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ELEGÍAS Y OLVIDOS

Termino hoy con el repaso a José Barroeta con su último libro, ‘Elegías y olvidos’, publicado en 2006.

 

 

HUESOS DEL REINO

Agradezco el descenso.

Resucito una tarde entre maderas
al pie de una casa de cáncer
de muerte accidental de vejez
Me sirvo de clavos y vinagre.
Agradezco ofensas
incomprensión ajados balbuceos
de mi lengua.
Agradezco el día de ayer el de hoy
mi indefensión
mi tierra.
Agradezco mi depresión
la luz vacía mis pedazos en el
olvido.
Agradezco mi cara
mi muerte continua donde no falta nada
los huesos del reino
mi oro de la sequía.

 

 
FILO DE ESPADA

Algunas veces paso volando
desnudo de cuerpo
sobre ventanales y espaldas negras
apurado por drogas de un
reino inexistente.
Escupo mi realidad
con gestos insaciables
lejos del filo de espada
que convierte lugares
en costras.
Creo que una sola noche
basta para vivir.

 

 
LÚDICO

Me cuesta bajar el poema del aire
allí donde me hundo con el plumaje vertical
de las palabras.
Rozando el infierno y el invierno
el poema es un dios de pies ligeros
apaleado por las estrellas.

 

 
SALTO AL VACÍO

Amo
a quienes jugaron la vida
en una soga
en un disparo
en un salto al vacío
en la profundidad de un oleaje
invencible.
Amo y me contradigo frente a
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxesos dioses
de la nada.
Amo.
Corto mis ataduras.

 

 
CERCANÍAS DE ITACA

En el patio muere Razón.
Nada queda de mi cuerpo orgulloso
de mi mano de leche
contra el universo.
Bebo el placer del cielo enfermo
atado a una migaja de amor
disuelta por el agua.
Sé que puedo llegar a Itaca
desde toda intemperie.
Me importa la lluvia
la razón sola de la lluvia.
Itaca queda en mis zapatos.
Odio el camino.
Sirenas y ocio flotan
sobre el poema.

 

 
POÉTICA DEL CAMINO

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Carlos Vitale

Construir el poema
de mi casa a tu casa
cuesta pavor.

 

 
DIÓMEDES

Recordaremos siempre a Diomedes
el hijo de Tido y Deípile
ofuscado por la raptada hermosura de Helena
por el coraje griego de la guerra.
Recordaremos al otro Diomedes
Rey de Tracia
de crímenes dementes
carne y miseria de hombres
y caballos.
Recordaremos a Diómedes Cordero
hijo de Atilio y Elba
mi amigo de esta nueva Troya
con lanzas de algodón paterno
con lengua de horno y desenfado
inquieto en los codos del día
con fragmentos de libros y encendidas
parodias.
Recordaremos a Diómedes Cordero
pobre y atormentado
guardado en los ojos de Mery
hoja de lluvia y salmo
mapa de los vientos soñados.
A mi Diómedes
terco sencillo vulnerable
no lo cambio por sus viejos homónimos
por noches o por agua de mar.
Lo cambio por adjetivos y utopía
en mi vaso de whisky
moviendo y removiendo el hielo
de nuestro pobre infierno.

 

 

 

BARROETA, José. Todos han muerto. Poesía completa (1971-2006). Barcelona: Editorial Candaya, 2006.

 

CULPAS DE JUGLAR

El quinto libro de José Barroeta, ‘Culpas de juglar’, vio la luz en 1996. De ese libro dejo aquí los siguientes poemas.

 

 

FRAGMENTOS

xxxxxI

Me gusta perder el cuerpo
xxxxxxxxxxxxxxxy soñar.

xxxxxII

Quiero un lugar
donde nada persiga
donde sea rey
xxxxxxxxxxxxxy siervo.

xxxxxIII

Mis campos y mi muerte
van quedando
xxxxxxxxxxxxxxxxcomo yo quería
xxxxxxxxxxxxxxxxsolos-conmigo.

xxxxxIV

Amo más la tristeza
que la palabra.

xxxxxV

Me gusta la lengua castellana
una mujer con nombre
xxxxxxxxxxxxde cinco letras
xxxxxxxxxxxxcomo el cielo.
Me gustan los senos
la lengua de esa mujer
y el paraíso perdido.

 

 

TERCETO

I

Un sitio donde confunda mi prisión
donde pueda llegar herido.

II

Que me apaleen, que me tiren piedras y palabras
que me quiten los ojos
mi terrible corona de espinas.

