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Archive for marzo 2014

MAÑANA: LECTURA EN EL MUSEO RAMÓN GAYA

Hoscuro

 

 

Pues sí, mañana, dentro del ciclo ‘Poetas en el Museo’, estaré leyendo en el Museo Ramón Gaya.

Lo que hace una temporada hubiera sido un subidón, mañana será una despedida porque abandono el circo.

De todos modos, para una despedida como la que tengo prevista, es un lujo que se dé con el cartel que me ha diseñado Cris, con el presentador de lujo que tendré mañana y que no es otro que Antonio Marín Albalate (una de esas personas gracias a las que he aprendido parte de lo que sé y leído mucho de lo que pasó por delante de mis ojos hace unos cuantos años) y con la fotografía que aparece en el cartel, que es obra de Ángel Manuel Gómez Espada.

Claro que me alegraré –y mucho– de todos los que se acerquen a escucharme, pero echaré mucho de menos a todos aquellos que han sido políticamente correctos diciendo que se interesaban mucho por lo que hacían los demás; echaré de menos a todos aquellos que durante años han pedido que le(s) publicitaran sus actos y para mañana aún no han dado señales de vida; echaré de menos a todos los conocidos músicos a los que alguna vez les he aconsejado algo sobre sus letras y no se han dignado ni una puñetera vez a acercarse a escucharme leer.

En fin, mañana será la última vez, así que si les apetece saber qué hice durante unos cuantos años sólo tienen que acercarse al Museo Ramón Gaya.

 

Dejo aquí el poema que ha utilizado Cris para hacer el cartel y que es uno de los poemas que pertenecen al libro que tengo inédito.

 

ARRASTRO la constante sensación
de estar herido.
xxxxxxxxxxxxxxxNo me gusta
parecer pesimista –es lo último
que quisiera–, pero antes de dormir
lo cierto es que no veo mejoras sustanciales,
sólo curvas, pendientes, precipicios,
cosas que caen a plomo.

 

III MERCADO DE LAS MARAVILLAS EN ‘LA AZOTEA’

Ayer se celebró en la Asociación Artística y Cultural ‘La Azotea’ el ‘III Mercado de las maravillas’ y quien pasó por allí pudo observar cómo se podían adquirir libros, discos, cómics, ropa, complementos, pequeños electrodomésticos y alguna locura más en ese maravilloso espacio del centro de Murcia.

Además, el mercado se llevó a cabo mientras está en ‘La Azotea’ la última y maravillosa exposición de Alexandra Neves, que ha llamado ‘Into my wild’.

Aquí tienen fotos de lo que les cuento.

 

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OCCIDENTE

Género humano'

 

 

Por fin está en la calle el nuevo libro de Isla Correyero; lleva por título genérico ‘Género humano’ y está compuesto por su reconocidísimo ‘Diario de una enfermera’ (ampliado) y por un libro nuevo que se llama ‘Occidente’. Dos por uno. Sobredosis de poesía en más de 300 páginas.

Dejo hoy aquí algunos poemas de ese segundo libro, ‘Occidente’, en el que Isla va diseccionando tanto la frágil condición del ser humano como la sociedad en la que vivimos; una crónica sarcásticamente lúcida, tan elegante como brutal, pero sin estridencias, de una conciencia crítica con nuestro entorno.

 

 

EMIGRANTES

Llegamos al atardecer. Hacía frío.

Había esa luz dorada y como triste que va extendiéndose sobre los sentimientos de quien va buscando la misericordia de la vida.

Mamá nos hablaba con voz frágil colocándose el pañuelo de caballos y monedas, muy sensible, tal vez sentimental, recordando lo que habíamos dejado, con un brillo terriblemente oscuro en las pestañas.

Mi hermano, con sus gafas de niño antiguo y bueno nos miraba, callado, con aquella expresión de asombro y de tristeza que algunos hombres conservan para siempre.

Habíamos bajado del coche –el primer coche rojo que papá se compraba– y habíamos mirado alrededor
translimitando la realidad y la amargura.

Sólo mi padre, aparentando ilusión iba y venía, entusiasmado, de su coche al círculo de mi madre y los niños.
Iba y venía como mágico de la radio a mi cabeza, acariciándola, diciendo:
«Ven, mater amantísima, aquí está nuestro futuro. En este lugar tendremos muchos amigos y seremos felices. Ven.»

Yo, siempre dispuesta a dejarme convencer por la alegría, me fundí en mi padre imaginando el mundo lleno de regalos
que nos esperaba…

x
Ahora, apenas puedo recordar todos los años tristes lejanos que vinieron.

x
Éramos un grupo, aquella tarde, de emigrantes perdidos, de fantasmas ingenuos junto a un coche.

 

 

 

 

OCCIDENTE

Occidente se hunde lo mismo que Venecia. Lentamente hace siglos se queman sus modas su moral. Sus ciudades sus signos epilépticos. Sus ruinas sólo sudan turistas con sus tópicos.

