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TRES POEMAS DE ‘INCLUSO LOS MUERTOS’, DE PEDRO ALBERTO CRUZ SÁNCHEZ

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MUROS Y CIPRESES

xxxxxIV

El ataúd entró en la capilla del tanatorio
empujado por dos asépticos operarios xxSolo
sus caras profesionales xxxconcentradas en
la sencilla tare de desplazar y no de sentir
xxpermitían esquivar la muerte
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLa indiferencia
es el único cielo al que aspira el dolor xxY
su silencio xxcosa higienizada y en serie como
el mobiliario xxbanaliza la aparición de esa
caja ante mis ojos.

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Ya está colocada xxxxxDelante de todos
La caja xque xno xoculta xnada
Porque la muerte mata pero no encierra.

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No puedo imaginar a nadie ahí dentro xxEstar
vivo tiene sus límites xxLo que hace unas horas
estaba xmalcomía y caminaba con dificultad xxno
puede ahora ocultarse en un ataúd de catálogo xxLa
muerte no es tan cruel
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxixxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLa
vida no sabe tumbar un cuerpo en una oscuridad
tan pequeña
tan industrial.

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Entra el cura a oficiar su quinto funeral del día xxY
nos habla como a los otros xxNosotros xxque no
somos ellos xxsino un drama concreto xxincomparable
xxel de las cuatro y cuarto de la tarde xxQue se siente
insultado por un Dios rutinario xxcansado de anunciar
la vida después de la muerte xxde la monotonía de la
salvación xxcinco xxveces xxpor xxdía.

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Nosotros xxque no somos ellos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxque no formamos parte
del todo xxy que solo pedimos una señal de humanidad
xx—no verdes praderas divinas.

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Nosotros xxque no somos ellos xxanhelamos que un
Dios cualquiera centre su mirada cansada y nos diga
xx«estáis aquí xxante esta muerte que es solo vuestra
xxy sobre lo que yo os hablo con palabras que no son
de nadie más».

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Nosotros xxque no somos ellos xxno deseamos una
fórmula universal para paliar nuestro dolor xxsino
un dolor que nos comprenda
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA nosotros.

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xxxxxVIII

Al menos tendría que quedar la posibilidad
de llorar xxLlorar sin lógica ni respeto
para ti mismo y contra los demás xxtan
egoístamente que tus lágrimas no tuvieran
sentido para nadie.

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La muerte es larga xxveinticuatro horas de
esperas y rituales xxen los que la vida desparecida
no termina de desaparecer
Hasta la tierra xxcada paso está memorizado
en el estómago xxPorque el único futuro cierto
no es un pensamiento xxsino una bilis.

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Nadie muere sin más xxDesaparecer es lento xxy
cada segundo que dura la extinción solo es
soportable mediante el llanto
Pero la entereza corrompe las salas del tanatorio
xxTan desprestigiado está el dolor xxque tampoco
en la muerte hay un lugar para las lágrimas.

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Cerca de un cadáver xx¿de qué valen los ojos
que no lloran? xxRetienen en lugar de dar xxsecan
la muerte xxy xxse alargan xxáridos xxhasta el 
último sonido xxsordo xxdel mármol ya encajado
xxEl tiempo no resbala por ellos xxporque
el dolor seco es una estética que embute los
músculos en plástico xxlos deja inmóviles xxsedientos
xxsin el aliento húmedo que los descontrola xxy
los vuelve débiles xxcasi nada.

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Detrás de unas ridículas gafas de sol xxmido la
línea de caída de mis lágrimas xxpara que ninguna
de ellas rebase el contorno de los cristales xxy no
traicione la ley del más fuerte
La muerte no debería tener decoro xxni impedir que
los cuerpos cayesen
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy se rompieran
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy nunca fueran mirados cuando
se arrastran sobre el suelo.

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Pero los ojos que consuelan no toleran a los débiles
xx«Hay que ser fuerte» xxrepiten xxTantas veces que
intimidan al aliento xxle hacen sentirse sociedad
xxincluso allí dentro xxdetrás de las puertas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtransparentes
xxdonde nada tendría que ser como en la vida xxy
mucho menos el miedo a que el dolor duela xxa que
los ojos no sirvan para ver xxy nadie se sienta
atrapado por ellos.

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Temo más no ser capaz de contener el llanto que
todos los días que vienen xxcon un cuerpo menos
xxA llorar no se aprende xxes el único lugar que
precede a la cultura xxdonde la gente no debería
estar xxy lo que soy xxlo poco que soy tendría que
vivirse en soledad xxal margen del mundo
Pero el miedo me ha robado este origen xxel único
que civiliza la debilidad xxen el que puedo sobrevivir
a la locura de comprender que una sola muerte
adelanta el final de todas las vidas.

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Los humedales están vacíos xxy las alimañas
prefieren confundirse entre las condolencias de
palabras limpias y sin compromiso xxEn algún
momento xxalguien decidió que llorar era mayor
derrota que desaparecer.

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DÍAS DESPUÉS

xxxxxXIV

Bajo la tierra xxel sudor es lo que más
pesa xxla única sensación de cuerpo que
permanece cuando despierto en la madrugada
xxy ningún mal sueño me ha anticipado que
acabaría con los ojos abiertos xxsin vida
xxliberado al fin del dolor de espalda que me
produce el colchón de oferta sobre el que
estoy tendido.

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Si existe el alma xxes eso que ahora soy xxno
lo que permanece tras la muerte xxsino todo lo
que ella ha destruido xxla resta absoluta de la
dignidad xxque te vuelve impotencia desolada
xxcosa abyecta que solo sabe ser nada sobre la
nada xxperseverar oscuro en el estrato más
superficial de la tierra.

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Despierto en mitad de la noche xxy yo no estoy
xxHe muerto xxcon la misma conciencia de
fragilidad con la que moriré alguna vez xxtan
completamente prescindible que la realidad no
se resiente xxno muestra ninguna cicatriz que
diga xx«allí estuve xxfui algo xxunos gramos de
voluntad que xxextintos xxxaligeran el peso
del mundo».

