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AYER ESTUVO EL NIÑO DE LA HIPOTECA EN MURCIA
Aprovechando que antes de ayer tenía un concierto en Almería, y para no hacerse un viaje Almería-Barcelona de una tacada, El niño de la Hipoteca organizó un concierto «secreto» en Murcia. El concierto en cuestión lo organizó a base, únicamente, de enviar correos electrónicos de su lista de e-mails. Nada de publicidad. Nada de redes sociales.
Pero eso no habría sido posible si el ‘Café de Alba’ no hubiera decidido abrir en su día de descanso para que se llevara a cabo el concierto. Y no pienso compararlo con otros locales de la ciudad, pero si tomaran ejemplo…
En fin, que fue un gustazo ver al Niño después de un tiempo, contarnos las vidas, y alucinar con la cantidad de gente que había, cantando sus canciones casi de manera devota.
Aquí tienen alguna foto de lo que les cuento.
Y del encuentro de ayer, además, me llevo el haber descubierto esta fiesta hecha a medias entre el Niño y Loulogio, en la que tienen como invitado a Berto Romero.
DESPUÉS DEL CONCIERTO DE MUNDO CHILLÓN Y PROYECTO JASS EN MURCIA
No saben lo que siento que ustedes se perdieran lo que sucedió anoche en Murcia. Mundo Chillón y Proyecto JASS nos regalaron un buen puñado de canciones inéditas, además de repasar algunos de sus mejores temas. Inteligencia y buen humor en iguales dosis. No hablaremos ni del local ni del comportamiento de su responsable, preferimos quedarnos con la parte del buen sabor de boca.
Aquí tienen algunas imágenes del concierto.
MAÑANA ES EL DÍA: MUNDO CHILLÓN Y PROYECTO JASS EN MURCIA
Tendría que ser obligatorio que cada semana hubiese en esta absurda ciudad un concierto como el de mañana.
Si quieren, allí nos vemos.
PEDRO/MUNDO CHILLÓN EN MURCIA
En un par de días Mundo Chillón estará en Murcia. La oportunidad de ver a Pedro Chillón con Manu Clavijo, teniendo a Proyecto JASS como músico invitado es algo que no deberían perderse; lujos como este no se ven en una ciudad como esta todos los días.
DÍA DE LA POESÍA EN EL MUSEO RAMÓN GAYA
Hoy ha vuelto a ser otro de esos días grandes en el Museo Ramón Gaya porque se ha celebrado el ‘Día de la Poesía’ con un homenaje a Ibn Arabi.
Aquí dejo tres fotos de la lectura ininterrumpida que se ha llevado a lo largo del día de hoy. Además del cartel a la entrada del museo, pueden ver al poeta y periodista José Antonio Martínez Muñoz y a la poeta Mamen Piqueras.
LAS RAMAS DEL AZAR
EL VINO
Sin hacer resistencia
cede al fuego el sarmiento su materia.
Apenas dura en ascua
su delgada madera,
que vuela convertida en mínimas pavesas.
Mientras su calor calma
la fría estancia
acechada de invierno,
vamos bebiendo el fruto destilado
al que cedió vigor.
Y, en esta copa,
su solo olor profundo nos embriaga.
Su carmín encendido
nos tiñe de rubíes las entrañas.
De esta manera,
sin darse apenas cuenta,
conviven
vid y hombre, día a día, con la tierra.
LUCIÉRNAGAS
Escribir en la noche
y sin saber.
Ir encendiendo
palabras
como luciérnagas
en roca árida.
Y sorprendernos,
y no saber
para admirar, así,
cada vez más
su interrogante maravilla.
APRECIACIÓN
Son esas cosas simples
que damos en llamar banalidades,
ocultas bajo la instintiva
costumbre de vivir,
de las que apenas damos
debida cuenta,
las que nos hacen
llegar a la hoja en blanco
de esta manera.
Sin ellas, sin su logro
de reconciliación y mansedumbre,
solamente seríamos
un abalorio
de la locura.
EXTRAÑA VOCACIÓN
xxxxxxxxCueva de Catalina de Cardona, Casas de Benítez
En esta oscura cueva
inició una mujer en soledad
su vida de ermitaña.
Aquí vivió, durante varios años,
persiguiendo los dones más divinos
y la iluminación espiritual.
Años entre cilicios y pesares,
entre sangre y cadenas.
Vestida con andrajos miserables
y, como un animal, alimentándose
de hierbas y raíces.
Los libros dicen de ella
que prefirió la vida de eremita
despreciando un palacio,
que sus flagelaciones y tormentos
fueron tantos que a muchos espantó.
Y que la acompañaban visiones
tan terribles como hermosas.
Me pregunto, incapaz de comprender,
qué laberintos trazan
el alma y el espíritu
para engañarse tanto.
Qué tormentos no habrán padecido antes
para buscar refugio en el sufrir.
Qué extraña vocación,
la vocación absurda del dolor.
LAS RAMAS DEL AZAR
Qué bellos se mantienen
viviendo sin cuidados, sin podar,
estos almendros
que el olvido ha cargado
de nuevas ramas.
Van creciendo al azar, desatendidas
de la mano del hombre.