La belleza pervive dicen los que lo han visto. Visitar residir en Praga / Salamanca / en Quito o en Sao Paulo / en París, / New York, / Lima, / Ciudad México / Málaga / Barcelona / Cáceres / Luxemburgo / Madrid / ir a Sevilla / Bruselas / Rotterdam a Santiago de Chile / Boston, San Petersburgo / La Antártida, Cracovia o los Fiordos o Géiseres… es un ballet de sueños estadísticos que algo tienen de mí.

Un jugueteo rápido de media clase a plazos. Un bien resplandeciente de la curiosidad humana.

Pero ya están ardiendo sus siglos imperiales. Su vejez ensombrece la excesiva opulencia de los avariciosos.

La vanidad humana oscurece sus leyes de codiciosa amante.

Las religiones turbias obscenas y canallas. Las nieves y los mares están ennegrecidos.
Otros mundos cercanos están abriendo Europa.

Rogaría que todo esto se hundiese velozmente.

x
La belleza es de todos y ha de ser repartida
la belleza es bondad justicia y equilibrio.

La ley de Dios magnánima no mira hacia nosotros.
x
x
Que venga otra humildad para mis hijos nietos

la nieve el agua / sal / para mis semejantes.

 

 

 

 

LA BULA DE ORO

El autor presenta al emperador Carlos IV de Luxemburgo el acta sellada con cápsula de oro del sello imperial 1356 eliminando así con ella la intervención de la Santa Iglesia en la elección y corona de los Reyes xSus vestidos son de intenso brocado en color borgoña y verde bordados en oro y alguna plata poca
unos 600 gramos.

Lo que pesaba
un Imperio
por entonces
no se puede medir:

Las medidas de ahora
son tristes como voces de barco
campesinos / carros de
labranza, reyes y ricos
se confunden con una
manada de ovejas
religiosas.

 

 

 

 

TRIUNFADOR

No le pidáis una sonrisa si no es tirana cínica o salvaje a ese divino.

No vayáis a abrazarlo para decirle que él es el gran modisto de Occidente.

No le beséis en su cara roja y blanca o en su altivez de rubio que fue rubio y ahora es un hombre cano. No. Nada de eso hagáis.

Rajadle cada tela que escribe y a ver qué tienen dentro sus palabras punteadas el diccionario que usa el vocabulario del amor y de la calle.

Abridle el estómago a ver cómo digiere el verbo caminar. Abridle la cabeza a ver cómo dispone la sintaxis de los pantalones qué tiene dentro además de sangre bombeada y viejas arterias y vávulas hundidas.

Miradle en esa foto que se ha hecho para el programa cultural y está coqueto con la manita tocándose la cara con un dedo estirándose el moflete y otro rozándole el labio inferior que ya sabemos que es el labio de la concupiscencia el labio del deseo el de besar otra boca y otro labio inferior que esté escrito en su signo del zodíaco.

Miradle qué provocativo a sus 58 años caminando como el rey de la selva y la lujuria con esa chaqueta cruzada azul marino con esa doble fila de botonadura como un almirante de la vieja Europa que hubiera nacido para mandar el barco colosal de las puntadas.

No os acerquéis a él clientes y modelos desconocidos y curiosos. Es un amargo él uno de los personajes turbadores que se preserva destruyéndose en el profundo sitio de su desgarradura.

Acercaos a él solo cuando esté muerto
y vuelva a ser humano
y ya no pueda ver las lágrimas de nadie
que causan su costura y su estilazo.

 

 

 

 

DINERO

Es oro plata cobre papel plástico se toma y da nos cubre / pudre / nos baja y nos rebaja nos eleva y matamos destruimos nos mata con máscara sin máscara desperdiciamos ahorramos escondemos abusamos robamos adoramos fusilamos jugamos negreamos jusgamos soñamos ¡ay! acariciamos hacemos leyes las firmamos compramos acosamos se debe/ se presta por dinero se roba / se miente buenamente

se ama se odia seduce lucimos deshacemos y hacemos guerras por él se hace todo lo bueno con todos sus contrarios.

Es un dios tan honrado como dios. Es un objeto tan inherente al hombre como el hombre. Activo siempre está no hay moda modo espacio que no lo represente. Amigos da fortuna fama y héroes. Si no lo tienes tira este papel. Pasea. Canta.

x
Ni lo sueñes.

 

 

 

 

PEQUEÑOS ULTRAJES

Son esos pequeños teribles actos por los que no puedes quejarte tan callados minúsculos tan lentos esos ultrajes mínimos hieren más aún que los grandes.

Por los grandes puedes reclamar ofenderte defenderte llorar pedir tus cuentas información justicia. De los pequeños ultrajes qué vas a decir ni siquiera tú sabes qué es exactamente lo que te han hecho lo que ocurrió qué vas a argumentar te tomarán por loc@.

Realmente tú mismo@ te crees loc@ demasiado sensible, susceptible, es que miras con lupa demasiada agudeza visual o táctil para vivir en el mundo que vivimos.

Tienes que tolerar te dices y te dicen sigue poniendo cara de ángel da las gracias la ofensa estaba en ti.

Eres tú quien ofende finalmente.

Y sigues aguantando esos humildes dolores microscópicos agudos.
Te morirás sin saber por qué aguantaste tanto dolor toda la vida sin justificación sin objetivo. Realidad.

