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Archive for julio 2020

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (105)

 

Hace nada me ha llegado a casa ‘Las demás muertes’, el libro que la editorial Demipage le publicó a Pepo Paz Saz, el editor de Bartleby editores.
Quiero dar las gracias públicamente a Pepo por haberme enviado un ejemplar del libro. Y en cuanto pueda les cuento.

 

LOS POEMAS DE VIKRAM BABU

 

Como aquel que pretende
no perder de sí mismo ni las huellas
y siempre va con pala
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy las recoje
y las mete en un saco
y luego guarda el saco entre otros muchos
colmando poco a poco
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsu minúscula casa.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿tú también?

 

 

 

 

Como el que ciega un pozo con pedruscos
y además lo envenena
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcon animales muertos
y utiliza su cubo como leña
para hacerse chapatis
y luego clama al cielo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpor dejarlo sin agua
y se muere de sed.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿eres así?

 

 

 

 

Como el que se emborracha con su yo
y, perdido el sentido
xxxxxxxxxxxxxxxxxxdespués de muchos tragos,
a todo llama yo,
a una serpiente, al polvo, a sus sandalias,
al vendedor de dal y al Soberano,
a la estatua de Durga
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxy hasta a la misma Durga,

a todo llama yo tambaleándose,
sordomudo funámbulo
que acabará aplastando
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsu yo contra el yo-suelo.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿cuánto bebes?

 

 

 

 

Como aquel que vadea
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel río vigilante
por miedo al cocodrilo
pero luego prepara
su lecho en la guarida del león.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿no es estúpido?

 

 

 

 

Como aquel que practica
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel sitar largos años
en casa de un maestro
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde gran reputación
y cuando al fin consigue el grado máximo
rompe el sitar e intenta
dar conciertos de tabla
tocar la flauta o ser un vocalista
y aún le queda asombro suficiente
cuando le tiran piedras,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxle abuchean
y lo peor de todo:
cuando llaman farsante a su maestro
y le expulsan del pueblo para siempre.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿a qué vienes?

 

 

 

 

Como el que escribe cartas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde amor en una acequia
y a una nube-cartero las confía
y se oscurece el sol cuando su amante
le dice que ella nunca ha recibido
ninguna carta suya
y se instala la duda entre los dos
y aumenta como grieta en la pared
y el mes de los monzones
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxse matan mutuamente.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿es eso amor?

 

 

 

 

Como aquel que repite
la palabra elefante sin descanso
millones y millones de veces,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmuchos días
sin apenas comer,
la palabra elefante,
xxxxxxxxxxxxxxxxxla palabra elefante.

Al final ya no sabe lo que dice
y, aunque le llama Dios a esta ignorancia
y le visita el éxtasis
y talla toscamente exvotos de elefante
y viajan desde lejos a postrarse a sus pies,
un día paseando por el bosque
se cruza un elefante verdadero
y se queda parado buscando en su memoria
y antes de que recuerde
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxqué es aquello que ve
le tumba el elefante de un trompazo
y le cubre de estiércol
y se muere el maestro
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxde vergüenza allí mismo.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿no es gracioso?

 

 

 

 

Como el rey que construye un palacio de vidrio,
los muros, las estancias transparentes,
no hay secretos, pues todo
está bien a la vista para todos,
y al principio era un juego pero luego
el rey se siente incómodo
y en vez de hacerlo opaco con cortinas
o muros interiores,
xxxxxxxxxxxxxxxxxcualquier cosa,
ordena vaciar los ojos de sus súbditos.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿eres así?

 

 

 

 

Como hormigas en fila:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxun yo que se disgrega
necesita encontrar un agujero,
una envoltura,
xxxxxxxxxxxxxun nombre,
esto que tan ufanos denominamos mundo.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿tú también?

 

 

 

 

Como aquel que lanzaba su caña hacia una charca
pintada sobre el suelo
y no obtenía peces pero siempre
pescaba algún devoto
dispuesto a rellenarle
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxsu cuenco de comida.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿eres así?

 

 

 

 

Como quien lleva el Ganges de pañuelo en el hombro,
y el tilak de su frente es Varanasi,
y en las piras ardientes de sus ojos
se queman sus deseos,
y sus pies son los Vedas,

mas cuando duerme
xxxxxxxxxxxxxxxxxxse levanta sonámbulo
y acuchilla a las vacas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxy viola a las mujeres
y asuela los graneros.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿eres así?

 

 

 

 

Como el que pinta yantras
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxen todos los umbrales de su hogar
mas no en el corazón.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿tú también?

 

 

 

 

Como el que anuda alfombras
y un instante de un día se descentra
y, cuando vuelve en sí,
ya forma parte de la alfombra, está
entretejido en ella
debajo de una rama
xxxxxxxxxxxxxxxxxxdel árbol de la vida,
prisionero en la trama de una alfombra
por un descuido tonto,

y el resto de la gente
alabará sin duda el resultado
mas sin duda también le pisarán
hasta que se desgaste,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxse deshilache y quede
a nada reducido.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿estás atento?

 

 

 

 

Como el hoyo en la arena que excavaran
las manitas de un niño,
que no es igual que el túnel
de un topo,
xxxxxxxxxxni es igual que los cimientos
de un palacio que mil obreros abren,
ni es iguala a la angustia (ese agujero
que a bocados ensancha la diosa de la noche),
ni es igual a la herida de una flecha.

De todos esos pozos
sólo en uno te puedes derramar
(el río de la vida desbordando tu cuerpo)
sin perder ni una gota,
sin conservar tampoco ni una gota.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿sabes cuál?

 

 

 

 

Como un año de fuerte sequía que provoca
una hambruna.
xxxxxxxxxxxxxxLos muertos
se hacinan en las calles y en las piras.
Por un grano de arroz se matan los hermanos.
Los búfalos se dejan morir en las cunetas
y los monos se beben su sangre a dentelladas.

Y los dioses, ajenos a tamaño desastre
(en sus altares nunca falta leche o guirnaldas),
se juegan los monzones a los dados.

La hambruna pasará,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxy seguirán los dioses
ociosos y lejanos como globos
que una niña soltara descuidada.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿y si nos los comemos?

 

 

 

 

Como un carro sin ruedas,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo un tigre sin dientes,
como una casa en ruinas,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo una cesta rota:
los adultos se burlan pero los niños juegan.

Como el mundo y la vida,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo el Ser y los santos,
en tiempos como éstos de descomposición:
su utilidad la entienden
los que apenas acaban de nacer,
los que juegan según las reglas de lo eterno
y todavía no según las reglas
de los hombres,
xxxxxxxxxxxxxxxpor sabios que hayan sido.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿qué edad tienes?

 

 

 

 

Como el que logra hacer que le obedezcan
un rebaño de ideas
y las pone a pastar en un tratado.
Y al poco tiempo crecen
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy derriban las cercas
y asaltan los tratados colindantes.
Y cada vez son más,
más fuertes y mejor organizadas:
inundan bibliotecas enteras,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy doctrinas,
y el cerebro de muchos eruditos.
No paran de comer, son insaciables.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPronto
el Universo entero es un establo
donde todos vivimos prisioneros
excepto las ideas,
xxxxxxxxxxxxxxxxrebaño en estampida
del que la misma nada no está a salvo.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿quién las para?

 

 

 

 

Como esas caravanas que van por el desierto
y sólo se detienen a ofrecer
sus mercancías
xxxxxxxxxxxxxxen los espejismos.

Y qué raro:
xxxxxxxxxxobtienen
gran rentabilidad.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿qué llevan sus camellos?

 

 

 

 

Como aquel que construye una escalera
con humo de un incendio.
Peldaños, pasamanos:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtodo es humo.

Va al mercado a venderla.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPero nadie
se atreve a dar ni un paso:
tienen miedo a caerse si al hacerlo
de pronto se disipa.
A alguien que fuera de humo le vendría
perfecta esta escalera:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxa alguien ya muerto,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxa un loco,
a un ermitaño,
xxxxxxxxxxxxxa un dios,
a una de esas montañas aburridas
que sueñan con bajar al animoso valle,
a cualquiera que lleve cien años ayunando.

(Del humo de un incendio fabricó la escalera
que ascienden y descienden
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsus ojos cuando miran,
sus manos cuando tocan,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsu boca cuando come,
Su espalda cuando duerme
y sus palabras siempre,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcuando habla o cuando calla.)

Y ya todos se han ido del mercado.
Y brilla la escalera en medio del vacío,
tremolando en la noche.
Y llega entonces Nadie y se la compra,
y Nadie se la compra.

Vikram Babu pregunta:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿cuánto pides?

 

 

 

Aguado, Jesús. Los poemas de Vikram Babu. Madrid; Ed. Hiperión, 2000.

 

LA NIEVE

 

Primera reflexión sobre la nieve

El cielo ya no es nada.
Y de la nada emergen las cenizas,
blancas y lentas, exiliadas del tiempo.

No nos pertenece el milagro, ni el lejano incendio.
Pero, por un instante, nos cubre la alegría
aunque solo acertemos a decir:
Mira, está nevando.

Esta felicidad en silencio,
esta nostalgia de lo que no hemos conocido
y sin embargo aparece ante nosotros,
de la nada,
sobre el asfalto.

Hasta que los coches la convierten en barro
y todo vuelve a su sitio
como un reloj que vuelve a funcionar de repente,
un apagón que se arregla demasiado pronto.

Cuando todo esto arda,
cuando tú y yo ardamos de frío,
sobre qué otos campos caerán estas cenizas de invierno.
En qué otros mundos mirarán al cielo vacío
y verán aparecer de repente los copos ingrávidos,
como un don que no han pedido.

 

 

 

 

Cuarta .visión .sobre .«Kid A». Nuestro héroe escucha la
canción «How .to .disappear .completely» («Cómo .desa-
parecer completamente»). Al .otro .lado de la ventana, la
nieve hace tiempo .que .también .desapareció, completa-
mente, como un sueño inoculado por .algún .mecanismo
de control mental. Como habitante, real o paranoico (esa
diferencia desaparece a -3º), del Año 2000, nuestro héroe
siente, casi .a .diario, el deseo de desaparecer del mundo
y de sí mismo. La industria farmacéutica Kid A® está muy
cerca de conseguir un compuesto que dé respuesta a esta
demanda y, en breve, será comercializada.

