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Posts Tagged ‘una antología alrededor del ego’

DIVA DE MIERDA – VANESA PÉREZ-SAUQUILLO

septiembre 12, 2016 Deja un comentario

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LOS DIEZ MANDAMIENTOS DEL MONTE PARNASO

1. Amarás ser Poeta sobre todas las cosas.

2. No citarás el nombre de Rilke en vano.

3. Santificarás los premios.

4. Honrarás al jurado y a sus madres.

5. No matarás al ganador.

6. No publicarás textos en prosa ni poéticas.

7. No intertextualizarás.

8. No hablarás de tu libro presentando el de otro ni inventarás tus juergas con un poeta difunto.

9. No escribirás cuatro libros seguidos sobre deseos impuros sin pseudónimo.

10. No codiciarás recitales y lectores ajenos.

xxxEstos diez mandamientos se resumen en dos:

xxxxxxxxAmarás tu obra sobre todas las cosas

xxxxxxxxpero escucharás al prójimo como a ti mismo.

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA – VICENTE LUIS MORA

septiembre 11, 2016 Deja un comentario

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ORACIÓN POR LOS POETAS REALISTAS

Como de la apariencia a la existencia, como de lo vivo a lo
pintado, como de la sombra a lo real, tanta diferencia ay del
fuego que dizes al que quema.
xxxxxxxxxxxxxixxxxxxxxxxFernando de Rojas, La Celestina

Oh vosotros, poetas realistas,
que conocéis la vida
y la última esencia
de todo lo real,
que nunca probaréis la duda
sobre la incertidumbre,
ni incertidumbre
sobre lo inseguro;
vosotros que creéis en los sentidos,
decidme cómo son las cosas,
libradme de este negro sufrimiento,
de atroz perplejidad,
proveedme
de un orden
respirable.

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA – JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ MUÑOZ

septiembre 10, 2016 Deja un comentario

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HERROR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxUn día me moriré de una errata
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx(me contaron que dijo una vez Juan Ramón Jiménez)

x
La espera, el silencio, aunque largos, habían merecido la pena. Le compensó sobradamente el gozo que le proporcionó la lectura de una entrevista a su viuda, publicada en el suplemento literario más importante del país. Habían merecido la pena los enormes esfuerzos, las triquiñuelas y los subterfugios con los que fingió su muerte. La edición crítica de su poesía completa colmó su insondable vanidad. Era cierto que, como siempre sospechó, para un artista no hay nada como morirse. Los elogios parecían nacer espontáneamente, como setas tras la lluvia. Pero hubo de plantearse seriamente resucitar cuando se publicó su obra póstuma e inédita: hojos era más de lo que podía soportar en esta vida. Ni en la otra.

x
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxixxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Ana, cuya inteligencia alimenta este texto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCartagena, 21 de abril de 2014

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA – JORDI DOCE

septiembre 9, 2016 Deja un comentario

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EPIGRAMAS Y ESTOQUES

Me confiesa quién aspira a ser, qué alto rango o posición querría alcanzar. Y de inmediato se empequeñece a mis ojos.

 

Qué dulces elogios… Las moscas están al venir.

 

Lo llama mi estilo y no es más que espuma adornando la mugre.

 

*

EL CRÍTICO IMPACIENTE

Quejándote me llamas, ofendido,
pues tu fina reseña de nuevo se retrasa.
Querido, yo de ti no insistiría;
aunque espere otro mes, no estará menos verde.

 

*

Demasiados críticos acercándose a los libros como si fueran trampolines. Demasiados cayendo de nuevo a la piscina de sí mismos.

 

Críticos que muerden monedas para comprobar si son de buena ley. Pero muchos actúan como si las estuvieran acuñando.

 

Por sus precisiones conocerás al mezquino.

*

A UN ADULADOR, CON AFECTO

Tú, que elogias mis libros aunque no me has leído
(a la busca, tal vez, de alguna recompensa),
sin duda apreciarás que tu lógica imite:
apenas te conozco, y ya necio te juzgo.

*

Tronamos como profetas del Antiguo Testamento. Y luego hacemos cola en el banco para ingresar, debidamente firmado, un cheque al portador.

 

Cabeza de ratón, quizá… ¡pero qué bien puesta!

 

Ese instante final en que un escritor se convierte en negro de sí mismo.

*

A UN NOVELISTA FRACASADO QUE AL MUNDO CULPABA DE SU FRACASO

Otra vez te lamentas, acusas, despotricas.
Cual nuevo Jeremías, a tu bilis recurres,
te duele el ancho mundo en tu estrecha sesera.

A los demás torturas porque nadie te lee,
y es tan ciega tu cólera que su calma no entiendes:
peor tortura fuera abrir tus libros.

*

«No te lo tomes como algo personal», me dice, y no veo el momento de ponerme la armadura.

 

Estarían menos satisfechos de sí mismos si, además de firmar pilas de libros, tuvieran que sostenerlas para que no cayeran.

 

El que llega a los libros como ante el mostrador de unos grandes almacenes. Lo peor es que siempre hay escritores con vocación de dependientes.

*

AL MISMO, CON SENTIMIENTO

Con tesón me describes
la iniquidad del mundo.
Mas yo soy optimista:
al menos no te lee.

*

No deja de publicar, pero es inútil; cada nuevo libro no hace sino enterrar aún más profundamente los anteriores.

 

Mi admiración por ti es grande, no lo niego, pero hazme el favor de no desplegar tu altar también en mi casa.

 

Tanto y tan largamente le padecieron sus diarios que terminaron vengándose de él.

