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CANTAR QUÉ
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AUTOPSIA DEL POEMA
xxxxxI
Por qué extiendo esta luz
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxa lo largo del folio
si ya tuve una rosa
xxxxxxxxxy se marchitó entre mis manos.
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xxxxxII
Debajo de la hoguera del poema
alondras de locura
se lloran quietamente en el silencio
hasta romper de blanco
o convertirse en lágrima.
.
xxxxxIII
La nieve del poema sólo prende,
según dicen, si el verso
—hachazo de paciencia en el vacío—
araña el justo centro del delirio.
Igual que una navaja toca en hueso
después de abrirse paso entre la carne.
.
xxxxxIV
Tras la punción
un napalm seco y triste
asciende por las tripas
de esta salmodia tosca de la tierra.
Por eso aquí el poema
revienta en su belleza
como una rosa muerta de tan viva.
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CEGUEDAD
Como la cicatriz
que muy lentamente cubre una herida.
Como el relámpago
que tras el cataclismo
en la oscuridad habita un segundo.
Así te he venido queriendo yo
como ciego que viese
cada día la luz por vez primera.
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SAMPLEO DE TEMA PIZARNIKIANO
Cómo podré cuajar
un poema con algo de sentido
si todo frente a ti se interroga
cómo acertar a decir que te quiero
usando nada más que la luz de este mundo.
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QUE NO SE PUEDE FABLAR
Las viejas palpitaciones del sánscrito
todavía hoy se escuchan
dentro de algún manual perdido en
la India del tercer ojo.
Apenas un vagido,
cualquier cuerpo al caer
o una rama que cruje
conocen el latido del misterio.
El románico, el céltico,
el helénico, el báltico…
no nos sirvieron
para saber del limo
que ocultan las palabras.
Quizá sólo suceda que el amor
no habla nuestro idioma
y estamos intentando
amonedar la nada,
pronunciando te quiero
en una lengua rota
que apenas nos recuerda a una lluvia gastada.
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SAMPLEO DEL TEMA DE LA ROSA
No le toques ya más
que así es la rosa
escribe Juan Ramón en Piedra y cielo.
Mientras, Gertrude Stein
«rose is a rose is a rose is a rose»
la nombra varias veces,
xxxxxxxxxxxxbordea el límite,
como sólo se nombra cuanto excede:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxperseverando.
En William Blake la flor
estuvo enferma y Angelus Silesius
la acepta sin porqué.
Huidobro, por su parte,
pidió a los poetas
que hicieran florecer su rosa en el poema,
pues hace más de un siglo
las rosas ya no basta con cantarlas.
Por eso, cuando entraba febrero,
mi abuelo menos docto
xxxxxxxxxxxxxxxxxlas podaba.
Sin haber leído a Virgilio
qué sabio cultivaste
la siembra, el pastoreo,
tu fanega de sed y paraíso,
tus rosas que aún crecen
xxxxxxxxxxxxxtan dentro de mi carne.
Con ese gesto humilde
me decías —ahora la comprendo—
toda la belleza del mundo
xxxxxxxxxxxxxxes de quien la trabaja.
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BOLAÑO ME DA EL TONO Y CIERRO CANTAR QUÉ
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«La poesía entra en el sueño
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo un buzo muerto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxen el ojo de dios»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxRoberto Bolaño
Desanda los lenguajes hasta su origen
falsea esta sintaxis por su centro
detén su gestación.
Impide que sucedan las palabras.
Destroza la berrea
sagrada de los ciervos,
xxxxxxxquiebra el sentido.
Así muy suavemente
sabrás del arrebato que arde adentro
y oirás en la mudez
de la materia
el canto sumergido
que entona al penetrar tu pecho un buzo muerto.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx* * *
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Presta atención.
Todo a tu alrededor es
un espacio interminablemente abierto.
Aprecia el blanco páramo, su vasta
exterioridad donde
con la punzada estricta de los cardos
rebaños escribieron
espuelas del dolor en polvaredas.
Aquí debió ser la libertad
mas nadie lo recuerda.
Presta atención. Observa:
somos la suciedad,
el barro, el excremento, el llanto trágico,
el infinito error del paraíso.
Ceniza amontonada en la ceniza.
Esto también lo hemos olvidado.
Pero tal fue su orden:
partícula, criatura, anfibios, nadadores,
en este orden, del primitivo
líquido primero.
Ceniza dirigida a la ceniza.
Nacer fue no saber, no respirar,
comenzar a existir fue un ir cogiendo aliento,
un lento sumergirnos
en la vulva limpísima
de qué rebelde cristo o estrella descarriada.
Y si este fue el orden,
¿cómo tuvo comienzo
qué mínimo temblor entre las cosas
qué asombro de los límites o suerte
de milagro
desató la locura en la materia?
¿Dónde retumba aún
la negación antigua de los ángeles?
¿Del limo de qué río
procede la humedad,
este rastro de muerte que sembramos
a nuestro paso?
Demasiadas preguntas sin respuesta.
Estamos condenados
a no saber jamás nuestras entrañas.
Mira: es la nada
sangrando en tus costuras.
Y aunque nos fueron
concedidos el fuego y las preguntas
jamás resolveremos el enigma:
qué puntada de dios quedó sin hilo
por qué la oscuridad cose y descose
a nuestra piel
xxxxxxxxxla piel del infinito.
Atiende, ¿del orgasmo de qué dios
hemos venido?
Demasiadas preguntas sin respuesta,
sólo el vacío llamándote.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx* * *
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Yo sé de la erección del verbo
y del frío, de la humedad
y del frío y del gesto melancólico
con que nos interrogan y muy dentro
nos carcomen la mar
y sus atardeceres.
Sé la antigua razón de los glaciares:
extraña flor del ártico, que sí existe,
gimiendo entre las moles.
Así como también
supe del dedo
que unió cada sustancia a su secreto nombre,
las uñas que escarbaron en la grava
para extraer del canto
su mineral raíz de incertidumbre.
Y llegado el momento,
si de algo se me acusa,
xxxxxxxxxxxxxxxxdiré:
he visto.
Pues ciertamente vi
dudar la rectitud del universo
en el temblor más tímido de un charco,
verdades absolutas agrietarse
al paso silencioso de un vencejo.
He visto
la plomada, la perpendicular
terrestre que dibujan
los cuerpos cuando mueren
y el ácido caer sobre la herida,
para curarla,
igual que fría fiebre
nos defiende hirviendo nuestra carne
hasta su límite.
He visto las palabras sobre el folio
romper en balbuceos la callada
y desmedida miel que hizo al lenguaje.
Y en tanto ver sin ver, cerré mis ojos,
Así logré entonar
otras más altas cotas
xxxxxxxxxxxxxxxxxde un canto desbordado.
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de Beatriz, Juan. Cantar qué. Valencia; Ed. Pre-textos, 2021.
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CONVERSACIÓN CON EL INSPECTOR FISCAL SOBRE POESÍA
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CONVERSACIÓN CON EL INSPECTOR FISCAL SOBRE POESÍA
Ciudadano inspector:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxperdone la molestia.
Gracias…
xxxxxxxxno se preocupe…
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxestoy bien de pie…
Vengo a tratar
xxxxxxxxxxxxxde un asunto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdelicado:
el sitio
xxxxxxdel poeta
xxxxxxxxxxxxxxen las filas obreras.