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Este ensayo hiperreal de la ausencia me regala
la maldición de poder pensar desde dentro de la
caja xxcomo en aquella película de Dreyer xxdonde
la muerte contempla xximpasible xxxlas palabras
de tierra que caen sobre sus ojos
Puedo sentir que no estoy vivo xxpero no tengo
nada desde lo que sentirlo xxMi cuerpo ya no
me pertenece xxy la mirada descansa en crudo
sobre las sábanas xxentre pliegues y manchas de
sudor xxque ofrecen una piel inerte para la angustia
xxSolo el ataúd limita xxy da forma a la muerte
xxle ofrece un lugar al pensamiento xxla madera que
ahora me sostiene y figura un alma imposible.

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Hay un segundo en la noche en el que has desaparecido
xxy justo en él he abierto los ojos xxcuando ya nada
se puede mover xxy pensar se reduce a admitir la
tierra xxla tristeza inmóvil xxfría xxque no tiene sujeto
xxy llora por los ojos de nadie.

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Cruz Sánchez, Pedro Alberto. Incluso los muertos. Murcia; Aula de poesía de la Universidad de Murcia, 2019.

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CUATRO POEMAS DE BEGOÑA M. RUEDA

diciembre 20, 2021 1 comentario

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A la noche,
algo desvela a Hija.
Siente el peso de alguien
tumbarse junto a ella en el jergón.
Hija
casi no
se atreve
a moverse.
Se ha dado cuenta de que quien sea no es su madre,
más bien huele a hombre.
Empapada en sudor, abre los ojos.
No ve que haya nadie pero lo nota,
mejor no moverse mejor cerrar fuerte los ojos
mejor esforzarse por no respirar,
por parecer muerta,
como tantas otras veces,
para poder sobrevivir.

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Quizás hubiera sido más fácil sin los hijos.
Hubiera preferido justo eso, una vida santa,
por qué no, las cuatro paredes de un convento
a salvo de la vida, de los hombres,
de casarse mal y a prisa con quince años
por no dar que hablar.
A salvo de ser mujer.
De ser educada para callar, obedecer, parir
hasta desgarrarse el útero y acatar
que el varón se acuesta con otras
para seguir sintiéndose varón.
Sin duda hubiera sido más fácil,
pero posguerra, mujer y pobre.

Qué otro remedio que amar al verdugo.

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Madre hace como que no escucha.
Madre sonríe.
Madre calla.
Madre cose.
Los hijos, siempre los hijos,
innecesarios como la maleza,
nunca entienden.
Sin duda hubiera sido más fácil sin ellos,
sin la maldición de Eva,
sin que le crecieran criaturas como tumores en las entrañas
que la ataran de por vida a un matrimonio.
Pero posguerra, mujer y pobre,
sobre todo mujer, y antes que nada, esposa.

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Madre se contempla en el espejo.
Con un pañuelo húmedo
se retira la sangre seca de la frente.

Los hijos, siempre los hijos.
Tamaño castigo de Dios.

Al menos ahora uno de los dos
no volverá a mirarla con odio,
con esa mirada insolente
que tan sólo pertenece
a la estirpe de Caín.

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M. Rueda, Begoña. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Murcia; Aula de poesía de la Universidad de Murcia, 2019.

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POR MI CULPA, POR MI CULPA, POR MI GRAN CULPA

diciembre 19, 2021 Deja un comentario

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Madre no ha querido ver la luz desde que murió Padre.
Pasa las horas cosiendo a oscuras.
Cuando Hija le acercó un candil, Madre lo arrojó contra la pared.
Cuando Hijo intentó tranquilizar a Madre, Madre lo llamó alimaña.
Dice estar esperando el regreso de Padre.
Que Padre no se ha ido para siempre.
Que la muerte es una excusa para estar solo.
Hija le pregunta a Madre si ellos tres, que están solos,
verdaderamente están muertos.
Madre sonríe, calla y cose.

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Se hizo todo lo que se pudo para salvar a Padre.
Padre enfermó del corazón,
aunque no de la misma manera en que ha enfermado Madre.
Se vendieron los olivos para poder pagar las medicinas,
también los mulos, los caballos, las aves de corral,
los aperos de labranza.
La alianza de bodas.
Madre cuenta que Padre
murió con el dolor de abandonarlos en la pobreza.
Lo cuenta palpándose el dedo anular.

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No hubo otro modo de enterrar a Padre.
El dinero no alcanzaba para un cajón.
Los restos de Padre descansan en la era, de un saco,
no se sabe muy bien dónde, el viento ha arrancado la cruz.
Madre dice que no piensa llevarle flores,
que Padre va a volver,
pero lo que queda de Padre alimenta la era.
La vida,
como una niña ciega que se pierde de madrugada,
no sabe regresar.

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Madre los amenaza para que nadie se entere de lo de Padre.
Si alguien pregunta,
un señorito se ofreció a pagar el sepelio.
Padre había sido un hombre amable,
no quería que le pegaran a los animales,
daba de comer a los pobres,
quería a sus hijos más que a cualquier otra cosa, y por eso,
no se debería de mancillar su memoria.
Hija, obediente,
se oculta los moratones mientras asiente con la cabeza.

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Hijo entiende a Hermana.
Hijo perdió la visión del ojo derecho
una vez que Padre intentó corregirle con los puños.
Como Hermana,
durante mucho tiempo estuvo pensando que lo merecía.
Estuvo pidiendo permiso para poder respirar hasta hacerse hombre.
Estuvo pidiendo perdón por estar vivo hasta que Padre expiró.
Hijo corría en busca de Madre cuando Padre puño de `piedra,
pero Madre miedo de Padre, Hijo corría tropezaba sangraba,
golpeaba puertas de vecino siempre cerradas pero Padre,
monstruo, siempre terminaba por pisarle el pecho.

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Padre azotaba desnuda a Hija en el establo cada vez que menstruaba.
En lugar de agua, le daba sal para calmar la sed del sufrimiento.
Hija, desesperada, llegó a degollar una gallina para beberse la sangre.
Hermano no podía ayudarla, Hermano yacía desmayado de hambre en el jergón.
En ocasiones despertaba y escuchaba los alaridos de Hermana con impotencia.