 

 

 

Correyero, Isla. Género humano. Murcia; Ed. Inspirar-Expirar, 2014.

 

MAQUINACIÓN PARA ALTERAR EL PRECIO DE LAS COSAS (5)

Nación Reixa b&n

 

las autopistas siempre están lejos de los gorilas excepto en el caso de los zoológicos urbanos o en los próximos a las autopistas pero ¿QUÉ PENSARÁN LOS GORILAS DE TODO ESTO?

 

MAQUINACIÓN PARA ALTERAR EL PRECIO DE LAS COSAS (4)

Nación Reixa v

 

como un tratamiento de heroína para evitar la adicción a la metadona, como un grito para mandar silencio, como una curva para recuperar rectas, como un pájaro en la moqueta, como una lengua entre dientes, como un beso rugoso, como el abrazo de una soga, como una tecnología hermosa, como un satélite artificial averiado, como la balada de un bronquítico, como la armonía de los clavos y el faquir, como la dieta de los luchadores de sumo, como la mirada de los ciegos, como el pensamiento estridente de los ciegos, como el pensamiento estridente de los mudos, como la retórica de los poetas, como la facilidad de palabra de los extranjeros. COMO TANTAS Y TANTAS COSAS.

 

MAQUINACIÓN PARA ALTERAR EL PRECIO DE LAS COSAS (3)

Nación Reixa a

 

mando a distancia, mando en mano, manda la distancia, manda sin manos, manda la distancia que lejos, manda el mando en la mano sin distancia, mando a la distancia que sea mano, manda la distancia en la mano que manda sin manos, mando distancia sin manos, manda mandato distancia, la distancia manda manos, mando, distancia, manos, lejos lo contrario de aquí ¿PARA QUÉ QUIERE UN MANCO UN MANDO A DISTANCIA?

 

MAQUINACIÓN PARA ALTERAR EL PRECIO DE LAS COSAS (2)

Nación Reixa r

 

tranquilo, chaval, que están buscando alternativas para mejorar el sector pero tú no sabes aún cuál es tu sector igual que los niños y las mujeres con hematomas no sabes aún si conseguirán coger el auricular e incluso si entre las lágrimas y el pánico incoloro podrán recordar el número de teléfono de socorro para esos casos en los que la maldad física se convierte en expresión física, esto es, hospitalaria, para que la miseria pueda ser descrita en un informe que acompañado del correspondiente dictamen sirva una venganza tardía, y así también en el mundo animal, las especies no protegidas se van extinguiendo y aguardando ser declaradas especies protegidas. LENTO CAOS.

 

MAQUINACIÓN PARA ALTERAR EL PRECIO DE LAS COSAS (1)

Nación Reixa

 

el político profesional no tiene vicios que ocultar porque todo es ocultación, nunca contará el día que lloró salitre ni que sangró petróleo porque las hojas del otoño caen cada año invariablemente y así siempre bajarán los impuestos pero subirán las pensiones y mentiras taparán mentiras y pronunciará la palabra «bienestar» ignorando la poesía de las palabras sencillamente sioux, aunque así controlará el gesto simulando reflexión para pronunciar la palabra optimizar pero por casualidad o lucidez alguien cambiará de canal interpretando que los ricos serán ricos o más ricos y los pobres mejor será que lo disimulen que en todo caso ya es muy tarde y los ojos piden sueño y el ruido de la cabeza reclama hipnosis. DORMIR.

 

22M

Antonio Orihuela

 

Pues sí, algunos entendemos perfectamente todo lo que ocurrió ayer en Madrid. Digo que lo entendemos, no que lo compartamos. Y además seguimos preguntándonos por qué se sigue siendo tan torticero y tan obtuso en este país.

Para algunos de esos personajes que dicen expresar su opinión en tanto «maravilloso» programa de televisión van estos maravillosos versos de Antonio Orihuela.

 

 

CADA VEZ veo más gente
con una venda
puesta en los ojos.

Incluso he visto gente que,
habiéndosele movido un poco,

se la vuelve a colocar correctamente.

 

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LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXV)

En días idénticos a nubes

 

