
con tu vestido viejo y una larga barba negra alrededor
xxxde la vagina
adiós
con tu vientre hundido
con tu miedo a Hitler
con tu boca de cuentos malos
con tus dedos de rotas mandolinas
con tus brazos de porches gordos de Paterson
con tu vientre de huelgas y chimeneas
con tu mentón de Trotski y de guerra civil española
con tu voz cantando para los arruinados obreros rotos
con tu nariz de coito malo con tu nariz de olor de pepi-
xxxnillos de Newark
con tus ojos
con tus ojos de Rusia
con tus ojos de no tener ni cinco
con tus ojos de porcelana falsa
con tus ojos de tía Elanor
con tus ojos de India hambrienta
con tus ojos meando en el parque
con tus ojos de América en el momento de la caída
con tus ojos de fracaso en el piano
con tus ojos de familiares en California
con tus ojos de Ma Rainey muriendo en la ambulancia
con tus ojos de Checoslovaquia atacada por robots
con tus ojos yendo a clases nocturnas de pintura en el
xxxBronx
con tus ojos de la abuela asesina que ves en el horizon-
xxxte desde las escaleras de incendios
con tus ojos corriendo desnuda fuera del apartamento
xxxgritando en el pasillo
con tus ojos arrastrada por policías a la ambulancia
con tus ojos atada a la mesa de operaciones
con tus ojos de páncreas extirpado
con tus ojos de operación de apendicitis
con tus ojos de aborto
con tus ojos de ovarios extirpados
con tus ojos de shock
con tus ojos de lobotomía
con tus ojos de divorcio
con tus ojos de infarto
con tus ojos sola
con tus ojos
con tus ojos
con tu Muerte llena de Flores
xxxxxV
Gra gra gra graznan los cuervos en el blanco sol sobre
xxxlas lápidas de Long Island
Señor Señor Señor Naomi bajo la hierba mi media vida
xxxy tan mía como suya
gra gra mi ojo está enterrado en la misma Tierra donde
xxxsoy Ángel
Señor Señor gran Ojo que Todo lo ve y que se traslada
xxxsobre una nube negra
gra gra grito extraño de Seres que huyen hacia el cielo
xxxsobre los árboles ondulantes
Señor Señor Oh Molinero de gigantes Más Allás mi voz
xxxen un campo infinito de Xeol
Gra gra la llamada del Tiempo desmembrada de pies y
xxxalas por un instante en el universo
Señor Señor un eco en el cielo el viento entre hojas ro-
xxxtas el bramido de la memoria
gra gra todos los años mi nacimiento un sueño gra gra
xxxNueva York el autobús el zapato roto el enorme
xxxinstituto gra gra todas las Visiones del Señor
Señor Señor Señor gra gra gra Señor Señor Señor gra
xxxgra gra Señor
xxxxxxxxxxParís, diciembre 1957-Nueva York, 1959
xxxxxAMÉRICA
América te lo he dado todo y ahora no soy nada.
América dos dólares y veintisiete centavos 17 de enero
xxxde 1956.
No puedo soportar mi mente.
América ¿cuándo acabaremos la guerra humana?
Métete tu bomba atómica en el culo.
No me encuentro bien no me molestes.
No escribiré mi poema hasta que no tenga la cabeza
xxxcomo Dios manda.
América ¿cuándo serás angélica?
¿Cuándo te desnudarás?
¿Cuándo te mirarás a través de la tumba?
¿Cuándo serás digna de tu millón de trotskistas?
América ¿por qué tus bibliotecas están llenas de lágri-
xxxmas?
América ¿cuándo enviarás tus huevos a la India?
Estoy harto de tus exigencias demenciales.
¿Cuándo podré ir al supermercado y comprar lo que
xxxnecesite por mi cara bonita?
América al fin y al cabo tú y yo somos perfectos y el
xxxmundo vecino no.
Tu maquinaria es demasiado para mí.
Me haces desear ser un santo.
Debe haber otra manera de resolver esta discusión.
Burroughs está en Tánger no creo que vuelva esto es si-
xxxniestro.
¿Eres siniestra o esto forma parte de una broma pesada?
Estoy tratando de ir al grano.
Me niego a renunciar a mi obsesión.
América deja de presionarme yo sé lo que me hago.
América las flores de los ciruelos están cayendo.
Hace meses que no leo los periódicos, todos los días se
xxxjuzga a alguien por asesinato.
América me pongo sentimental si pienso en los Wob-
xxxblies.
América de pequeño era comunista y no me arrepiento.
Fumo marihuana siempre que puedo.
Me quedo sentado en casa días enteros y miro las rosas
xxxdel armario.
Cuando voy a Chinatown me emborracho y nunca
xxxconsigo follar.
Está claro que tendremos problemas.
Tendrías que haberme visto leer a Marx.
Mi psicoanalista piensa que estoy perfectamente bien.
No quiero decir la plegaria del Señor.
Tengo visiones místicas y vibraciones cósmicas.
América aún no te he dicho lo que le hiciste al tío Max
xxxcuando llegó de Rusia.
Me dirijo a ti.
¿Piensas dejar que tu vida emocional sea dirigida por la
xxxrevista Time?
Estoy obsesionado por la revista Time.
La leo cada semana.
Su portada me mira fijamente cada vez que paso por la
xxxconfitería de la esquina.
La leo en el sótano de la biblioteca pública de Berkeley.
Siempre habla de responsabilidad. Los hombre de ne-
xxxgocios son serios. Los productores de cine son se-
xxxrios. Todo el mundo es serio menos yo.
Me parece que América soy yo.
Ya vuelvo a hablar solo.
Asia se está levantando contra mí.
Tengo menos posibilidades que un chino.
Es mejor que considere mis recursos nacionales.
Mis recursos nacionales consisten en dos porros de ma-
xxxrihuana millones de genitales una literatura privada
xxximpublicable que va a 1.400 millas por hora y vein-
xxxticinco mil instituciones mentales.
Sin mencionar mis prisiones ni los millones de desam-
xxxparados que viven en mis macetas bajo la luz de cin-
xxxco mil soles.
He abolido las casas de putas en Francia, Tánger será la
xxxpróxima en caer.
Mi ambición es ser Presidente a pesar de que sea cató-
xxxlico.
¿América cómo puedo escribir una letanía sagrada con
xxxtu humor estúpido?
Continuaré como Henry Ford mis estrofas son tan in-
xxxdividuales como sus automóviles y aún más porque
xxxtodas son de sexos diferentes.
América te venderé estrofas a 2.500 dólares la pieza 500
xxxdólares menos que tu vieja estrofa.
América libera a Tom Mooney
América salva a los republicanos españoles
América Sacco y Vanzetti no deben morir
América soy los chicos de Scottsboro.
América cuando tenía siete años mamá me llevaba a los
xxxmítines de una Célula Comunista nos vendían gar-
xxxbanzos un puñado por entrada una entrada costaba
xxxcinco centavos y los discursos eran gratis todo el
xxxmundo era angélico y sentimental con los obreros
xxxtodo era tan sincero que no tienes ni idea de qué
xxxcosa más bonita era el partido en 1835 Scott Nea-
xxxring era un viejo maravilloso un mensch auténtico
xxxMadre Bloor la Ewig-Weibliche de los vagistas de
xxxla seda me hizo llorar una vez vi al orador yiddish
xxxIsrael Amter en persona. Todos deben haber sido
xxxespías.
América en realidad no quieres ir a la guerra.
América son esos rusos malvados.
Esos rusos esos rusos y esos chinos. Y esos rusos.
Rusia nos quiere comer crudos. Rusia está loca por el
xxxpoder. Quiere sacar nuestros coches de nuestros
xxxgarajes.
Quiere apoderarse de Chicago. Necesita un Reader’s
xxxDigest Rojo. Quiere nuestras fábricas de coches en
xxxSiberia. Que su enorme burocracia dirija nuestras
xxxgasolineras.
Eso no está bien. Ugh. Enseñará a leer a los indios. Ne-
xxxcesita grandes negrazos negros. Ah. Nos hará tra-
xxxbajar dieciséis horas diarias. Socorro.
América esto es bastante serio.
América esto es la impresión que tengo cuando miro el
xxxtelevisor.
América ¿esto es correcto?
Será mejor que me ponga a trabajar ahora mismo.
Es cierto que no quiero entrar en el ejército o hacer de
xxxtornero en fábricas de piezas de precisión, en todo
xxxcaso soy miope y psicópata.
América estoy arrimando mi hombro marica a la rueda.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxBerkeley, 17 de enero, 1956
Ginsberg, Allen. Poemas escogidos (Trad. Josep Costa Prieto). Barcelona; Ed. Plaza & Janés, 1997.
MUCHOS AMORES
ME HICE EL AMOR A MÍ MISMO…
xxMe hice el amor a mí mismo
en el espejo, besando mis labios,
xxme dije: «Me quiero,
te quiero más que a nadie.»
UNA BALADA DEL OESTE
Cuando morí, amor, cuando morí
mi corazón estaba roto por tu culpa;
nunca padecí amor tan bello
como el que ahora sufro y soporto
cuando morí, amor, cuando morí.
Cuando morí, amor, cuando morí
cansado del laberinto inacabable
que los hombres han andado durante siglos,
tan inacabable como grande era la puerta
cuando morí, amor, cuando morí.
Cuando morí, amor, cuando morí
había una guerra en el cielo;
todo eso ocurría, pasaba allí;
había un ángel a mi lado
cuando morí, amor, cuando morí.
EL AUTOMÓVIL VERDE
Si tuviera un Automóvil Verde
xxxiría a buscar a mi viejo amigo
xxxa su casa en el océano del oeste.
xxxxx¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
Tocaría la bocina ante su puerta viril
xxxadentro su mujer y tres
xxxniños tumbados desnudos
xxxxxen el suelo de la sala.
Saldría corriendo
xxxhacia mi coche lleno de cerveza heroica
xxxy saltaría gritando al volante
xxxxxporque es el mejor conductor.
Peregrinaríamos a la montaña más alta
xxxde nuestras primeras visiones de las Montañas Rocosas
xxxriéndonos abrazados,
xxxxxel placer sobrepasando las más altas Rocosas.
y después de la vieja agonía, borrachos de años nuevos,
xxxsaltando hacia el horizonte nevado
xxxretumbando el salpicadero con bop original
xxxxxel motor trucado en la montaña
batearíamos la nublada carretera
xxxdonde ángeles de ansiedad
xxxse mecen entre los árboles
xxxxxy gritan desde el motor.
Quemaríamos toda la noche en la cima del pino más alto
xxxvistos desde Denver en la oscuridad del verano,
xxxsobrenatural resplandor forestal
xxxxxiluminando la cumbre de la montaña:
infancia adolescencia vejez y eternidad
xxxse abrirían como árboles de azúcar
xxxen las noches de otra primavera
xxxxxdejándonos boquiabiertos de amor,
para que podamos ver juntos
xxxla belleza de las almas
xxxescondidas como diamantes
xxxxxen el reloj del mundo,
como los magos chinos pueden
xxxconfundir a los inmortales
xxxcon nuestra intelectualidad
xxxxxescondida en la niebla,
en el Automóvil Verde
xxxque he inventado
xxximaginado y soñado
xxxxxpor las carreteras del mundo
más real que el motor
xxxde un camión en el desierto
xxxmás puro que un autobús Greyhound y
xxxxxmás rápido que un reactor nuclear.
¡Denver! ¡Denver! volveremos
xxxrugiendo a través de la explanada del edificio del Condado
xxxque atrapa la pura llama esmeralda
xxxxxque brota en la estela de nuestro coche.
¡Esta vez compraremos la ciudad!
xxxCobré un gran cheque en el banco de mi cráneo
xxxpara fundar un milagroso instituto del cuerpo
xxxxxsobre el tejado de la terminal de autobuses.
Pero primero andaremos por las paradas del centro,
xxxbillar pensión de mala muerte antro de jazz cárcel
xxxcasa de putas calle Folsom abajo
xxxxxhasta los callejones más oscuros de Larimer
presentando nuestros respetos al padre de Denver
xxxperdido en las vías del tren,
xxxestupor de vino y silencio
xxxxxsantificando el barrio bajo de sus décadas,
saudándole a él y a su santa maleta
xxxde oscuro moscatel, beberemos
xxxy romperemos las dulces botellas
xxxxxsobre Diesels en señal de lealtad.
Después conduciremos borrachos por los bulevares
xxxdonde los ejércitos marchan y todavía desfilan
xxxtambaleándose bajo la invisible
xxxxxbandera de la Realidad
yendo como el rayo por la calle
xxxen el auto de nuestro destino
xxxcompartimos un cigarrillo arcangélico
xxxxxy nos echaremos la suerte:
famas de iluminación sobrenatural,
xxxcrudas brechas lluviosas del tiempo,
xxxgran arte aprendido en la desolación
xxxxxy nos separamos después de seis décadas…
y sobre el asfalto de un cruce
xxxnos tratamos con gentileza
xxxprincipesca una vez más, recordando
xxxxxfamosas charlas muertas en otras ciudades.
El parabrisas está lleno de lágrimas,
xxxla lluvia humedece nuestros pechos desnudos,
xxxarrodillados juntos en la sombra
xxxxxen medio del tráfico nocturno del paraíso
y ahora renovaremos la promesa solitaria
xxxque nos hicimos uno al otro
xxxuna vez en Texas:
xxxxxNo se la puede inscribir aquí…
xxxxx………………………..
xxxxx………………………..
¿Cuántas noches de sábado se
xxxemborracharán por esa leyenda?
xxx¿Cómo la joven Denver velará
xxxxxsu olvidado ángel sexual?
¿Cuántos chicos tocarán el piano negro
xxximitando el exceso del santo nativo?
xxxo ¿cuántas chicas caerán sin sentido bajo su espectro
xxxxxen los institutos de la noche melancólica?
Mientras continuamente en la Eternidad
xxxen la luz plomiza de este poema radiado
xxxnos sentaremos tras sombras olvidadas
xxxxxa escuchar al jazz perdido de todos los sábados.
Neal, ahora seremos héroes de verdad
xxxen una guerra entre nuestras pollas y el tiempo:
xxxseamos los ángeles del deseo del mundo
xxxxxy acostémonos con el mundo antes de morir.
Durmiendo solo, o acompañado,
xxxchica u oveja marica o sueño,
xxxfracasaré por falta de amor, tú, saciedad:
xxxxxtodos los hombres caen, nuestros padres cayeron antes,
pero resucitar esa carne perdida
xxxno es más que un pequeño esfuerzo de la mente:
xxxun monumento sin edad al amor
xxxxxen la imaginación:
memorial construido con nuestros cuerpos
xxxconsumidos por el poema invisible
xxxTemblaremos en Denver y aguantaremos
xxxxxaunque la sangre y las arrugas cieguen nuestros ojos.
Así este Automóvil Verde:
xxxte doy volando
xxxun regalo, un regalo
xxxxxde mi imaginación.
Cabalgaremos
xxxsobre las Rocosas,
xxxcabalgaremos
xxxxxtoda la noche hasta el alba,
luego de vuelta a tu tren, de la SP
xxxtu casa y tus hijos
xxxy destino de pata quebrada
xxxxxandarás por las praderas.
por la mañana: y de vuelta
xxxa mis visiones, mi oficina
xxxy mi apartamento del este
xxxxxvolveré a Nueva York.
POEMA DE AMOR BASADO EN UN TEMA DE WHITMAN
Entraré en el dormitorio silenciosamente y yaceré entre el novio y la novia,
esos cuerpos caídos del cielo tumbados esperando desnudos e inquietos,
los brazos reposan sobre los ojos en la oscuridad,
hundiré mi cara en sus hombros y pechos, respirando su piel,
y acariciaré y besaré cuello y boca y la espalda descubriré y conoceré,
piernas alzadas y encogidas para recibir, polla en la oscuridad empujada atormentada y agresiva
excitada desde el agujero a la cabeza picante,
cuerpos unidos temblando desnudos, caderas calientes y nalgas enroscadas entre sí
y ojos, ojos brillantes y encantadores, abriéndose en miradas y abandono,
y gemidos al moverse, voces, manos al aire, manos entre muslos,
manos en la humedad de labios tiernos, palpitante contracción de los vientres
hasta que la blanca corrida fluye sobre las sábanas agitadas,
y la novia grita pidiendo piedad, y el novio se cubre de lágrimas de pasión y compasión,
y me levanto de la cama repleto de los últimos gestos íntimos y besos de despedida
antes de que la mente despierte, tras persianas y puertas cerradas en una casa a oscuras
donde los habitantes vagan insatisfechos en la noche,
fantasmas desnudos buscándose en el silencio.
CANCIÓN
El peso del mundo
xxes amor.
Bajo la carga
xxde la soledad,
bajo la carga
xxde insatisfacción
xxel peso,
el peso que cargamos
xxes amor.
