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Archive for septiembre 2012

BABILONIA, MON AMOUR

septiembre 29, 2012 Deja un comentario

Conocí a los dos autores del libro, Luis Bagué Quílez y Joaquín Juan Penalva, cuando estuvieron en Murcia presentando este libro, que se había alzado con el accésit del V Premio de poesía ‘Dionisia García’.

Este ‘Babilonia, mon amour‘ es un libro lúdico ante el deslumbramiento del cinematógrafo; de hecho, la cita que abre el libro pertenece a José María Álvarez y dice: «He visto muchas cosas en mi vida / Algunas increíbles y magníficas / Pero ninguna tan hermosa / Tan fabulosamente grande y loca / Como esta insólita aventura / Del cinematógrafo». Y aquí tienen tres de los poemas del libro.

 

 

CORTO MALTESE

«Regresaré a Shanghai.
No fiaré mi fortuna en otros barcos
que habrán de repetir las escasas hazañas
que ya he vivido antes:
los mismos naufragios en semejantes islas,
e idénticos tesoros
custodiados en mapas polvorientos.
Surcaré los espejos, el opio y el acanto,
olvidados del mundo,
desdeñoso de tantas tentaciones
que nunca me tentaron.
De otros serán los sueños,
las riquezas, los títulos y honores.
Algún pirata tuerto y ya vencido
será mañana el gran Sir Francis Drake;
Long John Silver apurará su ron añejo
mientras sigue trazando el plano del tesoro.
Yo olvidaré las ondas de este mar
donde las sirenas entonaron su canto;
sabré de los peligros que acechan en el puerto:
las risas mercenarias que guardan cada esquina,
los marineros ebrios de noches y burdeles,
las especias que exhiben su reclamo
en cajas perfumadas con incienso,
pues el coral que fulgura en el rojo arrecife
no es preferible al carmín de cualquier prostituta,
y quien agota el misterio del océano
está sentenciado a loco o a bufón».
Cuando Corto Maltés volvió a Shanghai
ya nadie recordaba las sílabas lejanas de su nombre,
y todos le llamaron el viejo hombre del mar.

 

 

FILM NOIR

Desde que tengo uso de razón
siempre he querido ser un gángster,
dice Ray Liotta, pero podría ser
De Niro, Harvey Keitel o hasta Willem Dafoe.

Más tarde, Sam «Ace» Rothstein vuela
sobre el espectro de Las Vegas,
y el brillo de las luces de neón
se le antoja un párpado de fuego.

Más tarde, Vincent Hega regresa
de la pista de baile. Ha envejecido a su pesar,
y el violento deseo de antaño ya no vale
el amargo susurro del carmín en sus labios.

Más tarde, Jackie Brown se conmueve
con la música de los años setenta,
y Max Cherry no puede dejar de mirarla;
porque Max Cherry no es el Señor Blanco.

Y así vuelve a suceder otra vez todo.

El boxeador que le había prometido amor eterno a una starlette
la abandona entre los montes rocosos de Nevada,
pensando que no podrá olvidarla mientras viva.

 

 

LOS HERMANOS COEN VIAJAN POR AMÉRICA

Han recorrido la América profunda
y han habitado sus oscuras trastiendas:
las llagas ardientes de la Gran Depresión,
las cicatrices dormidas del deseo,
la cara oculta de los sueños baratos.
Han atravesado el desierto de Arizona,
las nieves perpetuas de Minnesota,
las boleras de Ohio y los prados de Iowa.
Se han bañado en las piscinas
que pintó David Hockney,
y han dormido en moteles
que ni Hopper ni Norman Bates imaginaron.
Han amanecido en un Hollywood
que Hollywood ha preferido olvidar.
Ulisses Everett ha cantado su historia,
Barton Fink la escribió en su vieja Olivetti,
pero nadie como Lebowski «El Nota»
supo encarnar su espíritu:
un descapotable abandonado,
barba de dos semanas
y una lata de cerveza por toda compañía.

 

MANUEL ARANA

septiembre 28, 2012 Deja un comentario

Tuve la suerte de conocer a Manuel Arana en un encuentro nacional de revistas que se llevó a cabo en la ciudad de Córdoba en noviembre de 2005.

Manuel fue el encargado de abrir fuego con una editorial, la andaluza SIM libros, con un libro que lleva por título ‘Adolescencia dos: poemas hormonados‘. De ese libro dejo hoy unos cuantos poemas aquí.

 

 

ADOLESCENCIA

A los 25, los adolescentes
ya no entendemos de moderación.
No hay pelusa sobre los labios,
ni granos de los que avergonzarse,
pero desespera más que nunca.
Aparecer con una flor entre los dientes,
con los ojos inyectados
en cerveza, ya no da resultados
(nunca los dieron, pero bueno).
Y, a esta edad, el ridículo anida
durante más tiempo del que dura la resaca.
Aunque el verdadero problema es
que en la tele todos consiguen lo que quieren.
Deberían dejar de mentirnos. Es como ponerle
porno a un recién operado de fimosis.

Qué difícil (qué patético)
es volver a estar en el mercado.

 

 

EL ACRÓSTICO

Hace poco le escribí un poema
estúpido a una mujer.
Un acróstico con su nombre. No se rían.
Woody Allen dijo que casi todas
las relaciones de pareja
son como el curry, que sorprende,
gusta y pica. Pero al final,
produce úlceras.
Seguramente, la cita no era así.
De hecho, la saqué
de una serie en la que nombraban a Woody.
Pero qué más da eso ahora.
Le hice a una mujer
un acróstico y creo que ni le intereso.
Y lo peor es que sigo queriendo enseñarle el poema.

