SINESTESIAS, ASOMBROS Y MULTIPLICIDADES
TE ESCUCHO CON LOS OJOS
Encuentro en las raíces
una escondida llama
que se esculpe por dentro:
casi petrificada,
una obsesión pujante.
¿Quién no ha soñado con comunicar
esa instantaneidad sin discusión
que vibra en la energía?
Comunicar lo vivo,
previo a lo interpretable.
No sé si ese lenguaje
sería más de luces o de sombras,
pero quien no lo intuye
es que en parte está muerto.
Quizá por eso ahora
te escucho con los ojos.
Y vuelco mi deseo en que me llames
desde detrás de todas las palabras:
con esa sola voz con la que un cuerpo
sabe llamar a un cuerpo.
EL ASOMBRO
Quiero que te des caza, que te dejes
en la cuneta,
xxxxxxxxxxxxatropellada,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxherida,
revuelta de placer,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxenmarañada,
y que tu propio tú
xxxxxxxxxxxxxxxxxxde ti
se asombre.
Sé la flecha sin diana que halla el alto
motivo de su gozo
en su desnudo
vuelo.
x
Hermética y secreta
—pero abierta—,
dale a tu piel
xxxxxxxxxxxxxsu sed,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsedúcete,
magnética en tu imán,
al que persigues.
Siéntete extraña, hermosa, apetecible.
Lejos,
xxxxxxcerca,
xxxxxxxxxxxxa la vez.
x
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxY atráete
entre tus propias manos.
LA IMAGEN MÚLTIPLE
¿Y si justo al final
de la vida
no hay ni una sola luz,
ni la condensación en un instante
fugaz
xxxxxxde lo mejor que nos fue dado?
Sino más bien,
enredando mis pasos, impidiéndolos,
la visión de caminos que no tomé jamás,
sendas de amor hacia ninguna parte,
besos que no llegaron a sus metas,
lo no dicho a mi padre oído a gritos,
lo bello hundiendo el mundo hacia su enigma,
y el tiempo y los afectos
volviéndonos la espalda.
¿Quién puede asegurarme
que mi mente algún día
no ha de adentrarse en ese callejón
donde una imagen múltiple
más o menos así
de repente
nos mata?
FORMAS DE EXPRESIÓN
Te dijiste en mil voces
en que se diluía
la raíz de tu voz.
Más que vientos concretos,
tú fuiste la energía
que hay detrás engendrándolos.
Tu lengua era tu lengua,
pero de un modo oscuro
era también la lengua de un lenguaje
que no decías tú.
Sobre esa intersección siempre cambiante
se sucedieron las metamorfosis,
para arrasar tus formas, tu perfil:
como al rodar la rueda
se desdibuja en ella lo superfluo.
Y ahora,
xxxxxxxxaquí,
xxxxxxxxxxxxxen la avenida
del silencio cernido
sobre tu cuerpo, ya jirón de nada,
piensas por un instante que los labios
que mejor te expresaron
fueron tan sólo los que con pasión
te buscaron, trazaron tus contornos,
pronunciaron tu piel
y te nacieron a ese gran misterio
del verbo —confundiéndose en susurros—
vuelto de pronto carne.
Oliván, Lorenzo. Para una teoría de las distancias. Barcelona; Tusquets editores, 2018.