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA (II)

septiembre 8, 2016 Deja un comentario

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ARTURO GUTIÉRREZ PLAZA (Venezuela, 1962)

POÉTICA DEL EGÓLATRA

No soy lo que escribo,
sin embargo me parezco tanto a ello
que he optado por leerme.

 

 

 

 

ITZÍAR MÍNGUEZ ARNAIZ (España, 1972)

CASTING

Entre la admiración de pocos
o la envidia de muchos
lo segundo

entre el ego lleno
o el estómago vacío
lo primero

entre el verso soñado
o la palmada en la espalda
lo último

si esas son tus respuestas
el papel de diva es tuyo

si no
dedícate a la poesía

 

 

 

 

ELÍAS MORO (España, 1959)

DIVAS DE MIERDA

Genio
Era un escritor tan bueno —había quien lo tildaba de genio— que algunas veces decía exactamente lo que quería decir antes de ponerse a escribirlo.

 

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Con la absurda idea de que así le daba una sustancia que nunca tendría («De donde no hay no se puede sacar», sentencia la máxima popular con acierto), adornaba su pensamiento y su discurso con toda clase de piruetas y tirabuzones verbales.
Igual que las montañas rusas en los parques de atracciones: mucha velocidad y estruendo para terminar, al cabo, exhausto y sudoroso en el punto de partida sin haber avanzado ni un ápice hacia ningún sitio, condenado a repetir inútilmente un trayecto en espiral que no lleva a ninguna otra parte que no sea el punto de partida. Una vez tras otra.
Y para más inri, aburriendo a los pasajeros, sin ninguna gana ya de repetir el viaje.

 

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Escritor, olvídate de la inmortalidad. Ella no te corresponde en absoluto; es más, ya se ha olvidado de ti.
Y eso que ni siquiera te recuerda, que no has llegado todavía.

 

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Cuando un escritor declara el esfuerzo titánico, doloroso, que le ha supuesto escribir ese volumen buscando que apreciemos —y le agradezcamos, de paso, comprando su libro a mansalva— su tremenda contribución a la historia de la literatura, parece que le estuviera haciendo un favor decisivo e imperecedero a la cultura universal.
Se nota, pienso yo después de adentrarme en el libro también con esfuerzo y dolor, sudando la gota gorda y perdido en sus farragosas páginas como un explorador decimonónico tirando de machete y fusil en selvas ignotas para abrirse un mínimo y practicable camino hasta el río en medio de tribus hostiles.
Porque semejante engendro es completamente incomprensible.

 

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El poeta que se dice a sí mismo que lo es incurre en abominable arrogancia.

 

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Maniático de la pulcritud y de la higiene, se lavaba las manos con jabón veinte veces al día, iba rasurado al milímetro, las uñas pulidas con sumo esmero, el pañuelo de algodón perfectamente doblado e inmaculado, los zapatos lustrados a más no poder; lo que se dice un pincel, un figurín, un paradigma de la elegancia y el buen gusto.
Pero en cuanto cogía la pluma o se ponía al teclado y pergeñaba unas líneas cualesquiera,la ortografía, la sintaxis, la gramática entera, acobardadas en un rincón del desastre, se lanzaban a llorar a moco tendido, con un desconsuelo tan atroz que su lamento podía oírse verso a verso, entre capítulo y capítulo, una página tras otra sin desmayo.
Por no hablar de cuando intentaba echar mano de la oratoria y endosarnos alguna de sus insustanciales proclamas; entonces las palabras, las frases, con su prosodia maltrecha, se declaraban en rebeldía con todas las de la ley, se resistían con uñas y dientes a ser masacradas sin más por una causa inútil.

 

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Se sospechaba que era poeta, no por sus versos publicados —todavía tiritaba de inédito*— sino porque siempre iba por la calle sonándose y enseñando metáforas, sin recato ni vergüenza algunas.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx*Rafael Pérez Estrada

 

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Los poetas —todos— deberíamos ser menos fatuos y presuntuosos de lo que acostumbramos, tener presente en todo momento y seguir humildemente aquello que decía Fray Luis: «Siempre estoy en sazón de recibir».

 

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Podría haberme estado calladito —mejor me hubiera ido—, pero me puede el impulso de insultar a gritos a las palabras que me abandonan en mitad del acto. De escribir, aclaro.
A ellas, es obvio, no les importan un pimiento las injurias y amenazas que les lanza este inútil: siguen cantarinas y danzantes su camino y me dejan como herencia de su paso un poema huérfano, cojo, disminuido para siempre de fondo y forma.
Y así me va.

 

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Por mucho que te empeñes en ello, por mucho que las halagues o acaricies, por mucho que las saques de paseo por la página con oropeles de pluma y adjetivos, si ellas —hablo de las palabras—, y por lo que quiera que sea no quieren, olvídate del poema.

 

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El texto propio, como la fruta que compramos, hay que ponerlo un tiempo en el frutero, en la cestita, cabe decir en el cajón o la papelera.
Y a ver qué pasa; no vaya a ser que a las palabras, que tan lustrosas y apetecibles nos parecen en el momento de escribirlas (¡Es que me las comería!, me digo, glotón y satisfecho, en el calentón del momento), les suceda como a esas frutas, que a los pocos días empiezan a salirles mataduras en la piel y poco después se pudren para acabar de mala manera,y oliendo apestosamente, en la bolsa de los desperdicios.

 

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Para todos los que escribimos —o intentamos— poesía, en el recuento final de la obra de cada uno, un par de buenos poemas ya sería una cosecha considerable, una justa recompensa al esfuerzo empleado.
Pero la vida, ay, no siempre es justa ni recompensa así como así.

