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Archive for diciembre 2016

TEOGNIS DE MÉGARA

diciembre 31, 2016 Deja un comentario

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(1063-1070)

Siendo joven se puede dormir junto a alguien coetáneo
la noche entera, colmando el deseo de amorosos abrazos;
se puede en el banquete cantar al compás del flautista.
Ninguna cosa es más placentera que esto para hombres
y mujeres. ¿Y qué me importan a mí el honor y el dinero?
El placer que acompaña un ánimo alegre a todo supera.

Insensatos y necios los hombres que lloran a los muertos
y no a la flor de la juventud que se va marchitando.

 

 

 

 

(1191-1194)

No anhelo quedar recostado en un túmulo regio
una vez haya muerto; quisiera gozar cualquier bien mientras vivo.
Tapices y zarzas ofrecen igual cobertor a un cadáver.
La madera le resulta a la vez algo duro y mullido.

 

‘CHAUCER’, DE TED HUGHES

diciembre 30, 2016 Deja un comentario

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CHAUCER

«Whan that Aprille with his shoures soote
The droghte of March hath perced to the roote…»
A pleno pulmón, balanceádote en la escalerilla de una cerca,
Con los brazos alzados — un poco para equilibrarte, un poco
Para sujetar las riendas de la forzada atención
De tu imaginaria audiencia — empezaste a recitar a Chaucer
A un prado de vacas. El cielo de la Primavera lo había propiciado
Con su colada al viento, el flamante esmeralda
De los espinos, el espino blanco, el espino negro,
Y una de aquellas copas repletas de champaña
Que agarraste en un arrebato de pura dicha.
Tu voz cruzó los campos hacia Grantchester,
Sonando quizá como perdida. Pero las vacas primero
Te observaron, luego se acercaron: les gustaba Chaucer.
Y tú seguiste y seguiste. Había una, varias razones
Para recitar a Chaucer. Al llegar al pasaje de la Comadre de Bath,
Tu personaje favorito de la historia de la literatura,
Estabas extasiada. Y las vacas, embelesadas.
Se empujaban, se daban empellones entre sí, formando un círculo
Para mirarte la cara, soltando de vez en cuando algún bufido
De admiración, avivados su asombro y su atención,
Prestando oídos para captar cada una de tus inflexiones,
Aunque manteniéndose a dos metros de reverente distancia
De ti. Tú estabas pasmada, apenas podías creerlo
Ni tampoco parar. Pues ¿qué sucedería
Si te callases de golpe? Podrían atacarte,
Asustadas por el brusco silencio, o porque quisiesen más.
Por eso seguiste. Y seguiste —
Ante una veintena de vacas hipnotizadas por ti.
¿Cómo diablos lograste parar? No recuerdo
Que lo hicieses. Supongo que las vacas se fueron
Dispersando, bamboleándose, poniendo los ojos
En blanco, como atraídas por el forraje.
O quizás las espantase yo, no lo recuerdo. Pero
Tu interpretación en sostenuto de Chaucer
Ya era una obra eterna. Lo que ocurrió después
Me pilló desprevenido, con la mente demasiado ocupada,
Y debió de caer nuevamente en el olvido.

 

 

 

Hughes, Ted. El azor en el páramo (Trad. Xoán Abeleira). Madrid; Bartleby editores, 2010.

 

FRACTAL POESÍA 2016

diciembre 29, 2016 Deja un comentario

Esta tarde/noche se celebra una nueva -da absolutamente igual que sea breve- edición de Fractal Poesía.

La «excusa» de esta edición de Fractal es que, junto a una actuación musical y una performance poética, se presenta el libro ganador del IV Premio de Poesía Asociación Cultural Fractal, que ha sido otorgado a Carlos Mazarío por su libro ‘Movilidad exterior’.

Que digo que si están por Albacete, o cerca de allí, háganse un favor y acérquense a disfrutar. Algunos nos quedaremos con las ganas.

 

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EL RÍO

diciembre 28, 2016 Deja un comentario

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EL RÍO

Caído del cielo, yace
En el regazo de su madre, roto por el mundo.

Pero el agua seguirá
Manando del cielo.

En su mudez profiriendo el fulgor del espíritu
Con la boca partida.

Dispersas en un millón de pedazos, bajo tierra
Sus tumbas secas se rajarán al surgir una señal en el cielo,

Al rasgarse los velos.
El río se alzará, subirá en un tiempo posterior a los tiempos,

Tras haberse tragado la muerte y la fosa
Volverá inmaculado

A liberar este mundo.
Pues el río es un dios

Hundido hasta las rodillas entre los juncos, observando a los hombres,
O colgado de los talones en la puerta de una presa

El río es un dios, y un dios inviolable.
Inmortal. Y algún día se lavará todas sus muertes.

 

 

 

Hughes, Ted. El azor en el páramo (Trad. Xoán Abeleira). Madrid; Bartleby editores, 2010.

 

JENÓFANES DE COLOFÓN

diciembre 27, 2016 Deja un comentario

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2 (2D)

Pero si por la rapidez de sus pies la victoria uno logra,
o en el pentatlo —allí en el recinto sagrado de Zeus,
junto al río de Pisa, en Olimpia—, o bien en la lucha,
o en el pugilato que causa tremendos dolores,
o bien en ese espantoso certamen que llaman «pancracio»,
muy ilustre se hace a los ojos de sus convecinos,
y puede alcanzar la gloriosa «proedría» en los Juegos,
Y recibir alimentos a cargo del público erario,
y de su ciudad un regalo, que tenga por premio.
Incluso lo puede lograr con caballos todo eso,
sin ser tan valioso como yo. Pues mejor que la fuerza
de los caballos y los hombres es nuestro saber.
Pero todo eso se juzga con mucho desorden; injusto
es preferir al saber verdadero la fuerza corpórea.
Pues, aunque en el pueblo se encuentre un buen luchador,
o un campeón del pentatlo o un as de la palestra,
o alguien ligero de pies, que es lo más apreciado
en las pruebas de fuerza que van a certamen,
por eso no va la ciudad a tener buen gobierno.
Mínimo gozo consigue sacar la ciudad de eso,
de que alguno compita y venza en la orilla de Pisa.
Pues tal hecho no va a engrosar los tesoros del pueblo.

 

 

 

 

7 (12D)

Mas piensan los mortales que hubo un nacer de los dioses
y que tienen, como ellos, vestidos y voz y figura.

 

 

 

 

9 (14D)

Los Etíopes afirman que sus dioses son chatos y negros,
y los Tracios los tienen de ojos azules y pelirrojos.

