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RONDA DE SOLOS -extractos-
xxxApoyo la espalda en la pared de un negocio enrejado. Un cartel avisa tras el escaparate que se vende y muestra un número de teléfono; no me hubiera extrañado si hubiera sido el mío: yo también he cerrado el negocio, aunque sea de forma temporal. Creo que eso es lo que ocurre. Estoy distanciado de la música. Desafecto. Mi búsqueda de una tienda no es más que un movimiento de inercia.
xxxEntonces me da por pensar que, si esta separación de la música se prolonga demasiado, tal vez sea incapaz de volver a tocar como siempre. Que llegue a olvidar mis conocimientos musicales, que el solfeo se vuelva un idioma extranjero. Quizá tendría que ir a una tienda de discos y comprar los que pudiera, para aferrarme como sea a la música. Para hacer pie en algún sitio.
xxxPiensa en la última vez que fuiste ingenioso. En medio de la conversación, quizás a tres, cuatro o cinco bandas, un silencio de unos segundos se introdujo como una cuña, sin que nadie lo forzara, y tú recogiste el sedal de la última frase y lo devolviste al río con un comentario, una broma o una descripción, tan pertinente que cualquier testigo hubiera jurado que la charla no podía hilarse de otra manera. Eso son los solos de jazz, instantes encadenados de ingenio, concursos de matemáticos para televisión, ver el cronómetro correr mientras se anuncia que va a llegar tu turno. Pero no hablamos de una prueba de dos minutos, sino de dos horas en vivo, frente a una audiencia.
* * *
xxxHe explorado y vivido lo suficiente para darme cuenta de que aquí no encajo. No mientras ande sin propósito. Yo pertenezco a los lugares, como mi pecio del punto cero, no a los entornos sociales. Siento que me he vuelto un extraño, y la visión de este lugar me parece una especie de premio que no sé si merezco.
xxxSopeso la posibilidad de dar media vuelta y deshacer el camino, refugiarme en mi fonda de colores cambiantes, donde el mundo antiguo está congelado mientras fuera las Maruxas cargan con la responsabilidad del progreso.
xxxPero el pasaje me ha llevado hasta aquí —llevo un rato sin consultar mapas— y no quiero parecer descortés.
xxxLa plaza se extiende a dos niveles, unidos por unas escaleras de piedra. Desde el nivel superior, un pasillo que utiliza una terraza para extender sus sillas y mesas, se domina la zona en toda su extensión. transigiremos con lo que manda el destino.
xxxMe siento y escucho las conversaciones de los parroquianos con disimulo. Hay en la voz asturiana una combinación de suavidad e ironía, como si aquello que sucediera le estuviera pasando a otra persona. Las palabras de un castellano saben a tierra. Las de un andaluz a un vino que amplifica el sabor de los alimentos. Las asturianas calientan mis manos como castañas asadas.
xxxPienso que tal vez podría anotar sus diálogos, pero lo desestimo. Odio a los cotillas. Me conformo con seguir apuntando las citas de mis músicos favoritos. Que hablen ellos en vez de yo. No recordaré sus palabras pero sí la entonación con que se dijeron.
xxxTomo un café. Cambio de terraza y pido otro. La cafeína no me hace efecto. Me hago con un ejemplar de La Nueva España y otro de La Voz de Avilés. Desahucios, un Shakespeare en el Niemeyer, conflictos laborales que un juez debe resolver… ¿Esto ha sucedido ayer o hace diez años? Ninguna noticia parece remitir al presente.
xxxEs la tarde del sábado y al tiempo que el tiempo se esfuma, yo sigo tan perdido como ayer, cuando estaba plantado en el aeropuerto de Asturias frente a los carteles que me ofrecían escapadas a París, a Lisboa, a Londres. Viajar es un asunto comprometido: yo no quiero cambiar de escenario, quiero romper estas ataduras que me perseguirían ya estuviera en Avilés o en Dublín.
Carrasco, José Luis. Ronda de solos. Murcia; Ed. Boria, 2020.
SUEÑOS DESBOCADOS
NUEVAS ESPECIES DE ÓXIDO
Prólogo. Escenario vacío.
Entra. Respira, asiente y habla:
Vivir.
Vivir y darse cuenta de que ninguna herida está cerrada.
Levantarse.
Levantarse y morder la úlcera.
xxxxxxY mirarse.
Mirarse en el espejo con los dientes llenos de sangre
y entender que
aun siendo devorado por una nube de mariposas y polillas
existe algo malo en todo esto.