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxI’m not here
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxThis isn’t happening

Puedes empezar por cerrar los ojos.
Es un truco, una pequeña trampa, pero ayuda.

Deberías escuchar una voz.

Concéntrate en esa voz. No en las palabras;
en su nieve, en las ondas, en la espuma.
Escucha.
No dice nada. No cesa, y nunca ha cesado, y nunca va a dejarlo.
Siente esa voz vacía, ahora,
como si la nieve pesara sobre tus párpados cerrados.

Di esto:
No estoy aquí. Esto no está sucediendo.

Estarás tumbado en el sofá.
Es importante tu cuerpo en el sofá, las piernas extendidas.
Si quieres, ya puedes abrir los ojos.

Ese de ahí no soy yo. Dilo. Ese de ahí no soy yo.

Ahora piensa en el mundo.
Piensa en tu cuerpo, tendido en el sofá,
rodeado por el mundo.
Los metros que te separan del suelo
(el suelo de verdad, el de abajo)
donde crecen las raíces de tu edificio.
Y las alcantarillas también, y los sustratos
en capas de color y tiempo.
Y el centro de la tierra,
abierto en mil estrellas, ardiendo.

Piensa en tu cuerpo, tendido en el sofá.

Piensa en el cielo.
Y en las antenas de los edificios, con el lomo erizado
cuando sienten la ciega caricia de las nubes.
Sigue subiendo: el cielo se abre en estratos,
en capas de silencio y dioses muertos, que ardieron.
Piensa en tu cuerpo, tendido en el sofá,
en el centro del vértigo.
No sabes nada de agujeros negros.
Eso está bien.
Tu sofá es el mayor de ellos.

Piensa en tu cuerpo, tendido en el sofá,
absorbiendo constelaciones.

Di: no estoy aquí. Esto no está sucediendo.

Sabes que existe el mar. Te d igual que esté tan lejos.
Te han contado esto: tuviste cinco años.
Bebías leche. Lo has visto en los anuncios. Eras rubio.
Has estudiado Historia. Nunca cesa, nunca va a dejarlo.
Piensa en los cementerios. Miles de millones de muertos,
con sus nombres y sus apellidos.
Tu tumba es un agujero de gusano.

Ese de ahí no soy yo.
Dilo.
Ese de ahí, ese cuerpo tendido, no soy yo.

Ahora puede empezar la cirugía.
La grieta estuvo todo el tiempo.
Siempre lo has sabido.
Deja que se lleven tus órganos. No son tuyos.
Es una fábrica enferme de febriles turnos.
Un organismo hostil. Un invasor extranjero.
Te da miedo mirar su ritmo circular y asesino.
Olvida el terror de las fronteras.
No eres tú. Esto no está sucediendo.
Deja que la grieta siga abierta.
No respires. No es ese tu trabajo.
Escucha la voz. La extracción es lenta y ya no duele.
Escucha la voz, está ahí arriba, interviniendo.
Está aquí dentro, tiene la forma de una brazo.

Dilo, no dejes de decirlo.
No estoy aquí, esto no está sucediendo.

Pon luego el telediario.
Deja que te devore lentamente.
Deja que llegue ella y mírala a los ojos.
Piensa en su vida. Estuvo en un colegio.
Y tuvo amigas y recreos.
Mírala mucho tiempo. Escucha la voz. No sabes nada.
No la conoces. Es tu mujer. No es tu mujer. No la conoces.
Está mirando el telediario. Siendo devorada.
Intenta hablarle. Mira tu cuerpo en el sofá. Escucha la voz.
Intenta hablarle. Es una extraña. Es una constelación sin bautismo.
Mírate desde allí, desde aquel silencio.
Mira tu cuerpo,
tendido en el sofá, en un lugar entre planetas.
Aprendiste Historia,
y nombres de personas que han muerto.
Escucha la voz, es un agujero negro.
Deja que tus palabras salgan.
No son tus palabras. No las conoces.
Mírate. Ese de ahí, ese que habla con una mujer en un sofá.
Ese que mira el telediario, ese rostro, que es una pantalla.
Ese no eres tú.
Esto no está sucediendo.

Mírate: ya hemos cerrado la grieta.
Tienes un alma nueva,
tienes el alma de los dibujos animados.
Ese eres tú, esto no está sucediendo.

 

 

 

 

Segunda reflexión sobre la nieve, titulada «El ejército blanco».

La nieve, invisible,
ha estado cayendo durante siglos.

Nadie se dio cuenta, aunque a veces,
cuando las ruedas del carrito de la compra
deslizaban su tangencial susurro
sobre el vinilo del centro comercial;
o cuando, desde la ventana de la cocina,
fumabas un cigarro frente a la noche,
te parecía escuchar un silencio congelado,
en sigiloso descenso,
como si un ejército blanco tomara posiciones de guerrilla.

También (ahora es fácil mirara atrás y ver las señales)
te despertabas a veces congelado y, desde la cama,
mirabas el techo como si pesara demasiado,
y sentías el cuerpo entumecido, y tu nombre hecho añicos.

Una vez, al cerrar la puerta de tu casa,
estás casi seguro, escuchaste un alud de silencio
desmoronándose tras la puerta de tu dormitorio.

Pero ahora es demasiado tarde.
Por decir ahora, siempre ha sido demasiado tarde.
No intentes sacar la cabeza para respirar el aire que te falta.

Todo será blanco ahí fuera, todo será frío.
No habrá esquiadores sobre nuestras cabezas.
Ahí fuera
solo hay
pura nieve virgen, que nada anuncia.

 

 

 

 

Sexta visión de «Kid A». Nuestro héroe escucha la canción
«Optimistic» («Optimista»). En .el .año .2000 .toda .mani-
festación .es .severamente .castigada, así como cualquier
comentario que pueda .considerarse .subversivo. Nuestro
héroe conoció, .en .su .juventud, .tal .vez, .a gente que se
arriesga a luchar contra la Pirámide. Esta canción siempre
le hace pensar en ellos, esos ingenuos, optimistas.

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxYou can try the best you can
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxThe best you can is good enough

Los buitres siguen girando y no vienen a por mí.
Yo ya he cerrado las ventanas.
He terminado mi turno.
La pirámide será inmensa.
Han sonado dos veces los cerrojos.
La noche está fuera y yo ya estoy dentro
de mi caja.

Alguien ha puesto todas esas bombas.
Esos optimistas de la dinamita,
haciendo ruido, como si me llamaran a las armas.
Yo he terminado ya mi turno.
Les dije que no me molestaran.

Esos personajes de película en blanco y negro,
disparando inútilmente contra los dinosaurios,
muriendo aplastados en la nieve,
con el gesto eterno de los soldados de juguete.

El pez grande se come al pequeño,
escrito cien veces en la libreta del colegio.
El pez grande se come al pequeño.
Les dije que no me molestaran,
somos buena gente,
y vine corriendo hasta mi casa.
Las bombas suenan lejos y sin nombres.

Esto de ahora debe de ser nostalgia,
y me avergüenzo.
Esto de ahora debe de ser vergüenza,
y me entristezco.
Pero aguanto bien, aguantamos bien,
somos buena gente.

Yo ya he cerrado las ventanas.
Aquí dentro el silencio se adormece.
La televisión brilla sin volumen.
Llaman en los cristales y es el viento:
gira y golpea todas las ventanas
como un borracho que cree conocerme
y tiene algo importante que decirme.

Me avergüenzo de mi nostalgia,
de mis metáforas,
de pensar siquiera.
Y también me avergüenzo de estar vivo.
Y la calle seguirá siendo negra,
de eso estoy seguro.
Y las columnas de humo
señalarán un fuego de esperanza,
que mañana se llamará ceniza.
Esos optimistas de las hogueras,
corriendo por los rincones de la noche,
perseguidos por los más negros buitres.
Su ceguera la aprendimos de pequeños,
en nanas cantadas por la radio de la infancia.
La televisión brilla con mudas explosiones,
con policías eficientes.
Yo ya he cerrado las ventanas.

Nadie, ahora mismo, está hablando de mí,
en ningún lugar del mundo.

 

 

 

Sánchez Aguilar, Diego. La cadena del frío. Cartagena; Ed. La estética del fracaso, 2020.

 

ESTO ES MI CUERPO

 

SHADE THESE LAURELS

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara Luis Javier Moreno

¿Cómo
pudiste, Cyril Connolly, decir
que uno debería ser capaz de verter al lenguaje
el mismísimo aroma de todos los veranos
que ha disfrutado,
el noble deterioro de las vidas, la gloria
otoñal de las hojas moteadas?
¿Cómo haré mi poema?

 

 

 

 

LA CANCIÓN DEL VERANO SUENA MÁS QUE LA ENEIDA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara Jaime Siles

La canción del verano suena más que la Eneida
y en vano —Cioran dice— busca Occidente una
forma de agonía digna de su pasado.
Pero así están las cosas, y no tienen
vuelta
ni las generaciones ni las hojas
de los hombres.
Tristeza de saber que no regresaremos
a la ternura, la serenidad,
al fulgor de Virgilio.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxAquel verano
bailábamos oscuros bajo la noche sola.

 

 

 

 

ODA III,4 . HOMENAJE A HORACIO

Nadie profetizó tu nacimiento.
No has titulado un libro cuando yo era
el niñodios. No hubo
salutación azul que te anunciara.
Ahora has traspasado la frontera
del fracaso y estás
fatigado de amor y de labor.
Pero un día ofreciste
tu primera sonrisa tras diez lunas.
Fuiste maravilloso. Te quedaste
dormido y ni las sierpes ni los osos
te atacaron. Estabas
protegido por una
fronda nueva, palomas de parábola
la tejieron. Un día
fuiste niño.
xxxxxxxxxxxxxxxxx—No haya
dolor en lo que escribo. Soy ahora
verdadero. Conozco la alegría
como el viajero que regresa a una
patria casi olvidada, y se me hace
más dulce su infrecuencia. Más me asombra
el mundo ahora que puedo
contemplarlo tranquilo. Ahora sé
qué cosa es habitar un cuerpo fuerte.
He probado sabores
que no sé si esperaba.
Es otra mi ternura. Empiezo a arder
quizá de otra manera. Creo que intento
dar más felicidad de la que pido.
Soy un hombre. Además,
si he perdido mi tiempo, no lo he perdido todo.

