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Archive for marzo 2023

ROBBER BARONS

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ROBBER BARONS

Y bajando (o subiendo) otra vez a la tierra:

Ya desde el XVIII piratas y vendedores de negros
se juntaban en la esquina de Wall y Water Street.
Ya en 1790 tenían los financistas, se dice,
xx«una serena indiferencia ante la calamidad pública»
desde entonces tradicional en Wall Street.
Ya en el XIX los destinos de Nicaragua se jugaban
en un lugar llamado Merchant’s Exchange
entre Wall y William Street.
xxxxxxxDías de terror y otros de calma,
impredecible como el mar, Wall Street.
xx«No bebieron ni jugaron ni fueron a burdeles,
xxpasaban la noche calculando y viendo libros de cuentas
xxmientras otros bebían, y reían, y bailaban…»
xxxxxxxxxxxxxxxxx(LOS BARONES LADRONES).
xxxxDespués de la guerra con México
una orgía de especulaciones.
xxxxxxxxEsos dueños de ferrocarriles no estaban en la cárcel.
xxxxxxxxxxEl derecho divino de los millonarios.
xxxxComo aves de rapiña en las galerías del Congreso.
Las concesiones de ferrocarriles
daban gratis las tierras grandes como reinos
con carbón cobre hierro oro petróleo plata bosques
y las futuras ciudades.
xxxxAsí Huntington dejó de vender relojes.
Frío desconfiado vengativo sarcástico hipócrita despiadado.
xxxx«He pagado mucho para que pasen esas leyes»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxescribe Huntington
ordenando quemar la carta.
Llegaban a la aldea diciendo: si pagan tanto
el tren pasará por aquí, si no
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpor otra parte.
Si no, mataban al pueblo.
xxxxxEl tren pasaría a 3 millas de allí.
Peor que el que no pasara del todo
era quedar a 3 millas del tren.
Los esqueletos junto a los rieles de la Union Pacific de Huntington…
«Un cambio como el de esa experiencia religiosa
llamada conversión»
el de Carnegie
xxxxxxxcuando vio el acero por primera vez (en Londres):
¡La edad del hierro ha pasado! gritó.
La visión del reluciente metal por todos los Estados Unidos
y él el rey absoluto de ese metal.
Aquel Carnegie tímido, «temeroso del progreso».
Cauteloso. Le repugnaba la aventura y el ser pionero.
xxxxx(No da dinero ser pionero.)
Sus ganancias oponiéndose al proceso histórico.
Resistiendo al progreso. Retardándolo.
xxxxxReduciendo la producción. Aplastando negocios.
xxxxxxxxxxxxxxxQuebrando compañías.
Rechazando el avance que proponían los técnicos, expertos, inventores,
trabajadores.
xxxxxxx«Nada se ha perdido sino el honor»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdijo Gould.
El Mefistófeles de Wall Street. Tuvo agentes
y no amigos. «El hombre más parecido a un buitre
que he conocido.»
xxxxxxxxxxxxxxxxRecorría el país como un buitre
buscando ferrocarriles en quiebra.
xxxxxxxxxxxDe la vida no le interesaba nada
sino dividendos.
xxxxDaniel Drew, la Esfinge de la Bolsa»,
«siempre pensaba lo peor de los hombres, igual que Vanderbilt.»
Cuando despojaba a alguien se tranquilizaba
en el oficio divino.
Se dijo que no vacilaba en sacrificar a un amigo
pero era de «piedad genuina».
Misterioso para la gente, como Vanderbilt,
por sus sutiles y oscuras especulaciones.
«¿No puedo hacer lo que yo quiera con mi dinero?»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpreguntó Vanderbilt
—Era dueño de Nueva York, la Bolsa, las calles y los ferrocarriles
y la mayor parte de los barcos—.
xxxxxxxNunca perdió un día de interés
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxen la menor suma de dinero.
Las obras de arte que compró Vanderbilt:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxx«dinero bien invertido»
porque los cuadros aumentan de valor con el tiempo
especialmente después de la muerte del artista.
Armour, el carnicero, se hizo millonario naturalmente
en la Guerra Civil. Vendiendo cerdo a ejércitos se hizo millonario.
xxxxxxxCook se retiró a su castillo en Filadelfia con
teatro, fuentes, conservatorios, jardines italianos.
A Morgan, no el pirata (Pierpont Morgan) la Providencia le deparó
aquella suerte de comprar armas en una Guerra. De ahí
xxxxxxsu ida a la iglesia a cantar himnos.
El secreto de su éxito fue, se dijo,
el no tener el estorbo de escrúpulos morales.
Él realizaba aquel milagro por el cual
«un hombre honrado puede convertir el papel en oro»
(y esto último en cuadros, manuscritos, antigüedades).
xxxxxY aquel cuya juventud fue de prudencia y abstinencia.
En la alcancía azul todo centavo que ganaba.
xxxxxYa desde niño comenzó a prestar (al 7%)
y daba 10 ctvs. a la Iglesia Bautista de Cleveland.
xxxxxxxxNo conoció diversiones ni amigos.
Piadoso,
xxxxxxxcomenzó a enriquecerse con la Guerra Civil.
xxxxxxxxxxxxSu alma casta de contador de libros
no temía más que a Dios
(no a jueces, senadores, competidores,
xxxxxxxxxxxni a la prensa ni a las masas).
xxxxxxx«El hombre más odiado de su época.»
El que evitó todas las regulaciones.
xxxxxxxxxLos ojos de Rockefeller eran terribles.
Entró al negocio del petróleo con un fervor evangelista.
xxxxxNo dormía de noche, cavilando, calculando.
Su voz suave. Y suaves sus pisadas. Sólo con una pasión feroz
que era el dinero
xxxxxxxxxxpero era impasible recibiéndolo.
Aborrecía, como Carnegie, ser pionero.
Aconsejando moderación, no jugar, no beber, ahorrar.
xxxxxxxxxxx«El silencio es de oro» decía,
y en silencio aplastó a todos sus competidores.
xxxxxxFraudes, asesinatos, terror, quiebras.
En 1882 su compañía
se convirtió en 40 compañías:
xxxxxxxxla Standard Oil.
Así se fue llenando de millones y de arrugas.

Ya viejo, dijo en una comida: «Yo descubrí un mundo nuevo
aunque entonces no lo sabía.»
xxxxxxx(El monopolio era el mundo nuevo.)
Creó la madre de los Trusts, la Standard Oil,
xxxxun imperio tan grande como el británico.
Después vinieron todos los otros Trusts
(whisky, acero, azúcar, carne, hierro, carbón, cobre).
Los medios de producción en «formas socialmente concentradas».
xxxxxxxxxxO «centralización»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxx(monopolios).
Obligando a los otros a sacar menos de los pozos.
Los maquinistas de la Standard Oil
xxxxxxxpertenecían a la Standard Oil
como las máquinas. Sin más poder para pedir aumento
que las máquinas.
xxxxxxx«Dios me dio mi dinero» decía él.
xxxxxxxxxxxxSu boca sin labios como la de un escualo.
La visión de Carnegie fue
en aquella su conversión en Londres
las miles de toneladas brillantes de rieles de acero
en todos los Estados Unidos.
xxxxxxTodo fue fácil para esa gente.
xxxxxxxxxxxxxxxxEntrelazar líneas férreas.
Uniendo líneas férreas, unieron industrias y comercios,
y redes de líneas férreas, que fueron redes de industrias y comercios,
redes y más redes,
y así uno solo dueño de todo,
y con eso más dueño de todo todavía.
Comprándose y vendiéndose:
xxxxxxxxxcapitales, industrias, hombres y materias primas.
Pasaron a ser patronos de arte, benefactores de iglesias,
dueños de periódicos y de políticos.
Sus negocios todos ordenados y armónicos
pero comportándose en la Bolsa con frenesí báquico.
Las Natividades compradas como acciones y bonos.
Y los Rembrandt subiendo de precio como los ferrocarriles.