La herrumbre: lo mío o Treinta minutos de microcosmos
Media hora son treinta minutos muertos
que dan para paja y poema.
En ese orden.
Ahora bien:
nadie habla de ello.
Creo que
toda la bohème de principios de siglo
Mallarmé ante Debussy y el preludio de su fauno
Stravinski en la octotónica del Pájaro de fuego
Nijinsky desnudo mirando a Diaguilev sin parpadear
Apollinaire dando la vuelta al cuaderno
Picasso eliminando la parte trasera de su ojo.
Todos
se matarían a pajas.
Pero nadie habla de ello.
Porque no concibo a Tzara y su:
¡Dadá no significa nada!
sin antes un buen momento para sí mismo.
Y porque es divertido
y también sensato
entender toda la historia del arte como una variación de la tensión y la distensión sexual.
El poema de la paja ha de ser como esta:
un fútil intento estéril de autosatisfacción.
Inútil y pasajero.
Un poema enraizado en ese hastío
un esfuerzo de cincuenta calorías
como el soneto poco inspirado de un Lope o un Garcilaso cualquiera.
Y ahí ha de quedar.
Soriano Santacruz, Antonio. Nuevas especies de óxido. Murcia; Ed. Boria, 2020.
LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (114)
Acaba de llegarme a casa ‘Artefactum’, el nuevo libro de David González Lago, publicado por Bajamar editores. Gracias tanto a él como al editor por habérmelo enviado; de aquí a nada les cuento.
¿QUÉ HILAN ENTRE SÍ LOS DÍAS?
¿QUÉ hilan entre sí los días?
Mortaja o capullo
obligan a cambiar el sentido
del camino y su noche
Miento si digo que no he aprendido
pero miento igualmente
si digo que ya sé
Lentini, Rosa. Poesía reunida (2014-1994). Barcelona; Ed. Animal sospechoso, 2015.
OSADÍA
A PLENO SOL
A PLENO SOL
..(Página 805)
A pleno sol. En la calle.
Entre rimas y azulejos.
Alguien nos ve desde lejos,
alguien no pierde detalle
mientras yo traspongo el talle,
la pelvis, el becqueriano
«eres tú», el juanramoniano
«así es la rosa», y penetro
un poco, otro poco, un metro
dos metros… pierdo la mano.
Cierras las piernas, de pronto,
y pierdo la mano izquierda.
No es lógico que la pierda,
pero la pierdo. Soy tonto,
quiero pero no remonto,
hurgo ahora más que antes.
Vulva glotona. Cortantes
labios, cepo de infelices.
Y tú solamente dices
que me parezco a Cervantes.
Díaz Pimienta, Alexis. Diario erótico de Robinson Crusoe. Almería; Ed. Scripta Manent, 2016.
DIARIO ERÓTICO DE ROBINSON CRUSOE
PERFECTA FELATRIZ
……..(Página 13)
Siempre callada. Callada.
Siempre con la boca llena
de silencio. Siempre ajena.
Siempre sin decirme nada.
Siempre la boca ocupada.
Siempre los labios abiertos,
la lengua glosando ciertos
pasajes decamerónicos.
Siempre nuestros vicios crónicos.
¿La petite mort? Los dos muertos.
….MUJER
(Página 33)
Mujer, océano hirviente,
transparencia de la sal
¿Quién dijo que soy fatal?
Viernes miente, el Loro miente,
Daniel Defoe ya no siente
nada por su personaje.
Mujer, trampa del oleaje,
alta marea sin luna:
naufragar en ti es una
invitación a otro viaje.
ROBINSON RECUERDA AMORES VIEJOS
………………………..(Página 440)
Lunes.
Pleamar.
El vino no embriaga como otras veces.
Vine por ti y no apareces.
Volvió a llover.
El camino me vio otra vez concubino
de una nube respondona.
El agua desalmidona un miedo recién planchado.
Lunes.
Pleamar.
Qué aislado vivo en mi propia persona.
FRENTE AL VENTILADOR
………….(Página 996)
Estás ardiendo, mujer.
He puesto un ventilador
pero es tanto tu calor
que el pobre, qué puede hacer.
El aire ha empezado a arder.
Te me estás evaporando.
Hasta el sol está sudando
de ver tu último desnudo.
Y yo, quieto, cabizmudo,
mirando, mujer, mirando…
SEX SYMBOL
.(Página 69)
Qué Brigitte Bardot, ni Lynda
Carter, ni Bárbara Eden
ni Lyz Taylor… No te pueden
comparar. Ninguna brinda
esta desnudez, la guinda
para sex symbol modelo.