¿Quién puede negarlo?
xxEn sueños
acaricia
xxel cuerpo,
en la mente
xxconstruye
un milagro,
xxen la imaginación
angustia
xxhasta nacer
en lo humano—
del corazón se asoma
xxardiente de pureza—
porque la carga de la vida
xxes amor,
pero cargamos el peso
xxcon fatiga,
y debemos descansar
en los brazos del amor
xxpor fin,
debemos reposar en los brazos
xxdel amor.
No hay reposo
xxsin amor,
no hay sueño
xxsin sueños
de amor—
xxya sea loco o frío
obsesionado con ángeles
xxo máquinas,
el deseo final
xxes amor
—no puede ser amargo,
xxno puede negarse
no puede ocultarse
xxnegándolo:
el peso es demasiado grande
xx—debe darse
a cambio de nada
xxcomo el pensamiento
se da
xxen soledad
en toda la excelencia
xxde su exceso.
Los cálidos cuerpos
xxbrillan juntos
en la oscuridad
xxla mano avanza
hacia el centro
xxde la carne,
la piel tiembla
xxde felicidad
y el alma avanza
xxfeliz hacia el ojo—
sí, sí,
xxeso es lo que
he querido,
xxsiempre he querido,
siempre he querido,
xxvolver
al cuerpo
xxdonde nací.
MALEST CORNIFICI TUO CATULLO
Estoy contento, Kerouac, tu loco Allen
por fin lo ha conseguido: he encontrado un nuevo gatito,
y mi fantasía de un chico para siempre
camina por las calles de San Francisco,
guapo, y me espera en los cafés
y me quiere. Ah no creas que soy enfermizo.
Estás enfadado conmigo. ¿Por todos mis amantes?
Es difícil comer mierda, sin tener visiones;
cuando tienen ojos para mí es como el paraíso.
UN SUPERMERCADO EN CALIFORNIA
xxCómo he pensado en ti esta noche, Walt Whitman,
mientras caminaba por las calles bajo los árboles con
dolor de cabeza tímido mirando la luna llena.
xxEn mi fatiga hambrienta, y en busca de imágenes,
entré en el supermercado de frutas de neón, ¡soñando
en tus enumeraciones!
xx¡Qué melocotones y qué penumbras! ¡Familias
enteras comprando de noche! ¡Pasillos llenos de maridos!
¡Esposas en los aguacates, niños en los tomates! —y tú,
García Lorca, ¿qué hacías entre las sandías?
xxTe he visto, Walt Whitman, sin hijos, viejo mendigo
solitario, hurgando entre las carnes del frigorífico y
mirando de reojo a los chicos de la tienda.
xxTe oí hacerles preguntas a cada uno de ellos: ¿Quién
mató las chuletas de cerdo? ¿A cómo van los plátanos?
¿Eres tú mi Ángel?
xxHe vagado arriba y abajo de las brillantes estanterías
de latas siguiéndote, y perseguido en mi imaginación
por el vigilante del almacén.
xxHemos andado juntos por los abiertos corredores
en nuestra fantasía solitaria probando alcachofas,
poseyendo cada exquisitez congelada, y sin pasar nunca
por caja.
xx¿A dónde vamos, Walt Whitman,? Cerrarán las
puertas dentro de una hora. ¿Qué camino señala tu
barba esta noche?
xx(Acaricio tu libro y sueño en nuestra odisea en el
supermercado y me siento absurdo.)
xx¿Andaremos toda la noche por las calles solitarias?
Los árboles añaden sombra a la sombra, las luces de las
casas están pagadas, estaremos solos.
xx¿Pasearemos soñando en la perdida América de
amor al pasar junto a los tristes coches aparcados,
camino de nuestra silenciosa cabaña?
xxAh, querido padre, barbagrís, solitario viejo maestro
de coraje, ¡qué América tuviste cuando Caronte dejó
de impeler con la pértiga su barca y pusiste el pie en la
humeante ribera y te quedaste mirando cómo el bote
desaparecía en las negras aguas del Leteo?
MENSAJE
xxYa que cambiamos
xxlo pasamos bien vagamos trabajamos
xxlloramos y meamos juntos
xxme despierto por la mañana
xxcon un sueño en los ojos
xxpero tú estás en Nueva York
xxrecordándome bien
xxte quiero te quiero
xxy tus hermanos están locos
xxacepto sus borracheras
Hace demasiado tiempo que estoy solo
hace demasiado tiempo que me siento en la cama
sin nadie que acaricie mi rodilla, hombre
o mujer no me importa, quiero
amor nací por él quiero que estés conmigo ahora
Hay barcos transoceánicos surcando el Atlántico
Delicadas estructuras de rascacielos en construcción
La cola del dirigible explota sobre Lakehurst
Seis mujeres bailan desnudas en un escenario rojo
Las hojas son verdes en todos los árboles de París
Estaré en casa dentro de dos meses y te miraré a los ojos.
¿POR QUÉ DIOS ES AMOR, JACK?
Porque descanso la
xxxxxxcabeza en cojines,
Porque lloro en el
xxxxxxestudio sepulcral
Porque el corazón
xxxxxxse me hunde en el ombligo
porque tengo un
xxxxxxviejo vientre peludo
lleno de suaves
xxxxxxcantos, y
que recuerda los sollozos
xxxxxxdel pecho —o
la caricia de unas manos
xxxxxxlo enternece—
Porque tengo miedo—
Porque alzo la
xxvoz cantando a
xxxxxxmi ser querido—
Porque te doy mi amor
xxmi cariño, mi
xxotro, mi novia
xxxxxxviviente
mi amigo, mi viejo señor
xxde dulces ojos tiernos—
Porque tengo el
xxPoder de la vida y no puedo
xxhacer otra cosa
xxque rendirme al sentimiento
xxque soy el Único
xxPerdido
Buscando todavía buscando la
xxemoción —la deliciosa
xxfelicidad en el
xxxxxxcorazón abdomen lomos
xxxxxxxxxxxxy muslos
Sin rechazar estos
xx38 años 66 quilos cabeza
xxbrazos y pies de carne
Ni una sola uña del pie
xxwhitmaniana censuro
ni un pelo profético destierro
xxal implacable Infierno,
Porque envuelto en maquinaria
Confieso mi deseo vergonzoso.
KRAL MAJALES
Y los comunistas únicamente ofrecen mofletes y gafas
xxxy policías mentirosos
y los capitalistas ofrecen napalm y dinero en maletas
xxxverdes a los desnudos,
y los comunistas crean industria pesada pero su corazón
xxxtambién es pesado
y todos los hermosos ingenieros están muertos, los
xxxtécnicos secretos conspiran por su propio glamour
en el futuro, en el futuro, pero ahora beben vodka y se
xxxlamentan de las Fuerzas de Seguridad,
y los capitalistas beben gin y whisky en aviones pero
xxxdejan que millones de indios mestizos se mueran de
xxxhambre
y cuando los comunistas y los capitalistas gilipollas se
xxxalían el hombre justo es arrestado o robado o se le
xxxcorta la cabeza,
pero no como Kabir, y la tos de cigarrillo del hombre
xxxjusto sobre las nubes en la luz brillante del sol es un
xxxsaludo a la salud del cielo azul.
Porque fui arrestado tres veces en Praga, una por cantar
xxxborracho en la calle Narodni,
otra me derribó sobre el asfalto de medianoche un
xxxagente bigotudo que gritó BOUZERANT,
otra por perder mi cuaderno de sexo inusual política
xxxsueños opiniones,
y me sacaron de La Habana en avión detectives en
xxxuniformes verdes,
y me sacaron de Praga en avión detectives en trajes de
xxxnegocios checoslovacos,
los jugadores de cartas de Cézanne, los dos muñecos
xxxextraños que entraron en el cuarto de Joseph K por
xxxla mañana
también entraron en el mío, y comieron en mi mesa, y
xxxexaminaron mis apuntes,
y me siguieron noche y día de la casa de los amantes a
xxxlos cafés del Centrum
Y soy el Rey de Mayo, que es el poder de la juventud
xxxsexual,
y soy el Rey de Mayo, que es industria en elocuencia y
xxxacción en amour,
y soy el Rey de Mayo, que es el pelo largo de Adán y la
xxxbarba de mi cuerpo
y soy el Rey de Mayo, que es Kral Majales en lengua
xxxchecoslovaca,
y soy el Rey de Mayo, que es vieja poesía humana, y
xxx100.000 personas eligieron mi nombre,
y soy el Rey de Mayo,y en pocos minutos aterrizaré en
xxxel aeropuerto de Londres,
y soy el Rey de Mayo, naturalmente, porque soy de
xxxlinaje eslavo y judío budista
que venera al Sagrado Corazón de Jesús al cuerpo azul
xxxde Krishna la espalda recta de Ram
las cuentas de Chango el nigeriano cantando Shiva
xxxShiva de una forma que he inventado
y el Rey de Mayo es un honor de la Europa central, mío
xxxen el siglo XX a pesar de las naves espaciales y la
xxxMáquina del Tiempo, porque escuché la voz de
xxxBlake en una visión,
y repetí esa voz. Y soy el Rey de Mayo que duerme con
xxxadolescentes riéndose.
Y soy el Rey de Mayo, que puede ser expulsado de mi
xxxReino con honor, tanto como de viejo,
para mostrar la diferencia entre el Reino de César y el
xxxReino de Mayo del Hombre—
y soy el Rey de Mayo, paranoico, porque el Reino de
xxxMayo es demasiado bello para durar más de un
xxxmes—
y soy el Rey de Mayo porque me toqué la frente con el
xxxdedo para saludar
a una luminosa chica grandota de manos temblorosas
xxxque me dijo «un momento señor Ginsberg»
antes que un joven policía gordo de paisano se
xxxinterpusiera entre nosotros —yo iba a Inglaterra—
y soy el Rey de Mayo, regresando para ver Bunhill
xxxFields y andar por Hampstead Heath,
y soy el Rey de Mayo, en un jet gigante tocando el
xxxaeropuerto de Albión temblando de miedo
mientras el avión ruge aterrizando sobre el cemento
xxxgris, vibrando y expulsando aire,
y rueda despacio hasta detenerse bajo las nubes una
xxxparte del paraíso azul aún visible.
Y a pesar de ser el rey de Mayo, los marxistas me
xxxdieron una paliza en la calle, me tuvieron detenido
xxxen comisaría toda una noche, me siguieron durante
xxxla Primavera de Praga, me arrestaron en secreto y
xxxme deportaron de nuestro reino en avión.
Por eso he escrito este poemas en un asiento del jet en
xxxmitad del Paraíso.
POR FAVOR AMO
Por favor amo puedo acariciarte la mejilla
por favor amo puedo arrodillarme a tus pies
por favor amo puedo desabrocharte los vaqueros
por favor amo puedo mirarte el vello dorado del vientre
por favor amo puedo bajarte poco a poco los calzoncillos
por favor amo puedo mirarte los muslos desnudos
por favor amo puedo quitarme la ropa bajo tu silla
por favor amo puedo besarte los tobillos y el alma
por favor amo puedo tocarte con los labios el duro
xxxmúsculo sin vello del muslo
por favor amo puedo ponerte mi oreja contra el
xxxestómago
por favor amo puedo rodearte con los brazos el blanco
xxxculo
por favor amo puedo lamerte la entrepierna con vello
xxxrizado rubio y suave
por favor amo puedo pasarte la lengua por el ano rosado
por favor amo puedo pasarte la cara por los huevos,
por favor amo, por favor mírame a los ojos,
por favor amo ordéname que me tire al suelo,
por favor amo dime que te chupe la gruesa verga
por favor amo pon tus manos sobre mi calvo cráneo
xxxpeludo
por favor amo aprieta mi boca contra tu polla-corazón
por favor amo aprieta mi cara contra tu vientre,
xxxempújame lentamente con fuertes pulgares
hasta que tu muda dureza me llene la garganta hasta la
xxxraíz
hasta que trague y saboree tu delicada carne-caliente
xxxpolla barril venoso Por favor
Amo apártame los hombros y mírame a los ojos, y haz
xxxque me incline sobre la mesa
por favor amo agárrame los muslos y álzame el culo
xxxhasta tu cintura
por favor amo la caricia áspera de tu mano en el cuello
xxxtu palma descendiendo hasta el culo
por favor amo álzame, los pies sobre sillas, hasta que mi
xxxagujero sienta el aliento de tu saliva y la caricia de tu
xxxpulgar
por favor amo hazme decir Por favor Amo Fóllame
xxxahora Por favor
Amo úngeme los huevos y la boca peluda con suaves
xxxvaselinas
por favor amo frota tu saeta con blancas cremas
por favor amo tócame con el capullo el agujero
xxxarrugado de mi ser
por favor amo métemela suavemente, con tus codos
xxxenvolviendo mi pecho
pásame los brazos por el vientre, tócame el pene con los
xxxdedos
por favor amo empújala un poco, un poco, un poco,
por favor amo hunde tu cosa goteante en mi trasero
y por favor amo haz que mueva rítmicamente mi
xxxtrasero para que trague el tronco de tu polla
hasta que las nalgas acunen tus muslos, mi espalda
xxxarqueada,
hasta que sólo yo esté erecto, con tu espada clavada
xxxvibrando dentro de mí
por favor amo sácala y lentamente empújala hasta el
xxxfondo
por favor amo vuelve a embestir, y retírala hasta la punta
por favor por favor amo continúa follándome con tu
xxxser, por favor fóllame Por favor
Amo empuja hasta que me duela la blandura la
Blandura por favor amo haz el amor a mi culo, dale
xxxcuerpo al centro, y fóllame de verdad como a una
xxxchica,
abrázame tiernamente por favor amo me doy a ti,
y clávame en el vientre la misma polla dulce y cálida
que manoseaste en soledad en Denver o Brooklyn o con
xxxla que follaste a una doncella en un garaje de París
por favor amo clávame tu vehículo, cuerpo goteante de
xxxamor, sudor de coito
cuerpo de ternura, Dame tu coito de perro más deprisa
por favor amo hazme gemir sobre la mesa
Hazme gemir Oh por favor amo fóllame así
con tu ritmo estremecida-inmersión y sacada-rebote y
xxxempujón
hasta que mi ano se afloje un perro sobre la mesa
xxxgimiendo de terror placer de ser amado
Por favor amo llámame perro, bestia anal, culo húmedo,
y fóllame con más violencia, mis ojos escondidos en tus
xxxpalmas alrededor de mi cráneo
y húndete en un brutal y duro coletazo a través de la
xxxsuave carne-goteante
y vibra durante cinco segundos para eyacular tu semen
xxxcaliente
una y otra vez, metiéndomela a golpes mientras grito tu
xxxnombre te quiero
por favor Amo.
SOBRE LAS CENIZAS DE NEAL
Los delicados ojos que parpadeaban las azules Rocosas son ceniza
los pezones, las costillas que toqué con mi pulgar son ceniza
la boca que mi lengua tocó una vez o dos es ceniza
las huesudas mejillas suaves sobre mi vientre son carbonilla, ceniza
los lóbulos y párpados, el capullo juvenil, el pubis rizado
el pecho cálido, la palma de hombre, el muslo de instituto,
el bíceps del brazo de béisbol, el ano templado a piel sedosa
son cenizas, son cenizas de nuevo.
PINTADAS EN EL RETRETE NÚMERO 12 DEL LAVABO DE CABALLEROS DEL AEROPUERTO DE SIRACUSA
Estoy casado y me gustaría follar con alguien más
Tengo una pieza extraña (Vete a casa)
USN’69
Quiero chupar una polla grande Dime cuándo
Apoyad la lucha del Tercer Mundo contra el
xxximperialismo yanqui
Follé con mi madre y cogí una enfermedad venérea
¡Todo el poder al Vietcong!
¡Sí! ¡¡Máximo Voltaje por el Culo!!
Quizá el hombre lo necesita —Pero matar sólo es una
xxxcagada
20 de abril de 1965 Mike Heck & Salena Bennett
Continuad resoplando
Come higos y se un tío normal.
Me gustaría chupar una polla grande.
A mí también.
La guerra es un buen negocio Invierte a tu hijo.
Ayúdame J.P.
John Wayne suspendió la escuela primaria.
Pat Miller’69 En casa de permiso
Mi mujer chupa pollas.
El marica Vive Sí en algún lugar de la Argentina
Paz y Amor Apestan
Quiero una mamada A quién puedo llamar
¿Qué pasaría si alguien empezara una guerra y no fuera
xxxNadie?
La vida repicaría las campanas del Éxtasis y para
xxxsiempre volvería a ser ella misma.
J. Edgar Hoover del F.B.I. es un voyeur
Tío, estoy colocado completamente ozonado —gracias
xxxa la amiga LSD los colores de aquí son preciosos y
xxxlas baldosas del suelo son realmente increíbles si no
xxxlo has probado deberías hacerlo ya que la única for-
xxxma de no volverte loco es abriendo la cabeza LSD
xxxSiempre.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCH2CH2N(CH3)2
EL RAG DE JIMMY BERMAN
¿Quién es ese Jimmy Berman
que te he oído nombrar?
¿Quieres que te diga
qué periódicos vendía?
