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Archive for agosto 2018

URRE AROA Y PÓLVORA EN EL SUEÑO

 

Esos son los libros, ‘Urre aroa’ y ‘Pólvora en el sueño’, que me han llegado en el último par de semanas, enviados por su autor, el poeta navarro Alfredo Rodríguez.

Lo cierto es que no sé cómo agradecerle los detalles que ha tenido conmigo, así que quiero que quede constancia pública de mi agradecimiento más sincero.

En nada dejaré muestras de los dos libros en el blog.

 

FRANCISCO UMBRAL Y LA MÚSICA

 

La música va poniendo orden en las cosas: es lo que tiene. La música es una mujer ordenada que va armonizando el mundo, ya que no explicándolo.

 

 

 

Umbral, Francisco. Los helechos arborescentes. Barcelona; Ed. Argos Vergara, 1980.

 

EL ÚLTIMO JINETE

 

LA CIUDAD ENFERMA

Nacía la Ciudad todos los días,
desde siglos antes de que el hombre,
propiamente dicho,
hiciera redoblar su presencia
paso a paso, grito a grito.
El sol se encargaba de limpiar el aire
de sus briznas nocturnas,
descubriendo las desnudas vergüenzas
de los ríos, cargados de cadáveres.

Lentos como la luz, se hacían
la música, el sonido, el ruido
y se descorrían los pintados telones
de la farsa.

La escena se llenaba de personajes
de metal y de salivas blasfemas
y bajo palio, el sumo sacerdote
consagraba la violación de la doncella.

x
xxxxxxxxxxxxx* * *

x
Secos los ríos y abatido el pulso
de tanta vida, la Ciudad
rindió sus gritos
y se cubrió de silencio,
muriendo un poco cada día.

 

 

 

 

ENSAYO SOBRE LA CEGUERA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA José Saramago

¡Cuánta luz suspendida
y sin embargo ausente!
Inevitable, así en aire que le lleva,
pero tan cierta que sin ella,
yo no sería.
xxxxxxxxxxxxExisto porque veo,
porque la luz descubre
lo que soy entre relámpagos,
metales y explosiones.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxVivo
porque percibo perfiles
del mundo, de los hombres,
de las cosas: la flor y el ave,
la solemne arquitectura
de las nubes, la armonía
del mar y sus sonidos,
la estremecida transparencia
de la amada.
xxxxxxxxxxxxxCuando el ala
oscura de la noche
cubre la luz,
la vida se declara culpable
y muere. En la derrota
total me precipito, ciego.

 

 

 

 

LO MISMO CADA DÍA

Retumban y rechinan
los grandes transportes de la mañana
escalando las crestas del trabajo,
y de los repliegues más oscuros
surgen los hombres del saco,
pordioseros de la luz,
las inverosímiles prostitutas tardías
de portal y aguardiente.
Bajo mantos y embozos
rezadoras de misas
repiten insistentes jaculatorias.

Otro día, me digo,
y sepulto bajo los paños del sueño
la desazón inútil
de vivir lo mismo cada día.

 

 

 

 

IMPOSIBLE POEMA

Es llegado el momento.
Los sonidos de la noche
arrastran los gemidos de las sombras muertas.

El mar libera espumas
y en la quietud de tanto corazón encadenado
se mueven mis fantasmas.
El alma y sus congojas
invaden las cúpulas.
La boca adquiere el sabor del vómito.

Es llegado el momento. Palpitan
los muertos de la última guerra.
¡Ay! Quisiera componer el poema del absurdo,
ya al borde del mundo.

Me sepulto bajo los escombros
de la memoria. En vano intento
construir palabras, levantar de la tierra
la música profunda
donde alienta el que muere.
La guerra. No está el hombre
para el amor.
xxxxxxxxxxxxxLa guerra.

 

 

 

 

MADRIGAL

Hoy quisiera decirte
que te amo, que te espero,
que necesito tus ojos y tu voz,
tu cabellera de río oscuro
rompiendo contra mi pecho.

Hoy quisiera decirte
con voz perdida entre los restos
de la memoria mía, que te espero,
que mi vivir es esperarte
sin la misericordia
de saberte posible, como los sueños.

Como los sueños cumplidos
a través de los espejos
que me anunciaban tu sombra.
Hoy quisiera que este esperar
no me quebrara los huesos del alma
y acabara dejándome sin ti,
sin besos, sin alma.

 

 

 

 

MORIR DE SOLEDAD

A veces, mientras lloro,
siento el vacío
ensanchando sus límites.
Es un mar infinito
creciendo cada día,
y le retengo
por miedo a deshacerme
en la nada del aire.
Morir de soledad
es triste muerte,
ya tan ajeno, tan perdido
por los siglos de los siglos,
mientras lloro y me busco,
perdida la esperanza
de encontrarme asomado
al profundo vacío de la nada.

 

 

 

 

EL VACÍO

Nos hicieron con sangre,
con sombríos sonidos
y oscuras convulsiones.
Se rompe el cielo
con estrépito.

Algo sucede
en el mundo de la música.
Y es entonces cuando en el silencio
de la alcoba, alguien dice:
«Te amo».
Se escucha un quejido prolongado
y una lluvia
dulcemente musical
se derrama en la niebla.

x
xxxxxxxxxxxxx* * *

x
La larga caricia del agua
suena misteriosa
en la agonía de las sábanas.
El recortado beso
se cuaja, amargo, entre dientes.
Nos nacieron
para el amor y ardemos
como cañas secas.

 

 

 

 

MORIR A SOLAS

La Ciudad ignora que me muero.
Que se mueren las flores y los astros,
que todo cuanto cruje o llora o canta
terminará en un sollozo lento.

Cuesta sangre y lágrimas de plomo
aceptar tanta muerte
y perdonar al verdugo
y al sol por no romperse en mil pedazos
ante el fin de los mundos.

Contemplo desde la cresta
de prisiones y templos
el frío rostro de la luna cómplice,
agazapada con su desnuda espada
persiguiendo mi muerte presentida
entre arboledas humanas.

Al rendir la noche
sus cúmulos de sombras, desfilan
los paladines del hierro.
Su paso suena
a explosión encadenada,
a campanas rotas bajo la lluvia,
mientras la Ciudad
cierra los postigos de la agonía
del condenado a morir a solas
a la mayor gloria de la especie.

 

 

 

 

EL TREN DEL ALBA

Mi padre: el tren del alba,
oscuro y rápido.

xxxxxxxxxxxxxDecía
cuando en la madrugada
se extendía la llamada
del avisador.

xxxxxxxxxxxxx«Es el tren
de las Asturias».

xxxxxxxxxxxxxRecogía
los atavíos del frío
y calculaba el tiempo
que invertiría en el camino.

x
xxxxxxxxxxxxx* * *

xxxxxxxxxxxxEncendía un cigarro, que era
como un tizón y le daba lumbre
aspirando hasta el fondo.
El aire le sabía a carbonilla
y el silencio del alba
a hierro de topes.
xxxxxxxxxxxxFugitiva,
una estrella perdida, tan alta
que si forzaba la mirada
se saltaban las lágrimas.
Sonaba el andén a bronquios,
a convulsión forzada
de la sangre estancada.

xxxxxxxxxxxxY frío,
todo el frío del mundo
sin pájaros, sin árboles.
Solo trenes, el tren, mi padre
con su capote de escarcha…

 

 

 

 

xxxxxI

¿Existen, caballeros del alba,
devoradores de sombras,
hombres buenos, jóvenes
amantes del sol?

x
xxxxxxxxxxxxx* * *

Araño la tierra hasta romperme
en minúsculas menciones
y no encuentro sino hondos
ruidos de silencio, nidos
de asustados animales ciegos.

x
xxxxxxxxxxxxx* * *

Con dolor de corazón dejamos
que el ser, aún mudo
de la pura palabra,
no exista.

Se acabó
cuando surgió el aire entre los árboles
y resplandeció la gloriosa desnudez
de la primera mujer.

Nos nacieron
porque el mundo, recién hecho,
se desvanecía en su propia soledad.

x
xxxxxxxxxxxxx* * *

Había que salvarle y los dioses dispusieron
músicas, flores y un extraño sentimiento.

 

 

 

 

xxxxxII

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxNo estamos jamás donde morimos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxDefinitivamente
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSino donde morimos, día a día…
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJosé Hierro

Te busco entre el despojo
de lo que queda, de lo que fuimos.
Porque cada día te necesito
con mayor arrebato, convencido
de que cuando termine
de divagar tanto recuerdo
habré muerto otro poco
asomado a los fulgores
que el dolor imprime
en la soledad.
xxxxxxxxxxxxxxTe amo
con el desvarío de quien piensa vivir
siglos de escarcha amarga
navegando por nosotros,
mecido por tu palabra,
sintiendo cómo me vives
tan a muerte…

 

 

 

 

xxxxxIII

A la imposible vida sin sosiego
vamos con odio y el camino es largo.
Estamos muy cansados y es muy triste
morir sobre las piedras, bajo el viento.

