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LAS CIUDADES DE LA LLANURA
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ÚLTIMA NOCHE EN SODOMA
No me lo reproches.
Además,
¿quién sino tú me enseñó la costumbre
de dejar siempre unas nueces
y un poco de vino caliente sobre el mantel?
¿Quién sino tú ponía sábanas limpias
en la habitación de los invitados,
a pesar de que nadie, lo que se dice nadie,
podía llamar a la puerta a tales horas?
¿Quién sino tú?
Así que, por favor, deja de repetir
que debo darme prisa,
que para qué me entretengo en hacer todo esto
si sé que no voy a volver.
Aún no ha amanecido.
Aún me queda algo de tiempo,
lo presiento,
para regar la higuera del jardín
con la paciencia que tú solías,
para dar de comer a los perros.
Fíjate.
Fíjate en lo quieta que está
el agua del estanque.
En la manera que tiene
de aceptar su destino
de océano triste
cubierto por la hojarasca.
Fíjate.
El lugar de la devastación
ha de ser algo semejante
a esas sillas de mimbre
olvidadas por descuido bajo la tormenta.
No, no me lo reproches.
¿No entiendes que es preciso
que todas las luces de la casa
permanezcan encendidas?
¿No entiendes que sólo así,
cuando por última vez vuelva el rostro
desde el último recodo,
me marcharé convencido
de que en efecto hubo una ciudad?
Y será esta ventana lo que brille a lo lejos.
Mientras dure el aceite en las lámparas.
Y resultará sencillo creer que tú me esperas
detrás de su indolencia.
Que me pedirías que entrase
como si hiciese mucho
que estuvieras esperando
y me lavarías los pies en silencio.
Y es que aún no ha amanecido.
Y es que aún puedo pararme a coger
unos cuantos higos verdes por el simple deseo
de notar la quemazón de mi esqueleto
entre la inercia de las sombras.
Así que, por favor, deja de repetir
que debo darme prisa,
que para qué me entretengo en hacer todo esto
si sé que no voy a volver.
A fin de cuentas,
tampoco sé cómo comprenderé
qué cambio en el color
del agua o qué chirrido
de nubes restregándose
me indicará que he llegado
por fin.
Y tú eras quien insistía,
acuérdate,
en que los preparativos de un viaje,
aunque lo parezcan,
no son las corbatas ni los pocos libros
que uno decide meter en la maleta.
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EL ÁRBOL
Ten en cuenta que el árbol crece en dos direcciones,
pero sólo una brinda un lugar a la sombra.
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LA ÚNICA TRAVESÍA DEL TITANIC
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEn el viaje aquel de todos a la niebla.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxFrancisco Brines
Imagino (a estas alturas
tanto da que lo contado
poco tenga que ver con lo vivido)
el ajetreo, las risas, la emoción
—oh, dear!, long time no see—
de posar para la posteridad,
el murmullo de la ropa almidonada
restregándose en la brisa.
Imagino lo embarazoso que a MIss Candace
le resultaría toparse de pronto,
entre la multitud,
con la mirada inerme de algún antiguo amante.
Imagino la gravedad complacida
de sus rostros coloniales
cuando la orquesta atacase las notas
del God save the Queen.
Imagino,
con la torpe impresión de irrealidad
de quien piensa en una lengua
que no le pertenece,
el barco que zarpa
entre veleros que lo acompañan
hasta la boca del muelle.
Imagino el ruido de las sirenas,
el remolcador,
la cubierta repleta
de pañuelos blancos que ignoran
que se están despidiendo para siempre.
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LOS REMOS
Remar sin avanzar; remar mientras se aprende
a ir arrojando al agua más cosas cada vez.
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GOZNES
Incluso las puertas de una casa
en ruinas
pueden abrirse sólo hacia un lado.
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HERCULANO
He dispuesto en la mesa
unas nueces y escudillas con vino caliente.
He renovado las flores
en las ánforas de barro.
He mandado encender todas las lámparas,
sahumar la estancia con aroma de incienso.
Luego,
he pedido en voz baja que no se me moleste,
que nadie me interrumpa hasta que amanezca.
Hasta que amanezca.
Cuando mis esclavos vengan
a despertarme
y me encuentren sentado
frente a la ventana.
Sentado y en silencio.
Cuando acaso mis ojos distingan a lo lejos
la luz de sal del nuevo día,
de un día que ya no alumbrará para ellos,
mientras se preguntan
—mi señor, tu desayuno—
cuánto tardará el veneno en surtir efecto.
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Cumbreño, José María. Las ciudades de la llanura. Mérida; Ed. Regional de Extremadura, 2000.
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DE LA SUPERVIVENCIA
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EN AUSENCIA DE SÍMBOLOS
la voz en su mediana incandescencia
así
la lejanía
leve espiral de sol
vientre
llanto
tú
decir es lo que duele
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ENTRAÑA
golpe tras golpe
como pólvora seca
sobre la escarcha
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[ETC]
A la altura del ojo pasan coches
semáforos
obstáculos.
Quizá la voz cansada
su descomposición
el corazón de los cansados sabe.
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MARÍA MAGDALENA Y EL BARRO
Casi sucia la nieve va
ungiendo de alquitrán
el regazo del sueño.
Le da forma la voz
que arrasa los escombros
lenta y torpe
como el cauce que arrastra su inquietud
apenas cristalino.
La polución xxxla ruina
en el regazo
iluminado apenas.
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LA LLUVIA
trae
otra lluvia.
Contra mis ojos ciegos la humedad
trae otra noche.
Vuelvo a esperar.
Sigue pasando el tiempo sin medida,
sigue cayendo el agua al precipicio,
sigue soñando el dios
que está dormido.
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Gorría, Ana. De la supervivencia. Poemas 2006-2016. Madrid; Ed. Los libros de la marisma, 2018.
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SEIS POEMAS DE JUSTO NAVARRO
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LA FAMILIA
Es la ligera argolla del silencio,
la que calla a los hijos ante el padre,
el amigo rencor.
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EL INQUILINO
xxxxx1
Me dijo: —Todo lo que tengo
es lo que pienso que tendré mañana.
(Venía de una vida de comidas
silenciosas, o solitarias, no totalmente
silenciosas: oyéndose
masticar a sí mismo.)
—Mi casa es hoy —dijo—
un destierro: no significa esto
que me encuentre mejor cuando salgo de casa:
en todas partes
me siento como en casa, tratado injustamente.
(Vivía solo entonces, en un piso de cuatro dormitorios.)
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xxxxx2
—No me preguntes sobre
mi pasado, pues todavía espero
que cambie con el tiempo —dijo.
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KRIMINALROMAN
Era la juventud un estado moral: veíamos
la muerte desde lejos, de broma, como en esas
películas que juegan con el asesinato
y la mutilación y los efectos
especiales, aunque recuerdo que ya entonces mi madre
se había ahogado en la piscina. No
la vi. Vi a mi padre, vestido, salir del agua,
y lo veo de vez en cuando todavía.
Sé que murió también, pero lo olvida
alguna tarde, y viene. Se me acerca,
pregunta por su nombre.
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CANCIÓN DE LA IMPOSIBILIDAD DE VOLVER ATRÁS
Venían siempre días,
no sé cómo decirlo,
de mala calidad. Vivíamos en una
ciudad de inviernos indomesticables.