Junto a
xxxxxxxlos que tienen
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtiendas y fincas
ha sido gravado
xxxxxxxxxxxxxxy debo pagar.
Usted
xxxxxxme exige
xxxxxxxxxxxxxxxquinientos por semestre
y veinticinco
xxxxxxxxxxxpor no declarar.
Mi trabajo
xxxxxxxxxes semejante
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxa cualquier otro.
Mire
xxxxmis pérdidas,
los gastos
xxxxxxxxxxde mi producción
y cuánto se invierte
xxxxxxxxxxxxxxxxxxen los materiales.
Usted,
xxxxxxpor supuesto,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxsabe qué es una «rima».
Si la primera línea,
xxxxxxxxxxxxxxxxxpongamos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxacaba en
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«atún»,
entonces
xxxxxxxxxen la tercera, repitiendo las sílabas,
ponemos
xxxxxxxxxalgo así como
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«tacatún».
Empleando su lenguaje,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla rima
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxes un cheque.
Cóbrese el verso alternado —
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdice la disposición.
Y buscas
xxxxxxxxxla calderilla de sufijos y flexiones
en la caja exigua
xxxxxxxxxxxxxxxxde las declinaciones
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy conjugaciones.
Intentas meter
xxxxxxxxxxxxxxuna palabra
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxen la estrofa
y como no entre
xxxxxxxxxxxxxxxla fuerzas y se rompe.
Ciudadano inspector:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxle doy mi palabra,
el poeta
xxxxxxxxpaga caras las palabras.
Empleando nuestro lenguaje,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla rima
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxes un barril.
Un barril de dinamita.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLa estrofa es la mecha.
Se consume la estrofa,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxestalla la rima
y la ciudad
xxxxxxxxxxvuela
xxxxxxxxxxxxxxxcomo un verso.
¿Dónde encontrar,
xxxxxxxxxxxxxxxxxa qué precio,
rimas
xxxxxque maten al primer estallido?
Quizá
xxxxxxsólo queden
unas cinco rimas
xxxxxxxxxxxxxxxsin estrenar
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxen Venezuela.
Y me lanzo a viajar
xxxxxxxxxxxxxxxxxxhaga frío o calor.
Me lanzo
xxxxxxxxxtrabado por anticipos y préstamos.
Ciudadano,
xxxxxxxxxxxtenga en cuenta que el billete es de transbordo.
— La poesía
xxxxxxxxxxxxtoda —
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxes un viaje a lo desconocido.
La poesía
xxxxxxxxxes como la extracción del radio.
Un gramo de producto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpor un año de trabajos.
Por una palabra
xxxxxxxxxxxxxxxtransformas
miles de toneladas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxde mineral verbal.
Pero, ¡qué abrasador
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxes el calor de esas palabras
comparadas
xxxxxxxxxxxxcon el chisporroteo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde la palabra cruda!
Esas palabras
xxxxxxxxxxxxxmueven
millones de corazones
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdurante milenios.
Claro,
xxxxxxhay poetas de calidad distinta.
Algún poeta
xxxxxxxxxxxxcon destreza de manos
saca
xxxxcomo el malabarista
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel verso de la boca,
de la propia
xxxxxxxxxxxxy de la ajena.
¿Y para qué hablar
xxxxxxxxxxxxxxxxxxde los castrados líricos?
Pone un verso
xxxxxxxxxxxxxajeno
xxxxxxxxxxxxxxxxxxy es feliz.
Es
xxxotro robo y despilfarro
entre los despilfarros que azotan el país.
Estos
xxxixxversos y odas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxde ahora
que son aplaudidos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxa rabiar
pasarán
xxxxxxxxa la historia
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo gastos accesorios
sobre lo hecho
xxxxxxxxxxxxxxpor nosotros
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpor dos o tres.
Consumes
xxxxxxxxxxuna arroba de sal
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy fumas un centenar de cigarrillos
hasta
xxxxxextraer
xxxxxxxxxxxla palabra preciosa
de las profundidades artesanas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde la humanidad.
Por eso baje
xxxxxxxxxxxxla suma del impuesto.
Quite
xxxxxxde la imposición
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla rueda de un cero.
Uno noventa
xxxxxxxxxxxxcien cigarrillos,
uno sesenta
xxxxxxxxxxxxla arroba de sal.
En su encuesta
xxxxxxxxxxxxxxhay un cúmulo de preguntas:
— ¿Ha viajado
xxxxxxxxxxxxxxo no ha viajado?
Y si
xxxxen los últimos 15 años
reventé
xxxxxxxuna decena de Pegasos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¿qué?
Usted
xxxxxx— póngase en mi caso —
pregunta por criados
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy bienes.
¿Y
xxsi soy
xxxxxxxcaudillo popular
y a la vez
xxxxxxxxxcriado del pueblo?
La clase
xxxxxxxxse expresa
xxxxxxxxxxxxxxxxxxcon nuestras palabras,
somos proletarios,
xxxxxxxxxxxxxxxxxpropulsores de la pluma.
La máquina
xxxxxxxxxxxdel alma
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxcon los años se desgasta.
Te dicen:
xxxxxxxx— estás pasado,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxfuera.
Cada vez amas menos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxte arriesgas menos
y el embate
xxxxxxxxxxxdel tiempo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxgolpea mi frente.
Llega
xxxxxel más terrible de los desgastes —
el desgaste
xxxxxxxxxxxdel corazón y del alma.
Y cuando
xxxxxxxxxeste sol,
xxxxxxxxxxxxxxxxcerdo cebado,
se levante
xxxxxxxxxsobre el futuro
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsin pobres ni tullidos —
yo
xxya
xxxxestaré podrido,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxmuerto en la cuneta,
junto
xxxxxa una decena
xxxxxxxxxxxxxxxxxxde mis colegas.
Haga
xxxxxmi balance mortuorio.
Afirmo,
xxxxxxxseguro que no miento:
en medio
xxxxxxxxxde los actuales
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxbribones y pelotilleros
seré
xxxxel único
xxxxxxxxxxxcon deudas impagables.
Nuestro deber
xxxxxxxxxxxxxes tronar
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo sirenas de bronce
entre la neblina de filisteos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxentre el bullir de tormentas.
El poeta
xxxxxxxxsiempre
xxxxxxxxxxxxxxxxes deudor del universo,
paga por el dolor
xxxxxxxxxxxxxxxxintereses
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy multas.
Soy
xxxdeudor
xxxxxxxxxxde los lampiones de Broadway,
de vosotros,
xxxxxxxxxxxxcielos de Bagdadi,
del ejército rojo,
xxxxxxxxxxxxxxxde los cerezos de Japón —
de todo
xxxxxxxxsobre lo que
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxno tuve tiempo de escribir.
Al cabo,
xxxxxxxx¿para qué
xxxxxxxxxxxxxxxxxnecesito este jaleo?
¿Para disparar rimas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxy enfurecer con el ritmo?
La palabra del poeta
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxes su resurrección,
su inmortalidad,
xxxxxxxxxxxxxxxciudadano burócrata.
Dentro de siglos,
xxxxxxxxxxxxxxxen el marco de la cuartilla
cogerán el verso
xxxxxxxxxxxxxxxy resucitarán el tiempo.