No somos tierra, aunque a la tierra vamos
como a la mar van los ríos.
La tierra recupera lo que es suyo.

Me canso de llevarme la mano,
de imaginarme rumbos sin sentido,
en los cuales apenas sí me encuentro
cuando descubro al fin que me he perdido.

Otro día me digo y sepulto bajo las sábanas
la desazón inútil de vivir lo mismo cada día.

A rastras nos buscamos.
Perderse entre los muertos
es la muerte más triste.

 

 

 

Crémer, Victoriano. El último jinete. Madrid; Ed. Visor, 2008.

 

CANCIÓN DE LA MUCHACHA DE PROVINCIAS

 

CANCIÓN DE LA MUCHACHA DE PROVINCIAS

Cae la noche y se suceden las señales.
Tom Waits se deja la garganta
en la canción de una muchacha de provincias
que llega a la ciudad
con un bolso barato y veintinueve dólares
que guarda en el sostén.

¿Y si la vida fuese como en las autopistas?
¿Y si el tiempo dijera ve despacio
o ahora puedes regresar a casa,
solventar tus problemas
o, tal vez, para aquí, descansa, come,
protégete del frío?

Pero el hombre que toca en el piano
la canción de la chica de provincias
está borracho,
xxxxxxxxxxxxxxy ya es de noche y hace tiempo
que abandonaste la autopista.

Tal vez lo empiezas a sentir ahora,
en esta noche en la que se suceden las señales,
pero aún no le has puesto nombre.

 

 

 

Aguilar Rodríguez, Antonio. Canciones para el día de después. Madrid; Ed. Huerga & Fierro, 2018.

 

(R)EVOLUCIÓN

Hace tres años, la Asociación Cultural «Isidoro Acevedo» de Asturias convocaba el 1er Certamen de Poesía «Lámpara en la tierra», que terminó ganando el valenciano -aunque residente en Murcia- Rafael Serrano Martínez.

Aquí dejo algunos poemas del libro que se editó con motivo del premio.

 

 

FÓSILES

La arena de esta playa
es harina de fósiles
de seres marinos ancestrales,
esqueletos de plancton primigenio
en el líquido cosmos que bañara Pangea.

Diminutos caparazones
de espiral infinita,
calcificado semen primitivo,
cenicero de algas y corales.

Este será el soporte de la Historia,
el asiento de civilizaciones,
y así, desde el Origen,
habremos de vivir sobre cadáveres.

 

 

 

 

CÁRCEL

Las acciones de la cárcel
están bajando peligrosamente.

¿Qué hacer?

Especular con los cereales
hará subir su precio.

Un buen día la gente
empieza a pasar hambre.

Ver a un hijo pasar hambre es algo serio.

—Los índices de delincuencia se disparan—
braman los locutores.

Es el momento de adquirir
acciones de la cárcel.

 

 

 

 

HAMBRE

El arroz que creció gracias a tu sudor
ya no te pertenece.

El maizal arado con tu columna vertebral
hundida en los eriales
es para los gorrinos de los amos.

El pescado arrancado del mar
hasta la extenuación,
desolladas las palmas de las manos,
descansará esta noche
en vajilla de plata como manjar de reyes.

La leche que tú obtienes
de tu insomnio y de tus madrugadas
llenará las bañeras
de miembros respetables de la Banca.

Y una noche te encuentras,
de repente,
hurgando como un perro en los contenedores.

 

 

 

 

HEGEMONÍA

Los parados son vagos, no quieren trabajar
—Que se busquen la vida, como todos—

Los sindicatos reciben subvención del Estado
—Hay que ilegalizarlos, que dejen de chupar—

El sistema de salud es insostenible
—El que quiera curarse, que lo pague—

Por supuesto, hay demasiados empleados públicos
—¿Qué es eso de un empleo para toda la vida?—

La inmigración genera delincuencia
—Que el que quiera quedarse se comporte—

Hay quien pide subir impuestos a los ricos
—A quienes crean empleo, mejor no molestarles—

Apaga la radio y se acomoda
entre cartones sucios y una manta raída.

 

 

 

 

CENTRO COMERCIAL

Como trenes de deportados, hacinados,
una fiebre centrípeta sacude la ciudad.

Son esos nuevos templos
donde peregrinar, obedientes,
al salir de la fábrica,
porque necesitamos
lo que aún no poseemos.

Contemplad la acumulación de objetos
y buscad acomodo en las estanterías.
Pronto estaréis allí.

 

 

 

 

BLOCH
(A la memoria de Paco Miranda)

Nos arrojan al mundo a defender lo nuestro.
x

 

Nos quitan el cordón umbilical
y lloramos.
x

Propiedad y rapiña.
x

“Homo homini lupus”.
x

Unas cuantas monedas,
canicas que fueron
de niños nuestros astros,
un lapicero que amamos de manera especial,
un miserable puesto de trabajo,
o aquel amor tan triste.
x

Acaso la propia vida,
y morir también duele.
x

He aquí la Prehistoria.
x

El Hombre y el Cosmos
no han sido todavía.
x

Que nuestra propia vida
dejará de ser nuestra:
no dolerá perderla.

 

 

 

Serrano Martínez, Rafael. (R)Evolución. Edición de autor, 2015.

 

PEQUEÑAS CONVERSACIONES

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Hay quienes adquieren la mala
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcostumbre de ser infelices»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxT.S. Eliot

xxxxxI

Amarte es perderme el respeto,
caer de nuevo en el vagabundeo
que tanto nos gusta,
y no es plan de ser feliz así,
tan de repente.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«[…] estos besos fríos, esa espuma
xxxxxxxxxaunque no sea éste el mar que habíamos escogido«.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAlberto R. Torices

xxxxxIV

Y cómo decirte que cada vez
me acuerdo más de nuestras ausencias,
de nuestras vidas putas
y no pobres una junto a la otra.

Cómo decirte lo bien que lo pasé
y lo que nos molestábamos unidos.

¡Éramos tan bellos como dicotomía!
¿Te acuerdas?
Tú de rojo y yo de azul…
eso fue lo más cerca que estuvimos el uno del otro.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Nos prohíbes las lágrimas ahora.
xxxxxxxxxxxxNo nos queda otro remedio que ser hombres»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJaime Sabines

xxxxxVI

Sabemos a qué atenernos,
sabemos a qué atenernos por separado.
Tú anuncias tu libertad,
yo la amontono en las esquinas
y no consigo diferenciarla
de todas las libertades mías.

Tal vez me pese demasiado
darme cuenta de que hoy,
como hace tantos milenios,
te resuelva en el vaso de ningún lugar en concreto,
te absuelva en el hueco de nadie, en efecto.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«El que sospecha invita a
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtraicionarlo»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxVoltaire

xxxxxVII

Que dios te quiera es aparte de mi estado.
Nunca los celos me avisaron de ti,
de esas esdrújulas que alivias en pequeños jirones,
aspectos propios de párpados recién planchados.

Anoche salimos vivos de nosotros mismos.

 

 

 

 

CANCIÓN SEGUNDA

¡Tanto camino juntos, mi niña,
y aún confundo la pasión con el drama,
tus ojitos con la nada
y mi amor, pequeña criatura,
con todas las rarezas que cobijé entre tus canas!

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxx«El animal perfecto es feliz en los claustros
xxxxxxxxxxxxxxxxy su lengua es melodiosa en el llanto»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAntonio Gamoneda

xxxxxVIII

Qué tal mi dulce hembra,
dime cómo andas de tangos en la reserva,
háblame de lo que murmuras sobre mi aire
cuando yo ando lejos,
sopesándote en cada uno de mis abrazos pasajeros.

Qué tal pequeña promesa de nadie,
ave quebrada, bisturí de ópalo,
atajo de usurpaciones varias…
dime tú, pequeña dama,
cómo se camina in-extremis por el filo de mi desgana.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Se aparcan las ganas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxinundando recodos silenciosos»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxD. P. Maio

xxxxxXVI

Funcionas como almanaque de agudos,
encontrador de lamentos
puestos en fila bárbara y deforme.

Pasan los momentos y ambos seguimos aparte.
El sol nos une y nos deja tan de lejos la mirada…

Al final, reuniendo cuentas,
el mundo no es más mundo por nosotros,
y eso, pese a quien pese,
duele hondo en la conciencia.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxx«La luna nueva late dentro del corazón
xxxxxxxxxxxxxxxxxxde un hombre declarado clandestino»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxRaquel Lanseros

xxxxxXVII

De cuando en cuando
me levanto sin más pretensiones

que amar.

Amar hasta el punto de abrirnos
con daños de gran calibre.