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Cardenal, Ernesto. Cántico cósmico. Madrid; Ed. Trotta, 1992.

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PET SOUNDS

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PET SOUNDS

Vérsame los labios y lame mi lamento.
Venero el venéreo
Suspiro que respiras paliado,
Atemperado.

Quiéreme y súfreme.
Llórame y deséame.
Témeme para gozarme, quiero sentir
Que me aborreces.

Leemos en baile
Con las manos iguales limpiando el salón
—Pasos, compases,
Valses y algún pisotón—
Pezuñas equinas,
Esquinas, pasillos tangentes llenos
De gente esquiva.

Recoge mis restos,
Cédeme tus sobras,
Aliméntame mientras engordas.

Me paseas. Me abandonas.
Telúrica ponzoña que agrava
Precipicios, virtudes y vicios.

Acaricia mi lomo,
Rasca mi barriga, corta mis uñas.
Me enjabonas, me aclaras.

Secas mi pelo,
Me domas, me atas.

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Garrido Clemente, Vicente. Temperamentos básicos. Mérida; Ed. Regional de Extremadura, 2022.

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ALGUNOS POEMAS DE ‘TIRAR DEL HILO’, DE ALFREDO BUXÁN

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COSAS QUE NUNCA MUEREN

El crujido de la madera al correr
en estampida hacia el salón en sombras,
tropa feliz sin jerarquía alguna.
Los butacones altos y el chinero
donde la porcelana tintinea
su frágil polonesa, su música
de agua para todos. El presagio
de la tormenta en la engañosa quietud
que tiene el mar. Esa aldaba de bronce
que ilumina tu mesa de trabajo
y el roce vivo de sus dedos largos
en el fuego fraterno de los tuyos.

La humedad de las sábanas, el cielo
que baila recortado en la ventana
como un cuadro que cambia con las horas,
el gran armario lleno de secretos,
los libros de los cursos ya vencidos
en el cuartito ciego del pasillo,
exiliados y tristes a la espera
de nadie.
xxxxxxxxxLa lámpara de lágrimas
y el negro interruptor de baquelita.
El as de la baraja en el espejo
al lado de unas fotos muy antiguas,
el olor a lejía los domingos
—la huella de los pies en la tarima—
y el montón de periódicos doblados
en la silla de anea, junto al fuego.

La radio a todo trapo algunas noches
—y la colcha en los ojos— para espantar
el miedo y hacer frente a la leyenda
del fantasma que llora en el tejado
su abandono,
xxxxxxxxxxxxsu vida ya cumplida.

El silbido que anuncia la llegada
de abuelo, siempre pródigo en juegos
y regalos, en risas y palabras.
El hambre de dragones que arrastramos
al volver excitados de la playa,
la música callada de la tarde
—los primeros poemas, el silencio—,
el tranquilo latido de la casa
cuando se apaga en la cocina la voz
de los mayores y siguen las cosas
donde siempre,
xxxxxxxxxxxxxxcultivando el misterio
de la felicidad que permanece
incólume dentro de ti aunque todo,
según dicen, haya sido borrado
de la faz de la tierra para siempre.

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ELOGIO DE LA PACIENCIA

Es difícil regresar cada día
con el turbio latido de las horas
vacías en las sienes, despedirse
del intruso que ha sido entre esos otros
que ignoran, Dios los guarde, la condena.
Desprenderse del morbo que recubre
la piel —como si fuera una camisa—
en esa alcantarilla de la esquina.
Cargar con ese lastre de miseria
cotidiana sin perder la sonrisa,
conservar la confianza, resistir
un poco más, regar el mismo sueño.

Es difícil seguir, hacer la compra
a toda prisa, fumar menos que ayer,
entrar en casa a tientas, beber agua,
leer tranquilamente hasta la noche
y escuchar un ratito a Caetano
tumbado en el sofá —¡beleza pura!—,
contestar una carta, sacar fuerzas
del humilde fulgor de ese recuerdo
que vuelve de repente y, por ejemplo,
sentarse a redactar este poema
que habla, con la misma fe de siempre,
aunque no lo parezca, aunque se esfumen
las palabras, del corazón enfermo
que renace. De una luz que está viva.

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VISTO Y NO VISTO

¿Cuántas veces ha pasado de largo
en el desamparo de los andenes
la promesa fuga de una mirada?
¿Qué partícula muere en el corazón
de quien recibe el susto?
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿Qué célula
se desvanece? ¿Qué Dios impávido
se hace responsable del desastre?

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27 DE AGOSTO

Ni el viejo amor que arrastro por los barcos de pesca
desde que vine al mundo, ni la belleza herida
de la tarde y su humedad, ni el calor del verano,
ni el vino compartido que me sabe a tu boca
en la vieja taberna donde te despediste
de la vida —la risa como siempre a flor de piel—,
podrán contener nunca el temblor de mis manos
cada que presienta que baja la marea.

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POÉTICA

Contra la muerte, sí, cada poema.
Aunque respire el lodo de su aliento.
Aunque la invoque. Aunque me arriesgue al beso
que la insaciable anhela en cada roce.

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LA VISITA

Hoy ha llegado a casa muy cansado.
Se limpia con un pañuelo el sudor de la frente
mientras contempla, triste, los lomos de los libros.
Le sirvo una copa, pongo un disco, le pregunto
qué ha sido de su vida en estos últimos años,
si alcanzó el objetivo de vivir sin vergüenza,
si pudo compartir, como quería, el aceite
de las palabras con los suyos:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpájaros, libros,
relámpagos o voces en medio de la noche,
tardes fecundas junto a la ventana, música
y alguna cosa más, la belleza de los campos
que ha podido recorrer con emoción,
la pena de un fracaso inesperado,
la conciencia de la soledad y sus secuelas
de pánico en el temblor de las manos,
un rastro perdurable de los mejores sueños,
la plenitud del gozo que llega por sorpresa
y renueva las arterias como una transfusión.
Todo eso que junto nos hace como somos.
Todo lo que conforma la vida de cualquiera.

Me mira dubitativo al fondo de los ojos:
quién te crees que eres para que yo te cuente
que he caído en la trampa demasiadas veces,
que nada es lo que parece aunque me sienta viejo,
que allá en el ama, en el fondo del alma,
bajo las aguas turbias de los años pasados,
sigue intacta y brillante la gema de la vida,
la misma desnudez en la mirada
de aquel niño que no sabe qué decir
para salir del paso y explicar las razones
de una conversación que entablamos cada día
con cautela. Como si fuera a ser la última.

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UN SUEÑO

Se me ha ocurrido proponerte un sueño:
cierra los ojos frente a la ventana.
Tras el cristal ruge un abismo.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDuerme.
Cuando el sol primero de la mañana
o el sutil arañazo de la pena
te despierten, no dudes: busca mi olor
en la almohada o un rastro de mi sien
—pongo por caso— en tu cadera.

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PRIMAVERA

Cuando todo huele a pólvora, el café
del desayuno, las plantas del jardín,
la alfombra donde pongo los pies cada mañana,
el mes de marzo, el sueño entrecortado
de las madres en el refugio oscuro,
busco entre los escombros un resquicio
de luz, el calor de una palabra que nos salve.
El esfuerzo es inútil: no quedan en el libro
sílabas con aliento, ni siquiera rescoldos.
Si acaso, con las luces que estallan irreales,
signos indescifrables en la noche cerrada.
Entrego a los que lloran una lágrima seca.
Asisto junto a ellos al enésimo entierro
de la vida. Con el humo en los ojos
y el corazón enfermo de tristeza.
han huido los pájaros del cielo de Bagdad.
Ni siquiera el silencio me consuela. Está muerto.
No existe.
xxxxxxxxxxTambién ha sucumbido al bombardeo.