Y surgirá
xxxxxxxxxeste día
xxxxxxxxxxxxxxxxcon inspectores fiscales
con brillo de asombros
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy hedor a tinta.
Usted, habitante convencido
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdel presente,
saque en el Comisariado de Caminos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxun billete para la eternidad,
calcule
xxxxxxxel efecto de mis versos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy reparta
mis ganancias
xxxxxxxxxxxxxen trescientos años.
Pero la fuerza del poeta
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxno sólo está
en que le recuerden a usted
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy les dé un respingo.
No.
xxxHoy también
xxxxxxxxxxxxxxxla rima del poeta
es caricia
xxxxxxxxxy lema,
xxxxxxxxixxxxxxxbayoneta
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy látigo.
Ciudadano inspector,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpagaré cinco,
quitando los ceros
xxxxxxxxxxxxxxxxxxdetrás.
Yo,
xxxpor derecho,
xxxxxxxxxxxxxxxreclamo un hueco
en las filas
xxxxxxxxxxde los obreros y campesinos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmás pobres.
Y si
xxxxustedes se imaginan
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxque mi trabajo
consiste en utilizar
xxxxxxxxxxxxxxxxxpalabras ajenas,
aquí tienen,
xxxxxxxxxxxcamaradas,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmi estilográfica
y escriban
xxxxxxxxxxustedes,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxsi quieren.
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Mayakovski, Vladimir. Poemas 1.917-30 (Trad. José Fernández Sánchez). Madrid; Ed. Visor, 1973.
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COLISEO
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COLISEO
Coliseo,
xxxxxxxno vengo a ti como a un museo.
Yo no soy un ocioso papanatas cualquiera.
Nuestro encuentro
xxxxxxxxxxxxxxxxes el encuentro de dos viejos amigos,
de dos viejos enemigos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxColiseo.
Mi fin has esperado en vano.
He vuelto,
xxxxxxxxxolvidado por ti,
como a un lugar
xxxxxxxxxxxxxxxdonde hubiera matado mil veces
y donde mil veces hubiera muerto.
Me acariciaban tus leones con sus garras,
peligrosa caricia.
Dale al gladiador,
xxxxxxxxxxxxxxxxlo que es del gladiador,
Coliseo,
xxxxxxxen todos los tiempos.
Orgulloso y cansado,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxtú querías
que por nada
xxxxxxxxxxxxy para nada
yo muriera en la arena bellamente,
pero nadie muere bellamente.
Y cuando,
xxxxxxxxxsin sentir ya las lanzas,
yo caía,
xxxxxxxmuerto como una fiera,
señalando
xxxxxxxxxcon el dedo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxhacia arriba,
me parecía que estaba señalando
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxhacia abajo.
He vuelto como la venganza.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxY no hay venganza más temible.
No lo esperabas, Coliseo.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¡Tiembla, Coliseo!
Y he venido, no de día,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsino en la noche profunda,
cuando duermen todos tus guías,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlos granujas,
y en torno sólo se percibe la orina de los perros,
y sólo hay latas
xxxxxxxxxxxxxxy ladrillos rotos.
Pero tú puedes lanzar gritos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy rugidos,
en mi cuerpo
xxxxxxxxxxxxse mueven
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlas lanzas,
los restos de las garras,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlos restos de las pasiones…
De nuevo, entre el crujir de los huesos cristianos,
oigo crujir los dulces entre los dientes de los niños de las tribunas…
Coliseo…
xxxxxxxx¿no estás acostumbrado ya a tales diversiones?
¿Qué me vas a enseñar hoy,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxColiseo?
Buscan las ratas sin ser molestadas
en el reino de la noche y las ruinas.
Pederastas empolvados
se abrazan junto a la salida de los leones.
Y donde huele a asesinatos,
en la tierra donde están mis huesos blancos,
una ramera, diligentemente,
se agacha.
En el lugar donde nosotros, los gladiadores,
parecíamos míseros, desdichados,
un tipo mira a los rostros diciéndoles:
«Heroína… ¿Quién quiere heroína?»
Acepta,
xxxxxxxColiseo,
xxxxxxxxxxxxxxsin rechistar
esta venganza
xxxxxxxxxxxxxy no te quejes de la suerte.
A todo lo que está basado en la sangre
acaba por faltarle la sangre.
Pero te diré,
xxxxxxxxxxxColiseo,
xxxxxxxxxxxxxxxxxsin ironía,
que el miedo a veces me hiela.
Solo aparentemente no hay Nerones
en nuestro mundo,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxverdadero Coliseo también.
Con naturalidad, se desintegran los átomos,
la inmensidad de las estrellas ya se alcanza,
pero aún sigue el mundo dividido
en espectadores
xxxxxxxxxxxxxxxy gladiadores.
No ofenderé a los gladiadores:
toda mi piel y todas mis entrañas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsufren por ellos.
Pero a los espectadores, los odio.
En cada espectador
xxxxxxxxxxxxxxxxxxhay un Nerón.
Instigadores,
xxxxxxxxxxxvociferantes,
incitáis desvergonzadamente.
Sin duda os gustaría
xxxxxxxxxxxxxxxxxxque nosotros, los gladiadores,
nos matáramos siempre unos a otros.
Los que instigáis
xxxxxxxxxxxxxxxgritando
desde vuestros cómodos puestos,
nos animáis
xxxxxxxxxxxpara que no desmayemos,
para que nos lancemos bellamente contra las lanzas.
Yo maldigo los gestos de Nerón.
Pero oídme,
xxxxxxxxxxcanallas:
en el mundo hay verdugos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy víctimas,
pero también
xxxxxxxxxxxxhay luchadores.
Hambriento de fraternidad,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtropezando,
vago
xxxxpor los siglos,
y en mis sueños de gladiador
veo a un nuevo Espartaco.
Estoy en la arena del escenario,
ante la sala
xxxxxxxxxxque hierve como el infierno.
Estoy extenuado,
xxxxxxxxxxxxxxxdeshecho,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxherido,
pero no caigo.
xxxxxxxxxxxxxxNo me perdonarán.
Las fauces de un león me esperan
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxatronando.
Todo el teatro ruge entre sus garras.
Me lanzan preguntas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo venablos.
Y mi único escudo
xxxxxxxxxxxxxxxxes la piel.
¡Coliseo,
xxxxxxxaplaude,
xxxxxxxxxxxxxxmira!
¡Maldito seas,
xxxxxxxxxxxxverdugo Coliseo!
¡Y
xxgracias por tu lección!
Entre los gritos y chillidos
alzo sobre ti
xxxxxxxxxxxmi mano vengadora
y, sin piedad,
xxxxxxxxxxxxhacia abajo señalo con un dedo…
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Evtuchenko, Evgueni. Entre la ciudad sí y la ciudad no (Trad. Jesús López Pacheco). Madrid; Alianza editorial, 1968.
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LIBERTAD
Joyas que caen en las manos de quien escribe y que no puede dejar de compartir.
Aquí dejo dos versiones de ‘Libertad’ de Paul Eluard: una en castellano hecha por Isabel Castet y otra en aragonés llevada a cabo por Francho Nagore.