 

 

 

 

xxxxxxxxxx«El único rincón, enmohecido entre las paredes
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxde una obra perdida en el tiempo»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSergio Santa Cruz

xxxxxXIX

La vida, en sí, no se descuida.
Tornan los ciclos, lentos,
a lo sumo precarios en sus formas.

Llueve entonces más despacio
y el tiempo, con otro olor, de otra forma,
pasa con urgencia de inquilino.

 

 

 

 

xxxxxxxxxx«Una gaviota me trae dulces de hojaldre azul
xxxxxxxxxxxxy cada mano o sustancia que toco eres tú»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCarlos Chaouen

xxxxxXX

Sirves al amor con la importancia
abierta al infinito, sin apliques
ni marcapasos que limiten tus buenos excesos.

Diste fe, ganas, ternura en diminutos colosales,
resquemor juvenil en tu intacta mirada de niña
alcanzando la madurez más acá de la cama.

Eres impresión, constancia,
requisito para el alma sana
erguida en pro de la humanidad.

Siembras brillantes, vida,
largas batallas a favor de pichurri y del mundo,
umbrales cálidos en nuestro hueco y,
zalamerías aparte, un lugar eterno en mi recodo.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Ésta es la alegría, sólo esta es,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxentra y sale sola […].»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxMiguel Ángel Curiel

xxxxxXXIII

Encontrar el norte repleto de aire y pequeños espacios.
Confinar mi vida, xxxxxxxxxxxxxxxxdichosa,
a las faldas de cualquiera, xxxixxxxdichosa.

Mis tesoros no son más,
y me advierto torpe en cualquier otra decisión.

Encontrarme…
xxxxxxxxxxxxxxno estaría mal.

 

 

 

Saravia, Rafael. Pequeñas conversaciones. Madrid; amargord ediciones, 2009.

 

INFIERNO SOSTENIDO

 

REPORTAJE POÉTICO

La fotografía de Dios
bien pudiera ser un primer plano de Hiroshima.
¿Quién puede contar hoy
las sílabas de cien mil muertos?

La poesía es sólo un ábum
con un montón de recortes,
al fin y al cabo todos los escritores
duermen plastificados,
incluso mis amigos,
los que están y no están,
los que posaron conmigo
y a veces reconozco.

Quizás escribo para eso,
para retener el tiempo
y no conocer nunca
el nombre de mi enemigo.

La fotografía de Dios
bien pudiera ser el primer plano de un soneto:
catorce endecasílabos,
catorce funcionarios de una penitenciaría.
Me siento incómodo en este reportaje,
inconexo, incoloro e insípido,
como el agua,
agua peligrosa para la fotografía.

Inodoro… Inodoro no,
el olor es sinónimo de poesía:
siempre me cautivaron
las flores de Baudelaire,
la aurora de Lorca
y la hierba de Whitman.

La fotografía de Dios
bien pudiera ser la mente de un esquizofrénico,
amanece y me acuesto,
arde nieve en el Polo Sur,
enciendo un cigarro con hielo,
de caminar tengo callos en la cabeza,
he encontrado un álbum para dormir,
alguien pasará la página
y recordará si mereció la pena.
El reportaje de Dios
bien pudiera ser Él mismo.

 

 

 

 

RESURRECCIÓN

Cristo ha vuelto.
Atónito observa cómo el maná
se vende por gramos en todas las esquinas
y los milagros se saldan en televisión.

¡Padre! ¿A quién has perdonado?
¿Por qué me has enviado al infierno?

Se duerme y tiene un sueño:
no existe dios.

Cristo es un hombre
en cualquier ciudad del mundo
y nadie, ni siquiera su padre,
le ofrece una cruz para salvarse.

 

 

 

 

TRINCHERAS

En todas las trincheras
hay una cicatriz abierta y desoída,
un estuche de sueños con metralla,
alguien que falta a la mesa
y que cogía el tren a menos cuarto.
Una victoria que nunca será nuestra
ni suya, porque víctimas y verdugos se confunden.
Hay un olor a desencuentro,
a futuros inciertos,
a orfanatos de ira.

En todas las trincheras
hay un silencio pegajoso,
un viento de lejos que delata
la cremallera rota de un almacén de miedos.
Hay siempre un hombre muerto
que vale más que todas las ideas.

 

 

 

 

WALL STREET

La bolsa de Nueva York
nos engaña multiplicando los inviernos
y contratando ángeles caídos
que fabrican inmensos hormigueros.
La bolsa es un enjambre furioso
de pulido parquet, estampas de Circe,
arrecifes de coral y podridas encías de niño.

La bolsa alquila la libertad
en la quebrada del Yuro,
en el último piso de cualquier rascacielos,
en alguna esquina de la India
o en un rincón de Tierra Santa.

Sus columnas de cieno y fango
soportan un millón de muertos cada año
y en sus brazos se posan los dólares
que caen fluctuantes de la billetera de Ares.

Bolsa de Nueva York,
depósito de sangre y huesos,
donde los hombres Versace juegan a ser dioses.

 

 

 

Santos Payán, Óscar. Infierno sostenido. Almería; El Gaviero Ediciones, 2006.

 

TRES POEMAS DE ALBERTO SANTAMARÍA

 

ANÉCDOTA DEL DESEO

esperamos
demasiado tiempo
su llegada

he fregado los platos
visitado a los vecinos
doblado las camisas

creído que era posible
una forma particular
de estar ante los hechos

pero las cuatro patas
del deseo
se convierten

de golpe
en toscos muebles
de época

no sabría explicarlo
de otra manera
lo siento

quizá explicar
sea el verbo
menos útil

de nuestra lengua

 

 

 

 

EL SISTEMA DEL AMOR

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA house is not a hotel
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxHellacopters

¿Qué te parece escapar de todo límite,
estar a la vez dentro y fuera como el animal que preso huye
hacia su instinto?
Me imagino que en donde tú vives nada es más parecido a la noche
que esta vaga sensación de estar atrapado. El ascensor ofrece
largas visiones del mundo donde parejas, animales, sedantes frases
que rozan el sabor eléctrico de una historia (qué poco importa
saber la verdad) te empujan como el pez que remonta su pasado.
Me has preguntado
si llegaré para la cena, que si llevo vino, que si sabré cuál es el timbre,
pero de allí de donde tú vienes (el futuro, la victoria que trabaja sus símbolos
como círculos hacia ningún horizonte)
estar atrapado significa esto: comportarse como el animal que persigue
el hipnótico aroma del deseo.
¿Qué te parece huir de todo límite? Si me lo preguntases ahora
te diría que es necesario escapar del vientre de las olas, de la arena,
(de todo lo que signifique naturaleza), de la ropa que cuelga bajo la lluvia,
caer
sobre alguna evidencia, tal vez atrapar alguna ciudad dentro y fuera
de la tierra, pero nada más, nada más.
Tal vez no te lo diría. Ahora que ya he probado esta porción de ti
que llamas sofá, calor, luz, no te lo diría. Una palabra tras otra, un golpe
sobre el tiempo exige un cuerpo que lo piense, una mente dispuesta. Una mano.
Me imagino que en donde tú vives
huir es la forma perfecta de la noche. Decirlo ya no es fácil, cariño.
Nadie promete un final
para algo que nunca ha empezado. Así funciona el mundo.
Así de simple.
(No te dejes engañar)

El placer siempre hace lo que puede por sus hijos.

 

 

 

 

EL SISTEMA DEL AMOR
(Lección de filología botánica)

Lo que yo diga no importa nada, nada. ¿Acaso le importa
xxxxxxal aire .el aleteo idiota de un pájaro? Jamás he re-
xxxxxxgado las dos plantas que me regalaste —Monstera
xxxxxxdeliciosa, Platycerium bifurcatum— y sin embargo
xxxxxxcrecen .sin .misterio hacia .lo .alto. Huyen hacia ti
xxxxxxdesde mi casa.
De mi cocina
sale humo
en un idioma
que desconozco.

 

 

 

Santamaría, Alberto. Pequeños círculos. Barcelona, DVD ediciones, 2009.