 

 

 

 

CARLOS RÍOS (Argentina, 1967)

CADA LIBRO MÍO

es
un tratado sobre la patria
un tratado sobre la política
un tratado sobre la filosofía
un tratado sobre el amor

un libro para lectores exigentes
una exigencia para lectores pasivos
un libro para lectores audaces

la realización más brillante y prometedora
del panorama literario contemporáneo

un libro ineludible
un libro conmovedor
un libro colectivo

una delicada pieza de orfebrería
una prosa que indaga sin respiro

un cross a la mandíbula
un gancho al hígado
un mazazo en la cabeza

y la muestra
de una escritura inflamable
de una escritura indeleble
de una escritura indomable
de una escritura increíble

un diamante de impecable ejecución técnica

un ready made
un exquisito collage
un trampantojo

tiene
algo de fábula sarmientina
algo del primer espronceda
algo del morbo lugoniano

un compendio de lo mejor del género
un thriller existencial que te deja sin aliento
un tratado sobre la insumisión y el deseo

un impulso inédito
una bocanada de aire
una fábula original

también
un libro insuperable
un libro increíble
un libro inesperado

un caos memorable
un croquis inusual
una apuesta salvaje

una radiografía social cáustica e hilarante
una satírica versión del arte contemporáneo
un golpe de gracia a las tripas del mercado

una máquina absurda
un artefacto explosivo
un dispositivo serial

y
last but not least
cada uno de mis libros es
el destino de una estética
a minutos del final

cada uno de mis libros
cada uno de mis libros
cada uno de mis libros

es todo eso
es todo eso
es todo eso
es más
que
eso

y es un error
y es una pena
y es una pérdida
y es una injusticia

que todavía
no se hayan
dado cuenta

 

 

 

 

JUAN PARDO VIDAL (España, 1967)

MALA CONCIENCIA

xxEs muy fácil abandonar a tu vanidad en una carretera secundaria. Le pides amablemente a empujones que se baje del coche y la dejas ahí tirada, en medio del campo, sin nadie a quien poder meterle cizaña. No debes ser blandengue si te pone ojitos, porque a ella en realidad le importas un bledo, lo único que quiere es asistir a encuentros poéticos, a presentaciones indies y a conciertos grooppies en los que poder criticar la vacuidad del arte oficialista. Baja la ventanilla del coche, hazle una peineta y lánzale al San Cristóbal del salpicadero a la cabeza. La vanidad es muy cabezota, tiene la cabeza tan, tan gorda, que seguro que le aciertas de pleno. Y no te preocupes, pues a ella no le duele el impacto. Ni se inmuta. Se queda muy quieta en el arcén, como un gato de escayola, sin echar ni una gota de sangre, no sufre porque se cree que siempre tiene la razón y está segura de que vas a volver, así que no se altera. Para hacer tiempo, seguro que se pone a recitar a Cavafis y a tararear una melodía de Arvo Pärt que no recuerda bien e improvisa sobre la marcha.
xxNo tiene que darte mala conciencia deshacerte de tu vanidad, es mala, trabaja en El tren de la bruja literaria, da miedo y da risa, de patética que es. Es verdad que está contigo desde que te salió vello púbico, te acompaña desde aquel primer verso púbico, pero no por eso tiene que darte mal rollo dejarla tirada, porque ella también te ha abandonado a ti muchas veces cuando estabas en una reunión de gente más joven que tú y con barba trendy. En realidad, eres consciente de que tu vanidad está contigo porque no tiene otro autor de más éxito con el que estar, aunque es evidente que te pone los cuernos cada vez que tú dudas de tu propia obra. O al revés, no estoy seguro del orden de los factores, tal vez pueda aplicarse la propiedad conmutativa y tal vez no.
xxQue no te tiemble el pulso, abandónala en una carretera secundaria y no te preocupes si sufre, porque ella, además de indolente, es un poco pamplinas.
xxSi te fijas bien, la palabra «vanidad» tiene las mismas letras que «navidad», en realidad son conceptos gemelos, ambos esconden algo perverso. Tu vanidad en navidad no se pone nerviosa si la abandonas porque tiene poderes y en esa época del año suelta un polvo (con perdón) como el que está adherido a las alas de las hadas. Si te cae ese polvo en la cabeza, te pones chulito, vuelas, te vienes arriba y estás seguro de que eres el mejor poeta incomprendido y no premiado del mundo. La verdadera fuerza de la vanidad radica en tu mala conciencia, sabe que tú no eres nada sin ella, que la necesitas para defenderte en esta jungla de antologías, que ella es tu Capitán América que te protege de las vanidades de otros superpoetas con superamigos, (la Masa, la Cosa, la Mujer elástico, Lobezno, ¿quién no tiene un amigo poeta con patillas?). Eso te hace volver a recogerla. La necesitas. Te arrepientes de haberla abandonado y, diez kilómetros después de haberte largado, dices «me cachis», o «mierda», según te pille, y te das la vuelta y la subes de nuevo al coche. —Venga sube, anda, sube. Recuerdas las palabras del poeta: «Vanidad, divino tesoro».
xxY así se sale con la suya. De regreso te da la chapa todo el camino con que ella es muy sencilla, que parece mentira que no la conozcas bien después de tanto tiempo juntos, que ella es una vanidad de andar por casa, no como otras que yo me sé, y que si de algo puede presumir, es de modesta. Luego, harta de dar la brasa, se queda dormida sobre tu hombro y te molesta tanto al conducir que te pegas una hostia con el coche y te quedas manco como Cervantes o Valle-Inclán, y ella tan contenta. Viene la Guardia Civil y, encima, te multa, y quiere que firmes la denuncia con el brazo sano, porque la benemérita la tiene más grande que tú, la vanidad, digo. No abandones a tu perro, pero sí a tu vanidad, ella haría lo mismo por ti.