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LIBERTAD
Sobre mis cuadernos de escolar
Sobre mi pupitre y los árboles
Sobre la arena y sobre la nieve
Escribo tu nombre
Sobre todas las páginas leídas
Sobre todas las páginas en blanco
Piedra sangre papel o ceniza
Escribo tu nombre
Sobre las imágenes doradas
Sobre las armas de los guerreros
Sobre la corona de los reyes
Escribo tu nombre
Sobre la jungla y el desierto
Sobre los nidos sobre las retamas
Sobre el recuerdo de mi infancia
Escribo tu nombre
Sobre las maravillas nocturnas
Sobre el pan blanco de cada día
Sobre las épocas de noviazgo
Escribo tu nombre
Sobre todos mis disfraces celestes
Sobre el estancado sol enmohecido
Sobre el lago luna viviente
Escribo tu nombre
Sobre los campos sobre el horizonte
Sobre las alas de los pájaros
Y sobre el molino de las sombras
Escribo tu nombre
Sobre cada amanecer
Sobre el mar sobre los barcos
Sobre la montaña demente
Escribo tu nombre
Sobre la espuma de las nubes
Sobre el sudor de la tormenta
Sobre la lluvia espesa e insípida
Escribo tu nombre
Sobre las formas centelleantes
Sobre las campanas de colores
Sobre la realidad física
Escribo tu nombre
Sobre los senderos despiertos
Sobre las carreteras desplegadas
Sobre las plazas que se desbordan
Escribo tu nombre
Sobre la lámpara que se enciende
Sobre la lámpara que se apaga
Sobre todas mis casas reunidas
Escribo tu nombre
Sobre el fruto partido por la mitad
Y sobre el espejo del dormitorio
Sobre mi cama vacía
Escribo tu nombre
Sobre mi perro goloso y delicado
Sobre sus orejas levantadas
Sobre su pata torpe
Escribo tu nombre
Sobre el rellano de mi puerta
Sobre los objetos familiares
Sobre la oleada del fuego bendecido
Escribo tu nombre
Sobre toda piel entregada
Sobre la frente de mis amigos
Sobre cada mano que se tiende
Escribo tu nombre
Sobre la caja de sorpresas
Sobre los labios atentos
Muy por encima del silencio
Escribo tu nombre
Sobre mis refugios destruidos
Sobre mis ojos profundos
Sobre las murallas de mi aburrimiento
Escribo tu nombre
Sobre la ausencia sin deseos
Sobre la soledad desnuda
En los peldaños de la muerte
Escribo tu nombre
Sobre la salud recuperada
Sobre el riesgo desaparecido
Sobre la esperanza sin recuerdos
Escribo tu nombre
Y por la fuerza de una palabra
Vuelvo a comenzar mi vida
He nacido para conocerte
Para nombrarte
Libertad.
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LIBERTÁ
Sobre os míos cuadernos d’escolar
Sobre o mío pupitre y os árbols
Sobre a espuña y a niéu
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre todas as paxínas leyidas
Sobre todas as paxínas bueitas
Piedra sangre papel u zenisa
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre os prexinallos doráus
Sobre as armas d’os guerrérs
Sobre a corona d’os rais
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre as selbas y os desiertos
Sobre os niedos sobre as chinestras
Sobre l’eco d’a mía infanzia
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre as marabillas d’as nueys
Sobre o pan blanco d’os chornalérs
Sobre as puendas embrecadas
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre tóz os perrecallos d’azul
Sobre a badina sol robináu
Sobre l’ibón luna bibién
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre os cambos sobre l’orizón
Sobre as alas d’os paxáros
Y sobre o molín d’as brempas
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre cada bafada de l’alba
Sobre a mar sobre os barcos
Sobre a montaña demén
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre a molsa d’as boiras
Sobre as sudórs d’a tronada
Sobre a plebida espesa y jauta
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre as formas espurnalladoras
Sobre os zimbáls d’as colórs
Sobre a berdá fisíca
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre as pistas rebelladas
Sobre os camíns desembolicáus
Sobre as plazas con caramuello
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre o candil que s’enziende
Sobre o candil que s’amorta
Sobre as mías casas replegadas
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre o fruito talláu en dos
D’o mirallo y d’a mía cambra
Sobre o mío leito casca simia
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre o mío cam lambroto y tierno
Sobre as suyas orellas dreitas
Sobre a suya garra apatusca
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre o trampolín d’a mía puerta
Sobre os oxetos familiárs
Sobre a ola d’o fuego bendito
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre toda carne chuñida
Sobre a fren d’os míos amigos
Sobre cada man que se tiende
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre o beire d’as estretas
Sobre os labios aguaitadérs
Bien entalto d’o silenzio
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre os míos cados esfeitos
Sobre os míos faros espaldáus
Sobre os muros d’o mío fástio
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre l’ausenzia sin deseyos
Sobre a soledá espullada
Sobre as gambadas d’a muerte
Yo escribo lo tuyo nombre
Sobre a salú retrobada
Sobre o riesgo disparexíu
Sobre l’asperanza sin ricuerdos
Yo escribo lo tuyo nombre
Y por o poder d’una parola
Recomenzipio a mía bida
Só naxíu ta conoxé-te
Ta nombrá-te
Libertá.
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ASÍ SE FUE EDITH PIAF
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ASÍ SE FUE EDITH PIAF
París ante nosotros, una sala y, en ella,
un ser haciendo gracias y moviendo el trasero
que el arte desterró una hora con sus saltos.
Todo esto era el complemento de Edith Piaf.
De repente entró ella, semejante
de una forma increíble a un tosco ídolo,
lo mismo que si entrara la tragedia cansada,
confundiendo las puertas, en un alegre sketch.
Y sobre aquella algarabía de feria
se elevó pálida, sin fuerzas, como
un mochuelo con los ojos enfermos
y torpe por sus alas destrozadas.
Raquítica y pequeña, mal pintada,
su tos disimulando, más muerta que viva,
se mantenía en medio de la época
sosteniéndose apenas sobre sus pobres piernas.
Nos miraba lo mismo que si mirara al Sena
y parecía a punto de arrojarse.
Sentí deseos de subir al escenario
para evitar que se tirara al agua.
Pero, a un gesto preciso de su mano arrugada,
la orquesta comenzó… Ella avanzó
hasta el borde… Irguiéndose increíblemente,
temblando, recogió su espalda, recogió la música.
Y comenzó a cantar, igual que si volara,
cayendo, separándose de sus ojos, que pesaban más
que el cuerpo destrozado por los cirujanos,
emitiendo ronquidos, revolviéndose ante nosotros.
Su cuerpo volaba, sollozaba, se carcajeaba,
susurraba como el delirio de la hierba en el bosque de Bolonia,
resonaba como un carro en Sint-Germain,
aullaba como una sirena. Esta era Edith Piaf.
En ella se mezclaban toques de rebato, chaparrones, cañonazos,
juramentos, gemidos, voces de sombras…
Como gigantes con una liliputiense, antes
habíamos sido, sin querer, bondadosos con ella.
Pero de su garganta manaba dolor, fe,
salían de su garganta estrellas y campanas.
Y ella en sus manos nos cogía jugando
igual que un gigante a pobres Gulliver.
Pero en ella, auténtica actriz, lo más importante
era que, a pesar de la muerte cercana,
salían de su garganta nuevos artistas
dejando en la garganta nudos de lágrimas.
Retumbaba Edith Piaf, al salir de la escena,
profetizándonos con frenesí.
El mochuelo cantaba igual que cantaría una quimera
caída al escenario desde Notre-Dame.