 

PEQUEÑOS CÍRCULOS

 

LOS CASTRATI HAN VUELTO PARA HACER DE LAS SUYAS

entre tanta niebla
su voz hecha de nylon resuena
como el roce hueco
de las castañuelas

como una boa
como músculos sin más objeto esta tarde
que saciar su bondad negra y aderezada
entre fibrosas ramas de helecho

llegan

(No se trata de placer, Febo. Eso .sería .tan .fácil como des-
tripar un kiwi o plantar con .cuidado .la .oscura .semilla del
aguacate en un vaso de .agua. Pronto .tendrías .resultados.
Se trata de eso-que-está-por-pasar. «La tonalidad básica de
la cultura del rendimiento .no .se .orienta a la obtención del
placer, .sino .al .mantenimiento .de .la .excitación». Esperar,
eso es).

llegan

(llegan camiones desde Cracovia abarrotados de madera.
xxxxxxSu corteza es ocre como tus ideas)

llegan

los castrati han vuelto
merodean
con su cabello enredado en los gruesos hilos de la niebla

han vuelto

y no preparan nada bueno

 

 

 

 

EL FILÓSOFO TRABAJANDO
(Apuntes para un ensayo sobre la belleza pasajera)

1
Imaginé que la lluvia como imagen nos serviría.
Su forma de llevarse los dedos a la boca, su inocente
silueta entre las uvas del mercado, sus dedos
como púas de un tenedor, rechonchos por la base
y afilados cerca ya de su presa,
imaginé que sería otra buena definición
de la …
déjalo, es inútil dar forma a lo que posee ya
su lenguaje definitivo.

 

 

2
(Aquí deberías añadir
algo
entonces
sobre la belleza. O cómo se derrama
torpe e impaciente sobre la mesilla
un vaso de agua. Perpetua dicha son las cosas bellas).

 

 

3
Sin embargo
parece que va a llover. Caminas
por la habitación de puntillas,
sigilosa, como si con tus pies
diminutos fueses capaz de añadir palabras
a esta búsqueda. (El lenguaje ya no cabe. Hierve el agua en un cazo).
Una camisa
pende sin músculos
del respaldo de una silla de mimbre. Estiras tu brazo.
Sacas del armario
el chubasquero rojo
como si extrajeses de tu cuerpo
un órgano muy delicado.
(Tu palabra vibre entonces como la piel de una campana).
Te sienta tan bien
ese color.

nunca me lo habías dicho.

 

 

 

 

LA PELUCA DE LAS COSAS.
LO IGNORADO

Pero lo ignorado también existe en sus pequeños actos. Se trata
de no volver con las manos vacías, por eso traemos vino
y algo de queso para la cena; miramos el rastrillo
que junto a la puerta tienta nuestros dedos, la barba del cartero
que se espesa casi blanca a la altura de la barbilla; medimos nuestra distancia
hasta el cubo lleno de leche
sobre el que un hongo de humo asciende —niebla
que atrae al alto hocico del invierno—. Nos llevamos el vaso a la boca
que luego volveremos a colocar sobre la mesa
con la marca lechosa del sorbo en su filo. Es algo más
que la aparente variación de un músculo. En los márgenes
siempre hay vida, como ves. ¿Quién guardará entonces nuestro secreto
ahora que hemos perdido los billetes de vuelta?
Nada en este lugar nos es familiar. Ni la luz que exgera
sus límites, ni el timbre metálico del carnicero
que afila sus cuchillos alejado ya de su presa. Nada. (No te preocupes,
estás a salvo,
la ola de secuestros no te afectará a ti que comercias
con pequeñas lagartijas de cobre. Pero ¿quién es toda esta gente
que respira dentro de un enorme signo de interrogación?)

Oye, preguntas mientras descifras el número exacto de tu asiento,
¿sabríamos vivir en una ciudad tan común como esta?

 

 

 

 

LA PELUCA DE LAS COSAS II
(AFTER NIETZSCHE)

Nada en este retrato nos es familiar. Esa camisa, tu abuelo,
la luz, el cenicero cuyo fondo ennegrecido
hace imposible todo acto visionario, son sólo
formas de decir o, mejor, de expulsar
la escasa posibilidad de salir bien parados
de esta fórmula
que llamamos mundo,
belleza en ocasiones, las menos, es cierto.
Si pudieses congelar la imagen
observarías con el zoom preciso
las estrías, la ceniza, las marcas porosas
que el deseo filtra
como una pared húmeda
entre tus cosas.
Pero pedir gratitud
es de idiotas,
igual que pedir que la lluvia
con su espíritu militar
sea selectiva. Será mejor
buscar en otra parte. Tu ciudad es un buen sitio.
La avenida estrecha,
ribeteada por gruesos y elevados plátanos,
árboles tal vez de otro mundo. Es ahí donde vivimos.
Son las ocho.
Estará a punto de cerrar la tienda.
Con un pie empujará la reja metálica
hasta el suelo. Cuenta las monedas que tiene en el bolsillo.
La imagen se deshace, su belleza
oscura es casi nieve
al borde de la carretera.
Sería inútil repetir este gesto
un millón de veces. Nada cruje a nuestro paso. Es la vida.
Volvamos al principio. Sí. Buena idea.
En el frutero brillan
de nuevo
rojas y apiladas
las manzanas.

 

 

 

 

ANÉCDOTA BARROCA

de entre mis manos
te resbalas
como este jarrón
que descubre
delicadamente
en su interior
el vacío

 

 

 

 

ANÉCDOTA DEL LAGO 
(EL DÍA QUE DESPERTÓ JOHNNY CASH)

he logrado al fin
mi propia distancia frente al mundo

como el que traza círculos
sin obligación de hallar
nada perfecto en su trabajo

he llegado
hasta esta casa
junto al lago

llovía
me quedé dormido
junto a la raíz de un árbol

juncias
dientes de león
maleza
al despertar
la ondulación perfecta de sus cuerpos
frente a la brisa
su indiferencia
ante este mundo como un herida
que se desea abierta

me complace

 

 

 

Santamaría, Alberto. Pequeños círculos. Barcelona; DVD ediciones, 2009

 

ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA – UNA LECTURA

En el año 2007, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, dentro de su colección La voz del poeta, publicaba un libro-disco con la lectura que el poeta canario Andrés Sánchez Robayna dio allí el 25 de enero de 2007.

De ese libro dejo aquí una pequeña selección de poemas.

 

 

 

BRISA GAVIOTAS NOMBRES

El aleteo
de gaviotas que inundan la línea
de la playa
danza sobre el barranco
inundado de luz

el trasiego sombrío
de las gaviotas que penetran
en el aire reseco

Di
tu nombre una vez más

verano ciego
en laderas fulmíneas

Chilla
silba remóntate

gaviota

En el pequeño bosque
de delgados abetos
pósate

ligereza

Al paso
de la brisa salada
saltad luces lindantes

Oleaje anudado
bajo la transparencia
arráncame

Peces
súbitos peces
voladores

gaviotas en la altura giratoria

ved
la luminosidad

Decidme vuestro nombre
climas del mediodía

 

 

 

 

ELOGIO

I

tú bajas a
las lúcidas
habitaciones de la piedra

madre
o mármol
de la misma materia
de la luz

bajas
y habitas entre
la piedra transparente
tras-

pasada
piedra pulida
lúcida

dura
luz tras-
minada

bajas
a lo alto

 

II

bajas

minero
en la uniforme luz

ex-
tensa luz mineral
te espera

enciendes
como el minero oscuro
lo mineral

bajas
al alabastro
al astro
blanco

bajas
a la iluminación

 

 

 

 

LA CASA

Salir hasta la casa, entrar
hacia afuera, a la luz, hasta las aguas,
en la espesura adentro en las arenas
de adentro de esta casa en que morir.

 

 

 

 

MÁS ALLÁ DE LOS ÁRBOLES

I

Aquellas hojas,
enormes, ¿qué decían? un lenguae
parecían formar con su rumor, una lengua
que debía aprender, hecha de grumos.

Eran las espesuras removidas
por el viento, allá lejos.

Yo acudía al ramaje, a las hojas que hablaban.

 

 

II

Cuántas veces las vi agitarse, solo,
en escapadas, para estar con ellas,
para oír, otra vez, los golpes silenciosos,
el viento de la tarde
en los nudos, las yemas de los árboles.

Pero quién escapaba, o creía escapar,
si los árboles eran solamente otro espacio
de lo inasible, de cuanto queda como suspendido
por sobre la materia del mundo,
lo no visible y, sin embargo,
acaso más real que la piedra que existe. Allí,
bajo el ramaje, me sentaba, entre piedras
dispersas, por la hierba,
sobre la tierra, cifra de los mundos.

 

 

III

Aquella era la lengua de las hojas, la lengua
del irrequieto fondo de la luz.

¿Lengua, lenguaje,
digo? ¿Una palabra
más allá del lenguaje, eso buscaba?

Solamente más tarde iba a saberlo,
cuando el lenguaje habló, y tan sólo
llegó el lenguaje a ser la destrucción
de cuanto conocía. Y era, al mismo tiempo,
la construcción de todo. yo volvía
otra vez a los árboles, aún
no sabía del lenguaje sino sólo su enigma.

 

 

IV

El ramaje extendido,
la hierba, como un afloramiento
del interior del mundo, las raíces
de lo visible, los arbustos, el aire,
eran una llamada del lenguaje. Y eran
una llamada de más allá de él, como si aquella luz
hablara de otro mundo, siendo el mundo mismo.