 

 

 

 

ADA SALAS (España, 1965)

SER
poeta no tiene
que ver
con saber
de poesía.
Ni con saber
de nada.
Con saber de la nada
tal vez
pueda tener que ver.
Pero sólo un poquito.

 

 

 

 

CRISTINA RAMÍREZ (Costa Rica, 1986)

PRIME TIME

Sentía un enorme respeto por aquellos que practicaron el harakiri, por Yukio, por Dazai, pero pensaba que estaba a salvo viendo a través de la tele, mientras otros jugaban a ser salvajes. En ocasiones se imaginaba a sí mismo recitando un discurso de agradecimiento por aquel o este premio, al tiempo que lo invadía una sensación de vértigo tremenda. Una vida contraria a ésta solo le hubiese servido para manifestar esa hostilidad que sentía hacia todos aquellos que habían logrado algo. Sabía perfectamente que si nadie lo conocía estaría a salvo de la condena del olvido.

 

 

 

 

VÍCTOR PEÑA DACOSTA (España, 1985)

xxEl ponente, cincuentón de marcado acento argentino con un mechón de pelo que le cae, cada momento, sobre los ojos y que ha de apartarse a cada momento de un manotazo, diserta casi con violencia sobre la importancia de Vargas Llosa en la ensayística contemporánea ante la indiferencia más absoluta del auditorio. En una de esas, se le caen varios papeles al suelo y los mira compungido, dudando si agacharse y tratar de ordenarlos o proseguir su conferencia sin ellos. Una de las azafatas, auxiliares o como quiera que se llamen, con gafas de pasta y un culo inmenso, cultivado con avaricia y muy probablemente en los solitarios años del doctorado, se acerca solícita y bamboleante al estrado, pero él la detiene mediante un gesto vehemente del brazo: vade retro, parece querer decir, Vargas Llosa y yo nos valemos y nos bastamos. Luego continúa, firme e incoherente, con su parlamento

xxEl ímpetu del último orador es tan desacostumbrado que resulta cuando menos sorprendente, pienso mientras consumo, sin ganas pero sin pausa, mi segunda cerveza del descanso, alejado de los corrillos concentrados en la entrada del sobrio bar caoba de la siniestra Facultad de Filología castellanoleonesa. Sin embargo, al intentar recordar alguna frase o idea concreta, llega la nada rebozada en silencio y compruebo que no por eso resulta más efectivo. Finalmente, concluyo tragando la croqueta incluida como raquítico pincho, dentro de un rato saldré yo con menor vehemencia, dejaré un recuerdo igual de vago y se quedarán los pájaros cantando. Debería al menos tirar también los papeles, perderlos incluso si es necesario, para levantar aunque sea una compasiva mirada mínima de la camarilla de compañeros que vagan entre la individualidad y el autismo.

xxEl «IV Congreso Mediterráneo de Jóvenes Escritores del Siglo XXI: La Generación Facebook»(sic de nuevo) parece no diferir mucho de todos los demás congresos, rumio tras recordar los dos a los que asistí previamente, hace nueve y trece meses, (uno es un autor joven o, más bien, novato): «Última Narrativa Española» y «Relatadores: Vivir del Cuento». Al fin y al cabo, tal y como serán todos de aquí al final, especulo mientras garabateo en un folio fingiendo tomar apuntes: una disimulada autopromoción y un claro elogio a las cuentas pendientes con maestros que están muertos o en camino. Si acaso, si, tal vez, dentro de unos años, cuando me aburra en uno similar, recuerdo este sobre el resto, será porque el absurdo carácter internacional que se le ha querido otorgar y la obligada condición de lanzadera de «promesas que debieran ser ya realidades» (o algo así, también sic) hace que casi ninguno nos conozcamos entre nosotros y casi todos nos miremos con sospecha. Lo que acaba resultando divertido.

xxAún así, o quizá por eso, la prensa ha acudido en buen número y a lo mejor acaba mereciendo la pena. Falta, pues, ver si Perifáñez, simpático agente merodeador de una editorial mediocre que me interesa mucho, cumple su promesa del primer día y me invita a una copa para «hablar en serio». Puesto en la hipótesis, no sé cómo tendría que comportarme: ¿una copa con un editor viene a ser como una entrevista de trabajo? ¿Si me sugiere una cifra por un libro debo rechazar siempre la primera oferta? Es mejor, no obstante, no hacerse excesivas ilusiones: seguro que con ademán y verbo parecido ya se ha dirigido a dos de cada tres eternas promesas y postergadas realidades. De hecho, creo que por eso nos llaman así: porque no oímos más que promesas (ya sé que es muy malo, pero insertado en la ponencia creo que queda un poco mejor). En fin, como primer resumen amargo anoto en mi libreta que los escritores venimos a los congresos a aburrirnos a cambio de intentar sacar algo y los editores a intentar sacar algo sabiendo que, al menos, van a divertirse con nuestros anhelos y nuestras ansias. Es como un circo romano pero con una tensión sexual ligeramente menor, que no se puede ir de culto y de salido al mismo tiempo si estamos a plena luz del día. Pero, en fin, recapacito mirando alrededor, quizá tras las dos novelitas de juventud y el libro de relatos algo menos infame pueda hallar mi hueco entre todos estos hijos de puta muertos de hambre.