 

 

INVESTIGACIÓN FILOLÓGICA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Ale, siempre

Un día de estos te llamo
y quedamos un rato para follar.
A ver si es verdad eso que decía Cernuda
de que los cuerpos hacen un ruido muy triste
cuando se aman.

 

 

 

 

TOLERANCIA

xxxxxxxxxxxxxxxOstia, que me entra la fatiga,
xxxxxxxay, eso ha sido de jumarme las olivas.
xxxxxxxxxxxxxxxPero la niña mira el petardo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy aluego me mira a mí.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxLOS DELINQÜENTES

Recorro tu cuerpo.
Me sonríes con aprobación.
A borbotones grito sobre tus ojos,
tu sonrisa, tus piernas,
tu cintura.
Describo tu cuerpo como nunca nadie lo había hecho.
Lo que no conozco lo imagino.
No importa. No te importa.
Me pides con la boca entreabierta
que dé el siguiente paso.
Humedezco mis labios.
Noto demasiada saliva.
Siento la primera arcada.
Abro los ojos.
Ni siquiera estás cerca.
Y no puedo moverme.

Una voz me susurra
«estás amarillo, tío».

 

 

DIVINA

La verdad se esconde bajo mi verborrea.
Un día de estos, cuando te venga bien,
a ver si consigues hacerme callar.

 

 

EL FIN

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTanta metáfora
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy tan poca vergüenza.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxASTRUD

Por mucho que me esfuerce
(tal vez, por eso no lo intento)
esto nunca será un buen poemario.

De todas formas, voy a ser sincero contigo.
Cuando uno enseña sus poemas
siempre pretende algo, siempre:
Aprobación, si estás seguro de que son buenos.
O críticas constructivas para poder rehacerlos,
si no las tienes todas contigo.
Aunque son dos las reacciones que realmente buscamos.
Una es conseguir que alguien se sienta reflejado
en los poemas y diga «eso era lo que yo sentía».
Pero la más esperada
(y que, por desgracia, menos escuchas)
es que el destinatario real de los versos
responda correctamente a todas tus preguntas.
En mi caso sería algo así como
«déjate ya de poemitas
y ven aquí, coño».

 

 

ÉSTE nunca será el camino correcto
(desde tan lejos, los objetos y las personas
se ven más pequeños, pero también más brillantes).

Nunca será el camino correcto.
Y no hace falta que nadie me lo diga.
Todavía no estoy ciego.

La venda solo la llevo porque me favorece.

 

ENRIQUE ANDERSON IMBERT

septiembre 27, 2012 Deja un comentario

Hace años, ‘El leve Pedro‘, de Enrique Anderson Imbert, era un libro obligatorio en la licenciatura de Filología Inglesa de la Universidad de Murcia, hace algo así como tres cambios de planes de estudios. Cuando el amigo que estaba cursando la carrera en cuestión me dejó el libro, no pude más que hacerme un ejemplar para mi biblioteca particular. Y desde la remodelación de aquel plan de estudios me pregunto por qué se quitan joyas como ésta, quién será el imbécil que elimina regalos de la literatura, quién es el impresentable que dificulta el acceso al deslumbramiento ante maravillas así.

Para ellos, algunos de esos relatos breves de Anderson Imbert que el autor denomina ‘Casos‘ y que aparecen al final de sus libros.

 

 

EL CIGARRILLO

xxEl nuevo cigarrero del zaguán –flaco, astuto– lo miró burlonamente al venderle el atado.
xxJuan entró en su cuarto, se tendió en la cama para descansar en la oscuridad y encendió en la boca un cigarrillo.
xxSe sintió furiosamente chupado. No pudo resistir. El cigarro lo fue fumando con violencia; y lanzaba espantosas bocanadas de pedazos de hombre convertidos en humo.
xxEncima de la cama el cuerpo se le fue desmoronando en ceniza, desde los pies, mientras la habitación se llenaba de nubes violáceas.

 

 

EL SUICIDA

xxAl pie de la Biblia abierta –donde estaba señalado en rojo el versículo que lo explicaría todo– alineó las cartas: a su mujer, al juez, a los amigos. Después bebió el veneno y se acostó.
xxNada. A la hora se levantó y miró el frasco. Sí, era el veneno. ¡Estaba tan seguro! Recargó la dosis y bebió otro vaso. Se acostó de nuevo. Otra hora. No moría. Entonces disparó su revólver contra la sien. ¿Qué broma era esa? Alguien –¿pero quién, cuándo?–, alguien le había cambiado el veneno por agua, las balas por cartuchos de fogueo. Disparó contra la sien las otras cuatro balas. Inútil. Cerró la Biblia, recogió las cartas y salió del cuarto en momentos en que el dueño del hotel, mucamos y curiosos acudían alarmados por el estruendo de los cinco estampidos.
xxAl llegar a su casa se encontró con su mujer envenenada y con sus cinco hijos en el suelo, cada uno con un balazo en la sien.
xxTomó la cuchilla de la cocina, se desnudó el vientre y su fue dando navajazos. La hoja se hundía en las carnes blandas y luego salía limpia como del agua, y las carnes recobraban su lisitud como el agua después que le pescan el pez.
xxSe derramó nafta en la ropa y los fósforos se apagaban chirriando.
xxCorrió hacia el balcón, y antes de tirarse pudo ver en la calle el tendal de hombres y mujeres desangrándose por los vientres acuchillados, entre las llamas de la ciudad incendiada.