Cruzaba el aire, removía
la espesura, la sombra, vibración,
allí, de cuanto existe, en los instantes
que dicen lo visible y lo invisible.

Ahora, el niño que oyó
la lengua de las hojas
puede decirle a otro
que bajo los ramajes, entreabiertos,
hablan los mundos, laten los lenguajes.

 

 

V

En las hojas sagradas cae la luz del tiempo,
las recorren los cauces diminutos del agua,
el aire las envuelve con manos que atesoran,
es el fin y el origen, es el fuego del tiempo.

 

 

VI

La tierra, sí, se entrega,
parece levantarse hacia las hojas
que hasta ella regresan, desde el aire,
y con ella se funden, como el hálito
se funde con la tierra y los ramajes.

 

 

VII

Vamos hasta los árboles, te dije.

Sé que te gusta
extraviarte, y aveces me lo pides
tirando de la mano, apresada,
como apresada por la luz toda mano requiere
ir hasta su deseo, llegar a conocer,
aun si el conocimiento no es sino el umbral
de otra ignorancia, acaso, vacía de sí misma.

 

 

VIII

Acércate a los árboles, verás
y podrás escuchar que no existe un silencio
más poblado de voces, que parecen
alzarse desde el suelo hasta otro espacio. Allí,
el aire claro dice el mundo y cuanto
se extiende sobre él y, sin embargo,
es él mismo, la lengua de la tierra,
la promesa de que bajo el ramaje
podrás oír el rumor, tomar la mano
pura de lo visible, cuando los mundos te parezca
que se disipan, cuando la propia luz
se acerque hasta los bordes del tormento
de la luz, y sea sólo oscuridad.

 

 

IX

Acércate a las hojas, llégate hasta el rumor.

Niño,
ese cuerpo inasible que contemplas
late sobre esta hierba, en estas piedras,
fin y origen. Que el aire
que traspasa las hojas vuelva hasta aquí de nuevo,
y que esa lengua sea la del cuerpo del mundo.

Escucha de esa boca cuanto hay
más allá de los árboles.

 

 

 

 

A THOMAS TALLIS

I

Otra vez esas voces, ese cántico,
claro y oscuro a un tiempo. ¿Cómo,
sin extraviarse, pueden regresar
las voces a su centro, a la alegría

ilimitada? lo que escucho, de nuevo,
es el Spem in alium,
un canto alzado hasta la transparencia
de la voz, como si el solo hálito

contuviera el fervor de las criaturas,
como si las voces se entregaran
a su solo fluir, y pronunciasen
cielo y tierra, fundidos en la sonoridad.

Sabes, pues, que la música puede
llevarte, como herida irrestañable,
hasta la ola de lo perpetuo, hasta el centro
de ti mismo y del mundo, ya fundidos.

Y como heridos quedan los mundos impalpables,
la ola sobre el cielo, que desciende
hasta la tierra, desde donde se alza
la música de nuevo, inextinguible.

 

 

II

¿Puede extinguirse, acaso, el eco
de estas voces? ¿Podría
extinguirse el origen de toda claridad,
de donde toda luz procede? Cuando

la grabación acaba, todavía resuena
la ola sin estruendo, y nos parece
oír el silencio de otro modo, un silencio
más profundo en el cuarto casi a oscuras,

las olas del origen sobre el mundo.
Sólo entonces, callado, sé decir:
Gracias, voces palpables, indecibles
voces celestes, gracias, Thomas Tallis.

 

 

 

 

EN EL CURSO mudable de los días
un lenguaje de sílabas secretas
se formaba, una trama, una red negra.
Un libro, no visible, iba escribiéndose.
El niño que trazó en la piedra un nombre
y recorrió los médanos solares,
el muchacho que vio el inmenso cerco
de la luna de abril sobre los prados,
el que inventó en la luz la llama viva
y la vio en la mañana diamantina,
sabrá también del mal, del hosco viento
de destrucción, de muerte. Verá arder
el tiempo en el crepúsculo espacioso
de una ciudad, al norte, escuchará
una canción de póstuma belleza,
viajará hasta las aguas estuosas,
y llorará, verá caer un pétalo
en la mañana oscura. En las arenas
verá su rastro. Y mirará las nubes.

Verá formarse el libro, tras la duna.

 

 

 

 

LA LLAMADA

Enciendes una lámpara
en la ventana. Yace
la noche alrededor.
Llueve en silencio.

¿Para quién esa luz?
¿Para la noche?
Una lámpara llama
en la calma nocturna.

El silencio
en la paz de la casa.
Sobre la hierba brillan
las gotas que resbalan.

Paz oscura. Sacaste
la mano hasta la noche.
La mano se extendió
bajo los astros.

Oh Palabra, tú,
Palabra que te ocultas
y lates innombrable
enterrada en la noche.

 

 

 

Sánchez Robayna, Andrés. Una lectura. Madrid; Ed. Círculo de Bellas Artes de Madrid, 2007.

 

TU CUERPO YA PARA SIEMPRE TENDIDO

 

TU CUERPO ya para siempre tendido,
Rachel Corrie, en la tierra que te llora.

La excavadora lo abatió en el surco
de la impiedad sobre la tierra roja.

Bajo el metal del odio atravesante
la luz. Nunca supiste de la sombra.

Tu cabello solar alumbra el aire,
tu mejilla nos honra.

Este otro surco dejo, Rachel Corrie,
en tu paz, tu memoria.

 

 

 

Sánchez Robayna, Andrés. Una lectura. Madrid; Ed. Círculo de Bellas Artes de Madrid, 2007.

 

ENTRE EL AGUA SUCIA Y EL POLVO DE UNA VERDAD CUALQUIERA

 

AÑO DE NIEVES

Recuerdo cómo empezó a nevar,
los colores se habían refugiado
como el zureo sordo de palomas
en las cornisas del ayuntamiento.

Hacía mucho frío,
tenía entre mis manos
sus manos blancas y pequeñas
como caídas desde el cielo.

Aquella imagen era tan perfecta,
constelaciones de la nieve
por la calle del Arenal,
pequeños copos geométricos,
figuras imposibles
de la etérea arquitectura
de los sueños posibles.

Quizás entonces no entendimos la lección,
aquella nieve que al momento era tan solo
algo sucio y terroso,
un charco, un río de agua turbia,
que se colaba por los sumideros.

 

 

 

 

CANCIÓN DE CUNA

Su verdad se desgrana
como una gran mentira,
los días, las palabras
erosionan el mundo
que sale de sus labios.

Ya no hace sol, es frío
el día en que empezó
a hablar, es tan pequeña,
tan grande la mentira
a la que había ido
dando forma, que tuvo
que estallar, que romperse,
que hacerse mil pedazos.

Aquella misma historia,
los detalles confusos,
las mismas fechas,
como si todo hubiera de ser
verdad, como si el undo
necesitase nuestra
pobre y triste verdad.

 

 

 

 

CANCIÓN DEL MIEDO
(Balada del tío del saco)

En su voz, el tono ajeno y frío
de sus palabras, la manera de decir
esto te hará más fuerte,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxo ven ahora,
la noche cae como un árbol destazado.
Fue la tormenta, fue el cansancio, la desidia
y no fuiste capaz de presentirlo.

Entonces me sentía igual que cuando
era pequeño, una criatura desvalida
que ha perdido la mano de su padre
en el marasmo de los grandes almacenes.

Era el miedo a que nadie nos quisiera,
ni siquiera nosotros mismos.

 

 

 

 

CANCIÓN DEL SOLAR EN OBRAS

Ahora anidan los vencejos en el ala
de los andamios,
crece la madreselva entre las vallas
de la publicidad.
Miras absorto el alba,
el ajetreo del mercado
en las proximidades.

¿Qué te deparará este día?
¿Qué nueva y venturosa construcción
anidará en el solar?
¿Quién te amará que no seas tú mismo?

 

 

 

 

LA noche tuvo entonces su silencio propio,
los años, algo parecido a una habitación
vacía, huera, con total seguridad
deshabitada.
xxxxxxxxxxxxxPudo haber sido diferente,
han pasado diez años,
la mano aprieta en el recuerdo
la fruta verde en su sazón.
Ahora entre los dedos, ya sin rabia,
cae el polvo de una verdad cualquiera.

 

 

 

Aguilar Rodríguez, Antonio. Canciones para el día de después. Madrid; Ed. Huerga & Fierro, 2018.

 

DESECACIÓN DE LA ALEGRÍA

 

SIENTO que todo es máscara
y la vida es nihilismo.

x
Siento que somos náufragos en la conformidad.

x
No hay nada sino seres desnudos en el Tiempo,

x
pulsaciones

x
subsuelo

x
escritura en el agua

x
nada salvo una paz ciudad de los idénticos:
droga para olvidar la vida para siempre
droga para calmar que ya nunca sabremos
por qué no hemos llegado a ningún sitio.