xxEs entonces cuando descubro que el tipo sentado a mi derecha, un tío bastante gordo y algo calvo, pugna por aguantarse la risa tapándose la boca con una mano. Me pregunto si me he perdido algún chiste pero estoy casi seguro de que el resto del auditorio ha permanecido tan impasible como yo. No puedo evitar indignarme divertido: ¿será posible que todo el mundo esté haciendo garabatos o recreando su propio cuento de la lechera? Así va la literatura, conducida por egocéntricos aislados en campanas de cristal. La sorpresa hace que intente prestar atención: igual este ponente no está tan mal. Miro para adelante y, mientras escucho una voz tan pausada como nerviosa, observo que sí hay algunos compañeros prestando o simulando prestar atención. Y que no se ríen. Mi compañero de la derecha, en cambio, sigue risueño mientras el conferenciante (reconozco que no le conozco, reconozco no haber leído nada suyo y reconozco no tener la menor intención de hacerlo) un joven mexicano con larga melena, delgado y pálido habla (y es, como mínimo, el cuarto) sobre Roberto Bolaño. La charla, prolija en bibliografía y datos, no parece especialmente divertida, pero de nuevo distingo la risa ahogada de mi camarada, como la de un dibujo animado de hace tiempo. Busco entonces alrededor algo que pueda ser la causa de su hilaridad y al final acabo mirándole de nuevo sin respuesta. Así se cruzan por primera vez nuestras miradas y le veo intentar ponerse serio y lograrlo, con esfuerzo, solo un momento, hasta que le vuelve a zarandear un espasmo nervioso, incontenible, que le sacude como a un flan epiléptico y que casi me hace romper a reír con él. Desde luego hay gente a la que no se puede sacar de casa. Todavía convulsionado se inclina un poco hacia mí y yo, como si fuera su reflejo, hago lo propio. Entonces me dice entre risas:

xx—Jaja, lo siento, es que…, me he…jaja colado.

xx—¿Disculpa?

xx—Que… me he colado… yo, jaja, no soy… escritor ni jaja, nada.

xxDice que se llama José Antúnez y que trabaja en una empresa de extintores. Que cuando vio lo del Congreso se le ocurrió la travesura de intentar colarse a ver cómo era eso de la literatura desde dentro. Y que aquí está. Que se lo está pasando bien. Todo eso dice mientras tomamos una cervecita en el descanso. Le pregunto que cómo es posible, que qué identidad está suplantando, de hecho, simultáneamente me inclino hacia su solapa para comprobarlo por mí mismo. José Antúnez, pone. Eso es lo mejor, me dice con una sonrisa de oreja a oreja, como un niño orgulloso de una gesta trivial, como copiar en un examen o matar un pájaro, yo llegué aquí y desenvuelto les dije que era José Antúnez, que me había llegado la invitación y la reserva de hotel, que tenía preparada mi conferencia pero que no me veía en el programa. Se organizó un lío de mil pares de cojones, me dice riéndose de nuevo, hubo voces, carreras y disculpas. Tanto que pensé que podían echar a alguien por mi causa y que tendría que confesar, que yo no quería molestar a nadie ¿eh? Pero al final nada, un poco de nervios, más disculpas, una tarjetita como la vuestra y aquí estoy. Como uno más. Pienso si no será un escritor que me esté gastando una broma (aunque he de confesar que, por no tener, no tengo ni enemigos literarios) pero Antúnez lo niega con frenesí: «quita, quita, yo no me he leído un libro en mi vida». Miro a Perifáñez al final de la barra, seguramente alentando vanamente a algún iluso o dejándose pagar las cervezas, y pienso lo divertido que sería que intentara fichar a Antúnez, la auténtica revelación del congreso.

xx—Bueno, ha sido un placer —me dice José interrumpiendo mis elucubraciones— pero creo que me voy a ir yendo.

xx—¿Y eso? ¿Te has hartado de jugar a los escritores?

xx—Qué va, si estoy aprendiendo un montón pero es que ahora me toca a mí dar la conferencia y no sé muy bien qué contaros, jejeje…

xxCasi me atraganto con la chistorra.

xx—¿Que te toca a ti ahora?

xx—Claro, por eso me daba la risa floja, es que me estaba poniendo nervioso. No sabía si al final iba a haber descanso entre medias o si tendría que salir corriendo. Pero al final me ha salido bien la cosa. Sin escándalos y con cañita —dice brindando lozano—.

xxMiro el reloj. Compruebo que de la hora de descanso (Antúnez, el muy hijo de puta, no solo interviene, sino que inaugura cambio de bloque) han transcurrido apenas diez minutos. La vida es una cosa extraña, ustedes ya lo sabrán. Las oportunidades y encrucijadas, el destino, los augurios y los azares, todos promiscuos amantes infieles. La gloria y el fracaso, vanos alientos en la nuca, frágiles caricias en el alma, casquivanas amantes intangibles. Vislumbro entre la grasa del platillo los augurios lóbregos como aceite de colza y en la espuma de la cerveza (tal ver por ser la quinta de la mañana) la posibilidad inconcreta de una redención. Quizá, incluso, un guiño improbable del abismo, la amenaza recóndita de la nada. Soy consciente de encontrarme en uno de esos momentos que exigen tomar una decisión. No hay, pues, tiempo que perder. Apuro la caña y pido la cuenta con un gesto expeditivo. Cojo a Antúnez por la solapa y lo llevo hacia la salida. En el medio se planta la sonrisa amarilla de Perifáñez y sus suaves ademanes de diplomático de república bananera educado en colegio bilingüe.