 

SIEMPRE NOS QUEDARÁ LA NECROFILIA

diciembre 26, 2016 Deja un comentario

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EL hombre entra en un sótano
Donde le espera una miss muerta
Impoluta salvo por un agujero de bala
Que tiñe su cabello de naranja
El hombre la coge por las piernas
Y traza una línea roja hasta su cama
Allí hace todo lo que le han enseñado a hacer
Allí desnuda y lame su cuerpo
Allí la insulta y le pega
Allí la viola una y otra vez
Ante la pasividad del cadáver
Cuando acaba recoge el revólver y se pega un tiro
Porque nunca le enseñaron a amar
Porque nada tiene sentido

 

 

 

 

TODAS las misses están muertas
Alguna incluso ha empezado a descomponerse
Y no daría tanta pena
Si no fueran todas tan jóvenes
Pero hay que reconocer que la pedofilia
Es la enfermedad profesional de los jueces

 

 

 

 

TODO empieza con gritos
La lluvia de puñetazos escampa
Cuando florecen las amapolas
Pero no paran de arrancarse pedazos de carne
Hasta que uno de los dos machos se retira
El victorioso se acerca a la hembra
Y la sume en un mar de sangre y semen
Antes de acabar el hombre ya está muerto
Y la mujer encinta lo devora tranquilamente
Sentando las bases para una nueva generación
Plantando una nueva simiente

 

 

 

 

HORAS antes del velatorio del padre
Sus dos hijos se lo montan ante su figura
Ella llega primero al orgasmo
Y luego se arreglan y se visten
Como si no hubiera pasado nada
El incesto, y lo que hubiera podido decir Freud
A ninguno de los tres parece importarle mucho

 

 

 

 

PARA los niños la palabra muerto no significa nada
Para los adultos es algo triste que les hace bajar la voz
Para los ancianos es algo normal
A las necrófilas parece ponerles bastante
Siempre que no esté muy podrido

 

 

 

 

A las nueve todas las chicas muertas
Proceden a su lento striptease
Se despojan de sus camisas y paños
Y nos dejan ver sus senos blancos
Sin premura abren sus faldas
Y con gesto usual y aprendido
Se bajan las bragas
Todo el público de gusanos erectos
Como siempre, se propasan
Proceden al estupro
Y ellas, como siempre, acaban
Algo más secas, algo más jodidas
Y algo más agujereadas

 

 

 

 

EL loco salió de su habitación acolchada
Y accedió por el pasillo a la sala contigua
Donde encontró a su amada catatónica
Y la abrazó entre los restos humeantes
De una humanidad suicida

 

 

 

Cano Fernández, Hugo. Nacionalizado Bonobo. Cartagena; Ed. Balduque, 2016.

 

CUERVOS

diciembre 25, 2016 Deja un comentario

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CUERVOS

Mientras cruzábamos la puerta de la valla para echar un vistazo a los nuevos corderos
Sobre el horizonte suave, terso de hierba,
Un cuervo se disparó al aire desde el centro del campo
Y se alejó deslizándose bajo los duros destellos, rastrero y culpable.
Las ovejas mordisqueando, hincando las rodillas para mordisquear la hierba, reacia
xxxa que la sigan mordisqueando.
Las ovejas escrutando, parando un momento para pensar y luego volviendo a mascar,
Volviendo a parar. Por allí se ve un cordero nuevo
Intentando erguirse, topetando el morro de su madre
Mientras ella mordisquea el azúcar que lo recubre,
Con los jirones de la bandera de su triunfo ondeando y pingando de su vulva.
La madre estornuda y un haz de agua centellea en su vulva.
Así, una y otra vez, hasta vaciarse.
Luego continúa analizando su nuevo regalo para ver cómo va.
Por allí hay algo más. Pero tú sigues interesado
En ese nuevo, en su nuevo chispazo de voz,
En su pequeñez.
Hasta que por allí, por donde andaba el cuervo,
Otra cosa reclama tu atención. Un cordero que nació muerto
Hace una hora o dos, retorcido como una bufanda,
Con el amasijo de viscosidades, transparencias, carmesíes,
Hilachas y tejidos que conformaban sus entrañas arrancado
En tiras rectas, como las cuerdas de una tienda de campaña,
De su vientre abierto boca arriba como una pantufla de lana de cordero,
La fina anatomía de sus costillas plateadas y su cavidad a la vista,
La cabeza también vaciada a través de las cuencas de los ojos,
Los lanosos miembros vendados con restos de amnios, aunque es imposible
Decir ahora cuál de las vejas que pacen tranquilamente en este campo
Lo parió. Te explico
Que murió al nacer. Deberíamos haber estado aquí, para ayudarle.
Pero no: murió al nacer. «¿Y gritó?», me gritas.
Levanto la carga oscilante, grasienta, agarrándola por las pezuñas, tan blandas aún
xxxcomo las almohadillas de los perros,
Pues tan sólo han hollado el agua del amnios,
Y sus fibras desgajadas por el cuervo van pendiendo, a rastras,
Su cabeza inerme bamboleándose, y «¿Gritó?», me gritas de nuevo.
Sus patas de dos dedos se dilatan bajo la piel debido a la presión,
Entre mis dedos y mi pulgar. Y, mira, ahí hay otro,
Recién nacido, todo negro, desplegando su trípode, yendo de puntillas nuevas
Hacia su madre, y ensayando la primera nota
Que descubre en su boca. Pero tú tan sólo tienes ojos ahora
Para el bulto hecho jirones del cordero desechado.
«¿Gritó?», sigues preguntando, con una insistencia de tres años de edad
A campo abierto y penetrante. «Oh sí», te digo, «claro que gritó».

Aunque éste fue bastante afortunado, teniendo en cuenta
Que intentó nacer bajo un viento cálido
Y que su primer día de muerte fue cálido y azul,
Que las urracas se marcharon apacibles con doméstica felicidad,
Que las alondras no se preocuparon por nada,
Que el endrino brotó lleno de confianza
Y que el horizonte de colinas, tras millones de años arduos,
Se asentó suavemente.

 

 

 

Hughes, Ted. El azor en el páramo (Trad. Xoán Abeleira). Madrid; Bartleby editores, 2010.