 

 

 

 

NOTTE

No bebo alcohol. Dos líneas
de Ungaretti me embriagan hoy: M’illumino
d’immenso. Afortunado
aquel que no enumera la hermosura,
aquel que no describe,
aquel que sólo dice, porque ése
ha alcanzado el amor.

Yo también me ilumino
de inmensidad.

 

 

 

 

ESCRITO EN MORGANA

Los ángulos más puros del universo tienen
número de mis sueños en tu cara de niño.
Pero estación de fuerza despiadada es tu pecho
que en la altura dilata el reino del acanto.
Oh árbol de las arterias, invulnerable al verbo.
No quiero más lugares fuera de mis caricias.
Ya todo transverbera al corazón vencido:
dime por qué en Homero una sola palabra
significa la piel y significa el cuerpo.

Si abres una sonrisa sobre tus camaradas
cómo volverá el mundo a su transcurso lento.
Yo he venido a postrarme ante tu egolatría.
He venido a traerte una pequeña hectárea
en torno de mis brazos donde cabe una fiesta.

Olvidemos entera la serie de los astros.
No vengan los guardianes a limitar el fuego
porque la maravilla sí se rinde al hexámetro
y dulzura se vuelve cuando la deletrean.

Fuera de nuestra noche estará amaneciendo.
Ponte la cazadora. Dentro de diez minutos
tu pecho será imagen de mi pecho,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxestará
desnuda la inmediata columna de tu torso,
porque no eres estatua, ni sometible a estatua,
y en mi habitación pobre, conoceré los cinco
extremos del incendio donde tú te terminas.

 

 

 

 

QUE VIENEN EN SU CASO A SER CRUELES SINÓNIMOS

Ahora que, otro milagro, los milímetros ponen
sus labios al alcance de los míos, un instante
—que le será invisible— detengo la secuencia
para gozar, sentir que me estaba muriendo
por probarle los dientes uno a uno, la forma
y el sabor, por tocar con la lengua despacio
el relámpago vivo, la sierra diminuta
con la que hiere al mundo cuando muerde o sonríe.

 

 

 

 

UNA FELICIDAD LIBRE DE EUFORIA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara José Luis García Martín

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDame pobres placeres repetidos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxno un único diamante en la memoria
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJ.L.G.M., «A un dios desconocido»

Existe
una felicidad libre de euforia,
una felicidad
sostenida de días, que suceden
sin sucederse, libres
de vértigo también,
una felicidad que no atrae
la atención de los dioses, porque apenas
es. Los que la transitan,
paso a paso, no notan el camino.
Una felicidad sin entusiasmo,
sin acontecimientos. El amor,
como el sol en la fronda, se difunde
humildemente.
Esos días el sueño significa
dormir, más que soñar. En sus dominios
nunca hay que levantarse a medianoche
para limpiar las sábanas de arena,
porque no ha habido playa
ni combate. Mas sí serenidad
de otra manera,
como lo que perdura. Y no es inercia.
Ni llama. No hay herida,
y no ciega la espada al mensajero.
Últimamente pienso mucho en esto.
No sé si la he tenido. No recuerdo.
He encontrado dos líneas en que pido
una felicidad libre de euforia.
Y, si no la he tenido, me pregunto
por qué sé describir tan justamente
ese país en el que nunca he estado.

 

 

 

 

TÚ Y YO, COMO EL AVE QUE RENACE

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara Bernardo Schiavetta

Tú y yo, como el ave que renace,
como Dios, como el sol, como las sílabas
de los versos mejores, como el ave
que renace, como esta primavera
de bronce que la torra Montparnasse
levanta para ti, estaremos siempre
del lado de los números impares.

 

 

 

 

CIMARRÓN

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara Asunción Hernández Vázquez

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSi crepitan los bosques de caza y aventura
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAntonio Carvajal

Cimarrón. «Dícese del animal
doméstico, y también
del esclavo» (no puedo
distinguir cuál sería algunas veces)
«que huye al campo y se hace
montaraz, retornando
a la vida salvaje». ¿Te imaginas?
Los meses de la caza, la dulzura
de lo cierto. El dolor
de otro modo, en el cuerpo y el espíritu.
El amor y la muerte de otro modo.
Si existe esta palabra,
el milagro es posible, otros lo han hecho.
Deseo de ser piel roja, dice el libro.
Tú y yo no somos dueños del destello del agua.

 

 

 

 

A TI QUE LLEGAS AHORA A ESTE POEMA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara José María Alamar Belloch

Territorio de nadie, no man’s land,
era esto antes de que yo llegara.
Y nadie lo ha pisado más que yo,
hasta que tú has venido.
Aquí el cielo es tangible. No hay metáfora.
La cúpula sencilla del iglú.
Nosotros dos y el fuego.
La alfombra del amor, pisémosla.
La habitación oscura
de los adolescentes.
Ahora estamos tan cerca
que mis sueños se mezclan con los tuyos.
Siéntelo bien. Recuerda que esto sólo
les pasa a los que duermen abrazados.

 

 

 

 

EN SU CUERPO DE SUEÑOS RECTILÍNEOS

Lleva un chándal azul, una mochila,
las manos en los bolsillos,
juegan sus pies con las primeras hojas de octubre.
Él es como fui yo,
será tal vez —esto ya es más difícil— como soy yo,
pero eso ya no importa.
En él, de una manera
que se presenta como espiritual y se formaliza como discurso
elevado, poético, extraño,
y sin embargo es elemental y biológica,
porque él es como yo el varón de la especie,
en él, en su cabeza
en su cuerpo de sueños rectilíneos,
en él, y mediante una continuidad que no es filial,
sé que me salvo.

 

 

 

González Iglesias, Juan Antonio. Esto es mi cuerpo. Madrid; Ed. Visor, 1997.

 

HIJO

 

23.

Historias que nos contamos para decirnos. Historias que creemos para creernos. Para crearnos. Para decir: así fue, así soy, así es. Para no ceder al derrumbe. Historias que digan, que no paren de decir, para que siempre haya una palabra ocupando el espacio sin fondo del silencio.

 

 

 

 

26.

Contar para cre(c)er en las palabras.

 

 

 

 

31.

Aquí opera la mecánica del balbuceo. Un idioma en blanco. Como la lengua sin verbo de mi hijo, sin signos ni referencias. Así debería funcionar este libro. Un idioma sin idioma, que explicase los huecos de cada letra. Ya sabemos que el vacío es lo que define la forma, hemos hablado incluso del campo cuántico que impiden que la materia se dispare hacia el infinito. De esa reclusión en forma a través de la nada. Todo eso. Del idioma sin idioma de mi hijo conectado por la sangre a la tierra y al tiempo. Cromosoma adentro. Sabemos que los lactantes tienen la capacidad de respirar por la nariz mientras beben, como los antiguos homínidos, y que esa característica física les impide articular palabras. Que en el origen nunca hay palabras. Que en la raíz no puede haber signos.
xxxEste es un libro que quiere respirar así.
xxxEste es un libro que se asfixia de lenguaje.
xxxUn libro al que le cuesta ser libro.
xxxEste libro.
xxxEl eco de algo. De la madrugada en que la madre de mi hijo me despierta para comprobar conmigo cómo se oscurece la línea azul de la prueba de embarazo. El eco de la noche fuera y de la luz artificial dentro. Los ojos testando lo real allí, entre el sueño y el miedo. La alegría incrédula anillándose en la garganta. El eco de la primera lágrima y de mi cabeza dando vueltas: la doctora confirma la noticia, y al salir de la clínica tengo que sentarme en la acera porque el mundo gira demasiado rápido y me cuesta mantener el equilibrio. El eco de ese golpe, de la idea y de la palabra devorada por la realidad. El encaje. Más aún, otro día: oímos por primera vez el corazón de mi hijo, en la pantalla tiembla apenas una mancha negra, casi nada, pero en la habitación retumba un latido distorsionado. El eco de esa música. La percusión milagrosa de un corazón minúsculo. El eco de eso. Aquí. De mis ojos cuando vi su cuerpo definiéndose en la ecografía, de esa marea sin nombre que me iba ahogando, del conjuro anfibio que me iba hundiendo dentro de la sangre. Mi cabeza apoyada en el vientre de la madre de mi hijo mientras le canto canciones inventadas y él, golpeándome la cara piel adentro. Eso creciendo como un virus en el cielo de la boca, para contaminar todo el aire que se respira, para que todo sepa a eso. Este libro, eso. Las diecisiete horas de parto. Su rostro hinchado. Su mano mínima apresando mi dedo índice. La respiración de fuego y las palabras negras de los médicos. Punción lumbar. El miedo lento pudriendo el aire, y el por fin conmigo, durmiendo sobre mi pecho, pequeño y perfecto.
xxxEste libro quiere ser eso.
xxxDecir eso.
xxxPero es un libro.

 

 

 

Quinto, Raúl. Hijo. Madrid; Ed. La Bella Varsovia, 2017.

 

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DE LO QUE NOS LLEVARÍAMOS A UNA ISLA DESIERTA PRECEDIDO DE LAS DISTINTAS ACEPCIONES DE LA EXPRESIÓN «ISLA DESIERTA» ASÍ COMO DE OTRAS CONSIDERACIONES COMPLEMENTARIAS, TODO ELLO ESCRITO EN HOMENAJE A MIS AMIGOS DE LA TERTULIA DEL CAFÉ «PUERTA OSCURA»

 

Isla desierta: dícese,
pues el placer es hijo del océano
y de una guillotina,
del cementerio de las manos;
de las cabinas de teléfonos que se tragan los duros;
de esa modalidad del odio
que es buscar la verdad a toda costa;
de aquel que a cada cuerpo, para verse a sí mismo,
aplícale una capa de azogue, transformando
un cristal transparente en un espejo,
prefiriendo al relámpago del mundo
la chispa de su rostro, al laberinto de otra vida
la bien señalizada vereda de la propia,
al abismo fatal de la sabiduría
la planta baja del conocimiento;
y dícese también
del hecho de beber un vaso de ginebra
acodado en un barco que naufraga
y, mientras todos corren para ponerse a salvo,
uno pensar: «¿Tendrá
Neptuno una bodega mínimamente digna?»