 

 

 

 

YA es el siglo XXI.

x
Me sangran las encías.

x
Llueve en mi corazón.

x
Hace frío en los sueños.

x
El mundo es una llaga
que me alquila los sesos
y estar vivo son brazos
que es menester quebrar para que quepan.

x
Debería haber odas
y un sentido de estrellas
en vez de hijosdeputa
que jamás hacen nada
y un tic tac de carbono
y esta desecación de la alegría.

 

 

 

 

EN el rostro de los derrotados
hay una dulzura que quema como el fuego.

x
De pronto nada es Dios

x
y la esperanza
es una cosa enferma
que se escurre en los ojos de cualquiera.

 

 

 

 

EN los rascacielos
las doncellas actuales
tienen nombre de perra espacial,
comen cosas transgénicas
y se lavan el coño con avena quinesia.

x
Los alumnos de letras
se aburren en sus casas
masticando bombones
o poseyendo ideas.
Por eso fotocopian sin cesar.
Fotocopian la lluvia.
Fotocopian a Shakespeare.
Fotocopian.
Fotocopian.
Fotocopian.

x
Y una parte del mundo
sólo piensa en Miami
y en área del dólar.

 

 

 

 

NI siquiera estamos cerca de nada.

x
Somos como caballos hacia ninguna parte.

x
Hay algo muy triste en nuestras vidas
y es muy difícil explicar lo que es.

x
Pero seguimos aquí
enfermos de inteligencia y de dolor,
hablando como dándonos todo lo que sabemos
y después de las Pascuas
escupiendo sangre por ahí.

x
Se nos ha ido la vida en tener miedo.

x
Se nos ha ido la vida en masturbarnos.

x
Se nos ha ido la vida en comer pan.

 

 

 

 

LOS borrachos
tienen el encanto de la desorientación de la especie.
Miran como el cadáver de una mujer hebrea
y respiran deprisa
con la boca entornada de los perros.

x
Los tenderos nos hablan
como si se preocuparan de nuestro bienestar.
No creen en Dios
pero les gusta mucho
pronunciar oraciones con las manos juntas.

x
Tías que se llaman Maika
trabajan en un ensayo
de distribución de heroína gratis en Holanda.

x
Los divorciados lloran
frente a medio pollo en un plato de papel
y los registradores de la propiedad
tienen hijos muertos en accidentes náuticos.

x
Sólo se trata de malgastar el tiempo
y eludir para siempre el tema de la vida.

 

 

 

 

EN los extrarradios
los niños se distraen,
giran golosamente
el tambor de un revólver.

x
En los extrarradios
los niños van creciendo
dispuestos a arrastrarse
hasta que alguien los drogue
o les dispare.

x
Los matrimonios duermen con sedantes
y en los bares hay hombres
que nunca más podrán vivir sin whisky.

x
Todos andan llorando en las alcobas,
cuentan gotear el tiempo
y acumulan estuches
de ampollas inyectables.

x
Es
«la pequeña vergüenza de estar vivos
y no saber exactamente para qué.»

 

 

 

 

TRAS un vacío hay otro vacío.

x
Las calles están llenas de pajarerías iguales.

x
En los décimos pisos
la Naturaleza es una tumba.

x
En los armarios de luna
la sustancia de la muerte aguarda y huele.

x
En los libros anida desesperanza escrita.

x
Borges ha muerto
y yo,
como Cioran,
veo las calles vacías
y sé que en cada casa
alguien se ahorca despacio
con soga de embalar.

 

 

 

 

LOS obreros alcohólicos
se enamoran a veces de las putas más jóvenes.

x
Las azafatas tienen muslos de llamarse Ivonne.

x
Los profesores
tienen ojos de no saber por dónde empezar a vivir.

x
Y los notarios
muestran signos de querer quitarse la vida.

x
Apesta a muerte lenta
y a visillos untados con el flint de las moscas.

x
Existen los demás
pero da pena verlos.

x
Telemadrid repone Heidi.

x
Llueve con poca fuerza
y es ayer de nuevo.

x
Una vez más es ayer de nuevo.

 

 

 

 

LOS ministros ofrecen perfiles al magnesio.

x
Los teólogos
usan conversaciones
que parecen estar saliendo de una máquina.

x
Los juzgados están llenos
de «esposas de magnates de electrodomésticos
cuyos maridos
las han abandonado por mujeres más jóvenes».

x
La muchedumbre toda
es una charca que croa para huir.

x
No hay mensaje.

x
Tan sólo hay mensajeros.
Mensajeros que llegan sin mensaje.

x
No queda qué decir.

x
Hemos perdido.

x
Se amontona la lluvia.

x
Podríamos haber muerto.

x
Brilla el neón
y sólo pasa el Tiempo.

 

 

 

 

TODO es mucho más claro
y menos importante
y estar vivo consiste en realizar
actos mínimos de voluntad ridícula
Estar vivo consiste en bocas que no besamos
en praderas en las que no estuvimos
en que a los minutos preciosos
les suceda la vulgaridad
y muchas veces la vida consiste también
en no ser más que una sencilla, buena
y pobre chica banal
que tiene megatetas
y vello por el rostro
y es hija de un taxista que se ahorcó.

 

 

 

 

LAS personas profundas
tienen ojos sumisos de perro híbrido y triste

x
El pensamiento simple de los izquierdistas triviales
le ha hecho cierto daño a la Humanidad

x
Hay una parálisis de la Filosofía

x
Los espejos reflejan cadáveres futuros
y ninguna importancia

x
El pensamiento único nos drena el corazón

x
y ante las mismas moscas en la misma mierda
uno ha aprendido a odiar como los siervos.

 

 

 

 

LA mentira nos educa
nos enseña
una cierta manera
de vivir sin causa:
conscientes de saber
que hemos amado algo
que nunca estuvo aquí.

x
La mentira nos hace seguir vivos.

x
La mentira nos hace tontos útiles
que nunca llegarán a ser apóstatas.

 

 

 

 

TODO el mundo tiene algo roto
y los muchachos dicen:
que te follen!

x
Vivimos
como si algo decisivo
se estuviese apagando en nuestro interior:
como si «todo lo que está ahí
jamás estuviese enteramente ahí».

x
Los atardeceres están formados
de una sustancia espesa
que dan ganas de llevarse a la boca
y la poesía
es la única demostración de que estamos vivos:
vivos en esta especie de normalidad monstruosa
en la que sólo nos gustan
las tetas puntiagudas de las muchachas ricas.

 

 

 

 

LA Historia ha ido llenándose
de tontos tenebrosos
y de hijos de puta repletos de palabras.

x
Odio a esos hijos de puta con mucho vocabulario
que mientras hablan parecen tener mucha razón,
pero después se callan y ya no parecen tener tanta.

x
Su mensaje es este:
Dios o quien sea
no para de crear problemas y lanzarlos al mundo.

x
Hablan
como si no formasen parte
de esa horrible Humanidad
que votó a Hitler
no entendió a Van Gogh
y asesinó a Jesucristo.

 

 

 

 

LA vida es contar cosas así:
«Era bonito sólo que no follábamos».

x
La vida es hacer frío,
que los columpios estén llenos
y haya gente con perros.

x
Y la vida es también
ser sólo un animal lisiado de esperanza
y hechos que se recuerdan
sin vicio ni alegría.

x
Vivir es sólo eso:
dejar sombras menudas,
tristes sombras menudas para nadie
en la espuma de un sueño inexistente.

 

 

 

 

NO pasa nada.

x
Nunca pasa nada.

x
Pasa sólo esta sed
en los ojos de todos
y al efecto abrasivo
del tiempo en las postales
y en las tapias.

 

 

 

 

ESTÁN calmando con electricidad a la gente.

x
Voces en off fingen ser la vida.

x
Tal vez es que no haya sobre qué preguntarnos.

x
Un relámpago de algo nos trastorna.

x
Hemos puesto los labios en el frío de un iceberg.

x
El alma tiene cáncer
y llueve daño
en los relojes que nos mintieron tanto.

 

 

 

 

NUESTRA vida ha adoptado
las maneras de un nudo.

x
No hay salida.
No hay yo me largo.
No hay escapatoria.

x
Todo es tenderse y esperar
hablar de los trastornos de las glándulas
y asesinar el interés de los porqués.

 

 

 

 

EL tiempo no existe.
Sólo existe esta ludopatía general.
Sólo copias y copias desesperadas de algo
y máquinas y máquinas que engullen la tristeza.
Sólo existe chuparle en películas porno
y alguna vieja idea como reúma en el alma
y el gusano que roe la ilusión de vivir.

 

 

 

 

VIVIR duele:
Vivir es una herida
pero algunos se curan
haciendo sólo esto:
ser viejos
y por dentro estar secos.

