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ROCK DE PUEBLO
Hoy que es el cumpleaños de Lichis, uno de los músicos esenciales de los últimos lustros en este país, quiero dejar aquí una de las últimas joyas que ha salido de sus manos en el proyecto con el que está (¿estaba? ¿estará?) girando por España junto a Rubén Pozo: ‘Rock de pueblo’. Disfruten.
ROCK DE PUEBLO
Vive y deja vivir, limón
No busques oro en el cajón
De los descartes
He robado las llaves de prisión
He dejado encendido el motor
Ha salido el sol y es viernes
Para siempre.
Todo es tan trascendental
Tan abisal, tan críptico
Nunca nos aceptarán como a uno más de los suyos
Todos buscan dejar su sello
Y está bien
McEnroe aún rompe raquetas en torneos de exhibición
Vive y deja vivir.
Rock de pueblo
Sincero, furioso, torpe, calimochero
Con algo que contar
Con pelos en los huevos
Que nunca morirá
Que siempre ha estado aquí
Que aún corre por mis venas
Y lo niego
Rock de pueblo
Es una cárcel mayor lo que hay
Entre las rejas y el sol
Lo de en medio
Pero puedo dejar de pensar en ello
Es mentira, me tiré un farol
Asalta una vieja canción
Mi mente
Y tarareo
Rock de pueblo…
Dar amor, pan y cobijo a tus hijos
Seguir siendo tú mismo
Sin ocasionar excesivos daños colaterales
Y si fuera necesario recurrir
Con inteligencia
A aquello que te ayude
A llevarlo mejor
Todo está bien
Todo está bien
Rock de pueblo.
EL POEMA DE BABEL
EL POEMA DE BABEL
xxxxxVIII
Hoy, el rostro de la roca intenta embellecerse.
Hoy, he oído al sol dirigirse a un niño.
Hoy, he visto mi camino en los pasos de un vagabundo.
xxxxxxx¿Entraré en…?
xxxxxxx¿Saldré de…?
Hoy, preparo mi memoria para el degüello,
xxxxxxxme siento como un niño.
¡Deja, Babel,
xxxxxxxde invadir sin ojos las ciudades de luz!
¡Deja de avanzar hacia el deseo
xxxxxxen un cráneo o en una espada!
¡Deja de cortar las cabezas
xxxxxxxpara cicatrizar las heridas!
x
Babel se levanta.
xxxxxxxHemos venido, Babel, para dar al sabio en ti
xxxxxxxla memoria del loco,
xxxxxxxdirigirte sin reyes ni guardias
xxxxxxxcomo una lengua de los orígenes,
xxxxxxxcomo un grano de polvo de la génesis.
Babel, hemos venido
xxxxxxxa construir otro reino.
xxxxxxxHemos venido a declarar
xxxxxxxque la poesía es certeza,
xxxxxxxque la transgresión es orden.
He aquí una estrella que brilla
xxxxxxxentre nuestros tobillos,
xxxxxxxconfiando en el infierno de nuestros pasos,
xxxxxxxen un espacio que se multiplica
xxxxxxxen nuestras gargantas.
x
He cantado, canto
xxxxxxxel cuerpo de la Historia, los pájaros de los tiempos ocultos.
He permitido a mi lengua todas las ascensiones,
he permitido a todas las mañanas revestir mi rostro,
xxxxxxxrenegarme.
¿Tiene la Historia un camino
fuera del sangrar de un pulmón maldito?
¿Tiene la tierra un libro
que no haya escrito la lengua de la locura?
Adonis. Sombra para el deseo del sol. Madrid; Ed. Vaso roto, 2012.
REFUGIO
Hace unas semanas salía a la luz lo nuevo de Carlos Chaouen, que lleva por título ‘Refugio’ y que es un disco que crece a cada escucha. ‘Hambre y sed’, ‘Un millón de soles’ y ‘Divina-mente’ deberían convertirse en clásicos de su repertorio.
Disfrútenlo.
TODAS LAS BATALLAS PERDIDAS
LA SOLEDAD DE GARFIO
El día en que Peter Pan
abandonó para siempre
el País de Nunca Jamás,
el capitán James Hook
se convirtió en un pirata
triste, viejo y solo.
No tardó demasiado
en morir de pena
en su camarote
del Jolly Roger…
Solo Campanilla
—¡quién lo iba a decir!—
estuvo a su lado.
ANGELI DEL FANGO
La noche del 3 al 4
de noviembre de 1966
comenzó a llover copiosamente
sobre Florencia.
En pocas horas, el Arno
se desbordó e inundó
la ciudad
de barro, lodo y cieno.
En el Duomo,
el agua alcanzó una altura
de seis metros;
cuatro en los claustros
de Santa Maria Novella
y los Ognissanti;
las puertas de bronce
del Baptisterio fueron arrancadas.
La riada dañó
—según la UNESCO—
más de mil obras de arte
(321 tablas,
413 lienzos,
11 ciclos de frescos,
70 frescos independientes,
14 grupos escultóricos,
144 esculturas…),
sin contar los libros raros
y manusccritos
de la Biblioteca Nazionale
—700.000—,
ubicada en la ribera del río.
Cientos de estudiantes acudieron
de todos los lugares del mundo
en auxilio de Florencia.
Pasaban los días sumergidos
en aguas pútridas,
a la luz de las velas,
rescatando los fondos bibliográficos
de la maltrecha Biblioteca,
engullida por el aluvión
virulento del Arno.
Para la ciudad,
aquellos jóvenes de entonces
representaban la esperanza;
la Historia les ha dado un nombre
que hoy repetiré de nuevo:
«Ángeles de barro».
POEMA PERDIDO
Hoy he perdido un poema.
Recuerdo haberlo escrito
hace algunos meses,
tras ver una película
que me emocionó,
lo que cada vez
ocurre menos.
Era un buen poema,
hablaba del Sur,
de la vida,
de la muerte,
de la juventud,
de lo que perdemos…
No sé,
quizás fuera este
el poema
que hubiera querido
escribir
y aquel otro
un falso recuerdo
de esos que inventamos
para tener un refugio,
un paraíso,
para ser felices.
EL ÚLTIMO LIBRO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara D. Jesús Jaén Jaro, in memoriam.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTriste ornato carnal, tiempo de los venenos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxotra vez soy mi propio contendiente
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy he leído todos los libros.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJ. M. Caballero Bonald
Recorro con la mirada
los estantes
de mi antigua biblioteca
y me pregunto:
¿cuál será el elegido?,
¿qué libro no acabaré de leer
jamás?
Y él espera, agazapado,
paciente,
el momento en que
sus páginas
me verán
morir.