Crecen en el desorden armonioso
de la naturaleza,
en búsqueda perpetua tras la vida
y nunca cesan. Crecen
y crecen estas ramas
sembradas como están de alados pájaros,
y la hoja quiere ser ala que vuela
con el aire metido entre sus pliegues,
y con él se deja ir en el otoño.
Qué bellos se mantienen
estos almendros.
Y, sin embargo,
qué inquietante saber que la belleza
que ahora se les concede
es también la condena
de entregarse a una vida más efímera.
MONEDA AL AIRE
Mientras se lanza y gira
al aire la moneda,
de mis manos, la suerte
cargada de palabras,
ya ha partido al humilde
encuentro con las cosas:
Si pronuncio la lluvia, lloverá.
Si digo sur, vendrá la calidez.
Y, si mantengo oculta
la palabra final entre mis labios,
es para que te acerques
a recogerla entre los tuyos.
Créeme cuando digo que en tus ojos
aúlla la belleza de este mundo,
que el afán que sostiene
nuestra simple existencia
brillará más sincero
si obedece a un lenguaje
hecho de voluntad.
Porque, antes de caer,
las dos caras que giran en el aire
serán ya nuestras.
NO ME ACOSTUMBRO
Semejante a un arroyo
tu cuerpo adquiere
un nuevo brillo a cada instante.
Bien
se descubre un lunar
o se torna encendido
lo que antes era pálido.
Ahora caen unos bucles y mañana
será liso tu pelo.
Recogido, se muestra
la serena columna de tu cuello.
Con cada prenda
hallo en ti un nuevo acento:
El muslo,
si es ceñido de azul,
se define más tibio.
Los pechos,
recogidos en seda,
se hacen fruta madura.
Y la cadera,
al enfundarse en negro,
ha de llamarse fiebre.
Hay, cada vez que asalto tus fronteras,
en mi alma una aventura.
Porque es tan triste
acostumbrarse al cuerpo
que nos espera
como a la misma vida que nos cerca.
LA NOCHE DE LOS ALCARAVANES
Apenas el impulso azul eléctrico
de unas estrellas
perfila en esta noche
la dimensión del mundo entre sus sombras.
La mirada, incapaz
de componer la vista,
cede a otros sentidos la conciencia.
Mis manos estrechan
la umbela de un hinojo
que impregna
de dulce olor el aire,
y en el mismo aire muere.
Mi herencia viene de la estirpe
de la pobreza.
Apenas la fragancia de los montes
colma mis manos,
y la llama pretérita
de los astros, mis ojos.
Mis oídos se inundan
con el reclamo persistente
de unos alcaravanes
que, en la noche, se buscan.
Y en ese hilo de voz
sin verbo ni saber
me pierdo y soy de nuevo
lo que mi nombre dice
antes de ser nombrado.
EXILIOS
Tras el verano
van quedando vacías
las casas en el pueblo.
Hay demasiada noche en sus inviernos
y las familias
escapan por las rutas de levante,
hacia un clima más cálido,
o de la ciudad, lejos
de esta intemperie cruel.
Se abandona con prisa los hogares
y a sus puertas cerradas
llama la oscuridad, con mano estéril,
en las aldabas
de la noche temprana.
Allí
permanece sentado el padre,
en el salón,
en el mismo lugar de sus ancestros.
Sueña con un paseo imaginario
por las calles y plazas,
por los espacios
en los que transcurrió su juventud:
Suenan cantos de coro,
alegres melodías para el juego,
la pelota de un niño
rodando cuesta abajo.
Zurean las palomas
sobre el tejado
y se escucha la voz de una mujer
que lo amó todavía siendo joven.
Parte de él,
quedará, para siempre,
en ese luminoso lugar de su memoria.
Habitando la calma,
en la vigilia
del último crepúsculo.
EPITAFIO
Ni buscó la verdad, ni mendigó saberes.
En la noche escuchó cantar al ruiseñor,
y con su canto dentro, ignorando, vivió.
Molina Monteagudo, Constantino. Las ramas del azar. Madrid; Ed. Rialp, 2015.
CONSTANTINO MOLINA MONTEAGUDO
Al tipo del que hablo en el título del post de hoy lo conocí hace unos años, en Albacete, en la primera edición del festival ‘Fractal‘.
No hace falta que les explique porqué surgió una química maravillosa entre los dos la primera vez que nos vimos, lo único que necesitan saber es porqué lo he traído hoy al blog. Pues está aquí porque ya está en la calle el libro con el que se alzó con el premio Adonáis en su 68ª edición.
Aquí tienen unas palabras que le dirigía Andrés García Cerdán desde su blog.
Y aquí tienen algunos poemas del libro.
CANCIÓN DEL MUNDO
Si alguna vez callásemos
como callan los árboles, las nubes
y las piedras, podrían escucharse
los árboles, las nubes y las piedras.
También en estas cosas se escucha una canción.
Y desde su silencio nos invitan
a creer en la voz que sin verbo habla.
Así,
mientras alguien fabula estrategias que calmen
su incertidumbre,
un lúgano le canta a la mañana
y el cielo le regala los colores del bosque.
Mientras alguien disfraza con plegarias su miedo,
un milano dibuja su vuelo entre las nubes
y esparce libertad.
