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HISTORIA DE LA RECONQUISTA
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HISTORIA DE LA RECONQUISTA
Yo sé que puedes. Eres pueblo puro,
materia insobornable de mi canto,
desenquijotizándote un tanto,
sé que puedes. Podrás. Estoy seguro.
¿Quién sino tú aupó desde lo oscuro
un sol bajo el que el orbe abrió su manto,
tanto andaluz universal y cuánto
vasco exiliado y extremeño duro!
Allá historias. Aquí lo que hace falta
es conquistar el año diecisiete,
que está más cerca. Tierra firme. Alta
mar de los hombres —bravas, hondas olas
de Cuba—, bate, vuélcate, acomete
contra las hoscas costas españolas.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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NADANDO Y ESCRIBIENDO EN DIAGONAL
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NADANDO Y ESCRIBIENDO EN DIAGONAL
Escribir en España es hablar por no callar
lo que ocurre en la calle, es decir a medias palabras
catedrales enteras de sencillas verdades
olvidadas o calladas y sufridas a fondo,
escribir es sonreír con un puñal hincado en el cuello;
palabras que se abren como verjas enmohecidas
de cementerio, álbumes
de familia española: el niño,
la madre, y el porvenir que te espera
si no cambias las canicas de colores,
las estampinas y los sellos falsos,
y aprendes a escribir torcido
y a caminar derecho hasta el umbral iluminado,
dulces álbumes que algún día te amargarán la vida
si no los guardas en el fondo del mar
donde están las llaves delas desiertas playas amarillas,
yo recuerdo la niñez como un cadáver de niño junto a la orilla,
ahora ya es tarde y temo que las palabras no sirvan
para salvar el pasado por más que braceen incansablemente
hacia otra orilla donde la brisa no derribe los toldos de colores.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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POR — PARA
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POR — PARA
Escribo
por
necesidad,
para
contribuir
(un poco)
a borrar
la sangre
y
la iniquidad
del mundo
(incluida
la caricaturesca España actual).
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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PLAÑID ASÍ
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PLAÑID ASÍ
Están multiplicando las niñas en alta voz,
yo por ti, tú por mí, los dos
por los que ya no pueden ni con el alma,
cantan las niñas en alta voz
a ver si consiguen que de una vez las oiga Dios.
Yo por ti, tú por mí, todos
por una tierra en paz y una patria mejor.
Las niñas de las escuelas públicas ponen el grito en el cielo,
pero parece que el cielo no quiere nada con los pobres,
no lo puedo creer. Debe de haber algún error
en el multiplicando o en el multiplicador.
Las que tengas trenzas, que se las suelten,
las que traigan braguitas, que se las bajen rápidamente,
y las que no tengan otra cosa que un pequeño caracol,
que lo saquen al sol,
y todas a la vez entonen en alta voz
yo por ti, tú por mí, los dos
por todos los que sufren en la tierra sin que les haga caso Dios.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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MUNDO
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MUNDO
Cuando san Agustín escribía sus Soliloquios.
Cuando el último soldado alemán se desmoronaba de asco e impotencia.
Cuando las guerras púnicas
y las mujeres abofeteadas en el descansillo de una escalera,
entonces,
cuando san Agustín escribía La ciudad de Dios con una mano
y con la otra tomaba notas a fin de combatir ls herejías,
precisamente entonces,
cuando ser prisionero de guerra no significaba la muerte, sino la casualidad de
xxxxxencontrarse vivo,
cuando las pérfidas mujeres inviolables se dedicaban a reparar las constelacio-
xxxxxnes deterioradas,
y los encendedores automáticos desfallecían de póstuma ternura,
entonces, ya lo he dicho,
san Agustín andaba corrigiendo las pruebas de su Enchiridion ad Laurentium
y los soldados alemanes se orinaban encima de los niños recién bombardeados.
Triste, triste es el mundo,
como una muchacha huérfana de padre a quien los salteadores de abrazos su-
xxxxxjetan contra un muro.