Desde que se vendieron las bestias, han crecido amapolas en el establo.
Hijo y Hermana las contemplan.
Hijo abraza a Hermana,
le susurra
que la justicia está floreciendo.

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Hijo no entiende por qué Madre sigue queriendo a Padre.
A Madre también la golpeaba, hería, dejaba inconsciente.
Hija cree que Madre también se piensa que lo merecía.
Es difícil no pensarlo cuando te lo repiten a diario.
Hija le señala a Hermano el canario de la jaula.
Lleva tres días con la puerta abierta y no se atreve a salir.
Hermano comprende.

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A Hija le cuesta reconocerse en el espejo.
Se cepilla los cabellos y sonríe.
Es la primera vez en doce años que consigue mirarse al espejo
sin sentir vergüenza de ser ella misma.
Está comenzando a pensar
que más vergüenza debería de haber sentido Padre.
Es extraño.
Sobrevivir a la bestia y volver a quererse.
Poder hacerlo.
Saber cómo.

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M. Rueda, Begoña. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Murcia; Aula de poesía de la Universidad de Murcia, 2019.

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LO QUE DEJAN LOS DÍAS

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ENTRE LAS SOMBRAS

Si te fuiste para siempre,
¿por qué entonces son tus pasos
los que escucho, una vez más,
entre las sombras?

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CAMINOS

Satisfecho y cansado,
en lo alto de la cumbre que parecía inalcanzable,
te das la vuelta y te sorprende
otra montaña inmensa.
Tu inquietud es la misma inquietud de entonces.
Su sombra, el recuerdo de otra sombra.

Por un instante te ilusiona el camino
que empezarás a recorrer mañana.

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REGRESO

La ciudad a la que viajas no es la misma
de tus años de gloria, ni tú eres
aquél en cuyo sueño amanecías.
Por eso es imposible ya el encuentro:
hoy regresas siendo otro
y si renace en ti el de entonces te pierdes,
en la inocencia de no tener aún
recuerdo de la muerte.

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TRAVESÍAS

xxxxxI

He dejado, al fin,
de adivinar mis versos en tu cuerpo.

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xxxxxII

Algo huele a septiembre
en el pasillo del hotel.

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xxxxxIII

Qué difícil escribir
cuando se observa el tiempo como agua que fluye.

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FRAGMENTOS

Con vagas fabulaciones se confunden
fragmentos de nuestra infancia
en la memoria;
matices tal vez imaginados que, de no existir,
dejarían con su enigma nuestro mundo en vilo.

Hoy esos detalles forman parte de nosotros
y sé que sucedieron con más verdad
influyeron
realmente en nuestros pasos
que todo lo vivido para siempre y olvidado.

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AÑOS

xxxxxI

Somos el tiempo que se ha ido.

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xxxxxII

Poco a poco
nos fuimos dando cuenta
de que también en los otros
estaba el mundo.

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xxxxxIII

Han vuelto a despertarme los fantasmas.

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NADA PERMANECE INTACTO

Ahora sé que no podemos aferrarnos a algo
sin apretarlo demasiado y hacerlo añicos.
Ni siquiera somos capaces de soltarlo
sin que se caiga y se rompa y nos hiera.
Nada permanece intacto nuevo
como antes de formar parte de nosotros, de humanizarse.
Todo lleva nuestra mancha y nos pertenece por ello.
Nada es puro y sin mezcla.

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Núñez, Pablo. Lo que dejan los días. Murcia; Ed. Aula de poesía de la universidad de Murcia, 2014.

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LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (137)

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Me acaban de llegar a casa los tres libros que pueden ver en la imagen, gracias a la amabilidad de la responsable del Aula de Poesía de la universidad de Murcia, Isabelle García Molina. Para ella siempre tendré palabras de agradecimiento.

De aquí a nada les cuento.

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POEMAS DEL DESAMOR VERDADERO

 

UNOS LIBROS VIEJOS

La música sonaba hasta muy tarde
y era la noche toda nuestro espacio,
animales de penumbra y de humo,
dueños de las palabras y del tiempo.
Una noche perpetua fueron los años
de aquella juventud, del entusiasmo,
de la carne atormentada, y en balde,
pues ni la sombra ni el deseo fueron
cómplices de placeres y aventuras
y no hubo gozo ni derroche ni alma
sobre las sábanas de aquellos lechos
improvisados, aunque éramos jóvenes
y sonaba a todas horas la música
y no importaban las horas ni el sueño.
Guardo la memoria del desamor
y la abstinencia, el olor del sexo
y las noches iguales,
mientras la música impregnaba dulce
mi tristeza de joven fracasado.
También las avenidas y las calles,
los bares y las fiestas numerosas,
el aviso puntual del alba como un milagro,
la cerveza, los libros y el tabaco,
la vida misma pasajera y frágil.
Un relámpago apenas en la noche,
un instante de luz y de zozobra
y la certeza de un error seguro
como el sabor metálico del tiempo
guardo entre las páginas gastadas
de unos libros viejos que no he leído.

 

 

 

 

EL SOL SE PONE

Todo es más triste ahora,
tus ojos grandes y negros, tus manos
elegantes y diminutas, todo
es dulce y triste como la memoria,
pero estás desnuda a mi lado, viva,
y en tu boca de fruta el reproche
continúa tenaz como una máscara.
Treinta años juntos no es nada apenas,
el brillo de tus ojos,
el último fulgor de la tarde ancha
y cansada, pero se fue la vida
a otra parte, y los muchachos ríen
cogidos de la mano por las calles
que pisamos nosotros
mientras discutíamos sobre nada
para perder las horas del amor.
Se besan por las esquinas, se tocan
avaros de la carne joven que perderán
si no aprovechan la mañana como nosotros
y permiten que los años se vayan
a un lugar desconocido, silentes,
inútiles, porque no cumplieron su deber
de vino y leche, de pan y tormenta
y huyeron los días azules como los nuestros.
Deberíamos advertirles que el sol se pone
y no siempre esplende el alba, no siempre.