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CADA DÍA

Que cuando entres en tu casa, desabrigado
y solo,
xxxxxxxmás triste que las ratas,
no te salte a la cara la alimaña
de la soledad.
xxxxxxxxxxxxQue te reciban cada día
los espejos, los libros, las paredes,
la escasa luz que a esa hora pueda entrar
por las ventanas, los cuadros del salón,
los ceniceros humeantes,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxGerry Mulligan,
la silla en que te sientas cada día
—y, por supuesto, claro, las personas,
si no están de viaje, si te esperan—,
con los brazos abiertos y la risa en los labios.

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ABAJO LAS MÁSCARAS

Eres el viejo actor que descubre de repente
la dura verdad del personaje que interpreta
y la protege, celoso, de la voracidad
obscena —sin máscara— de los espectáculos.

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LA VENTANA ABIERTA

Desde aquel último poema desangelado
de un domingo remoto, ¿qué instante de tu vida
ha merecido la celebración de un sencillo
recuerdo, la intimidad
de una alegría, el vino casi carnal
de una sola palabra?
xxxxxxxxxxxxxxxxxxParece que llegaste
a renunciar al contagio para sobrevivir.
Como si no esperaras la visita.
Hasta que hoy, mira por dónde, casi de noche
—la escena carece de misterio: te sentabas
a leer, como siempre, cerca de la ventana—,
con esfuerzo semejante a las primeras veces,
anotas una emoción que ha venido despacio.
Como el calor de marzo a la terraza
o una de aquellas olas que borraba la tarde.

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QUIÉN ERES TÚ

No te he visto llegar hasta la puerta
de mi casa, dormir sobre mi lecho.
Por eso me sorprende el abandono.

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LAS OCASIONES PERDIDAS

Me he cruzado en la vida con miles de personas.
Aún siento la angustia que nublaba la mirada
de algunos, no sé si criminales al acecho
o sólo perseguidos por el aliento espeso
de la muerte.
xxxxxxxxxxxxMe hubiera gustado relatarles
el gozo de aquel tiempo, los barcos atracados,
el olor de las algas al volver de la isla.
Decirles que también el dolor es fortuito
y se acaba olvidando. Como pasa la vida.
Ofrecerles mi brújula o las últimas horas
de la tarde, un resto de la cena o una herencia
de palabras calientes para seguir viaje.
Pero nunca llegamos a compartir el miedo
ni ninguna otra cosa —un buen trago de vino,
la consabida historia de un amor imposible—
porque también yo andaba sin rumbo por las calles.

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Buxán, Alfredo. Las palabras perdidas (Poesía 1989-2008). Madrid; Bartleby editores, 2011.

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A MÍ NADIE ME OYE

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THE SOUND OF SILENCE

Oigo como discuten los vecinos
A través del tabique
Tan fino como un jirón de piel escamada.

Puedo oír a los perros ladrando en la calle.
Oigo las pisadas de la gente
Al subir la escalera.

Oigo golpes en puertas.
Oigo timbres, despertadores…

Puedo oír
La cadena del wáter
Del piso de abajo.

Oigo a todo el bloque
En sus quehaceres diarios.
Los oigo.
Pero ellos a mí no pueden oírme.
—Sé que no pueden—
A mí nadie me oye.

Conozco todas sus rutinas.
Sin embargo
A mí el silencio
Me hace invulnerable.

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DIAPASÓN

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCancel my subscription to the resurrection
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx(When the music’s over,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJames Douglas Morrison, 1967)

Rompimos el maldito diapasón
Que marcaba un ritmo muy lento,
Que nos retrasaba un millón de años.

Canciones para los muertos.
Nubes tapiadas en cada charco,
Tachas en las ventanas.
En los tejados de chapa nidos de sangre coagulada.

Desgracias a largo plazo para el ganador.

No viste el momento de salir corriendo
Y todo pasó de largo
¿Recuerdas?

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SIN POSTRE

La carne a la plancha,
Sin sal.

El agua del tiempo.

Sin postre.

Sacarina en el café descafeinado
Que deja unos posos
Siniestros…

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Garrido Clemente, Vicente. Temperamentos básicos. Mérida; Ed. Regional de Extremadura, 2022.

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LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (174)

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Acaba de llegarme esta joya a casa. Con un regalo como este ya doy por bueno el día de hoy. Gracias a Carlos Chaouen por este detallazo porque, 25 años después de aquella primera noche en el Libertad8, seguimos contándonos la vida y —la expresión es suya— haciendo intercambios culturales. Lo cierto es que no hay palabras para contar cuánto quiero a este hombre (si no la que más, una de las personas más libres que conozco), pero quiero que quede constancia, puesto que no me apetece lo más mínimo dejar para más tarde el hecho de hablar bien de alguien con quien he atravesado el último cuarto de siglo, mientras nos ha pasado de todo a los dos.
Seguimos.
Salud!

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DOS POEMAS DE ‘HIJA LUNA’

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DESCRIBE EL CIELO EN UNA POSTAL

El .cielo .no .es .como .mi escritorio, que me pone nerviosa. Lleno de cartas que
no puedo responder, con montones de libros .que debería leer para luego hablar
de ellos, lleno de posibilidades .de .trabajo .y de dinero, y, peor aún, al fondo de
todo, de peticiones de poemas que .aún .no .estoy .en condiciones de escribir, o
que .no .me .he .organizado .todavía para pasar a máquina y enviar. No, el cielo
está vacío, incluso cuando está .lleno .de .nubes, porque nadie tiene que respon-
der a una nube. ¿Y qué es una .nube, de .todos .modos? Nada importante como
un poema. ¿Pero cómo es que nos volvemos aquello que siempre hemos despre-
ciado o de lo que nos hemos burlado? Hoy, las .nubes .del .cielo .parecen dalias
negras. Tienen los bordes .suaves .y .afilados. Contienen lluvia; me recuerdan a
mi chal negro de seda.

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TAZAS DEL CAMPAMENTO DE GEORGE WASHINGTON

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Sé amable contigo», dijo ella
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel pasado febrero. «No olvides las pequeñas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcosas. Un buen libro. Una taza de té».

Aquel invierno en Valley Forge
fue uno
cuyo recuerdo ha de hacernos llorar.
Las bocas deshechas,
los abrigos ajados.
La comida que escasea. El rancho podrido,
con gusanos.

El general Washington, mi padre,
guardaba en tazas, para su tranquilidad,
dieciséis dólares de plata;
eran pequeños cilindros para beber
grog,
bebida de marineros,
combustible para el soldado.
Y supongo que algunos, inflamados de celo revolucionario, verían con desprecio
que velase por su tranquilidad
cuando los hombres estaban muriéndose de hambre
y de frío
xxxxxxx(«Cómete la verdura, cariño.
xxxxxxxPiensa en los niños que se mueren de hambre en
xxxxxxxla India»).

Los mismos que me miraban a mí con desprecio en los 60.
xxxxxx(«¿Cómo puedes escribir poesía
xxxxxxcon el mundo desmoronándose?».

Como si
fuera la primera vez
que el mundo se
desmoronaba
y yo pudiese hacer algo
para enmendar aquella catástrofe.

¿Pero seguro
que no?
¿O cómo podíamos estar allí, dando vueltas
con bombarderos plateados
o andando, con pesados pies de plomo, en la polvorienta superficie de la Luna?
En esta época tecnológica,
me pregunto si era realmente imposible volver a juntar los trozos de Humpty
Dumpty,
porque, aunque andrajoso y cubierto de cicatrices,
aunque ya no fuese el viejo huevo inocente,
seguro que había maneras de recuperarlo,
de reciclarlo.

¿Cambio?
¿Crecimiento?
¿Los hemos excluido del mundo? ¿Solo
lo sueva
y flamante
es viable?