No funcionaba, helado, el aeropuerto.
No sé si era frialdad,
es decir, desapego, o algo
parecido a un enfado
de hermanos demasiado íntimos y egoístas,
decepción, puede ser, remordimiento
por haber revelado, sólo para nosotros,
otra vez un secreto ya sabido:
que el deseo imposible es triste,
y es el pasado el más
imposible de los deseos.
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OTROS MODOS DE PROVOCAR AFASIA
Una inyección intracarótida
de amilobarbital sódico causa
afasia, pérdidas posibles
de conciencia, pero una voz
de padre, que te llama
y te dirige la palabra
tranquilamente, un día
nublado, puede producir
efectos similares: por ejemplo,
en mi amigo, hijo de un célebre
cirujano plástico, o general
del Ejército, no me acuerdo.
Una vez me contaba que la voz
de su padre le provocaba
afasia, eso me dijo,
parálisis de la musculatura vocal, silencio, lengua
atada. No aprendíamos retórica,
el arte de persuadir, sino el arte
de enmudecer,
a uno mismo o al adversario.
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HABLA UN DISCÍPULO DEL DOCTOR SELIGMAN
«Va todo mal», reconocí. Las cosas
se complicaban y, a medida
que las cosas se complicaban,
más difícil era encontrar alguna
solución y, a la vez,
los efectos probables de un error
resultaban más serios. No dormía
y, cansado, me levantaba
más inseguro, física
y espiritualmente inseguro. Era un caso
de learned helplessness,
dijo el especialista:
impotencia o indefensión
aprendida. Pensemos en la rata que vive
en una caja de cristal
con un suave columpio giratorio, de alambre,
un Alexander Calder de los laboratorios.
La habitación está insonorizada.
Suena un zumbido. Si no salta
la rata del columpio,
recibe una descarga eléctrica. La rata
pronto aprende a evitar la situación
desagradable, y las victorias
repetidas producen un descenso
sustancial de ansiedad. Pero existe
otra criatura y vive en una caja
igual que la primera,
y tiene otro columpio giratorio,
y catorce varillas en la base, metálicas,
de la caja, electrificadas.
Salte o no del columpio cuando el zumbido suene,
la derrota de la descarga eléctrica
le será inevitable. Los seres sometidos
a situaciones sin salida,
o a los que todo sale mal, ya nunca
aprenden a escapar, aunque la fuga sea posible
y la puerta esté abierta.
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Navarro, Justo. Mi vida social. Valencia; Ed. Pre-Textos, 2010.
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POEMAS DE ‘LA LENGUA ROTA’, DE RAÚL QUINTO
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SALWA BUGAIGHIS
Descoser las partículas del aire
para poder seguir
respirando. Tejer un cuerpo nuevo
con los cuerpos perdidos y encontrados
tras el incendio. Decidir.
Golpear ese muro
pese a tanta ceniza
torcida en los pulmones. Pese a tanto
siglo volviendo. No cejar.
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ALGUIEN BAILA en el fondo
de la piscina
de la urbanización abandonada,
abraza a un maniquí
y le dice al oído: esta música
no existe, como tú la luz tampoco
tiene ojos ni boca,
pero mantiene en pie
todo aquello que vemos.
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ANA ORANTES
Transita del azul
al ámbar el dibujo de la llama.
Un arcoíris derretido,
titilando sombra
en un pequeño charco
de gasolina. Quién está mirando.
Quién dice qué.
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EL PALACIO es un dolmen.
Cuando suene la música
sólo podrás bailar
con los espejos
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o con los muertos.
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DICTARON las preguntas.
Borraron las estrellas
y nos dejaron a merced
de los mapas. Un mundo
traducido. Un verbo
anticipando cada gesto.
Y sin embargo.
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ESCUCHAR EL CRUJIDO de la estática
cuando dos cuerpos
se rozan por primera vez. La piel
de la sombra torciendo
el sudor en la palma de una mano.
La luna nueva en las pupilas.
Sentir el peso
a pesar de la niebla.
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CARLOS PALOMINO
El escáner refleja actividad
en la corteza cerebral
pero también en estructuras
menos superficiales
como el putamen y la ínsula.
Eso dice la ciencia
sobre cómo funciona
el odio. Un segundo,
siete centímetros
de metal frío penetrando
el ventrículo izquierdo
del corazón. Una luciérnaga
aleteando al filo de su luz,
a la misma distancia
de la incineración que de la noche.
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Quinto, Raúl. La lengua rota. Madrid; Ed. La Bella Varsovia, 2019.
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MI VIDA SOCIAL
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SESIÓN DE ESPIRITISMO
Pues le habían dicho que llamara cuando
acabara el viaje, cruzó el río,
contó hasta diez, llamó,
y nadie contestaba. El tiempo había
pasado, y, es normal, la gente
cambia de casa,
se va, desaparece, le dijeron.
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BATMAN
Me hablaba el jefe, y no
era de mí de quien hablaba, pero,
al hablarme, y hablarme de sí mismo
tan fervorosamente, hablaba
de mí, de cómo me juzgaba digno
de sus palabras un momento, o así lo pensé. Y, mientras
él creía que yo sólo escuchaba
(o así yo lo creía),
recordé la existencia de animales
que pueden orientarse por el eco
de sus propios sonidos, los murciélagos.
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LA ALIANZA
—El dolor —me explicó— es el origen
de la memoria, así
que avisamos: «Te acordarás
de mí», o, por expresarlo
de modo más directo: «Voy a hacerte
tanto daño que no lo olvidarás». Pues el dolor
es un anillo
en el dedo que lo merece, o cambiado
de dedo, para recordar.
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ACADEMIA BERLITZ
Morir es un idioma, y deberás
aprenderlo: no es una luz
de ojos cerrados, de capucha
o máscara. No llega
como noche de fábrica vacía.
No te busca: no tiene
qué decirte. Es un secreto
lenguaje de una sola
palabra: quien la aprende ya no es él.
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CUENTO DE HADAS
La señora me dijo: «Sigue así
y un día
vendrá el lobo a llevarte.»
Así seguí sin darme cuenta
años y años. No noté
que en mí mismo era otro.
No sonaban
los pasos de la luz que iba y venía.
Han llamado a la puerta.
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MEDITACIÓN DEL ABANDONADO JUNTO AL TELÉFONO
Pienso en la soledad de los que no me llaman,
que no tienen mi voz, mi buen humor,
el buen humor con el que yo
espero todavía que me llamen, la paz de mi silencio
mientras calla el teléfono,
lejos de sus reuniones peligrosas
y sus conversaciones tumultuosas.
Pienso en la soledad de los que no me llaman.
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ÁNGEL DE LA GUARDA
Diría que he tenido siempre
cerca de mí (dentro de mí, sería más exacto)
un individuo vigilante,
que en los momentos más impropios
tomaba la palabra
en mi contra, o tiraba
un vaso al suelo, o derribaba
al anfitrión o una pared, o se callaba
y era peor. Sería
mejor que se durmiera
alguna vez el yo en el yo.
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ARTE POÉTICA
Una vez el poeta Gabriel Ferrater una carta
le escribió a Helena, su novia:
«El tema de la literatura moral no es la experiencia
que acerca de los otros tiene
el escritor, sino la inexperiencia
que se siente ante ellos».