III

Un día me voy a ir con tus senos a esperar que pase
El Arca de Noé. Me voy a montar encima de mi tristeza
encima del Reino de Dios y del Juicio Final.

 

 

HOSTIL

Escribo por roto.
El poema sirve de guarida
a mis escombros de espejo perverso
de transparencia de sueños dibujados
con debilidad
por el alfabeto hostil.
El poema ha sido rama
trampa del viaje.
Cuando quiero hablar conmigo de verdad
me emborracho
anoto en frentes de penumbra
fracasos y ganancias.
Olvido.
Escribo con letras grandes mi nombre,
lo piso.
Hago un mapa de silencio
enfermo.

 

 
SOLO

Al final soy testigo de qué.
Si quiero decir
si quiero palpar
imagino
tropiezo con instantes
restos que sólo sirven
de olvido.
Testigo de nada me debería llamar.
Lo que he visto sorprende mi fulgor
de puerta cerrada.
Nadie sabrá qué vi
qué dije.
La muerte borra.
La vida ¿comprendes?
tiene sentido.

 

 
BROTHER DELUXE 1350

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAl poeta Rafael José Muñoz

La máquina de escribir va soñando y aparecen
cosas: ºº » Bs$%&()=¿?#1/2. Tú sabes como noche de
nadie
y la máquina empieza. Wqjketrxhyv.
EL PÁJARO Y LA MEMORIA ERA IGUALES A TU
CUELLO:
un capitán de tierra firme: mi desespero semejante
al tuyo: un cuerpo solo: un poeta sin ojos.
EL OCHO ESTÁ SEPARADO DE LA NUCA POR EL
AMOR.
Mi ejército es ambiguo
retroceder
xxxxxxxxxxxxxxsin embargo
tiene oro.
LA SERRANÍA COMPONE EN EL CIELO TUS
MUSLOS.
I no parece nada y el OCHO vuelve a viajar
con su neumonía del diez por ciento.
TÚ ERES MÁS LOCA QUE YO DEL UNO AL DIEZ Y
QUIERO DARME GOLPES

xxxxxxxxxxxxxxEN SEÑAL DE CARIÑO.

Las comillas y las aves odian los cuerpos.
Estoy seguro de que tu hijo se llama PEDRO
de que eres fértil yerma o amante mía.
ESTOY SEGURA DE QUE NO VENDRÁS.
Yo soy la máquina y te amaré desnuda
mano a mano
DESNUDA
xxxxxxxxxxxsin la amarga tapa de los poetas.
Nunca seré sincera: tendré tabuladores
letras juntas (frkjñjkkixqyrt) delirios y comas
de terror. Te llevaré siempre al vacío de un alfabeto
de unas teclas donde el amor es desamparo
precipicio.
A LA UNA Y CUARTO SALGO PARA BAGDAD
CON UN POETA ENFERMO EN LOS OJOS.

 

 
HOMENAJE A VALLEJO

Yo quería escribir pero no pude
tenía la voz cerrada VALLEJO. Me había metido
en una cantina sucia como la madre
nada ni el corazón ni los huesos podían decir.
Me preguntaban y respondía con lágrimas
con cabezas rojas, celestes.
Yo quería dar y jugar y soñar un mano a mano
con la muerte
y me gustaba más la nada que el olvido.
Yo no te pregunto cómo será tu muerte de poeta
enterrado entre nosotros.
No puedo y me cierro en los huesos de esa mujer
tan larga
tan extensa y tan vieja en los cielos de uno.
La tierra no ha comenzado todavía, POETA,
tú te pareces a la muerte y a lo que viví.

 

 

BARROETA, José. Todos han muerto. Poesía completa (1971-2006). Barcelona: Editorial Candaya, 2006.

 

FUERZA DEL DÍA

Aquí les dejo algunos poemas del cuarto libro, ‘Fuerza del día’, de José Barroeta.

 

 
DILUVIOS

Fuimos derrotados por puestas de lluvia
impresionantes.
Escondidas las aguas era necesario salir,
hacer hogueras.
Con el agua el perfume de estar solos
desaparecía
y apenas el olor de la tierra mezclada
adquirió sentido de lo efímero.
Derrotados por la guerra fluvial creamos un poderío
inalcanzable
y ni siquiera la audacia de destruirnos albea.
Hay que comenzar por tres hombres, por tres rosas
o por tres conejos.
No podemos seguir con el hombre de barro
y con la rosa cursi.
En alguna parte una mujer debe tener
costillas
para que salga un hombre.
A lo mejor el día tiene reveses y solo no me
basto.
A lo mejor he dejado fuera del cuchillo mi cuerpo.
Soy el paraíso,
el que tuvo velas de pieles de serpiente
para montar,
dos a dos,
en el arca.