xx—Hombre, a ti te andaba yo buscando…

xx—Lo siento Perifáñez, ahora no tengo tiempo —digo con la satisfacción con que se cierra la puerta a un testigo de Jehová. Y le palmeo el hombro con fuerza—. Ya hablaremos.

xxEmpujo a Antúnez y salimos.

xxA veces preguntarse por qué actuamos de una determinada forma no es más que un entretenimiento absurdo. En realidad, actuamos y punto. No se dejen engañar: no estamos movidos por subconscientes, traumas, ni tan siquiera por impulsos arrebatados: mentimos, matamos y nos acostamos entre nosotros porque sí, y luego nos alegramos o arrepentimos según cómo hayan salido las cosas. El resto es filosofía o, lo que es peor, literatura. El caso es que Antúnez y yo hemos llegado a tiempo y ahora está en el estrado leyendo mi conferencia. Bastante desenvuelto. Y solo me ha costado hacerle tragar un par de chupitos de hierbas mientras eliminaba las alusiones a mi bilbiografía en un bar un poco más alejado. Estoy orgulloso de mi obra (me refiero, por supuesto, a Antúnez, no a las dos novelitas sonrojantes y al libro de relatos algo menos infame). Miro a mi alrededor y no parece que nadie se dé cuenta del ardid. Incluso algunos asienten con la cabeza sus afirmaciones. Como monos hipsters. Como alumnos que creen que poner buena cara, qué demonios, tiene que influir de alguna manera. Aunque, ahora que me fijo, el impostor parece demasiado seguro. Vuelvo a dudar, ¿no será un escritor gracioso que me ha gastado una broma o que, tahúr taimado, no ha querido prepararse una puta conferencia? Nota mental: debería leer más a mis contemporáneos. O al menos mirar las solapas. Mandaría pelotas que a Perifáñez le gustase y, dentro de un rato, se acercara a ofrecerle «hablar en serio», ¿se imaginan? Pero qué más da. Quién sabe si el mensaje (mi mensaje), sin zarandajas ni revestimientos, también es válido: sí, el mensaje permanece por encima del autor porque es óptimo o porque nadie lo escucha, eso no importa. Entonces quizá está de más participar en el circo de la elegancia y la humareda de las vanidades. Fantaseo con crear un auténtico alter-ego, llevarme a Antúnez a todos los Congresos a los que me inviten en un futuro, siempre con un par de chupitos a las espaldas, para leer ingrávido y osado mis frivolidades plagiadas entre alguna clarificadora pero sutil cita de Pessoa o de Cañeque, para cubrirme las espaldas si alguien me pillara. Pero,¿qué digo? Está visto que ya he bebido demasiado: ¿quién va a un congreso a escuchar?

xxAntúnez está ahora con lo del humor como escudo y la amargura como arma (que, bien mirado, resulta de una simplicidad intolerable). Está pues, concluyendo. Empiezo a reír sin poder evitarlo, en espasmos que, a diferencia de los de Antúnez, me sacuden como si, y perdonen la licencia, condujera una furgoneta renqueante hacia un precipicio. Miro el programa para certificar las sentencia ineludible: ahora me toca a mí y Antúnez está leyendo mi plática. La verdad que es para partirse. Noto cómo, la risa transmutada en materia, me caen lágrimas de los ojos y siento la mirada censora del tío de mi izquierda. Intento sobreponerme pero la situación me hace aún más gracia. Se me escapa una carcajada que, a duras penas, retengo con las manos y aspirando con la garganta. Vuelve a mirarme, entre atónito y, casi, muy a su pesar, ligeramente divertido. Como malamente puedo, imagino que rojo y risueño como un niño acribillado a cosquillas, me inclino hacia él para disculparme entre intermitentes carcajadas incontenibles:

xx—Es que… jaja… me he…jaja… colado…

 

 

 

 

ELENA ROMÁN (España, 1970)

SÚPER POESÍA

Osea,
esto es una poesía súper chula
sin rimas ni significados ocultos,
¿sabes?,
en la que aparecen, porque sí,
Maneki-neko y Tarta de fresa,
Leticia Sabater y sus mierdas,
en las que oso juntar las palabras
hez-contemplativa-para-nada-hosca,
en la que increpo a Dios
por, enresumidas cuentas,
no haberme creado más divina,
y me esmero en recitarla súper bien
para que me aplaudan mis iguales,
pero soy única.

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA – JUAN CARLOS MESTRE

septiembre 7, 2016 Deja un comentario

diva-de-mierda-mestre

 

RETRATO DEL LISTO

Yo diría que habla un poco más alto que los demás
Los demás somos casi siempre estúpidos
Y tenemos un hermano gemelo también estúpido
Si nos gustan las galletas es porque nos gustan las galletas
Si calentamos agua se nos derrama la leche
No hay manera de acertarle las quinielas a un listo
Se creen la nodriza de Mallarmé
Mientras uno hace un esfuerzo para explicarse
Él ya ha hecho el gesto de que no te está comprendiendo
A lo mejor es verdad y el listo no entiende tanto como parece
Un listo te pide cigarrillos y le das cigarrillos
Al mes siguiente te pide acciones en la Tabacalera
Cuando estás como siempre el listo está siempre mejor
No hay manera de quitarle la silla a un listo
Gracias a dios la mujer de un listo
No es tan lista como el mismísimo listo
Un listo no se come las uñas, se come el cerebro
El listo no lleva papeles en el bolsillo, lleva papiros
Yo diría que por eso habla un poco más alto que los demás

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA – INAXIO GOLDARACENA

septiembre 6, 2016 Deja un comentario

diva-de-mierda-inaxio-goldaracena

 

SEX & POETRY

Entras en la librería
vistiendo tus ropas de memo.
Enseñas tus poemarios
pero no compras ninguno.
Te gusta ser una hortera,
el más macarra del barrio.
Muy poeta.
Sonríes,
haces muecas,
te pavoneas con esmero
como si fueras el dueño del mundo.
Fardas de sexo y de poesía,
de lo mucho que follas,
de lo bien que, a la oreja, recitas.
Después, sí que compras
en una mercería,
sostenes y gallumbos de marca,
y varias bragas de seda.