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EN DOMINGO
Me explicaba que en el jardín la hierba,
traspasada por troncos y raíces, tenía treinta años.
Y arrancaba puñados duros, petrificados,
para que yo los viera mejor. Fue una visita
de domingo, nublado, largo como la vida
de aquella hierba. Entonces,
quizá para espantar mi aburrimiento,
me preguntó si, cuando niño, alguna vez noté
la desilusión que, conforme yo crecía,
le provocaba: «Eso ha pasado siempre
entre padres e hijos —dijo mi padre—. Yo
lo notaba, y no pude perdonarle
a mi padre esa herida,
perdonarme esa herida.»
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MI DOBLE HABLA
«Conozco —dijo— ratos
de claridad y ratos de derribo.
Cíclicos, sucesivos,
se buscan como hermanos
que nunca llegan a encontrarse:
el uno viene cuando
se va el otro, o están,
sin saberlo, en la misma habitación. O son un único
individuo que cambia de disfraz,
y nunca vemos juntos a los dos
personajes: es imposible
que una persona esté dos veces
simultáneamente en el mismo sitio,
aunque use dos disfraces,
dos personajes.»
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Navarro, Justo. Mi vida social. Valencia; Ed. Pre-Textos, 2010.
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LA POLICÍA CELESTE
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LOS ROTOS
(con Anne Sexton)
Todas las divisiones son mentira
salvo la que divide los cuerpos en dos
grupos incomprensibles entre sí.
Aquellos que se han roto y los que no.
Los rotos no pedimos demasiado:
que se nos quiera, sí,
que los que no han vivido la fractura
tengan paciencia
si mascullamos viendo las noticias
o hacemos el amor
con un poco de miedo.
Entenderás, entonces, ciertas cosas.
Por qué en casa las tazas no se tiran
y por qué a veces quiero
estar solo después de que suene un portazo.
Los ritos de los rotos, amor mío.
Ademanes que espero que no comprendas nunca.
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ORIGEN
Igual que el polvo cósmico se junta
y baila hasta formar un centro, yo
he construido todo mi universo
alrededor del día en que llegaste.
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LA LÍNEA DE NIEVE
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxNo obstante, tras la observación
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde la línea fue posible determinar su movimiento.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLucas Cieza,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdirector del Núcleo de Astronomía
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde la Universidad Diego Portales
Si te alejas del Sol,
si viajas hacia atrás, hacia el principio,
no encontrarás océanos
donde poder bañar tus viejos ojos.
Si existen esas aguas, fluyen densas
bajo los continentes congelados
de tiempo. No te tientes con preguntas
sobre las criaturas que, quizá,
nadan en ese infierno helado. Nadie
podrá verlas jamás, no tendrán nombre,
no pienses más en ellas, por tu bien.
Alguien ha dibujado aquí una línea
que separa la vida en dos instantes:
lo que fue y lo que ya no puede ser.
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EL HUMORISTA
Conocí a un humorista muy famoso
y hablamos de camino a su espectáculo.
En muy pocos minutos descubrimos
que su padre y el mío se parecían mucho:
tuvieron dos mujeres, dos familias,
dos vidas muy distintas y aisladas
por años y por mares y silencio.
—¿Eres de la primera? —preguntó
delante del teatro.
—De la segunda —dije.
—Ah, tú eres del equipo ganador.
Y desapareció tras una puerta
y al rato pude oír al público riendo.
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LA FIESTA
Caín y Abel sentados en el césped
de una casa en Ibiza con piscina.
Suman los dos la edad del padre y nadie
mató a nadie al final. Mejor así.
Los dos están un poco colocados,
los dos están un poco como siempre.
Hubo noches de infancia parecidas
bajo cielos de estrellas más hermosas
pero ya no se acuerdan casi nunca.
La hierba ya se moja de rocío.
Siguen llegando sombras a la fiesta.
—Se está muriendo el viejo —dice Abel.
—Lo sé —dice Caín, y enciende un porro—.
Y eso es sólo el principio.
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ESPERANDO AL HALLEY EN 2061
Padre, te recomiendo a Stanley Kunitz.
La recomendación es importante.
A él le recomendaron escribir poesía.
Pero no fue su padre.
Fue un profesor, y Kunitz le hizo caso:
durante casi ochenta años compuso
poemas para hablar con su difunto padre,
un hombre que, en un parque, cuando Stanley no había
nacido bebió ácido carbónico
porque estaba arruinado, y por razones
que su hijo buscaría en sus poemas
a lo largo de casi ochenta años,
más o menos el mismo
tiempo que tarda el Halley en regresar
a los ojos absortos de la Tierra.
Stanley Kunitz vio el Halley las dos veces
que el cosmos le permite a un hombre verlo.
La primera era un niño, como yo
cuando lo vimos juntos, padre, mientras
en otro continente el gran poeta
lo hacía por segunda vez, la última.
Después de aquello, Kunitz escribió
un hermoso poema llamado «Halley’s comet»,
allí hablaba de Miss Murphy
que en primero les dijo a sus alumnos
que el Halley bien podría chocar contra la Tierra.
Cuenta que aquella noche estuvo triste
pero a la vez un poquito expectante,
cuenta que se escapó por la ventana
cuando todos dormían, y viendo el Halley dijo:
—Búscame, padre, estoy sobre el tejado
del edificio rojo que queda en un extremo
de Green Street. Es allí
donde vivimos, ¿sabes?, en el piso
de arriba. Soy el niño con el pijama blanco
que busca en este cielo tan colmado de estrellas,
esperándote a ti y al fin del mundo.
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ESTRELLAS EN INVIERNO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEsta noche te espero a ti, padre
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLarry Lewis
Durante años pensé que las cosas no dichas
llegarían de pronto, confiscando el pasado
e iluminando un sitio que hasta entonces
había sido sombra.
Pero empiezo a entender que la distancia
es demasiado grande,
que todo llegará, de eso no hay duda,
pero será muy tarde cuando llegue.
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ATREVERSE
Atreverse, viajar a la galaxia
que gira en cada uno de nosotros.
Atreverse, mirar al agujero
negro que hay en su centro
y zambullirse allí,
donde duerme lo malo,
donde las cosas malas se defienden.
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AZUL DE METILENO
Si has nacido en el mar sabrás que no es azul.
Sabrás que el mar refleja el cielo y todos
tus dibujos del mar están mal hechos.
Si has crecido en el mar sabrás que el sexo
en la playa es incómodo y que todas
las películas mienten de algún modo.
Si llevaste a tus hijos a la orilla
sabrás que el mar da miedo
y que en verdad es negro y es profundo.
Y si viejo has mirado el mar, el mar
azul de metileno,
sabrás de los desahucios de la mente.
Azul. Azul profundo.
Reflejo del reflejo de un recuerdo.
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Clark, Ben. La policía celeste. Madrid; Ed. Visor, 2018.
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LA IMPEDIMENTA
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NUNCA REAL Y SIEMPRE VERDADERO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Antonio Aguilar
Siempre pensé que el cielo estaría vacío.
Entré al fin en el cielo
Y no estaba vacío.
Pero aquello que vi a mí me vació.
Fue un mediodía sin agujas,
El momento en que puede verse
A las palabras
Alejarse de sus significados.