«Sé amable contigo.
No olvides las pequeñas cosas.
Un buen libro.
Una taza de té».
Pero, ah, el dolor de la advertencia,
que nos recuerda la diferencia entre un veraneante aventurero
que explora la exótica Elba
y el soldado de juguete roto y descompuesto ahí
exiliado.

Este año
me he tomado miles de tazas de té.
Y con la taza del campamento de George Washington,
muchos grogs.
El Medio Oeste me oye leer libros
mientras mi voz flota, como una sirena, en las olas de Laguna Beach.
Sin ideas de orden,
pero con pensamientos de amor, de perderlo,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdel dolor.
Los hombres de George se morían de hambre
y de frío
en una lucha que la mayoría eran demasiado jóvenes para comprender.
Él escribía cartas, todos los días, a las cuatro de la mañana.
El grog caliente humeaba en la taza del dólar de plata.

Es invierno y veo por la ventana
al Rey de España,
que no lleva ropa adecuada para aguantar la tormenta de nieve,
sino zapatos dorados, sedas finas y el bigote helado,
y que sigue dejando huellas.

«Sé amable contigo», advierto a todo el mundo
mientras espero la taza de té.
Y espero al Rey de España
mientras sueño con George, mi padre,
con Beethoven, que me rescató,
con David, que está muerto y enterrado en una playa de California,
y con todos los hermosos hombres que he amado;
porque amar es
el secreto, no
ser amado.

¿Qué virtud hay en la recobrada suavidad del huevo
excepto la belleza de su perfecto nacimiento?
Quiero que recompongan a Humpty Dumpty
para amarlo por sus bordes dentados, irregulares,
y la yema mezclada con la clara.
Prueba de que está vivo.
Prueba de vida.

George, brindo por ti.
M., te quiero.
Beethoven, quiero oírte en Cayo Hueso.
Sed amables
con vosotros,
todos.
No olvidéis las pequeñas cosas.
Un buen libro.
Una taza de té.
Un huevo, recompuesto, no
por magia,
sino con paciencia y esfuerzo.
Con amor.

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Wakoski, Diane. Esperando al Rey de España (Trad. Eduardo Moga). Madrid; Bartleby editores, 2022.

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LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (173)

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Hace un par de días, después de la presentación de su ‘106 palabras’, en uno de los mejores recitales que he visto en mucho tiempo (la selección de poemas que hizo fue soberbia), Natxo Vidal tuvo a bien regalarme un ejemplar del libro.
Gracias infinitas a Natxo. Y ya saben, de aquí a nada subiré alguno de los textos al blog.

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BRAINSTORMING & NEVERMIND

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BRAINSTORMING

Los sábados salíamos
Pero no nos gustaban
Porque siempre se nos iban de las manos.
Los sábados éramos demasiado guapos.

Los viernes eran mejores,
Preámbulo sin expectativas.

Al caer la tarde
Surca las calles del polígono desierto
Un Ford Mondeo.
Pelamos los cables
Que cortocircuitan nuestros cerebros
En el interior.

Vender cobre
Para comprar noches sin sueño.

Tabaco rubio,
Risketos y Pizquillas,
Risas y canciones.
CDs rayados y bolsitas de plástico.
Más tarde volvemos al barrio.

Los viernes marcábamos el compás.
Los sábados solo bailábamos.

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NEVERMIND

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxI’m worse at what I do best
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxand for this gift I feel blessed (…)
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxHello, hello, hello, how low…
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx(Smells like teen spirit, Kurt Cobain, 1991)

Lágrimas de esperma
xxxxxxxManchan el lamento de mis manos
xxxxxxxxxxxxxxxEn la oscuridad de este cuarto.

Escondido en el armario
xxxxxxxxxxxxxxxSe burla de mí
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxUn fantasma.

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Garrido Clemente, Vicente. Temperamentos básicos. Mérida; Ed. Regional de Extremadura, 2022.

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CINCO POEMAS DE ‘EL HUMO DE LOS VERSOS’, DE RAMÓN BASCUÑANA

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PUNTO DE FUGA

La noche teje la desesperación de los suicidas.
Miro por la ventana,
la desesperación a través de la ventana,
el hueco vacío de un ojo ciego,
un punto, una sucesión de puntos
de tinta sobre el folio;
una sucesión de puntos de fuga.
El abismo, la nada,
sus límites exactos, su fijeza,
el hueco vacío de la ventana,
el vértigo siniestro de la vida,
el fondo terminal de la tristeza,
la penumbra, la calle, las astillas,
los añicos del tiempo.
La noche como un punto de fuga sobre el folio.

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MADRUGADA

Pájaro de perfil, la madrugada.
Ave triste posada mansamente
en la decrepitud del horizonte.

Frías flores de escarcha
crecen en el aliento
de los campos que miro
desde la protección de la ventana
que me salva del tiempo y la intemperie.

Ensayo en el cristal
un gesto de esperanza,
pero el cristal refleja
sobre el perfil del pájaro abatido
el rostro del insomnio
y mi cansancio.

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ABULIA

¿Para qué?
Si todo es repetido ¿Para qué?
Se impone la rutina.
Como si atravesásemos la lluvia
descalzos, sin zapatos
que nos protejan. O como si
contásemos estrellas sin mirarlas
y nuestro corazón fuera un desierto.

El poema no justifica el tiempo
que tarda en escribirse.
Hay quien tarda dos vidas
en escribir un verso que merezca la pena
y pueda dar sentido
a lo que no lo tiene
y quien gasta dos versos en escribir su vida.

No preguntes la razón del poema
ni el porqué de la lluvia y las estrellas.
No escuches lo que dice.
Escucha, si puedes, aquello que no dice.

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CUANDO SOLO LA NIEVE

En la brevedad del fulgor del alma,
el equilibrio blanco del silencio.
Cuando solo la nieve
nos protege de ser nosotros mismos.

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EPITAFIO II

En mi lápida
mi última pregunta:
¿Esto era todo?

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Bascuñana, Ramón. El humo de los versos. Álava; Ed. Diputación Foral de Álava, 2016.

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LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (172)

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Hace un par de días llegó a casa el nuevo libro que ha publicado Boria ediciones. Este libro, además, es muy especial para mí porque su autor, Álvaro Bellido, me pidió que le escribiera el prólogo. Pero eso es lo menos importante, lo único que importa es que se lean el libro y que disfruten con él.
Gracias a Luis y a Álvaro por tenerme en cuenta.

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DESNUDO AZUL

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DESNUDO AZUL

1

Sobre el papel,
luminoso, desnudo
y azul, tu cuerpo.

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2

Azul tensión
de tu luz que se inclina:
flor de acuarela.

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3

Arquitectura
de tu dulce flexión
ensimismada.

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4

Suave tropismo
hacia la luz del agua:
azul reflejo.

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5

Arco de sombra
se dibuja tu cuerpo
cuando te inclinas.

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Intimidad
transformada en celeste
caligrafía.

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7

Lo cotidiano
se ha vuelto de repente
epifanía.

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xxxxxxxxxxxGeorgia O’Keefe. Desnudo azul.