ME ABURRO

–Me aburro –volvió a decir.
xxJoder, otra vez. Había perdido la cuenta de todas las veces que lo había dicho. Me daban ganas de partirle la cabeza para que no volviera a repetirlo.
xx–Pues cómprate un mono. Qué coñazo de tío.
xxEstábamos en la azotea de la casa de su madre. Se veían los tejados rojos y hacía tanto calor que las tejas ondulaban. Nos habíamos sentado pegados a la sombra del muro y estábamos en gayumbos, pero daba igual. El calor llegaba de todas partes, como una onda expansiva. Era agosto, a esas horas de la tarde en que mires a donde mires pareces estar viendo fotos sobreveladas.
xx–Me aburro un huevo.
xxAl menos yo intentaba llevarlo con dignidad. ¿De qué sirve estar quejándose todo el rato?
xx–Vamos a escupir a la gente que pasa por la calle.
xxLo dije de coña, pero él se lo tomó en serio.
xx–¿Tú eres tonto? ¿Quién va a estar en la calle con este puto calor?
xxUn helicóptero pasó por encima nuestro. Se me ocurrió que dar un paseo en helicóptero podría estar bien para el aburrimiento; aunque seguramente el piloto había visto cien mil veces el mismo paisaje y a él le parecería tan divertido como estar tumbado en una azotea, a la misma altura que los tejados.
xx–¿Te imaginas que se diera una hostia? –Dijo–. Eso sería divertido.
xx–O que el tío que está asomado a aquel balcón se tirara a la calle. Eso también estaría bien, no te jode.
xx–Al menos pasaría algo. Para variar.
xxEl caso es que el rollo este de las desgracias pareció animarle un poco.
xx–O que explotara una bombona de gas y se cayera un edificio.
xx–O que a tu madre le diera un patatús y tuviéramos que hacerle el boca a boca.
xx–No te pases.
xxNos quedamos callados otro rato. Yo también me estaba aburriendo. Me puse unas gafas de sol que había tiradas por el suelo, y las casas y el cielo me parecieron el fondo de un estanque muerto.
xx–Daría lo que fuera por que pasara algo.
xxMe volví a mirarle. Visto a través de los cristales verdes, él también tenía pinta de animal submarino. Puso los ojos en blanco, como un pez recién sacado del agua.
xxDe repente se abrió la puerta y apareció una mujer rubia con un biquini rojo. Supuse que era su madre porque estábamos en su casa, pero nunca la había visto y además parecía cualquier cosa menos una madre. Traía una revista y un bote de crema solar. Nos saludó moviendo la mano, como si se hubiera encontrado unos conocidos en la piscina o algo así, y se echó sobre la tumbona. Luego se untó bien de crema por todas partes, muy despacio. La verdad es que estaba bien buena. Joder, ya te digo que estaba dispuesto a hacerle el boca a boca si le daba un patatús.
xxA mi amigo, como que se le pasó el aburrimiento, pero ahora parecía cabreado. Tenía la cabeza echada hacia atrás, apoyada en el muro, y los ojos cerrados. Su madre también, así que yo los miraba, él en primer plano, ella detrás, como un anuncio a tamaño natural. El biquini era minúsculo y le sentaba tan bien que parecía que lo llevaba cosido a la piel. Me acordé de mi madre, con esas piernas hinchadas que tienen las mujeres que trabajan limpiando.
xx–Vámonos para dentro –dijo él. Y nos metimos sin decirle nada a su madre, yo casi sin mirarla, por si era eso lo que le cabreaba.
xxCon las gafas, la casa parecía una pecera. Nos sentamos en el sofá, y él encendió la tele. Había un documental de animales, de esos en los que los leones se comen a las gacelas. Los mirábamos tan aburridos como si estuviéramos viendo a alguien partir un filete con cuchillo y tenedor.
xxA mi lado, sobre el sofá, había un trozo de tela negra. No sabía lo que era, así que lo levanté por una esquina, cogiéndolo con dos dedos. Glups. Eran unas bragas de encaje. Nunca había visto unas bragas así, salvo en las revistas porno. Me agarré una erección inmediata.
xx–Son suyas –dijo él–. Se deja las bragas tiradas por cualquier parte.
xxYo no sabía qué decir.
xx–Joder, a mi madre le das esto y lo descose para hacerse una mantilla de ir a misa.
xxEmpezó a descojonarse. Se volvió a mirarme mientras se reía y se dio cuenta del efecto que habían tenido las bragas sobre mi anatomía. Dejó de reírse y pensé que me había ganado un par de hostias. Me las quitó de la mano y las miró un segundo.
xx–¿Las quieres? –Preguntó–. Al fin y al cabo no es tu madre. No tienes por qué sentirte mal por hacerte unas cuantas pajas con ellas.
xxLas cogí de nuevo y me temblaba la mano. «Qué fuerte», pensé. Nada más. Qué fuerte. Me las guardé en el bolsillo. En la tele, una leona lamía sus cachorros y les ponía trozos de carne a mano, para que empezaran a sentir el olor de la sangre.
xx–Qué aburrimiento –dijo él.
xxPero yo ya no estaba tan aburrido. Los huevos empezaban a dolerme. Sentía el calor y la suavidad de las bragas, allí dentro, en el bolsillo.
xxEn ese momento, su madre llamó desde arriba, pidiendo sus gafas de sol. Yo las llevaba todavía puestas. Me las quité y le miré aturdido.
xx–¿A qué esperas? Súbeselas.
xxEmpecé a subir las escaleras, y me volví a mirarle desde arriba. Él seguía frente a la tele. Me pareció que también tenía un bulto entre las piernas. Salí a la azotea, en una mano las gafas, la otra en el bolsillo acariciando la tela de encaje. Ella alargó la mano desde la tumbona, y yo, gilipollas de mí, en vez de las gafas le tendí las bragas. «Ahora sí que la he cagado», pensé. Pero ella empezó a reírse de la misma forma que su hijo se había reído de mí.
xxLa misma risa, igualita, igualita.