 

REVOLUCIÓN, SANGRE Y TOLERANCIA

diciembre 24, 2016 Deja un comentario

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xxxxxI

Hoy
Que aprender es un lujo
Que protestar es un delito
Insultar se castiga con la cárcel
E indignarse te convierte en un radical
Hoy que los terroristas
Llevan largas melenas y llamativos colores
O van, incluso, completamente desnudos
Hoy que pensar te convierte en un friki
Y todo el mundo ha de ser, por ende, inculto
Hoy que los programas de la tele
Descuartizan los valores
Que nos hacen mínimamente humanos
Hoy
Han detenido a un ajedrecista

 

xxxxxII

Hoy el mundo se ha vuelto loco
La apartheid volverá a Sudáfrica
Los zaristas, probablemente, a Rusia
Y los americanos eliminarán a los musulmanes
Como ya hicieron con los indios
Si no acabamos antes todos
Envueltos en una nube nuclear
o de monóxido de carbono

 

xxxxxIII

El mundo se vuelve loco
Pero no hay que perder la esperanza
Cortaremos las cruces
Y liberaremos a los reos
Largo tiempo torturados
Todos los niños hambrientos
Tendrán carne humana para cenar
Entraremos en los bancos gritando
Pidiendo responsabilidad
Y en los ayuntamientos clamando
¡Libertad, libertad, libertad!

 

xxxxxIV

Cuando el mundo se vuelva completamente loco
Y oigamos el final alternativo
Del chiste malo que fue el siglo veinte
En el que no salimos chamuscados
Entonces cada cual se consagrará a su dios
Su profeta, su virgen o su droga
Entonces yo le rendiré mi pluma
Le abriré mi corazón y mis entrañas
A mi amada adolescente
Del Kalashnikov

 

 

 

 

DE los hombres prudentes y formales
Se sabe que saben si llevan calcetines
Se sabe que frecuentan bancos y cajas
Y camisas bien planchadas
Se sabe que son hombres
De una edad ya avanzada
Se sabe que tienen los ojos cansados
Y la mente encasillada
Pero lo que no sabían ni los propios hombres
Es que acabarían desangrándose por los rincones
A los pies desnudos de una nueva Palas
Sus ojos vivaces y su camisa arrugada
Entre su larga melena sujeta un arma
Que remata en cartuchos de tinta roja
Sus ideas ensangrentadas

 

 

 

 

LLEGA un momento en el que todos los hombres serios
Reflexionan trascendentalmente
Y deciden dejarse larga la melena
Esnifar cocaína y escuchar rock and roll
Llega un momento en el que todos los hombres serios
Echan a correr desnudos por los montes noruegos

 

 

 

 

AMA a tu prójimo durante el día
Pero destrípalo en sueños
Ama y respeta a tu mujer
Pero despréciala mientras hacéis el amor
Ama ante todo a tus hijos
Pero deja que se metan de todo
Ve a votar de vez en cuando
Aunque odies a todos los políticos
Sí, eres un buen ciudadano
Pero admite que dentro de ti
Se retuerce el gusano de la locura

 

 

 

 

NIÑOS NAZIS

Matad al negro por ser diferente
Acuchilladlo, acuchilladlo, acuchilladlo
Hacedle sangrar, abridle las entrañas
Destripadle como el inmundo animal que es

Encarcelad a la mujer por nacer con pechos
No olvidéis violarla cada noche
Y jamás le permitáis aprender nada que no sean
Nuevas formas de haceros felices

Fusilad al rojo tan sólo por sus ideales
Y haced que él mismo cave la tierra
Que luego teñirá con su sangre

Olvidad los versos que nos hacen libres
Hijos, y entonces seréis felices
Vivid en la ignorancia y el irracionalismo
Y entonces poseeréis el mundo

 

 

 

 

UNA línea recta
Se junta con otra paralela
Para formar el cañón de un arma
Que se hunde en una boca titubeante
Marcada por manchas blancas y vellos erizados
Unas lágrimas surcan su rostro
Medio tapado por un pelo largo y despeinado
¿Qué separa una nueva violación
Del simple sexo con un cadáver?
Un pensamiento
Una emoción
No aguantar una gota de saliva más sobre sus pechos
Una gota más de sangre en la amapola
Que ya crece entre sus piernas
¿Qué se interpone?
Un dedo
Un gatillo
Una vacilación
¡BANG!
La verdad ha muerto
Quememos todos los libros de ciencias
Llegó la hora de los necrófilos

 

 

 

Cano Fernández, Hugo. Nacionalizado Bonobo. Cartagena; Ed. Balduque, 2016.

 

SOLÓN DE ATENAS

diciembre 23, 2016 Deja un comentario

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6 (8D)

Y si habéis sufrido desastres por vuestra ruindad,
no achaquéis a los dioses la culpa de éstos.
Porque a esos señores los alzasteis vosotros al darles
sus guardas y por eso lograsteis infame esclavitud.
Y es que cada uno de vosotros camina con pasos de zorro,
pero en todos reunidos reside un espíritu huero.
Pues atendéis a la lengua y palabras de un hombre artero,
y no reparáis en su acción, como si nada pasara.

 

 

 

 

7 (9D)

Señalará a la gente mi locura un breve plazo de tiempo,
la señalará cuando se presente en público la verdad.

 

 

 

 

11 (14D)

En verdad que por igual son ricos quien tiene mucho oro,
plata y campos de tierra que siembra de trigo,
y caballos y mulos, y quien sólo se ocupa de ésto:
de dar gozo a su vientre, su costado y sus pies,
y disfrutar, si la ocasión se lo ofrece, de una mujer
o un muchacho en sazón. A su tiempo todo es grato.
Ese es el colmo de ventura para el hombre. Pues nadie
con todas sus muchas riquezas se va hacia el Hades,
ni, ofreciendo rescate, se escapa a la muerte ni a duras
dolencias ni a la maldita vejez cuando ella acude.

 

NACIONALIZADO BONOBO

diciembre 22, 2016 Deja un comentario

Hace nada ha publicado la cartagenera editorial Balduque, en su colección B49, el primer libro de Hugo Cano Fernández, un libro que lleva por título ‘Nacionalizado bonobo’.

El libro está acompañado de un texto del escritor Diego Sánchez Aguilar en el que se puede leer:
«Se dice que el mono bonobo es capaz de manifestar altruismo, compasión, empatía, amabilidad, paciencia y sensibilidad. Nacionalizarse bonobo resultaría la única salida digna para el hombre, que habita un mundo que Hugo Cano describe como un infierno en el que la esperanza se abandona ya desde los primeros versos. El libro comienza con un hombre tirando de la anilla de una granada en una sucursal bancaria. Y esa explosión suicida con la que el poeta dinamita cualquier esperanza para nuestra especie y nuestra sociedad sigue resonando en cada una de las páginas del libro.
Con un estilo y un tono que van desde el Romanticismo social y nocturno de Espronceda hasta la perversión baudeleriana y la oscuridad carnal de Leopoldo María Panero, Hugo Cano nos golpea sin piedad retratando una sociedad cuya crisis económica encubre en realidad una crisis moral para la que no hay salida y un mundo en el que el único amor posible es la necrofilia, la búsqueda del placer negando al otro.
Nacionalizado bonobo es el primer libro de un jovencísimo poeta que se expresa con originalidad, al margen de tendencias y modas, y que nos regala toda la fuerza de su ingenuidad perdida y añorada todavía.»