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Rodríguez de Sepúlveda, César. Oscuro vuelo. Gijón; BajAmar editores, 2022

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LO MÁS OSCURO ANTES DEL ALBA

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LO MÁS OSCURO ANTES DEL ALBA

Voy a hablarles ahora de los gritos del Cuá
xxxxxxxxgritos de mujeres como de parto,
María Venancia de noventa años, sorda, casi cadáver
xxxxxxxxgrita a los guardias no he visto muchachos
la Amanda Aguilar de cincuenta años
xxxxxxxxcon sus hijitas Petrona y Erlinda
xxxxxxxxxxno he visto muchachos
como de parto.
—Tres meses presas en un cuartel de montaña—.
Ángela García de veinticinco y siete menores.
xxxxxLa Cándida de dieciséis años amamanta una niñita
xxxxxxxxxmuy diminuta y desnutrida.
Muchos han oído estos gritos del Cuá
xxxxxgemidos de la Patria como de parto.
Al salir de la cárcel Estabana García con cuatro menores
dio a luz. Tuvo que regalar sus hijos
xxa un finquero. Emelinda Hernández de dieciséis
xxxxxxxxlas mejillas brillantes de llanto
xxlas trenzas mojadas de llanto…
Capturadas en Tazua cuando venían de Waslala
xxxxxla milpa en flor y ya grandes los quequisques
xxxlas patrullas entraban y salían con presos.
xxxxxxxA Esteban lo montaron en el helicóptero
y al poco rato regresaron sin él…
xxxxxxxA Juan Hernández lo sacó la patrulla
una noche, y no regresó más.
xxxxxxOtra noche sacaron a Saturnino
y no lo volvimos a ver… a Chico González
xxxxxtambién se lo llevaron
xxxxxxxeso casi cada noche
xxa la hora en que cantan las cocorocas
con gentes que no conocimos también.
xxxxxxxxLa Matilde abortó sentada
cuando toda una noche nos preguntaban por los guerrilleros.
xxxxxA la Cándida la llamó un guardia
xxxxxxxvení lavame este pantalón
xxxxxpero era para otra cosa
(Somoza sonreía en un retrato como un anuncio de Alka-Seltzer).
xxxxxLlegaron otros peores en un camión militar.
xxxxxxxxA los tres días que salieron parió la Cándida.
Ésta es la historia de los gritos del Cuá
triste como el canto de las cocorocas
la historia que cuentan las campesinas del Cuá
xxxxxque cuentan llorando
como entreviendo tras la neblina de las lágrimas una cárcel
xxxxxy sobre ella un helicóptero.
xxxxxxxxxxxx«Nosotras no sabemos de ellos.»
Pero Sí han visto
xxxxxxxxxxsus sueños son subversivos
barbudos, borrosos en la niebla
xxxxrápidos
xxxxxxxpasando un arroyo
ocultos en la milpa
xxxxxxxapuntando
xxxxxx(como pumas)
xxxxxxx¡saliendo de los pajonales!
pijeando a los guardias
xxxxxxxxxxxxxxxxviniendo al ranchito
xxxxxx(sucios y gloriosos)
xxxxxxla Cándida, la Amanda, la Emelinda
en sus sueños muchas noches
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx—con sus mochilas—
xxxxxxsubiendo una montaña
xxxxxxxxcon cantos de dichoso-fui
la María Venancia de noventa años
xxxxxxxlos ven de noche en sueños
xxxxxxxxxxxxxxxen extrañas montañas
muchas noches
xxxxxxxxxxxa los muchachos.

Bajamos del avión y vamos nicaragüenses y extranjeros
revueltos hacia el gran edificio iluminado —primero
Migración y Aduana— y voy pensando al acercarnos
pasaporte en mano: el orgullo de llevar yo
el pasaporte de mi patria socialista, y la satisfacción
de llegar a la Nicaragua socialista —»Compañero»…
me dirán— un compañero revolucionario bien recibido
por los compañeros revolucionarios de Migración y Aduana
—no que no haya ningún control, debe haberlo
para que no regresen jamás capitalismo y somocismo—
y la emoción de volver otra vez al país en revolución
con más cambios cada vez, más decretos de expropiaciones
que me cuenten, transformaciones cada vez más radicales
muchas sorpresas en lo poco que uno ha estado fuera
y veo gozo en los ojos de todos —los que quedaron
los otros ya se fueron— y ahora entramos a la luz
y piden el pasaporte a nacionales y extranjeros
pero era un sueño y estoy en la Nicaragua somocista
y el pasaporte me lo quitan con la cortesía fría
con que me dirían en la Seguridad «pase usted»
y lo llevan adentro y ya no lo traen (seguramente
estarán telefoneando —seguramente a la Seguridad
a la Presidencial o quién sabe a quién—) y ahora
todos los pasajeros se fueron y no sé si voy a caer preso
pero no; regresan con mi pasaporte al cabo de una hora
la CIA sabría que esta vez yo no fui a Cuba
y estuve sólo un día en Berlín Oriental
por fin yo ya puedo pasar al registro de Aduana
sólo yo de viajero en la Aduana con mi vieja valija
y el muchacho que me registra hace como que registra
sin registrar nada y me ha dicho en voz baja «Reverendo»
y no escurca abajo en la valija donde encontraría
el disco con el último llamado de Allende al pueblo
desde La Moneda entrecortado por el ruido de las bombas
que compré en Berlín Oriental o el discurso de Fidel
sobre el derrocamiento de Allende que me regaló Sergio
y me dice el muchacho: «Las ocho y no hemos cenado
los empleados de Aduana también sentimos hambre»
y yo: «¿A qué hora comen?» «Hasta que venga el último avión»
y ahora voy a ir hacia la tenebrosa ciudad arrasada
donde todo sigue igual y no pasa nada pero he visto
los ojos de él y me ha dicho con los ojos: «Compañero».

La luna sangrienta sale del horizonte.
Es decir parece que saliera del horizonte.
El campo un solo gran algodonal como si estuviera nevado.
¿Y qué sembraban?
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxSembraban su maicito
xxxy frijoles y ayotes y pipianes
pero ahora alguien tiene una plantación de algodón.
Las huertas aradas por aquellos hermosos bueyes —yendo y viniendo—
han desaparecido
y las carretas que traqueteaban cargadas de mazorcas
en tiempo de tapizca, han desaparecido.
Y ya no hay palos. Sólo el sol sobre el algodonal.
Se sembró algodón hasta en la falda de los cerros.
Salen al monte con los perros a buscar garrobos,
palomas, cusucos, pero han escaseado los animales
ya es difícil coger un conejo, las palomas son ariscas.
Cuando no hay qué comer van al monte a buscar guayabas
a solares ajenos a cortar mangos verdes.
En esos potreros habían jocotales y jocotales
que daban jocotes y sombra en los potreros
y ya no hay jocotes y ya no hay potreros
sólo algodonales algodonales y los polvazales
de los tractores y los camiones cargados de algodón.
Al mediodía parten con los perros a cazar codornices
tratar de cazarlas en la falda de los cerros.
Allá en aquel cerro en su ranchito de palma
los Martínez cenan cada tarde tortilla con sal.
Los frescos chagüites amigo ya se acabaron
las alforjas repletas de elotes tiernos son desconocidas
el grito arriando el ganado ya no se oye
ni hay el trajinar de madrugada yendo a traer los bueyes
a los potreros para sembrar maíz frijoles ayotes ay
xxxxxxamigo ya no hay potreros le digo
sólo las filas de hombres y mujeres y niños y ancianos
cada madrugada entre los polvazales
cargando el calabazo con agua y el manojo de sacos
xxxxxxxal algodonal.
Por las noches se ven en los cerros sus lucecitas pobres
como estrellas. Se apagan y sólo quedan las estrellas.
La luna se pone tras los cerros.
Es decir parece que se pone tras los cerros.
Y ya no hay estrellas.