Muchas veces hemos pretendido que la soledad de los hombres se llenase de
xxxxxlágrimas.
Muchas veces, infinitas veces hemos dejado de dar la mano
y no hemos conseguido otra cosa que unas cuantas arenillas pertinazmente
xxxxxintercaladas entre los dientes.
Oh si san Agustín se hubiese enterado de que la diplomacia europea
andaba comprometida con artistas de variétés de muy dudosa reputación
y que el ejército norteamericano acostumbraba a recibir paquetes donde la
xxxxxmás ligera falta de ortografía
era aclamada como venturoso presagio de la libertad de los pueblos opri-
xxxxxmidos por el endoluminismo.
Voy a llorar de tanta pierna rota
y de tanto cansancio que se advierte en los poetas menores de dieciocho
xxxxxaños.
Nunca he conocido un desastre igual.
Hasta las Hermanas de la Caridad hablan de crisis
y se escriben gruesos volúmenes sobre la decadencia del jabón de afeitar
xxxxxentre los esquimales.
Decid adónde vamos a parar con tanta angustia
y tanto dolor de padres desconocidos entre sí.
Cuando san Agustín se entere de que los teléfonos automáticos han deja-
xxxxxdo de funcionar
y de que las tarifas contra incendios se han ocultado tímidamente en la ca-
xxxxxbellera de las muchachitas rubias,
ah entonces, cuando san Agustín lo sepa todo
un gran rayo descenderá sobre la tierra y en un abrir y cerrar de ojos nos
xxxxxvolveremos todos idiotas.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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ESE SUSURRO RÁPIDO
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ESE SUSURRO RÁPIDO
No
importa que se rompa. No lloréis
por mí, llorad por vosotras mismas.
…Suavemente, las niñas abren sus piernas
al borde de la acera y orinan suavemente.
Yo escucho, al pasar, un dulcísimo susurro
y contemplo, algunas veces, cómo desciende temblando.
Me gustan las niñas una barbaridad.
Su manera de decir «mamá, quiero mear»,
me recuerda los años invisibles
atravesados por un arroyo de cintas y colores.
Ahora que está lloviendo, yo bien quisiera, niñas
del mundo entero, veros orinar todas juntas,
formando una fila infinita de templados surtidores
fluyendo del corazón de todas las niñas que orinan en la calle.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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YA ES TARDE
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YA ES TARDE
Dos meses no son mucho
tiempo, tocan a cuatro y sobran dos
meses, no son mucho,
me parece, pero menos da una piedra;
un perpendicular pie sobre el suelo
da menos que una mano mutilada,
dos meses no son mucho ni dan nada,
pero menos da dios y está en el cielo.
Propongo que te sientes. Todavía
te va a pesar haber nacido,
haber mamado, haber venido
a tiempo, que ya es tarde todo el día.
Dos meses no son mucho
tiempo, tocan a fuego y yo me ducho
delante de Inesita y de María.
Menos da dios y está en el cielo uniformado,
de forma que dos meses no son mucho.
xxxxxxxxxxxxxxx(Las noches son para dormir,
xxxxxxxxxxxxxxxy el día para descansar,
xxxxxxxxxxxxxxxque no somos de hierro!)
Dos meses no son mucho
tiempo, tienes de sobra para hablarme
de la muerte, del juicio,
de la muela que acabo de sacarme,
del vicio de la virtud, de la virtud del vicio,
del juicio de la muela
y la muela del juicio.
Habla. Te escucho.
Dos meses no son mucho, por lo menos
sesenta días siendo días buenos,
y si son de otra clase,
sesenta noches pase lo que pase.
Que no somos de hierro.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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ENCUESTA
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ENCUESTA
Quiero encontrar, ando buscando la causa del sufrimiento.
La causa a secas del sufrimiento a veces
mojado en sangre, en lágrimas, y en seco
muchas más. La causa de las causas de las cosas
horribles que nos pasan a los hombres.