Tenía peces por todo el cuerpo
Y restos de grava en el arco ciliar.
Recordé lo que dijo Baudelaire:
El niño rompe los juguetes
Para buscar su alma dentro.
No supe, sin embargo, su de quién, qué alma busca:
¿La del juguete o bien la suya propia?
El sueño más perfecto es el desgarro,
Dije yo para quien tuviera entendederas.
Pero allí nadie hablaba endecasílabos
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SINOPSIS DE LA HIPNOSIS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Miguel Ataz
¿He escrito ya que las amistades envejcen?
Lo más triste
de que nos visite un fantasma
es que no nos reconozca.
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POEMA DE LOS ESCOMBROS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Isabel Navarro
Pensaba que me habían abatido,
que un pulgar uñicorto me hacía en la frente la señal de la cruz
mientras dos zepelines ardían en el cielo.
Cuando supe que no era así
me levanté y anduve por la calle
besando a enfermas y enfermeras,
a traicionados y traidores,
a los que en un retablo nos miran a la cara,
a los que son tan hombres que ahogan su dolor en agua fresca,
a los que aman las ruinas y a los que reconstruyen ruinas,
a la madre y al hijo,
al hijo muerto y a la madre:
xxxxxSí, conocí a su hijo, señora.
xxxxxFue valiente y cobarde,
xxxxxbueno y malo.
xxxxxFue un hombre.
xxxxxLa vida se hace tarde,
xxxxxla vida se hace años y más años,
xxxxxy se hace viento y frío.
xxxxxY la única manera de no morir de frío,
xxxxxla única manera de no morir de vida
xxxxxes nombrándolo todo con las manos.
xxxxxMe dijo cuando lo besé: no me beses a mí,
xxxxxbesa a mi madre.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxY todo lo demás no importa
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EL RAPTO DE EUROPA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Kepa Fenollar
Cuando un día escribí: Hay barcos que se hunden en la orilla, aún
no había encallado en las costas de Giglio el crucero Concordia,
esa fatamorgana e días de calina, ese monstruo derrengado,
varado en plena costa; más que semihundido, como asomando
desde la profundidad, a la manera que se erigía o deserigía la
estatua de la Libertad en aquella película: tal si perteneciera de
suyo a aquel lugar, y esa y no otra fuese su natural fisionomía.
Cuando una vez escribí aquello, el capitán no había aún aban-
donado a todos a su suerte, ni el cadáver de la nave seguía su
proceso de inmersión, dejando ver (en fin) que las piscinas de
cubierta son siempre el último lugar al que agrieta el salitre; ni
la rapiña de cabezas jibarizadas había convertido el domicilio
social del trasatlántico en darwinismo social.
Cuando escribí que hay barcos que se hunden en la orilla, to-
davía ignoraba que las fotos digitales también amarillean. Que
a esta Europa, que se derrite como Groenlandia, se le están
cayendo todas las metáforas.
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EL CASTIGO SIN VENGANZA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Felipe Cabrerizo
Una sola secuencia, y como extra.
Un minuto en pantalla, o tal vez menos.
Pero era mi oportunidad, lo supe:
nadie que viera luego la película
olvidaría jamás aquella cara.
Soldado roto de aquel mismo tercio
en que Lope de Vega malanduvo,
tenía que arrastrare en formación,
flojas las piernas, de regreso a España,
sudor y sangre seca, ojos ardiendo,
alegría no obstante por volver.
…Y nadie me olvidó, bien es verdad.
Aunque tampoco pudo recordarme.
Mi minuto de gloria, claramente
sobreactuado, en el cajón sin fondo
de fotogramas sin positivar.
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A VIEW FROM THE BRIDGE
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Ramón Asunción
tiró la foto desde el puente
la ciudad
como cualquier paisaje
es un rostro
y ese día mostraba arrugas
ojeras
niebla en las mejillas
…y dos torres
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxgemelas
y ominosas como cualquier fantasma
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EL CANT DE LA SIBIL·LA
el día del fin del mundo
terminé de leer la prensa
robé la impedimenta a los soldados
vendí mi muerte a cambio de unas chanclas
y me arrullé con mi hijo musitando
todos los nombres que no le había puesto
si el mundo se acabó yo no lo sé
soñaba con el fin del mundo
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PANTA REI
Se me llenan de piedra los ojos
cuando miro el mar.
¿Cuánto silencio cabe en un vistazo?
La fachada murmura
mientras vuelvo a trazar en mi mente
el lento discurrir de la fachada.
El reloj de este mar no da las horas:
las esconde
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HASTA AYER
Hasta ayer no sabía que un fantasma sangraba.
Hasta ayer la memoria era una fiesta
de disfraces en la que yo fungía de arlequín.
La vida hoy destiñe sobre el verso que se ensoñaba puro
y, al asomarse al blanco del papel,
sólo pregunta: pero, ¿quién anda ahí?
Hay veces que un color quisiera ser volumen,
que no nos da pudor escribir del otoño,
que nos vemos venir desde muy lejos
y nuestros pasos suenan a campanas
y los muñecos juegan con nosotros.
Sin memoria no hay sueño, hoy lo he sabido.
Por eso hoy pienso tanto en la felicidad,
porque la ignoro. Porque dejó tan solo un coágulo de sangre.
Hasta ayer no sabía que un fantasma sangraba.
Hasta ayer ignoraba que un nonato,
cuando desnace, esculpe en los espejos
las letras del desnombre
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Chessa, Alberto. La impedimenta. Madrid; Ed. Huerga & Fierro, 2017.
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SOBRE FAMILIAS E INCENDIOS
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[infancia II]
cuando era inocente
(alguna vez lo fui)
vivía en una casa en las afueras
era una casa como dios manda
una casa con patio gatos perros
y unos padres que no me merecía
la humedad subía por las paredes
yo compartía cuarto con mi hermano
y mentiras con el resto del mundo
guardaba mis secretos bajo llave
mi padre guardaba los suyos
en una caja de zapatos
encima del armario
mi madre no tenía secretos
¿para qué?
sólo fotos de familia
y falsas esperanzas
éramos una familia ejemplar
siempre supimos guardar las distancias
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[golondrina]
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAl comienzo de la última primavera había
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxllegado .hasta .mí .una .cajita .de .cerillas .que .llevaba
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsiempre en el bolsillo recordando el poema de mi amigo.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxMe .gustaba .el .idioma .extranjero .de .la .ilustración
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy la pequeña golondrina entre las letras, pero sobre todo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxconfiaba plenamente en su contenido.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxNacho Fernández
rectangular de brillantes colores rojo amarillo
y sobre el amarillo ella refrenando su vuelo
trade-mark svalan die schawalbe the swallow
de zwalun golondrina fósforos de madera
y si le das la vuelta rojo intenso sangrante
fósforos de seguridad las advertencias de siempre
una ciudad un teléfono mantener en lugar seco
y fuera del alcance de los niños aprox. 240 fósforos
doscientas cuarenta oportunidades de incendiar
mi soledad a oscuras
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Bascuñana, Ramón. El gesto del escriba (Antología 1999-2007). Barcelona; Ed. Huacanamo, 2009.
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VENTANA DE EMERGENCIAS
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FRONTERAS
No hay fronteras
cuando cerramos los ojos.
Desaparecen.
Es un misterio.
