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UN POEMA DE WILLIAM BLAKE TRADUCIDO POR HOMERO ARIDJIS

 

LA ROSA ENFERMA

¡Oh rosa, estás enferma!
EL gusano invisible
que vuela en la noche,
en la tormenta aullante,

Ha encontrado tu lecho
de alegría carmesí,
y su secreto amor oscuro
destruye tu vida.

 

UNA MISMA LEY

noviembre 14, 2013 Deja un comentario

Blake 6

 

 

Una misma ley para el León y el Buey es Opresión.

 

 

 

Blake, William. El matrimonio del cielo y del infierno (Trad. Xavier Villaurrutia). Sevilla; Ed. Renacimiento, 2007.

 

CANCIONES DE INOCENCIA Y DE EXPERIENCIA

noviembre 13, 2013 Deja un comentario

Blake 3

 

 

EL TIGRE

¡Tigre! ¡Tigre! Ardiente resplandor
en las selvas de la noche;
¿qué inmortal mano o qué ojo
pudo enmarcar tu temida simetría?

¿En qué lejanos abismos o en qué cielos
ardía el fuego de tus ojos?
¿A qué alas osaba aspirar,
qué mano osó coger el fuego?

¿Y qué hombros, y qué arte
pudieron retorcer los nervios de tu corazón?
Y cuando tu corazón comenzó a latir,
¿qué temible mano?, ¿y qué temidos pies?

¿Cuál fue el martillo?, ¿cuál la cadena?
¿En qué fragua cayó tu cerebro?
¿Cuál fue el yunque? ¿Qué temible abrazo
osó sujetar sus terrores mortales?

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas,
y regaron el cielo con sus lágrimas,
¿acaso sonrió al ver su obra?
¿Acaso quien creó el Cordero te creo a ti?

¡Tigre! ¡Tigre! Ardiente resplandor
en las selvas de la noche;
¿qué inmortal mano o qué ojo
pudo enmarcar tu temida simetría?

 

 

 

Blake, William. Canciones de Inocencia y de Experiencia (Trad. José Luis Caramés y Santiago González Corugedo). Madrid; Ed. Cátedra, 2006.

 

WILLIAM BLAKE

noviembre 12, 2013 Deja un comentario

Blake 5

 

 

AL INVIERNO

Oh invierno, cierra tus férreas puertas
Tuyo es el norte: allí edificaste tu oscura
y bien cimentada estancia. No sacudas tus tejados
Ni inclines tus columnas con tus carros de hierro.

No me oye; por las abiertas profundidades
cabalga resuelto. Sus tormentas se desencadenan,
en vainas de acero ribeteado. No oso elevar los ojos,
pues alza su cetro sobre el mundo.

¡Mira! Ahora el terrible monstruo, cuya piel se adhiere
a sus fuertes miembros, recorre las rocas quejumbrosas.
Todo lo marchita en silencio y su mano
despoja de ropas a la tierra y congela la frágil vida.

Toma asiento sobre las colinas; el marinero
en vano clama. ¡Pobre desventurado, que traficas
con huracanes! hasta que el cielo sonríe y el monstruo
es arrastrado, mientras grita, a sus cavernas, debajo del Monte Hecla.

 

 

 

Blake, William. Obra poética (Trad. Pablo Mañé Garzón). Barcelona; Ed. 69, 1980.

 

EL MATRIMONIO DEL CIELO Y DEL INFIERNO

noviembre 11, 2013 Deja un comentario

Blake 1

 

 

PLANCHAS 5-6

xxQuienes reprimen el deseo, lo hacen porque el suyo es lo bastante débil como para ser reprimido; hasta que el gobernador, o razón, le usurpa su lugar y gobierna a los tibios.
xxY al ser reprimido, tórnase el deseo cada vez más pasivo, hasta quedar en tan sólo una sombra de sí mismo.
xxLa historia de todo esto consta en el Paraíso Perdido, y el que gobierna, o la razón, recibe el nombre de Mesías.
xxY el arcángel original, poseedor del mando de las huestes divinas, es llamado diablo o Satán, y sus hijos pecado y muerte.
xxPero en el Libro de Job, el Mesías de Milton recibe el nombre de Satán.
xxPues esta historia ha sido adoptada por ambas facciones.
xxEn verdad, creyó la razón que el deseo había sido expulsado, pero la versión del diablo es que fue el Mesías quien cayó y formó un cielo de lo que hurtó al abismo.
xxEsto lo muestra el Evangelio, en donde pide al Padre que le envíe al consolador, o deseo, sobre el cual la razón puede construir ideas. El Jehová de la Biblia no es sino aquél que mora en el fuego llameante.
xxSabed que tras la muerte de Cristo se transformó en Jehová.
xxPero en Milton, el Padre es el destino, el Hijo, una ratio de los cinco sentidos, y el Espíritu Santo, ¡el vacío!
xxNota: La razón por la cual Milton escribía maniatado al tratar de Dios y los ángeles, y con plena libertad al referirse a los demonios y al infierno, radica en que era un auténtico poeta, del lado del diablo sin saberlo.