 

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Y aquí tienen algunos poemas del libro.

 

UN hombre se encuentra sentado
En la sala de espera de un banco
Con una granada de fragmentación entre las manos
Ya ha tirado de la anilla
Sólo quedan tres segundos
La gente huye de esta OPA hostil
Sin saber que sus acciones ya no valen nada
Los cajeros recurren al mercado sumergido
Sin saber que los mostradores no pararán la metralla
La bolsa va a bajar
Pero al hombre no le importa

 

 

 

 

CUANDO el calambre encarnado
Resbaló por las piernas
Dela pequeña niña judía
Ella subió al monte sagrado
E imprecó a Dios enfurecida
¡Ahora préñame viejo bastardo
Si es cierto que me creaste
Para joderme la vida!

 

 

 

 

UN cigarro después de un trabajo bien hecho
El humo empieza a juguetear con sus cabellos rubios
La nicotina y el alquitrán inundan sus pulmones
Y un pequeño síntoma de orgasmo aflora en sus ojos azules
El humo encuentra otro compañero de juego
En aquel que brota del cañón del subfusil
Las manchas de sangre empiezan a secarse sobre su ropa
Marcando a la asesina sin que a ella le importe lo más mínimo
Ya está cansada de tanto criajo estúpido que quiere jugar a ser nazi
Harta de tanto insulto vacío tan sólo para meterle mano
Decide abandonar al gilipollas de la cabeza reventada
No sin antes regalarle una última patada en las costillas
Como un último beso de amor

 

 

 

 

NO hay cielo en las palabras de mármol
Ni en los ángeles cadavéricos
Tampoco en este hombrecillo estéril
Que han puesto de sepulturero
Pica, silba y llora
Pica, silba y llora
Se interna en un hoyo eterno
Donde va a buscar lo que añora
¡Toc, toc! ¿Quién es?
Una joven bastante bella
Hace tiempo que el aire
No empuja sus senos al amor
Y entre sus piernas ya no reluce
Un cohibido y húmedo calor
Del que disfrutaron muchos otros
Antes del enterrador
No hay besos en una boca
Que soporta todo el peso de la sobredosis
Que ya acabó con su nariz en vida
No hay caricias sino tirones
Al quitarle la ropa
Luchando contra el rigor mortis
No hay testigos del romance
Entre la prostituta y el enterrador
Este pequeño hombrecillo estéril
Que ya no silba, pero sí llora
Mientras se interna en el hoyo eterno
Buscando comprensión

 

 

 

 

JUEVES por la noche
Hay que rellenar un expediente
Que certifique que otra maldita yonqui
La ha palmado al inyectarse demasiada felicidad en vena
El ayudante la ha desnudado por protocolo antes de irse
Y el forense se encuentra solo en medio de un silencio hiriente
Pasa sus dedos por lo que un día fue un antebrazo
Llega a su hombro y no se detiene
Acaricia sus senos fríos y excita su sexo inerte
Disfruta de unas formas que ya jamás pasarán de ser púberes
Llega a su cara y se detiene
Y este viejo médico, que podría ser usted o yo, la besa
La besa porque en el fondo la ama
Porque ama esta juventud suicida y funesta

 

 

 

Cano Fernández, Hugo. Nacionalizado Bonobo. Cartagena; Ed. Balduque, 2016.

 

CANCIÓN DE NOVIOS OCULTOS

diciembre 21, 2016 Deja un comentario

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CANCIÓN DE AMOR

Él y ella se amaban
Los besos de él le succionaban todo su pasado y su futuro o eso intentaban al menos
Ella era lo único que a él le apetecía
Ella lo mordía lo roía lo chupaba
Quería tenerlo entero dentro de sí
Sano y salvo por siempre jamás
Los pequeños gritos de ambos revoloteaban entre las cortinas

Ella lo escrutaba procurando que nada se le escapase
Clavándole con sus miradas las manos las muñecas los codos
Él la asía con fuerza para evitar que la vida
Pudiese arrastrarla desde aquel instante
Quería que el futuro cesase de golpe
Quería desmoronarse abrazado a ella
Precipitarse desde el borde de aquel instante en la nada
En la eternidad o en lo que hubiese
El abrazo de ella era una inmensa prensa
Con la que lo imprimía en sus huesos
Las sonrisas de él eran los desvanes de un palacio de fábula
Adonde el mundo real jamás llegaría
Las de ella eran picaduras de araña
Y él aguardaba inmóvil acostado a que ella tuviese hambre

Las palabras de él eran ejércitos de ocupación
Las risas de ella intentos de asesinato
Las miradas de él eran balas dagas vengativas
Las de ella fantasmas agazapados en la esquina con horribles secretos
Los murmullos de él eran látigos y botas de montar
Los besos de ella abogados escribiendo constantemente
Las caricias de él eran los últimos anzuelos de un náufrago
Las artimañas amorosas de ella el chirrido de unos cerrojos
Y los profundos gemidos de ambos se arrastraban por el suelo
Como un animal acarreando un enorme cepo

Las promesas de él eran un separador quirúrgico
Las de ella le quitaban la tapa de los sesos
Con la que anhelaba forjarse un broche
Él con sus votos le arrancó los tendones
Para enseñarle a hacer un nudo de amor
Ella con los suyos le arrancó los ojos para conservarlos en formol
En el fondo de su cajón secreto
Los chillidos de ambos se clavaron en la pared

Mientras dormían sus cabezas se quebraron como las dos mitades
De un melón partido, pero el amor es algo imposible de parar

En sus sueños entretejidos intercambiaron brazos y piernas
Sus cerebros se tomaron mutuamente como rehén

Al amanecer cada uno lucía el rostro del otro

 

 

 

 

LA NOVIA Y EL NOVIO YACEN OCULTOS TRES DÍAS

Ella le da unos ojos que ha encontrado
Entre algunos escombros, entre algunos escarabajos

Él le da una piel nueva
Como si acabase de arrancársela al aire para recubrirla mientras
Ella solloza de miedo y de asombro