 

 

«SE LO CONTARÉ A MI HERMANA»

xx–Fíjese, señor capitán, en ese viejo. ¡Quién diría que, cuando joven, nos maravillaba con su saber! Todos le augurábamos que llegaría a ser un hombre famoso, y hoy su nombre no significa nada. Enloqueció y desde entonces la memoria se le ha quedado agujereada. La amnesia –como decía San Agustín– se tragó imágenes e imágenes del granero mental, y el pobre demente ni siquiera se da cuenta de lo disminuido que está. A veces junta dos fechas que están separadas por un largo intervalo. O pide que, por favor, le busquen un libro que se le ha extraviado, sin advertir que lo cogió hace un ratito y todavía lo tiene en la mano. O se despierta, se levanta, se viste, va a salir, pero al ver la cama empieza a desvestirse de nuevo: ¡cree que acaba de regresar, ya terminó el día y es hora de dormir! De todo lo que le ha ocurrido después de trastornarse recuerda solamente unas pocas cosas. Son recuerdos-islas. Entre un recuerdo y otro, un mar de olvido. Sólo que a esos recuerdos el infeliz no los evoca como islas, sino como tierra firme y continua. Pasa de uno a otro como usted y yo, mientras paseamos por este patio, vamos pisando el pavimento sin reparar en las rendijas entre losa y losa. Hace treinta años que lo tenemos en el convento ¡y él cree que lleva con nosotros apenas tres años! Se salta inviernos enteros. Está convencido de que sigue en la flor de la edad; y cuando ve a una muchacha la quiere seducir con vehemencias de galán. Hemos tratado de razonar con él. Sí, señor capitán. A pesar de su locura, en ocasiones razona. Claro, razona a lo loco. Por ejemplo. Para que se viera las canas y las arrugas le pusimos por delante un espejo: que eso no es espejo, arguyó, sino –y usó una palabra griega, «kinema», que ninguno de nosotros sabe qué quiere decir– un movimiento ilusorio de rostros ajenos. Una sola vez conseguimos preocuparlo. Para probarle que el tiempo nos arruina, y él ya no es joven, le mostramos relojes y calendarios, que no pueden mentir porque se relacionan con el desplazamiento de los astros. Como conserva la capacidad de calcular admitió que, en efecto, según esas medidas debía de andar por los sesenta años; pero cuando creíamos que se había curado e iba a dejar en paz a las muchachas, nos salió con la explicación de que ya no era viejo porque Mefistófeles acababa de rejuvenecerlo a cambio de su alma. ¿Qué le parece, capitán Valentín?
xx–¡Extraño, extrañísimo! Se lo contaré a mi hermana Margarita, que es muy novelera y le gusta oír cosas así. ¿Cómo se llama el viejo?
xx–Fausto.

 

 

EL CUENTO ES ÉSTE

xxNo puedo pensar con claridad. Todavía estoy aturdida. Es posible que de un momento a otro me deshaga del todo en el aire, pero por ahora permanezco en casa. Tenían razón: las almas de los que se suicidan con violencia, en un loco impulso, penan más tiempo en la tierra. Además, Horacio se ha puesto a escribir sobre mí, y eso también contribuye: sus palabras me invocan, hacen fuerza para que me quede.
xx¡Pobre! Cuando me encontró con la cabeza sucia de sangre se le saltaron los ojos de las órbitas y la boca se le abrió en una mueca horrible. Me asustó: yo, que ya no podía verme reflejada en el espejo, lo vi a él, pálido, rígido, como si acabara de salir de una tumba. Ese cadáver vivo se arrojó sobre el mío muerto y le murmuraba: «¿Por qué, Leonor, por qué? Dime, dime por qué». Nunca lo sabrá. Ni se enteró de mi secreto viaje a la ciudad ni me descubrió en la cara el menor signo de angustia. Disimulé bien. Nunca sabrá por qué me maté.
xxAhora está escribiendo, y con los rasgos de la pluma me retiene a su lado. Leo por encima de su hombro. La elegía que había comenzado en verso –»¿Por qué morir del modo que moriste?»– continuó en línea recta y ahora es prosa… ¿de Diario íntimo? Un momento… No, tampoco. Es una confesión. Se está echando la culpa por el tiro que me disparé en la sien. ¿Qué disparate va a cometer? ¡No, Horacio, no!: mi muerte no tiene nada que ver con nuestras riñas. Horacio, ¿me oyes, Horacio? Tienes que oírme ¡hay tanto silencio en la casa! No te incrimines, por favor. No es justo para ti. Ni para mí. No quiero que cuando te lean las gentes se imaginen pecados. Deja eso… Me dijiste muchas veces que, como escritor, era un médium: que tus contemporáneos se valen de tu mano para expresarse. Ah, Horacio, sé mi médium. Ya que empezaste, continúa, pero no escribas sobre mí ni sobre ti. Escribe, ¡qué se yo! un cuento, un cuento sobre un hombre cualquiera que se siente culpable por el suicidio de una mujer cualquiera. Todo muy impersonal… Ah, gracias a Dios… Me estás oyendo, querido. Has roto el papel, tomas otro y comienzas de nuevo. Sigue, sigue… Te va saliendo bien… Un cuento…

 

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ EN EL MUSEO ‘RAMÓN GAYA’

septiembre 26, 2012 Deja un comentario

Este año, con motivo de la celebración del Día mundial de la Poesía, el Museo Ramón Gaya editó una pequeña pero cuidadísima edición de poemas de José María Álvarez, poeta homenajeado esta vez por el Museo.

Un servidor participó en dicho homenaje porque uno asiste a todo lo que puede de lo que organiza el Museo, y quedó inmortalizado en una fotografía en la que José María Álvarez leería después de mí.

De esa edición dejo hoy un poema políticamente incorrecto en estos estúpidos y absurdos tiempos que corren.