No sé si es el tío
que he conocido o no—
Bueno, ese Jimmy Berman era
un chica del que vale la pena hablar:
Jimmie Berman en la esquina
Vendía el New York Times
Jimmie Berman en Nueva York
Tenía un largo historial—
Empezó de limpiabotas
Acabó en Times Square—
¿Jimmie Berman qué es esa rosa
que llevas en el pelo?
¿Jimmie Berman cuál es tu sexo?
¿Por qué te pasas el día rondando?
¿Jimmie Berman cuál es tu próximo amor?
¿A qué (Dios) rezas?
¿Con quién quieres dormir esta noche Jimmie Boy?
Te gustaría —¿Venir conmigo?
Jimmy Berman —Oh mi amor,
Oh qué pena—
¿Jimmie Berman sientes
lo mismo que yo?
¿Jimmy Berman no quieres venir a casa
Y hacer el amor conmigo también?
Jimmie Berman me desnudaré
Me estiraré en la cama
Jimmy Berman bájate los pantalones
Te haré una buena mamada
¡Jimmie de dieciocho años!
¡Ese chico es mi placer!
Jimmie de dieciocho años
¡Le amaré noche y día!
Sé que me estoy haciendo viejo
Para pescar la cola del pobre Jimmy
Pero quiero hablarte de otros amores—
Sería más largo que un cuento.
Por favor Jimmy Berman ámame
Me pondré a tus pies—
Jimmy Berman te daré dinero Oh
¡No quiero que sea bonito!
Jimmy Berman dame
tu corazón y tu alma sí
Por favor Jimmy Berman ven a casa
Conmigo estarás a salvo.
Jimmie Berman en la calle
¡Esperando a su Dios!
Jimmy Berman cuando paso
Bendíceme con la cabeza.
Jimmy Berman es mirado
Y mira a los Desconocidos pasar—
Jimmy Berman lo ha dejado—
No quiere culo nunca más.
Jimmy Berman hace yoga
Fuma un poco de hierba,
Jimmie Berman sabe resistirse,
Sabe qué hacer para evitarlo—
Jimmy Berman no se pica
Tampoco toma speed
Jimmie Berman tiene la mente sana
Y Jimmy Berman es Nuestro—
Jimmy Berman, Jimmy Berman
Te diré Adiós
Jimmy Berman Jimmy Berman
Te amaré hasta que muera—
Jimmy Berman Jimmy Berman
Dime adiós también—
Jimmy Berman Jimmy Berman
¡Hemos abolido el Infierno!
MUCHOS AMORES
Viejos rumores…
Mucha gente que conocí está muerta
Mucha gente con la que fui a la cama
Muchas almas que conocí están bajo tierra
Muchos héroes que nunca conoceré
Mi primer amor Neal Cassady
Huyó de mí
Mi segundo amor Kerouac
Empezó a beber, mucho
Peter, el tercero
xxxxxxtomó speed bastante tiempo
xxx(bastante tiempo bastante tiempo bastante tiempo)
Ahora ha vuelto a la tierra
xxxxxxno le va mal
xxx(cultiva comida cultiva comida cultiva)
Muchos amores están bajo tierra
Muchos amores ya no hacen ruido
Muchos amores se han ido al cielo
Muchos amores han dicho adiós
LA CASA DEL SOL NACIENTE
Había una casa en Nueva Orleans
llamada del Sol Naciente
Y fue la ruina de más de un pobre chico
y Dios mío yo soy uno de ellos
Desembarqué allí en el 45
intentando conseguir una follada
No pude conseguir que mi pene se alzara
y Señor me sentí traicionado
Fue mi primer viaje en barco
con puertorriqueños
Fumaba su marihuana pero
nunca volví a su casa de putas
Aquella chica era una joven bonita y fría
me tendí sobre ella en la cama
Esperó desnuda a que actuara
tendido allí como un recién cadáver
Y desde aquel día he chupado las pollas
de un par de cientos de chicos
El Sol Naciente se puso sobre mí
xxxxxxel hombre en la luna es mi alegría
Sí desde aquel día he chupado las pollas
xxxxxxde un centenar de almas adolescentes
Señor he cambiado la Casa del Sol Naciente
xxxxxxpor una Casa de Marinos con un centenar de agujeros.
TODOS CANTAMOS
Todos somos x un poquito
xxhomo x sexuales
xxxxxxtanto si nos gusta como si no
Todos sentimos x un poquito
xxde amor por los chicos
xxxxxxincluso si x casi no lo recordamos
Todos nos enamoramos
xxun poquito
xxxxxxdel pobre compañero pecoso
Todos le damos x un poquito
xxde nuestra alma
xxxxxxcomo una chica nunca tendrá
Todos todos
xxtodos sabemos
xxxxxxlo excitante que puede ser un beso
en la boca
xxsin pensar sin dudar
xxxxxxde un cantante de Tennessee—
Todos sabemos x lo que
xxes enamorarse
xxxxxxde un valiente héroe de fútbol
Por eso nadie
xxlo olvida
xxxxxxDios nos lo recuerda cuando envejecemos.
Todos nacemos x un
xxpoquito gay
xxxxxxun poquito marica, y perro
Todos nacemos como un orgulloso
xxRey de Mayo y
xxxxxxun poquito pederastas incluso.
O sea que si no podéis soportar vuestra
xxnaturaleza humana
xxxxxxy no queréis ninguna parte marica
Poneos contra
xxla pared con vuestros fantasmas
xxxxxxy disparad para matar vuestro miedo.
Podéis vaciar vuestro revólver
xxen el coño de cualquier mujer
xxxxxxo en la boca de cualquier hombre que despreciéis
Podéis llamarlos putas
xxo jugar juegos maricas
xxxxxxcon el plutonio quemando en vuestros ojos,
Pero nunca conseguiréis follar
xxcon una mujer o una doncella
xxxxxxque no tenga miedo de vuestros muslos
No nunca conseguiréis follar
xxsi no es a cambio de dinero
xxxxxxcompráis a vuestra mujer con mentiras,
No nunca conseguiréis follar
xxy ver libremente expuesta
xxxxxxla Diosa que viene disfrazada—
O sea que si tenéis problemas
xxy no os gusta vuestro doble
xxxxxx¿por qué no venís a verme?
Os tomaré de la mano
xxy os amaré a través de la tierra
xxxxxxy mitigaré vuestra tierna tristeza.
DULCE CHICO, DAME TU CULO
déjame besarte la cara, lamerte el cuello
tocarte los labios, que la lengua cosquillee la punta de la
xxxlengua
nariz con nariz, calladas preguntas
¿nunca te has acostado con un hombre?
la mano acariciándote la espalda lentamente bajando
xxxhacia las nalgas vello húmedo suave ano
los ojos a los ojos borrosos, una lágrima se desliza al
xxxverlo—
Va chico, pásame los dedos por el pelo
Cógeme la barba, bésame los párpados, lámeme la
xxxoreja, pasa los labios suavemente por mi frente
—te encontré en la calle cargaste mi equipaje—
Pásame la mano por las piernas,
toca si está allí, la delicada polla saeta
caliente en el hueco de tu palma, suave pulgar en el
xxxcapullo—
Va va bésame los labios, la lengua húmeda, los ojos
xxxabiertos—
un animal en el zoo mirando desde su jaula cráneo— tu
sonrisa, estoy aquí contigo, la mano resigue tu
xxxabdomen
desde el pezón baja por las costillas suave piel hacia las
xxxvenas del vientre, a lo largo del músculo de tu
xxxentrepierna de seda brillante
a través de tu larga polla hacia el muslo derecho
vuelve a subir por el suave canal de tu músculo hacia la
xxxpolla—
Va acógeme en tu cuello
trágate la saeta hasta la raíz de la lengua
chupa la polla sólida—
Yo haré lo mismo a la mojada piel suave de tu polla, te
xxxlameré el culo—
Va va, ábrete, separa las piernas ponte este cojín
bajo las nalgas
Va tómala aquí hay vaselina en la erección está
tu viejo culo al aire —hay
una polla caliente en tu suave ano goloso— relájate y
xxxdéjala entrar—
Sí relájate hey Carlos déjame entrar, te quiero, sí vamos
¿te correrás aquí de todas formas sin contar con ese
xxxbeso ese abrazo esa boca esos dos ojos mirando, esa
xxxdureza lenta a través de esa blandura esa relajada
xxxdulce visión?
EL BLUES DE LA ERECCIÓN
El blues es como una erección x va directo a tu boca
El blues es como una erección, x se corre en tu boca
nunca sabes cuando viene x en tu Norte o en tu Sur
Sí el blues es como una erección, te conduce a la calle
El blues es como una erección, de pie en la calle
Señor tengo que parar aquí, eliminar mi pesada carga
El blues es como una erección, te aleja de casa
Te pasas las noches afuera, vagando por calles y metros
buscando un amante que como el blues no quiera
xxxdejarte solo
El blues es como una erección, no puedo estar solo
Sentado en mi cama de Boulder, todo lo que hago es
xxxgemir
Si no lo consigo ahora, algún día todo se habrá ido.
VA JACK, PONME SOBRE TUS RODILLAS…
Va Jack
Ponme sobre tus rodillas
Pégame y fóllame
Golpéame el culo con la mano
Pégame y fóllame
Golpéame el agujero con los dedos
Golpéame el culo con la mano
Pégame y fóllame
Ponme sobre tus rodillas
Ah Robertson eres tú
Sí golpéame el culo con la mano
muy fuerte, el culo en tus rodillas
golpéame fuerte más fuerte golpéame
Pégame y fóllame
Ah me corro folla fóllame
Empálmate pegándome
Cuando estés empalmado Fóllame.
ESFÍNTER
Espero que mi buen ano viejo aguante
durante 60 años lo ha hecho bastante bien
A pesar de la operación de fisura en Bolivia
xxxsobrevivió al hospital del altiplano—
un poco de sangre, sin pólipos, de vez en cuando
xxxuna hemorroide pequeña
activo, ansioso, receptivo al falo
xxxbotella de coca cola, vela, zanahoria
xxxplátano y dedos—
Ahora el sida lo ha hecho tímido, pero aún
xxxestá ansioso por servir—
hacia afuera para vaciar, hacia adentro con el orgásmico
xxxcondón amigo—
todavía elástico y muscular,
xxxdesvergonzadamente abierto para el placer
Pero dentro de 20 años quién sabe,
xxxtodos los viejos tienen problemas—
garganta, próstata, estómago, articulaciones—
xxxEspero que el viejo agujero se mantenga joven
xxxhasta la muerte, relajado.
ANUNCIO DE CONTACTOS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTambién te enviaré una foto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsi tú me envías una tuya.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxR. Creeley
Profesor de poesía en sus años otoñales
busca ayudante compañero protector amigo
joven amante con alma vacía y compasiva
espíritu exuberante, sencillo guapo
atlético y de mente abierta, valiente
soldado a quien también le pueden gustar las mujeres y
xxxchicas, no hay problema
para compartir cama meditación apartamento en el
xxxLower East Side,
ayuda inspiración humanidad salvar al mundo de ira y
xxxculpa,
fortalecido por Whitman Blake Rimbaud Ma Rainey y
xxxVivaldi,
familiar respetando la primordial majestad del Arte,
xxxdespreocupado priápico
juguetón inofensivo esclavo o amo, mortalmente tierno
xxxpasando el tiempo rápido,
fotógrafo, músico, pintor, poeta, yuppie o erudito—
Encontrándome en Nueva York solo con los Solo
voy a una psiquiatra que me dice Tómate un tiempo en
xxxtu vida
para alguien al que le puedas llamar cariño, niño, que te
xxxabrace
que te excite y repose en paz la cabeza en tu corazón.
JOHN
xxxxxI
A nadie le gustaba mi pelo
Mi madre me enviaba al cine
Mi padre me pegaba en la cabeza
Las bandas callejeras me lo quemaron
Mi pelo seco, mi
pelo corto, pelo negro, pelo gris
mi pelo estúpido —¡rizado!
Hasta que conocí a John,
A John le gustaba mi pelo
Enredaba los dedos en mis delicados rizos
Me dijo que me lo dejara crecer
John hundía la cara en mi pelo
me besaba el pelo
Murmuraba palabras cariñosas «Oh oh oh» a mi cráneo
Me pasaba la mano por la cabeza
Me acariciaba desde la corona a la nuca—
Se sentaba frente a mí en el metro y me miraba
xxxtiernamente—
xxxxxII
Murmuraban, con los codos sobre la ancha balaustrada
xxxde mármol del foyer del anfiteatro del Teatro
xxxMajestic—
hablaban de Jerusalén, Moscú, Ballet, Quasars, tipos de
xxxinterés—
John se levantó de su butaca, se detuvo en lo alto de la
xxxescalera—
se sentó, con las manos en las orejas desesperado—
xxx«¡He jodido mis pies!»
«Qué» preguntaron, «¿has jodido tus pies? ¿Qué
xxxquieres decir?»
John asintió con la cabeza, los ojos cerrados, las manos
xxxen la cabeza como antes,
«He jodido mis pies», repetía tristemente.
xxxxxIII
John tiene el sida.
Primero, empezó a hablar solo.
El psiquiatra le dijo:
«Si vas a hablar solo,
hazlo en forma de poesía.»
HOJAS DE OTOÑO
A los 66 años he aprendido a cuidar de mi cuerpo
Me despierto feliz a las 8 de la mañana y escribo en mi
xxxcuaderno
me levanto de la cama desnudo dejando a un chico
xxxdesnudo durmiendo de cara a la pared
desayuno una mezcla de miso champiñones puerros y
xxxcalabaza,
Compruebo el azúcar en mi sangre, me limpio los
xxxdientes a conciencia, cepillo, palillo, hilo dental, me
xxxenjuago la boca
aceite en los pies, me pongo una camisa blanca unos
xxxpantalones blancos unos calcetines blancos
me siento solitario al lado del lavabo
un momento antes de cepillarme el pelo, feliz de no ser
xxxtodavía
un cadáver.
MUCHOS AMORES
xxxxxxxxxxxxxxxxxxDe ahora en adelante estoy decidido a no
xxxxxxxxxxxxxxxxxxcantar otra canción como no sea la del
xxxxxxxxxxxxxxxxxxafecto viril.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxWalt Whitman
Neal Cassady fue mi animal: me hincó de rodillas
y me enseñó a amar su polla y los secretos de su mente
Y nos conocimos y conversamos, paseando una tarde
xxxpor el parque
En Harlem, recordando Denver, y Dan Budd, un héroe
Y nos las arreglamos para pasar la noche en Harlem,
xxxdespués de una larga tarde,
Jack y el anfitrión en una cama grande de matrimonio,
xxxyo me ofrecí voluntario para la pequeña, y Neal
Se ofreció voluntario para la pequeña conmigo, nos
xxxdesnudamos y nos acostamos.
Yo llevaba calzoncillos, los bóxer, y él eslip—
las luces se apagaron en la cama estrecha y me puse de
xxxlado, de espaldas a su torso de chico irlandés,
y acurrucado y balanceándome en el borde, mantuve
xxxdistancias—
con la cabeza colgando y mi brazo al lado, apartado
Y el viendo mi miedo alargó el brazo, y lo puso
xxxalrededor de mi pecho
Me dijo «Acércate» y me apretó contra él:
Me quedé allí temblando, y sintiendo su brazo grande
xxxcomo el de un rey
Y su pecho, el corazón latiendo despacio contra mi
xxxespalda,
y su abdomen, estrecho y de hierro, suave contra mi
xxxespalda,
su fiero y firme vientre calentándome mientras yo
xxxtemblaba—
Su vientre de puños y hambre, su vientre de miles de
xxxchicas besadas en Colorado
su vientre de piedras tiradas sobre los tejados de
xxxDenver, hábil para el salto y los puños, su estómago
xxxde soledades,
su vientre de hierro candente y prisiones cariñoso a mi
xxxlado:
Empecé a temblar, me acercó más con su brazo, y me
xxxabrazó muy fuerte
mi alma se derretía, revelaba su secreto, me abrí
A partir de ese momento a su naturaleza como una flor
xxxen el brillante sol.
Y bajo su vientre, en ropa interior blanca, ceñido entre
xxxmis nalgas,
Su eslip suave contra mía, anidando en camaradería,
xxxextendido y empujando dentro de mí, abierto a mi
xxxconciencia,
poco a poco empezó a crecer, mostrándome su más
xxxprofundo afecto, ternura sexual.
Tan gentil el hombre, tan dulce el momento, tan
xxxamables los muslos que acariciaba poderoso contra
xxxmi piel suave, calentados por mis piernas,
Que mi cuerpo se estremece y tiembla de felicidad, re-
xxxcordando—
Su mano abierta en mi vientre, sus palmas y dedos
xxxcontra mi piel
Le toqué, y me volví, girándome, descansé la cabeza en
xxxsu brazo,
mi pecho contra el suyo, me ayudó a girarme, y me
xxxacercó más a él
su brazo en mi espalda detrás de la cabeza, y el otro en
xxxmis nalgas cogiéndome tierno,
nuestros vientres juntos apretados, nuestros
xxxcalzoncillos tocándose, empujando y reconociendo
xxxnuestras erecciones, y la mía saliendo de mi ropa
xxxinterior.