Juan Penalva, Joaquín. Todas las batallas perdidas. Madrid; Ed. Huerga & Fierro, 2019.
CRONOLOGÍA DE TARKOVSKI
LOS CUATRO SUEÑOS DE IVÁN
La infancia de Iván
duerme entre las hojas
caídas,
en el silencio
de un bosque
de abedules
que contempla triste
cuanto ocurre
a las orillas
del Dniéper.
Hay niños en todas
las batallas:
en las trincheras,
en los hospitales,
en las fábricas
de Leningrado
y Kirov…
en las fosas comunes.
Ayer jugaban en las playas,
hoy se arrastran por el fango;
antes se divertían en los parques,
ahora palidecen
en los campos de refugiados…
muchos ni siquiera
recuerdan
el último día de paz,
cuando sus progenitores
les protegían la infancia
y les alimentaban los sueños.
¿Qué fue de Lionia Shirokov
y de Volodia Bazharov?
¿Dónde están Kolia Goishik
y Vitia Petrov?
¿A cuántos heridos
vio morir Lina Orlova?
¿Bajo qué tierra están
enterrados Sasha Kotov
y Kostia Pchelko?
¿Cuántas noches sin sueño
para Giorgi Artemenkov
y Kolodia Shipovalov?
¿En qué cajón olvidado
guardan sus medallas
Igor Mijailov
y Mijail Andreyev?
Al partir,
Kolia le dijo a su madre:
«Volveré, y, si muero,
así es la guerra».
Su único equipaje fue
la tristeza y el recuerdo;
algunos afortunados pudieron
llevar consigo la vida,
pero todos se dejaron
la inocencia
al inicio del camino.
DOCTOR KELVIN
Regresas de la muerte
pero ya no eres tú;
abandonas el mundo
de las sombras
convertida en una de ellas,
vestida con tus despojos…
sombras al cabo.
Ahora ya conoces
la verdad,
no eres la mujer
que amé un día,
eres solo un reflejo,
una parte,
una escoria
de mis recuerdos
tuyos.
Ya no te llamas Hari;
ahora,
tu nombre es Solaris.
Y, sin embargo,
¿por qué te sigo amando?,
¿por qué me recuerdas
tanto a ella?
LA ZONA PROHIBIDA
Nadie conoce su nombre;
hubo algunos antes que él;
quizás después vendrán otros.
Su destino quedó atado
para siempre
a la Zona,
el único lugar
donde un stalker
preside la marcha,
guía a los viajeros,
conoce las trampas…
Todos buscamos la verdad,
en parajes lejanos,
en mundos perdidos,
en civilizaciones olvidadas,
en libros antiguos…
La Zona era el mayor
de los milagros…
y el mayor de los peligros,
una tierra sin Dios
donde el cazador acecha
y los peregrinos encuentran
la auténtica verdad,
aquella que nunca
podrán descubrir.
La Zona es el paraíso,
lugar sagrado,
y, a un tiempo mismo,
infierno,
lugar maldito.
Solo los más intrépidos stalkers
se atreven a violar el precinto
y a sortear los obstáculos.
Ya no hay vida humana
en la Zona.
Los raíles oxidados
se internan
en un paisaje apocalíptico,
hecho de
silencio,
soledad,
destrucción.
Todo empezó
hace veinte años:
el pueblo fue destruido,
la gente desaparecía…
el gobierno envió al ejército,
pero los soldados
nunca regresaron.
La Zona es el lugar
donde se cumplen
los deseos,
sí, todos los deseos,
incluso los más recónditos
y secretos…,
sobre todo esos,
aquellos que no creíamos tener.
La Zona cambia,
se reinicia
con cada visitante,
se moldea a su imagen
y semejanza,
deja entrever el estado
de ánimo
de quien la profana.
Allí, cada cual encuentra
lo que lleva dentro.
Bienvenidos a la Zona,
yo seré su stalker;
por favor, no se alejen,
manténganse siempre juntos,
no toquen nada
y recuerden que es este
un lugar complejo
lleno de trampas;
todo cuanto ocurre
de ustedes depende.
Cuando crucemos
esta región devastada
de ríos putrefactos,
edificios abandonados,
túneles sombríos,
cuevas inhóspitas
y casas en ruinas…
llegaremos al cuarto,
y allí obtendrán
lo que desean,
aunque no de inmediato.
Recuerden, este es el último
refugio para quien ha perdido
la esperanza,
pero han de tener fe.
Y, sobre todo,
lleven cuidado
con lo que desean,
porque —no les quepa
la menor duda—
lo obtendrán.
Juan Penalva, Joaquín. Cronología de Tarkovski. Madrid; Ed. Huerga & Fierro, 2018.
UN ÁRBOL EN OTROS
ROSA DE REUS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEl padre despierta, observa un resplan-
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdor que viene de la habitación vecina, se
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxprecipita hasta allí y encuentra al ancia-
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxno guardián adormecido, y la mortaja y
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel brazo del cadáver querido quemados
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpor una vela que le ha caído encima.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSigmund Freud
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Ángel González de la Fuente
Rosa de Reus, más de ochenta años.
Quizá convenga repetirlo: más de ochenta años.
No he querido saber mucho ni poco de su vida.
Solo sé que su casa estaba en Reus.
No sé en qué trabajó, si trabajó.
No sé si maldormía sola.
(Seguro que a esa edad
otra vez maldormía. Y sola)
¿Por qué no me interesa leer los testimonios de vecinos,
familia, conocidos… si es que los hubo?
Nada va a ser más relevantes: era Rosa de Reus,
ochenta años cumplidos y un cuerpo calcinado.
Se alumbraba con velas.
Era invierno, era el frío.
Perdón, sí que he leído en la noticia
un dato relevante, otro:
La misma compañía eléctrica
promete que este mes no aplicará más cortes.
Escribo esto a años luz.
Ni siquiera recuerdo cómo se encendía una vela.
LUZBELIA POÉTICA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLa razón por la que Milton escribió con grilletes
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxacerca de los ángeles y de Dios, y en libertad
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcuando lo hizo sobre Demonios y sobre el In-
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxfierno, es que era un verdadero Poeta y estaba
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdel lado del Demonio sin saberlo.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxWilliam Blake
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Andrés de la Orden
No, ya es difícil que seamos
esos poetas que soñamos ser.
El que no tiene hijos tiene años
y algunos los tenemos a los dos.
No seremos ni un nombre,
no cantarán ni un verso nuestro.
Nuestros libros son pasto del olvido.
Nadie sabrá qué fuimos y mucho menos quiénes.
Puede que todavía dure un tiempo
(a lo sumo una década, no le aventuro más)
el hechizo de vernos como ángeles sin trono,
ignífugos luzbeles que aguardan su desquite.