Ninguna tiene tu pelo:
Ninguna tiene tu olor.
Tu sed. Tu voz. Tu color.
Tu cara de bestia en celo.
Qué Raquel Welch, ni Sofía
Loren, ni Mae West, ni Tina
Louise, ni Diana Rigg, ni Gina
Lollobrigida… Algún día
aceptarán que tenía
razón yo, el vulgar amante,
el eréctil caminante
de tu espalda marinera,
alpinista en tu cadera,
buzo en tu vulva gigante.
Qué Julie Newmar, ni Dian
Parkinson, ni Norma Jean,
ni Anita Ekberg, ni Jayne
Mansfield, ni Madonna o Pam
Anderson… Todas están
muy lejos, muy por debajo
de tu normal desparpajo.
Ninguna se te asemeja.
Ninguna de ellas me deja
tan exhausto, tan pingajo.
Qué Demi Moore, ni Jane Fonda,
ni Ursula Andress, ni Kim
Basinger, ni Catherine
Deneuve… Dudo que responda
alguna a tu tan oronda
manera de proyectarte,
desnudarte, solazarte,
abrirte, gemir, sudar…
Ninguna es hembra y pleamar.
Ninguna es pleamar y arte.
Qué Cher ni Sharon Stone,
ni qué Claudia Cardinale,
ni Natalie Wood, no vale
ni la Olivia Newton-John.
Ni Betty Boopr, la cartoon
preferida de mi infancia.
Les sobra glamour, jactancia,
ropas, vítores, tacones.
No son más que proyecciones
de tu cuerpo en la distancia.
Sex symbol, tú. Y sex modelo,
sex blasón, sex atributo.
Erótico filminuto.
Sicalíptico consuelo.
Sex symbol. Sex terciopelo.
Sex poema. Sex canción.
Sex arena. Sex colchón.
Sex marea. Sex. Sex. Sex…
¡Todos seremos tus ex!
¡Luces, cámara, acción!
MUJER CON DRAGÓN
…………(Página 74)
He tenido que volverme
un dragón: pura defensa.
Ante tu marea inmensa
me sentía tan inerme
que he tenido que volverme
un dragón, no te lo niego.
Al principio, como un juego.
Después, por mutuos reclamos.
Y ahora cuando nos besamos
hacemos canje de fuego.
MANZANAS
..(Página 23)
Mordisqueas la manzana,
suave, con satisfacción.
Un mordisco-insinuación
de muchacha casquivana.
Muerdes y la fruta, ufana,
grita: ¡trasgredan, trasgredan!,
mientras encima se enredan
decenas sin masticar.
¡Tentador imaginar
los pecados que nos quedan!
Díaz Pimienta, Alexis. Diario erótico de Robinson Crusoe. Almería; Ed. Scripta Manent, 2016.
ÓLEO DE UNA MUJER CON SOMBRERO
ÓLEO DE UNA MUJER CON SOMBRERO
…………………………(Página 2)
Otra vez en el recuerdo
eróticos comodines.
Otra vez entro en los cines
pensando en tu seno izquierdo.
Otra vez soy menos cuerdo,
menos ateo, menor
de edad (porque en el amor
se envejece por adioses).
Otra vez logro que poses
para mi cuadro interior.
Una mujer con sombrero
(como un cuadro de Chagall),
una mujer a sedal,
pespunteado el cuerpo entero.
Una mujer sin un pero,
bajo el fieltro bien planchado.
Una mujer que han tocado
(y tocada es diferente).
Una hembra que se presiente
cuadro recién dibujado.
Te estoy pintando otra vez
(Chagall, Greco, Lam, Tiziano):
el pelo, el rostro, una mano,
el pecho, el vientre, los pies.
Te pinto. Tu cuerpo es
mural, lienzo, cartulina.
El pincel de la retina
copia, traza, colorea,
donde nadie más te vea
dentro de mí, en una esquina.
Te pinto
otra vez
te pinto
lloviznada
bailarina.
Díaz-Pimienta, Alexis. Diario erótico de Robinson Crusoe. Almería; Ed. Scripta Manent, 2016.
PASAJERO DE TRÁNSITO (2ª edición)
SOBRE AVIONES Y PÁJAROS
Los pájaros y los aviones
juegan a despistarnos.
Ayer tarde cayó, justo en mi patio,
un gorrión lleno de pasajeros.
Y antes de ayer sorprendí a un Boeing
piando y picoteando migajas del mantel.
Los pájaros y los aviones son metáforas nuestras,
carencias afectivas, que diría el psicólogo.