 

 

 

 

VEINTE AÑOS

Déjame que te diga, pese a todo,
que hoy eres bella, idéntica al recuerdo,
grácil como el verano interminable.
Que eres la misma y tienes veinte años.

 

 

 

 

OJALÁ

Déjame que te diga en estos pocos versos
que la historia puedo ser diferente,
que habría dado mi brazo izquierdo
para que la memoria fuera otra,
para que el deseo se hubiese cansado
verdaderamente de los amantes,
de su pertinacia y de su dulzura.
Ojalá pudiese cantar yo ahora
la belleza de los días pasados
y la abundancia del amor eterno.

 

 

 

 

FÁCIL

Habría sido muy fácil amarse
en la penumbra de un cuarto a media tarde,
abrazados y desnudos, tan quietos
como la ofrenda a un dios y satisfechos
de que el amor oliera a carne y a sexo
como huele el amor desde el primer día.
Sí. Habría sido tan fácil como un milagro.

 

 

 

García, Pascual. Poemas del desamor verdadero. Murcia; Servicio de publicaciones de la universidad de Murcia – Aula de Poesía, 2019.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (107)

septiembre 12, 2020 Deja un comentario

 

Acaban de llegar a mi biblioteca particular estos tres últimos libros editados gracias al Aula de Poesía de la universidad de Murcia. Gracias, gracias, gracias.

 

POSTALES EN UN CAJÓN DE GALLETAS

 

O LAR

Mi hogar está en tus manos.
Hipotecado,
como todos los hogares del mundo.
Apenas hay grietas que se vean.
Cada esquina de mis últimos diez años
se acopla a tus dedos,
sin fisuras, sin prisas,
como la luz del Panteón a Roma.

Ten cuidado.
No aprietes tan fuerte.

 

 

 

 

CARTOGRAFÍA DEL DESEO

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Ser inútil es lo mejor que se puede ser»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCorinne Maier

Piel y laberinto.
No encontrar la salida.
No querer encontrarla.

 

 

 

 

PARTE DE GUERRA

Después del parte de guerra,
de las víctimas civiles,
del fuego amigo y el caos
en los mercados de Bagdad,
en las callejas de Faluya,
en los hospitales de Hama,
miramos, la mayoría atentos,
las noticias que trae la chica
del tiempo.
xxxxxxxxxxxEste fin de semana,
en el que entra la primavera,
aún hará demasiado frío, o eso dicen,
para tumbarse al sol en nuestras playas.

 

 

 

 

LEYENDO A DU FU

Las guerras no hacen olvidar al tallo
que ha de florecer en primavera,
ni cambian con sus obuses el curso de los ríos,
ni retienen al Sol en Oriente,
aun si le apuntaran directamente a la nuca.
Solo atañe a los hombres,
solo a los hombres destruye.
Y, sin embargo, parece que hayamos sido paridos
exclusivamente para enfrentarnos.
A pesar de lo que nos dice el tallo,
a pesar de lo que nos susurra el río,
a pesar de que el sol calentará la tierra.
Aun cuando no estemos luchando,
aun cuando ya no estemos
y nadie responda a la palabra «nosotros».

 

 

 

 

MADRUGADA

Escribir sobre cine.
Agua con gas, calor, pocas ideas,
algo de música. Pongamos
Belle and Sebastian, Cat Power.
Auriculares conectados al portátil.
Qué buen invento este en su conjunto,
para no escucharte mientras lloras
a solas en nuestra habitación
por lo mal que hoy se nos dieron
las vicisitudes y el amor.

 

 

 

 

LA OPCIÓN DEL CENTRIFUGADO

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Lo terrible no es ni siquiera el dolor»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJavier Egea

La lavadora me pide la opción del centrifugado.
Es solo apretar un botón.
Solo
apretar un botón.

A ochocientos kilómetros de donde desdoblo calcetines
como si resolviera ecuaciones,
mi abuelo se debate entre la nada y el ser
en la habitación de escarcha de un quirófano de invierno.

Su vida, ahora mismo,
según nos confirman los médicos,
depende de apretar un botón.
Solo
de apretar un botón.

Desde lo más profundo de la incertidumbre
busco en las vueltas que da la ropa
las respuestas que sé que no están en ninguna parte.

 

 

 

 

CICATRICES A LAS SEIS DE LA MAÑANA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Nadie es bueno ni bello a las seis de la mañana»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCristina Morano

Las cicatrices más difíciles de olvidar
son las que recibiste a las seis de la mañana.
Aquellos residuos de las almas
que otras vidas alojaron en tu boca,
compartiendo tu sofá, tu café, tus facturas.
Compartiendo el humo,
que se impregna a las almohadas.
El humo, que todo lo traspasa.
El humo,
que permanece en los espejos,
que permanece en los crucigramas,
que permanece en los jeroglíficos
que nunca sabremos resolver.

 

 

 

 

LA LLUVIA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Vivir la vida fue tantalizar»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAurora Luque

Mira la lluvia
con un silencio febril.
En ella contempla
todas las vidas
que yo no pude darle.

 

 

 

Gómez Espada, Ángel Manuel. Postales en un cajón de galletas. Murcia; Servicio de publicaciones de la universidad de Murcia – Aula de Poesía, 2019.

 

DIARIO DE LAS BESTIAS BLANCAS

 

EL VIEJO MITO DEL AMANECER

Mientras las cosas giran y yo arrugo las sábanas
amanece en algún desierto.
Amanece sólo para las aves
para el innumerable murmullo de sus alas
y el negro de sus ojos,
el reposo de un lago desbordándose.
Aquí en mi apartamento suena el despertador
y en la cocina esperando el café
oigo vaciarse la cisterna de mi vecino.
Cae el torrente de agua, queda inaugurado el día
y el sentido del tiempo,
que pese a todo siempre tiende al círculo.
Me asomo a la ventana.
El aire está vacío y envasado, y lleno
como si se hubieran marchado todos los pájaros.
Las farolas siguen encendidas contra el alba.
Miro mi reloj: en unos minutos
estaré ahí abajo, respirando ese aire,
conduciendo sin ver el horizonte.
Escuchando noticias en la radio.
Dando nombre a los días y número a las horas.