Y, mientras nos armamos para aquella batalla,
y maldecimos uno a uno
a todos los que hoy se sientan a la diestra
de antología, premios, festivales
y editoriales que jamás nos llamarán
(huelga aclarar que todos, uno a uno,
corruptos, paniaguados, vendeversos
y resto de improperios que los carga el diablo),
qué coño, nos ponemos otra copa.
Bebemos hoy para olvidar
que somos ya lo que seremos.
Bebemos para no acordarnos
del día que pasó sin darnos cuenta.
Por no ser, no seremos
los que esta noche lloran el fracaso
ni los que despertaron del ensueño.
Ya ni siquiera moriremos jóvenes.
SELECCIÓN NATURAL
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxes una fuerza tan inconmensurable-
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmente superior a los débiles esfuer-
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxzos del hombre como las obras de
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla Naturaleza lo son a las del Arte.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCharles Darwin
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA José Daniel Espejo
Al menos, nos dejaban divertirnos.
Me refiero a nosotros. A ti y a mí.
A los que nunca fuimos buenos con la pelota,
pero saltábamos al campo como
si nos fuera la vida en ello.
¡Ay, cuánto tiempo sin jugar al fútbol!
Cuando crecimos dejaron de llamarnos.
A los cuarenta solo juegan los que en verdad
tenían talento, aquellos para quienes el fútbol
es como un nacedero de su alma.
Nosotros (sí, tú y yo) nos contentamos
—es un decir— abriendo otra cerveza
frente al televisor cuando hay partido.
Nos contentamos (sí, puede ser) con tal cosa…
…y con ese fatal resarcimiento
que nos supone no haber visto nunca
(¡pero nunca!) sudar la camiseta
al otro lado de la pantalla a ninguno
de aquellos cabronazos que se creían algo.
NIETO DE COMUNISTA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDigo bosque y he perdido
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla geometría de un árbol.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxMarcos Ana
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Gonzalo Gómez Montoro
Sí, claro, hoy es fácil.
Qué fácil hoy hablar de «Totalitarismos
sin distinción de signo, credo o ideología».
Pero había que estar ahí y entonces.
Porque no, ¡qué carajo! Aquellos comunistas
de España no lucharon por Stalin,
sino por una cosa más austera
llamada dignidad. Y fracasaron.
¿Ni siquiera el honor de la derrota
vamos a respetarlas?
De uno de ellos soy nieto,
de uno de aquellos comunistas de España.
Y no, no lo idealizo. Ni siquiera
lo tenía en demasiada estima. Apenas
lo conocí. Charlamos pocas veces.
Pero yo estoy hablando de otra cosa,
no exactamente de él. Estoy hablando
de algo que nunca han de entender aquellos
que riman sin parar fascista
con comunista, porque ignoran lo que es.
Estoy hablando de decencia,
de decencia debida,
y de esa canallada que consiste
en subyugar ahora la memoria
de los que fueron ya subyugados en vida.
Luego las cárceles, las noches ovillados
en míseros jergones, los camaradas muertos,
los camaradas vivos pero muertos.
El pundonor, después, del clandestino,
la ingratitud de tanto cebón de democracia,
la consunción de un cuerpo
al que antes ya le habían extirpado la voz.
x
Nieto de comunista, sí.
Y de ese comunismo, a mucha honra.
Chessa, Alberto. Un árbol en otros. Cartagena; Ed. La estética del fracaso, 2019.
9 POEMAS DE JAVIER SALVAGO
AÑO NUEVO
Como las cosas no podían
ir a peor —escribió Kafka,
en su Diario—, mejoraron.
Cómo me gustaría, ante este negro
e inhóspito horizonte que se abre,
ante mí —como un año más,
o como un año menos—,
poder decir lo mismo.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPero siento
que no he tocado fondo,
que hay más miseria, más dolor, más tedio
más adelante, que las cosas
pueden empeorar.
Que lo peor, como quien dice,
aún está por llegar.
DIVINO TESORO
La juventud pasó.
Bien está lo que acaba.
No volvería a ser joven
ni aunque me lo pagaran.
¿Echar a andar de nuevo
por la senda trillada
de los sueños ilusos
y las verdades vagas?
¿Empezar otra vez
con las viejas batallas
y sus viejas heridas?
¿Volver a las andadas,
a la noche, al infierno,
al gusto por la mala
vida? ¿Hacer de todo,
lo que es comedia, un drama?
¿Volver a alimentarme
de mitos y falacias,
de modas y movidas,
de palabras gastadas?
¿Llevar sobre los hombros
la fastidiosa carga
de ser interesante,
original?… ¡Qué lata!
¿Confiar, como ayer,
en la vana esperanza
de que todo será
mejor en el mañana?
¿Tener toda la vida
por delante —tan larga—,
con lo que uno ha pasado
para ir medio pasándola?
La juventud se fue.
Bien está lo que acaba.
No volveré a ser joven,
a Dios gracias.
CERCA DEL CIELO
A aquella tabernucha la llamaban
«Cerca del cielo», por los altos techos
que cobijaban a los parroquianos.
Misterios del azar: al tabernero
lo apodaban «El tío de la nube»,
por la mancha del ojo.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSi ahora vuelvo
hacia allá la mirada, puedo ver
a mi padre, feliz, cerca del cielo
—sólo por el poder que tiene el vino
de pintar de colores lo que es negro—,
apoyado en la barra, rodeado
de amigotes juerguistas y risueños,
cantando por fandangos y alegrías,
sin respetar la noche ni el letrero
de «se prohíbe el cante».
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxY puedo
verme también a mí, sentado
sobre un alto barril —apenas tengo
ocho inocentes años—,
tiritando de frío,
muerto de hambre y de sueño,
avergonzado,
cerca del infierno.
IMÁGENES
Para María sigo siendo aquel
adolescente, tímido y callado,
que no encontraba nunca la ocasión
ni la manera de coger su mano.
Para Carmen —que, para su sorpresa
y sin remotamente sospecharlo,
fue la tumba de mi virginidad—,
una curiosa anécdota y un chasco.
Para Manuela, nadie —yo no creo
que me recuerda—. Un cerdo, para Amparo,
que jugó con su joven corazón
a romperlo en pedazos.
Para Marta, supongo que el peor
amante que ha tenido. Un mamarracho,
para Julia, que tras jurarle amor
eterno, se marchó a comprar tabaco
y no volvió. Para Marisa, el sueño
de alguna que otra noche de verano.
Una estrella fugaz, para Teresa,
que en su pequeño cielo brilló un rato.