 

 

 

 

REME se llevaría .una .campana .de .bronce .grande .como la de
una catedral. Se las ingeniaría .con .poleas .hechas de bambú y
con lianas para colgarla de un saliente rocoso y, cuando quisiera
cambiar .su .ubicación, de .troncos .talados .y .podados. Poco a
poco todo el lugar .se .iría .poblando .de .un .sonido poderoso y
melancólico. El golpear constante .del badajo contra las paredes
interiores de la campana impregnaría cada rincón de vibraciones,
y cada playa o bosque o colina .sería un diapasón .a los que, con
el .tiempo, .acudirían .los .dioses para .afinar .sus .instrumentos.
Estos pondrían .a .punto .sus .flautas, sus .arpas, sus .tambores
y .sus .cuerdas .vocales .y .luego .se .reintegrarían a la orquesta
celestial, a cuyo son, como .es .sabido, bailan todas las criaturas.
Agradecidos .de .poder .hacerlo .al fin en algún lugar de la Tierra
y, así, restituir la armonía universal, le darían a la isla el estatuto
de templo y a Reme .el .de .sacerdotisa. Además, y .para que no
tuviera que distraerse de sus funciones religiosas con actividades
banales, le construirían .una .casa .de luz y le harían llegar todos
los días una buena .ración .de .ambrosía. Pero muy pronto Reme
descubriría tres cosas: que .el .concierto .divino era monótono y
que .los .mismos .dioses .eran unos engreídos insufribles; que la
casa .de .luz .le .impedía .dormir, .y .que .la .ambrosía, por muy
manjar que estuviera reputado ser, .sabía .insípido .y .apenas le
permitía .recuperar .las .energías .consumidas en hacer sonar la
campana .tantas .horas .al .día. Por .consiguiente, xno xtardaría
mucho en .decidirse .a .descolgarla y a colocarla del revés sobre
la arena. La .isla .iría .perdiendo .sus .vibraciones .y .los .dioses,
decepcionados, la .abandonarían .retirándole .los .cargos. Reme,
entonces, .escucharía .con .deleite xel xguirigay .de .la .vida, se
atracaría .de .frutas xy .de .coquinas xy .de .otras .maravillas .y
dormiría a pierna suelta en el interior .acolchado por hojas secas
de la campana.

 

 

 

Aguado, Jesús. Libro de homenajes. Madrid; Ed. Hiperión, 1993.

 

POSTALES EN UN CAJÓN DE GALLETAS

 

O LAR

Mi hogar está en tus manos.
Hipotecado,
como todos los hogares del mundo.
Apenas hay grietas que se vean.
Cada esquina de mis últimos diez años
se acopla a tus dedos,
sin fisuras, sin prisas,
como la luz del Panteón a Roma.

Ten cuidado.
No aprietes tan fuerte.

 

 

 

 

CARTOGRAFÍA DEL DESEO

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Ser inútil es lo mejor que se puede ser»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCorinne Maier

Piel y laberinto.
No encontrar la salida.
No querer encontrarla.

 

 

 

 

PARTE DE GUERRA

Después del parte de guerra,
de las víctimas civiles,
del fuego amigo y el caos
en los mercados de Bagdad,
en las callejas de Faluya,
en los hospitales de Hama,
miramos, la mayoría atentos,
las noticias que trae la chica
del tiempo.
xxxxxxxxxxxEste fin de semana,
en el que entra la primavera,
aún hará demasiado frío, o eso dicen,
para tumbarse al sol en nuestras playas.

 

 

 

 

LEYENDO A DU FU

Las guerras no hacen olvidar al tallo
que ha de florecer en primavera,
ni cambian con sus obuses el curso de los ríos,
ni retienen al Sol en Oriente,
aun si le apuntaran directamente a la nuca.
Solo atañe a los hombres,
solo a los hombres destruye.
Y, sin embargo, parece que hayamos sido paridos
exclusivamente para enfrentarnos.
A pesar de lo que nos dice el tallo,
a pesar de lo que nos susurra el río,
a pesar de que el sol calentará la tierra.
Aun cuando no estemos luchando,
aun cuando ya no estemos
y nadie responda a la palabra «nosotros».

 

 

 

 

MADRUGADA

Escribir sobre cine.
Agua con gas, calor, pocas ideas,
algo de música. Pongamos
Belle and Sebastian, Cat Power.
Auriculares conectados al portátil.
Qué buen invento este en su conjunto,
para no escucharte mientras lloras
a solas en nuestra habitación
por lo mal que hoy se nos dieron
las vicisitudes y el amor.

 

 

 

 

LA OPCIÓN DEL CENTRIFUGADO

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Lo terrible no es ni siquiera el dolor»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJavier Egea

La lavadora me pide la opción del centrifugado.
Es solo apretar un botón.
Solo
apretar un botón.

A ochocientos kilómetros de donde desdoblo calcetines
como si resolviera ecuaciones,
mi abuelo se debate entre la nada y el ser
en la habitación de escarcha de un quirófano de invierno.

Su vida, ahora mismo,
según nos confirman los médicos,
depende de apretar un botón.
Solo
de apretar un botón.

Desde lo más profundo de la incertidumbre
busco en las vueltas que da la ropa
las respuestas que sé que no están en ninguna parte.

 

 

 

 

CICATRICES A LAS SEIS DE LA MAÑANA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Nadie es bueno ni bello a las seis de la mañana»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCristina Morano

Las cicatrices más difíciles de olvidar
son las que recibiste a las seis de la mañana.
Aquellos residuos de las almas
que otras vidas alojaron en tu boca,
compartiendo tu sofá, tu café, tus facturas.
Compartiendo el humo,
que se impregna a las almohadas.
El humo, que todo lo traspasa.
El humo,
que permanece en los espejos,
que permanece en los crucigramas,
que permanece en los jeroglíficos
que nunca sabremos resolver.

 

 

 

 

LA LLUVIA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Vivir la vida fue tantalizar»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAurora Luque

Mira la lluvia
con un silencio febril.
En ella contempla
todas las vidas
que yo no pude darle.

 

 

 

Gómez Espada, Ángel Manuel. Postales en un cajón de galletas. Murcia; Servicio de publicaciones de la universidad de Murcia – Aula de Poesía, 2019.

 

CUARTA REFLEXIÓN SOBRE LA LLUVIA

 

Cuarta reflexión sobre la lluvia, esta vez lejos de la ventana,
porque también nuestro héroe tiene días libres y domingos,
titulada, en un previsible alarde posmoderno, «Platón en un
cine multisalas».

Para salir de aquella deprimente y soleada tarde de domingo,
para salir de aquella realidad,
que se nos dio indiscutible y asfaltada,
habíamos pagado diez euros y un quéhacemos.

El maíz, que levantó imperios ahora llamados
Tercer Mundo, sublima su precio entre nuestros dedos
y se abre en flores blancas
que pronto estarán alfombrando el suelo de la caverna:
los restos de la boda entre la luz y la sombra.

Qué pensaría Platón del cine, de este simulacro de reflejos.

Llovía en la pantalla.
Llueve con tanta fuerza en las películas.
Aspersores ocultos que derraman
litros de ficción sobre nuestros ojos.

Qué bien llueve en el cine,
cómo llena los oídos el estruendo de gotas infinitas,
qué ganas de dormir, de estar ahogado.

Miré el reflejo de esa lluvia negra
que derramaba su luz en tu cara.

Tú tampoco existías
y estabas más guapa que nunca.
Estabas cubierta por el fantasma del agua
y por el fantasma de mi mirada.

Qué ganas de besarnos como espectros de luz
bajo la negra lluvia y la inundación de los sentidos.

Pienso en los actores terminando la escena,
quejándose mientras piden toallas.
En cada proyección vuelve a caer la misma lluvia.
La escena ha terminado en el plató,
pero sigue lloviendo en las salas más oscuras.

Han convocado a un dios,
y este ha despertado una vez más,
y el recuerdo de su reino sigue lloviendo por dentro,
cuando salimos del cine cegados por la luz
y el sol brilla sobre las señales de un solo sentido.

 

 

 

Sánchez Aguilar, Diego. La cadena del frío. Cartagena; Ed. La estética del fracaso, 2020.

 

HOMENAJES INDIOS & EL NOMBRE DE DIOS. KRISHNA

 

HOMENAJES INDIOS

AMARU

Mi amada es tejedora de guirnaldas,
yo transporto viajeros de una orilla a otra orilla.
Los canastos de flores la rodean
como el agua golosa que bandea mi barca:
sus manos son fragantes, las mías tienen callos,
mis ojos son del río, los suyos de la tierra.
Cumplida la jornada nos vemos a escondidas
y yo tejo guirnaldas en sus nalgas y pechos
mientras ella, barquera,
empuja con la pértiga mi cuerpo hacia la aurora:
mis manos son fragantes, las suyas tienen callos,
sus ojos son del río, los míos de la tierra:
ambos somos el otro y este mundo es el cielo.

 

 

KALIDASA

Cuando desato el nudo
que ciñe su vestido a su cadera
y el cuerpo de mi amada resplandece
deslumbrándolo todo,
la llama de la lámpara y los blancos nenúfares
y la luz de la luna y la seda y el lino,
turbados de repente por hallarse desnudos delante de nosotros,
arrojan un puñado de sombra sobre ella
intentando, sin éxito, apagarla.

 

 

BASAVANNA

A veces soy mujer y otras un hombre.
Cuando me llama el agua de tu cuerpo
y me sumerjo en él
y tus dedos que fluyen me tañen como a cítara,
soy tu esposa.
Mas cuando el viento azota tu espalda o te fustigan
los guerreros del sol,
me encrespo junto a ti para luchar
como un tigre de roca y de bambú.

Por tu amor,
oh Señor de los Ríos que Confluyen,
a veces soy mujer y otras hombre.

 

 

VASUDEVA NAIDU

Soy tu arquero, Señor de la Tristeza,
mas mi carcaj está vacío.
Dame flechas de fuego, de bambú, de magnolias
para poderte defender cuando llegue el momento.

«Cuando llegue el momento», Le escuché,
«las flechas que no tienes defenderán mejor
a este Señor de la Tristeza.
Mira bien tu carcaj: está repleto».