Y mientras alguien busca con palabras
la respuesta que salve su alegría,
la primavera llega, tan callada,
y expande los secretos de la dicha.
El mundo nos entona su canción.
Una canción en blanco,
sin dictado ni acorde, sin ciencia ni conciencia,
que de la nada viene y en todo se refleja.
Basta callar, dejar cantar al mundo
y oír su voz fugaz para entenderlo.
EL CORAZÓN DEL MÁRMOL
xxxxxxxxxxxxxxxxxEl rapto de Proserpina, G. Bernini
Este trozo de mármol que ahora observo
descansaba en el sueño soterrado
de unas colina próximas a Roma.
Ya entonces, muchos siglos
antes de que naciera su escultor,
en la entraña del monte,
Plutón y Proserpina se enzarzaban
en su lucha insistente.
Las manos de su autor
no eran de carne y hueso todavía,
y el corazón del mármol ya tomaba
la forma de los cuerpos.
Ya los dedos se hincaban en el muslo
y ondulaba el cabello en movimiento.
Fue al pasar cientos de años
cuando alguien acabó por escuchar
el corazón del mármol:
allí donde la piedra se hace carne
y, al contrario, la carne se hace piedra.
Y fue entonces así
que un pequeño cincel siguió el dictado
latente de la roca,
que vieron luz los miembros y los gestos
ya para siempre eternos de aquel mito
y que el pulso dinámico del tiempo,
mientras todo seguía siendo bello y cruel,
se llevaba de nuevo las manos de Bernini
hacia el polvo infinito de la nada.
ELOGIO DEL LLANO
En el mismo lugar
de asombro y luz
en el que hombre y creencia fundan mitos,
ajeno a la conquista de las formas
y al vértigo de cumbre,
va atravesando el aire
el espacio lineal de la llanura.
Un abierto vacío,
repleto de candores sin mesura,
donde el viento persigue
esquinas que lo nombren
y no encuentra ni sombras.
Donde el ave no busca su guarida
ni el árbol es capaz de ahondar raíz.
Es la tierra del vértigo lineal.
Rasura sin descanso
y ancha continuidad en extensión
que dan camino y sed al extranjero.
RESPIRACIÓN
Respirar como el ritmo
respira en un poema.
Percibiendo el compás
de los pulmones.
Ajustando latidos con oxígeno.
Tomar conciencia de ello
para dejar, después, que sea el aire
quien te marque su ritmo,
quien dibuje el poema de este día.
Dejando que la paz
descubra un verso nuevo.
LA CONDICIÓN DEL VUELO
Es a mediana altura donde el vuelo
toma su condición correspondida.
Allí donde las alas toman forma,
ejerciendo su alzado menester
y asentando su sombra sobre la tierra firme.
Jamás la brusca altura y lo extremado
fueron los territorios para el vuelo.
Allí donde las alas
dejan de proyectar
su sombra entre los montes y las aguas
comienza su extravío.
OPIO
Diluida en la sangre
navega ebria la flor de la amapola.
Esparce su simiente
y ralentiza el curso de la vida.
Cayendo a plomo
el plomo sobre el párpado.
Llevando a un ritmo lento
la danza de las horas.
Cerrando el pensamiento al torbellino
del pensar y pensar.
Diluida en la sangre,
cayendo a plomo,
navega ebria la flor de la amapola.
DE LA SERVIDUMBRE
El pájaro doméstico,
en su pequeña celda,
nunca conocerá temblor de rama
que sostenga el encanto de su trino.
Canta,
tan orgulloso como acostumbrado,
la villanía
de renombrar su servidumbre.
POSESIÓN DE LA NADA
Porque una vez pisó un hombre la luna
llegamos a pensar en el dominio
del cielo y de los astros que lo siembran.
Hoy es aquella huella el testimonio
de la única verdad que el cielo clama:
Dejad al universo formar parte
de aquél que no se adueña de las cosas
y, sin embargo, sabe hacerlas suyas.
Mirad las altas nubes pasajeras,
la llama de los astros en la noche,
la oscuridad eterna que los viste
y el relumbre incendiado que da el sol.
Observad lo que a nadie pertenece,
y que todo se ofrezca sin mesura
a los que nada pueden ya perder,
a los que alzan al cielo su mirada
y saben encontrarse con la vida.
ESTALACTITAS
Guardaba en un pequeño macetero
varias estalactitas
que hace ya mucho tiempo
alguien me regaló.
Hoy, al verlas de nuevo en su rincón,
lejanas de la gruta
en la que se formaron,
quebradas de su origen
y entre objetos banales,
las he sentido como un trasto más:
solamente unas piedras
que para nada
mantienen su belleza e interés.
Por no arrojarlas
al cubo de basura
las he enterrado
en el jardín.
Ya sabemos que lo único
que es verdadero consta de una parte.
Que cuando algo se rompe
y pierde su unidad
deja de ser aquello que antes fue.
CORRESPONDENCIAS CON UN FRAILE
xxxxxxxxxxxxxConvento de los Carmelitas Descalzos, Úbeda
xxxxxI
Mientras llueve en la calle
aquí dentro reposa, entre los muros,
una calma siniestra.