Ella ha encontrado unas manos para él y se las ha encajado en las muñecas,
Y las manos flamantes, pasmadas de sí mismas, se apresuran a sentirla, se lanzan a recorrerla

Él le ha ensamblado una espina dorsal, limpiando cada vértebra cuidadosamente
Y colocado en perfecto orden
Es un puzzle sobrehumano, pero el hombre está inspirado
Ella se recuesta revolcándose de un lado al otro, girando el espinazo, riéndose incrédula

Luego, ella le trae unos pies, se los conecta de tal modo
Que todo el cuerpo de él se ilumina de pronto

Él le ha creado unas caderas nuevas que le sientan de maravilla
Con todos sus accesorios y todos sus recodos perfectamente hechos,
Brillantemente engrasados,
Puliendo pieza a pieza, incluso a él le cuesta creerlo

Los dos prosiguen sacándose el uno al otro a la luz, comprueban que les resulta muy fácil
Probar cada nueva cosa a cada nuevo paso

Y ahora ella le pule, le asienta unas placas craneales
Tan bien que las junturas no se perciben
Y ahora él le une la garganta, los pechos y la boca del estómago
Con un simple alambre

Ella le pone unos dientes, atando las raíces al eje central de su cuerpo

Él le graba unos círculos en las yemas de los dedos

Ella le cose el cuerpo aquí y allí con un hilo de seda color púrpura metálico

Él le lubrica los delicados engranajes de la boca

Ella le incrusta la nuca con unos pergaminos bien cortados

Él le inserta en su sitio la parte interior de los muslos

Y así, jadeando de dicha, gritando de júbilo, maravillados
Como dos dioses de barro
Revolcándose en el suelo, pero con infinito cuidado,

Los dos se llevaron uno al otro a la perfección.

 

 

 

Hughes, Ted. El azor en el páramo (Trad. Xoán Abeleira). Madrid; Bartleby editores, 2010.

 

¿ASOMADO A LA VENTANA TRANSLÚCIDA?

diciembre 20, 2016 Deja un comentario

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¿ASOMADO A LA VENTANA TRANSLÚCIDA?

xxxxxI

—¡MAMÁ momia, mamá momia! — gritaba el crío de la película mala
xxxde terror.
Cambié de canal.
No emitían nada.

Metí la mano en la pantalla, escarbé entre las bandas de las carta de
xxxajuste,
como arena o tiza molida de colores,
y desenterré una calavera:
la calavera del speaker, la de la objetividad.

Las personas humildes suelen relacionar la soledad
con un animal temible o con un peso excesivo.
Om. We Ommmmm. Am. I ammmmmmmmm…
Yo soy, yo caigo.
El vuelo de la mosca dejaba en el aire como un grafito.

En este poema intento hablar de mí.
Si a ustedes les parece, usaré para ello un diagrama de Ben:
trazaré así —¿comprenden?— desde mi cuerpo una elipse
que contenga la poca conciencia triste, el vaso
pintado y el trapecio de manzana
en la jaula del canario. En todas esas cosas se ha posado la mosca.
Digamos: Ben, el soplador de burbujas.

 

xxxxxII

El fiero postfilósofo me dice que mordí el polvo,
que soy historia.
Porque también me miro al espejo,
pero voy más allá de su superficie
—los cuerpos de los ahogados no flotan,
mi imagen se hunde hasta el fondo
del espejo—.

 

xxxxxIII
(AL COLOCAR EL ESPEJO EN EL CUARTO,
xxxLA REALIDAD PASÓ A SER DOBLE)

Tu mirada en el polen de la flor de ayer.
La fila de hormigas da la vuelta a la esquina
hasta alcanzar el día de ayer. Ayer llovió
y hoy la gente lleva paraguas pero antesdeayer ya no los llevaban.

Día de meditación, día en que la tarde llega con la perentoriedad
del pájaro de madera que sujeta la niña de Balthus.
Oh, trae acá la mano llena de telar,
dame la realidad, muéstrame
en la greda amarilla del óleo
una grieta capaz de cimbrearse como una espiga, una conciencia.
Sí, ayer volvieron a reírse después de que Papageno dijera: «Me
xxxquedo soltero».
Qué recepción predecible.
Por eso quiero que aparezcas como el buen vidriero por este
xxxestrecho y blanco
patio de vecinos. Tú tienes que salvarlo.
Tiene una extraña forma este patio de vecinos:
la de un corazón pintado por un médico.

 

xxxxxIV

Un patio interior es una trepanación en un edificio.
Se ha encendido una luz en el patio.

Es el manco, seguro. Llega siempre a estas horas con su bolsa muy
xxxllena de carne.
Los mancos suelen guardar su manga vacía en el bolsillo de la
xxxchaqueta.
Enfrente de mí cuelga la camiseta del manco.

Sólo tiene —claro— una manga. La camiseta manca
se parece a un cuadro suprematista.

Yo, en cambio, soy poeta. Mi ademán y mi ropa lo denotan. Por
xxxeso, de mi cuerda de tender cuelga una extraña camisa: una
xxxcamisa que tiene un ojal para abotonar la manga derecha en
xxxel costado izquierdo, sobre el corazón, y otro para abotonar la
xxxmanga izquierda en la nuca, de manera que la ropa obliga a una
xxxpostura de arrobamiento… Es una camisa lírica.

Sí, déjame, estoy insoportable, y te ruego que no te preocupes:
no animal testing, prometo sacar todos los pájaros
de este poema disparatado
—sí, también al de madera—,
pero escucha: el primer día te hablé de leixaprén,
de diseminación recolección.
Pues bien, ¿recuerdas a la mosca de la segunda estrofa del poema?
Creo que tu planta carnívora ha cazado algo.

 

 

CUADERNO DEL APUNTADOR

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxFuor della bocca
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDante

Los monstruos nacen. Luego, se miran y sonríen.

Es calvo y no tiene brazos.
Está apurando un hueso de mango:
de la boca le sale la mitad de la pieza naranja.
Parece un patito.

CUADERNO DEL APUNTADOR

Un botón en lugar de un dogma o de una idea. Abotonar las cosas a sus usos. Un
botón que une la espalda del pijama de aquel que duerme al colchón.i Otro botón
que une la palma de los guantesi deli soldadoi coni la parte lateral de sus muslos,
para que forme y se cuadre.i U otro, por ejemplo, que une la palma de un guante
coni lai dei otroi guantei parai obligari ali rezo.i Eni definitiva,i unai sutili dictadura
consistente en botones dispersos por la piel de las cosas.