Las cigüeñas, por ejemplo,
llevan siglos transportando viajeros.
Y las gaviotas, las palomas, los zopilotes,
llevándose o trayéndonos lo que necesitamos.
No entiendo, entonces,
por qué si muere un ave
no sale en los periódicos.
UNA TARDE EN BARAJAS, I
Definitivamente, un aeropuerto
no pertenece a una ciudad concreta.
Es un país ecléctico, un desierto,
una ciudad portátil e indiscreta.
Un aeropuerto es frío e indulgente,
no hace amistad, no ríe, no saluda.
Su transparencia es blancamente muda,
su belleza es brutal, incoherente.
Un aeropuerto se maquilla tanto
—escalera mecánica, altavoces,
puerta automática…— que no tiene encanto,
que no es palpable, teme que lo roces.
Y tú te vuelves sombra y desencanto:
andas contigo y no te reconoces.
VISITA DEL PETIRROJO
Como si el mundo comenzara
bajo este árbol donde está el petirrojo
y nosotros fuésemos un grabado intemporal sobre la hierba,
mirándonos extáticos como dos colegiales.
Así, el agua de la alberca recita su mansedumbre líquida;
así, los niños corren sobre el césped;
así, el guarda silba su impaciencia monótona;
así, la sombra de los árboles endulza el paladar,
como si el mundo terminase bajo este mismo árbol.
LA OTRA VIOLENCIA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxa Rafael Ángel Cos y Rafael Buzón
y todos nos tiramos contra el suelo, sobre la realidad,
porque nadie se creía culpable.
Vendedores de frutas y transeúntes,
muchachas de frágil coquetería,
niños «trabados» con sus propias caries;
todos hundimos la cabeza entre los brazos y el cemento,
imaginamos el agujero en el pecho de otro
y estrujamos entre los párpados la prensa de mañana.
Sólo la joven que tocaba el violín,
con el estuche abierto como una boca larga,
continuó su plegaria de jazz y desespero.
Se agujereó la música,
cayeron a sus pies los pedazos de aire,
se mezclaron arpegios, sangre, lágrimas.
Luego nos levantamos, nos sacudimos sobre la realidad
y nos marchamos con indiferencia
(porque nadie se creía culpable).
Sólo la joven que tocaba el violín
nos miraba, acusándonos.
ENCUENTRO LEJANO DE NUEVO TIPO
Las palomas de Plaza Nueva, en Granada,
son idénticas a las antiguas palomas de mi padre.
Recuerdo que él silbaba y las palomas parecían besarlo.
Yo no aprendí a silbar
—yo no pensé jamás venir a Plaza Nueva—
sin embargo, me miran y se acercan
con una docilidad inverosímil.
He de tener cierta manera de mirar,
cierto aire de viejo palomero.
Con un mínimo gesto de la mano,
con una leve variación del rostro,
abren las alas, comen, se enamoran.
A todos hace gracia que vengan donde yo,
que me rodeen con esa candidez de ave doméstica.
¿Sabrán acaso que mi padre ha muerto?
¿Tendrán las aves cierto código oscuro
para intuir el dolor de los hombres?
Dejo caer una lágrima y sólo así se van, se alejan,
como si oyeran aquel silbido familiar desde otra parte.
ÉL SOBREVIVE AL SOL TODOS LOS DÍAS
Un viejo de la vega de Granada
viene a ver el crepúsculo en el río
todos los días: un ritual sombrío,
un capricho final de la mirada.
Vigila su reloj. Una gastada
piedra sirve de asiento. El junquerío
y el agua del Genil siguen su frío
diálogo secular, como si nada.
El viejo anota a qué hora, en qué segundo
se oculta el sol detrás de la arboleda.
Se aburrió de mirar cambiar el mundo.
Se aburrió de vivir. Sólo le queda
el reloj, el crepúsculo, el profundo
deseo de mirarlo mientras pueda.
A LA SALIDA DE LA ALHAMBRA
Dame, gitana, el clavel,
y no me leas la mano.
Yo también seré gitano
si me escondes en tu piel,
si aceptas mi amor en el
último reducto moro.
Dime, gitana, si adoro
tu rostro, ¿qué hago conmigo?
Si empiezo a soñar contigo,
¿qué hago después?, ¿canto o lloro?
La suerte no está, gitana,
en estas líneas manuales,
ni en un clavel que regales,
ni en tu oratoria pagana.
La suerte no está, gitana,
sino en tu modo de hablar,
en tu arte para buscar
dádivas con la sonrisa.