Me muevo entre pintura y oropeles,
entre cruces y tallas de madera
hasta dar con la celda de aquel fraile
patrón de los poetas de esta tierra.
Aquí murió y aquí se puede ver
la reliquia funesta de su brazo.
El brazo de aquel hombre
un tanto acomplejado en juventud.
Neurótico y distante.
Por completo entregado al intelecto
y tierno con los suyos.
Aquel que, como tantos, despreció
los placeres del cuerpo y de la carne
creyendo así encontrar
una más alta vida en su martirio.
Esperando hallar vida
donde la vida misma se nos niega.
Sin embargo, algo suena en su cantar.
Algo se oye en sus versos
con un eco de ardiente vitalismo
que me hace pronunciar, en su misterio,
la belleza indecible de su Cántico.
xxxxxII
Fuera ya del convento
ha cesado la lluvia.
Es marzo y me acompaña
una mujer hermosa.
Estrecho su cintura con mis brazos
y, con una sincera devoción,
le doy gracias al cielo
por no buscar amor
donde un fraile encontró
el espejismo lírico y verbal
de un pretendido encuentro
con su imposible amada.
Molina Monteagudo, Constantino. Las ramas del azar. Madrid; Ed. Rialp, 2015.
GARCÍA (y 2)
LECTURA CON ESCOLARES
Me he sentado en la silla del maestro. Escuchan las palabras de la profesora, mi biografía y un breve comentario personal. Cariñoso, educado, agradecido. Me pregunto para qué me han llamado, cuál es mi aportación a su itinerario educativo. En qué me diferencio de un museo o de una fábrica de gaseosas. ¿Soy también una actividad extraescolar?
Ahora es mi turno. Ahora debo leer un poema de Luis Rosales, este es el año Rosales, según mandato del Ministerio. Ya no es hora de pensar sino de vivir. Y luego van mis poemas, esa mezcla destilada de fracasos, obsesiones y verdades a medias. Ellos siguen ahí, quietos, como fieras dormidas. Las palmas sobre la mesa, pensando en el fútbol, en su móvil y en los tangas de colores. Y yo hablando del tiempo, de mis náuseas, de mis pequeños naufragios. Hablándoles de la muerte en todas sus manifestaciones.
Si tuviera su edad, si fuera ellos, debería saltar de la silla, derribar la puerta. Salir a buscar ese mundo que me espera efervescente. Pero no lo soy. Pero no lo fui. También como ellos sentí el miedo a lo desconocido. El miedo a no ser escuchado, a no ser amado. Ese miedo les mantiene atados al pupitre. El miedo y su hermana gemela: la obediencia.
Yo también tengo miedo. Por eso sigo leyendo, uno a uno, mis poemas.
Z
Hoy que has firmado todos los decretos. Hoy que la angustia inunda las ciudades y se instala en los dormitorios. Que cambiamos los rótulos de oferta por saldo, y éstos por se vende. Hoy que todo cotiza a la baja: los índices bursátiles, el empleo, los corazones. Hoy que han hablado las urnas y te han devuelto a la masa, hoy te canto, ángel caído. Con una mezcla de culpa y resignación, hoy. En el día en que vuelven los halcones y las porteras. Y toda esperanza se desvanece.
E
Ser español sin estridencias. Amar la lengua, no usarla como arma arrojadiza. Entender los afectos como algo personal e intransferible. Y la puerta siempre abierta, o al menos entornada. Sanidad, educación, servicios públicos: eso es la patria. Y pagar impuestos. Y vivir y dejar vivir.
VOLVER
A una casa vacía e inhóspita donde ya no viven tus padres. Donde las puertas chirrían y no cierran los postigos de las ventanas. Donde los objetos agotaron su utilidad. Donde es mejor dejarlo todo a la deriva, pasto del escombro. Volver. Y querer marchar cuanto antes. Y no sentir nostalgia alguna. Ni desearlo.
TURN
xxxxxI
Éramos felices, teníamos trabajo. El pasado era una suma de derrotas necesarias, un lugar al que nunca regresaríamos. Había entre nosotros la certeza de un perpetuo crecimiento. Los vientres se llenaron de vida, y todo el mundo era padre y madre, con esa alegría que sólo tuvieron los primeros pobladores de la tierra. Nadie sentía el miedo de sus antepasados. Los viejos contemplaban orgullosos el mundo que entregaban a sus hijos. Y éstos apuraban hasta la última gota. Éramos felices, teníamos trabajo.
xxxxxII
La fiesta se acabó. La noche empezó a caer, lentamente, sobre las estadísticas. Dejaron de llegar manjares del trópico, se llenaron las tiendas de productos de plástico. La gente se quedó en casa a esperar que cesara la lluvia. Y fueron apagando los braseros. Y empezaron a comer más pan y a tragarlo más despacio. Y volvieron los remiendos y las pequeñas reparaciones. Y los coches se hicieron viejos, ruidosos, moribundos. Y volvimos a ser de nuevo este país que espera un milagro. Y volvimos a vestir a nuestros hijos de uniforme.
xxxxxIII
Hay un tiempo para todo, bajo el cielo, un tiempo para cada cosa. Y el tiempo es ahora, y es aquí. He de encontrar un relato, una certeza. No quiero una rendición sin condiciones. Quiero decirle a mis hijos: aquí tenéis la mañana, es toda vuestra, sin duda os pertenece.