Entonces me acerqué más y puse una pierna entre las
xxxsuyas, y él me abrazó con sus muslos y se me
xxxacercó más, acariciándome
y nos movimos juntos presionando su polla en mi
xxxmuslo y la mía en el suyo
lentamente, y lentamente empezó una partida de amor
xxxque continúa en mi imaginación hasta el día de hoy
xxxdiez años después.
De esa manera conocí a Neal y de esa manera sentimos
xxxnuestra carne el uno al otro y nos apropiamos de
xxxnuestros cuerpos y almas.
Luego yací sobre su pecho con mis brazos alrededor de
xxxsu cuello y con su mejilla contra la mía,
Bajé la mano para sentir su gran torso por primera vez,
xxxmandíbulas y pectorales de acero en mis dedos,
cercano e inmóvil, bajando por el hierro sedoso del torso
xxxhasta su cintura, su torso completamente abierto
mi mano temblando en la cintura, demorándose y bajo
xxxla goma del eslip,
primero toqué la suave montaña de sus nalgas duras,
xxxpoder de seda, redondeadas en folladas animales y
xxxcorpóreas noches sobre enfermeras y colegialas,
Oh culo de grandes soledades en coches robados, y
xxxsoledades en curvas, con el puño en la mejilla,
Culo de un millar de adioses, culo de juventud,
xxxamantes de juventud,
Culo de un millar de solitarias cagadas en gasolineras
xxxculo de los grandes secretos dolorosos de los años
¡Oh culo de misterio y noche! culo de gimnasios y
xxxeslips ajustados
culo de institutos y masturbación culo de placer
xxxsolitario, culo de humanidad, tan bello y santo,
xxxdotado de Mente y Ángeles,
Culo de héroe, Neal Cassady, tuve en mi mano: mis
xxxdedos trazaron la curva hasta llegar a los muslos.
Alcé mis muslos y me bajé los calzoncillos hasta las
xxxrodillas, y me incliné para sacármelos
y me levantó de su pecho, y también se sacó el eslip,
humilde y dócil y obediente a su capricho nuestro
xxxsilencio,
y finalmente desnudo con el ángel y el griego y el atleta
xxxy el héroe y el hermano y el chico de mis sueños
Yací con el pelo enredado en el suyo, me preguntó
xxx«¿Ahora qué hacemos?»
—Y me confesó, años más tarde, que al principio
xxxpensaba que yo no era un marica para complacerme
xxxy servirme, mamármela y hacerme correr, quizá o si
xxxyo era marica, eso es lo que quería de un estúpido
xxxhijo de puta como él.
Pero cometí mi primer error, y le hice entonces y allí mi
xxxamo, y bajé la cabeza, y agarrándole del culo
Absorbí su erección y la retuve, sintiéndola latir y
xxxpresioné la mía contra su rodilla, y tragándomela le
xxxmostré que le necesitaba, su polla, para mis sueños
xxxde locura y amor solitario.
—Y aquí yazco desnudo en la oscuridad, soñando
Ginsberg, Allen. Muchos amores (Trad. Josep Costa). Barcelona; Ed. debolsillo, 2000.
HOY: TERCERA LECTURA EN EL CICLO DE LECTURAS POÉTICAS EN NdelT. JOSÉ MANUEL GALLARDO.
Esta noche es la tercera lectura del ciclo de lecturas poéticas en NdelT. Hoy le toca el turno a José Manuel Gallardo.
Aquí tienen uno de los poemas que aparece en la plaquette (con diseño de Cristina Morano) con la que se obsequiará a los asistentes:
INFINITOS MONOS
El Diccionario de la Real Academia Española
ofrece 100.554 entradas
-100.554 palabras-;
a todas esas palabras deberíamos añadir las que no incluye:
todos los verbos conjugados, las frases hechas y los modismos,
las expresiones latinas que aún hoy pronunciamos,
las palabras que también utilizamos y que el diccionario todavía
no ha incluido.
Todas esas palabras se pueden combinar
con determinada organización sintáctica
-o sin ella-
se pueden colocar en diferentes párrafos,
en distintos versos,
en variadas disposiciones.
El número, pues de posibilidades de comunicación
es casi inimaginable,
pero no infinito.
MAÑANA: TERCERA LECTURA EN EL CICLO DE NdelT
PREPARATIVOS PARA SAN VALENTÍN
SONETOS DE AMOR DE NERUDA
xxxxxI
Matilde, nombre de planta o piedra o vino,
de lo que nace de la tierra y dura,
palabra en cuyo crecimiento amanece,
en cuyo estío estalla la luz de los limones.
En ese nombre corren navíos de madera
rodeados por enjambres de fuego azul marino,
y esas letras son el agua de un río
que desemboca en mi corazón calcinado.
Oh nombre descubierto bajo una enredadera
como la puerta de un túnel desconocido
que comunica con la fragancia del mundo!
Oh invádeme con tu boca abrasadora,
indágame, si quieres, con tus ojos nocturnos,
pero en tu nombre déjame navegar y dormir.
xxxxxII
Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso,
qué soledad errante hasta tu compañía!
Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.
En Taltal no amanece aún la primavera.
Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,
juntos desde la ropa a las raíces,
juntos de otoño, de agua, de caderas,
hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.
Pensar que costó tantas piedras que lleva el río,
las desembocadura del agua de Boroa,
pensar que separados por trenes y naciones
tú y yo teníamos que simplemente amarnos,
con todos confundidos, con hombres y mujeres,
con la tierra que implanta y educa los claveles.
xxxxxVIII
Si no fuera porque tus ojos tienen color de luna,
de día con arcilla, con trabajo, con fuego,
y aprisionada tienes la agilidad del aire,
si no fuera porque eres una semana de ámbar,
si no fuera porque eres el momento amarillo
en que el otoño sube por las enredaderas
y eres aún el pan que la luna fragante
elabora paseando su harina por el cielo,
oh, bienamada, yo no te amaría!
En tu abrazo yo abrazo lo que existe,
la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia,
y todo vive para que yo viva:
sin ir tan lejos puedo verlo todo:
veo en tu vida todo lo viviente.
xxxxxXII
Plena mujer, manzana carnal, luna caliente,
espeso aroma de algas, lodo y luz machacados,
qué oscura claridad se abre entre tus columnas?
Qué antigua noche el hombre toca con sus sentidos?
Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas,
con aire ahogado y bruscas tempestades de harina:
amar es un combate de relámpagos
y dos cuerpos por una sola miel derrotados.
Beso a beso recorro tu pequeño infinito,
tus imágenes, tus ríos, tus pueblos diminutos,
y el fuego genital transformado en delicia
corre por los delgados caminos de la sangre
hasta precipitarse como un clavel nocturno,
hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra.
xxxxxXIII
La luz que de tus pies sube a tu cabellera,
la turgencia que envuelve tu forma delicada,
no es de nácar marino, nunca de plata fría:
eres de pan, de pan amado por el fuego.
La harina levantó su granero contigo
y creció incrementada por la edad venturosa,
cuando los cereales duplicaron tu pecho
mi amor era el carbón trabajando en la tierra.
Oh, pan tu frente, pan tus piernas, pan tu boca,
pan que devoro y nace con luz cada mañana,
bienamada, bandera de las panaderías,
una lección de sangre te dio el fuego,
de la harina aprendiste a ser sagrada,
y del pan el idioma y el aroma.
xxxxxXLIII
Un signo tuyo busco en todas las otras,
en el brusco, ondulante río de las mujeres,
trenzas, ojos apenas sumergidos,
pies claros que resbalan navegando en la espuma.
De pronto me parece que diviso tus uñas
oblongas, fugitivas, sobrinas de un cerezo,
y otra vez es tu pelo que pasa y me parece
ver arder en el agua tu retrato de hoguera.
Miré, pero ninguna llevaba tu latido,
tu luz, la greda oscura que trajiste del bosque,
ninguna tuvo tus diminutas orejas.
Tú eres total y breve, de todas eres una,
y así contigo voy recorriendo y amando
un ancho Mississippi de estuario femenino.
xxxxxLIV
Espléndida razón, demonio claro
del racimo absoluto, del recto mediodía,
aquí estamos al fin, sin soledad y solos,
lejos del desvarío de la ciudad salvaje.
Cuando la línea pura rodea su paloma
y el fuego condecora la paz con su alimento
tú y yo erigimos este celeste resultado.
Razón y amor desnudos viven en esta casa.
Sueños furiosos, ríos de amarga certidumbre,
decisiones más duras que el sueño de un martillo
cayeron en la doble copa de los amantes.
Hasta que en la balanza se elevaron, gemelos,
la razón y el amor como dos alas.
Así se construyó la transparencia.
xxxxxLXV
Matilde, dónde estás? Noté, hacia abajo,
entre corbata y corazón, arriba,
cierta melancolía intercostal:
era que tú de pronto eras ausente.
Me hizo falta la luz de tu energía
y miré devorando la esperanza,
miré el vacío que es sin ti una casa,
no quedan sino trágicas ventanas.
De puro taciturno el techo escucha
caer antiguas lluvias deshojadas,
plumas, lo que la noche aprisionó:
y así te espero como casa sola
y volverás a verme y habitarme.
De otro modo me duelen las ventanas.
xxxxxLXXV
Ésta es la casa, el mar y la bandera,
errábamos por otros largos muros.
No hallábamos la puerta ni el sonido
desde la ausencia, como desde muertos.
Y al fin la casa abre su silencio,
entramos a pisar el abandono,
las ratas muertas, el adiós vacío,
el agua que lloró en las cañerías.
Lloró, lloró la casa noche y día,
gimió con las arañas, entreabierta,
se desgranó desde sus ojos negros,
y ahora de pronto la volvemos viva,
la poblamos y no nos reconoce:
tiene que florecer, y no se acuerda.
Neruda, Pablo. Cien sonetos de amor. Barcelona; Random House Mondadori, 2003.
LA MUJER QUE LLEGABA A LAS SEIS
xxLa puerta oscilante se abrió. A esa hora no había nadie en el restaurante de José. Acababan de dar las seis y el hombre sabía que sólo a las seis y media empezarían a llegar los parroquianos habituales. Tan conservadora y regular era su clientela, que no había acabado el reloj de dar la sexta campanada cuando una mujer entró, como todos los días a esa hora, y se sentó sin decir nada en la alta silla giratoria. Traía un cigarrillo sin encender, apretado entre los labios.
xx—Hola reina —dijo José cuando la vio sentarse—. Luego caminó hacia el otro extremo del mostrador, limpiando con un trapo seco la superficie vidriada. Siempre que entraba alguien al restaurante José hacia lo mismo. Hasta con la mujer con quien había llegado a adquirir un grado de casi intimidad, el gordo y rubicundo mesonero representaba su diaria comedia de hombre diligente. Habló desde el otro extremo del mostrador.
xx—¿Qué quieres hoy? —dijo.
xx—Primero que todo quiero enseñarte a ser caballero —dijo la mujer—. Estaba sentada al final de la hilera de sillas giratorias, de codos en el mostrador, con el cigarrillo apagado en los labios. Cuando habló apretó la boca para que José advirtiera el cigarrillo sin encender.
xx—No me había dado cuenta —dijo José.
xx—Todavía no te has dado cuenta de nada —dijo la mujer.
xxEl hombre dejó el trapo en el mostrador, caminó hacia los armarios oscuros y olorosos a alquitrán y a madera polvorienta, y regresó luego con los fósforos. La mujer se inclinó para alcanzar la lumbre que ardía entre las manos rústicas y velludas del hombre. José vio el abundante cabello de la mujer, empavonado de vaselina gruesa y barata. Vio su hombro descubierto, por encima del corpiño floreado. Vio el nacimiento del seno crepuscular, cuando la mujer levantó la cabeza, ya con la brasa en los labios.
xx—Estás hermosa hoy, reina —dijo José.
xx—Déjate de tonterías —dijo la mujer—. No creas que eso me va a servir para pagarte.
xx—No quise decir eso, reina —dijo José—. Apuesto a que hoy te hizo daño el almuerzo.
xxLa mujer tragó la primera bocanada de humo denso, se cruzó de brazos, todavía con los codos apoyados en el mostrador, y se quedó mirando hacia la calle, a través del amplio cristal del restaurante. Tenía una expresión melancólica. De una melancolía hastiada y vulgar.
xx—Te voy a preparar un buen bistec —dijo José.
xx—Todavía no tengo plata —dijo la mujer.
xx—Hace tres mesas que no tienes plata y siempre te preparo algo bueno —dijo José.
xx—Hoy es distinto —dijo la mujer, sobriamente, todavía mirando hacia la calle.
xx—Todos los días son iguales —dijo José—. Todos los días el reloj marca las seis, entonces entras y dices que tienes un hambre de perro y entonces yo te preparo algo bueno. La única diferencia es ésa, que hoy no dices que tienes un hambre de perro, sino que el día es distinto.
xx—Y es verdad —dijo la mujer—. Se volvió a mirar al hombre que estaba del otro lado del mostrador, registrando la nevera. Estuvo contemplándolo durante dos, tres, segundos. Luego miró el reloj, arriba del armario. Eran las seis y tres minutos. «Es verdad, José, hoy es distinto», dijo. Expulsó el humo y siguió hablando con palabras cortas, apasionadas: “Hoy no vine a las seis, por eso es distinto, José”.
xxEl hombre miró el reloj.
xx—Me corto el brazo si ese reloj se atrasa un minuto —dijo.
xx—No es eso, José. Es que hoy no vine a las seis —dijo la mujer—.
xx—Vine a las seis menos cuarto.
xx—Acaban de dar las seis, reina —dijo José—. Cuando tú entraste acababan de darlas.
xx—Tengo un cuarto de hora de estar aquí —dijo la mujer.
xxJosé se dirigió hacia donde ella estaba. Acercó a la mujer su enorme cara congestionada, mientras tiraba con el índice de uno de sus párpados.
xx—Sóplame aquí —dijo.
xxLa mujer echó la cabeza hacia atrás. Estaba seria, fastidiosa, blanda; embellecida por una nube de tristeza y cansancio.
xx—Déjate de tonterías, José. Tú sabes que hace más de seis meses que no bebo.
xx—Eso se lo vas a decir a otro —dijo—, a mí no. Te apuesto a que por lo menos se han tomado un litro entre dos.
xx—Me tomé dos tragos con un amigo —dijo la mujer.
xx—Ah; entonces ahora me explico —dijo José.
xx—Nada tienes que explicarte —dijo la mujer—. Tengo un cuarto de hora de estar aquí.
xxEl hombre se encogió de hombros.
xx—Bueno, si así lo quieres, tienes un cuarto de hora de estar aquí. Después de todo a nadie le importa nada diez minutos más o diez minutos menos.
xx—Sí importan, José —dijo la mujer. Y estiró los brazos por encima del mostrador, sobre la superficie vidriada, con un aire de negligente abandono. Dijo: “Y no es que yo lo quiera, es que hace un cuarto de hora que estoy aquí”. Volvió a mirar el reloj y rectificó: “Qué digo; ya tengo veinte minutos.”
xx—Está bien, reina —dijo el hombre—. Un día entero con su noche te regalaría yo para verte contenta.
xxDurante todo este tiempo José había estado moviéndose detrás del mostrador, removiendo objetos, quitando una cosa de un lugar para ponerla en otro. Estaba en su papel.
xx—Quiero verte contenta —repitió. Se detuvo bruscamente, volviéndose hacia donde estaba la mujer. —¿Tú sabes que te quiero mucho?
xxLa mujer lo miró con frialdad.
xx—¿Siii…? ¡Qué descubrimiento, José! ¿Crees que me quedaría contigo por un millón de pesos?
xx—No he querido decir eso, reina —dijo José—. Vuelvo a apostar a que te hizo daño el almuerzo.
xx—No te lo digo por eso —dijo la mujer. Y su voz se volvió menos indolente—. Es que ninguna mujer soportaría una carga como la tuya ni por un millón de pesos.
xxJosé se ruborizó. Le dio la espalda a la mujer y se puso a sacudir el polvo en las botellas del armario. Habló sin volver la cara.
xx—Estás insoportable hoy, reina. Creo que lo mejor es que te comas el bistec y te vayas a acostar.
xx—No tengo hambre —dijo la mujer. Se quedó mirando otra vez la calle, viendo los transeúntes turbios de la ciudad atardecida. Durante un instante hubo un silencio turbio en el restaurante. Una quietud interrumpida apenas por el trasteo de José en el armario. De pronto la mujer dejó de mirar hacia la calle y habló con la voz apagada, tierna, diferente.
xx—¿Es verdad que me quieres, Pepillo?
xx—Es verdad —dijo José, en seco, sin mirarla.
xx—¿A pesar de lo que te dije? —dijo la mujer.
xx—¿Qué me dijiste? —dijo José, todavía sin inflexiones en la voz, todavía sin mirarla.