 

 

 

García Román, Juan Andrés. 2/2. Cartagena; Ed. Balduque, 2015.

 

‘EL AZOR EN EL PÁRAMO’ DE TED HUGHES

diciembre 19, 2016 Deja un comentario

ted-hughes-el-azor-en-el-paramo

 

CÓMO PINTAR UN NENÚFAR

Una capa verde de hojas de nenúfar
Techa la cámara del estanque y pavimenta

La furiosa arena de las moscas: estudia
Esto, las dos mentes de esta dama.

Observa primero el caballito del diablo aéreo
Que come carne, pasa como una bala

O se detiene en el espacio para afinar la puntería.
Otros, igual de peligrosos, peinan el zumbido

Bajo los árboles. En este lugar por todas partes
Hay gritos de guerra y gemidos de muerte

Pero inaudibles, de modo que los ojos se admiran
Al ver los colores de estos insectos que forman arcos

Iris mientras vuelan, chispean o se posan
Refrescándose como gotas de metal fundido

En el espectro. Piensa cuán peor ha de ser
Lo normal en el lecho del estanque:

Épocas prehistóricas endragonadas
Se arrastran por esa oscuridad con nombres latinos;

Allí no evolucionaron nada, tienen
Mandíbulas en lugar de cabezas, la mirada fija,

Ignoran tanto la edad como la hora.
Y ahora pinta el nenúfar de esbelto cuello

Que, hundido en ambos mundos, puede estar
Quieto como un cuadro, sin apenas temblar,

Aunque el caballito del diablo se pose en él
Y sea cual sea el horror que impulsa su raíz.

 

 

 

 

LUCIOS

Lucios, ocho centímetros de largo, perfectos
Lucios en todo, color dorado entigrecido con rayas verdes.
Asesinos desde el huevo, con su eterno y malévolo rictus
Danzan en la superficie, por entre las moscas,

O bien se deslizan, asombrados de su propia grandeza,
Sobre un lecho de esmeralda: siluetas
De submarina delicadeza y horror.
En su mundo miden un centenar de metros.

En las lagunas, bajo los nenúfares abatidos por el calor —
El lóbrego pesar de su quietud:
Apiñados sobre las hojas negras del año pasado, mirando hacia arriba.
O suspendidos en una caverna ambarina de algas

Ya que no pueden mudar en esta época del año
La abrazadera en forma de gancho ni los colmillos de su mandíbula;
Toda su vida depende de ese artilugio; las agallas,
Los pectorales amalgaman tranquilamente sus sustancias.

Un día encerramos tres tras un cristal,
En una jungla de juncos: uno de ocho centímetros, otro de diez
Y otro de doce: los cebamos con alevines —
Y de pronto había dos: Al final, sólo uno,

Con el vientre abombado y el mismo rictus con el que nació.
Pues los lucios, ciertamente, no perdonan a nadie. Recuerdo
Otros dos, de tres kilos cada uno, unos sesenta centímetros de largo,
Secos y muertos bajo una adelfilla —

Uno, embutido hasta las agallas en el garguero del otro:
El único ojo que sobresalía, observaba: como te engancha un vicio —
La misma mirada férrea de siempre
Aunque la muerte hubiese contraído su membrana.

Otro día estuve pescando en una laguna de cincuenta metros
Cuyos nenúfares y cuyas tencas musculosas
Habían sobrevivido a todas las piedras aún visibles
Del monasterio donde los habían plantado:

Su profundidad inmóvil es legendaria,
Tan profunda como la propia Inglaterra. La laguna
Albergaba un lucio demasiado grande para moverse,
tan inmenso y viejo
Que no me atrevía a pescar después del anochecer.

Pero lancé la caña y pesqué
Con el cabello erizado de miedo
Imaginando lo que podía surgir, la mirada que podía surgir.
El chapoteo amortiguado en la laguna oscura,

Los búhos, acallando a los maderos flotantes con un ulular
Que resonaba en mis oídos, me prevenían acerca del sueño
Que lo oscuro bajo lo oscuro de la noche había liberado
Y que venía emergiendo, escrutando, lentamente hacia mí.

 

 

 

 

LA LUNA LLENA Y LA PEQUEÑA FRIEDA

Una tarde fresca, arredrada ante el ladrido de un perro y el ruido de un cubo —

Y tú escuchando.
La tela de una araña, tensa por el roce del rocío.
Un balde izado, calmo y rebosante — espejo
Tentando a la primera estrella para que tiemble.

Las vacas vuelven a casa por el sendero, enlazando los setos con las orlas calientes
de su aliento —
Oscuro río de sangre, mar de guijarros,
Leche balanceándose sin llegarse a verter.
«¡Luna!», gritas de repente, «¡Luna! ¡Luna!».

La luna da un paso atrás igual que una artista contemplando asombrada una obra

Que a su vez la señala asombrada.

 

 

 

 

WODWO

¿Qué soy yo? Husmeando aquí revolviendo las hojas
Siguiendo un débil rastro en el aire hasta la orilla del río
Me meto en el agua. Qué soy yo para hender
El cristalino grano de agua alzando la vista veo el lecho
Del río sobre mí invertido tan claro
¿Qué hago aquí en mitad del aire? ¿Por qué encuentro
esta rana tan interesante mientras inspecciono su secreto
más recóndito y lo convierto en el mío propio? ¿Estos juncos
me conocen se refieren a mí con qué nombre
me han visto alguna vez encajo yo en su mundo? Parezco estar
separado de la tierra desenraizado caído
de la nada por casualidad no tengo lazos
que me aten a nada puedo ir donde me plazca
como si alguien me hubiese otorgado la libertad
de este lugar pero entonces ¿qué soy yo? Recogiendo
pedazos de corteza de este tocón podrido no experimento
ningún placer de nada me sirven así que por qué lo hago
yo y por qué ambas cosas casan de manera tan extraña
Y qué clase de ser soy el primero de los míos
pertenezco a alguien qué forma tengo soy qué
forma tengo soy inmenso si llego
al final por este camino paso estos árboles paso estos otros
hasta cansarme voy a dar con uno de los muros que me limitan
por el momento si me siento tranquilamente cómo todo
se detiene para observarme supongo que soy el centro exacto
pero ahí está todo eso qué es eso raíces
raíces raíces raíces y aquí está el agua
de nuevo tan extraña pero yo voy a seguir mirando

 

 

 

 

INTERROGATORIO ANTE LA PUERTA DEL ÚTERO

¿A quién pertenecen esas patitas esmirriadas? A la Muerte.
¿A quién pertenece esa cara hirsuta y como chamuscada? A la Muerte.
¿A quién pertenecen esos pulmones que trabajan sin descanso? A la Muerte.
¿A quién pertenece ese servicial abrigo de músculos? A la Muerte.
¿A quién pertenecen esas tripas indescriptibles? A la Muerte.
¿A quién pertenecen esos supuestos sesos? A la Muerte.
¿Toda esa sangre revuelta? A la Muerte.
¿Esos ojos tan poco eficientes? A la Muerte.
¿Esa pequeña lengua viperina? A la Muerte.
¿Este desvelo ocasional? A la Muerte.