PENSANDO EN CERNUDA
Estoy pensando en Cernuda mientras veo a mi hijo correr solo por el patio del colegio. Corriendo y saltando entre otros niños, acosado por enemigos imaginarios, como un personaje de videojuego. Estoy pensando en Cernuda, paseando por Sevilla, joven y elegante, salpicado de barro por niños predelincuentes. Señalado por señoras de alto copete cuyas nietas hoy se sientan en butacas capitulares. Señalado por señores cuyos nietos hoy defienden la Marca España. Estoy pensando en Cernuda saliendo hacia el exilio, con la triste elegancia de un dandi arruinado. Estoy pensando en Cernuda, solo, en el cuarto de un college, desnudo, sin teléfono, sin página gay de contactos, sin porno por internet. Escribiendo cartas de amor a amigos imaginarios. Estoy pensando en Cernuda demasiado triste para masturbarse. Estoy pensando en Cernuda cruzando los Estados Unidos, buscando un lugar frente al Pacífico, soñando un regreso imposible. Estoy pensando en Cernuda leyendo las cartas de los amigos de Córdoba, también perseguidos con piedras, pájaros en la noche, expulsados entonces también a la costa y hoy bajo palio, babeados por señoras de alto copete, por sus nietas y por los nietos de los inquisidores. Estoy pensando en todos los que viven a costa de Cernuda y de otros pobres diablos. Chejov,Vallejo, Kavafis. Estoy pensando en Cernuda y pienso en mí mismo, y me pregunto si es verdad que los muertos escuchan lo que dicen los vivos. Y si es verdad sería el momento de guardar silencio. Pero no puedo, hoy no puedo, hoy necesito hablar, hablar muy alto, porque estoy pensando en Cernuda mientras veo correr a mi hijo solo por el patio. Y quisiera detener la tristeza con las manos. Que no le tiren piedras, ni le manchen de barro la camisa, ni le acosen enemigos imaginarios. Que no le escupan niños predelincuentes. Que no lo echen de España.
García Casado, Pablo. García. Madrid; Ed. Visor, 2015.
GARCÍA
AMOR
En qué sueñan ahora mientras duermen. Adónde van sus temores si no conocen el óxido. Qué piensan cuando nos miran desde los pies de la cama, como un espectro, esperando el abrazo en el frío de la noche. Qué esperan de nosotros.
Yo intento ser un padre ecuánime, un padre modestamente comprensivo. Pero más de una vez soy un Yahvé que cruza la línea de lo justo. Que se comporta con reacciones desproporcionadas. Que deja salir a la bestia. Soy también ese mundo que espera al otro lado. Alguien que daría la vida por ellos. Pero otro.
Cómo explicar todo esto.
TODO SOBRE MI PADRE
Estoy pensando en mí mismo, justo antes de nacer, sentado en la sala de espera de una maternidad. Tengo veinticinco años y ya he aprendido algunas certezas. Algunas amargas renuncias. Pero ahora eso da igual, porque ha nacido mi hijo y estoy dispuesto a jurar los Principios del Movimiento. Por este niño moreno y enfermizo. Por este amor que todavía desconozco, esta mujer que me fascina.
Estoy pensando en mí mismo, tengo veinticinco años, pronto emprenderé un largo viaje. A las playas desiertas de Salou, a los apartamentos vacíos del invierno, donde hemos sido felices, ajenos al ruido de una España mortecina. Él y yo, y esa mujer que en la foto nos abraza. Esa mujer que hoy abraza a mi hijo, también con gafas, con la misma sonrisa de mi padre.
Estoy pensando en mi hijo cuando veo a mi padre. Yo soy mi padre.
WHITMAN VARIACIONES
Canto a mí mismo, a lo que espero me sobreviva. Al esperma que resiste contra el tiempo. Al minúsculo amasijo al que intento hacer hablar, ser feliz, reproducirse. Al que enseño a amar y ser amado. Canto a mí mismo.
Canto a mí mismo, y no espero nada. No quiero pagadores ni beneficiarios. Sólo un acto civil con la naturaleza. No el ajuste de cuentas, sí la esperanza. Apenas un campo de posibilidades. Canto a mí mismo.
A lo que espero me sobreviva cuando el fuego o la cal hagan su trabajo. Canto a mí mismo.
TRES MUJERES
Nos dejó solas en un claro del bosque. Mi madre lo maldecía mientras él se marchaba con la brújula y la mitad de las provisiones. Silvia tendría tres años y yo estrenaba unas botas que me rozaban. Tenías que haberle comprado las buenas, no sabes nada de montañismo.
Mamá nos cogió de la mano y tomó un sendero, pero el sendero se iba haciendo más y más estrecho, hasta que ya no hubo sendero sino una maraña de arbustos que apartábamos trabajosamente. A lo lejos se escuchaba el aullido de los lobos y el cielo se hacía cada vez más oscuro. Yo rezaba para que mi padre apareciera, abriéndose paso entre la hojarasca. Pero ese momento no llegaría hasta veinte años más tarde, en una cafetería de Barcelona, donde mi padre me anunció entre lágrimas que padecía una grave enfermedad. Y que iba a heredar dos millones de pesetas.