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Evtuchenko, Evgueni. Entre la ciudad sí y la ciudad no (Trad. Jesús López Pacheco). Madrid; Alianza editorial, 1968.
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EN QUE SATISFACE UN RECELO CON LA RETÓRICA DEL LLANTO
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xxxEsta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.
xxxY amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía;
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
xxxBaste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
xxxcon sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
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BALADA DE LAS FOCAS
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Duerme papá foca como un lumpen
y mamá foca adora a su hijito:
como si fuera un caramelo,
lleva en sus dientes un pececito
a su foquita de ojos castaños
a la que llama «Mocosita».
¡Ah, focas semejantes a niños!
Podríais vivir en este mundo tranquilas,
pero en el programa comercial
ya hace mucho que fuisteis incluidas.
Y no saben las mamás focas
que hay cables telegráficos
volando de Moscú a nuestro barco.
Y que, ahora, en un lugar de Boston,
en una gran subasta de pieles,
hay un comerciante radiante
extendiendo cheques cordialmente
y exclamando: «¡Paz y amistad!
¡Paz y russian foca!»
Para que una dama
delgada como un palo
pueda envolver con pieles sus huesos,
alguien de rostro importante
por el morse nos envía
órdenes que se clavan en los sesos.
¡Ah, focas! Os amamos,
pero os golpeamos con porras
porque el país lo exige.
Os pegamos en los ojos con saña
porque sois divisas, oh focas,
y las divisas nos hacen falta.
Lloran y lloran las focas,
a sus hijos protegen bajo la panza,
pero no les podemos tener lástima.
Y otra vez les pegamos con las porras.
Lamiendo nuestras botas,
nos miran suplicantes los ojos de las focas.
Lloran y lloran las focas…
Si hiciéramos el mundo otra vez
(pero es, al parecer, algo imposible),
¡ah, cómo os amaríamos, focas!
No os pegaríamos nunca, focas.
Os invitaríamos a vodka
y jugaríamos al dominó con vosotras.
¡Todo ha ido bien! ¡Doblamos el plan!
Nos felicitarán en nuestro gremio.
¿Por qué estás tan triste como un arenque?
¡Con dinero no hay nunca tristeza!
Con tu sueldo te podrás comprar
el mejor de los televisores.
¡Que te levante el ánimo el partido
de fútbol que se juega hoy en Madrid!
Pero con pena amarga,
borracho, a tu mujer,
le alzas la mano, amenazándola,
y tus nervios no pueden ya aguantar…
Y tiemblas, porque sus ojos suplicantes
te miran como los ojos de una foca.
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Evtuchenko, Evgueni. Entre la ciudad sí y la ciudad no (Trad. Jesús López Pacheco). Madrid; Alianza editorial, 1968.
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UN POEMA DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
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xxxHombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois ocasión
de lo mismo que culpáis;
xxxsi con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
xxxCombatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
xxxParecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
xxxQueréis con presunción necia
hallar a la que buscáis
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.
xxx¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
xxxCon el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos si os tratan mal,
burlándoos si os quieren bien.
xxxOpinión ninguna gana,
pues la que más se recata
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, liviana.
xxxSiempre tan necios andáis,
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
xxxPues ¿cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
xxxMas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere,
y quejaos enhorabuena.
xxxDan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
xxx¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
xxx¿O cuál es más de culpar
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
xxxPues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
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SIETE POEMAS DE EVGUENI EVTUCHENKO
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EN EL PUENTE
Una mujer y un hombre solos, en un puente,
sobre el dormido Sena azul.
Debajo está el tumulto sin sentido,
las luces irreales.
Cambia el gobierno en algún sitio,
se pronuncian sabios discursos.
Pero ellos, desde el puente, apenas si lo ven:
tan sólo ven el Sena
xxxxxxxxxxxxxxxxxxturbio y lento.
Así están, sin palabras
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy sin besos,
hasta la madrugada, bajo un impermeable,
como un paquete envuelto en celofán,
¡un regalo del mundo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxpara el mundo entero!
¡Quiera Dios que no tengamos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxni casa
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxni hacienda,
ni aturdidora comodidad en nuestra vida!
¡Quiera Dios
xxxxxxxxxxxque, estemos donde estemos,
siempre nos encontremos en el puente!
En el puente
xxxxxxxxxxxpara siempre inscrito en el cielo.
En el puente que hace sagrado a quien le habita.
En el puente
xxxxxxxxxxxsobre el tiempo,
sobre toda
xxxxxxxxxxla vanidad y la mentira…
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LA MIEL
Voy a contarles algo de la miel.
Alguno se dará por aludido.
Mas no importa que alguien no comprenda
que se refiere a él.
Escuchad
xxxxxxxxxesta historia de la miel.
En el cuarenta y uno,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxen Tchistopol,
año sin pan ni sol,
en el mercado
xxxxxxxixxxxxnevado
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxsacaron un tonel,
un enorme tonel
xxxxxxxxxxxxxxxde miel.
Era un canalla el vendedor,
un negociante del dolor.
Y el dolor formó cola,
sencillo,
xxxxixxxamargo,
xxxxxxxxxxxxxxxdesvalido.
No cobraba en dinero,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsino en jerseys,
en relojes
xxxxxxxxxo en cortes de traje.
Su mano ensortijada de entendido
despreciaba con gestos harapos evidentes.
Todo lo examinaba a la luz, atentamente.
Mientras con una mano un pintor viejo
desataba el cordón de sus zapatos,
con la otra
xxxxxxxxxxtendía una botella.
Miró caer la espesa miel en ella,
sin protestar, curvado,
y luego, con su miel,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxpreciada mercancía,
se alejó por la nieve en calcetines remendados.
Formando un cerco de miradas frías,
mujeres de oficiales y soldados
esperaban de pie con tarros y con vasos,
silenciosas y tensas.
Y una niña,
xxxxxxxxxxcon mano transparente,
como en un sueño extraño,
tendía una copa diminuta
con un anillo de mamá al fondo.
De pronto se acercó
xxxxxxxxxxxxxxxxxxel ruido de un trineo
de costados ornados con rosas.
Poniendo un ceño en su importante frente,
se bajó del trineo un hombre
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxalto,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxximponente.
Tan solemne
xxxxxxxxxxxcomo un retrato
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdesde el marco,
sin una sombra de pesar, habló:
«Dame todo el tonel.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTe pagaré en alfombras.
Date prisa, buen hombre.
Ya nos pondremos de acuerdo después.
Ayudad a subirlo, hermanos. Venga».
Y se marcharon juntos.
Ellos siempre se pondrán de acuerdo.
Quedó la cola inmóvil y sombría
como si aquello nada le importase.
Y el anillo cayó de la copita
al surco que el trineo había dejado…
¡Qué muerto está ya aquel cuarenta y uno,
año de penas y retiradas!
Aún vive, sin embargo,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxaquel goloso de miel,
ha vivido hasta hoy, y dulcemente.
Cuando muestra con aire sosegado
su tripa bien henchida,
cuando mira el reloj,
cuando el bigote satisfecho se acaricia,
yo recuerdo aquel año,
recuerdo aquella miel.
Aquella miel que, entonces,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde ese mismo bigote,
abundante escurría.
Jamás podrá limpiárselos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde miel,
siempre
xxxxxxxle escurrirá
xxxxxxxxxxxxxxxxde los bigotes.