 

 

 

 

PSICOSIS

Bajo la ducha el mundo es un estruendo.
Detrás de la cortina, dentro de los párpados,
sin un solo reflejo ni una sombra,
una inmensa luz negra como el vértigo.
Un estruendo sobre un cuerpo desnudo
con los pies pegados a una tierra de mayor gravedad
y sin embargo cayendo.
Debe haber un cielo intenta pensar y nada
oye, tampoco ninguna música de
ninguna esfera salvo el torrente desatado
también, que no tiene imagen ni está conectado
y no tiene hogar ni descanso salvo el ruido y la furia
y a lo único que podría parecerse pero
tampoco es a un loco huérfano
y el único reflejo sería el de su cuchillo.

 

 

 

 

ROTHKO

Y a pesar de todo aún amamos a los suicidas
que tanto aman a lo otro
y lo pintan en paisajes de nada
que miramos desde un sofá
con ganas, todavía, de llorar
erróneamente, por el yo muerto.
Y a pesar de todo aún nos parecen hermosos los acantilados
en cuyo fondo el mar parece una fotografía a cámara lenta
y dirigimos nuestros coches hacia ellos los fines de semana.
Y a pesar de todo aún sentimos vértigo frente al significado del abismo
cuando no pensamos en nada más,
cuando la tele está apagada y el mundo calla ante nosotros
negro sobre azul.

 

 

 

 

DESAYUNO CON DIAMANTES Y FRESAS SALVAJES

Todas las mujeres que he conocido
añoraban con lágrimas su infancia
y así regaban, por goteo, como Apolo a Dafne,
ese perdido paraíso que por fin empezaba a serlo.
Mientras, yo miraba el televisor.
Hoy, mi pantalla está llena de niños.
Qué película extraña la memoria:
el único argumento es un pronombre.
Ese que está sentado en el patio de una casa
que ya no es la mía debe ser Yo
y no tiene rostro ni extremidades
ni un cuerpo que se tumbe en un sofá.
Tiene una raqueta y tiene un muro
una pared muy alta y amarilla
que siempre devolvía el peso de la pelota.
Nunca he llorado por ese sonido.
Nunca lloré por el eco lejano y cercano
que llenaba el patio a todas horas.
Por eso tengo un paraíso-desierto
y un sofá, un cuerpo, un mando y la distancia,
y por eso, mientras llorabas,
yo miraba la tele
y mi mano, rítmicamente, acariciaba tu pelo
que olía, según los cánones del género,
como el de Audrey Hepburn cantando Moonriver
(desde entonces es el hilo musical
de la sala de espera de un extraño paraíso).

 

 

 

 

TORMENTA

Hoy la tormenta ha pasado sobre la ciudad
buscando los cadáveres de sus hijos.
Las bombillas responden en código morse:
la electricidad también tiene sus raíces.
En el sofá, yo acariciaba mi propio brazo
y veía iluminarse pedazos de una tierra desierta
revelados en mi ventana.
Veía, un solo instante,
el cielo como una inmensa caverna;
solo un instante, sin llegar a ver su fondo
en la breve luz del relámpago.

Mientras subía el volumen de la tele
pensé en la piedad de lo fugaz,
en su generosa manera de mostrarnos y ocultarnos
ese infierno eterno de una sola galería
habitado por este profundo eco
al que alguien convino en llamar silencio.
Y pensé también en la caricia de la forma
en todos los finales de películas,
en todos esos perfectos desenlaces
que nos atan todavía al paraíso
en el que el silencio es solo una pausa en el guión.

 

 

 

 

DESAYUNO CON TIGRETÓN Y PANTERA ROSA

xxxxxxxxxxxPuestos a ser, ¿por qué no una pantera rosa?
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDeleuze

Mientras en las demás cadenas el telediario de la mañana
sigue girando hasta hacernos aparecer en él
correctamente vestidos, peinados y despiertos,
en otra cadena la pantera rosa corta el césped de su jardín;
encuentra un pequeño arbusto
le molesta
lo corta
y entonces se cae todo.
Desaparecen el horizonte y la pantera aferrada a sus tijeras,
mirando fijamente a la cámara.
Arriba queda el trozo de arbusto que sostenía al mundo.

Despeinado por la caída y con un zumbido en los oídos
sigo viéndolo:
se hace cada vez más pequeño
sus hojas parecen agitar una despedida.

Empezamos bien el día.
Despierta el tigre que hay en ti.

 

 

 

 

NOT DARK YET

Por otro lado, la palabra Pérdida
sigue estando asociada
a inmensos campos lejanos y crepusculares
de hierba nadando dentro del viento,
fotografiada por Tarkovski.
Aunque lo que hoy le falta y ahora piensa
que le ha faltado siempre,
lo busca con el mando a distancia
o en el ritmo hipnótico de los limpiaparabrisas,
en el sonido del ascensor escuchado desde el sofá
y el anuncio de Audi
con aquella canción en que Bob Dylan
dice que su alma se está convirtiendo en acero.

 

 

 

 

EL DESIERTO ROJO

A veces es la muerte quien ocupa el Pronombre,
el ojo de la cámara.
Como esta tarde mientras volvía a casa
mis zapatos negros, la acera roja
y mi respiración sonaba como cansada
como si hablara con algo oscuro y extrañamente atmosférico.
Aprende a dibujar una serpiente
y escucha el viento entre los coches entre las piernas
entra en el ascensor no mires atrás
cualquier viaje es eterno
y está lleno de bestias blancas, de rostros, de nombres,
de árboles y papeles girando
de fábricas abandonadas y un cielo en blanco y negro
con una densa capa de silencio que nunca se resuelve en lluvia.
Luego el telediario recuerda al mundo
que esta noche se atrasan los relojes
y que hay grandes retenciones en el valle de las sombras.