Mis hijas no conocen el monte. No he vuelto a subir al monte. No sé nada de montañismo.
DEVORADORES
Hemos empezado a devorarnos. A dentelladas, como peces hambrientos. Nadie trabaja por nadie, nadie trabaja ya para el equipo. Ya no somos una familia, hemos agotado el campo de las expectativas. Sólo sabemos lo que ya no seremos. Y que no habrá sitio para todos.
Hemos aprendido a ser fríos, a calcular, a no dispersar los afectos. A concentrar el amor en lo importante: una casa, unos hijos, un caldo caliente. A poner la sonrisa, incisivos antes de la mordedura.
Ya no nos abrazamos. Ceremonias, funerales, cenas de compromiso, manos blandas que se estrechan. Nos decimos que ya no somos los de antes, y es cierto. Porque estamos solos, ahora sí estamos solos. No es la retórica de los poemas adolescentes, es la soledad verdadera. La de estar a los pies de la cama de tu hijo. La de estar a los pies de la tumba de tu padre. La de no saber qué número marcar. Ni para qué.
RUNAWAY
Mi hijo corre en todas direcciones, con la voz atrapada, mi hijo corre por el patio del colegio. Ansioso por decir, ansioso por decirse, mi hijo corre por el patio del colegio. Hacia un país donde se hable su lengua. Un país de abrazos, un país sin preguntas. Lejos de este patio donde todos están lejos.
TGD
Yo le pregunto por qué y no sabe responderme. Me habla de los coches, de ese pájaro que acaba de posarse. Y yo no sé por qué. Yo le pregunto a los médicos por qué, por qué, yo consulto a los mejores. Y nadie sabe responderme. Me hablan de curvas y percentiles, de los coches y los pájaros que pinta mi hijo. Pero no saben responderme. No saben por qué. Y yo regreso a casa, de la mano de mi hijo, mirando los coches y los pájaros. Yo regreso a mi casa, y me pregunto a mí mismo, por qué, por qué. Y yo no sé qué responderme.
VERSUS
Lo has dejado por escrito. Has purgado tu ansiedad con un puñado de palabras. Las mismas que aún no puedo expresar. Las mismas que un día llegaré a comprender. Ese día voy a odiarte. Por el amor que te tengo. El infalible, el puro, el que nada pide a cambio.
COVER
En esta casa envejeceremos. Y veremos nuestras sombras llegar a una estación de paso, ésa en la que habitan los vecinos. Parejas que llegaron a este bloque hace ya veinte años con los hijos de la edad de los nuestros. Tú y yo éramos entonces unos desconocidos. Nos amábamos y luego volvíamos al fuego materno, brasas que hoy esperan nuestra llamada.
En esta casa envejeceremos. Te lo digo hoy, cuando aún no sufrimos el signo del desencanto. Hemos sobrevivido, hemos ganado ya algunos pulsos a la muerte. Y ahora nos abrazamos inseguros pero todavía hambrientos. Todavía las paredes respiran un aire provisional. Todavía hay espacios posibles, espejos ocultos, regiones desconocidas. En la casa, en los armarios, en tu cuerpo. La vida no es aún algo irreversible.
En esta casa envejeceremos. Y los veremos salir altos y rotundos hacia las ceremonias. Y los veremos llegar derrotados y les diremos que nada es para siempre. Y su alegría será la nuestra, multiplicada. Y también el dolor. No sé si entonces seremos felices. No sé si existe ser feliz, desconozco esa fórmula matemática. Pero sé que querré volver a esta casa cuando arrecie la tormenta. Sé que aquí, al abrigo de esta casa, estaré a cubierto. Junto a ti, a cubierto.
FORESTAL
En el bosque, mientras otro nos mira. Estoy enamorado, enfermo. He parado el coche entre arbustos y maleza, a plena luz del día. He parado y tú has cerrado los ojos, un tirante se desliza. Se desatan los nudos, los botones, las cremalleras. Uñas pintadas sobre el salpicadero. Un opel se detiene junto a nosotros. No pares. En el bosque, mientras otro nos mira. El otro nos mira, y tú lo sabes.
García Casado, Pablo. García. Madrid; Ed. Visor, 2015.
CHATTERTON
JERICÓ
Al cerrarse la puerta
(…)
derrumbó nuestra casa.
Tú de repente en tres maletas:
una tuya, una mía, otra pequeña inútil ‒hasta entonces
compartida‒ como apoyo.
Nuestro piso de alquiler con dos habitaciones
era un hospital de tuberías.
Pantalones demasiado grandes;
mes de calendario.
Al abrirse la puerta
la almohada cobró su forma:
a mitad de proezas, el armario vacío.
Quédate, queda
mi piso de alquiler con dos habitaciones
ahora un coleccionista de material quirúrgico.
Nosotros de repente en tres maletas:
¿lo habías pensado ya?
Un piso de alquiler con dos habitaciones
es vientre de ballena.
Después de crecer
mi hogar lo levantaré sobre las ruinas.
EXPULSIÓN DE LOS MERCADERES DEL TEMPLO
Bienvenido, hueco; bienvenidas,
fechas señaladas, vidas de tres o cuatro
años en cajas
de cartón. Tanto entregué que se marcha conmigo.