xx—Lo del millón de pesos —dijo la mujer.
xx—Ya lo había olvidado —dijo José.
xx—Entonces, ¿me quieres? —dijo la mujer.
xx—Sí —dijo José.
xxHubo una pausa. José siguió moviéndose con la cara revuelta hacia los armarios, todavía sin mirar a la mujer. Ella expulsó una nueva bocanada de humo, apoyó el busto contra el mostrador y luego, con cautela y picardía, mordiéndose la lengua antes de decirlo, como si hablara en puntillas:
xx—¿Aunque no me acueste contigo? —dijo.
xxY sólo entonces José volvió a mirarla:
xx—Te quiero tanto que no me acostaría contigo —dijo. Luego caminó hacia donde ella estaba. Se quedó mirándola de frente, los poderosos brazos apoyados en el mostrador, delante de ella, mirándola a los ojos. Dijo: —Te quiero tanto que todas las tardes mataría al hombre que se va contigo.
xxEn el primer instante la mujer pareció perpleja. Después miró al hombre con atención, con una ondulante expresión de compasión y burla. Después rió estrepitosamente.
xx—Estás celoso, José. Qué rico, ¡estás celoso!
xxJosé volvió a sonrojarse con una timidez franca, casi desvergonzada, como le habría ocurrido a un niño a quien le hubieran revelado de golpe todos los secretos. Dijo:
xx—Esta tarde no entiendes nada, reina. Y se limpió el sudor con el trapo. Dijo:
xx—La mala vida te está embruteciendo.
xxPero ahora la mujer había cambiado de expresión.
xx—Entonces no —dijo—. Y volvió a mirarlo a los ojos, con un extraño esplendor en la mirada, a un tiempo acongojada y desafiante.
xx—Entonces, no estás celoso.
xx—En cierto modo, sí —dijo José—. Pero no es como tú dices.
xxSe aflojó el cuello y siguió limpiándose, secándose la garganta con el trapo.
xx—¿Entonces? —dijo la mujer.
xx—Lo que pasa es que te quiero tanto que no me gusta que hagas eso —dijo José.
xx—¿Qué? —dijo la mujer.
xx—Eso de irte con un hombre distinto todos los días —dijo José.
xx—¿Es verdad que lo matarías para que no se fuera conmigo? —dijo la mujer.
xx—Para que no se fuera, no —dijo José—; lo mataría porque se fue contigo.
xx—Es lo mismo —dijo la mujer.
xxLa conversación había llegado a densidad excitante. La mujer hablaba en voz baja, suave, fascinada. Tenía la cara casi pegada al rostro saludable y pacífico del hombre, que permanecía inmóvil, como hechizado por el vapor de las palabras.
xx—Todo eso es verdad —dijo José.
xx—Entonces —dijo la mujer, y extendió la mano para acariciar el áspero brazo del hombre. Con la otra mano arrojó la colilla—… entonces, ¿tú eres capaz de matar a un hombre?
xx—Por lo que te dije, sí —dijo José. Y su voz tomó una acentuación casi dramática.
xxLa mujer se echó a reír convulsivamente, con una abierta intención de burla.
xx—Qué horror, José. Qué horror —dijo, todavía riendo—. José matando a un hombre. Quién hubiera dicho que detrás del señor gordo y santurrón, que nunca me cobra, que todos los días me prepara un bistec y que se distrae hablando, hay un asesino. ¡Qué horror, José! ¡Me das miedo!
xxJosé estaba confundido. Tal vez sintió un poco de indignación. Tal vez, cuando la mujer se echó a reír se sintió defraudado.
xx—Estás borracha, tonta —dijo—. Vete a dormir. Ni siquiera tendrás ganas de comer nada.
xxPero la mujer, ahora había dejado de reír y estaba otra vez seria, pensativa, apoyada en el mostrador. Vio alejarse al hombre. Lo vio abrir la nevera y cerrarla otra vez, sin extraer nada de ella. Lo vio moverse después hacia el extremo opuesto del mostrador. Lo vio frotar el vidrio reluciente, como al principio. Entonces la mujer habló de nuevo, con el tono enternecedor y suave de cuando dijo: “¿Es verdad que me quieres, Pepillo?”
xx—José —dijo.
xxEl hombre no la miró.
xx—¡José!
xx—Vete a dormir —dijo José—… Y métete un baño antes de acostarte para que se te serene la borrachera.
xx—En serio, José —dijo la mujer—. No estoy borracha.
xx—Entonces te has vuelto bruta —dijo José.
xx—Ven acá, tengo que hablar contigo —dijo la mujer.
xxEl hombre se acercó tambaleando entre la complacencia y la desconfianza.
xx—¡Acércate!
xxEl hombre volvió a pararse frente a la mujer. Ella se inclinó hacia adelante, lo asió fuertemente por el cabello, pero con un gesto de evidente ternura.
xx—Repíteme lo que me dijiste al principio —dijo.
xx—¿Qué? —dijo José. Trataba de mirarla con la cabeza agachada asido por el cabello.
xx—Que matarías a un hombre que se acostara conmigo —dijo la mujer.
xx—Mataría a un hombre que se hubiera acostado contigo, reina. Es verdad —dijo José.
xxLa mujer lo soltó.
xx—¿Entonces me defenderías si yo lo matara? —dijo, afirmativamente, empujando con un movimiento de brutal coquetería la enorme cabeza de cerdo de José. El hombre no respondió nada; sonrió.
xx—Contéstame, José —dijo la mujer—. ¿Me defenderías si yo lo matara?
xx—Eso depende —dijo José—. Tú sabes que eso no es tan fácil como decirlo.
xx—A nadie le cree más la policía que a ti —dijo la mujer.
xxJosé sonrió, digno, satisfecho. La mujer se inclinó de nuevo hacia él, por encima del mostrador.
xx—Es verdad, José. Me atrevería a apostar que nunca has dicho una mentira —dijo.
xx—No se saca nada con eso —dijo José.
xx—Por lo mismo —dijo la mujer—. La policía lo sabe y te cree cualquier cosa sin preguntártelo dos veces.
xxJosé se puso a dar golpecitos en el mostrador, frente a ella, sin saber qué decir. La mujer miró nuevamente hacia la calle. Miró luego el reloj y modificó el tono de la voz, como si tuviera interés en concluir el diálogo antes de que llegaran los primeros parroquianos.
xx—¿Por mí dirías una mentira, José? —dijo—. En serio.
xxY entonces José se volvió a mirarla, bruscamente, a fondo, como si una idea tremenda se le hubiera agolpado dentro de la cabeza. Una idea que entró por un oído, giró por un momento, vaga, confusa, y salió luego por el otro, dejando apenas un cálido vestigio de pavor.
xx—¿En qué lío te has metido, reina? —dijo José. Se inclinó hacia adelante, los brazos otra vez cruzados sobre el mostrador. La mujer sintió el vaho fuerte y un poco amoniacal de su respiración, que se hacía difícil por la presión que ejercía el mostrador contra el estómago del hombre.
xx—Esto sí es en serio, reina. ¿En qué lío te has metido? —dijo.
xxLa mujer hizo girar la cabeza hacia el otro lado.
xx—En nada —dijo—. Sólo estaba hablando por entretenerme.
xxLuego volvió a mirarlo.
xx—¿Sabes que quizás no tengas que matar a nadie?
xx—Nunca he pensado matar a nadie —dijo José, desconcertado.
xx—No, hombre —dijo la mujer—. Digo que a nadie que se acueste conmigo.
xx—¡Ah! —dijo José—. Ahora sí que estás hablando claro. Siempre he creído que no tienes necesidad de andar en esa vida. Te apuesto a que si te dejas de eso te doy el bistec más grande todos los días, sin cobrarte nada.
xx—Gracias, José —dijo la mujer—. Pero no es por eso. Es que ya no podré acostarme con nadie.
xx—Ya vuelves a enredar las cosas —dijo José. Empezaba a parecer impaciente.
xx—No enredo nada —dijo la mujer. Se estiró en el asiento y José vio sus senos aplanados y tristes debajo del corpiño.
xx—Mañana me voy y te prometo que no volveré a molestarte nunca. Te prometo que no volveré a acostarme con nadie.
xx—¿Y de dónde te salió esa fiebre? —dijo José.
xx—Lo resolví hace un rato —dijo la mujer—. Sólo hace un momento me di cuenta de que eso es una porquería.
xxJosé agarró otra vez el trapo y se puso a frotar el vidrio, cerca de ella. Habló sin mirarla. Dijo:
xx—Claro que como tú lo haces es una porquería. Hace tiempo que debiste darte cuenta.
xx—Hace tiempo me estaba dando cuenta —dijo la mujer—. Pero sólo hace un rato acabé de convencerme. Les tengo asco a los hombres.
xxJosé sonrió. Levantó la cabeza para mirar, todavía sonriendo, pero la vio concentrada, perpleja, hablando, y con los hombros levantados; balanceándose en la silla giratoria, con una expresión taciturna, el rostro dorado por una prematura harina otoñal.
xx—¿No te parece que deben dejar tranquila a una mujer que mate a un hombre porque después de haber estado con él siente asco de ése y de todos los que han estado con ella?
xx—No hay para qué ir tan lejos —dijo José, conmovido, con un hilo de lástima en la voz.
xx—¿Y si la mujer le dice al hombre que le tiene asco cuando lo ve vistiéndose, por qué se acuerda que ha estado revolcándose con él toda la tarde y siente que ni el jabón ni el estropajo podrán quitarle su olor?
xx—Eso pasa, reina —dijo José, ahora un poco indiferente, frotando el mostrador—. No hay necesidad de matarlo. Simplemente dejarlo que se vaya.
xxPero la mujer seguía hablando y su voz era una corriente uniforme, suelta, apasionada.
xx—¿Y si cuando la mujer le dice que le tiene asco, el hombre deja de vestirse y corre otra vez para donde ella, a besarla otra vez, a…?
xx—Eso no lo hace ningún hombre decente —dijo José.
xx—¿Pero, y si lo hace? —dijo la mujer, con exasperante ansiedad—. ¿Si el hombre no es decente y lo hace y entonces la mujer siente que le tiene tanto asco que se puede morir, y sabe que la única manera de acabar con todo eso es dándole una cuchillada por debajo?
xx—Esto es una barbaridad —dijo José—. Por fortuna no hay hombre que haga lo que tú dices.
xx—Bueno —dijo la mujer, ahora completamente exasperada—. ¿Y si lo hace? Suponte que lo hace.
xx—De todos modos no es para tanto —dijo José. Seguía limpiando el mostrador, sin cambiar de lugar, ahora menos atento a la conversación.
xxLa mujer golpeó el vidrio con los nudillos. Se volvió afirmativa, enfática.
xx—Eres un salvaje, José —dijo—. No entiendes nada. Lo agarró con fuerza por la manga. Anda, di que sí debía matarlo la mujer.
xx—Está bien —dijo José, con un sesgo conciliatorio—. Todo será como tú dices.
xx—¿Eso no es defensa propia? —dijo la mujer, sacudiéndole por la manga.
xxJosé le echó entonces una mirada tibia y complaciente.
xx—Casi, casi —dijo. Y le guiñó un ojo, en un gesto que era al mismo tiempo una comprensión cordial y un pavoroso compromiso de complicidad. Pero la mujer siguió seria; lo soltó.
xx—¿Echarías una mentira para defender a una mujer que haga eso? —dijo.
xx—Depende —dijo José.
xx—¿Depende de qué? —dijo la mujer.
xx—Depende de la mujer —dijo José.
xx—Suponte que es una mujer que quieres mucho —dijo la mujer—. No para estar con ella, ¿sabes?, sino como tú dices que la quieres mucho.
xx—Bueno, como tú quieras, reina —dijo José, laxo, fastidiado.
xxOtra vez se alejó. Había mirado el reloj. Había visto que iban a ser las seis y media. Había pensado que dentro de unos minutos el restaurante empezaría a llenarse de gente y tal vez por eso se puso a frotar el vidrio con mayor fuerza, mirando hacia la calle a través del cristal de la ventana. La mujer permanecía en la silla, silenciosa, concentrada, mirando con un aire de declinante tristeza los movimientos del hombre. Viéndolo, como podría ver un hombre una lámpara que ha empezado a apagarse. De pronto, sin reaccionar, habló de nuevo, con la voz untuosa de mansedumbre.
xx—¡José!
xxEl hombre la miró con una ternura densa y triste, como un buey maternal. No la miró para escucharla; apenas para verla, para saber que estaba ahí, esperando una mirada que no tenía por qué ser de protección o de solidaridad. Apenas una mirada de juguete.
xx—Te dije que mañana me voy y no me has dicho nada —dijo la mujer.
xx—Sí —dijo José—. Lo que no me has dicho es para dónde.
xx—Por ahí —dijo la mujer—. Para donde no haya hombres que quieran acostarse con una.
xxJosé volvió a sonreír.
xx—¿En serio te vas? —preguntó, como dándose cuenta de la vida, modificando repentinamente la expresión del rostro.
xx—Eso depende de ti —dijo la mujer—. Si sabes decir a qué hora vine, mañana me iré y nunca más me pondré en estas cosas. ¿Te gusta eso? José hizo un gesto afirmativo con la cabeza, sonriente y concreto. La mujer se inclinó hacia donde él estaba.
xx—Si algún día vuelvo por aquí, me pondré celosa cuando encuentre otra mujer hablando contigo, a esta hora y en esa misma silla.
xx—Si vuelves por aquí debes traerme algo —dijo José.
xx—Te prometo buscar por todas partes el osito de cuerda, para traértelo —dijo la mujer.
xxJosé sonrió y pasó el trapo por el aire que se interponía entre él y la mujer, como si estuviera limpiando un cristal invisible. La mujer también sonrió, ahora con un gesto de cordialidad y coquetería. Luego, el hombre se alejó, frotando el vidrio hacia el otro extremo del mostrador.
xx—¿Qué? —dijo José, sin mirarla.
xx—¿Verdad que a cualquiera que te pregunta a qué hora vine le dirás que a las seis menos cuarto? —dijo la mujer.
xx—¿Para qué? —dijo José, todavía sin mirarla y ahora como si apenas la hubiera oído.
xx—Eso no importa —dijo la mujer—. La cosa es que lo hagas.
xxJosé vio entonces al primer parroquiano que penetró por la puerta oscilante y caminó hasta una mesa del rincón. Miró el reloj. Eran las seis y media en punto.
xx—Está bien, reina —dijo distraídamente—. Como tú quieras. Siempre hago las cosas como tú quieras.
xx—Bueno —dijo la mujer—. Entonces, prepárame el bistec.
xxEl hombre se dirigió a la nevera, sacó un plato con carne y lo dejó en la mesa. Luego encendió la estufa.
xx—Te voy a preparar un buen bistec de despedida, reina —dijo.
xx—Gracias, Pepillo —dijo la mujer.
xxSe quedó pensativa como si de repente se hubiera sumergido en un submundo extraño, poblado de formas turbias, desconocidas. No se oyó, del otro lado del mostrador, el ruido que hizo la carne fresca al caer en la manteca hirviente. No oyó, después, la crepitación seca y burbujeante cuando José dio vuelta al lomillo en el caldero y el olor suculento de la carne sazonada fue saturando, a espacios medidos, el aire del restaurante. Se quedó así, concentrada, reconcentrada, hasta cuando volvió a levantar la cabeza, pestañeando, como si regresara de una muerte momentánea. Entonces vio al hombre que estaba junto a la estufa, iluminado por el alegre fuego ascendente.
xx—Pepillo.
xx—Ah.
xx—¿En qué piensas? —dijo la mujer.
xx—Estaba pensando si podrás encontrar en alguna parte el osito de cuerda —dijo José.
xx—Claro que sí —dijo la mujer—. Pero lo que quiero que me digas es si me darás toda lo que te pidiera de despedida.
xxJosé la miró desde la estufa.
xx—¿Hasta cuándo te lo voy a decir? —dijo—. ¿Quieres algo más que el mejor bistec?
xx—Sí —dijo la mujer.
xx—¿Qué? —dijo José.
xx—Quiero otro cuarto de hora.
xxJosé echó el cuerpo hacia atrás, para mirar el reloj. Miró luego al parroquiano que seguía silencioso, aguardando en el rincón, y finalmente a la carne, dorada en el caldero. Sólo entonces habló.
xx—En serio que no entiendo, reina —dijo.
xx—No seas tonto, José —dijo la mujer—. Acuérdate que estoy aquí desde las cinco y media.
García Márquez, Gabriel. Ojos de perro azul. Ariel Universal; Guayaquil, 1974.
INTERMINABLE, INCONSOLABLEMENTE
HABERSE muerto tanto y que la boca
quiera vivir un poco todavía
y que el cuerpo, los brazos y la boca
y que las noches cálidas, los días
ciegos, y el frío sin sexo de la aurora…
Haberse muerto tanto y de tal modo
y sostener un nombre todavía
y una voz que se afirma y se alza en números.