 

 

 

 

EL NOMBRE DE DIOS. KRISHNA

The theophany of the child Krishna expresses the nature of the divine as
unconditioned. God, like the child (in this case, as a child), belongs to a world
that is not bound by social and moral convention, a world where fullness
and bounty make work superflous. For the divine to become embodied
as a child is eminently suitable, for they behave in similar ways. Each belongs
to a joyous realm of energetic, aimless, erratic activity that is pointless, yet
significant: pointless, but at the same time imaginative and rich, and therefore
creative. In play the mind can go wild; the imagination is set free to conjure
and conquer. With the world of necessity left behind, the imagination takes
over, eagerly populating a world that knows no limits whatsoever. So it is
with the play of children, and so it is with the activity of the gods.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDavid R. Kinsley

jugar ése es tu nombre y me has creado
por capricho por nada para hacerme
una broma jugar ése es el nombre
que le has puesto a mis manos y a mis ojos
desde que sé que nada es importante
que es lo mismo que palpe o que contemple
con manos y con ojos de asesino
que de amante o de nube que les crea
cuando dicen que existes o que no
que aspire a ser perfecto o me destruya
que me ponga a escribir este poema
o acariciar la suave piel de un búfalo
es igual que te escupa o que te bese
no hay reglas en mi amor me has enseñado
a que no hay diferencia entre abrazarte
o reírme de ti y proclamar
tu muerte siempre juegas con nosotros
no dejas de crearnos cada instante
te inventas una forma de gozarnos
jugar ése es tu nombre ése es el nombre
que alguna vez quisiera merecerme
el nombre de las olas de los pájaros
de la palabra cuerpo de las ramas
que el vendaval enreda y acaricia
de los tambores y la muerte yo
quisiera merecerme que jugaras
conmigo que me amaras hasta el punto
de arrancarme los brazos y las piernas
de masticar mis ojos de romperme
los huesos de la espalda de aplastarme
la granada del sexo que tu amor
me dividiera y fragmentara como
el amor de los niños que lo rompe
todo que lo desarma todo siempre
jugar ése es tu nombre ése es tu nombre
cuando me abrasa el sol y una bandada
de cuervos desenlaza nuestros cuerpos
cuando dibujas remolinos simas
en nuestra geografía si moldeas
en mi mente de barro los fantasmas
que me arrastran consigo hacia otros mundos
y dudas en dejarme en ellos darme
el don de la locura siempre encuentras
relaciones extrañas en las cosas
colores imposibles ritmos nuevos
sentimientos que nunca sensaciones
haces falsas las leyes de los hombres
y te burlas de nuestra seriedad
prefieres al que juega consigo y como tú
se llama el salto aleve
de una ardilla el aullido de los lobos
cuando la luna llena la montaña
que ruge el planear de la gaviota
el suicidio feliz de los cetáceos
un hombre juega a ser un hombre y luego
la luz que riela sobre el mar de pronto
sospecha que te encuentras prisionero
en la piedra de arena y dedica
su vida a rescatarte jugar ése
podría ser tu nombre si tuvieras
alguno

 

 

 

Aguado, Jesús. Libro de homenajes. Madrid; Ed. Hiperión, 1993.

 

CAVAFIS EN VERSIÓN DE ELENA VIDAL Y JOSÉ ÁNGEL VALENTE

En 1964, Ángel Caffarena y Rafael León publicaron en Málaga una versión de poemas de Constantino Cavafis llevada a cabo por Elena Vidal y José Ángel Valente. En 1998 -los dioses lo bendigan porque gracias a él ha llegado un ejemplar a mis manos para que pueda deleitarme en esta versión que me ha hecho empezar a disfrutar por fin de Cavafis- Miguel Gómez Ediciones publicó una edición facsímil de aquellos Veinticinco poemas de Cavafis publicados en el 64.

Aquí dejo algunos de los poemas.

 

 

ESPERANDO A LOS BÁRBAROS

¿Qué esperamos agrupados en el foro?
xxxxHoy llegarán los bárbaros.
¿Por qué inactivo está el Senado e inmóviles
los padres de la patria no legislan?
xxxxPorque hoy llegan los bárbaros.
xxxx¿Qué leyes votarán los senadores?
xxxxCuando vengan los bárbaros ellos darán la ley.

¿Por qué el emperador dejó su lecho al alba
y en la puerta mayor espera ahora
sentado en su alto trono, coronado y solemne?
xxxxPorque hoy llegan los bárbaros.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAguarda
el monarca a su jefe al que hará entrega
de un largo pergamino
lleno de dignidades y de títulos.

¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores visten
sus rojas togas de brocado fino
y lucen brazaletes de amatista,
refulgentes anillos de esmeraldas?
¿Por qué ostentan bastones de oro y plata,
insignias de su mando, maravillosamente cincelados?
xxxxPorque hoy llegan los bárbaros
xxxxy todas esas cosas deslumbran a los bárbaros.

¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres oradores
a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia?
xxxxPorque hoy llegan los bárbaros
xxxxque odian la retórica y los largos discursos.
¿Por qué de pronto esa inquietud
y movimiento? Cuánta
gravedad en los rostros. ¿Por qué vacía
la multitud las calles y las plazas y sombría regresa?
xxxxPorque la noche cae y no llegan los bárbaros.
xxxxGentes recién venidas de la frontera afirman
xxxxque ya no hay bárbaros.

¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?
Esos hombres traían alguna solución después de todo.

 

 

 

 

LA CIUDAD

Dices: «Iré a otra tierra, hacia otro mar,
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío es aquí un fracaso
y sepultado está mi corazón.
¿Hasta cuándo este abismo mi alma cercará?
Dondequiera que vuelvo mis ojos veo sólo
las oscuras ruinas de mi vida y los días
que aquí gasté, perdí o destruí».

No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad ha de ir siempre en pos de ti. En las mismas callejas
errarás. En los mismos suburbios llegará tu vejez.
Bajo los mismos techos encanecerás.
Pues la ciudad te espera siempre. Otra no busques.
No hay barco ni camino para ti.
En todo el universo destruiste cuanto has destruido
en esta angosta esquina de la tierra.

 

 

 

 

VUELVE OTRA VEZ

Vuelve otra vez y muchas veces, cógeme,
amada sensación, regresa y cógeme,
cuando la memoria del cuerpo se despierta
y un antiguo deseo atraviesa la sangre,
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.

Vuelve otra vez y cógeme en la noche
cuando los labios y la piel recuerdan…

 

 

 

 

CUANTO PUEDAS

Si imposible es hacer tu vida como quieres,
por lo menos esfuérzate
cuanto puedas en esto: no la envilezcas nunca
por contacto excesivo
con el mundo que agita movedizas palabras.

No la envilezcas nunca
en el tráfago inútil
o en el necio vacío
de los rostros diarios
y al cabo te resulte un huésped importuno.

 

 

 

 

MUY RARAMENTE

Es un viejo.
xxxxxxxxxxxAgotado, encorvado,
vencido por los excesos y los años,
por la calleja avanza con pie lento.
Sin embargo, cuando entra en su casa para esconder allí
su ancianidad y su miseria, piensa
en todo lo que aún comparte con él la juventud.

Los jóvenes recitan sus versos.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLas imágenes
por él creadas ahora encienden sus ojos.
Su sano y voluptuoso espíritu,
su cuerpo hermoso y firme aún se conmueven
con la expresión que él diera a la belleza.

 

 

 

 

FUI

No me ligué.
xxxxxxxxxxxxPor entero me liberé y me fui.
Hacia goces que estaban
parte en la realidad, parte en mi ser,
en la noche iluminada fui.
Yo bebí un vino fuerte,
como sólo el audaz bebe el placer.

 

 

 

 

MAR EN LA MAÑANA

Que me detenga aquí.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxQue también yo contemple por un momento la naturaleza,
el luminoso azul del mar en la mañana y del cielo sin nubes
y la amarilla arena: estancia
hermosa y grande de la luz.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDejadme
que me detenga aquí y crea que esto veo
(ciertamente esto vi un instante tan sólo cuando aquí me detuve)
y no, incluso ahora, mis sueños, mis recuerdos,
la rediviva imagen del placer.

 

 

 

 

JURA

Jura una y otra vez que rehará su vida.
Mas al llegar la noche y sus consejos,
sus compromisos, sus ofrecimientos,
mas al llegar la noche con su propio poder,
el del cuerpo que quiere y pide, al mismo
fatal placer, perdido, se dirige de nuevo.

 

 

 

 

UNA NOCHE

La habitación pobre y vulgar,
escondida en los altos de la taberna equívoca.
Desde la ventana la calleja,
estrecha y sucia. Y las voces abajo
de unos cuantos obreros
distrayendo su tiempo con las cartas.

Y allí, sobre aquel lecho ordinario y humilde,
el cuerpo tuve del amor, los labios
voluptuosos de la embriaguez que cuando ahora,
después de tantos años, esto escribo
en mi casa vacía me embriago de nuevo.

 

 

 

 

EN LA CALLE

Su simpático rostro un poco pálido
y los ojos castaños aún absortos.
Veinticinco años, aunque aparenta más bien veinte.
Algo le da en su atuendo vago aire de artista:
la corbata tal vez o la forma del cuello.
Marcha sin fin preciso por la calle
como aún poseído del placer ilegal,
del prohibido amor que acaba de ser suyo.

 

 

 

 

UNO DE SUS DIOSES

Cuando uno de ellos atravesaba el ágora
de Seleucia al caer la tarde,
en la figura de un hombre joven, alto y hermoso,
perfumada la negra cabellera
y la alegría de la inmortalidad en sus pupilas,
los que al pasar le contemplaban
se preguntaban uno a otro si alguien acaso le conocía,
si era tal vez griego de Siria o un extranjero. Pero algunos
que le observaban más atentos
comprendían y se apartaban.
Y mientras él, bajo los pórticos,
entre las sombras se perdía y la luz tenue del crepúsculo
hacia los barrios que despiertan
sólo en la noche para la orgía,
la embriaguez y la lujuria y todo género de vicios,
admirados se preguntaban cuál de entre ellos era éste
y por qué placer equívoco
hasta las calles de Seleucia descendía desde la augusta
beatitud de sus moradas.

 

 

 

 

xxxxxixxxxxPARA AMMÓN
MUERTO A LOS 29 AÑOS, EN EL 610
xxxxxxxxxxDESPUÉS DE J. C.

Te piden, Rafael, que unos versos compongas
como epitafio del poeta Ammón.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxHaz algo
suave y sutil.
xxxxxxxxxxxxA ti te corresponde,
pues tú puedes, escribir unas líneas
dignas de Ammón, que fue uno de los nuestros.