 

 

ELOGIO DEL TABACO

xxxxx«Digamos inmediatamente que desconocemos la naturaleza
xxxxxexacta de la experiencia crucial»
xxxxxxxxxxMIRCEA ELIADE

xxxxx«Poder fumar es una bendición –dijo aspirando el humo
xxxxxcon delectación»
xxxxxxxxxxHERBERT GEORGE WELLS

xxxxx«Extraordinario placer»
xxxxxxxxxxWILLIAM SHAKESPEARE

 

Pocos placeres bajo los cielos misteriosos
más elevados y serenos
que tú, tabaco. Siempre
aumentando la dicha, en la fortuna,
o consolando el infortunio,
con la misma elegancia
con que silenciosamente envuelves
el sueño de la lectura o de la música,
los secretos ritmos de la meditación
o el agradable conversar.
Tantos momentos perdurables van unidos
a ti, tantas horas
que tú acompañas o mejoras.
Enigma portentoso
del humo, al que nos entregamos
como a la sabiduría o a la suerte
que tampoco nunca entenderemos.
Noble compañero de la inteligencia,
de la alegría de vivir, del
amor, y de ese otro
favor, el vino
que alegra el corazón y la mirada.
Nunca nos faltes.

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ – BEBIENDO AL CLARO DE LUNA SOBRE LAS RUINAS

septiembre 24, 2012 Deja un comentario

Éste es el último libro de José María Álvarez que entró en mi biblioteca (hace casi cuatro años) y hoy dejo unos cuantos poemas del libro.

 

 

xxxxxXI

Bendita sea esa adolescente
Qué arte en el moverse en cada gesto qué
Puta Kindly of the world que diría Stevenson
Qué boca para contemplarla recitando a Safo
Antes de que fatigue la flauta de Pan

 

 

xxxxxXV

Has olido el aliento de la hiena
Que habita el corazón del mundo
Pero como escribe Lucilio
Que tu ejemplo sea la dicha que gozaste, no
El sufrimiento

 

 

xxxxxXXXV

El Arte es como el mar El mismo que vio Ulises
Somos nuestra memoria ahí nos encontramos
Usted Borges ha elegido su morir en Ginebra
Como enseña de su ser cosmopolita
Permita que ennoblezca esta hora recordándole

 

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ – LA LÁGRIMA DE AHAB

septiembre 23, 2012 Deja un comentario

 

DIAMANTE

xxxxx–Es de agradecer su visita en una noche tan fría –la mujer
xxxxxabrió la puerta de la casa «de las bellas durmientes».
xxxxx–Por eso he venido.
xxxxxxxxYASUNARI KAWABATA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Alfonso Sampedro


¿Podemos ya, di, podemos,
ahora que todo o casi todo,
y además es lo mismo,
acaso ni siquiera se ha perdido, solamente
que no era para tanto,
o que bien muerto está, podemos, di, ahora,
sentarnos juntos,
hablar, beber,
jugarnos lo que sea…?

Estamos ya en el mismo bando,
maldito hijo de perra.
Ni me asustas ni me asombras. Al fin y al cabo
tengo más años que tú entonces,
cuando te conocí,
y ya sé un poco por dónde van las cosas.

Esta noche es tan buena como otra,
querido John el Largo.
No está mal este sitio. Las mujeres son guapas
y al menos no te sirven matarratas.
Vamos. ¿No te lo pide el cuerpo?
Sentarnos a beber, la noche por delante,
beber sin red, y hablar, reírnos
de la vida
–en eso no te equivocabas–, podemos luego
llamar, que vengan unas putas.
Y por qué no, después,
ya con el alba, más
que borrachos, ya
santos,
salir y prenderle fuego a todo.

 

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ – LA SERPIENTE DE BRONCE

septiembre 18, 2012 Deja un comentario

Hace ya más de una década que entró este libro en mi biblioteca, y siempre hay tres o cuatro poemas a los que vuelvo antes de leerme el libro entero. Uno de ellos es éste.

 

LA CASA DE LOS MUERTOS

xxxxxxxxxxPress close, bare-bosom’d night – press close
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmagnetic nourishing night!
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxWalt Whitman

Ya no se respetan
ni los lavabos de caballeros. El problema
no es bajar sorteando
cadáveres; al fin y al cabo, vas pensando
en LAS BODAS DE FÍGARO, en Nabokov, en Roma.
Pero es, sinceramente, complicado
orinar mientras oyes
los jadeos, suspiros – «¡Sigue! ¡Sigue!»–
de uno de estos imbéciles
y contemplas el espectáculo sublime
de una cabellera rubia de adolescente hundida
en el vientre de unos jeans sucios,
despatarrados sobre un water.
También hay que llevar cuidado de pincharse
con alguna jeringuilla o resbalar
en algún vómito, o incluso
más personales secreciones. Pero
si va bien todo, y vuelves
a la barra, como
perteneces
a otro mundo, y te basta, es suficiente
para estar aún seguro
de las tres o cuatro cosas que hay que estarlo,
entonces puedes contemplar
la ruina de esta sociedad
sin que te duela demasiado, es
más,
en muchas ocasiones,
con desprecio, como quien va por una calle
y aparta de un puntapié el cadáver de una rata. Tampoco has
salido
esta noche
para ver un Velázquez, o hablar con Borges, sino
a tomar una copa, ese no cortar el último hilo
con lo que pasa. Así
que pides otro vodka, miras
los cuerpos que se agitan espasmódicos
en una pista, te detienes
considerando ropas, maquillajes, algo
que hay en los rostros posteriores
a 1980. A veces,
si hay suerte, una
adolescente siente curiosidad
por una experiencia rara con alguien de una especie en extinción,
y como suele ser preciosa, te permite
usar su belleza, que acompañada por tus mitos
y obsesiones y un notable
refinamiento cultural,
aunque el trato (por mucho que le eches)
no puede ser intenso, memorable, al menos
sirve para comprobar una vez más
que no hay dos coños iguales.
De todas formas, lo normal
es aburrirse, maldecir
lo que te haya llevado a pisar ese sitio,
incluida esa joven, y que estés
deseando irte, regresar
a tu cubil, tumbarte solo en la alta noche
y mientras escuchas fumando una vieja canción de Billie Holiday
o a Trixie Smith con Buster Bailey y Armstrong,
o a la Callas, o a Bach,
que cómo entran a esa hora, Dios,
mientras contemplas tu memoria
y es como si rozaras
la yema de tu dedo por su cicatriz,
y bebes lentamente, y entras
en esa lucidez alcohólica…