Después la represión de septiembre. Y el llamado Viernes Negro.
Lo más oscuro de la noche antes del alba.
Dije un discurso en Bogotá ante el Congreso, Sesión Plenaria,
el 25 de octubre de 1978 (está en los Anales del Congreso).
xxxxxSeñores Senadores y Diputados…
Y no sólo congresistas sino unos miles en las galerías.
A quienes conté de unas viejas callejas de León
donde ojos llorosos asomaban por las puertas y ventanas.
Empezaron a salir, tímidamente, diciendo al reportero:
xxxxxxxx«En esa casa vivían dos.»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Allí vivía uno.»
xxxxxxxxxxxxx«En esa esquina sólo quedaron las mujeres y los niños.»
Dos muchachas contaron lo que pasó:
A un joven del barrio le hallaron una pistola,
y ya no registraron más.
Apartaron a las mujeres, los viejos y los niños.
A los jóvenes los acostaron en el suelo.
Ellas tenían tres hermanos en el suelo;
un guardia les ordenó mirar para otro lado.
Tras los disparos vieron los cuerpos retorciéndose en el suelo.
Sobre los cuerpos pasaron un tractor.
El tractor después los amontonó, una sola masa roja.
xxxxxxEran los muchachos del Callejón».
De 21, de 20, de 19, de 18, de 17 años.
Allí se reunían a jugar beisbol o platicar.
Los muchachos que ya nunca se reunirían en el «Callejón».
La periodista del Times vio al muchacho sacado de su casa,
un guardia apuntándolo con el rifle en la cabeza.
Había lágrimas en sus mejillas. Sabía que iba a morir.
Ordenaron retirarse a la periodista del Times.
xxxxxxxSeñores senadores, señores diputados:
llevaron 21 jóvenes con sus madres a las afueras de León.
Apartaron las mujeres, y los mataron en la carretera.
Robaron sus relojes, obligando a las madres a lavarlos.
Los perros arrancaban trozos de brazos y pies mal enterrados.
Las madres enterraron lo que quedaba en un algodonal.
O es el caso de Doña Socorro de Martínez, en León,
con unos pedazos de camisas de su esposo y de su hijo.
O Josefa Pérez que está loca: abre los ojos al vacío y delira:
«Róger, amor mío, Róger, vení… ¿Dónde está Róger?»
En el barrio indio de Subtiava siete jugaban beisbol callejero,
xxixxde 24, 22, 20, 18, 17, 16, 14,
llegó una patrulla y se corrieron,
y murieron allí mismo en la calle de sus juegos.
Un muchacho asomó a la calle la cabeza con gorro rojo,
lo sacaron, y le quebraron las piernas antes de matarlo.
Los vecinos oyeron que él pedía clemencia,
y la guardia: «Roji-negro jodido hijueputa.»
En Catarina fusilaban a dos jóvenes cada noche.
xxxxxMatados de dos en dos.
Imaginen el terror de las madres al acercarse la noche.
xxxxxA riesgo de serles aburrido:
En Managua tres camiones cargados de muchachos,
llevados a un comando y ya no se supo de ellos.
La embarazada con el vientre abierto por una bayoneta,
el niño saliendo vivo. La bayoneta en el niño.
xxxxxxxx«¡Un sandinista menos!»
Señores senadores y señores diputados:
xxxxAquella entrada de la noche en Masaya
sin saberse quiénes amanecerían muertos.
En muchas partes del país comenzaban a morir al atardecer
después del toque de queda.
xxxxxxxxLa esperada de la hora de aquel toque de queda.
Combatían contra mujeres y niños drogados con dexedrín.
Había órdenes en inglés, traducidas al español.
xxxxxxxxY en Estelí lo de las Mariposas de la Muerte.
A sus aviones los llamaban en clave «Mariposas».
Revoloteando desde que había luz hasta el anochecer.
Y por la noche entraban los tanques.
xxxxxxxxNo queriendo alargarme demasiado.
Contaban de una llamarada de luz como platinada.
Y los oían pedir por radio más fósforo blanco.
En la gran insurrección no hubo presos, sólo asesinados.
Concluyo con lo que una vendedora de ropa del mercado de Chimandega
dijo al reportero del diario La Prensa:
«Hijito, ojalá todas estas muerte no hayan sido en vano»
y la contestación de otra vendedora:
«Señora, esté segura que los mejores tiempos están por venir.»
xxxxxxAcabado mi discurso. Acabada la sesión.
Con la gran ovación en las galerías esa noche.

«¡Copelá!… ¡Copelá!… ¡Copelá!», decía el chino.
Les cortaba pedazos de carne a los campesinos,
la freía y los hacía comérsela.
(El chino tal vez no era chino sino vietnamita o coreano.)
«Cuando el hoyo estaba abierto los ponían hincaditos en el fondo,
y allí los balazos.»
xxxxxxxNoche a noche los balazos.
«Llegaban los helicópteros al campamento con campesinos.
Todos bajaban amarrados como garrobos.»
Macho Negro llamaba por radio desde el monte pidiendo bolsas.
Ya sabían que eran bolsas plásticas para los muertos.
«A los perros amaestrados daban carne cruda, jamás cocida.
Una vez vi al chino darles carne de los mismos presos.»
Noches de los balazos y el Macho Negro diciendo «mandame bolsas».

Ya están cantando los gallos.
xxxxxxxxYa ha cantado tu gallo comadre Natalia
xxxxxxxxxxya ha cantado el tuyo compadre Justo.
Levántense de sus tapescos, de sus petates.
Me parece que oigo los congos despiertos en la otra costa.
Podemos ya soplar un tizón —botar la bacinilla.
xxxxxxxxTraigan un candil para vernos las caras.
Latió un perro en un rancho
xxxxxxxxxy respondió el de otro rancho.
Será hora de encender el fogón comadre Juana.
La oscurana es más oscura pero porque viene el día.
xxxxxxxLevantate Chico, levantate Pancho.
Hay un potro que montar,
xxxxxxxxhay que canaletear un bote..
Los sueños nos tenían separados, en tijeras
tapescos y petates (cada uno con su sueño)
xxxxxxxxpero el despertar nos reúne.
La noche ya se aleja seguida de sus ceguas y cadejos.
Vamos a ver el agua muy azul: ahorita no la vemos. —Y
esta tierra con sus frutales, que tampoco vemos.
Levantate Pancho Nicaragua, cogé el machete
hay mucha yerba mala que cortar
xxxxxxxxcogé el machete y la guitarra.
Hubo una lechuza a medianoche y un tecolote a la una.
xxxxxLuna no tuvo la noche ni lucero ninguno.
Bramaban tigres en esta isla y contestaban los de la costa.
Ya se ha ido el pocoyo que dice: Jodido, Jodido.
Después el zanate clarinero cantará en la palmera,
xxxxxxxxxcantará: Compañero
xxxxxxxxxxxxxxxxCompañera.
Delante de la luz va la sombra volando como un vampiro.

xxxxxxLevantate vos, y vos, y vos.
(Ya están cantando los gallos.)
xxxxxxxxx¡Buenos días les dé Dios!

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Cardenal, Ernesto. Cántico cósmico. Madrid; Ed. Trotta, 1992.

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‘PIEDRAS’, DE JAVIER GARCÍA CELLINO

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La poesía es pólvora
que se enfrenta siempre a la pólvora.
Quien narra el poema es un niño
que sujeta el cielo con una mano.
No basta con admirar la excepcional belleza
de la eternidad.

Metamorfosis del poema:
el segador cantará a las provincias
con rostro de cordero.

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Este tiempo no es de muerte dócil,
sino de sufrimiento.
Pasos, siempre pasos a su espalda.
A veces el futuro es un fruto ácido.
Pasos, siempre pasos a su espalda.
Ella sabe que va a morir,
que no verá más los ojos del carnero joven
que amamantaba en su tienda,
que ya no podrá disponer herencias
ni pedirle a su Dios
que apresure las flores del almendro.
Se mira en el espejo de la fatiga y llora.
Después recuerda que su madre
y su abuelo eran poetas y llora.

Pasos, siempre pasos a su espalda.

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Un niño que llora es un incendio
en la boca del sol.
Veo Jerusalén devastado,
las avenidas de Jerusalén devastadas,
no hay tiempo, al fusil se le hace muy larga la espera,
me agarro a la mano de mi madre muerta
y no camino,
me agarro a la mano de mi abuelo muerto
y no camino,
entonces me doy cuenta
de que entre las imprecaciones y las dudas
siempre habrá piedras.