El amor de su vida, y de la mía,
mientras duró, para Isabel. Un raro,
para Cristina. Para Elisa, el tipo
que despertó su piel, en cuyos brazos
descubrió los secretos del placer
y los misterios del amor profano.
Para Pilar, un chulo que se hartaba
de beber a su costa. Para Charo
—que caminó conmigo, cuando andaba
cuesta abajo y sin freno—, un desahuciado…
Para todas, igual que para mí
cada una de ellas, alguien, algo
que ya no existe más que en el recuerdo,
un plano congelado del pasado
que no cambia, madura, ni envejece,
por el que pasa el tiempo sin tocarlo.
Imágenes ya muertas del que fui,
según las circunstancias y los años,
que aún perduran, borrosas y amarillas,
como viejos retratos.
CANCIÓN DEL OLVIDO
El color de los ojos de aquel amor de niño.
El calor del primer beso, que no consigo
recordar, aunque sé que debió de haber sido
inolvidable. Tantos compañeros y amigos
de colegio o de farra, que un día fueron íntimos.
El latín. Tantos nombres de montañas y ríos.
Tantas duras lecciones. Tantos y tantos libros,
con pasión devorados, siempre abiertos, leídos
y olvidados, igual que olvidamos caminos,
propósitos, heridas, afectos y cariños,
paisajes y rostros que el tiempo ha diluido.
Cuando la vida pasa, son tantos los olvidos.
LA VENGANZA DE CASANOVA
He arrasado tu cuerpo, como un bárbaro.
Después de mí, nadie hallará una gruta,
un monte, un recoveco, un pliegue,
ni un solo poro virgen en tu piel.
HAIKU
Cayó la noche,
pesada como un fardo,
sobre nosotros,
y vimos las estrellas.
AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS
Que la vida dolía
yo lo aprendí muy pronto.
Quizá por eso anduve tantos años
huyendo de la vida, como loco;
ciego, para no ver lo que sabía
que iba a ver nada más abrir los ojos;
borracho, para no mirar de frente
su impenetrable rostro.
Para poder vivir en paz, sin miedo,
para animarme, me lo bebí todo.
—Sólo así conseguí, en algún momento,
ser feliz y gozar la vida a fondo.—
Pero el sueño de la razón es sueño
y engendra monstruos.
LOS SUEÑOS
No nos dejan vivir y no se dejan
ser vividos.
xxxxxxxxxxLos sueños
miden y empequeñecen
la realidad: no hay rostro,
caricia o paisaje
que puedan compararse
con los soñados.
xxxxxxxxxxxxxxxxNada
satisface al que sueña.
Rodeado de frutos, como Tántalo,
el soñador se muere de hambre y sed.
Salvago, Javier. Variaciones y reincidencias (Poesía 1977-1997). Sevilla; Ed. Renacimiento, 1997.
SELFIES DE UN HOMBRE INVISIBLE
HAIKU EN MODO SILENCIO
no es el silencio,
es la palabra que aún
busca su espacio
DESAHUCIO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx…a esa hora y con la casa tomada.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJulio Cortázar
Si miras a través de esta ventana
y pliegas tu mirada al reflejo
del vacío, procede preguntarse
qué sinrazón empuja a esta casa
a hablar de inquilinos que no moran,
habitantes morosos de ilusiones
que siempre pierden frente al interés
colono que ocupa sus hogares;
los despoja de bienes y los cubre
de males, les impone la mordaza
para que no reclamen su pasado.
Y no esperes respuesta, ten en cuenta
que los perros protegen sus puertas
y que a esta hora la casa está tomada.
PARAFILIA TEXTUAL
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAún puedo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxprostituir mi muerte y hacer
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde mi cadáver el último poema.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLeopoldo María Panero
No es vida todo lo que ganas
como no es muerte todo lo que pierdes,
en ese oscuro límite
que tú lubricas con los despojos de tu alma
hallas tu oficio de poeta,
el más antiguo del mundo.
CONVENIO
Tenía el gesto congelado,
pero su rostro abrigaba la elocuencia
suficiente para comunicar
a los que encontraron su cadáver
que su muerte era involuntaria,
que ni el frío podía apagar ese último mensaje.
Días antes había sido desalojado de su hogar
por no poder pagar la hipoteca.
Días antes había sido obligado,
bajo chantaje emocional, a firmar un convenio de divorcio.
Días antes vio cómo su hija le era arrebatada
bajo un absurdo régimen de visitas.
Días antes sintió un cáncer en el bolsillo.
Mas todo estaba estipulado en su convenio.
Todo menos su muerte.
Piqueras, Joaquín. Selfies de un hombre invisible. Madrid; Canalla ediciones, 2020.
NO QUEREMOS NADA
xxxEstaba soñando que hacía un calor de mil demonios y de repente me daba cuenta de que la casa ardía.
xxxLuego desperté y la habitación estaba llena de humo. Casi no me dio tiempo de percatarme del dolor que me partía en dos mitades la cabeza, porque el pánico era más fuerte que ninguna otra cosa, en ese momento.
xxxMe asomé por la puerta abierta de la habitación, que conducía directamente al salón/cocina de mi diminuto apartamento, y entonces fue cuando lo vi. Quiero decir, la vi. La sartén. Retorcida como un pedazo de chatarra encima del fuego abierto de la cocina de gas ciudad. Y el humo abrazándose al techo bajo del salón.
xxxSalí dando tumbos y, como podéis imaginar, lo primero que hice fue apagar el gas y abrir la única ventana del apartamento, que daba a un patio de luces. Es curioso lo que piensa uno en momentos así, y lo digo porque yo en ese momento pensé: «Qué extraño, toda la noche ardiendo y ningún vecino se ha enterado». Y menos mal. Sonreí, aunque más bien me salió una mueca. Podría estar muerto, gaseado, quemado, carbonizado vivo, y todo por unas patatas fritas que me había dejado en el fuego a las seis de la mañana. Allí estaban, perfectos volúmenes de ceniza intacta en la sartén, como cuando dejas un cigarrillo encendido en el cenicero y se quema lentamente hasta el final.
xxxTiré la sartén a tomar por culo en el fregadero, empuñándola con un trapo húmedo que echó vapor al entrar en contacto con el mango, me senté en el borde del sofá y encendí un pitillo. Estaba borracho todavía. Ya tendría tiempo de darme cuenta de la verdadera magnitud del desastre. Por ahora, el primer golpe de pánico se había extinguido, dejándome la cabeza tan vacía como una bolsa de plástico en una alcantarilla.