…Bueno, bien, como decía
el problema es orinar
en paz, y para eso hay que concentrarse
en el agujero de la porcelana, no permitir
que ruido alguno te interrumpa,
mover tu mano con delicadeza dirigiendo el chorro
de forma que hasta dibuje palabras
y hasta, si has bebido mucho, un verso
Fate’s hidden ends eyes cannont see,
xxde Fletcher, por ejemplo, va bien–.
Luego, de nuevo, sortear
coitos de zombis, zombis
a solas, líquidos pegajosos, miradas muertas, y
regresar a la barra, hacerse oír
por el mandril que sirve las bebidas,
beber tres, cuatro
copas
más, hasta que empiezas a sentirte blindado.
xxxxxxxxxxxxxxEntonces sales a la calle,
los neumáticos de los coches hacen un ruido
sobre el asfalto mojado que
te emociona, y, ah, cómo brilla
la noche, el fondo de la noche,
como Rilke decía
que en las serpientes el veneno brilla.

 

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ – LA ESCLAVA INSTRUIDA

septiembre 17, 2012 Deja un comentario

 

xxRecuerdo aquel día, cuando me regalaste a Natalia. Fue mi cumpleaños. Tú sabías que a mí me gustaba Natalia, sobre todo aquel aire perdido de putón verbenero que arrastraba. Y lo preparaste bien, tengo que quitarme el sombrero.xLlamaste a mi casa, aunque habíamos convenido no hacerlo nunca; menos mal que cogí yo el teléfono. Quedamos en vernos en el apartamento, y dos horas después te presentabas con Natalia: «¿Te acuerdas de Natalia?», (tono libidinoso). «Me la he encontrado y hemos pensado pasar a verte.»
xxYo dejé lo que estaba haciendo y nos sentamos a tomar unas copas. Pusiste un disco de Louis Armstrong y, sin perder demasiado tiempo, en cuanto viste que el ambiente se relajaba lo suficiente y que el alcohol empezaba a hacer su balsámico efecto, fuiste llevando la conversación sabia, astutamente, hacia lo divertido, excitante y extraordinarias que podían ser las relaciones de tres. Supongo que Natalia se dio rápidamente cuenta de por dónde iban los tiros; aunque tenía dieciocho años ya se había llevado a la cama a un sinfín de tipos (y no muy escogidos, por cierto). Pero al principio se hizo la tímida.
xxTres ginebras más tarde y varios discos y –lo que sin duda fue de cierta incitación– unos cuantos besitos y arrumacos y sibilinos toqueteos a los que con tu procacidad maravillosa me sometiste ante Natalia, hicieron brillar con calidades de neón discotequero sus ojitos cachondos. Fue el instante que yo aproveché –mientras tú, sentada en mis rodillas, entreabiertas las tuyas un poquito para dejar paso a mi mano muslo arriba– para aventurar (como el que no dice nada):
xx–Pero, digan lo que digan, no hay quien le coma el coño a una mujer como otra mujer.
xxNatalia hizo la comedia de no creerlo.
xx–¿A que sí? –dije yo–. ¿Por qué no probáis? Sois tan amigas, que seguramente ya lo habéis hecho.
xxEl fuego se había roto, y tú, siempre dispuesta al prodigio, dejaste mis rodillas y volviéndote hacia Natalia, la atrajiste sibilinamente hacia ti y la besaste en la boca. Ella se dejó hacer entre risitas. Tú metiste tu manecita juguetona por el tejano de Natalia y empezaste a acariciarla. Natalia abrió su cremallera y cerrando los ojos echó la cabeza hacia atrás. Yo empecé a acariciarte, hice que te arrodillaras en el sofá ofreciéndome tu culo, y alzando tu falda, te bajé la braguita y empecé a besártelo. Aparté tus nalgas suavísimas y contemplé fascinado el espectáculo de tu ano azul al que cubrían unos delicados pelitos, últimas estribaciones de tu conejo soberbio. Apoyé la lengua y lamí ese fabuloso pozo de diamantes. Tú, mientras tanto, le habías quitado el tejano a Natalia y estabas besuqueando su vientre y su pubis azabachado; te arrodillaste ante ella, abriste sus muslos y chupaste con avidez aquel coño montaraz y fogueado.
xxTengo muy grabadas las imágenes de aquella tarde. El pelo dorado de Natalia desbordado sobre los cojines del sofá, sus ojos idos, sus suspiros, mientras tú, hermoso animalillo mío, acariciabas con tu lengua aquel chochito que tanto había yo deseado contemplar y acariciar desde hacía unos meses. Me desnudé. El espectáculo era soberbio: Natalia gemía bajo tus caricias, las dos casi desnudas ya sobre el sofá. Acaricié tu espalda, y mientras seguías besando y mordisqueando a Natalia, yo te penetré por detrás. Giraste tu cuerpo y tus ojos como lumbre se clavaron en mí. Yo besaba tu espalda y tú seguías acariciando los pechos de Natalia. Cuando imaginaste que tu amiga estaba a punto, te echaste a un lado, tomaste mi verga y la llevaste con seguridad hacia ella, y se la metiste. Natalia resopló como una locomotora. Muy bien. Tú te apartaste y empezaste a acariciarte suavemente mientras contemplabas con una sonrisa indescifrable mi polvo con Natalia.
xxEra agradable el coño de Natalia. Tenía la calidad de una boca. Y qué bien sabía usarlo. Cogió mi ritmo inmediatamente, y movía en círculo sus ancas con ligeros y rapidísimos espasmos. Era, además, de las mujeres de orgasmo lento y largo, de las que parecen estar diez minutos corriéndose. Se aferraba a mi cuello con sus piernas y golpeaba vigorosamente. Y reía, se reía mucho.
xx–Eres un hijo de puta. Un hijo de puta –exclamaba divertida.
xxTú, mientras tanto, mirándonos con placer, te masturbabas graciosamente.
xx–Sí que lo es –le dijiste, entre risas, a Natalia.
xxDe pronto noté la sacudida del placer, y me dejé ir entre los brazos de aquella criatura. Natalia contrajo sus músculos y yo empujé mi polla con toda la fuerza que pude. Noté cómo el chorro caliente de mi esperma chasqueaba en sus entrañas. Cerré los ojos y me abandoné en sus brazos. Mientras volaba en ese desmayo, escuché tus jadeos: estabas también corriéndote. Nos quedamos los tres ovillados y mansos como ángeles satisfechos. Radiantes y felices.
xx–Sois la hostia –dijo de pronto Natalia–. La hostia.
xxNosotros nos echamos a reír. Cómo suena aún en mis oídos aquella risa de los tres, jubilosa, como elevándose sobre la estupidez del mundo.
xxTe levantaste y fuiste a servir unas copas. Volviste al sofá y me regalaste un gesto de brindis:
xx–Por ti. Feliz cumpleaños.