 

 

 

 

PERSISTENCIA RETINIANA

Ahora salgo del cine.
Ahí estuve a oscuras frente a una inmensa imagen proyectada
desde un mundo inexistente pero todavía pegado a mis ojos
y a los del resto de espectadores que salen a mi lado.
Camino hacia la parada del autobús, miro pasar los coches.
Miro fijamente las caras de las personas con las que me cruzo.
Qué pasaría si un día nuestra retina fuera perfecta
y en la pantalla la fluida sonrisa que Audrey Hepburn dedicaba al infinito
se fragmentara en una serie de fotografías congeladas:
la fría imagen sobre el continuo de la oscuridad,
interrumpida 24 veces/segundo por un rostro inmóvil y gigante.
Icebergs flotando en un mar negro y sin límites.
Quedan tres calles para mi parada.
Acabamos de pasar el Mac Donald’s.
Dentro de poco estaré sobre mi sofá y frente a mi televisor.
Ahora mi rostro está en el vidrio
proyectando débilmente sobre la oscuridad del túnel:
tiembla como si estuviera hecho de agua, de noche.

 

 

 

 

LOCUS AMENUS-BARRIUS SÉSAMUS

Aquí la tarde cae como una araña.
Las chicharras y los ciclomotores intentan entenderse en vano
bajo un viento que arrastra niños, mochilas y gritos.
La programación infantil inyecta su psicosis a través de la tele:
un monstruo azul crea las coordenadas espaciales
ahora está arriba ahora está abajo, arriba, abajo, arriba, abajo.
Un emisor y millones de receptores ante el mismo mensaje,
arriba, abajo, están dentro de la tarde y las meriendas.
El mundo vuelve a nacer cada segundo.
Yo estoy tumbado encima del sofá
y sin embargo cayendo como una pantera rosa.
Yo estoy dentro de la tarde y su música estridente
y llena de alegría, payaso multicolor.
Un monstruo rojo en algún lugar tras los cristales
destruye las coordenadas espaciales:
yo estoy fuera de la tarde y su burbuja
y también estoy dentro de la tarde y sus mensajes
dentro, fuera, dentro, fuera.
Alguien llama a dios con su claxon una y otra vez implorando
en el altar de la Felicidad inaccesible como toda divinidad.
Hay un helicóptero en mi cabeza,
millones de emisores y un solo receptor, yo,
estoy dentro de todos los mensajes
estoy fuera de todos los mensajes
estoy dentro del silencio,
el mensaje de ningún emisor,
el código circular: la sangre dando una vuelta más
en mi sistema circulatorio.

 

 

 

 

VUELTA A CASA

Conduzco de noche de vuelta a la ciudad.
Atravieso la oscuridad, el informe animal inmenso
que habita estos espacios indefinidos entre los núcleos urbanos
y ahora frota sus espaldas contra los faros.
Conduzco como un borracho aunque no he bebido nada.
Pero la noche es densa y ligera como la niebla del alcohol,
y este cansancio de ir a llegar a mi casa y a mis muebles
es un estado de la materia desconocido por la física.
Vengo de ver los acantilados porque ha sido domingo
(ahora ya no es nada) y vengo de ver mi colilla cayendo
como si no pesara,
en un espacio vertical más ligero que el del cenicero
o el que hay entre mi mano y el suelo.
Vengo de los acantilados donde finjo tener un alma como la de las películas.
Y hay coches que me adelantan que también vienen de allí,
y que han fingido un alma como la mía.
Estoy demasiado cansado hasta para poner música.
Lo que hoy escucho es el rozamiento de los neumáticos contra el asfalto
y el continuo impacto del volumen de mi coche contra lo oscuro,
y el cansancio es también una forma de parálisis
provocada por esta música infinita de la materia.

Dentro de veinticinco minutos estaré guardando el coche
en el garaje,
y mientras suba en el ascensor pensaré en el despertador a las siete
y pensaré en mí mismo con un café delante de la tele.
Pero ahora conduzco sin conducir y la oscuridad, estado líquido de la luz,
se cierra sobre sí misma al paso de mi coche y sus débiles faros
y me siento abandonado como un cristal que nada transparenta.
Dentro de veinte minutos estaré entrando en mi apartamento
y seguiré estando apartado como ahora pero más quieto,
de una forma paradójica porque todo seguirá girando,
hasta que llegado cierto punto del giro
la mano contraria a la que sostendrá un café, encenderá la tele.
El telediario del lunes se tomará a sí mismo más en serio
y querrá dar la impresión de que algo empieza.
Como si algo hubiera sido interrumpido,
como si hubiéramos disfrutado de un merecido descanso.

 

 

 

Sánchez Aguilar, Diego. Diario de las bestias blancas. Murcia; Univ. de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2008.

 

LA PUERTA FALSA

F.O.D.

 

 

BIENAVENTURADO

Bienaventurado el que elige un dios
Y ante él se reclina,
Porque es verdad su fe
Y también son verdad sus oraciones
E incluso sus obras.
Aunque sembramos luz
Cosechamos tinieblas;
Pisamos la tierra
Pero somos tiempo.
Todo está escrito, pero Todo se borra.

 

 

 

 

EL ROSTRO

Es casi seguro que el rostro
No es el espejo del alma.
Sin embargo, hay rostros como enigmas,
Otros como respuestas.
Que los que han de venir busquen
Entre los escombros de nuestras calles.

 

 

 

POEMA URBANO

El día, viejo bandolero
Agazapado entre las breñas,
Tras darme el alto,
Me dispara su carga de prejuicios,
Me vende todo lo que no quiero.
Más tarde en la calle lo descubro
Disfrazado de hombre honesto
Que acude a su trabajo
O lleva sus hijos al colegio.
¿Cómo voy a decirle
que es un asesino?
Sería atentar contra
Su dignidad de ciudadano.
Así, aunque sabe
Que lo he descubierto,
Provocativo, me desprecia.
Exige su sitio, toma asiento,
Y desde allí contempla el mundo
Como un inocente.

 

 

 

Martínez Valero, José Luis. La puerta falsa. Murcia; Servicio de publicaciones de la universidad de Murcia – Aula de poesía, 2002.

 

ÉPICA DEL NAUFRAGIO

La mirada desnuda

 

 

Y LLAMASTE A LA MUERTE PARA VER SUS OJOS

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Cesare Pavese

Todo lo envuelve el aire de la noche dormida,
mientras sólo un susurro se hace leve al silencio,
porque deseas que las palabras nombren el sueño,
que constante reaparece en su enigma soñado.