Haberse muerto tanto y que los lilas,
y las tintas azules y las rojas
y las hojas, las rosas y las lilas…
NADIE podría decirte, árbol seco,
alta rama desnuda y azulada.
La melodía es triste y a lo lejos
en una vana luz desesperada,
yo, esta casa vacía,estos espejos,
este rodar por cuencas señaladas,
este caer de fruta, estar de fruta
y deshacerse al fin en tierra amarga.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Manel Claps
xxxxxII
LOS cristales de un agua refinada y purísima
y el cielo azul combado, de un oriente perfecto,
se tendía en una serena, sostenida
alta calma de pájaro inmóvil contra el cielo.
La noche iba alargando sus raíces calladas
hacia el agua sombría que enterraba los árboles
en un silencio terso y arqueado que flotaba
esfumando las voces y oscureciendo el aire.
Llegué a creer eterna la tarde que moría
en tanto nuestras sombras con las frentes unidas
soñaban una vaga magnolia de dos pétalos.
Y cuando rojos últimos coronaron el cielo
de la ciudad absurda, como un halo de sangre.
xxxxxIV
EL día va creciendo hacia ti como un fuego
desde el alba desnuda demudada de frío.
El día va creciendo hacia ti como un fuego,
como una flor de carne celeste, como un río.
El día va creciendo hacia ti como un fuego
y cuando caes en mí los abismos me nombran.
El día va creciendo hacia ti como un fuego.
Mar de olvido, profundo océano de sombra,
tú me haces también noche absoluta y sin ecos,
mar de olvido, profundo océano de sombra.
Tú ciernes dulcemente sobre mi cuerpo herido
mar de olvido, profundo océano de sombra
y voy siendo a medida que borras mi destino
mar de olvido, profundo océano de sombra.
xxxxxVI
Rosa dulce, mi mano
de pana tibia es ruda sobre tus sienes pálidas,
mi honda ternura en vano me torna fina y cálida
al doblarme, celeste, sobre tu boca muda.
Te he hablado de mis dudas
sobre el metal lejano y candente de tu acento,
de lo inhumano en fuga por tus dientes, del lento
prestigio de tu frente, de la luz de tus manos.
Te canté, todo, en planos
escuetamente míos. Pero, óyeme, no alcanza.
Ya no sonrío ahora. La vida es una lanza
quebrada. La vida es vana y triste, amor mío,
y vaga un viento frío
que apagará estos astros que mueren de cansancio
y el débil rastro mío y el tuyo y el del rancio
perfume de estos días, grises piedras que gasto,
monótono balasto.
Pero tú tienes algo, no sé, esa luz inválida
que da en tus labios vagos. La vaga aristocracia
que desmaya las cosas bajo tus dedos largos,
ese resabio amargo
que tus más dulces besos me dejan en la boca,
el brillo denso que hace cristales de las rocas
cuando tú me las dices, la tensión de tu cuerpo,
su perfume secreto.
Milagro: barro y puro. Pero, óyeme, no alcanza.
Son tan duros los astros, las cosas son tan blandas,
y las piedras, las bestias, los árboles son mudos.
Y hay un resplandor crudo
que despoja a la vida de sus rosas más grávidas
o que gravita hastiando aun las bocas más ávidas
o que a su luz mortal ya las frentes transidas
no comprenden la vida.
Pero te amo, misterio, dulce enigma de barro.
Te amo y tal vez la noche. Pero, óyeme, no alcanza.
EN el lecho, fragante,
curvado como una tibia luna menguante,
el cuerpo ya en el ciego color del abandono,
va recordando ríos, matas color de otoño,
senderos deslumbrantes apenas insinuados,
ramas de vago vino, álamos de oro vago,
altos árboles solos
y cielos, mares blancos, pianos delicadísimos
al caer de la tarde, estrellas candorosas,
silencios macerados con hojas olorosas,
con sangre de los pinos negra, fragante, fuerte,
ascendiendo hondamente con un olor de muerte.
Un suave llanto de oro
terco, tenaz, dorado, callado, silencioso,
vuelca en el aire triste la pena de los árboles,
las mañanas les prestan su candor a las tardes,
a la luna de otoño, pero ahondando las pulcras,
frías noches desgarradas, tiemblan las hondas uvas
del deseo, que arden,
y la idea, el aliento sereno de la nada.
Entonces entre el ansia terrible de las cosas
y el aire que lo envuelve entre sus frías losas,
arqueado como una tibia luna menguante,
triste luna acabada, el cuerpo ya sin sangre
no comprende las rosas.
SÍ. Hay una mujer que a veces abre un piano
o se abraza a un violín melancólicamente
o que dibuja cardos o que tiene unas manos
pálidas y sufridas
que escriben al crepúsculo frases incoherentes
que peinan cada noche sus cabellos de bronce
y bañan cada día sin luz su cuerpo vano.
Ella habla con las gentes, ella ríe, hasta come
y también tiene un nombre que tal vez es un eco
pero nadie la paga su precio sobrehumano
cuando tiende a los hombres sus ofertas de fuego.
Ella misma se acepta con su forma y su vida
como un hecho sencillo, concreto, definido
y los hombres la buscan, la hieren o la olvidan,
sin verla, sin saberla,
aunque a veces la amaron hombres de ojos sombríos.
Sí. Existe una mujer, un nombre, una manera
de vestirse, de andar o de ordenar los versos,
una cosa que piensa en frías noches en vela
que si fuera un par de ojos
y no toda esa luna que devuelve el espejo…
ENVUELTA en la penumbra, taciturna, caída,
los ojos doloridos, las manos afiebradas,
pasando levemente como una flor subida
y prematuramente sentida y arrancada.
Siempre digo lo mismo.
Siempre digo lo mismo.
Echada aquí en la sombra que ya es casi tiniebla
voy llenando afiebrada las blancas hojas ávidas.
No me muevo, no sufro, no resisto, no lucho,
me abandono en silencio sin gritos y sin lágri-
mas.
QUIERO morir. No quiero oír ya más campanas.
La noche se deshace, el silencio se agrieta.
Si ahora un coro sombrío en un bajo imposible,
si un órgano imposible descendiera hasta donde.
Quiero morir, y entonces me grita estás muriendo,
quiero cerrar los ojos porque estoy tan cansada.
Si no hay una mirada ni un don que me sostengan,
si se vuelven, si toman, qué espero de la noche.
Quiero morir ahora que se hielan las flores,
que en vano se fatigan las calladas estrellas,
que el reloj detenido no atormenta el silencio.
Quiero morir. No muero.
No me muero. Tal vez
tantos, tantos derrumbes, tantas muertes, tal vez,
tanto olvido, rechazos,
tantos dioses que huyeron con palabras queridas
no me dejan morir definitivamente.
SI hubiera tiempo, el tiempo
podría ser un mar
y los días, las olas.
Si hubiera dios, si hubiera,
dios podría ser un mar
y sus gestos, las olas.
Si hubiera, si pudiera,
si aún pudiera llorar,
lloraría al tiempo, a dios
y a tantos otros muertos.
VERANO
xxxxxMediodía
Transparentes los aires, transparentes
la hoz de la mañana,
los blancos montes tibios, los gestos de las olas,
todo ese mar, todo ese mar que cumple
su profunda tarea,
el mar ensimismado,
el mar,
a esa hora de miel en que el instinto
zumba como una abeja somnolienta…
Sol, amor, azucenas dilatadas, marinas,
ramas rubias sensibles y tiernas como cuerpos,
vastas arenas pálidas.
Transparentes los aires, transparentes
las voces, el silencio.
A orillas del amor, del mar, de la mañana,
en la arena caliente, temblante de blancura,
cada uno es un fruto madurando su muerte.
LA SUPLICANTE
xxxxxI
Concédeme esos cielos, esos mundos dormidos,
el peso del silencio, ese arco, ese abandono,
enciéndeme las manos,
ahóndame la vida
con la dádiva dulce que te pido.
Dame la luz sombría, apasionada y firme
de esos cielos lejanos, la armonía
de esos mundos sellados,
dame el límite mudo, el detenido
contorno de esas lunas de sombra,
su contenido canto.
Tú, el negado, da todo,
tú, el poderoso, pide,
tú, el silencioso, dame la dádiva dulcísima
de esa miel inmediata y sin sentido.
xxxxxII
Estás solo, lo mismo.
Yo no toco tu vida, tu soledad, tu frente.
Soy para ti como otra oscuridad, otra noche,
anticipo de muerte,
lo que en el día frío el hombre espera, aguarda,
y llega y él se entrega a la noche, a una boca,
y el olvida total lo ciega y lo anonada.
Sin límites, la noche,
pura, despierta, sola,
solícita al amor, ángel de todo gesto…
Estás solo, lo mismo.
Ebrio, lúcido, azul, olvidado del alma,
concédete a la hora.
xxxxxIII
Esta sazón de fruta que tú me diste, esta
llamarada de luna, durable miel inmóvil,
te sitúa y te cerca,
amigo de la noche, sagrado camarada
de las horas de amor y silencio.
Sin luz, apenas, sin aliento,
sueño
ese incienso divino que me quemas,
sueño ascendiendo abismos con vértigos de sombra,
naufrago en la caricia, alta marea muda.
Ya velado tu rostro entre líneas de niebla
los ojos se te ahogan en climas de delicia
y rueda por la noche tu pensamiento inerte,
entonces el deseo sube como una luna,
como una pura, rara, melancólica,
clara,
luna definitiva, peldaño de la muerte.
Vas derramando oro,
vas alzando ceniza,
vas haciendo palomas de los tallos sensibles,
y hojas de oro caliente que se incorporan desde
y nubes de ceniza que se deshacen sobre
la caricia que crece.
TRABAJAR PARA LA MUERTE
El sol el sol su lumbre
su afectuoso cuidado
su coraje su gracia su olor caliente
su alto
en la mitad del día
cayéndose y trepando por lo oscuro del cielo
tambaleándose y de oro
como un borracho puro.
Días de días noches temporadas
para vivir así para morirse
por favor por favor
mano tendida
lágrimas y limosnas
y ayuda y favores
y lástimas y dádivas.
Los muertos tironeando del corazón.
La vida rechazando
dándoles fuerte con el pie
dándoles duro.
Todo crucificado y corrompido
y podrido hasta el tuétano
todo desvencijado impuro y a pedazos
definitivamente fenecido
esperando ya qué
días de días.
Y el sol el sol
su vuelo
su celeste desidia
su quehacer de amante de ocioso
su pasión
su amor inacabable
su mirada amarilla
cayendo y anegándose por lo puro de cielo
como un borracho ardiente
como un muerto encendido
como un loco cegado en la mitad del día.
EL MUÑÓN
En lo hondo
olvidado
late intacto
el muñón
doliendo sordamente.
CONSTANTE DESPEDIDA
Estos días
los otros
los de nubes tristísimas e inmóviles
olor a madreselvas
algún trueno a lo lejos.
Estos días
los otros
los de aire sonriente y lejanías
con un pájaro rojo en un alambre.
Estos días
los otros
este amor desgarrado por el mundo
esta diaria constante despedida.
VA RODANDO
Va rodando
rodando
fatal idiota y ciega.
Vamos rodando vamos
en un sueño
impotentes
fingiéndonos destinos.
Vamos rodando y nunca
sabremos
ni siquiera
tendremos una idea
puntos de referencia.
EN ESTA MISMA TARDE
Un charrúa aquí mismo
en este sitio
mira acabar la tarde de verano
el achatado sol
la arena rosa
la larga nube blanca
el aire verde
y la negrura
que alimentan los cielos
misteriosa.
Aquí
hoy
aquí mismo
en esta misma tarde que se acaba.
POR ALLÁ ESTARÁ EL MAR
Por allá estará el mar
el que voy a comprarme
que veré para siempre
que aullará llamará
extenderá las manos
se hará el manso el hermoso
el triste el olvidado
el azul el profundo
el eterno el eterno
mientras los días se vayan
la vida se me canse
el cuerpo se me acabe
las manos se me sequen
el amor se me olvide
frente a su luz
su amor
su belleza
su canto.
HAY POR QUÉ
No hay por qué odiar los tangos
ni el mar
ni las hormigas
no hay por qué abominar de la sonrisa
del sol
de los mandados
de los torpes cuidados de los hombres
no hay por qué estar asqueado de los diarios
de los informativos de la radio
de las concentraciones.
O hay por qué.
Hay.
Si habrá.
Vaya si habrá.
Sí. Pero.
Pero no hay que.
Supongo.
ESA ESTRELLA
Esa estrella qué quiere.
Se ha puesto en mi ventana
casi a la altura misma de mis ojos
y se está allí latiendo
o haciendo señas
o no sé
mirando
dejando que la vea
enorme como un puño
un puñado de luz
sobre la sombra suave de los pinos.
La miro con rencor.
Yo estoy aquí leyendo
un hermoso trabajo
sobre la Alegoría
y esa estrella alentando
jadeando en mi ventana
me instala de repente
en medio de la noche terrible del espacio
del espacio el abismo el infinito
como se quiera pero
me despoja y me deja
vagabundeando a ciegas
vagabundeando no
ah no
arrastrada
en una acelerada inmóvil pura
respiración de hielo.
Arrastrada llevada
sobre esta chispa cálida
y sucia y alocada
que silba por lo oscuro
lanzada como un jet
a la nada a la nada.
Y yo
pobre de mí
leyendo Alegoría.
LEJOS
Dentro del cuarto seco
ocre
callado
tan lejos ya del mar
de su latido
de su gusto salobre
su amatista.
ME VOY A MORIR
Me voy a morir
me voy a morir
devoro la sombra
los lampos el último
filo de oro el último
rosa con amor
sabiendo mirándolos
con el desapego
del que está de paso
sabiendo viviendo
la muerte que pronto
me quitará los ojos
para verlo olfato
para respirarlo
me quitará a mí
a mí de mi sitio.
Por eso lo miro
poniendo los ojos
la piel el amor
la horrible tristeza
y ese desapego
porque estoy de paso.
A GUATEMALA
Estabas en tu casa
eras una muchacha
moderna joven pura
arreglándote el pelo.
Eras para nosotros
los sudamericanos
vegetantes y muertos
la hermana que se lanza a la vida
la valiente
la de nuevo destino.
Y viéndote reír
las otras
las hermanas marchitas y sin sueños
se miraban en ti
cobraban fuerzas
y volvían a muertos ideales.
Pero no podía ser
y todos lo sabían.
Te siguieron de noche
te empujaron a un viejo
callejón sin salida
te golpearon la boca
te ataron y encerraron
qué digo
no te ataron
te tienen de sirvienta
sí señor sí señor
te pagan bien es claro
y a lavar pisos y a poner la mesa
para que coman otros
y a lustrar los zapatos
y a lustrar los zapatos
como si
siempre en la vida hubieras hecho eso
como si
nunca hubieras tenido otro destino
como si
no supieran que fuiste una paloma.
Y las pobres hermanas
marchitas y sin sueños
se dicen qué locura eran locuras
eran locuras sí. Nuestro destino
es decir sí señor
lavar los platos
sí señor sí señor
poner la mesa
para que coman otros
sí señor sí señor
zurcir las medias y lavar los platos
sí señor sí señor
sí señor sí señor
y lustrar los zapatos
y lustrar los zapatos.
Vilariño, Idea. Poesía completa. Barcelona; Ed. Lumen, 2008.