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ – MUSEO DE CERA

septiembre 16, 2012 Deja un comentario

En la misma tienda de la que les hablaba ayer, conseguí por seis euros la edición de «Museo de cera» que la Editora Regional de Murcia le publicó a José María Álvarez en 1984, cuando la Editora estaba dirigida por Ángel Montiel y ésta tenía pinta de ser un proyecto interesantísimo que duraría hasta nuestros tiempos (qué ingenuos llegamos a ser).

De esa edición del «Museo de cera» hoy dejo aquí uno de los poemas de la primera parte del libro.

 

 

VE DE PRONTO, COMO ESTRABON, MUCHISIMO

Dende allí mira su gente
cómo iba de vencida
xxxxxxxxxx–Romance del Rey Don Rodrigo–

La pintura, la tradición y el estilo de los sabios perpetuarán la sorprendente historia
xxxxxxxxxx–Lucio Apuleyo–

 

 

 

Dancing canalla donde
la ciudad se pierde en las primeras
sombras del puerto

 

Mi vida se quemó bajo tus luces

 

Habrás de devolverme alguna noche
una de tantas que te dí?

 

Atravieso el acohol

 

La noche se desata

 

Manto de los deseos

 

 

Viejos marineros turbulentos
Bellas profesionales
Maricas disfrazados
con inverosímiles trapos
Gardel en el juke-box

 

 

 

Amo este local indeseable
Amo estas caras descompuestas
por la madrugada Estos tugurios
donde los habitantes se destrozan en un baile

 

 

 

 

El burdel abre sus puertas encendidas

 

 

 

Viejo cuerpo amadísimo

 

Ah entrañable cabeza pelada!

 

 

La recuerdas?

xxxxxxxxxxxxxFue aquí

 

Le salía el amor del fondo de las tripas
Ardía en una fragancia de saliva
La recuerdas?

 

xxxxxxxxxxxxxEntre las mesas de este bar
recogiendo los vasos
recogiendo en sus caderas al pasar
los últimos deseos ya abrasados

 

Misteriosa Llena de labios

 

La luz inconcebible de sus 15 años

 

 

Cuántas noches fue ella
mi única compañía

 

O una botella de vodka

 

O Charlie Parker en el corazón

 

 

Perderme entre sus piernas

 

Bailar de nuevo en su vestido

 

 

Su cuerpo es la verdad que esta noche deseo

 

En su gesto de burla se estrella el desencanto
Y segura
de que todo habrá de serle concedido
pide más

 

 

Everybody loves my baby
Era fluida y cálida como Lester Young

 

 

 

La última copa aguada

 

Local maldito
xxxxxxxxxxxxxYo que en otro tiempo
como algo exótico te veía
ahora
xxxxxxsin un reproche
en tu barra me apoyo

 

 

Devuélveme una hora

 

Un segundo

 

Mi juventud

 

xxxxxxxxxAquella imagen
La que quedó en tus cuartos tus espejos

 

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ – 87 POEMAS

septiembre 15, 2012 Deja un comentario

Hace dos o tres años entré en la más caótica tienda de venta de cómics y libros de segunda mano que hay en Murcia, algo que hago cada par de meses. El caso es que, repasando si había aparecido algún libro que mereciese la pena, me encontré con una joya a la que le habían arrancado la portada y las dos primeras páginas; sin embargo, no me costó nada pagar los dos euros que me pidieron por él.

En la contraportada del libro se podía leer: «Existe un libro casi elefantiásico («Museo de cera»), aún inédito, que es a la vez crítico, lírico, investigador, brillante, denso; su autor, José María Álvarez, sólo ha publicado un libro breve («Libro de las nuevas herramientas»), hoy agotado y repudiado por el responsable de su nacimiento, aunque a mi parecer es un libro valioso; cuando aparezca, tras su laboriosa elaboración, «Museo de cera», no dudo de que José María Álvarez se situará en la primera línea de su generación.». La cita pertenece a los «Apuntes sobre poesía española de Postguerra», aparecida en Cuadernos Tauros y estaba firmada por Félix Grande.