xxxMiré a mi alrededor. Una palabra: negro. Estaba todo negro. La máquina de escribir, los folios, apilados en la mesa camilla, yacían cubiertos por una leve capa de hollín, que recubría también el resto del apartamento, los muebles, las estanterías, todo. Fui al baño y me asomé al espejo. Tenía la cara como un deshollinador. Me soné con un pedazo de papel de wáter. Efluvios negros extraídos de las negras profundidades de mi alma chamuscada.
xxxDecidí que sería mejor hacer algo. El humo se había disipado. Examiné el techo de la cocina, el rincón donde se pudo haber originado un incendio que quemara la casa o una explosión que podría haber enviado al reino de Dios el edificio entero. El cable de la bombilla que colgaba del techo estaba retorcido como un muelle de caramelo fundido. Los azulejos que rodeaban la cocina, combados hacia fuera, agrietados, jodidos más allá de cualquier posibilidad de redención.
xxxFue al disponerme a salir de casa cuando me di cuenta de que estaba vestido. Bien. Me puse los zapatos, la chaqueta, que apestaba como un trapo sucio, y bajé a la calle.
xxxCreo que mi intención era remediar el desaguisado en la medida, como se suele decir, de lo posible.
xxxMe dirigí hacia el centro comercial; eran las dos y media de la tarde y todas las tiendas del barrio estaban cerradas.
xxxApenas había tráfico y el calor de agosto hacía superflua mi chaqueta, pero seguí caminando, un perro entre basuras, los ojos casi ciegos tras los turbios cristales de mis ridículas gafas de sol.
xxxLas escaleras mecánicas me izaron suavemente hasta la segunda planta del hipermercado. Aire enlatado, pestazo a embutido, a gofre caliente con chocolate, a electrodoméstico sin estrenar. Pero a pesar de esa angustiosa sensación de inminente apocalipsis que me suele asaltar en estos sitios, se estaba bien allí. Fresquito. Y la pestuza, aséptica, después de todo. Desde luego, algo mejor que en mi apartamento, aunque me sintiera perseguido por un fantasma que no acababa de localizar, por mucho que girara la cabeza por encima del hombro en mil inverosímiles direcciones.
xxxComo un jodido búho en la sala de un taxidermista.
xxxMe sumergí en la sección de artículos de limpieza.
xxxIba dando manotazos, echando cosas sin ton ni son en el carrito. Estropajos jabonosos. Un litro de Mistol. Dos botellas de lejía. Trapos. Bayetas.Paños de cocina. Pastillas de jabón Lagarto.
xxxSección de bricolaje. Dos sacos de temple. Dos espátulas. Rodillos. Brochas. Bandejas de plástico para los rodillos.
xxxMe dejé llevar. Pero iba a necesitar algo más, si quería resistir con los nervios más o menos bajo control el resto del día, y el siguiente. Pasé por la sección de bebidas antes de salir.
xxxDos tetrabriks de tinto, dos de blanco. Para hacer el completo.
xxxPagué con la tarjeta y saqué mi culo de allí.
xxxEl taxista me ayudó a cargarlo todo en el maletero; se abstuvo, cosa rara, de emitir comentario alguno. Supongo que mi cara no invitaba a la conversación.
xxxUna vez en casa, tras haber sudado y trajinado escaleras arriba y abajo, tres pisos con el ascensor averiado y los sacos de temple de 25 kilos cada uno, dejé toda aquella mierda en el suelo, en medio del salón y de la chamusquina, y me senté a fumarme un cigarro. No sabía qué hacer. Tras la primera reacción, instintiva, de salir corriendo, de intentar poner algo de orden en aquel agujero, se me habían agotado los recursos. Recursos que por otra parte nunca habían sido abundantes. El vino malo, la soledad, la lluvia, los caminos. Así que empecé, o mejor dicho seguí, sudando el morapio del día anterior y esperando a que el blanco que había comprado se enfriara un poco en el congelador, esperando el pánico, la ruina.
xxxEl sistema nervioso central es lo que tiene. Hay que darle más de lo mismo o echar el freno y morder el bocado, hasta que pase lo peor. Pero yo no estaba en condiciones de hacerle frente a nada, y menos a un bajón etílico.
xxx¿Qué hubierais hecho vosotros?
xxxYo abrí el litro de blanco y me serví una copa. Y otra. Y otra más. De trago. Luego me abrí paso hasta el teléfono. Eran las tres y media pasadas, pero podía haber suerte. Marqué un número de otra provincia y esperé.
xxx—¿Tito?
xxx—Hombre, hola, qué tal. ¿Cómo va eso?
xxxBajé la voz hasta casi susurrar.
xxx—Déjate de hostias… ¿Sabes lo que acaba de pasar? ¿Sabes lo que me ha pasado?
xxxLa hipérbole, el pánico.
xxx—No, tío. ¿Qué te ha pasado?
xxx—Pues que acabo de quemar mi apartamento. Abrasado. Carbonizado. Pasto de las llamas…
xxx—No jodas… Pero bueno…
xxx—Que sí, tío, que esta vez ha sido buena.
xxx—Pero, entonces, ¿dónde estás? ¿Qué ha pasado? ¿De dónde me llamas?
xxx—Bueno, de aquí, de casa. Estoy en mi casa, donde siempre. En realidad, más que quemado, está todo negro, chamuscado, hecho un Cristo…
xxx—¡Ah, hostia! Por un momento he pensado que estabas en un hospital, o sabe Dios dónde… Pero ¿han tenido que venir los bomberos o qué?
xxx—Bueno, hombre, no, no ha sido para tanto… Bueno, ya sabes, a lo mejor exagero un poco… el caso… es que la he armado buena, tío. Me dejé una jodida sartén puesta anoche, llena de patatas, y luego voy y me quedo frito con la ropa puesta, y las patatas friéndose en la sartén…
xxx—Hostia, tío, perdona que me ría, pero es que ya me lo estoy imaginando… Tú frito y las patatas friéndose… Lo has dicho de una forma que es que me parto… Ya te estoy imaginando, con tus típicos gestos de borracho —continuó, enfatizando las erres, con un deje de entrañable conocimiento de causa—, sincronizando perfectamente la jala, por aquí el cuchillo, las patatas, un par de salchichas, todo bien, todo en perfecto orden…
xxx—Sí, ya; sólo que esta vez no me dio tiempo de salchichas ni de hostias en vinagre… ¡Por qué tendría que meterme en la habitación! Me venció el sueño… Fue tocar la almohada y quedarme. Creo que me había sentado con la intención de quitarme las botas… El caso es que cuando me he despertado esta mañana ya sabía lo que me esperaba…; lo estaba hasta soñando. Abrir los ojos y recordarlo todo. Luego salgo a la cocina, y no veas. Bueno, en fin, supongo que no es para tanto. He ido a comprar un montón de cosas, pinturas, brochas, estropajo, para ver si arreglo esto…
xxx—Ya, me lo he imaginado nada más empezar a hablar contigo. Siempre has sido un poco exagerado.