ALGUIEN DESORDENA ESTAS ROSAS
xxComo es domingo y ha dejado de llover, pienso llevar un ramo de rosas a mi tumba. Rosas rojas y blancas, de las que ella cultiva para hacer altares y coronas. La mañana estuvo entristecida por este invierno taciturno y sobrecogedor que me ha puesto a recordar la colina donde la gente del pueblo abandona sus muertos. Es un sitio pelado, sin árboles, barrido apenas por las migajas providenciales que regresan después de que el viento ha pasado. Ahora que dejó de llover y que el sol de mediodía debe haber endurecido el jabón de la cuesta, podría llegar hasta el túmulo en cuyo fondo reposa mi cuerpo de niño, ahora confundido, desmenuzado entre caracoles y raíces.
xxElla está prosternada frente a sus santos. Permanece abstraída desde cuando dejé de moverme en la habitación, después de haber fracasado en el primer intento de llegar hasta el altar para coger las rosas más encendidas y frescas. Tal vez hoy hubiera podido hacerlo; pero la lamparita pestañeó, y ella, recobrada del éxtasis, levantó la cabeza y miró hacia el rincón donde está la silla. Debió pensar: “Es otra vez el viento”, porque es verdad que algo crujió junto al altar y la habitación onduló un instante, como si hubiera sido removido el nivel de los recuerdos estancados en ella desde hace tanto tiempo. Entonces comprendí que debía aguardar una nueva ocasión para coger las rosas, porque ella continuaba despierta, mirando la silla, y habría podido sentir junto a su rostro el rumor de mis manos. Ahora debo esperar a que ella abandone la habitación, dentro de un momento, y vaya a la pieza vecina a dormir la siesta medida e invariable del domingo. Es posible que entonces pueda yo salir con las rosas para estar de regreso antes de que ella vuelva a esta habitación y se quede mirando la silla.
xxEl domingo pasado fue más difícil. Tuve que esperar casi dos horas a que ella cayera en el éxtasis. Parecía intranquila, preocupada, como si la hubiera atormentado la certidumbre de que súbitamente su soledad en la casa se había vuelto menos intensa. Dio varias vueltas por el cuarto con el ramo de rosas, antes de abandonarlo en el altar. Luego salió al pasadizo, miró adentro y se dirigió a la pieza vecina. Yo sabía que estaba buscando la lámpara. Y después cuando volvió a pasar frente a la puerta y la vi en la claridad del corredor con el saquito oscuro y las medias rosadas, me pareció que era todavía igual a la niña que hace cuarenta años se inclinó sobre mi cama, en este mismo cuarto, y dijo: “Ahora que le han puesto los palillos, tiene los ojos abiertos y duros”. Era igual, como si no hubiera transcurrido el tiempo desde aquella remota tarde de agosto en que las mujeres la trajeron al cuarto y le mostraron el cadáver y le dijeron: “Llora. Era como un hermano tuyo”; y ella se recostó contra la pared, llorando, obedeciendo, todavía ensopada por la lluvia.
xxDesde hace tres o cuatro domingos estoy tratando de llegar hasta las rosas, pero ella ha permanecido vigilante frente al altar; vigilando las rosas con una sobresaltada diligencia que no le había conocido en los veinte años que lleva de vivir en la casa. El domingo pasado, cuando salió a buscar la lámpara, logré componer un ramo con las mejores rosas. En ningún momento he estado más cerca de realizar mi deseo. Pero cuando me disponía a regresar a la silla oí de nuevo las pisadas en el pasadizo, ordené brevemente las rosas en el altar; y entonces la vi aparecer en el vano de la puerta con la lámpara en alto.
xxTenía puesto el saquito oscuro y las medias rosadas, pero había en su rostro algo como la fosforescencia de una revelación. No parecía entonces la mujer que desde hace veinte años cultiva rosas en el huerto, sino la misma niña que en aquella tarde de agosto trajeron a la pieza vecina para que se cambiara de ropa y que regresaba ahora con una lámpara, gorda y envejecida, cuarenta años después.
xxMis zapatos tienen todavía la dura costra de barro que se les formó aquella tarde, a pesar de que permanecieron secándose durante veinte años junto al fogón apagado. Un día fui a buscarlos. Esto fue después de que clausuraron las puertas, descolgaron del umbral el pan y el ramo de sábila, y se llevaron los muebles. Todos los muebles, menos la silla del rincón que me ha servido para estar durante todo este tiempo. Yo sabía que los zapatos habían sido puestos a secar y que ni siquiera se acordaron de ellos cuando abandonaron la casa. Por eso fui a buscarlos.
xxElla volvió muchos años después. Había transcurrido tanto tiempo, que el olor a almizcle del cuarto se había confundido con el olor del polvo, con el seco y minúsculo tufo de los insectos. Yo estaba solo en la casa, sentado en el rincón, esperando. Y había aprendido a distinguir el rumor de la madera en descomposición, el aleteo del aire volviéndose viejo en las alcobas cerradas. Entonces fue cuando ella vino. Se había parado en la puerta con una maleta en la mano, un sombrero verde y el mismo saquito de algodón que no se ha quitado desde entonces. Era todavía una muchacha. No había empezado a engordar, ni los tobillos le abultaban bajo las medias, como ahora. Yo estaba cubierto de polvo y telaraña cuando ella abrió la puerta y en alguna parte de la habitación guardó silencio el grillo que había estado cantando durante veinte años. Pero a pesar de eso, a pesar de la telaraña y el polvo, del brusco arrepentimiento del grillo y de la nueva edad de la recién llegada, yo reconocí en ella a la niña que en aquella tormentosa tarde de agosto me acompañó a coger nidos en el establo. Así como estaba, parada en la puerta con la maleta en la mano y el sombrero verde, parecía como si de pronto fuera a ponerse a gritar, a decir lo mismo que dijo cuando me encontraron boca arriba entre la hierba del establo, todavía aferrado al travesaño de la escalera rota. Cuando ella abrió la puerta por completo, los goznes crujieron y el polvillo del techo se derrumbó a golpes, como si alguien se hubiera puesto a martillar en el caballete; entonces ella vaciló en el marco de claridad, introduciendo después medio cuerpo en la habitación, y dijo con la voz de quien está llamando a una persona dormida: “¡Niño ¡Niño!” Y yo permanecí quieto en la silla, rígido, con los pies estirados.
xxCreía que sólo venía a ver el cuarto, pero siguió viviendo en la casa. Aireó la habitación y fue como si hubiera abierto la maleta y de ella hubiera salido su antiguo olor a almizcle. Los otros se llevaron los muebles y la ropa en los baúles. Ella sólo se había llevado los olores del cuarto, y veinte años después los trajo de nuevo, los colocó en su lugar y reconstruyó el altarcillo; igual que antes. Su sola presencia bastó para restaurar lo que la implacable laboriosidad del tiempo había destruido. Desde entonces come y duerme en la pieza de al lado, pero se pasa los días en ésta, conversando en silencio con los santos. Durante la tarde se sienta en el mecedor, junto a la puerta, y zurce la ropa mientras atiende a quienes vienen a comprarle flores. Ella se mece siempre mientras zurce la ropa. Y cuando viene alguien por un ramo de rosas, guarda la moneda en la esquina del pañuelo que se anuda a la cintura y dice invariablemente: “Coge las de la derecha, que las de la izquierda son para los santos”.
xxAsí ha estado en el mecedor durante veinte años, zurciendo sus cositas, meciéndose, mirando hacia la silla, como si por ahora no cuidara del niño que compartió con ella las tardes de la infancia, sino del nieto inválido que está aquí, sentado en el rincón desde cuando la abuela tenía cinco años.
xxEs posible que ahora, cuando vuelva a bajar la cabeza, pueda acercarme a las rosas. Si logro hacerlo iré hasta la colina, las pondré sobre el túmulo y regresaré a mi silla, a esperar el día en que ella no vuelva al cuarto y cesen los ruidos en las piezas de al lado.
xxEste día habrá una transformación en todo esto, porque yo tendré que salir otra vez de la casa para avisarle a alguien que la mujer de las rosas, la que vive sola en la casa arruinada, está necesitando cuatro hombres que la conduzcan a la colina. Entonces quedaré definitivamente solo en el cuarto. Pero en cambio ella estará satisfecha. Porque ese día sabrá que no era el viento invisible lo que todos los domingos llegaba a su altar y le desordenaba las rosas.
García Márquez, Gabriel. Ojos de perro azul. Ariel Universal; Guayaquil, 1974.
DIGO QUE NO MURIÓ
DIGO QUE NO MURIÓ
Digo que no murió
yo no lo creo
‒no lo dejaron ver por el hermano
y lo dieron por muerto tantas veces‒
y además
cómo morirse el Che
cuando quedaba
tanta tarea por hacer
cuando tenía
que recorrer la América Latina
hermoso como un rayo
incendiándola
como un rayo de amor
destruyendo y creando
destruyendo y creando como en Cuba.
Qué iba a morirse el Che
qué va a morirse.
Pero esa foto atroz
aquella bota
cómo partía el alma aquella bota
la sucia bota y norteamericana
señalando la herida con desprecio.
No hay que creerlo. Hubo
tantas contradicciones
y lo dieron por muerto tantas veces.
Qué iba a morirse el Che.
Él nada menos
se iba a dejar cercar en ese valle
iba a salir a un claro
iba a quedarse
a estarse allí
a dejar
que le rompa las piernas la metralla.
Yo no voy a creerlo
aunque lo llore Cuba
aunque haga duelo
toda Latinoamérica.
No hay que creerlo. Un día
un buen día dirán está en Brasil
o se alzará en Colombia o Venezuela
a ayudar
a ayudarnos
y ese día
una ola de amor americano
moverá el continente
alzará al Che de América.
No creo que murió
no puedo creerlo
y no voy a creerlo
aunque lo afirme el mismo Fidel Castro.
Pero amigos
hermanos
no olvidarse
no olvidar nunca el rostro despreciado
el corazón más sucio que esa bota
ni la mano vendida
acordarse del rostro
de la mano
acordarse del nombre
hasta que llegue el día
y cuando llegue
cuando suene la hora
acordarse del nombre y de la cara
de ese teniente Prado.
Vilariño, Idea. Poesía completa. Barcelona; Ed. Lumen, 2008.
NABO, EL NEGRO QUE HIZO ESPERAR A LOS ÁNGELES
xxNabo estaba de bruces sobre la hierba muerta. Sentía el olor a establo orinado, estregándose en el cuerpo. Sentía en la piel gris y brillante el rescoldo tibio de los últimos caballos, pero no sentía la piel. Nabo no sentía nada. Era como si se hubiera quedado dormido con el último golpe de la herradura en la frente, y ahora no tuviera más que ese solo sentido. Un doble sentido que le indicaba a la vez el olor a establo húmedo y el innumerable cositeo de los insectos invisibles en la hierba. Abrió los párpados. Volvió a cerrarlos y permaneció quieto después, estirado, duro, como había estado toda la tarde, sintiéndose crecer sin tiempo, hasta cuando alguien dijo a sus espaldas: “Anda, Nabo. Ya dormiste bastante”. Se volteó y no vio los caballos, pero la puerta estaba cerrada. Nabo debió imaginar que las bestias estaban en algún lugar de la oscuridad, a pesar de que no oía su impaciente cocear. Imaginaba que quien le hablaba lo hacía desde afuera de la caballeriza, porque la puerta estaba cerrada por dentro y la tranca corrida. Otra vez dijo la voz a sus espaldas: “Es cierto, Nabo, ya dormiste bastante. Tienes como tres días de estar durmiendo…” Sólo entonces Nabo abrió los ojos por completo y recordó: “Estoy aquí porque me pateó un caballo”.
xxNo sabía en qué hora estaba viviendo. Ahora los días habían quedado atrás. Era como si alguien hubiera pasado una esponja húmeda sobre aquellos remotos sábados en la noche en que iba a la plaza del pueblo. Se olvidó de la camisa blanca. Se olvidó de que tenía un sombrero verde, de paja verde, y un pantalón oscuro. Se olvidó de que no tenía zapatos. Nabo iba a la plaza los sábados en la noche, se sentaba en un rincón, callado, pero no para oír la música sino para ver al negro. Todos los sábados lo veía. El negro usaba anteojos de carey amarrados a las orejas y tocaba el saxofón en uno de los atriles posteriores. Nabo veía al negro, pero el negro no veía a Nabo. Por lo menos, si alguien hubiera visto seguido que Nabo iba a la plaza los sábados por la noche para ver al negro y le hubiera preguntado ‒no ahora, porque no podría recordarlo‒ si el negro lo había visto alguna vez. Nabo habría dicho que no. Era lo único que hacía después de cepillar los caballos: ver al negro.
xxUn sábado, el negro no estuvo en su puesto de la banda. Nabo debió pensar al principio que no volvería a tocar en los conciertos populares, a pesar de que el atril estaba allí. Aunque precisamente por eso, por el atril, fue por lo que más tarde pensó que el negro volvería el sábado siguiente. Pero el sábado siguiente no volvió ni estaba el atril en su puesto.
xxNabo se volteó sobre un costado y vio al hombre que le hablaba. Al principio no lo reconoció, borrado por la oscuridad de la caballeriza. El hombre estaba sentado en una saliente del entablado, hablando y dándose golpecitos en las rodillas. “Me pateó un caballo”, volvió a decir Nabo, tratando de reconocer al hombre. “Es verdad” ‒dijo el hombre‒. “Ahora los caballos no están aquí y te estamos esperando en el coro.” Nabo sacudió la cabeza. Todavía no había empezado a pensar. Pero ya creía haber visto al hombre en alguna parte. El hombre decía que a Nabo lo estaban esperando en el coro. Nabo no entendía, pero tampoco extrañaba que alguien le dijera eso, porque todos los días, mientras cepillaba los caballos, inventaba canciones para distraerlos. Después cantaba en la sala para distraer a la niña muda, con las mismas canciones de los caballos. Pero la niña estaba en otro mundo, en el mundo de la sala, sentada, con los ojos fijos en la pared. Si cuando cantaba alguien le hubiera dicho que lo llevaría a un coro, no se habría sorprendido. Ahora se sorprendía menos porque no entendía. Estaba fatigado, embotado, bruto. “Quiero saber dónde están los caballos”, dijo. Y el hombre dijo: “Ya te dije que los caballos no están aquí; sólo nos interesaba traer una voz como la tuya”. Y quizás, boca abajo sobre la hierba, Nabo oía, pero no podía diferenciar el dolor que había dejado la herradura en la frente, de las otras sensaciones desordenadas. Volvió la cabeza en la hierba y se quedó dormido.
xxNabo fue todavía durante dos o tres semanas a la plaza, a pesar de que el negro ya no estaba en la banda. Tal vez alguien le habría respondido si Nabo hubiera preguntado qué había sucedido con el negro. Pero no lo preguntó, sino que siguió asistiendo a los conciertos hasta cuando otro hombre, con otro saxófono, vino a ocupar el puesto del negro. Entonces Nabo se convenció de que el negro no volvería más y resolvió no volver él mismo a la plaza. Cuando despertó creía haber dormido muy poco tiempo. Todavía le ardía en la nariz el olor a hierba húmeda. Todavía permanecía la oscuridad, delante de sus ojos, rodeándolo. Pero todavía el hombre estaba en el rincón. La voz oscura y pacífica del hombre que se golpeaba las rodillas, diciendo: “Te estamos esperando, Nabo. Tienes como dos años de estar durmiendo y no has querido levantarte”. Entonces Nabo volvió a cerrar los ojos. Los abrió luego. Se quedó mirando hacia el rincón y vio otra vez al hombre, desorientado, perplejo. Sólo entonces lo reconoció.
xxSi los de la casa hubiéramos sabido qué hacía Nabo en la plaza los sábados en la noche, habríamos pensado que cuando dejó de ir lo hizo porque ya tenía música en la casa. Esto fue cuando llevamos la ortofónica para distraer a la niña. Cuando se necesitaba una persona que le diera cuerda durante todo el día, parecía lo más natural que esa persona fuera Nabo. Podría hacerlo cuando no tuviera que atender a los caballos. La niña permanecía sentada, oyendo los discos. A veces, cuando la música estaba sonando, la niña bajaba del asiento, sin dejar de mirar la pared, babeando, y se arrastraba hasta el comedor. Nabo levantaba la aguja y empezaba a cantar. Al principio, cuando llegó a la casa y le preguntamos qué sabía hacer, Nabo dijo que sabía cantar. Pero eso no le interesaba a nadie. Lo que se necesitaba era un muchacho que cepillara los caballos. Nabo se quedó, pero siguió cantando, como si lo hubiéramos aceptado para que cantara y eso de cepillar los caballos no fuera sino una distracción que hacía más liviano el trabajo. Eso duró más de un año, hasta cuando los dos de la casa nos acostumbramos a la idea de que la niña no podría caminar, no reconocería a nadie, no dejaría de ser la niña muerta y sola que oía la ortofónica, mirando la pared fríamente, hasta cuando la levantábamos del asiento y la conducíamos al cuarto. Entonces dejó de dolernos; pero Nabo siguió fiel, puntual, dándole cuerda a la ortofónica. Eso fue por los días en que Nabo no había dejado de asistir a la plaza los sábados en la noche. Un día, cuando el muchacho estaba en la caballeriza, alguien dijo junto a la ortofónica: “Nabo”. Estábamos en el corredor, sin preocuparnos de lo que nadie hubiera podido decir. Pero cuando oímos por segunda vez “Nabo”, levantamos la cabeza y preguntamos: ¿Quién está con la niña? Y alguien dijo: “No he visto entrar a nadie”. Y otro dijo: “Estoy seguro de haber oído una voz que dijo: ¡Nabo!” Pero cuando fuimos a ver sólo encontramos a la niña en el suelo, recostada contra la pared.
xxNabo regresó temprano y se acostó. Fue el sábado siguiente que no volvió a la plaza porque el negro ya había sido reemplazado, y tres semanas después, un lunes, la ortofónica empezó a sonar mientras Nabo se encontraba en la caballeriza. Nadie se preocupó al principio. Sólo después, cuando vimos venir al negrito, cantando y chorreando todavía el agua de los caballos, le dijimos: “¿Por dónde saliste?” Él dijo: “Por la puerta. Estaba en la caballeriza desde el mediodía”. “La ortofónica está sonando. ¿No la oyes?”, le dijimos. Y Nabo dijo que sí. Y nosotros le dijimos: “¿Quién le dio cuerda?” Y él, encogiéndose de hombros: “La niña. Hace tiempo es ella la que le da cuerda”.