Todo lo envuelve el gesto que persiste
xxxxxen la mañana honda y herida del alma.

Construyes un andar que niegan tus pasos,
como luchando contra el viento furioso,
o como si cayeras en medio de un océano
de perpetuos oleajes.

Derribas
xsxxxxxxxinmune
xxsxxxxxxxxxxxxxxel gesto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdel dolor.

[El amanecer nunca fue un consuelo,
los años solitarios, lo sabes,
harán del verso fuego naciente
para el que, entregado,
aguarde a sumergirse en su agonía.

Si estás cerca del lenguaje secreto
de los altos jardines vidriados,
permíteme, ángel ausente,
descender al valle solitario
de las almas cautivas.]

Derribas inmune el gesto del dolor.
Seduces el candor de lo perdido
y anhelas que el instante perviva.
Sólo el olvido te conduce a la verdad,
y sabes que la muerte vendrá aunque tú no la invoques.
Será de nuevo la imagen de unos ojos mudos y dolientes.
Tus propios ojos, tu única verdad aprisionada.

Todo lo envuelve el gesto que persiste,
en la mañana honda y herida del alma.

 

 

 

 

SONATA DE LO INCIERTO

Los años pasaron entonces
lejos del recuerdo.

Sonríe en la fotografía
otro que no soy yo,
y me detengo absorto
contemplando aquel paisaje
ya abrasado por el tiempo.

Nada queda de esos días,
del mirar eterno hacia
el horizonte,
hallando caminos vírgenes
que mi mirada exploraba,
bajo el destello
de una inocencia enfurecida.

No reconoce su pasado
aquel hombre que fue niño,
aquel poeta callado que aprendió
a dialogar con las sombras
y a habitar los jardines difuntos
de su propia memoria.

Porque todo instante es la presencia
de lo definitivo, sé ahora cuantas conquistas
han de sumarse a lo perdido.

El niño que juega en las alamedas
no sabe que soy yo quien le escribe.

Aunque ahora me mira, me tiende su mano,
pero su rostro,
ya ha desaparecido.

 

 

 

 

ROMA, ALGUIEN HA SOÑADO

Vislumbra el desaliento la noche soñada,
xxxxxuna borrosa voluntad que me arroje
xxxxxla memoria. Duerme el silencio
xxxxxpero no el rostro que perfila.

Quién cifra o conjura este proemio inalterable
xxxxxque ya nombra el desenlace, arrojando
xxxxxel tiempo rescatado. En Roma, alguien
xxxxxha soñado. Y sabes del recuerdo, y preguntas
xxxxxentregado, ya al albur cabal del desvelo.

Cielo nublado, de todos los colores,
xxxxxen Roma, vieron pasar un instante,
xxxxxy cruzó la eternidad su mirada,
xxxxxalguien o algunos que ahora, sueñan
xxxxxcon soñarlo.

Ante el eco de una fotografía, temblorosos,
xxxxxresuena la materia varada, y ya no
xxxxxesperan nada. Nada que disipe
xxxxxel cielo nublado, que sienten,
xxxxxsin volver a mirarlo.

En Roma, alguien ha soñado, y ahora,
xxxxxxxxxxsueñan con soñarlo.

 

 

 

 

LA ARMONÍA INALCANZABLE

EL TIEMPO PARECE CONSUMAR SU ANHELADA RETENSIÓN
en Ponte Vecchio. Acaso el tránsito oscilante
xxxxxxxxxxxxxxxxrecupera un hondo pasado que albergó su vertical
xxxxxxxxxxxxxxxxsimetría eternizada. Entre alhajas y orfebres medievales,
xxxxxxxxxxxxxxxxentre artesanos y aprendices fieles del oficio que aún
xxxxxxxxxxxxxxxxpredican algunos casanovas tardíos, entre lluvias devastadoras
xxxxxxxxxxxxxxxxy guerras que precisan de los años para asumir su yacente
xxxxxxxxxxxxxxxxpersistencia, entre silencios, tal vez, entre duelos infundados
xxxxxxxxxxxxxxxxque baten el amor de una dama predestinada a llorar la pasión
xxxxxxxxxxxxxxxxde rostros sombríos que ahora no deben recordarse. En fin,
xxxxxxxxxxxxxxxxentre la soledad del naufragio y el agua que lo inunda.
xxxxxxxxxxxxxxxxEl agua, que es el tiempo sumergido y el que proclama sumergirnos.
xxxxxxxxxxxxxxxxEl agua, que sigue su curso, constante e incontenible en sí misma.

LA VIDA QUE PERSIGUES AVANZA CON EL AGUA
Inabordable, abrupta, insistente: como el Arno, su vasta y caudalosa historia. Su tenaz
remembranza que salpica exigente, un tiempo para el recuerdo.
Y aquí estamos, perpetrando
párrafos inertes, ilustrando enciclopedias y alisando la memoria en las imprentas.
Asignando proporción, ritmo, geografía… en fárragos y anhelos desmedidos.
Qué cruel destino, el refugio en fantasías capituladas
y nombres ansiosamente enardecidos.
Qué cruel destino, el del arte: encadenado al azar y a la presunta inmortalidad.
El puente que ordena y ubica el tiempo, mientras lo cruzamos, confiados,
sin presentir, que la materia se rinde en su desdicha de combatir, con afán de gloria,
un orbe inexpugnable.
Qué cruel destino. El del abordar el tiempo, desde el Ponte Vecchio.

 

 

 

Martínez Sánchez, José Manuel. Épica del naufragio. Murcia; Servicio de publicaciones de la universidad de Murcia – Aula de Poesía, 2003.

 

NECEDARIUS, VICEVERSAS, ETC.

Necedarius, viceversas, etc.

 

 

1.

Una moneda al viento
Es fe
xxxxxSuperstición

Mas decantado el vértigo que oficia

 

 

 

1.12

Hay ganas de quedarse
César
xxxxxxPlantado en este verso

Cual vallejo

 

 

 

1.21

Autopoetas
De
La
Autoexperiencia

Ah umbilical misterio
Ah melindrosa proeza
Ah mistérica diarrea

 

 

 

2.