 

 

 

PLANCHAS 6-7
Proverbios del infierno

En época de siembra aprende, en la cosecha enseña, en invierno disfruta.

Lleva tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría.

La prudencia es una solterona rica y fea a quien la incapacidad hace la corte.
Quien desea y no actúa, engendra pestilencia.

El gusano cortado al arado perdona.

Sumergid en el río a quien ame el agua.

El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.
Aquel cuya faz no irradie luz, nunca será una estrella.

La eternidad está enamorada de los frutos del tiempo.
La abeja laboriosa no tiene tiempo para la tristeza.
Las horas de la locura las mide el reloj; pero las de la sabiduría, ningún reloj podrá medir.

Todo alimento sano se obtiene sin red ni trampa.
Emplea número, peso y medida en año de escasez.

No hay pájaro que vuele muy alto, si lo hace sólo con sus alas.

Un cuerpo muerto, no venga injurias.

El acto más sublime es poner a otro ante ti.

Si el necio persistiera en su necedad se tornaría sabio.
La necedad es la capa de la bellaquería.

La vergüenza es la capa del orgullo.

 

 

 

PLANCHA 8

Las prisiones están construidas con piedras de la ley, los burdeles con ladrillos de la religión.
La altivez del pavo real es la gloria de Dios.
La lujuria del chivo es la generosidad de Dios.
La cólera del león es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer es la obra de Dios.

El exceso de pena ríe; el exceso de alegría llora.

El rugido de los leones, el aullido de los lobos, el fragor de la tempestad marina, la espada aniquiladora, son porciones de la eternidad demasiado grandes para el ojo del hombre.

El zorro condena a la trampa, no a sí mismo.

Las alegrías fecundan, las penas dan fruto.

Que el hombre vista la melena del león y la mujer el vellón de la oveja.

El pájaro el nido, la araña la tela, el hombre la amistad.

Tanto el necio sonriente y egoísta como el ceñudo malhumorado serán tomados por sabios así que sean bastón de mando.

Lo que ahora está comprobado, antes sólo fue imaginado.
La rata, el ratón, el zorro, ven las raíces; el león, el tigre, el caballo, el elefante, ven los frutos.

La cisterna contiene: el manantial desborda.
Un pensamiento llena la inmensidad.

Anda siempre dispuesto a decir lo que piensas, y el ruin te evitará.

Todo aquello en lo que sea posible creer es una imagen de la verdad.

Nunca perdió el águila tanto tiempo como cuando se rebajó a aprender del cuervo.

 

 

 

PLANCHA 9

El zorro se provee él mismo, pero al león le provee Dios.
Piensa por la mañana, actúa al mediodía, come al anochecer, duerme por la noche.
Quien ha sufrido tus imposiciones, te conoce.
Como el arado sigue a las palabras, Dios recompensa las plegarias.

Los tigres de la ira son más sabios que los caballos de la instrucción.

Espera veneno del agua estancada.

Nunca sabrás lo que es suficiente sin antes saber lo que es más que suficiente.

¡Escucha los reproches del necio! ¡Son un título de realeza!

Los ojos de fuego, la nariz de aire, la boca de agua, la barba de tierra.

El débil de coraje es fuerte en astucia.
El manzano jamás preguntará al haya cómo ha de crecer; tampoco el león al caballo cómo obtendrá su presa.
Quien recibe agradecido, dará una abundante cosecha.

Si antes otros no hubieran sido necios, nosotros lo seríamos ahora.
El alma, de dulce gozo, nunca podrá ser mancillada.

Cuando ves un águila, estás viendo una porción del genio, ¡levanta la cabeza!
Igual que la oruga elige las hojas más agraciadas para depositar sus huevos, así el sacerdote dejará caer su maldición en los goces más hermosos.

Crear una florecilla es una labor de siglos.

La condena, estimula; la bendición, relaja.

El mejor vino es el más añejo, la mejor agua es la más nueva.
¡Las oraciones no aran! ¡Los elogios no cosechan!
¡Los gozos no ríen! ¡Las penas no lloran!

 

 

 

Blake, William. El matrimonio del cielo y del infierno -edición facsímil y bilingüe- (Trad. José Luis Palomares). Madrid; Ed. Hiperión, 2001.

 

LOS BOSQUES DE LA NOCHE

noviembre 10, 2013 Deja un comentario

Blake 2

 

 

A LA PRIMAVERA

¡Oh tú, la de los húmedos mechones, asomada
a las claras ventanas de la mañana, vuelve
tus angélicos ojos a occidente, a esta isla
que en coro tu venida saluda, oh Primavera!

Cuchichean los montes y los valles escuchan,
atentos. Anhelantes admiran nuestros ojos
tus brillantes doseles. Emerge, pues, y deja
que tus sagrados pasos visiten nuestro clima.