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FE
Ni mucha ni poca,
os soy sincero.
La justa
para ir tirando.
La justa
para no liarme
a tiros un viernes
en la cola del supermercado.
Así que si un día de estos
me veis guiñándole el ojo
a la cajera, no lo dudéis:
salid corriendo.
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LA TIERRA QUE NOS PROMETIERON
La Tierra sería un buen lugar para vivir
si no fuera por tanto cabrón como anda suelto.
Como un cáncer, su metástasis se expande.
Se reproducen por esporas,
se atrincheran en las comisuras del alma.
Construyendo infinitos canales
hacia la banalidad y la desidia.
Se esconden tras las leyes del mercado
y solo salen a la calle cuando el sol luce
(o, en su defecto, las putas estadísticas).
Menos mal que, de vez en cuando,
viene de frente un poema y nos salva,
llagando donde más supuran los cabrones.
La poesía.
La única arma eficaz para matar dragones.
(Si han entendido otra cosa, también me vale).
La poesía. Bendita redención.
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LA ÚLTIMA DE MI MADRE
Lábrate un futuro poco a poco.
Escoge muy bien siempre a tus enemigos,
te encuentres donde te encuentres.
No olvides nunca desayunar. Ah, y peinarte.
Escribe cosas bonitas, por favor.
Que todo el mundo pueda entenderlas.
Y, sobre todo, hijo mío:
puesto que ya has demostrado con creces
que serás un prefecto inútil
y que no ganarás un chavo con eso de la poesía,
espabílate, al menos por una vez.
Arrímate lo que puedas. Hazte amigo
de algún director ejecutivo de un banco
o, en su defecto, candidato a Presidente del Gobierno.
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NUNCA busques supervivientes
entre las ruinas.
Podrías encontrar
a quien menos te lo esperes.
A ti mismo,
por poner un ejemplo.
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DE LOS IDIOTAS SE APRENDE
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPero incluso entre las guerras a veces hay pausas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxWislawa Szymborska
Aprendo mucho de los idiotas.
Les presto una atención exagerada.
Para no resbalar nunca, como ellos.
Pero he de reconocerlo: les profeso pánico,
un pánico atroz.
Nunca sabes por dónde van a surgir,
de qué esquina, de qué casa.
Ellos te odian tanto como tú a ellos.
Huelen tu miedo y eso les excita,
les hace superiores.
Tus dudas les conceden el poder.
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SPAM
Millares de hologramas
con las manos atadas
protestan en la plaza
a un televisor de plasma
con barba de pobre
y cejas de triste.
Mientras tanto, en Europa
cierran las fronteras al spam.
Lo dicen las estadísticas:
el noventa y nueve por ciento somos spam.
Bienvenido al nuevo orden mundial.
Bienvenido a su bandeja de indeseados.
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RENDEZ-VOUS
Vas por la calle, ensimismado
como siempre con dos o tres cosas,
esas que piensas importantes
y que, al final del día, carecen de fundamento.
Tal vez, es probable, vayas tarareando una canción
de camino al trabajo.
Y, de pronto, el azar te coloca
justo en la acera contraria,
con unos horribles pantalones
marineros, a una de ellas.
No sabrías decir exactamente cuál: eran gemelas.
El Cielo, o lo que quiera que sea eso,
te devuelve una de aquellas diosas
que en tus noches universitarias
te despreció con sabio artificio.
Una sola mueca bastó para entenderos:
por mucho que le pagaras las copas
no estaba dispuesta a abrirte su puerta.
Y ahora la ves pasar.
Es probable, ya lo decimos
(el Azar es un cachondo),
que ni siquiera sea ella
la que dijo que le dabas pena.
Te fijas bien. Ningún residuo
de aquel deseo queda en ella.
Piensas que ha de pesar ahora
más o menos lo mismo que tú.
Y no puedes evitar que se te marque
una sonrisa cruel. Te dices
que te han alegrado el día nefasto
que hasta entonces soportabas.
Por unos minutos, has olvidado
tu insoportable dolor de muelas.
Y tu sonrisa de domingo
se refleja en los escaparates.
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DESPUÉS de un repaso
desangelado a la prensa,
salgo al campo,
me pierdo en el bosque,
recolecto algunos versos
hasta hacer un ramillete
y dejárselo como herencia
a mis hijos nonatos.
Enhorabuena, valientes
hijos de puta. Nos borrasteis
la esperanza y la tierra.
Nos robasteis a los hijos,
antes de engendrarlos.
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GOT ME A MOVIE
xxxxx9
Como en los centros comerciales,
todos los días son lunes.
Algunos vienen con rebajas u ofertas.
Otros no, y pagas el pato por completo.
Es un hecho. Asúmelo.
Intenta hacer de ello una película.
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Gómez Espada, Ángel Manuel. Ventana de emergencias. Madrid; Huerga & Fierro editores, 2018.
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EL GESTO DEL ESCRIBA (ANTOLOGÍA 1999-2007)
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[Para siempre y por siempre]
Para siempre y por siempre
sin una alternativa, sin un porqué
a mano, o sin una mano que oprima,
que deslice y hunda con certeza un cuchillo
en la carne del verso entregado.
No siempre así, pero en cierta manera.
Que sangren las palabras.
Que se desangren hasta ya no más nunca,
hasta caer por su propio peso
como hojas muertas, enteramente muertas,
pálidas, casi transparentes, secas,
sobre el folio en blanco de nuestra dicha,
gélida piel del invierno
en lo más crudo del crudo invierno.
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COMO EL TEMBLOR DEL VINO
Como el temblor del vino
es el escalofrío
que recorre mi espalda
cuando alzo la copa
y brindo por los años
que esperan, todavía,
Besarnos en los labios
con su leve caricia.
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APOLO PERSIGUIENDO A DAFNE
Yo te persigo, amor, aunque tú sabes
la maldición que pesa en nuestra contra.
Yo te persigo, amor, y al alcanzarte
tu carne será un tacto de madera.
El Amor es así, su sino es ése.
Es el Amor una categoría
del amplio espectro de las ilusiones.
Nada más alcanzarlo se transforma.
O, puede ser peor, se desvanece.
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LA VIDA EN UN ACTO
Hay un prólogo que apenas interesa
y un epílogo que ya no nos importa.
Entre ambos, la vida en un acto.
El texto, además de borroso, enrevesado.
El desarrollo, previsible y monótono:
cada día es igual y distinto a cada día.
El decorado es siempre lo de menos.
No es mucho, pero basta para ir improvisando.
Si prescindimos de ciertos detalles,
parece una comedia, pero no hay que fiarse.
El autor tiene apego a la tragedia
y a los golpes de efecto en momentos puntuales.
Aunque el ritmo nos parezca pausado,
todo sucede demasiado deprisa.
No hay tiempo para irse por las ramas
ni para preguntar lo que parece obvio:
el porqué, los motivos, las razones.
Es fácil, disfruta de la obra mientras dure.
Vive la vida a fondo, no hay tiempo para ensayos.
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EL FUGITIVO
Con los brazos abiertos te recibe
una nueva ciudad desconocida.
Eliges un hotel para el olvido
y sabes que será como las otras.
La vida es un ritual que se repite
y es el hombre animal de costumbres.
Habrá vino, amantes de una noche,
y ocasiones para cantar victoria.