¿Dado, robado o pendiente de juicio?
Pendiente.

¿A quién pertenece toda la tierra lluviosa y pedregosa? A la Muerte.
¿A quién todo el espacio? A la Muerte.
¿Quién es más fuerte que la esperanza? La Muerte.
¿Quién es más fuerte que la voluntad? La Muerte.
¿Más fuerte que el amor? La Muerte.
¿Más fuerte que la vida? La Muerte.

Pero, ¿quién es más fuerte que la Muerte?
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxYo, obviamente.

Pasa, Cuervo.

 

 

 

 

CÓMO EMPEZÓ A JUGAR EL AGUA

El agua quería vivir
Llegó al sol volvió llorando
El agua quería vivir
Llegó a los árboles ardieron volvió llorando
Se pudrieron volvió llorando
El agua quería vivir
Llegó a las flores se marchitaron volvió llorando
Quería vivir
Llegó al útero halló la sangre
Volvió llorando
Llegó al útero halló el cuchillo
Volvió llorando
Llegó al útero halló el gusano y la podredumbre
Volvió llorando quería morir

Llegó al tiempo cruzó la puerta de piedra
Volvió llorando
Llegó al espacio lo recorrió todo buscando la nada
Volvió llorando quería morir

Hasta cesar el reguero de su llanto

Ahora yace en el fondo de todas las cosas

Absolutamente agotada absolutamente clara

 

 

 

 

ABEL CROSS, CRIMSWORTH DENE

Donde las madres cabalgan
A galope en sus almas

Donde los aullidos del cielo
Llueven a mares, se precipitan
Sobre la tierra buscando cuerpos
De pájaros, animales, gente

Una dicha surge de pronto, secreta y salvaje,
Como el canto de una alondra apenas audible
Oculto en el viento

Un gozo callado y maligno
Como la piedra de un astro quebrado
Que sabe que nada más puede sucederle
En su cuna-sepulcro.

 

 

 

 

EL DÍA EN QUE ÉL MURIÓ

Fue el día más sedoso del año naciente,
El primer acto de reconocimiento de la primavera real,
El primer acto de confianza del sol.

Fue ayer. Anoche heló.
Tanto como en cualquiera otra noche de cualquier invierno.
Marte, Saturno y la luna pendían arracimados
Del cielo plagado y duro.
Hoy es el Día de San Valentín.

La tierra, tostada, crujiente. Los copos de nieve, chafados.
Los tordos escupiendo sus gorjeos. Las palomas lustrando
Cuidadosamente sus voces en medio de un frío punzante.
Los cuervos chirriando, torpemente
Desaforados.

Los campos resplandecientes parecen alucinados.
Su expresión ha cambiado
Como si hubiesen estado en algún lugar espantoso
Y hubiesen vuelto sin él.
Las vacas confiadas, con el lomo cubierto de escarcha,
Aguardando el heno, aguardando algo
De calor en este nuevo vacío.

A partir de ahora, la tierra
Tendrá que apañárselas sin él.
Pero aún duda, bajo esta lenta realización de la luz,
Como una niña, demasiado al descubierto, bajo un sol frágil,
Con las raíces cortadas
Y una inmensa laguna en su memoria.

 

 

 

 

AQUELLA MAÑANA

Fuimos allí donde había tantísimos salmones
Tan constantes, tan espaciados, tan orientados desde tan lejos
Por su mapa interior, que Inglaterra podía añadir

Tan sólo el crepúsculo tiznado del sur de Yorkshire
Orlado con la zozobra zumbadora de los Lancaster
Para que el mundo pareciera irse a pique despacio.

Qué solemne, estar allí de pie, bajo la luz polen,
Hundidos hasta la cintura en el poderoso, salvaje vaivén de los salmones
Amontonados como por la mano de Dios. Allí el cuerpo

Escindido, dorado e imperecedero,
De su dudoso pensamiento — un espíritu-faro
Iluminado por el poder de los salmones

Que seguían y seguían llegando sin cesar
Elevándonos, como si volásemos despacio, con sus formaciones
Hacia alguna suerte de pasmosa, deslumbrante bendición,

Y que un mal pensamiento podría oscurecer. Como si el mundo
Caído en desgracia y el salmón se hubiesen acabado para siempre. Como si éste
Fuese el pez imperecedero

Que hubiese dejado morir al mundo…

Allí, bajo una luz malva de lupinos, los salmones
Colgaban del aire, rebosaban de las manos ahuecadas de las montañas

Hechas de hormigueantes átomos. Finalmente, había ocurrido.
Luego, como una señal de que estábamos allí donde estábamos,
Dos osos dorados bajaron a nadar como hombres

A nuestro lado. Se sumergieron como niños.
Se irguieron en el agua profunda como en un trono
Despedazando y comiendo salmones con sus garras.

Así llegamos al final de nuestro viaje.
De pie, sabiéndonos vivos en el río de la luz,
Criaturas de la luz entre las criaturas de la luz.

 

 

 

 

CANCIÓN DEL BALLENATO

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Charles Causley

¿Qué pensarán de sí mismas las ballenas
Con sus cerebros globales —
La iluminación voltaica con la fuerza de la marea
De esos cerebros? ¿Su rayo X multidimensional

Capta las estructuras de este mundo, sus cerebros eclosionados
Clonan réplicas del mundo iluminado
Por los electrones, re-imaginando el mundo,
Perceptores y receptores perfectamente sintonizados,

Cada uno de ellos un trémulo mundo en sí
Sintiendo a través del mundo? ¿Qué es
Lo que las hace parte de las demás?