¿A quién rezar
xxxxcuando las montañas
xxxxxxxxdejen de ser sagradas?

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Nadar en el verano
de las promesas incumplidas.
Ser pacientes con el enemigo. Acariciar
a los pájaros ciegos.
Dime, ¿cuánto tiempo durará este poema blanco
antes de caer al mar?

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Oslo es un paisaje blanco sobre fondo blanco,
una autopista rodeada de flores en el desierto.
Cae una lluvia de medusas sobre el camino,
caen piedras que se agarran al aire
en busca de su identidad,
detrás del relato dominante siempre hay más muertos.

Y patria, siempre patria en los muros cubiertos
de ceniza, en los salmos vacíos de las iglesias,
en los cuerpos mutilados que bailan para librarse
xxxxxxxxxxxxdel miedo.

Hay un dedo manchado de sangre que señala
el horizonte. Hay un asentamiento para las madres
que lloran a sus hijos.
Hay nubes por todas partes.

Di amor,
xxxxintifada,
xxxxxxxxsueños clandestinos.
Y patria, siempre patria.
No digas acuerdos de paz,
expropiación de tierras,
asentamientos de colonos.

En Picasso hay un niño
abrazado a un olivo muerto.

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PRISON (1982)

xxx(Pintura de Sliman Mansour, escritor y pintor
considerado como uno de los artistas de la Intifada)

Nadie en el cielo. El vértigo de los obuses es nadie,
la llama en el papel es nadie,
la matriz de un cáncer nocturno
es nadie hasta que desaparece.

En la precaria eternidad,
cinco hombres esposados contra la pared son nadie.

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(Pasos, siempre pasos a su espalda:
xxxxixxxsoldados israelíes)

Camina…
Abrázate más a la tierra…
No hagas versos inútiles
como tu madre y tu abuelo.
Camina…
Camina…

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(Coro de animales: Final)

La kufiya que lleva al cuello es poesía.
Los olivos encendidos también son poesía.
Camina. Sigue caminando.
Se confunde ya con la tierra.
Después el miedo borra la poesía
hasta convertirla en un Mar Muerto.

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García Cellino, Javier. Piedras. Gijón; BajAmar editores, 2022.

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MANERAS DE RENDIRSE

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Si notas que en el hombro se duerme una caricia.
Si un aliento tímido te calienta la nuca.
Si te toma del brazo una mano invisible.
No aclares el misterio. Solamente sonríe.

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Alcanzaremos un día la ciudad dormida.
Exhaustos, sin palabras y con la lengua seca.
Maniatados e inermes en el alma del otro.
La piel de nuestros cuerpos bañada de saliva.
Una llaga en los labios de maltratarnos tanto
(un pétalo de fuego en el paladar: un beso).
Inmortales, cautivos, dispuestos a perdernos.
De noche. Me da los mismo Tánger que Lisboa.
Una isla en el mapa que un rincón de tu casa.

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Claro que se puede ser feliz y estar muy triste.
Como se puede ser el primero y llegar tarde.
Hablar al silencio y esperar una respuesta.
No dormir porque en el pecho hay pájaros con frío.

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Bendita sea la furia del poeta persa.
Bendita su defensa suicida del instante.
Bendita la lectura que tus ojos hicieron.
Bendito mi corazón que recibió el disparo.

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Mi ambición es humilde: arder como la pisada
de un pájaro en la nieve. Acariciar una hierba
en tus pezones. Celebrar en tu piel el gozo
de la lentitud. Acostumbrarme a ese pecado.
Disolverme en el mar de tu sangre como el vino.
Perderlo todo en un ángulo de tu cocina:
un libro, el pánico, la camisa y el destino.
Encontrarlo en la penumbra de tu dormitorio.
Resucitar desnudo en un pliegue de tu cuerpo.

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Vive el instante con la voracidad de un niño,
como si construyeras un sueño con las manos,
como si no supieras que tampoco la belleza
tiene sustento en nada. Es una máscara. Un disfraz.
Demorarme en tus labios casi me hace olvidarlo.

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Busca mis manos en el abismo de la noche.
Inclúyelas en lo más cálido de tu sueño.
Vigila su vuelo en tu callada duermevela.
Háblales de los altibajos de tu corazón.
Arrúllalas con el loco aliento de tu boca.
Protégelas del frío de la vida. Bésalas.

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Quemar el día como si fuera leña seca.
Mirarte como si temiera la extinción del sol.
Cerrar los ojos para olerte en cada ráfaga
de viento. Beber en el sudor de tus axilas.
Quemar el tiempo en tu piel como si se acabara.

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La luz de tu rostro, ¿es un sueño de ébano
o el rastro de una figura que baila en la pared?

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He vivido estos días con los ojos cerrados.
Para pensar en ti. Para no dejar de verte.

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¿Hacía falta que el tiempo se esfumara
para legar hasta ti, para reconocerte?
¿No había señales inequívocas en torno:
el hechizo de tu sonrisa desde la puerta,
el sarcasmo maduro que bailaba en tus ojos,
el vuelo de tu mano demorado en mi brazo,
tu nombre, la misma resonancia de tu nombre
mil veces repetido a lo largo de los años
como una luz entre la niebla, como un aviso?
¿Hacía falta que el tiempo casi se rindiera?

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Sueño que te construyo con la lengua. Despacio.
Sumerjo las manos en el barro de tu cuerpo
con fiebre de artesano. Te creo y te descreo.
Derribo con parsimonia todas las murallas.
Descubro una cabaña en un pliegue de tu vientre
y me quedo allí a vivir hasta el fin de los tiempos.
Un río pacífico en el cauce de tu espalda.
Una fuente en tu boca. Una luz entre los pinos.
Nieve en tus caderas que retiro con mis manos.
Una frontera en tu piel que me aparta del miedo.

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Negra tu espalda como la espalda de la noche.
Negro el misterio de tu mirada. Negro el iris.
Negras las manos que se cobijan en mi cuerpo.
Negros tus pechos como la música del tiempo.
Negrísima tu voz como el mapa de África.
Negra la sombra de tus axilas y tu cuello.
Negro el temblor de tus caderas. Negro tu sueño.
Verde la línea que asoma en tu mirada oscura.
Roja la cruz de los pezones. Negro mi estupor.
Negro el azúcar jugoso y turbio de tu boca.
Negro el zumo de tus piernas y la faz del miedo.
Negrísima la sangre. El alma negra. Negra tú.
Libre. Sin amarras. Como un prófugo en la noche.

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Cuando la noche entre en tus huesos con afán de herir,
cuando la vida muestre su lado más oscuro,
piensa en mí, no te rindas, recuerda aquel minuto.
Busca en tus sábanas un residuo de mi sueño.
Atrapa en el aire el humo de nuestra mirada,
un ala de aquel milagro que detuvo el tiempo.
Protege la belleza de tu tez africana
bajo la luz del rincón donde yo te escribía.
Husméame sin miedo. Cierra los ojos. Duerme.
Me verás llegar desnudo a acariciar tu espalda.
Como llegaste tú. Como siempre estás llegando.

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El poso de unas gotas de vino en el paladar.
Un paisaje inmortal en la cueva del corazón.
Un puñado de poemas para leer en paz.
Algo de cine. Una canción de Joan Manuel Serrat.
Un paseo junto al mar a estribor de tu cuerpo.
Basta con cuatro cosas para una vida buena.
Al final, con gratitud, contemplar en la huerta
la olorosa flor de la albahaca. Tu figura.
La caricia de tu mano en los últimos brotes
que la tierra restituya al sol de tu sonrisa.
Muy al final. Cuando hayamos derrotado al tiempo.
Cuando lo hayamos compartido todo sin dolor.