Suerte: arena movediza,
trampa gitana, lunar.
FINAL DE VIAJE
Si has descubierto que todos los oráculos engañan,
que todos los caminos llevan a ti mismo,
qué harás con tus próximos miedos.
Si has descubierto que los astros mienten
—o quizás se equivocan—,
qué vas a hacer con tus maledicencias.
Si has descubierto
que la vieja gitana, la del pañuelo rojo,
lleva siglos timando a los viajeros,
qué harás con tantos manuscritos,
con tantas novias esperando flores.
Si has descubierto que en la vida también
eres un simple pasajero de tránsito,
qué harás, dónde lo harás y cuándo.
Díaz-Pimienta, Alexis. Pasajero de tránsito. Almería; Ed. Scripta Manent, 2018.
TRAFICANTES DE OXÍGENO
sucia arte poética
y a quién le importa
para qué sirve la poesía
en realidad
la poesía no sirve para nada
para poco / quise decir
para que se te enfríe la sopa sobre la mesa
para que te malquieran los vecinos
para que te juzguen débil
para que te lean a regañadientes
para que te nieguen un orgasmo
para que usen tu voz en los retretes
para todo
o para casi todo
quise decir
esquizofrenia
en realidad todos tenemos algo de esquizofrénicos
usted tiene algo de esquizofrénico
yo tengo algo de esquizofrénico
él tiene algo de esquizofrénico
ella tiene algo de esquizofrénico
ellos tienen algo de esquizofrénicos
nosotros tenemos algo de esquizofrénicos
ustedes tienen algo de esquizofrénicos
vosotros tenéis algo de esquizofrénicos
y espejos y cámaras de fotos
y paciencia mientras se registran la nariz
y qué cara de palo
todos tenemos cara de palo
usted tiene cara de palo
yo tengo cara de palo
él tiene cara de palo
ella tiene cara de palo
ellos tienen cara de palo
nosotros tenemos cara de palo
ustedes tienen cara de palo
vosotros tenéis cara de palo
y miedo y hambre y desconfianza
y una fecha reservada para morir
no sé de qué se ríen
el hambre
comer
comer
comer
comer
comer
vivimos obsesionados con comer
a la hora del trabajo pensamos en comer
a la hora de la ducha pensamos en comer
a la hora del amor pensamos en comer
a la hora de dormir pensamos en comer
a la hora de pelear pensamos en comer
y nos volvemos una boca enorme
con todos los pedazos de la vida dentro
y masticamos masticamos masticamos
ensalivamos todo
babeamos todo
el silencio
xxxxxxxxxel aire
xxxxxxxxxxxxxxxel tiempo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel dinero
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel sueño
el sexo de nuestras parejas
las vísceras del enemigo / todo
nuestros dientes se vuelven
hachas blancas talando el hambre
royéndolo
y quien se come su propia hambre
de qué podrá vivir después / de nada
es asqueroso ver cómo todo se mezcla
con la saliva azul de los hambrientos
cómo se engruman los automóviles y las gaviotas
los libros y las piedras / los panes y los penes
los clítoris y las banderas
las marugas / las nubes
cómo todo se mezcla
dentro de la gran boca que somos
o la gran boca que hemos llegado a ser
desde que sólo pensamos en
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomer
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomer
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomer
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomer
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomer
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomer
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomer
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo los pobres
se acabaron las posadas en La Habana
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara mi hermana Anabel y Albelo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara mis sobrinos
según el D.R.A.E. una posada es
xxxxxxxxxxxun lugar en el que por dinero se hospedan personas
xxxxxxxxxxxxxxxen especial / arrieros / viandantes / campesinos
nuestro aporte particular ha sido
que se les hospede y cobre
sólo para que hagan el amor adúltero
las posadas de La Habana eran famosas
por sus huecos / sus voyeurs / sus chinches / sus ladillas
sus toallas y sábanas llenas de manchas anteriores
sus nombres metafóricos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlas «Casitas Blancas de Guanabacoa»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlas «Casitas Blancas de Ayesterán»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Villa Laurel»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla «Canada Dry»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla «Monumental»
no hay taxista en La Habana que no haya hecho
este viaje en penumbras con parejas sin rostro