El libro en cuestión era «87 poemas», de José María Álvarez, el número 7 de la Colección de Poesía Saco Roto de la Editorial Helios. Y me da la sensación de tener una joya rara, mutilada por su último dueño, pero una joya al fin y al cabo. El libro se abre con una entrevista que le hace Jesús Munárriz a José María Álvarez y en ella Álvarez desgrana sus estudios, sus adscripciones o rechazos a grupos poéticos, el vislumbramiento de cuál debería ser su propio camino poético, la evolución de su «Museo de cera», su inclusión en la antología de Castellet, su opinión de la crítica hecha en España, algunas de sus obsesiones temáticas…

El primer poema del libro pertenece a «Museo de cera» y sigue siendo uno de sus poemas magistrales.

 

 

HISTORIA MARAVILLOSA A LAS 3 DE LA MADRUGADA

¡Ay, muerte! ¡Muerte seas, muerte e mal andante!
–Juan Ruiz el Arcipreste de Hita–

Un rasgo desagradable de este estado de cosas, en otros
sentidos tan satisfactorio, era la necesidad de secreto
–Ambrose Bierce–

 

 

Sólo quedamos vivos
Sobre la ciudad kaputt
Johann S. Bach y yo
Y los dos muy borrachos.

 

RAFAEL ALBERTI

septiembre 14, 2012 Deja un comentario

Ya está bien de marineros en tierra, o de retornos de lo vivo lejano; conforme están las cosas uno sólo puede decir: «yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos«.

 

STAN LAUREL Y OLIVER HARDY ROMPEN SIN GANAS 75 Ó 76 AUTOMÓVILES Y LUEGO AFIRMAN QUE DE TODO TUVO LA CULPA UNA CÁSCARA DE PLÁTANO

Me sorprende que la ley seca haya decretado el arrendamiento por hora de casi todos los
xxxxxguardias
porque yo quisiera saber quién inventó ese orgullo que le entra al chocolate cuando se acuerda
xxxxxde la harina lacteada

Y es que a mí me preocupa mucho el silencio y la astronomía
y la velocidad de un caballo parado
y la inmovilidad de los trenes expresos que predicen la futura muerte de los tranvías
mas es que tú viniste al mundo con un sombrero muy preocupado
sííííííí
yo me acuerdo regularmente de mi abuelita materna
cuando un cuervo destruía las torres
y tú de desayuno te comías 144 clavos + 18 tachuelas
y es que a ti te jubilaron de chófer porque ignorabas todas las ciudades de la izquierda
me parece que voy a tener que llorar
me parece que yo voy a tener que llorar porque esta madrugada una farola de gas
xxxxxasesinó mi bicicleta

NOS PARECE QUE VAMOS A TENER QUE LLORAR
y mi alma científicamente preocupada sabe que la elaboración del cacao a vapor adelanta muy
xxxxxpoco con llorar
porque yo suelo llorar casi siempre 12 ó 13 veces al día
y ahora resulta que se me han pasado las ganas de merendar
me parece que se nos han pasado las ganas de merendar
de llorar
de merendar
de llorar y merendar
o de merendar y llorar
NOS PARECE QUE YA NO VAMOS A TENER NUNCA GANAS DE LLORAR NI DE MERENDAR
y es que yo quisiera morirme porque estoy muy enamorado
y es que yo me enternezco muchísimo cuando veo un policía vestido de pajarito blanco
yo estoy muy enamorado y tú te enterneces muchísimo cuando ves un policía vestido de pajarito
xxxxxblanco
y es que padeces el gravísimo error de confundir
la comisaría con una frutería cuando yo me quiero morir
dime tú seriamente si yo me quiero morir.

FRANCISCA AGUIRRE

septiembre 13, 2012 Deja un comentario

Mientras sigo con todas las lecturas atrasadas, esa montaña de libros que tengo en la mesita de noche que incluye a Martin Amis, James Sallis, Milorad Pavic, A. S. Byatt, Eduardo Mendicutti o W. B. Yeats, repaso los libros de mi biblioteca y es un placer releer ‘Ensayo general‘ (publicado por la editorial Calambur) de Francisca Aguirre; y el placer es doble porque el libro me lo regaló la propia poeta la última vez que estuvo en Murcia hace ya cinco años. Y de ese libro hoy dejo aquí estos poemas:

 

OFICIO DE TINIEBLAS

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Félix

Este oficio, Dios mío, tan precario
de ir conjuntando la mirada y el verbo,
este oficio tan de tanteo, tan de sombras
que persiguen la luz como un ahogado,
este oficio de vísceras que ignoran
y sin embargo sienten,
esta revolución de trogloditas
en busca de la unidad tribal,
Dios mío, qué osadía tan irremediable,
qué desatino necesario
éste de transmitir la vida boca a boca,
de defender al árbol como a un hombre
y defender al hombre como a un planeta,
como a un astro del que depende
el equilibrio de la constelación,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSeñor,
y defenderlo con onomatopeyas,
con sílabas, palabras.
Palabras nada más, ayes, quejidos.
Qué oficio, hermanos míos, qué tarea.
Qué oficio tan humilde y tan ambicioso,
qué meta inalcanzable,
qué hermoso oficio
para dejarse en él la vida entera.