Mas un día cualquiera en una esquina
volverás a cruzarte con tu sombra
y emprenderás el viaje nuevamente.
Otra ciudad vendrá cuando abandones
esta nueva ciudad donde persigues
escapar del intruso que te habita,
aunque sabes lo inútil del empeño.
Escapar de nosotros es un sueño
que desemboca siempre en pesadilla.
Mas, de momento, la ciudad es nueva
y te recibe con los brazos abiertos.
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REGRESO A LA CIUDAD EN SOMBRAS
Después de tanto tiempo, un ángel
de piedra ilumina el regreso.
Olmos del olvido, álamos altivos.
La ciudad, silencio de campanas
y murmullo de hiedra por los muros.
Calles donde la soledad parece otra.
Plaza con fondo de catedral gótica,
serena y mayestática y agónica,
en el tedio provinciano. Algunas
mesas vacías a primera hora. Sol
de otoño que entibia los recuerdos
como agua dormida en un estanque.
Qué extraño sentir lo que siento.
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TODO LO QUE TENGO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTodo lo que he perdido
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlo perdí a sabiendas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy lo que no gané
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxfue por pereza.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCristina Peri Rossi
La realidad y el deseo, un porvenir incierto,
un aire decadente, tímido, hipocondríaco,
un padre que no estaba nunca satisfecho,
una madre que habla por los codos, un afán
desmedido por juntar palabras y hacer versos,
una infancia perdida, una muerte segura,
un espejo que miente lo justo y necesario
cada vez que pregunto y me contesta,
una pluma de garza para escribir mis sueños,
un billete de ida a cualquier parte,
un mapa del tesoro, una agenda con nombres
de amigos que hace siglos que no llamo,
un libro de aventuras y otro de desventuras,
una cuenta corriente con números en rojo,
un cuaderno de notas donde anotar olvidos,
un recuerdo prestado y otro nuevo,
unos años de más y unos kilos de más,
algunos sueños menos, menos pretensiones,
y muchas menos ganas de comerme el mundo,
un clavel y una espada, un laurel y una sierpe,
y una lista imposible de amantes de una noche,
un cuerpo astral y otro que han de comerse los gusanos,
la piel a tiras, pájaros en la cabeza,
los pies de barro para andar por casa,
una licenciatura que adorna mi despacho,
diplomas, premios, trofeos, condecoraciones,
una mesa y seis sillas que compré en las rebajas,
un corazón cansado de latir en silencio,
dos manos, un reloj que da la hora, veinticuatro
horas al día, doce mese al año para perder
el tiempo y todo el tiempo del mundo
para perderlo, un amor desmedido por la noche,
mil y una noches sin preguntas y mil y una
preguntas sin respuesta, la eternidad a mano,
una sonrisa (siempre la misma) para dar las gracias,
un juego de lágrimas de repuesto,
un juego de llaves para abrir el recuerdo,
un ángel de la guarda que sufre mal de altura,
un suicidio pendiente, una cuenta pendiente,
un oso de peluche independiente y contestatario,
una lengua de fuego para quemar el bosque
de tu cuerpo, el sándalo nuevo de tus ojos,
fotografías de alguien que fui, pero que desconozco,
palabras que me ayudan a nombrar el mundo,
la historia secreta de una estatua en un parque
susurrada al oído por el viento de marzo,
el azul de la nostalgia, el verde de los celos,
el verano que cabe por la ventana de atrás,
el mar que entra por la ventana abierta,
la huella de tu ausencia entre las sábanas,
los libros donde escondo la vida, los versos
donde a veces la busco, y la vida, la vida,
esa falsa moneda arrojada a la fuente
donde muere el deseo ahogado en la derrota.
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[sobre un tema de borges]
alquilar una vida ajena
y en un hotel una habitación
con vistas al patio interior
de la mala conciencia guardar
la culpa en los cajones beber
las horas a la espera del final
adecuado y en eso que llamen
a la puerta los sicarios
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EL ÁGAPE
Llegan los invitados
al ágape del gozo.
Música de violines
o cuarteto de cuerda.
Leve rumor de velas,
que encendidas titilan.
La mesa está servida
para los comensales.
Sobre el mantel de encaje,
en fina porcelana,
las mejores viandas.
Y en las copas talladas,
escancia el camarero
el vino de la vida.
Disfruta del instante,
del vino y la comida.
Acabada la cena,
pasarán la factura.
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BALADA DEL CAFÉ TRISTE
De noche nunca cierra.
Algunos clientes tienen horarios fijos,
otros parecen haber nacido allí.
En la barra, si levantas un vaso
deja pintado en ella un beso de agua.
De muerte prematura, se agotan las botellas.
Grotescos rostros, maquillados por Ensor,
envejecen a razón de diez años por hora.
Esperan. No saben qué ni a quién.
No a Godot, desde luego.
Es moneda corriente la tristeza.
Se bebe a cortos sorbos y, al acabarla,
en la copa brilla el hielo obsceno de un mal pensamiento.
En el juke-box suena mi corazón
en forma de Old man river.
Se juega a parecer lo que no somos.
Punto y aparte es, aquí, el tiempo. Oculta Shangri-La.
Por una copa ganas o pierdes
el cielo o el infierno.
Incluye el precio regresar mañana.
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AL MODO DE EUGENIO MONTALE
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxIncierto es el destino de la obra de arte.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAlberto García Ulecia
Encomiendo a mis posibles
herederos literarios (siempre
los hay a nuestro pesar) que pongan
uno sobre otro cada uno de mis versos
y cada uno de los segundos de mi vida
y les prendan fuego. Mejor arder
hasta la ceniza que el viento del olvido
dispersa que malvivir en el recuerdo
del porcentaje de mis sueños.
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EL GESTO DEL ESCRIBA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTraslada estaciones de un lugar a otro
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsin importarle el gesto del escriba.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJenaro Talens
El escriba es esclavo de sus gestos.
Anota silencioso todo cuanto
le dictan reyes y legisladores.
No cuestiona las leyes ni los hechos
aunque sean injustos. No protesta
contra nada. Ni siquiera se opone
a la pena de muerte ni a la firma
de tratados de guerra denigrantes.
Ejerce su trabajo sin dejarse
arrastrar por la turbia corriente
de las emociones. Nada perturba
sus noches y sus días. Nada altera
los rasgos de su rostro. En su gesto,
de clara indiferencia por los hechos
y por la vida ajena, se percibe
el profundo egoísmo de los hombres.