Ni un vacío: vidas de tres o cuatro años,
sus siluetas marcando la pared.
Después, allí donde me hablaban
los encajes, allí donde me hablaban, el edificio
y su diccionario ‒cuánto dejarían escapar‒ los pintaron
de blanco. Me acusaron del comercio.
Pequeñas cajas, ¿qué pensasteis de mí?
El poema se prende entre una casa y otra
y entre una casa y otra, de esta manera,
se empieza otra vez.
Bienvenida, pródiga:
¿qué pensaron que haría? Me libré
de los templos. Sonreídme, decid
adiós al hueco: dadnos hoy
la boca que sople y apague el volcán.
LOS MORTALES SE NUTREN DE TRABAJO Y SALARIO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx(Friedrich Hölderlin)
Es miércoles. Es noviembre. Hace
frío,
y en el restaurante frente a la estación
cinco mujeres rápidas apuran sus bandejas.
Bajo el abrigo, la maleta ‒las otras dos
protegen el respaldo‒, cuatro mujeres
en orden
a las cuatro de la tarde
disuelven su consuelo en el café de un euro.
Comida rápida,
paño de las mujeres solas.
Oh pollo deconstruido, oh pan de Latinoamérica;
oh almuerzo y microondas, manás de los autónomos,
himno de los estómagos vacíos; ahora pienso
en nuestras digestiones. Pienso en la hipermetropía:
en quién ser y hacia dónde
nos dirigen las mujeres. Pienso:
madre,
luna rota de arlequín.
Mis tres horas de sueño acodadas en la ventanilla,
la bandeja de plástico, la merienda barata
‒dos mujeres impacientes a las
cuatro y media de la tarde‒ porque yo
no guardo los domingos. De repente, a la altura
de Parla, a una yema de dedo,
(Madrid,
Puerta de Atocha)
llega el canto a nosotros, los viajeros, tren de alta velocidad,
y el punto que es Parla, o que más bien representa en la mente del infógrafo
‒azul, redondo‒ Parla, suena a la voz de una mujer a las cinco de la tarde,
realidad al margen de estos dos bocados y
de repente
el paisaje en tránsito con el que soñaron los estetas:
un cielo puro verde
y un suelo puro azul.
Hasta aquí
de cómo las mortales
quedaron por escrito.
He corregido este poema
cuando nada sobre lo que hablaba
existía ya. He corregido este poema
en autobuses baratos;
he corregido en el lugar en el que corregía
hace diez años.
Es noviembre. Es miércoles. Al menos
todo en orden: hace
frío.
UNA PLEGARIA POR LAS MUJERES SOLTERAS
Ángel
de los pisos de soltero,
ángel de las solteras
que duermen varias noches en un piso de soltero,
¿lo sabías?
Antes del amor el hombre
se entrena golpeando.
Su hogar lo construye con el ruido:
tan firmes las paredes
tan familiares tan firmes las paredes,
los cimientos de su casa los ha hundido daño a daño.
Ángel del sexo
con los inquilinos de pisos de soltero,
ángel del no querer oír
de las solteras,
¿lo sabías?
Después del amor
el hombre se incorpora para escoger un disco
y suena una canción y susurra
me gusta esta canción:
para entonces está otra vez dentro de ella.
Luego habla de su hogar en otra parte
y de quienes viven en él ‒sin él, en ese hogar más suyo: enseña fotos‒
y la mujer lo abraza y él susurra
me gusta estar contigo.
Y la mujer oye.
Ángel del suelo sin barrer
de los pisos de soltero,
ángel de las solteras
que pasean desnudas por los pisos de soltero,
¿lo sabías?
Antes del amor la mujer predijo su futuro. Junto a él,
en su sofá, ella se fijó en sus libros. Debe de ser bueno
un hombre que lee así. (Pero también antes del amor
los amigos del hombre predijeron su futuro).
Debe de ser bueno
un piso en el que distingues dónde pisaste la otra noche
y dónde pisó la otra anterior.
Ángel del frigorífico vacío
de los pisos de soltero,
de las solteras que se conforman
y desayunarán solas, más tarde,
¿tú lo sabías?
Después del amor la mujer se ducha mientras
el hombre fuma en el pequeño salón de su piso
de soltero. Se despiden,
dos amigos: ella viste la ropa de la noche
anterior, él se avergüenza.
Pero tú
ya lo sabías.
CHATTERTON
Mentí durante diecisiete años. Mentí después
en todos mis poemas. He mentido durante los diez
años siguientes. Acércate, soy
como tú. Escucha cómo late mi corazón
perverso: mudanzas en platitos
de papilla de mamá. Aliméntame,
compréndeme, yo vestía unas ropas que nunca fueron mías,
yo escribía en un idioma ajeno, pequeña, tonta,
qué mal memoricé: con mis poemas levanté un imperio.
Pero todo acabó. ¿Quién soy ahora?
Engañaste durante diecisiete años; antes de los míos
comencé yo a mentir. Un abanico con telas del Oriente
para mi hermana. Para mi madre araña compraré moldes de costura.
Tabaco que recubra los pulmones de mi padre. ¿Quién soy realmente
ahora? He soñado contigo algunas noches.