 

 

 

Pérez Cañamares, Ana. En días idénticos a nubes. Tenerife; Ed. Baile del sol, 2009.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXIV)

Aprovechando su visita, Ana Pérez Cañamares, ya que nadie se interesó por el libro (es lo que tiene querer conocer sólo lo último), nos regaló un ejemplar de ‘Entre paréntesis’, el libro de haikus que le publicó la editorial Baragaña hace un par de años.

 

Entre paréntesis

 

La primavera:
sus cielos prometiendo
todos los viajes.

 

 

 

 

Ante los árboles
agacho la cabeza
como ante reyes.

 

 

 

 

Amanecer:
a la ciudad la puebla
olor de pueblo.

 

 

 

 

Dormir de día:
acompañar a la otra
mitad del mundo.

 

 

 

 

Foto movida:
te regala el azar
otra sonrisa.

 

 

 

 

Calor de ascuas:
es el calor sin llama
un amor viejo.

 

 

 

 

No cae de arriba,
viene de todos lados
la lluvia fina.

 

 

 

 

Mira el mendigo
el muñeco de nieve.
Y su bufanda.

 

 

 

 

Frío invierno:
al paisaje le duele
su ávida espera.

 

 

 

 

El gato: ¿sale
o entra el universo
por su mirada?

 

 

 

 

En esta gata
acaricio a todos
mis gatos muertos.

 

 

 

 

En los atajos
disfruté mi camino
y tuve miedo.

 

 

 

 

Fumo un cigarro:
a mi miedo al vacío
le prendo fuego.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXIII)

Cuando Ana Pérez Cañamares estuvo en Murcia hace unos días nos regaló un ejemplar de ‘Las sumas y los restos’, el libro con el que obtuvo el V Premio de poesía Blas de Otero y que ha publicado la editorial Devenir.

Aquí tienen algunos poemas del libro en cuestión.

 

Las sumas y los restos

 

 

UNA MARIPOSA en el vagón de metro.
Príncipe Pío, 31 de agosto, 14.30 horas.

Dejo escritos los datos exactos
porque nadie pareció darse cuenta.

Los periódicos gratuitos
hablaban de asuntos banales.

 

 

 

 

SOY LISTA como un ángel
los segundos previos
a escribir el poema.

En el poema soy prudente:
cada verso un tablón
para cruzar el abismo.

Lejos del poema soy torpe
y los recuerdos no traen sabiduría
sino imágenes talladas en granito.

No vuelo, ni ando, ni me hundo.
Escribo palabras como barandillas.
Me asomo desde ellas y no me caigo.

 

 

 

 

LOS VIEJOS que van en zapatillas por la calle
como si el mundo fuera un pasillo
y todos los caminos, el camino de la alcoba al baño.

Nos miran sin entender para qué o para quién nos vestimos
por qué nos acicalamos para ir al matadero.

 

 

 

 

POCOS SABEN que tengo otra hermana.
El azar nos separó al nacer.
Yo mamaba la leche de mi madre
mientras ella se secaba al sol.
Cuando perforaron mis orejas
ella recibió la ablación del clítoris.
Follé con hombres y sufrí por todos;
a manos de uno solo se quebró ella.
Me separé, lloré, abandoné mis sueños.
Ella murió unas cuantas veces
bajo piedras, ácido, sida y malaria.
Su cuerpo se deshizo y se recompuso.
En una o dos ocasiones fue feliz de morir.
Mi hija creció; mi hermana murió en el parto.
Años después parió una niña y se la quitaron.
Yo veo mi cuerpo envejecer; ella no tiene espejo.
Me pongo cremas antiarrugas
pero toda ella es un surco.
Yo hago listas de lo que le duele:
pero ella es la que administra su dolor.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara todos mis gatos

A MIS GATAS yo les doy agua
ellas me traen rumores de selva
y belleza indómita.

Les doy comida
ellas libertad irrenunciable
pactos de respeto entre especies.

Les doy calor
ellas ponen límites a mi arrogancia
cuando intento traducirlas.

Les doy caricias
ellas enseñan astucia de samuráis.

Les doy cobijo
a las embajadoras de lo lejano y posible.

Al final un arañazo para dejar bien claro
que la ternura no es una mercancía.

 

 

 

 

CUANDO TUMBADA cierro los ojos
e imagino que estoy muriendo:
¡cuánto miedo a la soledad
que hay al pasar la curva!

Rápido, recuerda rápido
las mañanas de domingo
cuando te levantas la primera
sabiendo que estarás sola
completamente sola
hasta que tu familia despierte
y la luz se llene de voces.

Recuerda rápido lo mucho
que puedes llegar a querer
xxxxxxxxxxxxxxxxesa soledad:

como a una amiga de la infancia
que mirara con ternura tus mentiras.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Talo, mi primer novio

ESTOY en el lugar donde fuiste a morir
aunque no conozca el cruce exacto
y no importa, yo sé que el nombre de este pueblo
está guardando tu muerte.

Nunca he visitado tu tumba ni sé dónde está.
Hablé con una de tus hermanas y me contó
que nos recordaba perfectamente
bailando una canción lenta con los ojos
cerrados, mirando hacia nuestro futuro.

Así que sé que en alguna parte estamos vivos y juntos
desafiando las leyes de la vida y la muerte
en una casa nuestra levantada en la memoria.