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CONVERSACIÓN CON UN ESCRITOR AMERICANO
«Me dicen:
xxxxxxxxxxx—Eres valiente—.
No.
xxxYo nunca fui valiente.
Juzgaba indigno, simplemente,
rebajarme con mis compañeros cobardes.
No demolía instituciones.
Tan sólo me reía de lo falso,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlo engolado.
Escribía artículos.
xxxxxxxxxxxxxxxNo denuncias.
E intentaba decir todo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlo que pensaba.
Sí,
xxdefendía a la gente de talento,
señalaba a los que, sin tenerlo,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxquerían meterse a escritores.
Pero eso es un deber,
aunque hablen siempre de mi valentía.
Con amarga vergüenza recordarán
nuestros descendientes
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx—cuando hayan vencido la infamia—
aquellos tiempos
xxxxxxxxxxxxxxxextraños
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxen los que
a la simple honradez
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxllamaban valentía…»
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LA TERCERA MEMORIA
Todos tenemos un instante en que
nos entra una tristeza pegajosa,
y la vida, quedándose al desnudo,
se nos muestra como algo sin sentido.
Frío de muerte llena las entrañas.
Pero, para vencerlo, golpeamos
sin fuerza apenas a las puertas de la memoria,
como quien va a una hermana de la caridad.
A veces, sin embargo, hay dentro de nosotros
tanta noche y es tanta la ruina,
que ayudarnos no puede la memoria,
ni la del corazón, ni la de la razón.
Se nos apaga el brillo de los ojos.
Y la conversación, los movimientos…
todo se apaga. Pero existe aún
la tercera memoria: la del cuerpo.
Que recuerden los pies
el polvo y el calor de la carretera,
la hierba fresca
cuando descalzos caminaban.
Que recuerde la mejilla con ternura
cómo, tras una riña, la consolaba
la agradable aspereza de la lengua
del perro, que todo lo comprende.
Que recuerde la frente, avergonzada,
cómo, bendiciéndola,
un beso la rozaba, apenas la rozaba,
descubriéndole toda la ternura de madre.
Que los dedos recuerden los pinos, el trigo,
y la lluvia casi imperceptible,
y el temblor del gorrión,
y las crines nerviosas del caballo.
Que los labios recuerden otros labios.
Hay hielo y fuego en ellos. Hay tinieblas y hay luz.
Todo el mundo contienen, impregnado
de aroma de naranjas y de nieve.
Y entonces pedirás a la vida perdón,
y le dirás: «A ciegas te acusaba.
Absuélveme del grave
pecado de mi absurda irritación».
Y si la maravilla de este mundo
es preciso pagarla
con un precio cruel,
no importa, yo lo acepto.
Pero ¿acaso el capricho del destino,
los golpes y las pérdidas,
son un precio tan alto por gozar
las maravillas que la vida ofrece?
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LA CÓLERA
Me dicen,
xxxxxxxxxxmoviendo la cabeza:
«Tienes que cambiar…
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEres muy colérico…»
Yo he sido bondadoso.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPero no mucho tiempo.
La vida me hizo añicos.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxMe golpeó en la boca.
Viví
xxxxcomo un estúpido cachorro.
Me pegaban
xxxxxxxxxxxy yo ponía la otra mejilla.
La cola de la bondad,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxpara hacerme más colérico,
de un solo golpe
xxxxxxxxxxxxxxalguien me la cortó.
Les voy a hablar ahora de la cólera,
de esa cólera con la que se va de visita
y se sostienen conversaciones ceremoniosas,
mientras, con unas pinzas, al té se le echa azúcar.
Cuando me invita usted a tomar té
yo no me aburro:
xxxxxxxxxxxxxxxxle estudio.
Me bebo humildemente hasta el té del platillo,
y, ocultando las garras,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxle estrecho la mano…
Les hablaré también de otra cólera…
Cuando, al comienzo de una reunión, me susurran:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Déjelo…
Es usted muy joven,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxlo mejor es que escriba.
No tenga prisa por buscar pelea».
¡yo no cedo en absoluto!
Sentir cólera ante la mentira es ser bueno.
Les prevengo
xxxxxxxxxxxxque mi cólera no cederá.
Sepan
xxxxxxque hay en mí cólera para mucho tiempo.
Ya no tengo la timidez de antes.
Y, además,
xxxxxxxxxx¡es tan interesante vivir
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcuando se es colérico!
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EL MUSEO DE CERA DE HAMBURGO
Macizos de grandeza,
altivos y ramplones,
ceñudos ante el comunista ruso,
los Kürfürst alemanes.
Todos los presidentes
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy cancilleres,
con multiforme vulgaridad,
miran sombríos
xxxxxxxxxxxxxxdesde su estirpe,
y su estirpe
xxxxxxxxxxes la ruindad.
Por haber mutilado a la vida,
por haberla retorcido
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy aplastado,
los inmortalizaron aquí
o, mejor dicho,
xxxxxxxxxxxxxxlos cerificaron.
Entre engolados,
xxxxxxxxxxxxxxxgordos
y flacos monstruos malvados,
¿cómo estás aquí tú,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxSchiller?
¿Cómo estás aquí tú,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxMozart?
Deberíais estar
xxxxxxxxxxxxxxen prados luminosos.
Deberíais estar
xxxxxxxxxxxxxxentre flores del bosque.
A vosotros os siento
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo a mis compañeros.
Y a todos los demás
xxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo a enemigos.
Los enemigos me lanzan miradas asesinas,
pero no me molesta
disgustar a Bismarck
ni a Hitler, desde luego.
Veo entre ellos, sin embargo,
como a sombras fatídicas,
enemigos
xxxxxxxxxaún vivos
en figuras de cera.
Miren allí
xxxxxxxxcierto premier,
y un poco más allá
xxxxxxxxxxxxxxxxxaquel otro,
y este de aquí,
xxxxxxxxxxxxxtan poco ejemplar,
y este otro,
xxxxxxxxxxque tampoco es un ejemplo.
Pero sí, son ejemplos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsí,
pero ejemplos de lo vil,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde lo falso.
Habría que traerlos hasta aquí,
a este museo de cera,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxarrastrándolos de las solapas,
ponerlos en su sitio a cada uno
y cubrirlos de cera.
¡Faltan en este museo
tantos sinvergüenzas!
Estamos hartos de su juego.
¡Basta ya de mentiras, canallas!
Ya hace mucho que ha llegado la hora
de cubrirlos vivos
xxxxxxxxxxxxxxxxcon cera.
Que les tape la boca.
Que les ate las manos.
Que se queden sin respiración,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmuertos
como niños formalitos.
Yo me rebelo.
Llamo a todos
para arrancarlos de las tribunas
entre risas y silbidos del público.
¡Seamos
xxxxxxxxtodos
xxxxxxxxxxxxxmás coléricos!
A todos esos canallas ya es hora de arrancarlos
de una vez
xxxxxxxxxxcomo a clavos
de los sillones entre el regocijo de todos.
Ya es hora de colocar la colección
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde sus jetas
en palcos iluminados
con focos potentes
como peces de colores en
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxestanques.
Ya es hora, en fin,
de librarnos de tanto cachivache.
¡Al museo de cera
xxxxxxxxxxxxxxxxcon los mentirosos,
con los sacerdotes del templo de la vergüenza!