 

 

1653

Fundamos un hogar.
Fundamos una compañía de
xxxxxxxxxxxxxxxxxtabaco.
No acudimos a la cita con Mary,
la hija del vidente.

Poco a poco nos acercamos a la costa
y tú olías.

Fui a ver el sol.
Recuerdo que Liverpool
era una extensa mosca.

Me acosté contigo
el dos de junio.
Fundamos otra plantación
en Brasil.
xxxxx(El sol era de oro,
xxxxxxxxxxxxrecuerdo.)
Tú asesinaste a Mary.

Tuvimos dos hijos.
Leopoldo,
el mayor,
murió de tristeza en Bélgica,
en Alemania, en Rumanía.

Tú tenías los senos altos
y nos alegrábamos.

Después de muerta me hacías
xxxxxxxxxxxxxxxxxxixxfalta.

Ahora que comienzo
no entiendo.

 

 

COSTUMBRE OCCIDENTAL

Debes comenzar por donde te enseñaron.
Lo recomendable es que no pierdas nunca el sistema
de horario:
xxxxxxxxxxxxxcomer cada tres o cuatro horas
dejarte bañar por otras o por tus propias manos una
si es posible dos veces al día.

No descuides tu horario en el momento de crecer
fíjate que hay relojes carteles caras
que anunciarán tu llegada e impedirán el extravío.

En el intermedio de las horas puedes si la vida
te ha dotado de ello
xxxxxxxxxxxxxxxxxxdesayunar almorzar
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcenar
xxxxxxxxxxxdetener tu cuerpo y otros en la cama
y debes si te gusta mirar de vez en cuando los pájaros
y las nubes si te queda tiempo.
No olvides ser formal: en dos minutos la camisa, en dos el
pantalón, en dos los zapatos y los calcetines; en cuatro
minutos has debido disponer de maneras para la corbata,
la ropa íntima y los requerimientos de la cara. Tienes pues
diez minutos para hacerlo todo:
para enfermarte, llorar, reír y hacer con un poco sin deseo el
amor.

Con tales atavíos llegarás a la urna, a la dolorosa trampa
del día y trabajarás contando el tiempo y contarás tiempos,
objetos noches mujeres que te amaron un día decenas de huevos
kilos de carne ahorros piedras recogidas a la orilla del mar
y abordarás el cielo solo porque la muerte de tanto contar
te ha abandonado y te colocará lo blanco y lo negro de la vida
en los ojos.

 

 

OTRA EDAD

Luego de beber,
de dar duro a los ojos,
a los huesos, al porvenir,
pusieron rostro de hombres buenos,
de desapasionados
y se dejaron llevar a un sitio
de oro.
Cambiaron la noche.
Cambiaron el no hacer, vivir,
morir entre miserias,
por la historia y costumbres
de sus enemigos.
Cambiaron aldeas,
lluvia y camino reales,
por un estar presentes en la infamia,
por no saber dónde está
la edad de día en los ojos.

 

 

FESTEJOS

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Antonia Palacios

Anda un momento y mira al pájaro.
Fíjate si tiene los colores del día,
si las flores del patio
y los alrededores del mundo están en sus
alas.
Revisa la postura de sus patas sobre la
rama,
mira si hay rocío y sonidos arqueados
en las hojas
y ruido de tu corazón.
Celebra
porque este amanecer no se repetirá,
porque este instante es tuyo,
porque ese pájaro es irremediable,
porque el sol es tu muerte
y tu rosa del porvenir,
porque aquellas casas son los lugares
de los hombres
y aquellas tierras borrosas sus comarcas.
Celebra la mañana,
luego verás si has muerto
o si el ángel guarda aún su poderío.
Si puedes esconde la memoria
y hallarás detrás de ti el amanecer.

 

 

HISTORIAS

Qué de designios para este día que ahora
toco.
Mi suerte
como la tuya
dispara en la montaña.

Somos dioses nacidos para resistir.
Basta de historias tristes, de afables palabras
ridículas,
basta de intención.

Sólo esta guerra hecha en la tiniebla
hará sangre.
Sólo este miedo escondido tiene razón.

 

 

 

BARROETA, José. Todos han muerto. Poesía completa (1971-2006). Barcelona: Editorial Candaya, 2006.

 

ARTE DE ANOCHECER

Del tercer libro de José Barroeta, ‘Arte de anochecer’, publicado en 1975, dejo tres poemas.