En un rincón de tu ataúd aún se yergue el instituto
hay un partido de baloncesto que nunca termina
nos cogemos borracheras sin resaca
y sigo teniendo tentaciones de romper aquel vaso
y rasgarme la muñeca, para parar el futuro
que un día nos separará.

Estaremos juntos siempre, me dijiste.
De alguna forma, era cierto.
Mi adolescencia fue la tuya.
Está tan muerta como tú, impresa en la piel
como un libro que no habrá que leer nunca más
porque los dos lo conocemos
palabra por palabra.

 

 

 

 

HABÍA un placer frenético
en tirarlo todo por la borda:

cuando veía salir del baño
a mis amantes, cubiertos
por los albornoces de mis novios.

Cuando era la graciosa de las fiestas
segando dignidad y cosechando resacas.
De cada droga pedía ración doble.

Yo sólo quería bailar con el caos
dejar de temer las regañinas
más terribles en mi voz que en la de otros.

Quería venganza por haber comprendido
al fin que ningún libro de instrucciones
iba a guiarme por los atajos.

Y lo quemaba todo, y disfrutaba al verlo arder;
sólo comprendía que seguía habiendo un juicio
cuando el fuego llegaba a los bajos de mi falda

y me condenaba a bailar con pasos ridículos.
Todos reían convencidos de que aquel
era el momento culminante de mi gran actuación.

Ahora, de vez en cuando, visito en el asilo
a la suicida que fui. Le llevo fotos de mi hija
y me da recuerdos para amigos que ya no veo.

Gracias a aquella, soy esta:
la que conoce el precio de los peajes.

 

 

 

 

ES TARDE, y estamos solos en la playa.
Llegan unas gaviotas y toman posesión
del lugar que les pertenece.

Bajo la voz, ralentizo mis gestos
no quiero hacer nada que las moleste.

Ellas me miran como se mira
a esa gente extremadamente amable
de la que tampoco hay que fiarse.

 

 

 

 

ANOCHE me dicté
el mejor poema del mundo.

Era una nana
un manifiesto
un discurso de bienvenida
un homenaje
una canción de amor
un réquiem
el pistoletazo de salida
para la revolución.

Era capaz de aniquilar
en un verso
y de resucitar
en el siguiente.

Pero olvidé escribirlo
y ahora soy la misma persona
escribiendo sobre la impotencia.

 

 

 

 

LOS PLATOS que me regaló mi madre
están ya deslucidos y pasados de moda.
Cuando hacemos limpieza
nos miran como enfermos agonizantes
que no entienden qué queremos de ellos.

Pero son los platos que me regaló mi madre
que ya nunca volverá a regalarme
nada.

Si un día nos decidiéramos a tirarlos
intentaré escuchar su voz en mi cabeza:
«las cosas, hija, son sólo cosas«.

Mi madre no está en un plato.
Mi madre está en el pan que como.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXII)

Vigilia del asesino

 

 

Si el hecho de que José Óscar López tenga, por fin, su primer libro de relatos en la calle fuera poco, acaba de ver la luz su nuevo libro de poemas. El libro lleva por título ‘Vigilia del asesino’ y aquí tienen algunos poemas de un libro en cuya contraportada se puede leer:

«Un personaje sin nombre deambula por un territorio espectral construido con sus alucinaciones y sus deseos, como en una huida sin fin. Esta figura de imprecisa silueta y anónimo rostro es quien articula el tejido de este libro de inquietante título, Vigilia del asesino.
Así construye José Óscar López el entramado de su tercer poemario publicado. Al paso del fugitivo se ofrecen ciudades onstruosas (habitadas por hombres y mujeres que se le antojan sobrecogedores), que son las escalas que el protagonista hace en un camino que no se detiene nunca, y que le devuelven, como en un espejo, una imagen monstruosa y fantasmal, fargmentada y multiforme, de sí mismo. Letanía insomne, road movie en verso, largo poema épico y alucinado, el texto constituye un rosario desbordado de imágenes que se suceden como en una borracha epifanía.»

 

IX

Nunca entendí el procedimiento por el cual
la aguja arranca al surco
la milagrosa música,
pero lo hace.
xxxxxBastaba abandonar
el brazo del ingenio sobre el disco.

Yo mientras tanto sigo aquí,
siempre a este lado de la música:
sigo inmóvil en el centro y doy vueltas
por el resto de todos los lugares.

Y si preguntas el porqué de todo este vagar,
de todos estos círculos
hacia ninguna parte, para nada,
desde mi lado de las cosas de este mundo
que es el mío y el tuyo, el de cualquiera
que sepa que estas cosas y este mundo
naufragan por los lados y mantienen
incólume su fondo y su montaña,
donde el silencio se hace fuerte
–las nubes se acumulan, forman desfiladeros,
xxxxxvalles, cimas,
cordilleras del cielo;
xxxxxy bajo tierra
sigue este río, fluye
confundido
con los que habitan esta tierra
y fluyen sobre ella:
somos el río y esta tierra,
allá por donde puedes caminar
aunque nunca lo hagas–,

si insistes todavía en preguntar
por todos estos círculos,

recuerda que una larga noche en el infierno
resulta una mañana muy breve para el cielo.