escuchando conversaciones en las que nadie
tenía nombre propio
siempre había colas en la penumbra de la entrada
las parejas llegaban y preguntaban por el último
aunque el último apenas podía responder
ocupado en calentar dos cuerpos
y el primero en la cola se desesperaba
porque los amantes del cuarto 5-B
no acababan de salir
como si el cuarto fuera de ellos
xxxxxxxxxxxxxxxxxdesconsiderados / egoístas
xxxxxxxxxxxxxxxxxse ve que a nadie duele erección ajena
xxxxxxxxxxxxxxxxxla humedad de las otras
y entre unos y otros / en silencio / el Posadero
pero aquel personaje cervantino
que recibía al viandante
con una vela en una mano
y una jarra de vino en la otra
sino el Posadero / con mayúscula
con impecable camisa blanca y pajarita negra
con el bolsillo lleno de billetes
y olor a menta entre los dedos
restos del último coctel afrodisíaco
con aserrín sobre las botas
restos del último hueco voyerista
las posadas de La Habana eran (debieron ser)
Patrimonio Erótico de la Ciudad
sin embargo / han desaparecido
ahora son albergues para familias
que han perdido su casa en un derrumbe
en un incendio / en una inundación
familias en las que los niños aprenden a leer
con los letreros que hay en las paredes
nombres de hombres unidos por una «y»
con nombres de mujer
todas las letras del abecedario combinadas
armoniosamente
en la sala / en el cuarto / en el baño
de ahí que los niños albergados en antiguas posadas
tengan mejores resultados en lectura
que sus condiscípulos con casa propia
y menos miedo (of course)
a un condiscípulo con casa propia
le asustan las películas del sábado
las bandas sonoras estridentes
y los efectos fantasmales de voces y muelles
a ellos no
cada noche las antiguas posadas de La Habana
se llenan de sonidos
suaves jadeos y muelles que rechinan
y los niños crecen inmersos en ese noble efecto acústico
es paradójico lo que se siente al pasar
frente a una antigua posada
la memoria despierta orgasmos y pasiones secretas
pero el retozo infantil y el olor a potaje actualizan el rito
las ropas en la tendedera / las ventanas abiertas
los búcaros con flores en la mesa de centro
y la ausencia de un taxi desacreditan el recuerdo
sólo que uno no puede evitar preguntarse
¿y los adúlteros de ahora cómo lo harán y dónde?
al fin decidieron arreglar la calle
querido bache
hueco cuidado con tanto mimo por todos nosotros
gracias por esta luz de aceite
y aguas y otras reliquias ópticas
amorfa oquedad de nuestra calle
frente a los grandes soportales
en un sitio escogido para que nadie escape
a tu belleza atrófica
gracias por tanta iridiscencia
siempre habrá desalmados que intenten destruirte
asfaltar nuestra calle y desparecerte
pero quienes te amamos
te inmortalizaremos con poemas y fotos
en tiempo de sequía fuiste
el hueco perfecto para el juego de bolas
cómplice de las cuartas y los quimbes difíciles
en tiempo de aguacero fuiste el puerto mayor
nuestro rústico océano
y siempre fuiste / tras la escampada
cuadro de azules y amarillos y grises
charco lleno de líneas y curvas y figuras geométricas
impresionista óleo / gratis / a la vista de todos
única opción artística del barrio
querido bache
sagrado bache
compañero en las buenas y en las malas
perdónalos
perdónalos
no saben lo que hacen
Díaz-Pimienta, Alexis. Traficantes de Oxígeno. Almería; Ed. Scripta Manent, 2017.
CON LA CAL EN LOS DEDOS. ANTOLOGÍA (1982-2010)
Y es verdad que el vacío
pesa en el alma como el ruido incesante de los escarabajos;
es verdad que no creo
en la promesa inútil de infinito
que mi sangre proyecta
lejos del accidente de mi cuerpo vencido.
Es verdad que los años tienen garras y aristas
que socavan mi piel, estrella para nunca.
Y no hay un despertar de los sentidos,
ni un amor embustero,
ni el olor recobrado de jardines sin mármol
que me salve del roce
cruel de aquella edad insobornable.
Sé que no debo
esperar la sonrisa de la vida encerrada
entre cuatro paredes de sucios sinsabores.
Que el camino se talla en la distancia
de un fracaso a un fracaso,
en la entrega insensata, en cada vencimiento.
Sé que cuando anochece
la luz de las estrellas multiplica el instante
y los ojos reflejan
derrotas de metal, túneles de caricias,
y no hay música gris poniendo un fondo intenso
que llene las muñecas del pulso de la sangre.
Saber no es suficiente,
hace falta la savia,
la voz del corazón descubriendo certezas,
arrancándole al trote persistente del tiempo
el beso resignado, la palabra admitida,
el nuevo resplandor del amor convocado.