¡Que la gente
xxxxxxxxxxxxalce
xxxxxxxxxxxxxxxxla voz!
¡Que nadie quede mudo!
¡Al museo de cera
xxxxxxxxxxxxxxxxcon todos los cabecillas
sin cabeza!
Y si alguien miente,
aunque mienta con mentiras nuevas,
vosotros
xxxxxxxxtapadle la boca con cera:
¡al panóptico,
xxxxxxxxxxxxal panóptico con él!
¡A trabajar,
xxxxxxxxxxabejas!
¡Nos hace falta mucha cera!
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TRES MINUTOS DE VERDAD
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA la memoria del héroe nacional cubano
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJosé .Antonio .Echevarría, cuyo .nombre
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxclandestino era «Manzana».
Vivía un muchacho llamado «Manzana»
con los ojos tan puros como un manantial
y el alma tan ruidosa
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxcomo una buhardilla
atestada de lienzos, guitarras y palomas.
Le gustaban las mazorcas de maíz,
el béisbol,
xxxxxxxxxlos niños,
xxxxxxxxxxxxxxxxxlos árboles,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlos pájaros,
y, entre el enloquecido vaivén de la pachanga,
el azar de encontrar dos milagros con pestañas.
Pero en el muchacho llamado «Manzana»,
tan parecido a un niño, comenzaba a sonar
la campanilla de la severidad
ante la falsedad y la mentira.
Y la mentira en Cuba tenía muchas máscaras.
Bailaba en todos los salones,
y en el coche del presidente iba
sentada
xxxxxxxcomo ama y señora.
Hablaba la mentira por todos los periódicos.
Y desde la mañana, enfurecida,
mezclándose
xxxxxxxxxxxxa veces
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxcon el rock and roll,
la mentira gritaba
xxxxxxxxxxxxxxxxpor los altavoces
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde las radios.
Y el muchacho llamado «Manzana»,
no por la gloria,
xxxxxxxxxxxxxxsino por bien de todos, simplemente,
para que toda Cuba supiera la verdad,
con sus amigos decidió ocupar la emisora.
Pistola en mano,
xxxxxxxxxxxxxxxapareció de pronto,
le arrancó a los cantantes el micrófono,
y fue su voz la voz de Cuba, del valor y la fe
diciendo a todo el pueblo la verdad.
¡Tres minutos tan sólo!
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¡Nada más tres minutos!
Y se escuchó un disparo…
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDespués, sólo silencio.
La bala batistiana puso punto
a aquel discurso que no pudo terminar.
Y de nuevo, puntual, sonó el rock and roll,
y él,
xxxxya invencible,
él, que había dado su vida por tres minutos de verdad,
yacía con un rostro joven y feliz…
Me dirijo a los jóvenes del mundo:
cuando en algún país gobierna la mentira,
cuando la prensa miente sin descanso,
recuerda tú a «Manzana»,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxjuventud.
Así hay que vivir,
xxxxxxxxxxxxxxxsin divertirse inútilmente.
Ir a la muerte,
xxxxxxxxxxxxxdejando la vida cómoda,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtranquila,
para decir,
xxxxxxxxxxaunque sólo sea tres minutos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla verdad.
¡Aunque sólo sea tres minutos!
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx¡Después, que venga la muerte!
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Evtuchenko, Evgueni. Entre la ciudad sí y la ciudad no (Trad. Jesús López Pacheco). Madrid; Alianza editorial, 1968.
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GRANADA BLUES
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GRANADA BLUES
xxxA todo el mundo le gusta que escuchen su historia. A Izan le hubiera gustado que hicieran una canción con la suya. Un blues. Y que lo tocara Ben Harper. Y que lo cantara, ¿por qué no?, Evaristo Páramos. Granada blues le parecía un buen título.
xxxPorque había decidido volver a aquella ciudad un día que la saliva le supo demasiado a ceniza. Porque todo el mundo tiene un sitio al que volver, pero pocos se atreven, por miedo a que las cosas hayan cambiado. O a que no cambien nunca.
xxxA los treinta y seis, nadie es bienvenido en este lugar. A los treinta y seis ya no están los amigos. Y si tienes la mala suerte de encontrarte a algún conocido, será a los aborrecidos de antaño. A la mala hierba. La que nunca se extirpa del todo y forma parte del lugar de una manera tan arraigada que, al final, se acaba deduciendo que son un apéndice más, parte del mobiliario urbano.
xxxA todo el mundo le gusta que escuchen su historia. Pero a Izan no le apetece escuchar la supuesta historia de éxito de aquel viejo desconocido que se encuentra en calle Elvira. ¿Todo bien? Sí, sí, por supuesto. Sin más que añadir. Porque no hay más que añadir. Nuestro antihéroe lleva unos meses sin trabajo y ha vuelto a la ciudad en octubre, a arañar la pared de los recuerdos con las uñas mal cortadas, a base de mordiscos.
xxxPero resulta que sí, que es octubre y está viendo caer el sol desde la Plaza del Aljibe y las calles aún calientan, o mejor dicho, mantienen el calor como si fueran una especie de termo.
xxxLa ciudad es una antigua conocida con la que mantuvo una relación intensa. Aún conserva su olor en la ropa. Y Granada huele a cuero, a piedra mojada, a incienso, a quejío jondo, a ilusiones diluidas en té, a contaminación atmosférica y a marihuana por oleadas.
xxxIzan, tumbado en la cama, se recrea en recuerdos que tienen nombre de ciudad: Praga, Madrid, Belfast, Amsterdam, Bilbao, Nantes, Rosario… En todas y cada una se dejó centímetros de suela, algunas escamas de piel en las sábanas de sus albergues, y una porción considerable de hígado en sus bares. De todas guarda un aroma en algún pliegue de su cerebro y algún tipo de regusto a chocolate y cerveza, o a cualquier otro mix de dulce y licor que quizá sirvió de aperitivo, o de preámbulo, a torpes bailes de cortejo con mujeres que andaban tan perdidas como él.
xxxRápido, más rápido.
xxxA Izan le hubiera gustado vivir toda su vida alternando ciudades a un ritmo de una por año. Pertenecer a ninguna parte y tener un bar de costumbre en cada rincón del mundo. Regresar y que te inviten a la primera ronda. Qué bueno que aún sigues vivo y dando vueltas. ¿Tú me has visto? Pues dame un abrazo de bienvenida y dame otro, que me despido ya.
xxxRápido, más rápido. El mundo gira a una velocidad demasiado alta y, como no mantengamos el ritmo, nos podemos caer.
xxxPero por esta ciudad, como por las viejas glorias del cine, no pasa el tiempo. Mientras, tú envejeces sin remedio. Ése era su mayor temor, antes de su vuelta. La distancia que ella pone entre vosotros.
xxxGra-na-da. Paladea su nombre como Humbert Humbert hacía con el de Lolita. Pero la ciudad no es ninguna nínfula, ni una pixie girl. Ni es la luz de su vida, ni su pecado. Esta ciudad no te necesita. No está pensando en casarse. Todos están de paso en ella. Juntos, podéis cometer algunos excesos. Pero ya está. A ella eso le va. A Granada la conocen todos los camareros y todos los agentes de la ley. No puede esconderse. No tiene dónde.