 

 

 

 

XI

JARDÍN TÓXICO

Trazo mi vida en versos de once sílabas.
Para la angustia basta el valium quince.
Mastico el valium, los poemas,
agito y mezclo el resultado con mi vida
y sigo masticando.

Tras cuidadosos ejercicios
he logrado olvidar lo que sabía
y apenas siento nada, salvo sueño
de vez en cuando,
casi nunca.

Solo sé que en invierno esta ciudad
tiene las manos frías, y delirios
hirviendo a más de treinta y siete grados
cuando se mezclan con ginebra
a media tarde.

Una tarde aburrida
como el menú de un hombre obeso.
una noche muy lenta
como su digestión.

Las noches de estricnina y orfidal pasaban lentas:
apretando los dientes, revolcándonos
en sábanas sudadas. Perdiendo la visión
fijándola en el suelo;
visiones que se abren como simas
en suelos movedizos.

Estirando el vacío, convirtiéndolo en piel.
En piel enferma, sudorosa.
xxxxxTambién ese vacío,
como una piel quemada,
acabaría desprendiéndose.

Nadando
en pesadillas,
flotando en agua turbia
y alejándose.

Levantarse a diario
después de todo eso.

La luz también, así, vendría desde atrás
para poder iluminar
el camino delante.

He logrado ser nadie.

Al fin logré ser nadie, y mi canción,
enferma, atañe a todos.

Una vez más héroes imbéciles
en pos de la aventura eterna
de la desolación.

 

 

 

 

XVI

Volví a por ella una y otra vez.
Una chica llamada Resurrección:
nieve líquida en manos del carnicero.

Erinias, perseguí
vuestra furia en tabernas y casinos,
en parkings subterráneos y en discretos,
perfectamente respetables dúplex
donde duermen señoras solitarias,
solas o acompañadas, siempre solas:
mujeres, víctimas,
hermanas.

Dando una vuelta alrededor
de vuestro dormitar,
con ansia redundante,
perderé mi cabeza.

Como tomar a san Francisco
de Asís por un zoófilo.

Para llegar aquí no existe atajo alguno.

Ven con tu sangre, con tus lágrimas,
y llena nuestra copa.

Afuera un mundo inmenso
no importa si inundado
por la luz o las sombras.

Es solo una parcela de ficción
entre las ruinas: bienvenido,
xxxxxafirma un sacerdote
con una biblia en un pequeño bolso
con cremallera, semejante a un arma
o a un botiquín portátil.

¿De qué va todo esto?, pregunta el visitante,
al alumbrar las muescas en la pared de enfrente.

Va de dibujos amateur, porque te amo.
Va de moral, así que cuida tu gramática.
Y va de religión,
de apocalipsis.

 

 

 

López, José Óscar, Vigilia del asesino. Madrid; Ed. Celesta, 2014.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXI)

Los monos insomnes

 

José Óscar López tiene, por fin, libro de relatos en la calle. El libro en cuestión lleva por título ‘Los monos insomnes’ y hace un par de meses Vicente Luis Mora publicó una breve reseña sobre el libro que pueden leer aquí.

Aquí les dejo el relato más breve de ‘Los monos insomnes’.

 

EL CLUB DE LA SIESTA

xxEmpezó como una suerte de costumbre compartida por azar y ha acabado asemejándose a una reivindicación. Después de comer, todos venimos provistos de una almohada de viaje y con un gato entre los brazos. El gato es nuestro animal fectiche, por su naturaleza sesteante. Vamos distribuyéndonos por los rincones del cuarto de estar que, en el reparto de las tardes, corresponda cada vez. También nos repartimos sofás y cojines grandes por turnos: camas y cuartos separados se prohíben para evitar la tentación de escarceos carnales que desvirtuarían nuestro club. También todo tipo de sustancia que induzca al sueño. Definitivamente, están prohibidos los narcóticos y el sexo, así como las timbas o la conversación; también faltar a las obligaciones que cada uno tenga por la tarde.
xxSabemos que los otros echan en soledad sus siestas. Bueno, en realidad, la mayoría. Pronto comprenderán que, aunque seamos minoría, la unión hace la fuerza y, desvelados por tal inquietud, ya no podrán dormir. Con los ojos abiertos y desde sus camas o sofás, mirando al techo o, peor, a sus televisores, intentarán imaginar qué planeamos justo entonces; qué operación a gran escala, mortal, definitiva. En todo ello pensarán mientras nosotros, dulcemente abrazados a nuestros gatos y nuestras almohadas, en silenciosa paz, echamos nuestra siesta.

 

 

 

López, José Óscar. Los monos insomnes. Madrid; Ed. Chiado, 2013.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XX)

Nación del sueño

 

Ya hablé hace algo más de un mes del nuevo libro de Mamen Piqueras, presentado entonces en el Museo Ramón Gaya.

 

Hoy toca dejar algunos poemas del libro. Disfrútenlos.

 

 

MEMORIA DE LA VIDA QUE NO EXPLICA LA BIOLOGÍA

Memoria de lo que soy y nadie más comparte.