Probablemente
no me muero por ti (ya sé que es una hipérbole),
pero no hay duda
de que el día se ofrece con un gesto distinto
cuando tú pasas cerca.
Sentada en la oscuridad con los ojos abiertos,
los ojos desnudos muy abiertos. Viendo sin ver,
viendo pasar el tiempo que no cesa.
Oscura la mirada. Oscuro el sentimiento
de los ojos absurdos, dilatados,
viendo sin ver las horas por mi cuerpo
lo irreal
lo distinto.
MUNDOS DISUELTOS
xxxxxI
Si me creí elegida por alguien
—no sé quién—.
Si me creí distinta
a la que cada día empuñaba la vida y la vivía a sorbos
o a bocanadas grandes de ansiedad;
si una vez fui otra cosa
que esta sonrisa esquiva que aguza la intención
y emplea las palabras como flechas,
y padece la herida sin alterar el gesto.
Si acaso he sido joven, tuve fe, sentí miedo
de luchar y luché con todas mis preguntas,
es tarde para todo. Lo que pasó —cenizas
de un futuro irreal que nadie ha conocido—
no volverá a pasar: siempre es agua distinta
la que renueva el mar y da forma a las nubes.
Lo que no sucedió se ha quedado en el limbo
donde se pudren las oportunidades
que el azar descuidó.
Y a esto llamamos vida
y este afán nos extingue.
xxxxxII
Ahora que aquí, varada
en un atardecer que apaga los racimos
del día y sus promesas muertas,
presiento que la vida no guarda para mí
aquellos fugitivos destellos de pasión.
Ahora que
desnuda,
con los ojos desnudos también y el pensamiento,
me adelanto a mirar lo que el mañana esconde
detrás de su disfraz.
Ahora, sí,
cuando ya boca arriba
se han mostrado las cartas, las marcadas
etapas por jugar que me entregó el destino,
mis pies no me responden
—torpes radiografías de voluntad—,
no hay paso hacia adelante que pueda consumar, no hay retroceso limpio,
todo comprometido,
toda vida vivida, agotada,
sorbido el dulce zumo que en la copa
de renuncia y olvidos
manó del interior de dos mundos disueltos.
Si supieras que a veces
me cuesta respirar, garganta a la deriva
remontando el abismo líquido de las aguas.
Si supieras
del ansia de no hundirse,
la lucha permanente del cuerpo braceando
por mantener el ritmo de la respiración,
por desoír la dulce llamada de lo oscuro
—sirenas escondidas acechando mi sangre,
conduciendo hasta el fondo la lava de mis venas,
afilando en mis ojos su maraña
de líquenes y erizos—,
si supieras…
El peso del cuerpo oprime los pulmones,
el roce de la vida araña hasta la encía,
el goteo del alma desangra todo empuje,
todo sueño gastado,
toda alba de futuro presentida.
Ay, si supieras
que vivo a flor de agua y no sé cómo,
y ya no sé nadar
ni mantenerme.
CUALQUIERA TIEMPO PASADO
Hay momentos —la vida es un mosaico
de días y momentos—
en que no hay marcha atrás:
posar el pie supone adelantar el gesto,
seguir trazando senda, saltar en equilibrio
de una tesela a otra, cumplir años, ser tiempo
que se escapa en arena de los dedos cerrados.
Hay momentos en que todo es fluir
sin conciencia
y otros en que el sol pesa sobre la frente, abruma
con su vejez ardiente de planeta.
Abajo
donde nos agitamos, bullimos, somos vida
de criaturas atroces («¡creced, multiplicaos!»),
sufre nuestra estatura forzada al ras, al suelo,
porque alguien, niño o dios, nos arrancó las alas
jugando en una tarde de verano infinita.
DA DOLOR
Quisiera no creer que todo pasa
y todo deja herida.
Quisiera que mis ojos conservaran la lumbre
azul de la quimera, la sed de su esperanza inagotable.
Que mis brazos no crucen el gesto de defensa,
tan solo el del abrazo descuidado.
Y quisiera que nunca
el mar creciera hasta anegar el campo,
que el campo nunca fuera nuestra ilusión mermada.
Pero ¿quién ha elegido por mí la vida mía?
¿Quién decide en su fábrica lo que el cuerpo responde?
Huida, siempre huida, atrás o hacia adelante,
buscar eternamente el movimiento,
el que impide que eche el árbol raíces
y un hombre hable de tierra
donde se afianza el pie y se concibe el hijo.
Siempre de paso y lejos. Sin elección. Destino.
Siempre solo y de otros. Sin arraigo. Destino.