Sin duda tú hablarás de sus poemas,
pero no olvides su belleza,
la exquisita belleza que nosotros amamos.

Perfecto y musical siempre es tu griego.
Mas toda tu maestría nos hace falta ahora.
Nuestro amor y dolor pasan a lengua extraña.
Vierte en ajena lengua tu sentimiento egipcio.

Escribe, Rafael, tus versos de tal modo
que algo de nuestra vida —tú sabes— quede en ellos
y las frases y el ritmo sobradamente muestren
que de un alejandrino habla un alejandrino.

 

 

 

 

PERMANECE UNA IMAGEN

Sería la una de la noche
o la una y media acaso.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEn un rincón de la taberna,
tras el tabique de madera.
Los dos tan sólo en el lugar vacío.
Una lámpara de petróleo vagamente lo iluminaba.
Dormía el sirviente a la puerta la fatiga de la vigilia.

Nadie podía vernos. Aunque ahora
la pasión era tan intensa
que la prudencia desbordaba.

Entreabrimos nuestros vestidos, ya muy escasos en el ardor
de un divino mes de julio.

Cuerpo gozado en la levedad
de las ropas entreabiertas.
Desnudez breve de la carne, cuya imagen ha atravesado
veintiséis años y ahora acude
y permanece en el poema.

 

 

 

 

xxxxMELANCOLÍA DE JASÓN, HIJO
DE CLEANDRO, POETA DE COMAGENE,
xxxxxxxxx595 DESPUÉS DE J. C.

El envejecimiento de mi cuerpo y apariencia
es herida de terrible puñal.
Resignación no tengo.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA ti recurro,
Arte de la Poesía, pues algo sabes de remedios:
tentativas de envolver el dolor en la Imaginación y la Palabra.

Es herida de terrible puñal…
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAhora tráeme,
oh Arte de la Poesía, tus consuelos
para hacer que —un momento— no perciba la herida.

 

 

 

 

JULIANO AL VER LA INDIFERENCIA

«Viendo la mucha indiferencia que entre vosotros hay
con respecto a los dioses», dice con aire grave.
Indiferencia. ¿Pero qué espera aún?
Reformó a su gusto el orden religioso,
cuanto quiso escribió al sumo sacerdote de los Gálatas
y a otros tales, distribuyendo normas y consejos.
Sus amigos no eran, ciertamente, cristianos.
Mas no podían como él
(que en esa religión nació y creciera)
divertirse en reformas religiosas,
ridículas en teoría y en la práctica.
Eran griegos, en fin.

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxDe nada demasiado, Augusto.

 

 

 

 

MIRIS: ALEJANDRÍA, 340 DESPUÉS DE J. C.

Al saber la desgracia de la muerte de Miris
me dirigí a su casa, aunque siempre rehuyo
visitar a cristianos, sobre todo
en duelo o fiesta.

Me quedé en el pasillo. Inútil era
aventurarse más, pues los parientes
al verme dieron muestra
de hostilidad o de disgusto.

Le habían colocado en una enorme estancia,
que desde mi rincón veía en parte,
con tapices riquísimos y profusión de objetos de oro y plata.

En mi rincón permanecí y lloré, pensando
que nuestras reuniones y salidas
nada eran ya sin Miris.
No le vería más en nuestras noches
desordenadamente hermosas
alegrarse, reír, recitar versos
con el perfecto ritmo de su griego.
Pensé que para siempre había perdido
y nunca más tendría
su juvenil belleza
que ardientemente amaba.

A mi lado unas viejas en voz baja
hablaban de sus últimos momentos:
él repitiera la palabra Cristo,
sosteniendo en sus manos una cruz.

Después entraron cuatro
sacerdotes cristianos que dijeron
fervorosas plegarias a Jesús o a María (escasamente
conozco sus creencias).

Nosotros, desde luego, no ignorábamos que era Miris cristiano.
Desde el primer momento lo supimos, cuando
dos años hace vino con nosotros.
Mas él vivía como uno de los nuestros,
entregado al placer como ninguno,
pródigo de su hacienda en diversiones.

De la opinión del mundo descuidado,
gustaba de arrojarse en las riñas nocturnas
si por azar hallábamos
otras bandas rivales.
Jamás hablaba de su religión.
Pero una vez, recuerdo, le dijimos
que nos acompañase al Serapión; tal broma
pareció disgustarle. También recuerdo ahora
que al alzar, otra vez, nuestras copas
por Poseidón se alejó volviendo el rostro.
Y cuando un día gritó uno de nosotros
con entusiasmo: «Apolo, el grande, hermoso Apolo,
nos proteja y bendiga», en un susurro Miris
(que los demás no oyeron) dijo: «Mas no a mí».

Los sacerdotes en voz alta oraban
por el espíritu del joven.
Vi con cuánto cuidado,
con qué intensa atención a los menores
accidentes del rito preparaban
el funeral cristiano.
Y de pronto un oscuro sentimiento
se apoderó de mí. Indefiniblemente
sentí que Miris se alejaba,
que al fin, como cristiano,
a los suyos volvía y que tan sólo yo
era extranjero allí. Pensé entonces
si la pasión acaso no me había engañado
y había sido siempre extraño a él.
Corrí, precipitéme de aquella horrible casa,
antes de que su cristianismo transformase
o pudiera arrancarme la memoria de Miris.

 

 

 

Cavafis, Constantino. Veintinco poemas. Málaga; Ed. Miguel Gómez Peña, 1998.

 

LIBRO DE HOMENAJES

 

INTROITO

Una cierta afición por la distancia
me define. Alejo todo
—o se aleja, no sé— para verlo en conjunto.
Quien fragmenta asesina (peor: se queda solo).
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxMis abrazos
son mensajes escritos con banderas
en el aire del mar: se desvanecen
más en los ojos que en el cuerpo.
Mis besos son arpones
que arrojo a una ballena fugitiva.

Sé que todo se aleja, sin embargo,
para entregar su plenitud (¿o su divinidad?),
que una cierta distancia es necesaria
para crear el mundo a cada instante.
Sin esta certidumbre, ¿cómo escribir?
¿Para qué ser si no se asume esta tarea?

Mis caricias son débiles
porque no te las hago con las manos:
es el mar quien las hace,
el infinito puesto entre nosotros.

 

 

 

 

xxxxxxEL TIEMPO Y LA ETERNIDAD.
LECTURA DE ANANDA COOMOROSWAMY

xxxxxIII

Basta apilar briznas resecas, ramas y troncos para quemar el tiempo.
Si quemas las pavesas y las mismas cenizas
y luego quemas el rastro de este fuego en el aire y tu piel
y quemas tu memoria del fuego y todavía quemas todos
los fuegos sucesivos hasta llegar al último, a aquel que ya no es hijo
del fuego, habrás quemado lo que fuiste y serás y habrás llegado
al fin a lo que eres:
una llama apagada, inextinguible.

 

 

 

 

VARIACIONES SOBRE LA TRISTEZA

xxxxxII

Lo que he soñado es hielo derretido, agua bebida por el fuego,
las cenizas del viento que el crepúsculo esparce. Nadie venga
a contemplarse en el espejo de mis manos si no
quiere soñar consigo como un enorme hueco, como una sima a la que nada
se asoma, ni siquiera el silencio o la noche.

Antes era iceberg en medio del océano: quienes a mí venían
lo hacían para abrir en dos el casco de su nave
y conmover mi mole gigantesca con un choque frontal que estremeciese
sin destrozar mi mundo. Entonces era yo
y era fuerte y distinto.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAhora ya no existen diferencias
entre el barco y el mar y el marinero: todo vive abrazándose,
modelando el vacío donde acaban los sueños anegados,
confundidos los unos con los otros,
formando un solo sueño en realidad: el sueño del vacío
que, como un don, le llega al hombre alguna vez
cuando decide no nombrar su estado de infinita tristeza
y la habita, la habita simplemente.

 

 

xxxxxIII

No sirve lo que fui. Lo que no he sido,
eso es lo importante, es ahí donde tengo que buscar,
donde juntos, tristeza, tenemos que buscar.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxMi pasado no existe
de tanto no quererlo. Es de los otros, mas no mío. No reluce ni sabe
cegar como las cosas que viven en la nada.

Mas no es fácil volver sobre mis pasos para encontrar
los labios no besados, los cuerpos no elegidos —no para poseerlos:
para darlos también y volverme tan pobre que ni la muerte sepa
qué hacer para matarme.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLo que no he sido y se me escapa,
como las llamas en el bosque,
es lo que soy,
lo que tengo y aún no puedo dar
al aire, al fuego, al agua y a la tierra.

 

 

xxxxxVII

Mi vida tiene un centro cuyo nombre es naufragio.
isla de agua rodeada de tierra,
este centro me pide que a sus olas arroje cada cosa que miro,
lo que pesa y gravita, las rocas y los astros, todo yo,
que me asomo a mi centro para verme
y sólo veo la ceguera.
Pero también mi centro tiene un centro: se llama luz ardiente.
Remolino de fuego circundado de agua,
el centro de mi centro aguarda la total extenuación,
el naufragio absoluto de todo lo que he sido,
para entonces devolverme los ojos, que verá sin dejar de estar ciegos.

Mas me asusta no ver desde el fondo del agua
y me aterra mirar lo que el fuego consume.
¿Cómo podré alcanzar el centro de mi centro
si estoy encadenado al cuerpo de mi amada, a los bosques
y al aire que respiro?

Mi vida tiene un nombre cuyo centro es tristeza.

 

 

xxxxxXI

Definición de la tristeza:

los árboles no comen de mi mano
como las palomas.

 

 

 

 

LAS LETANÍAS DE SATÁN. BAUDELAIRE

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxÔ Satan, prends pitié de ma longue misère!
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCh. Baudelaire

Tú que fuiste expulsado por desear que Dios
también tuviera un cuerpo, por soñarle unos labios
y no sólo una voz que dicta obligaciones,
por ponerle una boca mordedora, una lengua
ansiosa de otra lengua, un cuello peligroso,
unos muslos feroces como estrellas fugaces,
por pensar que podría ordenar la existencia
como un abrazo eterno y no como una espada,

¡Oh Satán, ten piedad de mi largo infortunio!