xxAsí estuvieron las cosas hasta el día en que lo encontramos de bruces en la hierba, encerrado en la caballeriza y con la orilla de la herradura incrustada en la frente. Cuando lo levantamos por los hombros, Nabo dijo: “Estoy aquí porque me pateó un caballo”. Pero nadie se interesó por lo que él pudiera decir. Nos interesaban los ojos fríos y muertos y la boca llena de espumarajos verdes. Pasó toda la noche llorando, ardido por la fiebre, delirando, hablando del peine que se perdió en los yerbales de la caballeriza. Esto fue el primer día. Al siguiente, cuando abrió los ojos y dijo: “Tengo sed” y le llevamos agua y se la bebió toda de un sorbo y pidió un poco más dos veces, le preguntamos cómo se sentía y él dijo: “Me siento como si me hubiera pateado un caballo”. Y siguió hablando durante todo el día y toda la noche. Y finalmente se sentó en la cama, señaló hacia arriba, con el índice, y dijo que el galope de los caballos no lo había dejado dormir en toda la noche. Pero desde la noche anterior no tenía fiebre. Ya no deliraba, pero siguió hablando hasta cuando le introdujeron un pañuelo en la boca. Entonces Nabo empezó a cantar por detrás del pañuelo: a decir que oía, junto a la oreja, la respiración de los caballos, buscando el agua por encima de la puerta cerrada. Cuando le quitamos el pañuelo para que comiera algo, se volteó contra la pared y todos creímos que se había dormido y hasta es posible que hubiera dormido un poco. Pero cuando despertó ya no estaba en la cama. Tenía los pies atados y las manos atadas a un horcón del cuarto. Amarrado, Nabo empezó a cantar.
xxCuando lo reconoció Nabo le dijo al hombre: “Yo lo he visto antes”. Y el hombre dijo: “Todos los sábados me veías en la plaza”, y Nabo dijo: “Es verdad, pero yo creía que yo lo veía a usted y usted no me veía”. Y el hombre dijo: “Nunca te vi, pero después, cuando dejé de ir, sentí como si alguien hubiera dejado de verme los sábados”; y Nabo dijo: “Usted no volvió más pero yo seguí yendo durante tres o cuatro semanas”. Y el hombre, todavía sin moverse, dándose golpecitos en las rodillas, “Yo no podía volver a la plaza, a pesar de que era lo único que valía la pena”. Nabo trató de incorporarse, sacudió la cabeza en la hierba y siguió oyendo la fría voz obstinada, hasta cuando ya no tuvo tiempo ni siquiera para saber que otra vez se estaba quedando dormido. Siempre, desde cuando lo pateó el caballo, le sucedía eso. Y siempre oía la voz “Te estamos esperando, Nabo. Ya no hay manera de medir el tiempo que llevas de estar dormido”.
xxCuatro semanas después de que el negro volvió a la banda, Nabo le estaba peinando la cola a uno de los caballos. Nunca lo había hecho. Simplemente los cepillaba y se ponía a cantar mientras tanto. Pero el miércoles había ido al mercado y había visto un peine y se había dicho: “Este peine para peinarle la cola a los caballos”. Entonces fue cuando sucedió lo del caballo que le dio la patada y lo dejó atolondrado para toda la vida, diez o quince años antes. Alguien dijo en la casa: “Era preferible que se hubiera muerto aquel día y no que siguiera así, rematado, hablando disparates para toda la vida”. Pero nadie había vuelto a verlo desde el día en que lo encerramos. Sólo sabíamos que estaba allí, encerrado en el cuarto, y que desde entonces la niña no había vuelto a mover la ortofónica. Pero en la casa apenas teníamos interés en saberlo. Lo habíamos encerrado como si fuera un caballo, como si la patada le hubiera comunicado la torpeza y se le hubiera incrustado en la frente toda la estupidez de los caballos: la animalidad. Y lo dejamos aislado en cuatro paredes, como si hubiéramos resuelto que se muriera de encierro porque no habíamos tenido la suficiente sangre fría para matarlo de otra manera. Así pasaron catorce años, hasta cuando uno de los niños creció y dijo que tenía deseos de verle la cara. Y abrió la puerta.
xxNabo volvió a mirar al hombre. “Me pateó un caballo”, dijo. Y el hombre dijo: “Hace siglos que estás diciendo eso y, mientras tanto, te estamos aguardando en el coro”. Nabo volvió a sacudir la cabeza, volvió a hundir la frente herida en la hierba y creyó recordar, de pronto, cómo habían sucedido las cosas. “Era la primera vez que le peinaba la cola a un caballo”, dijo. Y el hombre dijo: “Nosotros lo quisimos así, para que vinieras a cantar en el coro”. Y Nabo dijo: “No he debido comprar el peine”. Y el hombre dijo: “De todos modos lo habrías encontrado. Nosotros habíamos resuelto que encontraras el peine y le peinaras la cola a los caballos”. Y Nabo dijo: “Nunca me había parado detrás”. Y el hombre, todavía tranquilo, todavía sin parecer impaciente: “Pero te paraste y el caballo te pateó. Era la única manera de que vinieras al coro”. Y la conversación, implacable, diaria, continuó hasta cuando alguien dijo en la casa: “Hacía como quince años que nadie abría esa puerta”. La niña ‒no había crecido. Había pasado de los treinta años y empezaba a entristecer en los párpados‒ estaba sentada, mirando la pared, cuando abrieron la puerta. Ella volteó el rostro, olfateando, hacia el otro lado. Y cuando cerraron la puerta, volvieron a decir: “Nabo está tranquilo. Ya no se mueve adentro. Un día de esos se morirá y no lo sabremos sino por el olor”. Y alguien dijo: “Lo sabremos por la comida. Nunca ha dejado de comer. Está bien así, encerrado, sin que nadie lo moleste. Por el lado de atrás le entra buena luz”. Y las cosas se quedaron de ese modo; sólo que la niña siguió mirando hacia la puerta, olfateando el vaho caliente que se filtraba por la hendidura. Estuvo así hasta la madrugada, cuando oímos un ruido metálico en la sala y recordamos que era el mismo ruido que se oía quince años atrás, cuando Nabo le daba cuerda a la ortofónica. Nos levantamos, encendimos la lámpara y oímos los primeros compases de la canción olvidada; de la canción triste que se había muerto en los discos desde hacía tanto tiempo. El ruido siguió sonando cada vez más forzado, hasta cuando se oyó un golpe seco, en el instante en que llegamos a la sala y sentimos que todavía el disco seguía sonando y vimos a la niña en el rincón junto a la ortofónica, mirando a la pared y con la manivela levantada, desprendida de la caja sonora. No nos movimos. La niña no se movió sino que siguió allí, quieta, endurecida, mirando la pared y con la manivela levantada. Nosotros no dijimos nada, sino que regresamos al cuarto, recordando que alguien nos había dicho alguna vez que la niña sabía darle cuerda a la ortofónica. Pensándolo nos quedamos sin dormir, oyendo la musiquita gastada del disco que seguía girando con el exceso de la cuerda rota.
xxEl día anterior, cuando abrieron la puerta, olía adentro a desperdicios biológicos, a cuerpo muerto. El que había abierto gritó: “¡Nabo! ¡Nabo!” Pero nadie respondió desde adentro. Junto a la hendija estaba el plato vacío. Tres veces al día se introducía el plato por debajo de la puerta y tres veces el plato volvía a salir, sin comida. Por eso sabíamos que Nabo estaba vivo. Pero nada más que por eso.
xxYa no se movía adentro, ya no cantaba. Y debió ser después que cerraron la puerta cuando Nabo dijo al hombre: “No puedo ir al coro”. Y el hombre preguntó: “¿Por qué?” Y Nabo dijo: “Porque no tengo zapatos”. Y el hombre, levantando los pies, dijo: “Eso no importa. Aquí nadie usa zapatos”. Y Nabo vio la planta amarilla y dura de los pies descalzos que el hombre tenía levantados. “Hace una eternidad que estoy aquí”, dijo el hombre. “Hace apenas un momento que me pateó el caballo” ‒dijo Nabo‒. “Ahora me echaré un poco de agua en la cabeza y los llevaré a dar una vuelta.” Y el hombre dijo: “Ya los caballos no necesitan de ti. Ya no hay caballos. Eres tú quien debe venir con nosotros”. Y Nabo dijo: “Los caballos deberían estar aquí”. Se incorporó un poco, hundió las manos entre la hierba mientras el hombre decía: “Hace quince años que no tienen quien los cuide”. Pero Nabo rasguñaba el suelo debajo de la hierba, diciendo: “Todavía debe estar el peine por aquí”. Y el hombre decía: “La caballeriza la clausuraron hace quince años. Ahora está llena de escombros”. Y Nabo decía: “No hay escombros que se formen en una tarde. Hasta que no encuentre el peine no me moveré de aquí”.
xxAl día siguiente, después de que volvieron a asegurar la puerta, fue cuando volvieron a oírse los trabajosos movimientos interiores. Nadie se movió después. Nadie volvió a decir nada cuando se oyeron los primeros crujidos y la puerta empezó a ceder, presionada por una fuerza descomunal. Se oía, adentro, como el jadeo de una bestia acorralada. Finalmente se oyó el chasquido de los goznes oxidados al romperse, cuando Nabo volvió a sacudir la cabeza. “Mientras no encuentre el peine no iré al coro ‒dijo‒ Debe estar por aquí.” Y escarbó la hierba, rompiéndola, arañando el suelo, hasta cuando el hombre dijo: “Está bien, Nabo. Si lo único que esperas para venir al coro es encontrar el peine, anda a buscarlo”. Se inclinó hacia adelante, oscurecido el rostro por una paciente soberbia. Apoyó las manos contra la talanquera y dijo: “Anda, Nabo. Yo me encargaré de que nadie pueda detenerte”.
xxY entonces la puerta cedió, y el enorme negro bestial, con la áspera cicatriz marcada en la frente ‒a pesar de que habían transcurrido quince años‒ salió atropellándose por encima de los muebles, tropezando con las cosas, levantados y amenazantes los puños, que aún tenían la cuerda con que lo amarraron quince años antes ‒cuando era un muchachito negro que cuidaba los caballos‒, vociferando por los corredores, después de haber empujado con el hombro la puerta de una tempestad, y pasó ‒antes de llegar al patio‒ junto a la niña, que permanecía sentada todavía con la manivela de la ortofónica en la mano desde la noche anterior ‒ella al ver la negra fuerza desencadenada, recordó algo que en un tiempo debió ser palabra‒ y llegó al patio ‒antes de encontrar la caballeriza‒, después de haberse llevado con el hombro el espejo de la sala, pero sin ver a la niña ‒ni junto a la ortofónica ni el espejo‒ y se puso de cara al sol, con los ojos cerrados, ciego ‒cuando todavía no cesaba adentro el estrépito de los espejos rotos‒ y corrió sin dirección, como un caballo vendado, buscando instintivamente la puerta de la caballeriza que quince años de encierro habían borrado de su memoria pero no de sus instintos ‒desde aquel remoto día en que le peinó la cola al caballo y quedó atolondrado para toda la vida‒, y dejando atrás la catástrofe, la disolución, el caos, como un toro vendado en un cuarto lleno de lámparas, hasta cuando llegó al patio de atrás ‒todavía sin encontrar la caballeriza‒ y escarbó el suelo con esa furiosa tempestuosidad con que se había llevado el espejo, pensando quizás que al escarbar la hierba se levantaría de nuevo el olor a orín de yegua, antes de llegar por completo a las puertas de la caballeriza ‒y ahora más fuerte él mismo que su propia fuerza turbulenta‒ y empujarla antes de tiempo y caer adentro, de bruces, agonizante quizás, pero todavía ofuscado por esa feroz animalidad que medio segundo antes no le permitió oír a la niña que levantó la manivela, cuando lo vio pasar, y recordó babeando, pero sin moverse de la silla, sin mover la boca sino haciendo girar la manivela de la ortofónica en el aire, recordó la única palabra que había aprendido a decir en su vida y la gritó desde la sala: “¡Nabo! ¡Nabo!”
García Márquez, Gabriel. Ojos de perro azul. Ariel Universal; Guayaquil, 1974.
HOY: SEGUNDA LECTURA EN EL CICLO DE LECTURAS POÉTICAS EN NdelT. MIGUEL MARTÍNEZ LÓPEZ.
Esta noche es la segunda lectura del ciclo de lecturas poéticas en NdelT. Hoy le toca el turno a Miguel Martínez López.
Aquí tienen uno de los poemas que aparece en la plaquette (con diseño de Cristina Morano) con la que se obsequiará a los asistentes:
TÚ, TU MADRE Y LAS CEBOLLAS
¡Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas¡
Justo cuando estoy a un paso de Mallarmé, de Rilke,
de Celan, de pasmar a Gamoneda. A punto de encontrar
el verso etéreo, preciso, ultraterreno. Muy cerca de horadar
la cáscara de luz del universo, cuando estoy a esto
de hipostasiarme un poco con el Uno de Plotino,
cuando voy a resumir a Heidegger en dos versículos
o estoy tan casi Juan Ramón que no me aguanto…
Justo entonces
me vienes tú a la mente
partiendo una cebolla
o hablando por el móvil con tu madre…
y a mí, no sé por qué,
me fascinaba oír aquellas charlas,
en fin me pongo a recordar esas sandeces.
y por vuestra culpa el mundo
está perdiendo un gran poeta
no sé si tú,
tu madre
y las cebollas
sois conscientes.
MAÑANA: SEGUNDA LECTURA DEL CICLO EN NdelT
Después de que hace quince días inaugurara el ciclo Javier Moreno, mañana estará Miguel Martínez López en el ciclo de lecturas poéticas en NdelT (C/Tabernillas, 15 -La Latina-).
Desde aquí sigo recomendando que no se pierdan ninguna de las lecturas del ciclo.
AGRADECIMIENTO
AGRADECIMIENTO
xxxxxxxxxxxxxxxEsto, que de poema tiene sólo la forma, es un
xxxxxxxxxxxxxxxagradecimiento a quienes nos están enviando
xxxxxxxxxxxxxxxfolletos con las fotos de los cadáveres de los gue-
xxxxxxxxxxxxxxxrrilleros muertos en Bolivia, enmarcadas, eso
xxxxxxxxxxxxxxxsí, por textos falaces y torpes que, como siem-
xxxxxxxxxxxxxxxpre, como hacen en Vietnam a cada rato,
xxxxxxxxxxxxxxxerran el blanco (1968).
Agradezco
agradezco de verdad
de todo corazón
esos pobres retratos de sus muertes queridas
sus muertes por nosotros
que hasta el día de hoy no habían tenido
sino un rostro
el del Che.
Agradezco
agradezco y si pudiera
retribuir con creces
si yo también tuviera
semejantes servicios de información
con gusto
más
con feroz pasión prepararía
algo más que un folleto
para retribuir
prepararía un álbum
con las fotos de veinte mil muchachos
también agujereados también rotos
también quemados
muertos
mientras los ocupaban en destruir Vietnam
que por allá se pudren.
Sí.
Uno está vivo
vivo
y algún día se muere
y
luego se pudre.
Y qué.
También el lindo Kennedy
y el pobre pastor King
sin que nunca hayan hecho la guerrilla.
Hay algunos
hay muchos
que mueren en la cama
‒no veo la ventaja‒
pero por conseguirlo
hay quienes por la vida
van meneando la cola hasta arrancársela.
Otros
si nacen negros y en Estados Unidos
o en países así
a veces son matados como perros
y también quedan por ahí tirados.
Si por acaso se nació en Vietnam
es posible morir ametrallado
asfixiado pateado
tajeado contagiado retorcido
asado envenenado destrozado
por los occidentales y cristianos
por los occidentales y cristianos
por los cristianos digo.
Si tienen más fotografías
y no es mucha molestia
por favor les pedimos
no dejen de enviarlas.
Nadie se asusta de una muerte al solo
cuando se da la vida por un sueño.
Aquí en el Uruguay
los venerados héroes
anduvieron también por las cuchillas
y dejaron sus huesos por ahí.
Y el que hoy va a la guerrilla en Sud América
no va como ese chico de Khe Sanh
que quería comprarse un grabador.
Y el pobre bestia se alquiló tan sólo
por cobrar unos dólares de más.
Pero Señores
esto es otra cosa.
Cómo no lo aprendieron en Vietnam.
Esto se llama libertad o muerte
y para muchos ésa
no es una linda frase y nada más
es Libertad o Muerte
y lo de libertad va contra ustedes
lo de muerte también va contra ustedes.
Y hay quienes por cumplirlo
van a la muerte.
Y qué.
Y hay además de ustedes
mercenarios
cipayos
vendepatrias
sicarios y malinches
y hay imbéciles
que también son el blanco de esa frase
que también tienen por opción la muerte.
Y hay ‒Señores‒
seguro
quién lo duda
hay que elegir con decisión porque hay
dos vidas y dos muertes posibles
y porque hay
diferentes maneras de pudrirse.
Y ustedes
sin quererlo
ayudan a elegir en todo el mundo.
Gracias por todo. Libertad o muerte.
Vilariño, Idea. Poesía completa. Barcelona; Ed. Lumen, 2008.