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AHORA que la muerte me escribe cartas,
ahora que ya tengo edad para recibir mensajes y congregar
xxxmultitudes,
ahora que nieva sobre los templos y sobre las sombras de los
xxxtemplos que el tiempo alarga antes del crepúsculo de los
xxxespejos donde nadie se mira,
donde nadie se doblega ni sufre en sus ojos la compasión del
xxxotro reflejado, del otro igual,
donde nadie es dos veces uno mismo y distinto, ave y reptil,
xxxdonde fui,
xxxdonde soy,
xxxdonde seré,
o donde espero ser el niño que no fui, siempre soñando, soñando
xxxsiempre parques con senderos de musgo y estatuas de
xxxcristal y fuentes donde el agua bendita del deseo se bebe
xxxa tragos cortos, a cortos tragos,
sin compasión ya para quien soy ahora que la muerte me escribe
xxxcartas y tengo edad para congregar multitudes en los
xxxtanatorios y en los recitales,
sin compasión para el adolescente de los domingos perdidos y
xxxlos lunes disciplinados y los martes tranquilos, tediosos y
xxxperfectos,
sin compasión ni pena para quien ha malgastado los días del
xxxfuturo en las estancias del tedio,
para quien ha dormido en los sótanos del mar,
para quien ha dormido dentro de una botella arrojada por la
xxxborda, arrojada por la ventana de la ciénaga de la desidia,
para quien escribe en las servilletas del recuerdo versos y
xxxletanías que el tiempo alarga antes del crepúsculo de la
xxxvejez, antes de la aurora del nunca ya, del ya nunca seré
xxxcomo ahora soy,
que es una forma de no ser nunca, de nunca ser ahora que la
xxxmuerte ha decidido mandarme cartas de recomendación,
xxxcartas de amor, cartas de despedida, de bienvenida, de
xxxbueno ya veremos,
pero la muerte no ve más allá de las tumbas blanqueadas por el
xxxdinero de la mala conciencia,
más allá de los mausoleos familiares, de los sepulcros de
xxxencargo y de los plácidos cementerios de la luna,
más allá de los espejos que desdoblan y multiplican la realidad,
más allá del más allá del más allá de un ahora mismo que ya no
xxxes ahora mismo ahora mismo
porque ahora mismo el instante se pudre al pronunciarlo dos
xxxveces seguidas en un mismo presente.
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LAS TARDES de Baudelaire se filtran a través de la ausencia
xxxde los pliegues de tu piel.
Bebo los vientos inhóspitos en tu boca de óxido y nicotina,
bebo agua mineral y vino de la discordia en la palma de tu mano
xxxmientras Narciso me promete suicidios de un minuto
xxxdesde el suplemento literario de una revista del corazón,
bebo aguardiente
y trago saliva en cada beso tuyo,
y me trago el orgullo y las palabras y los remordimientos y el
xxxpasado que siempre vuelve de la mano de las fotografías
xxxy los viejos diarios que escribí en un tiempo sin bordes,
xxxen un tiempo borroso, en un tiempo de lluvia en los
xxxjazmines,
y me trago de golpe aquella adolescencia de parques disolutos,
xxxde noches como cuervos picoteando la herida de los
xxxastros, de versos y resaca a la luz de un secreto que
xxxmordía las sombras,
como muerdo tu cuello cada vez que me das ala espalda de tu
xxxausencia en este lecho de horas que se enfrían y sábanas
xxxheladas por el miedo,
mientras llueve en septiembre y llueve en el pasado, en los
xxxjazmines, en las tumbas y en los museos,
y la lluvia difumina las formas del paisaje,
los rasgos de los rostros de los seres queridos,
la tinta de los versos mojados escritos en los bordes de mis
xxxlibros de texto, en los bordes de la piel de mis amantes de
xxxentonces, en las cortezas de los árboles, en el yeso de las
xxxparedes de mi cuarto,
en todas partes y en ninguna parte, entonces.
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NO HA DE PERDURAR la sangre aunque la sangre se vierta
xxxde padres a hijos.
No ha de perdurar el fulgor de la porcelana en la mesa de la
xxxhumillación cotidiana.
No perdurará el nombre del profeta.
Callará el oráculo sus profecías.
La sibila permanecerá muda por los siglos.
Ni en el agua ni en el fuego levantará el hombre su voz.
El silencio alzará sus manos, clamará en el desierto inesperado,
xxxsujetará la columna central del templo de los sueños.
El hombre habitará el silencio de las correspondencias
y beberá el licor de las noches frías, de las noches que se alargan
xxxpor el desierto sin nombre del profeta,
y comerá los alimentos de la emancipación, los alimentos
xxxprohibidos por el código de los traidores, por el código
xxxde los prisioneros y las normas sociales establecidas,
comerá el cadáver del enemigo admirado,
comerá el corazón de la noche profanada,
comerá los ojos del ciego que no veía más allá del aburrimiento
xxxde los calendarios,
devorará las entrañas del poema y beberá la sangre que no ha de
xxxperdurar aunque se vierta de padres a hijos.
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Bascuñana, Ramón. El gesto del escriba (Antología 1999-2007). Barcelona; Ed. Huacanamo, 2009.
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ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE
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ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE
Siempre he amado a las chicas que van en bicicleta,
a mis vecinas que salían a correr cuando yo regresaba del trabajo,
a las madres que lloraban al dejar por primera vez a su hijo en la escuela,
a las estudiantes que dibujaban corazones vacíos en las servilletas de las cantinas,
a las suicidas que iban a por ti porque no había otra cosa mejor que hacer en agosto,
a las que ponían lavadoras en mitad de la madrugada,
a las que desplegaban un muestrario de muecas raras cuando descubrían que
xxse les había olvidado echarle azúcar a su café,
a las que en julio fregaban desnudas pero con guantes,
a las que leían poesía y mordían manzanas al mismo tiempo.
Venían de otro planeta,
a consolarme con su presencia por haber nacido en este.
Dios las bendiga.
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Gómez Espada, Ángel Manuel. Ventana de emergencias. Madrid; Huerga & Fierro editores, 2018.
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EL MAR EN LAS CENIZAS
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PASAN los días
y ni una sola palabra escribo,
pero versos y versos
en blanco se suceden,
vacías y hermosas páginas
sin nada que importe
ni que temer.
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LIBROS cosidos,
¿qué heridas cerráis?
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SÓLO el peso de lo callado
me da la presión justa
con que pulsar las teclas
o apretar contra el papel
cuando escribo.
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A la fuente tiré tan alto mi moneda,
que no caerá hasta el último de los días.
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ESCRIBO como vivo,
¿o como muero?
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AL decirme yo
una verdad
y no una mentira
es cuando más
me cuesta
creer
en mí.
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Alcaraz, José. El mar en las cenizas. Madrid; Ed. Rialp, 2019.
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EL MAYORDOMO
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EL MAYORDOMO
xxxEn cuanto Georg Cleaver ganó el primer millón, él y la señora Cleaver se trasladaron de su pequeña casa de las afueras a una elegante mansión de Londres. Contrataron a un cocinero francés que se llamaba monsieur Estragón y a un mayordomo inglés de nombre Tibbs. Ambos cobraban unos sueldos exorbitantes. Con la ayuda de estos dos expertos, los Cleaver se lanzaron a ascender en la escala social y empezaron a ofrecer cenas varias veces a la semana sin reparar en gastos.
xxxPero estas cenas nunca acababan de salir bien. No había animación, ni chispa que diera vida a las conversaciones, ni gracia. Sin embargo, la comida era excelente y el servicio inmejorable.
xxx—¿Qué demonios les pasa a nuestras fiestas, Tibbs? —le preguntó el señor Cleaver al mayordomo—. ¿Por qué nadie se siente cómodo?
xxxTibbs ladeó la cabeza y miró al techo.
xxx—Espero que no se ofenda si le sugiero una cosa, señor.
xxx—Diga, diga.
xxx—Es el vino, señor.
xxx—¿Qué le pasa al vino?
xxx—Pues verá, señor, monsieur Estragón sirve una comida excelente. Una comida excelente debe ir acompañada de un vino igualmente excelente, pero ustedes ofrecen un tinto español barato y bastante asqueroso.