 

 
DE MUTACIÓN

Un caballero siniestro atraviesa
los árboles.
Sus vestimentas
de pura piel de hombre
han sido curtidas por los campos.
Al caminar,
los tesoros de los antepasados,
puntos de sol que van y vienen
a la tierra,
desaparecen.
El caballero conoce lo siniestro:
cuando toca la lira
las piernas de su mujer lucen
mortajas,
los siervos de la casa que lo vio
nacer,
aullan,
y la vida se vuelve loba.

 

 
JUEGO DE ROSAS

Eres la que confundes.
De quien dijimos
mientras vaciábamos y volvíamos a llenar las botellas.
Tú eras total. En aquella ronda de noches
y días interminables
todos llevábamos una mujer como tú,
hecha de adolescencia y de paisaje,
perdida para siempre,
desaparecida y posesiva.

 

 
DE AMOR

Nos hemos quedado debajo del sol
frenéticos.
Es de tu corazón de donde sale el mar,
la música de agua que nos asombra.
Hay un navío,
boca sellada sobre otra boca como un anillo.
Hay tesoros
algas extendidas
olor a cuerpos de hombres que descargan
la vida y la muerte entre los muelles.
Allá quedaba el horizonte,
justo en el punto donde la ficción boga
hasta deslumbrarnos.
Algo de seda de tu cuerpo vuela en las gaviotas
y nos amamos como el primer día
fuertes y en el cielo.

 

 

BARROETA, José. Todos han muerto. Poesía completa (1971-2006). Barcelona: Editorial Candaya, 2006.

 

TODOS HAN MUERTO

No recuerdo cómo llegó a mis manos la obra completa de José Barroeta, editada por Candaya en 2006, lo que sí tengo presente es que es un libro al que volver repetidas veces. Si no conocen al autor, o sus poemas, durante los próximos días daré buena cuenta de algunos de sus versos. Hoy comenzaré con unos cuantos poemas de su primer libro, que lleva por título ‘Todos han muerto‘.

 

 

 

ESCALAS

xxxxxV

Una mañana ya no existirás;
te habrás colgado apasionadamente del árbol.
Irreal,
la luz de tu cerebro alumbrará los campos.
La lengua lúcida y azul de tu memoria girará presionada
por un deseo de muerte.
Ya no serás quien vivió fluctuando entre horrores y droga,
serás libre y feliz como huracán de otoño.

 

 
COMPLICIDAD

Es mejor destruir el pasado
que no quede imagen
que no haya siluetas
y seamos tú o yo fuera de todo círculo.
Que exista sólo una maniobra
una razón que nos parta
una multitud que nos reproche
sin sabernos los escogidos.
Que la pasión se borre girando
y no sepa de su derrota.
Que no exista una queja
o una bóveda acallando tu cuerpo.

 

 
REFLEJO

Tu dureza y tu enajenación
no dejarán que duerma. Mi juventud quisiera ahogarte,
quisiera hacer de ti el terrible y súbito cadáver.
Ni la piedad ni el perdón
calman mi ira. Mi juventud exige que te metamorfosee,
que te cambie.

 

 
HOY QUE COMIENZO A VIVIR

Algo marchará mal
para que sea así la vida. Algo que no es el resplandor
ni el Cristo.
Un brebaje,
ansioso como el rocío en vuestros campos de sangre,
lleva lo que no siendo música del espíritu, arrástrame
piadoso a la muerte.
Qué bello es el mal de hoy. Cuando la caída de sus pestañas
no regocija.
El viento adulto me festeja entre árboles grandes.
Precisamente hoy que comienzo a vivir
otro fracaso me aguarda.

 

 
ELEGÍA

Mientras haya muerte viviré cantando,
errando en una onda de música desesperada. En los inviernos,
en cualquier estación, son muchos los que han muerto por mí.

Siempre deseo dejar la vida sin amargura,
dejarla como yo la he visto. La esperanza que me da la noche,
quizá la obsesión de estar muerto, han impedido que me sepulte,
que vuele sobre el hilo de mi alma solar.

Me gustaría vestirme con el color de la muerte,
llevar en mí la rigurosa fantasía. Querer a una mujer pálida que tenga
las alas como nunca.

Mi deseo no es huir de la vida sino fijarla en lo que
arrebata. Esta luz de hoy nada cubre y sólo el sueño del cadáver
invita a viajar.

 

 

BARROETA, José. Todos han muerto. Poesía completa (1971-2006). Barcelona: Editorial Candaya, 2006.