xxxEstaba subiéndome otra vez la borrachera. No paraba de llenar el vaso. Tito seguía al teléfono. Hubo una pausa y de repente sonó el timbre. Di un salto. El teléfono estaba junto a la puerta.
xxx—Espera un momento. Creo que han llamado a la puerta…
xxxBajé el auricular y escuché, en silencio absoluto, la oreja pegada a la puerta.
xxxSonó el timbre otra vez.
xxxEstaba completamente desencajado.
xxx—¿…Q-q-qué quieren? —grité—. ¿Quién es? ¡No queremos nada!
xxxMe asomé por la mirilla. Un individuo bajito con lo que parecía un paquete bajo el brazo. Nadie conocido.
xxx¿Testigos de Jehová? ¿Asociación de Víctimas de la Salmonella? ¿Damnificados de la Colza? ¿Homosexuales en Lucha? ¿Alcohólicos Anónimos?
xxx—¡Identifíquese! —volvía a gritar, ridículamente, borracho, consciente de la ridiculez de la expresión. Pero divertido a la vez, el perfecto comediante, queriéndome quedar con todos—. ¿Quién es?
xxxLa puerta del apartamento era de ésas de seguridad. Bien gruesa. Lo único bueno de aquel agujero.
xxxAlguien respondió. Creí entender algo así como «Vengo de…», y el resto de la frase se perdía.
xxx—¿Cómo? ¿Qué dice? ¡No oigo nada!
xxxTito seguía al teléfono. El enano del otro lado de la puerta repitió algo que tampoco conseguí entender.
xxxExasperado, grité otra vez, desgañitándome:
xxx—¡¡Ya le he dicho que no queremos nada, me cago en Dios!!
xxxSilencio. Pisadas escaleras abajo. Me llevé el auricular al oído.
xxxTito se reía.
xxx—Te he estado oyendo.
xxx—Ya. Pues el de ahí fuera no parecía enterarse. No sé qué coño me contaba. Últimamente nos abrasan. Todos los días igual. Yo ya no abro, por sistema. No sabes la suerte que tienes de vivir en el campo. Nos asaltan legiones de yonquis, dándole al timbre todo el día. Cuando no son los de la liga de parapléjicos, vendiendo infames calendarios. Yo lo comprendo, sufro por la gente, pero ¿qué cojones vas a hacer? No puedo poner en orden mi puta casa, mucho menos el mundo. Y, además, ¿acaso somos nosotros los responsables? Que vuelen la Moncloa, joder.
xxx—De lo demás ya nos encargamos nosotros, ja, ja, ja.
xxx—Sí, y que lo digas.
xxx—…Bueno, ¿qué vas a hacer?
xxx—No sé, poner un poco de orden en esta pocilga, supongo. Aunque ya estoy borracho otra vez. No sé, no sé. Esto está jodido. Creo que voy a salir otra vez… Se me ha acabado el vino blanco… En fin, voy a por el tinto. Mañana ya veremos.
xxx—¿No ibas a pintar?
xxx—Yo lo único que me parece a mí que voy a pintar hoy es de rojo esta puta ciudad. Bueno, en fin…, ya te llamaré…
xxxY no pude evitarlo.
xxxColgué temblando el auricular.
Wolfe, Roger. Quién no necesita algo en que apoyarse. Alicante; Ed. Aguaclara, 1993.
BOCAS ÁVIDAS DE POESÍA
BOCAS ÁVIDAS DE POESÍA
Restauro con mi esperma,
Eurídice,
el tejido colágeno
de tu belleza,
y lo hago
con la inercia de mi deseo
incandescente,
e intento sembrar
así la semilla de un amor
que nace, se reproduce
y muere
en tu boca ávida
de algo más que poesía.
Piqueras, Joaquín. Los infiernos de Orfeo. León; Diputación de León, 2010.
LOS INFIERNOS DE ORFEO
ORFEO CAMINA POR EL LADO SALVAJE DE LA VIDA
Orfeo saca brillo a su Telecaster
cada noche antes de salir al escenario,
xxxxxxxxadora su tierno simbolismo,
su femenina perfección,
los fulgores de su pecho,
sus conjuros contra el paso del tiempo…,
xxxxxxxxni los misterios de Isis tienen parangón
con la magia que brota
de las seis cuerdas bien templadas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde su Fender,
porque la respuesta, Dylan, no está en el viento,
está en la música,
xxxxxxxxque hace tambalear los pilares del infierno,
xxxxxxxxque nos sumerge en una muerte
dulce a manos de enfervorecidas fans.
Orfeo quiere morir joven
y hacer de su cuerpo un bonito cadáver,
xxxxcomo Morrison, como Vicious, como Hendrix,
xxxxxxxxcomo Joplin, como Curtis, como Kobain,
porque la vida corta e intensa
es extensa en emociones,
el ritmo frenético de la sangre,
xxxxde las drogas y el alcohol,
xxxxxxxxel lado salvaje de la vida,
xxxxxxxxxxxxel arte del suicidio prolongado,
la creencia de ser Narciso
en el acto de pensarse a sí mismo,
xxxxsin proyecciones morales,
xxxxxxxxsin educaciones para la ciudadanía,
xxxxxxxxxxxxsin planes de pensiones…
Orfeo saca brillo a su Telecaster
cada noche antes de salir al escenario
xxxxde la vida.
TEORÍA Y PSICOLOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA (II)
xxxxxxxxTe levantas tarde, te pones la bata
y eres Whitman celebrando el glorioso
espasmo del ser. Caminas con solemne
paso humano hacia el water, orinas, te miras
en el espejo y vuelves
a celebrar tu existencia. Piensas
en los múltiples recursos
de los que inconscientemente
has hecho uso para seguir vivo,
en la inestimable capacidad
de supervivencia del ser humano,
ni guerras, ni enfermedades,
ni desastres ecológicos,
ni angustias existenciales,
nada puede con el hombre,
es una especie inextinguible,
es más que la cucaracha,
más que la rata, más que un virus
o la más inmune bacteria,
porque es el centro del universo,
sin él nada existiría, y
con él todo existe, todo tiene sentido.
xxxxxxxxTe embadurnas la cara
con espuma de afeitar,
te provees de una barba blanca
como el gran Whitman, siempre
dispuesto a celebrar el milagro de la vida.
El milagro del hombre.
El hombre que mata para sobrevivir,
el hombre que viola, que incendia,
que humilla, que atenta,
que arruina, que envenena.
El hombre que ama,
que esconde su corazón
entre los avatares de una cuchilla.