Tú que al caer quebraste los tarros de perfume
y las capas de hielo que recubrían todo,
que alzaste una cabaña de fuego en cada mano,
esa hoguera habitable que llamamos placer,

¡Oh Satán, ten piedad de mi largo infortunio!

Tú que inventaste el tedio y el asa de las tazas,
el verso alejandrino y los pueblos caníbales,

¡Oh Satán, ten piedad de mi largo infortunio!

Tú que estudias paciente la faz de los canallas
y caminas sus surcos con pasión de erudito,
que lames al leproso y al helado de kiwi
con idéntica gula pues ambos son metáforas
de la decrepitud, que coleccionas barro,
callejones, bombillas fundidas, desertores,

¡Oh Satán, ten piedad de mi largo infortunio!

Tú que todo lo trizas porque sólo disfrutas
con los rompecabezas, que haces del mundo un puzzle
y barajas las piezas para que Dios se líe
y no sepa qué pinta un adulterio al lado
de un mamut, un cerezo entre el ser y la nada,
la soledad de un niño junto a la ley de Newton,

¡Oh Satán, ten piedad de mi largo infortunio!

Tú que eres de una estirpe producto de una cópula
sostenida en la ciénaga entre el ojo de Dios
y una manada de rinocerontes, hijo
del rapto y violación sufridos por lo eterno
a manos de esa banda, los minutos, que asuelan
con sus motos los barrios celestiales, mi hermano,

¡Oh Satán, ten piedad de mi largo infortunio!

Tú que acudes a mí cuando mi voz restalla
y el mundo avanza un paso como yunta de bueyes,
porque juntos aramos la palabra universo,
esa tierra baldía sembrada de puñales,

¡Oh Satán, ten piedad de mi largo infortunio!

Tú que eres perezoso y algo panzón, mas alguien
con quien charlar sin prisas de las dudas del sexo,
y no un tipo al que hacer reclamaciones bobas
(burócrata especial que gestiona milagros)
o al que pegar sablazos sobre la salvación
que nos mire detrás del mostrador de un cielo,

¡Oh Satán, ten piedad de mi largo infortunio!

Gloria a ti, oh Satán, adversario del hombre
pero no de los hombres, adversario del ángel
pero no de los ángeles (con los cuales te embarcas
en juergas muchas veces que acaban en escándalo),
adversario del cuerpo pero no de los cuerpos,
Satán que nos enseñas la rebelión suprema:
conjugar en plural, ser arena y no roca,
vivir con un martillo bien alerta en los ojos
contra el largo infortunio de no ser más que yo.

 

 

 

 

CARTAS DE RILKE A LAS MUJERES

LOU ANDREAS-SALOMÉ

Sólo es real lo que llega de ti.
Una puesta de sol o una tetera
son implacables ángeles o máscaras de lo infinito
hasta que vienes tú y los vuelves tangibles.
Antes de conocerte
con pavor caminaba entre las cosas,
pues todo, cualquier brizna de hierba, me aplastaba
con sus mil toneladas de posibles sentidos,
con el dios o avalancha de piedras emboscado
que asaltaba mis ojos y mi piel.
Ahora soy un cuerpo y no un fantasma,
y el mundo no es un lúgubre castillo donde vago
sino un inmenso lecho donde hacer el amor con las teteras,
con las puestas de sol, sobre todo contigo.

 

 

 

 

PECERA EN UN RESTAURANTE CHINO.
xxixxA MI GENERACIÓN POÉTICA

Amo los peces cómplices del arpa
irisada que duermen en las peceras.
Mis amigos también, pero prefieren,
ya muy decepcionados de la melancolía,
pedir la cena y colocar un taco en cada frase.
Son ojos escapados de sus órbitas
o dedos peleados con la mano.
Arriesgo otra metáfora (nosotros 
somos peces nadando en la pecera
que llamamos vivir) por si consigo que me atiendan,
mas la ternera con bambú y el arroz tres delicias,
sofistas educados en la lectura
de Platón, argumentan más convincentemente.
Son verdes y violetas como el bosque y la aurora,
como unos labios vegetales
que estuvieran buscando a su mitad perdida
en donde todo está, que es en el agua.
Mis amigos consiguen distraerme, con sus bromas,
de esta contemplación un largo rato.
Cuando vuelvo a mirar, los peces están muertos:
de inanición, sentencia el médico del grupo.
Intento consolarme recordando
que nunca sirven pan en restaurantes chinos
(o, dicho de otro modo,
que estos son malos tiempos para la lírica).
Y entonces me pregunto: ¿con qué alimentarás ese otro pez
llamado corazón? Mis amigos responden: nunca lleves
tu corazón a un restaurante chino.

 

 

 

Aguado, Jesús. Libro de homenajes. Madrid; Ed. Hiperión, 1993.

 

ADIÓS A LUCIO URTUBIA

 

Ayer murió Lucio Urtubia. Que ¿quién era Lucio Urtubia? Pues valga decir -como se puede leer en el documental que sobre él se emitió en Televisión Española- que anarquistas ha habido y sigue habiendo bastantes en el mundo; los que han tenido que cometer atracos o introducirse en el contrabando para la causa son numerosos; los que han discutido estrategias con el Che o han ayudado a Eldridge Cleaver (el líder de los Panteras Negras) son los menos. Los que unido a todo lo anterior, consiguieran poner contra las cuerdas al banco más poderoso del planeta mediante la falsificación masiva de traveller checks y sin faltar un solo día a su trabajo de albañil de construcción, solo hay uno: Lucio Urtubia.

Si quieren conocer algo más sobre este hombre solo tienen que ver el documental citado. Aquí.

 

ANIMALES HERIDOS

 

CON un pie en la lluvia
te lo dice un niño,
que ya no fuimos
los que no somos ni seremos,
árbol que agita raíces al viento
huella que por la arena
susurra un nombre.

 

 

 

 

HIERE otra vez
adherido al abrigo de los años
el rastro de un verano
como un viejo juguete
expuesto al sol de nuevo.

Tiembla y corre
entre las bellas ruinas
el nombre que nos dimos
un verano cualquiera.

Seguramente mi mejor poema,
escrito con los pies en arena
que treinta años después dice
no vuelvas.

 

 

 

 

HABLAN también
si te fijas
de cicatrices los libros,
como esta
que corta en dos
la historia de un pueblo,
o aquella
de una generación a otra tendida,
hablan de cicatrices los libros
como tú y yo hablamos a veces
y callamos después.

 

 

 

 

TE escondes al paso de alguien
que sale de entre los árboles.

No miras a los ojos
de quien calza tus botas
y fuma tus cigarros.

 

 

 

 

EN el juego de dos gatos
por la hierba,
oculta en sus saltos
en sus cabriolas,
agazapada entre
sus acechanzas,
esperanza,
te busco infatigable.

 

 

 

 

PORQUE no es sólo la palabra
la casa de los dos
ni su límite fractura
que anuncie tu ausencia
desmedida y extranjera,
porque no es sólo la palabra
amor
sino mundo lo que te traigo.

 

 

 

 

PORQUE me perdí
como entonces, riendo
en el batir de la ola
cuando la arena,
única medida del tiempo
me corría entre los dedos,
y por la luz oblicua
que con firme negativa
en el contorno
de tu cuerpo ausente se detiene,
reconozco en la primavera
de tu sexo indómito
el mejor de los juegos infantiles.

 

 

 

Alemañ, Luis. Animales heridos. Salamanca; Ed. Amarante, 2019.

 

BÚSQUEDAS Y VISITAS CON YEATS EN LA MEMORIA

 

EN MEMORIA DE W. B. YEATS

xxxxx(Enero 1939)

xxxxxI

Desapareció en medio del invierno
Los arroyuelos estaban congelados, los aeropuertos casi desiertos
Y la nieve desfiguraba las estatuas públicas;
El mercurio se hundía en la boca del agonizante día.
Los instrumentos de que disponemos están de acuerdo
En que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.

Lejos de su enfermedad
Los lobos seguían corriendo por los bosques de coníferas,
El campesino río no se sintió tentado por los muelles de moda;
Por lenguas que se lamentaban
La muerte del poeta fue ocultada a sus poemas.

Pero para él fue su última tarde como sí mismo,
Una tarde de enfermeras y rumores;
Las provincias de su cuerpo se rebelaron,
Las plazas de su mente estaban vacías,
El silencio invadía los suburbios,
La corriente de su sentir falló; se convirtió en sus admiradores.

Ahora está desperdigado entre un centenar de ciudades
Y totalmente entregado a efectos poco familiares,
Para encontrar su felicidad en otro tipo de bosque
Y ser castigado bajo un código extranjero de conciencia.
Las palabras de un hombre muerto
Se ven modificadas en las entrañas de los vivos.

Pero en la importancia y el ruido del mañana
Cuando los cambistas estén rugiendo como bestias sobre el suelo de la Bolsa,
Y los pobres sigan padeciendo los sufrimientos a los que están razonablemente acostumbrados,
Y cada uno en su propia célula esté prácticamente convencido de su libertad.
Unos pocos miles pensarán en este día
Como uno piensa en un día en el que uno hizo algo ligeramente fuera de lo normal.
Los instrumentos de que disponemos están de acuerdo
En que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.

 

 

xxxxxII

Fuiste tonto como nosotros; tu don sobrevivió a todo:
A la parroquia de mujeres ricas, a la degradación física.
A ti mismo. La Loca Irlanda tiene aún su locura y su clima,
Porque la poesía no hace que ocurra nada: sobrevive
En el valle que ella misma ha hecho, donde los ejecutivos
Jamás querrían inmiscuirse, fluye hacia el sur
Desde ranchos de aislamiento y desde los activos pesares,
Desde crudas ciudades en las que creemos y morimos; sobrevive,
Una forma de suceder, una boca.

 

 

xxxxxIII

Tierra, recibe a un huésped ilustre:
William Yeats es entregado a su descanso final.
Que el navío irlandés yazca
Vacío de su poesía.

En la pesadilla de la oscuridad
Todos los perros de Europa ladran,
Y las naciones vivientes esperan,
Todas secuestradas en su odio;

La desgracia intelectual
Grita desde cada mirada humana,
Y los mares de piedad yacen
Encerrados y congelados en cada ojo.