Más allá del caprichoso abrazo de los genes o del órgano con precisión descrito, soy sandalias trotamundos en abril y las primeras cerezas del verano, el olvido del colegio y la mixtura del salitre y los jazmines.

Más allá del bermellón que discurre por el plasma o la danza atávica que ejecutan las neuronas, soy el cuento compartido a la luz de una linterna tras las sábanas. Rezar después. En ese tiempo dios y los reyes magos existían verazmente.

Más allá del formal metrónomo que dirige cuanto somos o la bioquímica que me sostiene a mí y a otros seis mil millones sostiene, soy la pregunta impertinente, la divisa de la duda en las pupilas, el aroma de las manos de mi madre, en mis manos el don de su consuelo.

Soy el deseo de la nieve y el anhelo de un perro compañero,
el miedo inconfesado de crecer, la intuición primera de la muerte.

Yo soy quien ya no es. Inútilmente.

 

 

 

 

HAS VUELTO A SOÑAR QUE BAILAS
con el muchacho que dejaste de nombrar
hace ya tiempo.
De nuevo sexo sublimado en danza.
No se suelta el pelo tu inconsciente.

 

 

 

 

MI REINO ES LA COCINA. Trasteo como si se me multiplicaran los brazos, como si me gustara lo que hago.

Me veo despeinada, recogido el pelo en un nudo imposible, vestida sólo por una camiseta. Casi sexy, casi zarrapastrosa. Me veo contestándole a la radio, hablando sola o llorando a lágrima viva el Romance de Curro el Palmo.

Digo: Soy Wendy y así me va.

Cuido de la casa, disfruto de un café con María José, con Ada, con Victoria; de El hombre tranquilo con Eugenia, comparto una confidencia con Juanfra y Paqui y sé perfectamente que soy Wendy. Sin lugar a dudas ésa soy yo.

E incluso en el momento gozoso y fatal, perfecto, letal y breve del placer, cuando la soledad planta bandera en mi corazón, a pesar de la corporeidad de dos y aún deshaciéndome en los sentidos, sé que soy Wendy y ocupo mi espacio.

Pero, he aquí, que hoy me reclaman a mí sola, sin la cafetera, ni la aspiradora, ni los libros, ni el clan que me acompaña.

Hoy la cita es conmigo y no tengo que llevar dinero, llaves, fotos, anécdotas…,
ni siquiera tengo que llevar mi nombre.
Esta noche no soy Wendy. Es cierto que hay un nombre por el que me llaman, pero Wendy casi no lo recuerda y por tanto no vuelve la vista si por él la convocan.

Esta noche se siente solo energía; no sabe si luz o agua, quizás sea brisa.
Sabe que su cuerpo doméstico se ha alargado, le nacen hojas. Una corona de hiedra la enaltece y algas marinas se enredan entre los dedos de sus manos y de sus pies. Se sabe hermosa, se sabe un ser marino y boscoso.

Ningún ingenio podría calcular su peso, abarcarla, registrar su imagen.

Y es que esta noche la ha convocado la niña que fue y no ha tenido más remedio que acudir. Hipocampos han ido a buscarla, caracolas anunciaban su encuentro y, ya perdido el nombre y la edad, se ha abandonado a sí misma.

Y así, revestida de infancia, envuelta en el perfume de los jazmines que fueron, y empujada por la brisa violeta a esa tierra de nadie que ocupan los sueños, se ha producido el encuentro con el príncipe de entonces, el que quiso un día hundir los dedos en su alma y pinchar su corazón con una rosa…

Ha dispuesto el príncipe una cena, copas breves y frágiles, velas doradas, rosas desmayadas; éstos han sido sus deseos, efímeros aliados de la pasión.

Ha querido el príncipe tejer un collar de miel y de ternura en su garganta, éste ha sido el único don que no desaparecerá cuando concluya el encanto.

Ambos sienten la urgencia de la música y el baile, inevitable rito de los debutantes, para ello crean un salón a orillas de nuestro antiguo mar, bajo miríadas de estrellas, entre el viejo castillo y los acantilados rojos

…¿Te acuerdas, princesa, de mi amor?
Era joven, sufriente y generoso. Todo te lo ofrecí, todo lo puse en tu camino, pero no quisiste nada.
Solo dejar que llevara tus libros a la salida del colegio, solo llorar sobre mi hombro tus penas adolescentes, solo permitir que me perdiera en tus ojos cuando, distraída, te quedabas absorta y suspirabas…

Y ella sonríe porque lo recuerda todo. Es cierto que ella nunca lo amó y a veces sentía remordimientos.
Por eso cuando levantó la vista y lo traspasó con su mirada verde casi dijo:
No he olvidado nada, y ahora yo también te amo.

Casi lo dijo porque el collar de miel le quemaba la garganta, porque sus labios eran por besarlo y porque su cuerpo vegetal y caliente deseaba perderse en un mar de ternura, de dolor antiguo y de sexo.
Casi lo dijo porque pensó que se lo debía.
Casi lo dijo.

 

 

 

Piqueras, María del Carmen. Nación del sueño. Murcia; Ed. Raspabook, 2014.

 

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