 

 

 

 

Y TODO porque odiamos,
todo esto porque odiamos,
porque en el fondo odiamos
la maldita y horrenda vida verdadera,
este mundo real y obligatorio,
este mundo sin labios de Ava Gardner,
nuestra humana desidia,
morir como terneros,
la puta realidad.

 

 

 

Sánchez Robles, Miguel. Desecación de la alegría. Ferrol; Sociedad de Cultura Valle-Inclán, 2004.

 

PALABRAS PARA UN TIEMPO SIN RESPUESTA

 

QUERIDA Pal:

Son las tres de la tarde en Pest.

A orillas del Danubio hoy estoy triste.

Imagino besarte.

Me canso de ser hombre.

Va cayendo la lluvia.

Quiero decirlo todo.

Escribirte la vida en una carta.

Decirte por ejemplo:

En las cárceles mecen ángeles de bronce.

Siempre la claridad viene del cielo.

Sobre la mar un peine.

Brilla lo que se quema
y sólo brilla así lo que se quema.

 

 

 

 

POR las noches respiro,
me abrazo a Maiakoski y a Vallejo,
muerdo manzanas agrias
y me bebo el yogurt de la nevera.

Recuerdo la viveza de la luz de Segovia.

Tomábamos apuntes de Saussure.

Los días dieciséis te regalaba rosas.

Y era hermosa la sed frente a nosotros.

 

 

 

 

QUERIDA Pal:

Va pasando la vida
y no estamos cogidos de la mano.

Haber vivido así:
hermanos de Saturno,
viendo venir el tiempo
y devorándolo.

Escribirte me llena de tristeza.

Un día
nos volverá a dar sueño
como cuando éramos niños,
pero ahora no queda qué vivir
y recuerdo con asco
las grandes teorías
que explicaron el mundo
sin acordarse de los hombres.

 

 

 

 

MAÑANA mismo
me compraré una aguja
para coser reflexiones.

Por las noches busco algo,
algo que me recuerde
que existe el corazón
y la lujuria.

Siempre sabe a pecado
y entender lo que ocurre
tiene el sentido práctico de pentotal común.

 

 

 

 

VEO gente pasar y no tiene sentido.

Veo relojes públicos y no tienen sentido.

Un horizonte lleno
de damas circunspectas que no tienen sentido.

Salchichón de caballo que no tiene sentido.

Mendigos que se ponen una gorra de capitán de fragata
y no tienen sentido.

Otros hombres que están
y no tiene sentido que estén y que respiren.

Entonces yo me salvo
escribiendo en los folios
tarántula
y orquídea
y anaconda.

 

 

 

 

(SI supieras, mi amor,
cómo cansan las tardes
y los números pares,
desde el puente de Europa,
cómo cansan las tardes
y los números pares!)

 

 

 

 

QUERIDA Pal:

Esta mañana me he comprado
diecinueve florines de tinta Pelikan.

Lloro en silencio mirando tus postales.

Esta quietud me mata.

Me acuerdo de tus bucles
y pronuncio en voz alta
la diéresis sencilla de tu nombre.

 

 

 

 

QUERIDA Pal:

Mándame alguna foto de tus hombros desnudos.

Dime si se han abierto las gardenias,
si Edurne y Cleofás
siguen bailando acid
bajo un rayo láser los días viernes.

x
Cálmame con palabras
este desasosiego de estar vivo
en un hotel tan triste
desnudo ante mi propia poquedad.

x
Dime qué es esta cosa
pequeña y nauseabunda
que se ha instalado aquí
junto a los años.

 

 

 

 

QUERIDA Pal:

Todo es demolición,
el vacío de Dios
o elegir un sombrero.

Seguirás aborreciendo las bragas grandes
que venden a granel
en los hipermercados más baratos.
Quemarás como siempre
con cerillas de palo los prospectos.
Tomarás tu café con la prosa de Borges
y besarás despacio,
si estás sola,
esas cosas terribles que llamamos espejos.

 

 

 

 

Y YO,
fumo como Pessoa
ante este abismo de existir un abismo
y me gusta creer
que todos los muertos
puede ser que estén vivos
en alguna otra parte de la vida.

 

 

 

 

LOS poetas famosos escriben desde Glasgow
y se las dan de estar allí,
o en Atenas
o en Roma
o en Venecia
y veneran con pose
el último gargajo de Espronceda.

Ahora pasan turistas
embebidos en sus propias abstracciones,
indiferentes como sátrapas
a la gente común
que almuerza en los hangares.

 

 

 

 

EN los colegios
hay profesores lánguidos,
sonrosados y bobos
hablando para nada de metaevaluación.

Los niños se aprenden los alveolos
y el nombre de los cuarenta músculos
que mueves en la cara si te ríes.

La aventura se esconde en la ginebra
y la gente no corre,
nunca corre la gente en Budapest.

 

 

 

 

QUERIDA Pal:

Casi nada de lo que hacemos
nos sirve para no morirnos.

Nuestros ojos de hambriento
desenfocan el mundo.

Odiamos como en el siglo diez.
Amamos como en el siglo diez.
Eructamos como en el siglo diez.

Y nos gusta estar vivos
porque existen las fiestas
y el tabaco,
simplemente por eso:
las fiestas y el tabaco.

 

 

 

 

LA Historia
es una verdad en la que no tenemos parte.

Recuerdo con angustia
como un frío en el cuerpo.

Querida Pal:

Yo también
tengo el cansancio anticipado
de lo que no encontramos nunca.

Algunas veces pienso
en si podremos llevarnos al otro mundo
aquello que olvidamos de soñar en éste.
Sólo eso nos salva.
Sólo eso.

 

 

 

 

SOY la última criatura pensativa del mundo.

Amor mío,
soy yo,
te escribo desde Hungría.

No soy feliz y escribo.

Si yo fuese feliz
saldría por ahí,
chuparía algún helado,
me compraría chucherías.

 

 

 

 

LOS posavasos con nombres de los bares
me traen muchos recuerdos de domingos muertos.

La esperanza la recuerdo tísica.

La angustia la recuerdo una noche
sentada solitaria y húmeda
en una estación de metro.

La pena la recuerdo adiposa y burócrata

y ya no sé qué más,
y ya no sé qué más.

 

 

 

 

(LA manía de ladrar.
Escribo para quitarme
el deseo de ladrar)

 

 

 

 

QUERIDA Pal:

Muchas veces me acuerdo
de cuando me operaron
de anginas a lo vivo.

Ya ves, querida Pal,
hoy estoy triste.

Tengo culpa de ser superviviente de algo
y un enorme rencor hacia la vida.

Yo siempre he sido isla.

Nacer.
Callar.
Vivir.
Leer mucho.
Llorar.
Sendas perdidas.
Tecnología.
Confort.
Y game over.

Ese es el proceso.

 

 

 

 

QUERIDA Pal;

Disimulo la angustia masturbándome.

Fumo muchos malboros.

Me duele la costumbre.

Sueño como Celan
que el mundo se ha ido
y yo tengo que llevarte en brazos.

x

Un año más y negaré la vida.

 

 

 

 

A VECES me pregunto:
¿qué nos ha sucedido?
¿por qué hay un cansancio
que siempre lamentamos?
¿por qué mueren los días,
los años,
las semanas
y nunca pasa nada
y alguien llora en la calle
y no me importa?

 

 

 

 

QUERIDA Pal:

Sólo soy eso:

Un soltero que fuma en Budapest.

Un idiota de izquierdas
que no molesta a nadie
y sin ninguna gana de fusilar.

Un anacrónico.

Un eterno desubicado.

Soy ese lastre
que es necesario soltar desde los globos.

 

 

 

 

ALGO se está perdiendo para siempre.

Ni importa el sol que haga.

Todo parece usado o entornado.

Una atmósfera de mausoleo.

Todo es anfractuoso

Quebrado

Desigual.

Vivir.
pensar sin rumbo.

El mundo es tan inútil
que no me parece que pueda hacer otra cosa
salvo fumar muchísimo.

 

 

 

 

QUERIDA Pal:

x
Todo esto no es más
que una mezcla confusa
de algo ya visto
y dadaísmo.

x
Somos esclavos de una idea sucia del mundo.

x
Escribir es a veces
como un sueño muy profundo,
se parece también
a esconderse a morir
como los animales e esconden a morir.

 

 

 

Sánchez Robles, Miguel. Palabras para un tiempo sin respuesta. Ferrol; Sociedad de Cultura Valle-Inclán, 1998.

 

COMO LA NOCHE QUE NUNCA AMANECIESE

 

¿ESTÁS ahí, Job?
Soy yo:
Lola López.

Hablo contigo, Job.
Estoy aquí.
Trago saliva, Job,
estoy muriendo.