ORFEO, GRANDÍSIMO CRONOPIO
A Martín Orfeo le gustaría tocar como Charlie Parker,
xxxxxxxxcomo ese perseguidor de Cortázar,
y desafiar las leyes lógicas de la razón,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy del mundo,
xxxxxxxxxxxxxxxxcruzar al otro lado,
eyacular en las puertas del cielo.
Orfeo, grandísimo cronopio, toca tu saxo,
y tu sexo, al ritmo improvisado de la vida
xxxxxxxxdesbocada, la vida sin esposa,
porque cuando piensas en Eurídice necesitas
desgarrar tu sombra para recuperar tu dignidad.
Piqueras, Joaquín. Los infiernos de Orfeo. León; Diputación de León, 2010.
ULISES
LA VIDA
La vida se conoce a sí misma. No ignora
que puede ser absurda, tediosa, insoportable,
que su trato requiere infinita paciencia,
resignación de santo, voluntad y coraje.
La vida nos conoce y sabe que no somos
ni mártires ni héroes, que exige demasiado
a cambio de contados y fugaces momentos
de ilusión, que terminan en muerte y en fracaso.
La vida se conoce y nos conoce y sabe
que no somos de piedra para aguantarle tanto,
que nos sobran motivos para coger la puerta
—la vida nos conoce—, y nos ata con lazos.
LA ESPERA
Todo ojos, el niño cierra el libro.
En el revuelto mar de su cabeza,
la gran ballena blanca ya resopla
y, en el Pequod, el vengativo Ahab
arenga a la tripulación
que bebe y jura: «¡Muera Moby Dick!»
Como una mariposa distraída,
su mirada recorre los objetos,
se posa unos segundos
en el cuadro —una copia de La Cena
de Juan de Juanes—,
se balancea en el péndulo
del cansado reloj. Reanuda el vuelo
y busca la mirada de su madre
que trajina, no lejos, junto al poyo
de la vieja cocina.
xxxxxxxxxxxxxxxxSu cabello,
muy negro y con reflejos azulados,
le recuerda a la noche, que ha caído
como un borrón de tinta sobre el patio
y se extiende, cubriendo
de sombras los rincones de la casa.
La mujer, guapa y joven todavía,
siente en su nuca la caricia
de aquellos ojos grandes y algo tristes
que la observan. Su vuelve, mientras prueba
el guiso, y le sonríe. Entre los dos
existe un sutil puente, se comprenden
sin apenas palabras.
xxxxxxxxxxxxxxxxxx—No es preciso
que ella le diga nada. El niño nota
una leve inquietud que va creciendo.—
En el revuelto mar de su cabeza,
flotan, como pesados tropezones
en la revuelta sopa,
planos dispersos de comidas tristes,
amargas, presididas
por la vacía silla y la esperanza
de oír la puerta y verlo aparecer
—al menos, a los postres—.
Mira el reloj que imperturbable sigue
su marcha y, en silencio,
mira a su madre. —La mujer retira
los platos y el mantel.—
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDesde su cuarto,
entrada ya la madrugada,
los oye discutir.
En el revuelto mar de su cabeza,
la gran ballena blanca se sumerge
arrastrando consigo a los infiernos
al vengativo capitán Ahab.
FÁBULA
En sus mejores sueños de muchacho,
en los más exaltados, se veía
como el protagonista de una historia,
oscura, de fracaso y resistencia.
Un digno perdedor que con distancia
e ironía encajaba la derrota,
cantada, de la vida.
xxxxxxxxxxxxxxxxxUn hombre, al fin,
bastante parecido a éste que hoy
lo observa al otro lado del espejo.
La moraleja de este cuento advierte
que hay que tener cuidado con los sueños
porque, a veces, resulta que se cumplen.
LA DESTRUCCIÓN O EL HUMOR
Ardió mi juventud, y de aquel fuego
salí viejo y quemado.
Cómo sentir respeto y mucho menos
amor por una vida
que me había estafado.
Era la destrucción
o el humor. La ironía,
al quite, vino a echarme un capotazo.
ESA CHICA
Había renunciado, como un muerto,
a la vida, al placer. Me limitaba
a resistir —como un superviviente
el día después— cuando llegaste tú.
No hubo ningún milagro, aunque tampoco
lo esperaba. En el cielo, las estrellas
siguieron alumbrando indiferentes,
ajenas a nosotros.
xxxxxxxxxxxxxxxxAquí abajo
nada cambió. El mundo siguió siendo
el infierno de siempre. Los diarios
siguieron vomitando corrupciones,
atentados, catástrofes… No puedo
ni siquiera decir que mejorase
mi opinión del amor. Por no cambiar,
no cambió ni mi suerte. —Soy el mismo
pertinaz perdedor.—
xxxxxxxxxxxxxxxxxxLa diferencia
es sólo que estás tú y que contigo
todo es más soportable. hasta la vida
vuelve a ser un placer
cuando estamos a gusto.
VANITAS
Cayó Roma.
Cayó Cartago.
Cayó Grecia.
Cayó Troya.
Cayó Alejandro.
Cayó César…
Y yo estoy tropezando.
DIVAGACIONES SOBRE UN TEMA
La madurez debe ser esto,
este cansancio, esta desgana,
este saber, ya de antemano,
que nada sirve para nada.
La claridad que nos despierta
a una inclemente y gris mañana,
la claridad que ahuyenta sueños
de juventud, y nos desalma.
Este abandono, esta renuncia
al ideal y a la esperanza,
este vender al dios que fuimos
por bagatelas y migajas.
Dejarlo todo para luego
—amigos, vida, libros, causas—
porque otras cosas que no amamos
están ahí y nos reclaman.
Sentir el tiempo, sobre uno,
como una losa o una espada,
y ver que el tiempo se nos va
de entre las manos, que se acaba.
Ceder las riendas, que el deseo
hasta ayer mismo gobernaba,
a otros jinetes más prudentes,
notar que el cuerpo no acompaña.
Que no nos sigue, porque sabe
que todo exceso aquí se paga,
vivir con freno y con bocado
—sobrevivir es la palabra—.
La madurez debe ser esto,
comprender cosas que espantaban
vistas de lejos, comprender
que uno está preso en una trampa.
SEPTIEMBRE
El sueño de una noche de verano,
cada vez más confuso y más lejano.
El espejismo, roto, de la vida.
Los trabajos, los días, su rutina.
Una hoja que cae y nos recuerda
que otoño está a las puertas.
Pero nos queda el brillo,
discreto, y el calor de los membrillos.
ARS MORIENDI
Escribo para llegar
serenamente al silencio,
que es el morir.