No a Juan de Yepes, a Blas de Otero, a Leon
Bloy, a César Vallejo, no, no busco eso,
qué va, ando buscando únicamente
la causa del sufrimiento
(del sufrimiento a secas),
la causa a secas del sufrimiento a veces…
Y siempre vuelta a empezar.
Me pregunto quién goza con que suframos los hombres.
Quién se afeita a favor del viento de la angustia.
Qué sucede en la sección de Inmortalidad
cuando según todas las pruebas nos morimos para siempre.
Sabemos muy poco en materia de sufrimiento.
Estamos muy orgullosos con nuestro orgullo,
pero si yo les arguyo con el sufrimiento no saben qué decirme.
Mire usted en la guía telefónica,
o en la Biblia, es fácil que allí encuentre algo.
Y agarro la biblia teléfonica,
y agarro
con las dos manos la Guía de pecadores… y se caen al suelo todos los platos.
Desde los siete años
oyendo lo mismo a todas horas, cielo santo,
santo, santo, como de Dios al fin obra maestra!
Pero, del sufrimiento, como el primer día;
mudos y flagelados a doble columna. Es horroroso.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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JUICIO FINAL
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JUICIO FINAL
Yo, pecador, artista del pecado,
comido por el ansia hasta los tuétanos,
yo, tropel de esperanza y de fracasos,
estatua del dolor, firma del viento.
Yo, pecador, en fin, desesperado
de sombras y de sueño: me confieso
que soy un hombre en situación de hablaros
de la vida. Pequé. No me arrepiento.
Nací para narrar con estos labios
que barrerá la muerte un día de estos,
espléndidas caídas en picado
del bello avión aquel de carne y hueso.
Alas arriba disparó los brazos,
alardeando de tan alto invento;
plumas de níquel: escribid despacio.
Helas aquí, hincadas en el suelo.
Este es mi sitio. Mi terreno. Campo
de aterrizaje de mis ansias. Cielo
al revés. Es mi sitio y no lo cambio
por ninguno. Caí. No me arrepiento.
Ímpetus nuevos nacerán, más altos.
Llegaré por mis pies —¿para qué os quiero?—
a la patria del hombre: al cielo raso
de sombras esas y de sueños esos.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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A PUNTO DE CAER
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A PUNTO DE CAER
Nada es tan necesario al hombre como un trozo de mar
y un margen de esperanza más allá de la muerte,
es todo lo que necesito, y acaso un par de alas
abiertas en el capítulo primero de la carne.
No sé cómo decirlo, con qué cara
cambiarme por un ángel de los de antes de la tierra,
se me han roto los brazos de tanto darles cuerda,
decidme qué haré ahora, decidme qué hora es y si aún hay tiempo,
es preciso que suba a cambiarme, que me arrepienta sin perder una lágrima,
una solo, una lágrima huérfana,
por favor, decidme qué hora es la de las lágrimas,
sobre todo la de las lágrimas sin más ni más que llanto
y llanto todavía y para siempre.
Nada es tan necesario al hombre como un par de lágrimas
a punto de caer en la desesperación.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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TIERRA
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TIERRA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxQuia non conclusit ostia ventris
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJob, III, 10.
Humanamente hablando, es un suplicio
ser hombre y soportarlo hasta las heces,
saber que somos luz, y sufrir frío,
humanamente esclavos de la muerte.
Detrás del hombre viene dando gritos
el abismo, delante abre sus hélices
el vértigo, y ahogándose en sí mismo,
en medio de los dos, el miedo crece.
Humanamente hablando, es lo que digo,
no hay forma de morir que no se hiele.
La sombra es brava y vivo es el cuchillo.
Qué hacer, hombre de Dios, sino caerte.
Humanamente en tierra, es lo que elijo.
Caerme horriblemente, para siempre.
