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TODO ES VORÁGINE

 

PREHISTORIA

En mi prehistoria de ti
todos los bisontes salían huyendo,
me daba miedo la oscuridad
y siempre llovía a cántaros
al instante de descubrir
el fuego.

Después llegaste tú
y todo fue más fácil:
supermercados,
suministro eléctrico,
tu mirada
después de cenar.

Vamos a dejar huella
en esta ancestral cueva
tan llena de sombras,
tan triste de luz.
A mí me dibujarás cazando.
Detrás de mis miedos, tú.

 

 

 

 

ROMPER EL HIELO

No sabía que existías
hasta este beso en emboscada.
Has rotoxxxxxxxxxxxxxxel hielo.
Espero que sepas
cómo
arreglar este desastre.

 

 

 

 

FUKUSHIMA (福島第)

Nuestra catástrofe particular
nos pilló haciendo planes de boda.
Tuvimos que aprender a nadar
en mitad de la tormenta química.

Un día tú también fuiste Fukushima.

Te arrasó un tsunami salvaje y violento
que dejó todas tus medidas de seguridad
a merced de una caótica deriva
y todos los reactores gravemente afectados.
No hubo miedo ni gestos de pánico.
Solo personas luchando
por mantener la central a salvo
a pesar de los destrozos y las grietas.

Desconocían que, desde el núcleo,
Fukushima ya había empezado a salvarse
mucho antes de la gran ola.

Un día tú también fuiste Fukushima
y no quisiste salir corriendo.

 

 

 

 

TU PEINADO

Luces ahora tu pelo rizado.
Ni rastro queda de aquel desierto
que dejó el invierno más largo
y que recorrimos para descubrir
que al final se llega, pese a todo.
Por aquel entonces adoraba
tu ausencia de complejos,
la facilidad con la que mostrabas
orgullosa tu zona parietal desnuda,
la naturalidad con la que convertiste
en cotidiano tu nuevo look.

Ya no sale del armario
tu colección de boinas y sombreros,
antaño compañeros de vestuario.
Ahora, peleas matutinas para domar
los rizos que tu pelo ha recuperado
y productos anti-encrespamiento
y sesiones de plancha y secador
son la nueva y renovada rutina.
Luces ahora tu pelo rizado
pero no olvidas que hubo un día
en que el peinado no era el problema.

 

 

 

 

ACÚSTICA

Recién despertado, aún en la cama,
con los ojos cerrados percibo los ecos
de tu bajar matinal de escaleras.
Después, ajetreo de cocina y vasos,
silbido de café, un saltar de tostadas.
Es tu ritual sonoro de mañana entresemana.
Disfruto de la musicalidad de tus rutinas,
tu ducha caliente, tu vorágine de armarios
y prisas y secador y cajitas de maquillaje.

Después un silencio breve: tu beso
de despedida por obligación laboral.

Es adorable oír tus pasos por la casa,
el sonido de tus movimientos en el sofá
o del crepitar de tu cepillo de dientes
y el grifo de agua fría para tus encías.
Desde mi encierro en esta habitación gris,
te escucho los pasos, pasar de largo,
abrir una puerta, conquistar habitaciones,
llenarlas de tus longitudes de onda
y tus frecuencias y tus acústicas.

Después te vas. Te vas
y queda solo el silencio
como epílogo,
como zona de reposo
de todos tus sonidos.

 

 

 

Bellido, Álvaro. Todo es vorágine. Murcia; Boria ediciones, 2018.

 

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  1. octubre 23, 2019 a las 7:13 am

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