Te prometo que si salgo visitaré tu tumba. Ahora sí que
no miento. Ahora sí que no.
POEMA DE DESPEDIDA PARA MI HERMANA
En cuanto a las despedidas, apenas existen gestos más allá
de las pancartas: abrazos y lágrimas en el control de seguridad,
una cámara para que el momento exista
tras el regreso. ¿Tú qué prefieres? Wislawa, por favor, reza
por ella. De pequeña te confundían con un niño
por el pelo corto y la sangre en las rodillas. Tienes una cicatriz en el labio superior
porque te caíste al servirnos la merienda. Al crecer te cambiaron el nombre:
alguien te llamó Pentecostés. Todas las lenguas
las conoces xxxxxxxxxxxxtan sabia como un dios.
Bestia del norte, ahora vivirás a ciento ochenta grados: cuando yo actúe,
tú en mi oposición. Del dolor ‒tú también, Celan, reza por ella‒,
aquí no nos enteraremos: finge que todo marcha bien. También yo fingiría
que todo marcha bien. Podría aconsejarte. De pequeña
te confundían con un animal porque golpeabas con furia
y después rumiabas estiércol y perdón. Tienes aún el deje de quien hace
y luego piensa. Al crecer te dejaste la melena larguísima. Quién te imaginara
en aquellos días salvajes como ahora xxxxxxxxxxquién te imaginaría
en aquellos días salvaje como un dios.
Voy a velar tus libros y tu ropa; voy a velar desde mi adolescencia
para que no te ocurra lo que a mí. ¿Tú qué prefieres
guardar en la maleta? He recogido los zapatos, he tocado su suela
demasiado fina. El dolor, te lo recuerdo: representa
bien. Sé cómo se hace. De pequeña te confundían con una de esas fábricas
que encadenan turnos y humo. Tus ojos
azules encendidos. Como un niño que sangra y como un
animal que muerde: así te exigen otros
así te exigen xxxxinmisericorde como un dios.
Quizá algún día desconozcas esta lengua.
Por si acaso, buen Yeats, por favor, reza con ella.
A VIRGINIA MADRE DOS HIJOS, COMPAÑERA DE PRIMARIA DE LA AUTORA
Ocupáis tres asientos frente a mí en el autobús que se desplaza
desde nuestro barrio alejado del centro
al centro;
al centro de nuestra localidad minúscula, entiéndase, no al centro de las cosas, no a la esencia misma ni a la materia nuclear donde la vida
bang
donde la vida
se expande y obedece a todos los fenómenos ‒etcétera‒ que dicta
la astrofísica. Lo proclaman las asignaturas que rodeábamos porque éramos de letras; lo proclaman los inexpugnables mecanismos que atañen a vocablos tan comunes
como universo, vida, muerte, amor.
Ocupáis tres asientos frente a mí
en la parte trasera del transporte público: el niño a la derecha, en el centro la niña, la madre a la izquierda.
Ahora tú, hija pequeña de Virginia: chándal rosa gastado ‒igual
que los plumieres de tu madre‒ con un personaje
que mi edad y condición soltera ignoran.
Ahora tú, hijo mayor de Virginia, intuyo en tu barbilla y tus orejas
los rasgos que heredaste de tu padre, y me pregunto
si Virginia los maldice
‒Virginia, ¿los maldices?‒
a la hora del baño.
Pero tú, Virginia, tan rubia, ¿lo recuerdas?
Allá donde entonces combatíamos piojos
ahora
bang
ahora
escondemos el tiempo.
Aquí tú lees una revista, Virginia, aquí tú no me reconoces: ¿te sirven los consejos del cuché,
oh tú, tan rubia e inocente?
Virginia, siempre con mi edad y ahora con dos hijos, sin anillo en el dedo, con un bolso colmado de galletas:
Virginia, hijo mayor de Virginia, hija pequeña de Virginia,
años luz xxxxxxxxcaídos
años luz xxxxxxxxquebrados en la comisura de los labios,
cerrad los ojos y pedid un deseo
frente a mí
en el autobús destartalado que nos salva del barrio periférico y nos acerca
al centro, lejos de los bancos en los que los adolescentes beben y las noches golpean los jardines,
cierra los ojos, Virginia,
porque en estos veintiocho minutos de trayecto he pensado en nosotras,
en ti que no me reconoces veinte años más tarde, en tus canas donde la gente que nunca te habló, en tus canas donde la gente
reía y se burlaba.
Cristal del autobús junto a Virginia, espejito de ambas,
tus uñas rojas comidas al fregar los platos, una gota de laca roja en tu dedo anular,
oh Virginia, oh rubia e inocente,
yo he pensado en nosotras,
bang
yo he pensado en nosotras.
No sé si sabes a lo que me refiero.
Te estoy hablando del fracaso.
Medel, Elena. Chatterton. Madrid; Ed. Visor, 2014.
MEDITERRÁNEO EN VERSOS ORIENTALES
Hace unas semanas, Aurora Saura publicaba una plaquette con el título de la entrada del post de hoy.
Aquí tienen un par de poemas de dicha plaquette.
XI
Una vez más
hacen la primavera
las golondrinas.
XII
En estos árboles
insisten las cigarras
de aquel verano.