Caerme o, de elegir, no haber nacido
humanamente nunca en ningún vientre
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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ENTONCES Y ADEMÁS
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ENTONCES Y ADEMÁS
Cuando el llanto, partido en dos mitades,
cuelga, sombríamente, de las manos,
y el viento, vengador, viene y va, estira
del corazón, ensancha el desamparo.
Cuando el llanto, tendido como un llanto
silencioso, se arrastra por las calles
solitarias, se enreda entre los pies,
y luego suavemente se deshace.
Cuando morir es ir donde no hay nadie,
nadie, nadie; caer, no llegar nunca,
nunca, nunca; morirse y no poder
hablar, gritar, hacer la gran pregunta.
Cuando besar a una mujer desnuda
sabe a ceniza, a bajamar, a broza,
y el abrazo final es esa franja
sucia que deja, en bajamar, la ola.
Entonces, y también cuando se toca
con las dos manos el vacío, el hueco,
y no hay donde apoyarse, no hay columnas
que no sean de sombra y de silencio.
Entonces, y además cuando da miedo
ser hombre, y estar solo es estar solo,
nada más que estar solo, sorprenderse
de ser hombre, ajenarse: ahogarse solo.
Cuando el llanto, parado ante nosotros…
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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EN UN CHARCO
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No vengas ahora. (No vengas ahora,
aunque es de noche.)
Vete, huye.
Hay días malos, días que crecen
en un charco de lágrimas.
Escóndete en tu cuarto y cierra la puerta y haz un nudo en la llave,
y mírate desnuda en el espejo, como
en un charco de lágrimas.
A la orilla del mar me persigue tu boca
y retumban tus pechos y tus muslos me mojan las manos,
en un charco de lágrimas.
Me acuerdo que una vez me mordiste los ojos.
Se te llenó la boca de pus y hiel; pisabas
en un charco de lágrimas.
Despréciame. Imagíname convertido en una rata gris,
sucia, babeante, con las tripas esparcidas
en un charco de lágrimas.
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de Otero, Blas. Obra completa (1935-1977). Barcelona; Ed. Galaxia Gutenberg, 2016.
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SE DESCORRE EL SUEÑO
SE DESCORRE EL SUEÑO
A LAS SIETE Y CINCO de la mañana comienza el balanceo de las estrellas invisibles, se agitan como tus senos cuando los acaricia mi mano, una niña tira del hilo de venus y la entrevemos un instante a través de nuestros dedos.
xxLos obreros de todo el mundo han comenzado su jornada de cinco horas (seis, ocho, doce y catorce en España). Es un escándalo tener que doblegarse tanto para comer o comprarse un frigorífico.
xxEn los cafés se desayuna café con leche o chocolate color de tus ojos, mientras los autobuses hacen funcionar sus frenos automáticos. La ciudad se despereza. Suenan pasos en las escaleras y comienzan a funcionar los teléfonos, las radios y el fueloil de las calefacciones.
xxDuermes aún. Tus senos se agitan imperceptiblemente como el ala amarilla de una mariposa. Ya las estrellas se han apagado, tenues, hasta las ocho y diez de la tarde.
de Otero, Blas. Nuevas historias fingidas y verdaderas.
TRABAJO DE DÍA
TRABAJO DE DÍA
AMANECE ENTRE SUEÑOS. La mancha del cristal me impide ver a dios, mas el reloj del cielo suaviza los accidentes de La Busca. Son los obreros de la construcción, una mujer con bufanda negra, un sacerdote con alzacuello blanco. Es la dèbâcle. Es una pompa de jabón irisada por el primer resplandor que llega del Guadarrama. No escribas más. Deja que pase el día de acera a acera y haz tú de guardia de la circulación. Pero no metas horas extraordinarias ni mucho menos se admite el pluriempleo. El sol no hace más que aparecer, girar, ocultarse. El resto de trabajo se lo dejo a la luna, cuando hay luna, y a los dementes del circo cuando todo es sombra.
de Otero, Blas. Nuevas historias fingidas y verdaderas.