«Somos hermosas. Removemos

Y preparamos nuestro color característico
En este bote de colores que es el mundo.
Con cada coletazo ahondamos
Nuestro ser en la sustancia iluminada del mundo,

Y nuestra dicha en la bendición
Rotatoria del mundo, y nuestra paz
En la paz flotante, aerodinámica del mundo».
Sus toneladas de cuerpo, cámaras de eco,

Amplifican el susurro
De las corrientes y los aires, de los seres marítimos
Y las maniobras planetarias,
De las estaciones, de las costas, y de su propio

Encantamiento dirigido a la Luna, mientras danzan
El drama originario de la Tierra
En el que ellas interpretan, como desde el principio,
La Casa Real.
xxxxxxxxxxxxxxxxLas pasiones más grandiosas,

Más espermáticas, los placeres más exquisitos,
Los personajes más nobles, la presencia, la gallardía
Y la ecuanimidad más divinas y oceánicas —

La caída más terrible.

 

 

 

 

EL LUGAR SENSIBLE

Tus sienes, allí donde más se te adensaba el cabello,
Eran tu lugar sensible. Una vez, haciendo una prueba,
Dejé caer una lima entre los electrodos
De una batería de doce voltios: explotó
Como una granada. Como tú, cuando alguien te cableó,
Alguien bajó la palanca, provocando
Aquellos truenos en la caja de tu cerebro. Ellos,
Con sus batas blanqueadas, sus caras empalidecidas,
Se cernieron de nuevo
Para ver cómo estabas, presa en tus correas.
Para comprobar si tu dentadura seguía intacta.
La mano en la palanca calibrada
De nuevo sin sentir nada
Salvo el hecho de no sentir nada volvió a bajarla para sentir
Alguna sensación de estremecimiento. El terror
Era la nube de ti
Que aguardaba esos rayos. Un día
Vi rajarse de golpe la rama de un roble.
Como tú la pierna de tu padre. ¿Cuántas convulsiones
Tuviste que sufrir para que ese dios te prendiese
Por las raíces del cabello? Cuando los informes
Se esfumaron en nubes, ¿qué se evaporó
Con ellos? Allí donde los pararrayos lloraron cobre
Y el nervio se deshizo de su piel
Como un niño quemado, corriendo para alejarse
Del fogonazo de una bomba. Ellos
Te dejaron caer: un pedazo de alambre rígido y retorcido
Entre el tendido eléctrico de la ciudad de Boston. Las luces
Del edifico del Senado fueron descendiendo
A medida que tu voz se hundía en tu interior
Huyendo por la hurera del sótano de tu casa.
Años después emergió
Sobreexpuesta, como una radiografía:
El mapa de tu cerebro cubierto aún de manchas
Oscuras, las cicatrices color tierra calcinada
De tu retiro. Y tus palabras,
Con sus rostros vueltos de espaldas a la luz,
Conteniéndose las entrañas.

 

 

 

Hughes, Ted. El azor en el páramo (Trad. Xoán Abeleira). Madrid; Bartleby editores, 2010.

 

LEOPARDOS BAJO LA PUESTA DE SOL

diciembre 18, 2016 Deja un comentario

leopardos-bajo-el-sol-hugo-cano-fernandez

 

LOS leopardos
Conversan en antiguas lenguas
Bajo la puesta de sol
El día cae
Sobre los cuernos de los rinocerontes sombríos
Que desgarran la noche
Las leonas salen
A la caza del futuro de la sangre
Que cuelga del pasado en las ramas de los árboles
Encerrado en su habitación
El deforme hombre elefante
Sueña los sonidos de África

 

 

 

Cano Fernández, Hugo. Nacionalizado Bonobo. Cartagena; Ed. Balduque, 2016.

 

LA MAÑANA SEGÚN TU EVANGELIO Y EL MÍO

diciembre 17, 2016 Deja un comentario

la-manana-segun-tu-evangelio-y-el-mio

 

LA MAÑANA SEGÚN TU EVANGELIO Y EL MÍO

xxxxxI

El origen de todas las cosas… ¿cuándo ha pasado? ¿Y yo qué estaba haciendo
mientras tanto? Estaría dormido, porque no me enteré.
¿Entre qué despertar y despertar de Darwin
le creció la melena a los leones?
El origen de todas las cosas… ¿cuándo fue?
Esta noche habrá sido. La noche es la gran máquina.

Ahora toca inventarles un alma, una palabra,
pactarles una maternidad.
O quizá sea al revés: quizá cada palabra es una búsqueda
del objeto que nombra. Desde su fundación, ¿la fundación de qué?
Pero no va a quedarse en ese objeto,
porque cuando lo alcance, será sólo una tienda en el desierto,
luego proseguirá su camino.
La meta de todas las migraciones lingüísticas es…

Por eso, esta mañana es como si fuera lo de fuera el fruto de lo de dentro
y lo estuviera llamando: «Ven, sé mi perfección»;
un niño que dijera a otro niño
mientras echa a correr: «¡Alcánzame!».
Y tú te escandalizas: ¡fondo y forma…!, ¿pero es que no lo ves?

Las ideas platónicas: el desalmado Abel, tan desalmado que se deja matar,
es decir: el yo que proyecta mi interior en las cosas, el doble, el experto.

 

xxxxxII

Los niños son los amanuenses de las mañanas,
los niños, que dibujan ángulos y le pintan un semicírculo dentro:
una telarañita.
Los niños, que pintan una circunferencia —cara blanca y redonda—
y le tocan la frente por si tuviera fiebre.

Aún debes explicarme porque alternas tus tonterías con tus sublimidades.

Compréndeme. Es que, ¿sabes?, cuando estás
a punto de decir, a las palabras que rodean la palabra
les entra la risa floja.

 

xxxxxIII

Ommm. We ommmm. I am. Yo soy, yo caigo.
Porque cierras los ojos y piensas en las formas
de las nubes que se hacen y deshacen:
piensas en las nubes mientras acaricias el perfil de una llave antigua,
piensas en las nubes como quien grita muy despacio.

¿Pero qué es eso de gritar despacio? ¿A qué viene ahora un grito?

Mirar pájaros
y tener los bolsillos vacíos.
El brindis con las tazas.
Luego, un cuerpo dormido, el talón vestido de arena.
Las palabras no dicen:
son el entusiasmo.

Es decir, volver a ser eterno, no porque admitas la esencialidad,
sino mientras,
mientras un experimento se demora
y le permite a uno todavía decir:
«El tiempo, el tiempo no sé lo que es, pero
el alma es la forma más clara de las cosas».

 

 

CUADERNO DEL APUNTADOR

La jirafai se acercó a la cruz yi lamió el rostroi de Jesucristo.i No en vano,i para
ese fin, con motivo de ese momento culmen, le había crecido el cuello durante
milenios y milenios.

 

 

 

García Román, Juan Andrés. 2/2. Cartagena; Ed. Balduque, 2015.

 

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