xxxPasa algo de tiempo y a Granada ya se le han cicatrizado todos tus rasguños, tus arañazos, tus juramentos y el descosido emocional que le hiciste.
xxxDe hecho, ella sigue con las pupilas dilatadas y ya no se acuerda ni de tu nombre. Ella sólo sabe que esta noche hay una rave en alguna parte, y que le apetece enamorarse químicamente, y que puede que se ponga mallas, o puede que se quede en casa fumando hidropónica en pijama con las compañeras de piso, y acabe masturbándose en la cama porque no puede conciliar el sueño.
xxxLento, más lento.
xxxO sea, que ha sido llegar a Granada y tener que hacer descender las revoluciones. Frente a un escaparate, Izan advierte que su piel ha perdido brillo, es más mate. Le ha crecido la barriga. le han salido canas. Ha perdido el norte en algún cruce de caminos, y no hay ningún demonio suelto por allí para orientarle.
xxxEn ningún lugar te cala mejor la lluvia que en ese maldito Paseo de los Tristes.
xxxY, para triste, él. Aunque ahora esté facturando volutas de humo sentado a solas en un banco y se sienta estúpidamente feliz.
xxxMás feliz que otra cosa.
xxxPasa su primera tarde recorriendo aquellas calles como a la búsqueda de los mendrugos de pan emocionales que fue arrojando años atrás, convencido de que nuestros actos se quedan impresos en estos suelos, en esas paredes, en aquellos callejones.
xxxRecorre de Puerta Elvira a Plaza Nueva dejándose seducir por los relaciones públicas de los bares y las teterías, para luego negarse con una sonrisa amable. La luz dorada del ocaso le da una pátina de decadencia a todo lo que está a la vista.
xxxConoce de sobra a esta vieja sirena. A la ciudad. Sabe que puede encandilarlo y machacarlo antes de que él pueda mover un maldito dedo en la dirección adecuada.
xxxEntra en una pequeña tasca y saca un folio doblado del archivador de plástico que no ha soltado en todo el día. Extiende el currículum al brazo que asoma al otro lado de la barra.
xxx«¿Qué experiencia tienes, compadre?»
xxx«La suficiente para echar a correr y no volver a pisar este sitio», no dice.
xxx«La suficiente», dice, y nombra tres empleos que podrían ser el mismo y varias habilidades más propias de un aprendiz que de un maestro.
xxx«Ahora mismo no necesito a nadie. Pero, ¿quién no necesita a alguien alguna vez?».
xxx«¿Significa eso que empiezo mañana?».
xxx«A las ocho en punto».
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Luna, Eric. El arte de mantenerse a flote. Murcia; Boria ediciones, 2021.
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UN POEMA DE ESTEBAN MANUEL DE VILLEGAS
.
xxxEa, mi dulce Lesbia,
vivamos, pues, y amemos,
y no se nos dé un cuarto
de los padres severos;
que los soles, si mueren,
vuelven como antes bellos,
pero nosotros todos
cesamos en muriendo.
Por eso, dulce amiga,
dame, dame mil besos,
y luego ciento y mil,
y luego mil y ciento;
otros ciento, otros mil
me das luego tras éstos,
y así los revolvamos
y el número turbemos
aún, porque ni tú ni yo
sepamos cuántos fueron,
ni el malo nos envidie
contando tantos besos.
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EL MUDO DE FISHER TOWN -extracto-
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Oh, la soledad tampoco tiene horarios.
Se ríe de mí.
Soy una butaca vacía
delante de una pantalla de cine
que nadie ve.
A ti también te pasa ¿verdad?
Que no te lee ni tu madre.
Ni tu padre.
Ni tu hermana.
Ni tu hija.
Tu mujer, a veces.
Tus amigos:
Uff, un poema.
Te pido con tus viejos ojos
una mirada nueva,
te pido pájaros naranjas
en la llanura abisal
de la tristeza:
No es tan difícil.
Ahora naces
en cada parpadeo.
Todo es virgen, de nuevo,
si tú quieres,
caballos azules
puñales que te arrullan,
cosas así.
Inclínate ahora
con esos ojos que gatean,
ponte el babero
y observa la palabra
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxferry
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxoruga
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxbicicleta
¿No es para estremecerse?
No, no te escondas.
¿A dónde vas? No corras.
Recuerda: Tu cerebro puede
tener los techos bajos
como el cráneo
de una lagartija. Pero
la poesía es una forma de ser
de mirar
de morir.
Yo soy el mudo
que habla en diferido;
esto es, como todos.
El poeta no es mejor que tú.
Pero sale ahí fuera, ebrio de vida
a recoger palabras arrumbadas
y las engrasa en su regazo
para liberarte de la noche. Oh, poeta
chamán de letraheridos
chatarrero de bien
te doy las gracias.
Tu oficio consiste en
poner esos huesos en fila
uno tras otro
y reconstruir el esqueleto
de cualquier animal,
planta
o cosa.
Tal es el desafío.
Pero recuerda: Ninguna pieza debe sobrar.
No me gusta tu oficio.
No-me-gus-ta-tuo-fi-cio, siete.
Verso anapéstico raro, versión 2.
¿Y a quién le importa?
Soy el arquitecto de este
edificio sin ascensor.
Sólo a él me debo,
tal es el desafío.
¿Cómo podemos ser tan distintos
ocupando el mismo asiento
entre las sombras?
.
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Torrero, Carlos. El mudo de Fisher Town. Sevilla; MacLein y Parker ediciones, 2021.
.
UN POEMA DE PEDRO SOTO DE ROJAS
.
TISBE
xxxTisbe a su amante, que en cadáver mira
con temerosa mano el rostro toca,
límpiale con los cabos de la toca
y en los labios desiertos le suspira.
xxxEngañada imagina que respira
y es el aliento de su misma boca;
su fin estudia, a su maestro invoca,
sus manos tuerce, sus cabellos tira.
xxxNadie le ayuda en tanta desventura
sino la muerte, ¡oh caso lastimoso!,
el pecho arroja a la enemiga espada;
xxxasió la mano de su esposo dura,
y miróse en el tálamo espantoso
doncella, viuda, muerta y desposada.
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DE LO TERRIBLE
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TREINTA Y UNO
El humo quiso que pareciéramos semillas.
Quiso que nos sembráramos muy profundo en la tierra.
El humo fue quien nos miró y nos dijo «ahora».
Y fuimos derechos a la tierra. Fuimos a amanecernos a
la tierra. Fuimos a la tierra como .el .que vuelve a casa.
Como el que vuelve y no se reconoce.
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.
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.
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DIECISÉIS
Los xotros, .siempre xlos xotros, serán xlos xotros xlos
que invadan las terribles praderas .de lo cierto, los que
preserven la palabra .allí .donde .asedie .el .tiempo .la
mortaja, los que celebren la vida a pesar de todo.
Y yo aquí, ninguna, pequeña, grisáceo indicio diminuto,
yo los veré pasar, a .los .otros, a los que son, a los que
siguen.
.
.
.
.
.
SIETE
Libar .el .veneno, acercarse xel xveneno xa xlos xlabios,
hacer de este segundo un principio.
Ser única y clara un instante.
Y luego esperar a que alguien venga, y se atreva a lañar
este silencio.
.
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Martínez Castillo, Ana. De lo terrible. Albacete; Chamán ediciones, 2020.
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