El arte es compromiso y es sigilo

 

 

 

2.3

Ebria adolescencia
Hecha añicos
A ras de la promesa

En tu ovación de antaño
Como el eco
Persisto

 

 

 

3.211

Del naufragio perfecto
Que procuras
Búscame entre los restos

 

 

 

3.212

Rumbo a dónde
xxxxxxxxxxxxxxxPreguntas
Y te respondes

xxxBrújula y norte

 

 

 

3.2121

Porque me ahoga
El mar
xxxxxxxPresentimiento
Nado al fui
Desde el soy

 

 

 

3.311

Acaparo del beso su pereza

 

 

 

3.42

Como un balcón
Tu espalda

 

 

 

López Martínez, Pedro. Necedarius, Viceversas, etc. Murcia; Servicio de publicaciones de la universidad de Murcia – Aula de poesía, 1999.

 

LOS NOMBRES DEL ENEMIGO (II)

Los nombres del enemigo (II)

 

En el año 2000, el Aula de Poesía de la universidad de Murcia volvía a sacar a la calle ‘Los nombres del enemigo’ de Andrés García Cerdán en una edición corregida y aumentada. De esa edición dejo hoy aquí un par de poemas.

 

OSCAR WILDE

He encontrado un caballo de madera y un libro en
el cuarto tratero. Mientras leía, iban muriendo las
princesas. Las princesas que no morían se
convertían en mariposas y llenaban el aire de alas
amarillas, rozaban las cortinas de la ventana, les
hacían cosquillas a los sapos del cuento. Los sapos
abrían la boca, enseñaban su lengua sucia. Las
princesas muertas y los sapos eran negros.

Cuando los Grandes empujaron la puerta, los
cazadores de mariposas corrían rabiosos tras la
última princesa. Yo le dejé mi caballo de madera
para huir.

 

 

 

EXPRESO

Hermano,
si me muerdes y te escondes en los templos,
prometo darte un álbum del mesías
con las manos manchadas;
prometo darte siete ríos
de un sueño que he dejado en la nevera
con la amenaza de nunca
de los hombres que tienen frío.
Si me abrazas
y sabes lo que hoy te necesito,
haré de esparto las cunetas de mis dientes
para que sepas el dolor que tengo encima
desde el verano de hace dos otoños,
y hervirá la sangre verde de un buitre
para que huela a jachís nuestro milagro definitivamente,
para que crezca en tu nombre la primavera.
Vamos a ser, hermano, si me quieres,
un trozo de tarta de ciruelas
con promesa de respirar el aire,
con silencio de buscarnos en el suicidio
y en el alma hasta que amanezca,
hasta que el beso del enemigo
sea el truco de alguna broma estúpida.

 

MAÑANA: DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA

Mañana, con motivo del Día Mundial de la Poesía, habrá posibilidad de inundarse de versos durante todo el día ya que el Museo Ramón Gaya ha organizado para este año un Homenaje a Francisco Sánchez Bautista durante todo el día con motivo de semejante celebración.

 

Museo Ramón Gaya - Francisco Sánchez Bautista

 

Y aquí tienen un poema de este histórico poeta murciano:

 

TIERRAS DE ESPAÑA

Tierras de España: campos
yermos donde la vida se soporta
a duras penas.
xxxxxxxxxxxxxTierras
para morir o vegetar, os nombra
mi voz, y me llegáis quemando, ardiendo,
llagándome la boca.

Desde la agricultura me lamento,
desde estas tierras hoscas
donde no pocas veces
cualquier empresa toma
cuerpo en el desaliento,
proporciones ruinosas.

Desde este estado, apilo,
amontono y recuento las muy pocas
ventajas que al quedarnos
la tierra nos reporta.

Arrieros de Totana,
alfareros de Lorca
y Aledo; pañeros, curanderos
de Fortuna; caminantes de todas
las provincias más pobres de la patria;
digo, hombres que abandonan
la tierra: viñadores
de Jumilla, Yecla, Pinoso, forman
filas en la frontera.
xxxxxxxxxxxxxxxxxNunca el campo
tuvo menos puertas que ahora.
Hagámoslo habitable,
rentable.
xxxxxxxx¡Patria hermosa,
aventurada siempre en los caminos
y tan desventuradamente sola!

Campesino de España,
cómo añoras  tu sol y cómo añoras
tu casa, tus vecinos,
tu lengua, llana y monda,
todo esto que da vida, que es aliento,
que al más triste recobra.

Yo me pregunto: ¿adónde
iremos todos a parar; qué hora
fatal nos campanea;
quién empuja esta ola
de campesinos colectivamente
y casi ciegamente arrolladora?

¿Rescataremos estos campos
que poco a poco se abandonan?

El canto de sirena
de América y de Europa
arrastra a nuestros hombres de la gleba,
a nuestra dura gente bregadora.

Pueblecitos enteros que se han vendido.
Decidme, ¿quién los compra?
El desarraigo empieza.
¿Quién plantará el maíz o las cebollas
y el árbol en su sitio
para futuras sombras?

¡Velad por nuestros pueblos!
Curadlos de resabios.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxLlagas hondas
les duelen desde siempre.
(Oh, no; no es demagogia).

Salid de las ciudades
los que hacéis de las letras una forma
evasiva, y hablar sobre el terreno
caminando la hermosa
y ancha geografía de la patria
tan soleada y tan sola,
y sentiréis conmigo
una tristeza honda
y un deseo infinito
de que mejoren éstas y otras cosas.

(No es demagogia, oh, no, que es la más pura
verdad desoladora).

 

 

 

 

Pero es que a las 21:30 podremos disfrutar de una nueva entrega del ciclo ‘Desdoblando‘ organizado por el Aula de Poesía de la Universidad de Murcia, dirigido por Isabelle García Molina, y en el que esta noche participarán Manuel Pujante y Ángel Paniagua.

 

Manuel Pujante

 

Ángel Paniagua

 

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