300 euros
en ropa interior
no cubren tus vergüenzas.

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA – VÍCTOR MARTÍN IGLESIAS

septiembre 5, 2016 Deja un comentario

diva-de-mierda-victor-martin-iglesias

 

xIIxSALVAJES SONETOS
(Extracto. Sonetos II, III y IV)

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Jairo Muñoz y Sergio Díaz.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxVersos sueltos que riman conmigo.

x
DIVA DE MIERDA

Tu infancia fueron ripios y poemas,
el huerto claro donde la estulticia
se hizo en ti verso, lamento, caricia,
enemigo feroz de los fonemas.

El chico sensible del instituto,
estudiaste una carrera de letras,
difundes los poemas que perpetras
y aún mezclas complemento y atributo.

Y qué decir de tu novia, poeta,
acomodada en el último asiento,
esa muñeca sufrida, esa seta,

condenada por siempre a darte cuerda,
aguantar tonterías, ser tu aliento,
maldito tunante, diva de mierda.

 

 

SEMIRRETRATO

Un don nadie con nombre y apellidos,
un homo poco sapiens en su cueva,
una bestia que ríe cuando nieva:
amago de cantor que da berridos.

Un atleta al que no hay dios que lo mueva,
otro lanzamiento espacial fallido,
samurai que no cree en el bushido:
amo la vida, no lo que conlleva.

Ni blanco ni negro, tranquilo, inquieto,
honrado trilero, showman discreto.
Calma, huracán, chapuza de alta gama,

caos controlado que se desborda,
que con usted, señorita, en su cama
se vuelve regimiento, legión, horda.

 

 

AL CUMPLIR MIS VEINTINUEVE

Diez mil quinientos noventa y dos días
(y supongo que algún que oto segundo)
haciendo casi nada. Soy oriundo
de ciertos libros, discos y manías

como beber a veces porquerías
que me dejan al cabo pobre y triste,
con la caja de aspirinas en ristre
y unas resacas tirando a sombrías.

Aún confío en no educar un hijo.
Tildes, traseros y el número nueve
son las cosas en las que más me fijo.

Todo va bien, hace sol y no llueve,
el oráculo de Delfos predijo:
prepárate para otros veintinueve.

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA – ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA

septiembre 4, 2016 Deja un comentario

diva-de-mierda-gomez-espada

 

VOYEURISMO

¡Oh, queridísimos y admirados poetas,
Zafados en la ciénaga de vuestras miserias,
Agazapados entre arbustos y secretos
Espiando la canícula de las jóvenes muchachas,
El despertar de la nínfula, el deseo del súcubo,
La conversación de las libélulas;
Tomando apuntes de todo bicho viviente
Que dé muestras de ser aparentemente feliz!

Vuestra frustración crea el poema.
De vuestra bilis nace el endecasílabo
Que pondrá las cosas en su sitio,
Según la más humilde de vuestras entendederas.

¡Salid al mundo por una vez!
¡Alejaos de las alegrías alejandrinas!
¡Enfriad vuestras erecciones con una pátina de telerrealidad!

Si tuvierais la oportunidad
De alcanzar esa boca furtiva,
De bruñir ese gesto de ninfa,
De succionar toda la fe de ese pezón clandestino
No estaríais ahora aquí, conmigo,
Mirando por encima de mi hombro,
A ver qué cojones estoy escribiendo.

 

 

CARTA ABIERTA A JAIME GIL DE BIEDMA

Querido Jaime:
Nos desahuciaron el verso a los poetas,
Nos lo exprimieron hasta convertirlo en haiku,
Que se ha puesto de moda gracias a twitter
Y a las administraciones que subvencionamos.
Hicieron del poeta otro funcionario más,
Le pusieron horario de invierno y de verano.
Convertimos así entre todos a la poesía en formulario,
Donde rellenábamos los huecos que las concejalías ofertaban.
Así nos forjaron,
Y estuvimos encantados en la piscina del desencanto.

Después llegaron los recortes,
Y, como cualquier otro empleado público,
Dejó el poeta de ser tendencia
Para convertirse en estorbo y aspaviento.
¿Por qué habríamos de pagar por la Poesía,
Se dijeron las altas estancias,
Si ya no pagamos ni a nuestros más humildes proveedores
Y la hemos reciclado a manualidades
Y ha dejado de mover conciencias o de redimir almas,
Si ya no para lluvias, hace voltearse a los girasoles
Ni arregla las costuras de nuestros corazones?
A los poetas, ladinamente,
Los compraron con concursos literarios.
Les dijeron qué tenían que decir para agasajarlos,
Les dijeron cómo decirlo,
Les dijeron cómo había que escribir,
Con qué estrofa exacta se llegaba al punto óptimo de adulación,
Les dijeron qué tipo de letra usar, qué tipo de márgenes,
Qué cantidad de versos era el mínimo necesario
Para entrar en el corro de los privilegiados ganapanes;
Les obligaron a cantarle a las Vírgenes y declamarle a los Santos,
Por qué campos de Castilla debían surcar sus plagios
Bruñidos con la etiqueta del sempiterno homenaje.