LA CENIZA
Del alma devastada
no surge ya la llama. Es la ceniza.
SOPLO DE EDAD
Es tan tenue la vida,
tan torpe el argumento con que atrapar deseamos
sin cesar su naufragio,
tan inútil la búsqueda de un grial prodigioso,
de un sueño construido con hilachas de viento,
que arden incombustibles nuestros días,
creemos
que lo fugaz es siempre y el presente contraste,
y caen hojas-gacela y arden bosques,
se eclipsan los paisajes que crearon
nuestros sueños de infancia,
los astros envejecen
a su pesar.
LA NADA AUSENTE
Si me arrancas los ojos
vivir bajo el volcán será condena
que tendré que cumplir.
Buscar del laberinto la salida,
saberme sed de todos mis naufragios,
hablar desde la herida
luminosa, desde la nada ausente,
desde el beso cortado.
Recobrar la palabra.
LA FIEBRE
La mujer que se esconde
detrás de estas palabras como el fruto
del almendro o la promesa tierna que eriza los castaños
no tiene ya otra voz
que este oficio insensato de decirse.
La mujer que guardaba
tras velo y celosía
todo el sol del verano
y granaba las mieses de su jardín secreto
sin ofrecer el pan, sin calmar los afanes
de los que peregrinan en busca de otra sed
y agua para abrevarla y palabras de arena.
Esa vibra e irrumpe
sin más garganta y aire que este oficio
que bautiza la niebla y le da forma
y nombra lo que es.
TRABAJOS FORZADOS
Y cada amanecer
alguien que no soy yo se incorpora en la cama
y sujeta la cuerda con la que arrastra el día
su torpe circular de azar y horas.
Cansinamente, obligatoriamente,
tirando con las manos desolladas del día.
AFASIA
Cuando ya no hay palabras en el taller del verbo
para denominar, para escupir al vértigo difuso,
brutal de la creación, siempre falsa y cambiante,
no basta moldear las letras alfareras,
la lengua se sumerge
en una soledad que arrastra en su oleaje
el silencio y su antídoto,
la espina que atraviesa la carne y es pincel.
Sentiremos, entonces, a ciegas, sin oído,
con los labios resecos por el fuego y la nada
que en el hueco que deja la voz en la memoria
vive la eternidad en su mudez de orilla.
EL MIEDO
Vivimos un ensueño de seres derrotados, de fantasmas fugaces
que buscan un aliento, un alma que no habita
sus cuerpos aturdidos.
Como niños que escapan un día del colegio
y acaba la aventura
y están solos y la noche los cerca.
EL VIAJERO
No alterar la hermosura,
vivirla.
Pasar luego de largo y que allí quede.
EL HACEDOR DE PALABRAS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTejí la oscura guirnalda de las letras: hice una puerta para
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpoder cerrar y abrir, como pupila o párpado, los mundos.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJosé Ángel Valente
Tú me dirías
que las palabras cruzan el desierto y lo engloban,
que el infinito mar
cabe en una palabra
(sal, aroma,
oleaje
y espesor líquido, el verde equivocado
y el magnético azul
y todas las sirenas con su arrullo).
Dirás que el universo se pliega ante el hechizo
que lo describe y nombra y crea al mismo tiempo.
Miro a mi alrededor y en la mañana espesa
que moja los almendros y hace llover su albura
solo
veo
palabras.
EL MANANTIAL
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEntregado a la nieve que es silencio
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJosé Luis Puerto
Cuando la vida amaine
y queden solo su eco o su espejismo,
la sal cristalizada de la lluvia,
el ascua de la estrella.
Cuando los años lleven a tierra sus pedazos
y toda conjetura sea ceniza,
los restos del milagro evaporándose.
Cuando no esperes más y esperes lo infinito,
recupera la nieve.
Su silencio.
Blanco, Pilar. Con la cal en los dedos. Antología (1982-2010). León; Diputación de León, 2012.
LA RAÍZ NO ES EL PRINCIPIO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTengo celos de la muerte
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxque nos separará
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEvaristo
La raíz no es el principio
y sin embargo
a su alrededor
pequeños roedores
amasan la tierra
felicidad
es lo que buscan
entre la maleza
¿o somos nosotros?
Sí, es cierto:
hábiles domesticadores
de lo superfluo
eso somos
o animales
que se inclinan
sin deseo.
Para eso existes
o tal vez no, y lo recuerdas:
algún día este amor
que producimos
nada será
y eso
me aterra
Santamaría, Alberto. Lo superfluo y otros poemas. Madrid; Ed. La Bella Varsovia, 2020.