Soy yo:
Lola López,
tragando saliva
emparedada y sola,
muerta a caballo,
Job:
muerta a caballo.

Entablillada y muerta
y con ganas de hablar
de mi cansancio.
Carcomida en los bordes.
Arrodillada en la desesperanza.
¡Tiesa!
Ciega de vodka
y paz sin esperanza.

Traigo los ojos
que el tiempo me ha dejado.
Estos ojos desnudos
como un cielo vacío,
hundidos en las cosas
como un calor sin sangre,
picoteados deprisa
por la desolación.

Traigo estos ojos sucios
que no comprendo,
ni amo,
ni me gustan.
Votivos,
para que tú los veas
y me escuches por ellos,
me ayudes a morir
y me acompañes, Job,
y me acompañes.

Soy yo:
Lola López llorando para nadie.

 

 

 

 

ME ha matado la vida
y es que no hay nada, Job,
sólo esta grieta pútrida
que ha abierto el tiempo en mí,
tempranamente en mí,
tempranamente.

Yo nunca estuve.
Tardé mucho en saberme,
en descubrir quién era,
dónde estaba.
Por las noches dormía
y un hombre triste
—ahora lo intuyo quieta
aquí llorando—
se fumaba cigarros junto a mí.
Era mi padre muerto,
que todavía me amaba
y venía hasta mi cama
para llorar por mí
y el hijo que no tuve.

 

 

 

 

AQUÍ estoy, Job,
lánguida y sin fe,
revolcándome entera
en el sucio saber
de los adultos,
proyectando palabras para ti,
como tipos de úlcera,
construyendo lasamente las frases,
restregándome, Job,
en el desinterés,
la imbecilidad
y esta nada común,
silenciosa y doméstica
de días porque sí,
irme gastando
en este acabamiento,
palpándome la parte más cansada,
hurgándome esta herida
que crece en los motivos,
oyéndose ambulancias y sirenas
y palomas zurear en el alféizar.

 

 

 

 

VEO la vida y el mundo
como si estuviesen detrás de un cristal,
verdes, quietos,
húmedos, fríos,
más fríos de lo debido.

Veo siempre
la misma pobre luz,
siempre gangrena.
Estoy acostumbrada
a ver morir despacio mis pedazos,
a presentir un enorme tumor
en medio del presente,
acampado y moviéndose
con ritmo de babosa
por mis labios.

Se me ha acabado el hambre por la vida,
Job,
por eso estoy aquí,
hablo contigo,
me quiebro en las palabras que pronuncio
y me desangro, Job,
y me desangro
despacio en esta ruta
sin orillas.

 

 

 

 

CADA uno fabrica su papel
y éste es el mío
y lo juego sin gracia,
bajo el envejecimiento
y la costumbre,
lo juego, Job,
sin ganas de jugarlo.
Equivocadamente,
de una vez para siempre,
sin revancha,
como aquella gitana
que me dijo:
Tendrás hijos raquíticos
y ciegos…

 

 

 

 

AQUÍ,
convertida en mentira,
con los ojos muy próximos
de un Cristo que me mira en majestad
desde un cuadro barato
hecho de un almanaque
de Espigas y Azucenas.

Aquí,
junto al olor de pasto
que emanan las despensas,
cerca de la ceniza,
con la saliva llenándome la boca,
solitaria en Madrid
en un décimo piso
de cuatro habitaciones
del que puedo tirarme libremente,
libremente morir contra el asfalto.

Aquí,
siendo tan sólo
una triste presencia,
para el mundo
y los hombres
y las estadísticas.

 

 

 

 

NO soy:
huyo.
Bajo las bóvedas y el miedo
cierro los ojos
y huyo para siempre
apilada en la nada
sin un resto de amor
ni de conciencia.

 

 

 

 

AHORA me lavo, Job,
y lavo un muerto.
Tengo la sensación
mientras me lavo,
de estar lavando un muerto
con paciencia.

la vida se acabó.
No queda nada.
Es una polvareda
partir yéndose,
arrastrando recuerdos
y cristales,
como un chorro de angustia
partir yéndose,
cayendo
haciendo charco
en los espejos,
llevándose consigo
sin perdón
los otros porque sí
que nunca tuve.

 

 

 

 

TODO es siempre un lugar
que se derrumba
y eso soy yo:
yedra que se desploma,
carne blanca en el suelo,
empachada de tardes amarillas,
harta de iguales diálogos
en iguales sitios,
de iguales risas,
en iguales sitios,
de iguales vicios,
en iguales sitios,
todo igual
siempre igual
y yo en el suelo
como un gran animal
paciendo su vacío.

 

 

 

 

EL sabor de la angustia
se alimenta en mis ojos
y me apaga los días.

Es más dulce el suicidio
que esta diaria gangrena,
esta melancolía
dentro del corazón
queriendo reventarlo,
o esta cosa innombrable
que me hace casi aullar
cuando estoy sola
y pienso
que tuve dieciocho años.

 

 

 

 

LO que nos rodea
está tan etiquetado
que quisiera escupir.
Luego lleno otro vaso,
pienso,
deduzco que estoy viva
y siento una tristeza
de peces desovando
herrumbre sobre mí
y sobre las cosas.
Delante de mis ojos
así es la Vida, Job:
días interminables
como la vejez,
afasia
y cáncer.
Premorir,
sonámbula sin causa
premorir;
en mitad de timbales
y graznidos
como un remo en el fango
estoy muriendo.

 

 

 

 

SIENTO cerca cuajarse
los desperdicios mismos
de mi respiración
y esa eterna tristeza
de mis dedos tocando
el rostro del cansancio.
Todas las ratas
comiéndose mi nombre,
el tedio de mi nombre
y su sonido.
Me anida una gangrena
de carne y amargura.
Oh tiempo de suicidio,
tiempo pastoso,
cruel,
estar aquí bulléndome
como los doce mil ojos
de la avispa.
Quiero alargar la mano
hasta tocar un pájaro.
Quiero dormir cansada
de algo que no sea
esta nada pastosa de los días,
de días silenciosos y vacíos
cada vez más monótonos
y muertos.

 

 

 

 

SOY Lola López,
adicta a la tristeza,
embarrizada
y tiesa,
masticando recuerdos
como sogas,
esos recuerdos densos
que nos devuelve el Tiempo
como cadáveres ahogados
a la orilla venir
de una playa
sin pájaros
ni espuma.

Lola López,
padeciendo domingos
como orugas,
bebiendo tragos largos,
añorando en secreto
otro contexto
o comprender acaso
qué cosa fue la vida,
dónde estuve.

 

 

 

 

(ME recuerdo lamiéndome.
Enloquecida en los vientos disipados
de mi juventud
aceptando monedas
y besos con alcohol.)

 

 

 

 

SOY yo, Job,
Lola López,
cansada de ser
todo el tiempo yo misma,
como una inflamación,
como un tormento,
todo el tiempo yo misma
aquí encerrada
en este cuerpo mío
canceroso
y estólido,
repleto de varices
y de llagas.
Todo el tiempo yo misma,
disecada,
enorme y verde,
como una aparición
enorme y verde,
todo el tiempo yo misma
como una letanía aborrecible.
Todo el tiempo yo misma Lola López
víctima de un degüello general.

 

 

 

 

LOLA López,
Estabulada
y muerta,
al cabo de los años
perramente llorándose
a sí misma.

Lola López
borracha,
emborrachada,
con el alma agredida
por el vodka
y una laja de piedra
en cada ojo.

Lola López
cadáver insepulto
viendo las calles, Job,
quedarse solas
y un gran montón
de luces para qué.

 

 

 

 

MI porvenir
se aloja en la gangrena
es un puñado de hastío
creciendo,
introduciéndose
adentro de mi boca.

 

 

 

 

TODA mi vida he estado
esperando, Job, que algo sucediera.
No ha sucedido nada.
El suicidio y el asco
planean sobre mí
como la sombra trágica
de un pájaro gigante,
porque decir mañana
es decir sólo
una vana palabra
de seis letras.

 

 

 

 

¿ADÓNDE lleva, dime,
esa escalera, Job, de la paciencia?
¿Alguien muere
y nace una amapola?
¿Sientes tú también, Job,
la muerte estar aquí,
verla,
sentirla,
tocarla con las manos
y la lengua?
¿Mientras duró el encanto,
dónde estuvimos, Job,
dime qué hicimos?

 

 

 

 

SIENTO el azufre
gastándose en mis labios
y el caballo del ansia
perdiéndose a lo lejos
llevándose el sentido de mi vida.
La vida, Job,
ese trozo que pasa
con andar de elefante
y fondo de penumbra.
El mar quiere vencernos
y no podemos, no,
no podemos drogar
todos los actos.

 

 

 

Sánchez Robles, Miguel. Como la noche que nunca amaneciese. Alicante; Ed. Aguaclara, 1995.

 

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