Para aprender a callar,
en paz conmigo, sin miedo,
libre, al fin.
GRACIAS A LA VIDA
A la vida le pide, en adelante,
que se olvide de mí, que no me agobie.
Que no venga a exigirme, a estas alturas,
entrega ni entusiasmo.
—Podemos soportarnos,
pero no más.—
A la vida le pido que me deje
vivir lo que me queda
en paz.
EPÍLOGO
Soñar es gratis, dicen. Sin embargo,
quien ha soñado sabe que los sueños
se suelen pagar caro.
Salvago, Javier. Variaciones y reincidencias (Poesía 1977-1997). Sevilla; Ed. Renacimiento, 1997.
POEMAS DE AMOR Y ODIO
Así, como poemas «de amor y odio», llamaba el propio Ernesto Cardenal a sus epigramas. Aquí, una selección de ellos.
Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán tal vez por toda Hispanoamérica…
Y si al amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez verás, Claudia, que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.
Otros podrán ganar mucho dinero
pero yo he sacrificado ese dinero
por escribirte estos cantos a ti
o a otra que cantaré en vez de ti
o a nadie.
Yo he repartido papeletas clandestinas,
gritado: ¡VIVA LA LIBERTAD! en plena calle
desafiando a los guardias armados.
Yo participé en la rebelión de abril:
pero palidezco cuando paso por tu casa
y tu sola mirada me hace temblar.
Imitación de Propercio
Yo no canto la defensa de Stalingrado
ni la campaña de Egipto
ni el desembarco de Sicilia
ni la cruzada del Rhin del general Eisenhower:
Yo sólo canto la conquista de una muchacha.
Ni con las joyas de la Joyería Morlock
ni con perfumes de Dreyfus
ni con orquídeas dentro de su caja de mica
ni con cadillac
sino solamente con mis poemas la conquisté.
Y ella me prefiere, aunque soy pobre, a todos los
xxxmillones de Somoza.
Tú no mereces siquiera un epigrama.
Todavía recuerdo aquella calle de faroles amarillos,
con aquella luna llena entre los alambres eléctricos,
y aquella estrella en la esquina, una radio lejana,
La torre de la Merced que daba aquellas once:
y la luz de oro de tu puerta abierta, en esa calle.
Se oyeron unos tiros anoche.
Se oyeron del lado del Cementerio.
Nadie sabe a quién mataron, o a quiénes.
Nadie sabe nada.
Se oyeron unos tiros anoche.
Eso es todo.
Tú eres sola entre las multitudes
como son sola la luna
y solo el sol en el cielo.
Ayer estabas en el estadio
en medio de miles de gentes
y te divisé desde que entré
igual que si hubieras estado sola
en un estadio vacío.
Pero en la noche vos tu arroz y tus frijoles fritos,
con una cuajada fresca, y una tortilla caliente,
o un plátano asado,
xxxxxxxxxxxlos comés sin guardaespaldas.
Y tu jícara de tiste no la prueba primero un ayudante.
Y después tocás si querés en tu guitarra una canción ranchera,
y no dormís rodeado de reflectores y alambradas y torreones.
Ayer te vi en la calle, Myriam, y
te vi tan bella, Myria, que
(¡cómo te explico qué bella te vi!)
ni tú, Myriam, te puedes ver tan bella ni
imaginar que puedas ser tan bella para mí.
Y tan bella te vi que me parece que
ninguna mujer es más bella que tú
ni ningún enamorado ve ninguna mujer
tan bella, Myriam, como yo te veo a ti
y ni tú misma, Myriam, eres quizás tan bella
¡porque no puede ser real tanta belleza!
como yo te vi de bella ayer en la calle,
o como hoy me parece, Myriam, que te vi.
Hay un lugar junto a la laguna de Tiscapa
—un banco debajo de un árbol de quelite—
que tú conoces (aquella a quien escribo
estos versos, sabrá que son para ella).
Y tú recuerdas aquel banco y aquel quelite:
la luna reflejada en la laguna de Tiscapa,
las luces del palacio del dictador,
las ranas cantando abajo en la laguna.
Todavía está aquel árbol de quelite;
todavía brillan las mismas luces;
en la laguna de Tiscapa se refleja la luna;
pero aquel banco esta noche estará vacío,
o con otra pareja que no somos nosotros.
Somoza desveliza la estatua de Somoza en el estadio Somoza
No es que yo crea que el pueblo me erigió esta estatua
porque yo sé mejor que vosotros que la ordené yo mismo.
Ni tampoco que pretenda pasar con ella a la posteridad
porque yo sé que el pueblo la derribará un día.
Ni que haya querido erigirme a mí mismo en vida
el monumento que muerto no me erigiréis vosotros:
sino que erigí esta estatua porque sé que la odiáis.
Epitafio para Joaquín Pasos
Aquí pasaba a pie por estas calles, sin empleo ni puesto
y sin un peso.
Sólo poetas, putas y picados conocieron sus versos.
Nunca estuvo en el extranjero.
Estuvo preso.
Ahora está muerto.
No tiene ningún monumento.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPero
recordadle cuando tengáis puentes de concreto,
grandes turbinas, tractores, plateados graneros,
buenos gobiernos.
Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo
en el que un día se escribirán los tratados de comercio,
la Constitución, las cartas de amor, y los decretos.
La Guardia Nacional anda buscando a un hombre.
Un hombre espera esta noche llegar a la frontera.
El nombre de ese hombre no se sabe.
Hay mucho hombres más enterrados en una zanja.
El número y el nombre de esos hombres no se sabe.
Ni se sabe el lugar ni el número de las zanjas.
La guardia nacional anda buscando a un hombre.
Un hombre espera esta noche salir de Nicaragua.
Tal vez nos casemos este año,
amor mío, y tengamos una casita.
Y tal vez se publique mi libro,
o nos vayamos los dos al extranjero.
Tal vez caiga Somoza, amor mío.
Cuando los dorados corteses florecieron
nosotros dos estábamos enamorados.
Todavía tienen flores los corteses
y nosotros ya somos dos extraños.
Las pesadas gotas parecen
pasos subiendo la grada
y el viento golpeando la puerta
una mujer que va a entrar.
Cardenal, Ernesto. Epigramas. Madrid; Ed. Trotta, 2001.
TRIBUTO A RAFAEL BERRIO
A raíz de una llamada realizada por Tontxu a varios compañeros de oficio, se ha publicado esta versión/homenaje a Rafael Berrio.
A quienes se puede ver y escuchar en el vídeo son Joaquín Calderón, Gabi Exeni, Paco Cifuentes, Marta Plumilla, Andrés Sudón, Patricia Lázaro y el propio Tontxu.