xxx—¿Y por qué no me lo ha dicho antes, hombre de Dios? —exclamó el señor Cleaver—. El dinero no me falta. ¡Les daré el mejor vino del mundo, si eso es lo que quieren! ¿Cuál es el mejor vino del mundo?
xxx—El clarete, señor —contestó el mayordomo—, de los grandes châteaux de Burdeos: Lafite, Latour, Haut-Brion, Margaux, Mouton-Rothschild y Chevel Blanc. Y solamente de las grandes cosechas, que en mi opinión son las de mil novecientos seis, mil novecientos catorce, mil novecientos veintinueve y mil novecientos cuarenta y cinco. Chevel Blanc también tuvo unos años magníficos en mil ochocientos noventa y cinco y mil novecientos veintiuno, y Haut-Brion en mil novecientos seis.
xxx—¡Cómprelos todos! —dijo el señor Cleaver—. ¡Llena la bodega de arriba a abajo!
xxx—Puedo intentarlo, señor —dijo el mayordomo—, pero esa clase de vinos son difíciles de encontrar y cuestan una fortuna.
xxx—¡Me importa tres pitos el precio! —exclamó el señor Cleaver—. ¡Cómprelos!
xxxEra más fácil decirlo que hacerlo. Tibbs no encontró vino de 1895, 1906, 1914 ni 1921 ni en Inglaterra ni en Francia. Pero se hizo con unas botellas del 29 y del 45. Las facturas fueron astronómicas. Eran tan grandes que hasta el señor Cleaver empezó a reflexionar sobre el tema. Y este interés se transformó en verdadero entusiasmo cuando el mayordomo le sugirió que tener ciertos conocimientos de vinos era un valor social muy estimable. El señor Cleaver compró libros sobre vinos y los leyó de cabo a rabo. También aprendió mucho de Tibbs, que le enseñó, entre otras cosas, a catar el vino.
xxx—En primer lugar, señor, tiene que olerlo durante un buen rato, con la nariz sobre la copa, así. Después bebe un sorbo, abre los labios un poquito y toma aire, dejando que pase por el vino. Observe cómo lo hago yo. A continuación se enjuaga la boca con fuerza y, por último, se lo traga.
xxxCon el paso del tiempo, el señor Cleaver llegó a considerarse un experto en vinos e, inevitablemente, se convirtió en un pelmazo terrible.
xxx—Damas y caballeros —anunciaba a la hora de la cena, alzando la copa—, este es un Margaux del veintinueve. ¡El mejor año del siglo! ¡Un bouquet fantástico! ¡Huele a primavera! ¡Y observen ese sabor que queda después y el gusto a tanino que le da ese toque astringente tan agradable! Maravilloso, ¿eh?
xxxLos invitados asentían, tomaban un sorbo y murmuraban alabanzas, pero nada más.
xxx—¿Qué les pasa a esos idiotas? —le preguntó el señor Cleaver a Tibbs después de que esta situación se repitiera varias veces—. ¿Es que nadie sabe apreciar un buen vino?
xxxEl mayordomo torció la cabeza a un lado y dirigió los ojos hacia arriba.
xxx—Creo que lo apreciarían si pudieran catarlo, señor —dijo—. Pero no pueden.
xxx—¿Qué diablos quiere decir? ¿Cómo que no pueden catarlo?
xxx—Tengo entendido que usted ha ordenado a monsieur Estragón que aliñe generosamente las ensaladas con vinagre, señor.
xxx—¿Y qué? Me gusta el vinagre.
xxx—El vinagre —dijo el mayordomo— es enemigo del vino. Destruye el paladar. El aliño debe hacerse con aceite puro de oliva y un poco de zumo de limón. Nada más.
xxx—¡Qué estupidez! —exclamó el señor Cleaver.
xxx—Lo que usted diga, señor.
xxx—Se lo voy a repetir, Tibbs. Eso son estupideces. El vinagre no me estropea para nada el paladar.
xxx—Tiene usted mucha suerte, señor —murmuró el mayordomo, al tiempo que abandona la habitación.
xxxAquella noche, durante la cena, el anfitrión se burló del mayordomo delante de los invitados.
xxx—El señor Tibbs —dijo— ha intentado convencerme de que no puedo apreciar el vino si el aliño de la ensalada lleva mucho vinagre. ¿No es así, Tibbs?
xxx—Sí, señor —replicó Tibbs gravemente.
xxx—Y yo le respondí que no dijera estupideces. ¿No es así, Tibbs?
xxx—Sí, señor.
xxx—Este vino —continuó en señor Cleaver, alzando la copa— a mí me sabe exactamente a Château Lafite del cuarenta y cinco; aún más, es un Château Lafite del cuarenta y cinco.
xxxTibbs, el mayordomo, estaba inmóvil y erguido junto al aparador, la cara muy pálida.
xxx—Disculpe, señor —dijo—, pero no es un Lafite del cuarenta y cinco.
xxxEl señor Cleaver giró en su silla y se quedó mirando al mayordomo.
xxx—¿Qué diablos quiere decir? —preguntó—. ¡Ahí están las botellas vacías para demostrarlo!
xxxTibbs siempre cambiaba de recipiente aquellos excelentes claretes antes de la cena, pues eran viejos y tenían muchos posos. Los servía en jarras de cristal tallado y, siguiendo la costumbre, dejaba las botellas vacías en el aparador. En ese momento había dos vacías de Lafite del cuarenta y cinco a la vista de todos.
xxx—Resulta que el vino que están ustedes bebiendo —dijo tranquilamente el mayordomo— es ese tinto español barato y bastante asqueroso, señor.
xxxEl señor Cleaver miró el vino de su copa, y después clavó los ojos en el mayordomo. La sangre emepzó a subírsele a la cara, y la piel se le tiñó de rojo.
xxx—¡Eso es mentira, Tibbs! —gritó.
xxx—No, señor, no estoy mintiendo —replicó el mayordomo—. De hecho nunca les he servido otro vino que tinto español. Parecía gustarles.
xxx—¡No le crean! —gritó el señor Cleaver a sus invitados—. Se ha vuelto loco.
xxx—Hay que tratar con respeto los grandes vinos —dijo el mayordomo—. Ya es bastante con destrozar el paladar con tres o cuatro copas antes de la cena, como hacen ustedes, pero si encima riegan la comida con vinagre, lo mismo da que beban agua de fregar.
xxxDiez rostros furibundos estaban clavados en el mayordomo. Los había cogido desprevenidos. Se habían quedado sin habla.
xxx—Ésta —continuó el mayordomo, extendiendo el brazo y tocando con cariño una de las botellas vacías—, ésta es la última botella de la cosecha del cuarenta y cinco. Las del veintinueve ya se han acabado. Pero eran unos vinos excelentes. El señor Estragón y yo hemos disfrutado enormemente con ellos.
xxxEl mayordomo hizo una reverencia y salió lentamente de la habitación. Atravesó el vestíbulo, traspasó la puerta de la casa y salió a la calle, donde le esperaba el señor Estragón cargando el equipaje en el maletero del cochecito que compartían.
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Dahl, Roald. La venganza es mía S. A. (Trad. Flora Casas). Madrid; Ed. Debate, 1985.
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