 

 

PROPIETARIOS

Porque no poseemos nada,
ni siquiera la vaga sombra de futuro
que a nuestra infancia responsable pervertía.
Porque no somos dueños de nada,
ni aun del propio dolor
que con asombro hemos mirado tantas veces.
Porque, sin duda, tener no es lo nuestro,
y sí soñar desesperadamente
que todo lo tenemos al borde de la mano,
de esta tozuda mano que nos nombra
con más rigor que un apellido.

Dueños de desearlo todo: qué tristeza.
Dueños del miedo, el polvo, el humo, el viento.

 

 

LA ESPERA

Lo mejor que podemos hacer es no asustarnos.
Ya sé que no resulta fácil atenazar el miedo.
Pero también el miedo une. Es cuestión de saberlo
y no menospreciar esa sabiduría.

Calma, mucha calma,
en medio del terror también se puede tener calma;
casi diría que es imprescindible.
Moverse con cuidado, calcular bien los movimientos:
un paso en falso puede significar la destrucción.

Miedo, naturalmente. Mucho miedo:
nadie quiere desintegrarse.
Pero también el miedo integra. No olvidarlo.
Por descontado: esa tarea no resulta alegre,
pero en casos como el presente
lo más seguro es ver los hechos con realismo.
Nada ayuda tanto como la realidad.

Lo mejor que podemos hacer
es mirar con afecto a la consolación;
cuando se tiene miedo los consuelos no se desprecian.
Cualquiera se puede morir,
pero morir a solas es más largo.

Y si el miedo sigue creciendo,
apoyar una espalda contra otra. Alivia.
Infunde cierta seguridad
mientras dura la espera, Telémaco, hijo mío.

 

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CRISTINA PERI ROSSI

septiembre 11, 2012 Deja un comentario

No pienso contar qué hacía yo cuando hace once años estaba siendo atacado el World Trade Center. Entre otras cosas, porque desde hace ocho años mi memoria del once de septiembre está ligada a un poema de Cristina Peri Rossi que descubrí gracias a que un amigo, poeta y periodista que aparece en la antología ‘Poemas para cruzar el desierto‘ de la extinta editorial ‘Línea de Fuego’ me regaló dicha antología. Gracias a ese libro leí mis primeros poemas de Karmelo Iribarren, David González, Claes Andersson, Antonio Orihuela, Manuel Vilas, Vicente Muñoz Álvarez o Violeta C. Rangel.

Les decía que mi memoria del once de septiembre queda desde entonces ligada a uno de los poemas de Cristina Peri Rossi. El que ahora les transcribo.

 

 

ONCE DE SEPTIEMBRE

El once de septiembre del año dos mil uno
mientras las Torres Gemelas caían,
yo estaba haciendo el amor
El once de septiembre del año dos mil uno
a las tres de la tarde, hora de España,
un avión se estrellaba en Nueva York,
y yo gozaba haciendo el amor
Los agoreros hablaban del fin de una civilización
pero yo hacía el amor
Los apocalípticos pronosticaban guerra santa,
pero yo fornicaba hasta morir
–si hay que morir que sea de exaltación–
El once de septiembre del año dos mil uno
un segundo avión se precipitaba sobre Nueva York
en el momento justo en que yo caía sobre ti
como un cuerpo lanzado desde el espacio
me precipitaba sobre tus nalgas
nadaba entre tus zumos
aterrizaba en tus entrañas
y vísceras cualesquiera
Y mientras otro avión volaba sobre Washington
con propósitos siniestros
yo hacía el amor en tierra
–cuatro de la tarde, hora de España–
devoraba tus pechos tu pubis tus flancos
hurí que la vida me ha concedido
sin necesidad de matar a nadie
Nos amábamos tierna apasionadamente
en el Edén de la cama
–territorio sin banderas, sin fronteras,
sin límites, geografía de sueños,
isla robada a la cotidianidad, a los mapas
al patriarcado y a los derechos hereditarios–
sin escuchar la radio
ni el televisor
sin oír a los vecinos
escuchando sólo nuestros ayes
pero habíamos olvidado apagar el móvil
ese apéndice ortopédico
Cuando sonó
alguien me dijo: Nueva York se cae
ha comenzado la Guerra Santa
y yo, babeante de tus zumos interiores
no le hice el menor caso,
desconecté el móvil
miles de muertos, alcancé a oír,
pero yo estaba bien viva,
muy viva fornicando
¿qué ha sido? –preguntaste,
–»creo que Nueva York se hunde», murmuré,
comiéndome tu lóbulo derecho,
«Es una pena», contestaste
mientras me chupabas succionabas
mis labios inferiores
Y no encendimos el televisor
ni la radio el resto del día,
de modo que no tendremos nada que contar
a nuestros descendientes
cuando nos pregunten
qué estábamos haciendo
el once de septiembre del año dos mil uno,
cuando las Torres Gemelas se derrumbaron sobre Nueva York.

 

ÓSCAR AGUADO

septiembre 9, 2012 2 comentarios

Abandono por un rato mis obligaciones y vuelvo a repasar mi biblioteca. Le echo un vistazo a los libros que nos regaló Óscar Aguado cuando estuvo por Murcia hace casi un par de años y vuelvo a enamorarme de varios de sus poemas, uno de ellos, éste:

 

 

Estimado Bolo
no sabes lo bonitos que son los perros
aquí en Barcelona
tendrías que verlos algún día
cómo caminan
dios cómo caminan
nunca moriría por una bandera
pero sí por un perro.

 

Y COMO ES SEPTIEMBRE

septiembre 3, 2012 Deja un comentario

y por motivos personales, abandono el blog por unos días dejándoles como banda sonora un tema mítico –’Septiembre‘– de uno de esos grupos que a uno le acompañan desde hace más de 20 años, Los Enemigos.

 

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