Ven sobre las colinas, deja que el viento bese
tus ropas perfumadas; permite que tu aliento
nos envuelva mañana y tarde; esparce perlas
sobre la tierra enferma, que por ti guarda luto.

Oh, atavía su cuerpo con tus hermosos dedos;
derrama dulces besos en su pecho; y emplaza
tu corona dorada en sus lánguidas sienes,
cuyas modestas trenzas en tu honor se anudaron.

 

 

 

«PEDÍ A UN LADRÓN…»

Pedí a un ladrón
que me robara una manzana;
entornó la mirada.

Pedí a una dama
que se abriera de piernas;
se hizo la digna y empezó a gritar.

Apenas me fui vino un ángel.
Guiñó un ojo al ladrón
y sonrió a la dama;

y, sin mediar palabra,
tomó una manzana del árbol,
y se benefició a la dama.

 

 

 

«LA ABSTINENCIA DISPERSA ARENA…»

La abstinencia dispersa arena
sobre el frescor ardiente de la piel.
Mas el deseo al fin gratificado
planta en el cuerpo frutos de vida y de belleza.

 

 

 

LA PREGUNTA CONTESTADA

¿Qué requiere de la mujer el hombre?
Las formas del deseo satisfecho.
¿Qué requiere del hombre la mujer?
Las formas del deseo satisfecho.

 

 

 

INSTRUCCIÓN ESPARTANA

«Acércate, hijo mío,
y cuéntame lo que allá ves.»
«Veo a un tonto enredado
en una trampa religiosa.»

 

 

 

RESPUESTA AL CURA

«¿Por qué no aprendes paz de las ovejas?»
«Porque no deseo que usted me esquile.»

 

 

 

EL TERRÓN Y LA PIEDRA

«Amor no busca complacerse
ni cuida jamás de sí mismo,
pues a otro entrega su paz, y erige
un Cielo en la desgracia del Infierno.»

Así cantó un Terrón de Arcilla
pisoteado por los bueyes,
mas una Piedra del arroyo
tejió un remedo de estos versos:

«Amor sólo desea complacerse
para ligar a otro a su placer,
se alegra de la confusión ajena,
y erige en el Cielo su oscuro Infierno.»

 

 

 

EL JARDÍN DEL AMOR

Fui al Jardín del Amor
y vi lo que jamás había visto:
en su centro se alzaba una capilla,
donde jugar solía entre la hierba.

Y sus verjas estaban atrancadas,
y en la puerta, ‘No harás’, grabado.
Entonces al Jardín volví los ojos,
donde siempre crecieran dulces flores,

y vi que estaba lleno de sepulcros,
y de lápidas en lugar de flores;
y negros sacerdotes sorteaban las tumbas
y envolvían con zarzas mi dicha y mi deseo.

 

 

 

LONDRES

Vago sin fin por las censadas calles
junto a la orilla del censado Támesis,
y en cada rostro que me mira advierto
señales de impotencia, de infortunio.

En cada grito humano,
en cada chillido infantil de miedo,
en cada voz, en cada prohibición,
escucho las cadenas forjadas por la mente.

Y escucho cómo el grito del deshollinador
hace palidecer las oscuras iglesias;
y el dolor del soldado infortunado
ensangrienta los muros de palacio.

Pero, al cabo, en las calles de medianoche escucho
cómo la maldición de la joven ramera
deseca el llanto del recién nacido,
y asola la carroza fúnebre de los novios.

 

 

 

«LERDO EL QUE QUIERE PRUEBAS…»

Lerdo el que quiere pruebas de lo que no percibe.
Y necio el que se afana en convencerlo.

 

 

 

«BIEN SABÉIS QUE NO SOY…»

Bien sabéis que no soy ningún héroe de Homero.
No premio al enemigo con gestos generosos.
Mi generosidad es para mis amigos,
que pueda responder sin falta a su amistad.
Quien con el enemigo es generoso
promueve sus asuntos, y se vuelve
enemigo y traidor de sus amigos.

 

 

 

«EL ÚNICO HOMBRE…»

El único hombre a quien conocí
que no me hizo vomitar
fue Fuseli, que era turco y judío,
por lo que, mis queridos cristianos, ¿cómo os va?

 

 

 

[LÍNEAS EXTRAÍDAS DE UNA CARTA A THOMAS BUTTS, 16 DE AGOSTO DE 1803]

Decid, ¿por qué he nacido, por qué, con otro rostro?
¿Por qué no me parezco al resto de mi raza?
Cuando miro, hay sorpresa; y, cuando hablo, ofendo;
Callado, me contengo, y pierdo a mis amigos.

Ya mi verso deshonro, mis dibujos desprecio,
mi persona degrado y mi humor esclavizo;
y es mi terror la pluma, el pincel mi vergüenza,
mis talentos entierro y mi fama se muere.

O poco o demasiado: así se me celebra;
Si me exalto, me envidian; si soy manso, me ultrajan.

 

 

 

Blake, William. Los bosques de la noche (Trad. Jordi Doce). Valencia; Ed. Pre-textos, 2001.