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Aunque un día se acabe la dicha de mirarte,
aunque se estreche el cauce de los besos que me das,
aunque la garra interior desate la cólera
y me impida dormir, aunque se apague la llama
de tus ojos, nada es imposible. Ni siquiera
que el corazón te permanezca para siempre fiel.

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El tiempo carcome el alma de las utopías.
Devora sin compasión el lustre de los sueños.
No merece el regalo de una sola ventaja.
Gocemos, por eso, del resplandor efímero
de cada pétalo que se extinga en nuestras manos.
Entra en mis ojos con la audacia del primer día.
Hagamos el camino paso a paso. Sin prisa.
Sin prever el destino. Pero también sin temor.

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Hurga de vez en cuando en mi rincón de tu casa.
Descubrirás fragmentos de mi mejor caricia.

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Nadie puede acariciar el día de mañana,
interpretar el rumbo de lo que no respira,
buscarle un sentido a lo que ni siquiera late.

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Del postrero aliento que desvalija el corazón
del caos, de entre la incertidumbre de voces
que agita el universo, casi como un milagro,
se destila la tuya como un gas venenoso
que yo respiro con el placer de los suicidas.

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Buxán, Alfredo. Las palabras perdidas (Poesía 1989-2008). Madrid; Bartleby editores, 2011.

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OSCURO VUELO

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OSCURO VUELO

Danzan los estorninos:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxnegras constelaciones
en busca de una forma,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxnubes
movedizas de tinta,
xxxxxxxxxxxxxxxxxenjambre
que juega a dispersarse y a reunirse,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsuma
de lo insignificante, muchedumbre
que alza y desmorona
sucesivos alcázares impresos
en la luz del instante.

Expresionismo abstracto. O no: contornos
de imaginados monstruos. O mensajes
que requieren ser
descifrados,
palabras en el tiempo y en el aire,
confusos ideogramas,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxlaboriosa
escritura celeste.

Esa trama que ahora
se esfuma y reaparece,
esta coreografía
de músculos y alas y tantos corazones
unánimes latiendo,
xxxxxxxxxxxxxxxxx¿quién
la dispuso
sobre el azul exacto de los cielos?
¿Para qué? ¿Para quién? ¿En los ojos
de qué dios misterioso
se cumplirá el designio de esta danza?

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AMBISTOMA MEXICANUM
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAhora soy un axolotl.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJulio Cortázar

¡Qué raros sois, en cárcel de aire presos,
sin agua que os conceda ligereza,
al suelo encadenados con firmeza,
arrastrando, abrumados, vuestros huesos!

¡Qué deleite espiar vuestro embeleso,
veros penar porque con cruel largueza
se os ofrece a la vista mi belleza
y el cristal, riguroso, frustra el beso!

Dulce tributo son vuestras miradas,
pero cumple a los dioses la distancia:
el tumulto malogra el señorío.

Con mi presencia, vuestra irrelevancia
sentid, con aterrado escalofrío,
y volved, si podéis, a vuestras vidas.

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LUCIFER 4 A.M.

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Luis Martínez de Merlo

Era hermoso Luzbel entre los ángeles.

Más de un querubín bebía los vientos
por sus ojos de fuego.

Pero harto de la eterna
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxrutina,
de su aburrida, inútil sinecura
en los coros angélicos,
hastiado de adular continuamente
y revolotear en torno al amo,
inventó (de la nada,
no había precedentes)
la disconformidad, el desacato,
la rebelión y la desobediencia.

Lo cual, si bien le atrajo
la cólera divina,
agregó a sus encantos, ya invencibles
de por sí,
una rara nobleza,
xxxxxxxxxxxxxxxel aura
de superioridad desconcertante
que a la hermosura añade la derrota.

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EXCALIBUR

Entrechocar de hierros y caballos que piafan.
Despunta el alba apenas, y aún la niebla
impide distinguir los estandartes.
Se agolpan los guerreros para ver el prodigio.

En el centro un muchacho desmañado
siente que lo atraviesan las miradas
expectantes u hostiles.

De él se espera un gesto. Avanza. Solo un paso.
Y se queda mirando como en trance
el resplandor extraño de la piedra.

Pone
su mano sobre el pomo de la espada
y, entonces, como un rayo, lo ve todo:
los altos chapiteles,
la espada, el cetro, el trono y, en la sala
más grande del castillo,
la mesa
de la fraternidad:
los nobles caballeros relatando por turno
sus brillantes hazañas. La aventura.
La búsqueda incesante.
El mejor compañero en la batalla.
El amor
de la dama más bella.

Y también
la traición de su amigo y de su amada,
el hijo monstruoso que reclama su muerte,
la espada quebrantada,
la luna enrojecida por la sangre,
los años de dolor y sufrimiento.
Y ante la flor y nata
de la caballería,
se aparta de la piedra,
suelta la espada el niño y renuncia a la Historia.

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FALSE START

Acabado el poema. Por si acaso,
revisas, y no cuadra un adjetivo.
No puede ser, no es esto, hay que cambiarlo:
queda mejor así… no sé, no acaba
de sonar bien… y truecas
el verbo, que no encaja… pero entonces
se pierde aquel matiz… Con otro giro
tal vez quede más claro y elegante.
No, no se entiende el verso, es que no hay forma.

Tachas, añades, mueves,
cortas y coses, unes y troceas,
y le das cien mil tajos al poema,
que se va desangrando a borbotones.

No tiene ya remedio el pobrecillo,
no hay rayo que le pueda dar la vida,
oh doctor Frankenstein, a tu fracaso.

Apiádate de él: haz de la hoja
arrugada mortaja, dile adiós,
que encuentre al fin reposo
en el olvido y en la papelera.

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REFUGIO

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Alfonso Brezmes

Tú no sabes quién soy
ni yo quién eres tú.

Nos reúne el azar en esta
cabaña de palabras,
xxxxxxxxxxxxxxxxxel poema.

Alrededor, la cegadora nieve.

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REGRESO AL FUTURO

Aquel adolescente que esquiva mi mirada
desde el álbum de fotos,
ancho de hombros, fuerte, desgarbado,
con sus brazos larguísimos caídos con desgana
a lo largo del cuerpo,
nada puede saber de mis domingos,
de mi lenta mortaja de costumbre,
de los días cayendo uno tras otro,
del tiempo que se borra, de este arar
en el agua del tiempo que es la vida.

Nada puede saber. No, no es por eso
que elude mi mirada.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxNo sabe que cuarenta
años después yo lo estaré esperando.
Aunque viendo su rostro tan triste y tan sombrío
su difícil angustia, la actitud
de quien se sabe fuera de lugar,
esos ojos tan tristes,
viene a veces la duda
de si alguien le habrá ido con el cuento.

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ÍTACA

Las manos agrietadas y vacías.

En la memoria el mar,
veinte años de muertes y naufragios.

De mi infelicidad y mis traiciones,
en el manso oleaje del hexámetro,
aprenden, aplicados, los aedos.

Yo prefiero olvidar.

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DESPEDIDA

—Te esperé muchas veces.
De niño te temía vagamente.
Luego, me despertaba sudoroso
en mitad de la noche.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxSoñaba
nombres de enfermedades o demonios
que venían por mí.
xxxxxxxxxxxxxxxxPero tú no llegabas.
Vivo seguía, y temiéndote.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTú siempre
visitabas a otros,
en camas de hospital o entre los hierros
violentados de un coche…
A mí me respetabas,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxpermitiste
que fuera envejeciendo,
hasta hoy…

—Te equivocas. No vengo
a buscarte.
xxxxxxxxxSiempre he estado
contigo. Es al revés:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxaquí nos separamos,
hoy vengo a despedirme.

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Rodríguez de Sepúlveda, César. Oscuro vuelo. Gijón; BajAmar editores, 2022.

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