Continúa poeta, continúa hasta el mismo
Fondo de la noche,
Con tu voz no constrictora
Persuádenos aún de que nos regocijemos;

Con el cultivo de un verso
Haz de la maldición un viñedo,
Canta el fracaso humano
En un éxtasis de tristeza;

En los desiertos del corazón
Deja que arranque la fuente sanadora,
En la prisión de sus días
Enseña al hombre libre cómo alabar.

 

 

 

 

LA BÚSQUEDA

xxxxxXI

Sus padres campesinos se mataron de tanto trabajar
Para conseguir que su querido pudiera abandonar un suelo punzante
Para dedicarse a una de esas espléndidas profesiones que
Favorecen la respiración superficial, y hacerse rico.

La presión de su cariñosa ambición hizo
Que su tímido hijo amante del campo tuviera miedo,
ninguna carrera sensata era suficientemente buena,
Sólo un héroe podía merecer tal amor.

De modo que allí estaba sin mapas ni víveres,
A un centenar de millas de cualquier ciudad decente;
El desierto deslumbraba sus ojos enrojecidos,

El silencio rugía su descontento:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmirando hacia abajo,
Vio la sombra de un Hombre Medio
Intentando hacer lo excepcional, y echó a correr.

 

 

xxxxxXIV

Todos los días se publican nuevos addendums
A la enciclopedia del Camino,

Notas lingüísticas y explicaciones científicas,
Y textos para escuelas con ortografía e ilustraciones modernizadas.

Ahora todo el mundo sabe que el héroe debe escoger el caballo viejo,
Abstenerse de tomar licor y de tener relaciones sexuales,

Y que debe buscar un pez perdido para poder ser bueno con él:
Ahora todo el mundo piensa que podría encontrar, si es que así lo deseara,

El camino sobre el erial hasta la capilla de la roca
Para una visión del Triple Arco Iris o del Reloj Astral,

Olvidando que su información procede en su mayor parte de hombres casados
A los que les gustaba pescar y aun especular con las carreras de caballos de cuando en cuando.

¿Y hasta qué punto es de fiar una verdad que se obtiene
Observándose a uno mismo e insertando después un No?

 

 

 

 

VISITA DE LA FLOTA

Los marineros desembarcan
De sus huecos navíos,
Muchachos de clase media con aspecto moderado
Que leen las tiras cómicas;
Un partido de «baseball» significa más
Para ellos que cincuenta Troyas.

Parecen un tanto perdidos, depositados
En este lugar no americano
Donde pasan nativos con leyes
Y futuros propios;
No están aquí porque
Sino sólo por-si-acaso.

La prostituta y el que-nunca-le-sale-nada-bien
Que les molestan con basuras.
A su mugrienta manera al menos
Están sirviendo a la Bestia Social;
Ellos no hacen ni venden,
No es de extrañar que se emborrachen.

Pero sus barcos sobre el vehemente azul
De esta bahía de hecho salen ganando
De no tener nada que hacer;
Sin una voluntad humana
Para ordenarles a quién matar
Sus estructuras son benévolas

Y, lejos de parecer perdidos,
Parece como si hubieran sido pensados
Para ser diseño abstracto puro
Por algún maestro del esquema y la línea,
Indudablemente valen cada céntimo
De los billones que deben haber costado.

 

 

 

 

HORAE CANONICAE

xxxxx3. SEXTO

xxxxxI

No hace falta ver lo que alguien está haciendo
para saber si es su vocación,

sólo hay que mirar sus ojos:
un cocinero preparando una salsa, un cirujano

haciendo una incisión primaria,
un funcionario completando una hoja de embarque,

muestran la misma expresión extasiada,
olvidándose de sí mismos en una función.

Qué hermosa es
esa mirada del ojo-en-el-objeto.

El ignorar a las diosas del apetito,
el abandonar los formidables santuarios

de Rhea, Afrodita, Deméter, Diana,
rezar en su lugar a San Phocas,

Santa Bárbara, San Saturnino,
O a cualesquiera que sea el patrón de uno,

por poder ser digno de su misterio,
qué prodigioso paso.

Debería haber monumentos, debería haber odas,
a los héroes sin nombre que lo dieron primero,

Al primer tallador de piedra
que se olvidó de su cena,

Al primer recolector de conchas marinas
que permaneció célibe.

¿Dónde estaríamos de no ser por ellos?
Ferales aún, no adaptados al hogar, aún

vagando a través de bosques sin
una consonante en nuestros nombres,

esclavos de Dama Amable, carentes
de toda noción de ciudad,

y, este atardecer, para esta muerte,
no habría agentes.

 

 

xxxxxII

No es necesario saber qué órdenes está dando
para saber si alguien tiene autoridad,

no hay más que fijarse en su boca:
cuando un general que dirige un asedio ve

Caer una muralla de la ciudad derribada por sus tropas,
cuando un bacteriólogo

se da cuenta en un instante dónde se había equivocado
en su hipótesis, cuando,

con una mirada al jurado, el fiscal,
sabe que el defendido será ahorcado,

sus labios y las arrugas en torno a ellos
se relajan, asumiendo una expresión

no de simple placer por lograr que las cosas se hagan
a su propia y dulce manera, sino de satisfacción

por estar en lo cierto, una encarnación
de Fortitudo, Justicia, Nous.

Puede que no nos gusten demasiado
(¿A quién le gustan?) pero les debemos

basílicas, divas,
diccionarios, versos pastorales,

las cortesías de la ciudad:
Sin estas bocas judiciales

(que en su mayor parte pertenecen
a grandísimos sinvergüenzas)

Cuán escuálida resultaría la existencia,
atada para toda la vida a algún poblado de chozas,

asustados de la serpiente local
o del demonio del fiordo local,

hablando el dialecto local
de unas trescientas palabras

(piensen en que las disputas familiares y los
anónimos, piensen en la endogamia),

Y este mediodía, no habría autoridad
para ordenar su muerte.

 

 

xxxxxIII

En donde quiera, en algún lugar
sobre la tierra de amplio pecho donadora de vida,

en cualquier lugar entre sus tierras de sed
y el imbebible océano,

La multitud permanece perfectamente quieta,
sus ojos (que parecen uno solo) y sus bocas

(que parecen infinitamente numerosas)
carentes de expresión, perfectamente vacías.

La multitud no ve (lo que todo el mundo ve)
un combate de boxeo, un accidente de ferrocarril,

la botadura de un buque de guerra
no se pregunta (como se pregunta el mundo)

quién ganará, qué bandera ostentará,
cuántos serán quemados vivos,

jamás se ve distraída
(como todo el mundo se ve siempre distraido)

por perros ladrando, el olor a pescado,
un mosquito sobre una cabeza calva:

la multitud ve sólo una cosa
(que sólo la multitud puede ver),

una epifanía de aquello
que hace lo que quiera que sea que se ha hecho.

Cualquiera que sea el Dios en el que crea una persona
cualquiera que sea su forma de creer

(no hay dos exactamente iguales),
como miembro de la multitud cree

y sólo cree en aquello
en lo que sólo se puede creer de una forma.

Pocas personas se aceptan las unas a las otras, y la mayor parte
jamás hará nada como Dios manda,

pero la multitud no rechaza a nadie, el unirse a la multitud
es la única cosa que pueden hacer todos los hombres.

Sólo a causa de eso podemos decir
que todos los hombres son nuestros hermanos,

superiores, a causa de ello,
a los dermatoesqueletos sociales: ¿Cuándo

Han ignorado jamás a sus Reinas;
detenido por un segundo el trabajo

en sus ciudades provincianas, para venerar
Al Príncipe de este mundo como nosotros,

en este mediodía, sobre esta colina,
en la ocasión de esta muerte?

 

 

 

Auden, W. H. Poemas escogidos (versión de Antonio Resines). Madrid; Ed. Visor, 1996.

 

UN ESPEJO PARA MEDUSA

 

SABER ESPERAR

El que espera con un desierto
dentro de su reloj de arena
tiene tiempo para planificar
la derrota.
El que espera con un desierto
dentro de su reloj de arena
nunca será vencido.
El que espera con un desierto
dentro de su reloj de arena
hace de cualquier duna
su propio trono.

 

 

 

 

MAÑANAS DE ENERO

Masturbo folios en blanco
reteniendo su olor en el paladar.
No hay mucho más que hacer
durante esta mañana
atrapada en un lunes de enero.
Dudo que esperen mejores tareas
allí afuera.

 

 

 

 

NORTE Y SUR

En el norte
cada carretera
es una herida abierta al bosque.
En el sur
cada camino
gana terreno al desierto.

 

 

 

 

MUELLES

En noches como ésta
los muelles de mi viejo colchón
insisten en gritar que éste
ya no es mi sitio.

Tienen razón,
Alicia lleva ya un rato dormida
lejos de aquí.
En otra cama,
en otro hogar.

 

 

 

 

EL LLANTO DE DIONISIO

Nadie imagina a Dionisio,
aquel dios borracho coronado de vides,
derramando una lágrima
por cada copa abandonada
a medio terminar;
pero en ello ocupa sus días de resaca.
Lo creas o no.

 

 

 

 

EL SEXO DÉBIL

Mi abuela pasó la vida entera
derramando sangre propia por heridas ajenas
sin perder un solo latido.

La mujer que me dio la vida
repitió durante años
el milagro de los panes y los peces
sin que nadie cantase sus proezas.

Alicia enciende sus pasos
iluminando un camino invadido por la penumbra
y me ofrece su pecho
para vencer al invierno.

Sólo ellas
apagan tristezas
con las manos desnudas.

Sólo un necio
las llamaría
sexo débil.

 

 

 

 

MUROS DE TELA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxTodas las banderas representan muros
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEl Roto

Las banderas son muros de tela
que ondean mecidos
por el viento y el miedo.
No hay asta que aguante
semejante carga.
No hay luz que soporte
semejante sombra.

 

 

 

 

LLUVIA DORADA

Abriendo bien los ojos
entre medallas y monedas,
—desafiando sus brillos—
uno se acaba dando cuenta:
lo único dorado que merece la pena
es la lluvia.

 

 

 

 

PLANES PARA LA VEJEZ

Arrancar versos a la tarde
y obligar al corazón a que siga latiendo…

x
aunque ya no arda.

 

 

 

Carrillo, Ícaro. Un espejo para medusa. Sevilla; Ediciones en huida, 2018.

 

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