Nos ningunearon, querido Jaime.
Desbancaron la Poesía hasta robarnos el público,
Pintándola de sinsentidos para bajarla de los atrios.
Y ahora este puñado de ilusos muertos de hambre
Queremos recuperarla para salir de la crisis,
Cuando ya no sirve ni para pagar hipotecas.

Que Dios nos pille confesados a los poetas,
Bien sea en décima espinela o en soneto.
Nos contaron demasiados cuentos
(Esto ya lo dijo León Felipe primero).
Demasiados, demasiados cuentos.
Quisimos creérnoslos porque el pan
Se mastica con más facilidad que la rabia.
Perfecto.
xxxxxxxxxxxxAhora bien,
Estaremos pagando por ello
Durante dos o tres eternidades.

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

DIVA DE MIERDA

septiembre 3, 2016 Deja un comentario

diva-de-mierda

 

Hace un par de años, ediciones liliputienses sacaba a la calle, como número dos de su colección desalmados eruditos, la antología ‘Diva de mierda. Una antología alrededor del ego’.
Dejo a partir de hoy una selección de poemas de dicha antología.

 

En la introducción que a modo de prólogo escribe Fabio Betancour (autor de la edición, la selección y el prólogo) se puede leer: «Este prólogo en realidad sólo trata de justificar el título del libro. Porque, sin duda, un título tan poco común como Diva de mierda necesita una justificación. O una explicación al menos.
Todo empezó unos meses atrás, cuando un joven escritor mexicano de cuyo nombre no quiero acordarme me envió un poemario para que considerase la posibilidad de publicarlo. Cursé el correspondiente acuse de recibo y prometí responder tan pronto como me fuera posible. Sin embargo, se ve que para el autor lo de tan pronto como me fuera posible equivalía a de inmediato, ya que, al día siguiente, me volvió a escribir para preguntarme si ya lo había leído y decidido. Le contesté que tuviese en cuenta que, además de la editorial, tengo dos niños y un trabajo de sufrido profesor de instituto, razones por las que le rogaba que me concediese algo de tiempo, el justo para encontrarme en condiciones de contestarle con conocimiento de causa. En aquel instante, pareció conforme con mis explicaciones.
Hasta que, unos dos meses más tarde, sin ningún preámbulo (y se ve que cansado de esperar), me escribe de nuevo para llamarme completo imbécil y maldita diva de mierda.
Estupor.
Luego, al contarle lo ocurrido a mi amigo Luis Arturo Guichard, éste me propuso que le diese la vuelta a todo aquello y me riese del asunto creando una colección denominada Diva de mierda. Acto seguido, María José, mi mujer, matizó la idea inicial de Luis Arturo y precisó que quizá lo mejor sería no una colección, sino una antología, un libro colectivo que exprimiese el tema del ego y la vanidad en el mundo del arte.
Pues bien, esto que ahora tienes en las manos, desocupado lector, es la consecuencia de aquel improperio convertido en literatura. Juzga tú mismo el resultado.»

 

 

ARTURO ACCIO (México, 1975)

GUÍA FÁCIL PARA UN POETA SENSIBLE

Diles a las mujeres que escribes poesía
sin agregar el género,
lo importante es la palabra: P-O-E-S-Í-A,
trae consigo una especie de sentimiento implícito
igual al sueño imposible
de algún día cubrir una cama con pétalos de rosas,
háblales de cosas de amor y un poco en francés;
pensarán que eres sentimental,
sensible,
dirán: allí va el poeta;
déjalas pensando un buen rato en eso
o en aquello,
harán bien la tarea,
te llamarán por teléfono
cuando crean haber entendido lo que dijiste,
no importa si están en lo correcto o no,
lo importante es que te devolvieron la llamada;
ten contigo siempre un libro diferente para estudiar,
si es de algún desconocido de nombre impronunciable
mucho mejor,
aunque, no seas tan duro y cada vez que tengas oportunidad
agrega que los valses de Strauss son buenos,
casi todas las mujeres bailaron a los quince años una pieza
de él,
mira con tristeza el mundo,
invita a tus damas a los ciclos de cualquier arte
donde no te conozcan,
para que tú les expliques con detalle
cuando estén tomando café antes de ir al motel,
usa una bufanda a rayas y esponjada,
conviértete en una tragedia de poeta desconocido,
mal valorado,
poco entendido,
no fumes demasiado,
luce tímido pero inmediatamente tómalas del brazo,
aprende aparentar que las escuchas con atención,
tómate todas las molestias que nadie más hará,
apunta en la libreta esos detalles,
ya que te hayas aburrido del juego
únicamente márchate sin decir nada,
recuerda: eres el gran poeta.

 

 

MIS ESCRITORES PREDILECTOS

Mis héroes se han hecho fantasmas;
lucen como lo idiotas ruines que son
xxxxxxxxxxxxxxxxxxen los que ya no creo;
terminaron por convertirse
en cadáveres vagabundos perdidos
atrapados en un tiempo del que no pueden huir;
pasaron la vida contando mentiras,
haciendo casi nunca lo que deberían hacer;
arrogantes,
xxxxxxxxxxxflojos,
igual continúan burlándose de mí desde el más allá
con sonrisas bien dibujadas
me dicen en coro:
xxxxxxxxxx—No vas a lograrlo.

 

 

 

 

LALO BARRUBIA (Urugay, 1967)

MUCHO VINO Y POCAS NUECES

yo
me cito a mí mismo

xxxxxxxxxxel vino es lo único bueno que le recorre el cuerpo
xxxxxxxxxxy ni siquiera es un gran vino

xxxxxxxxxxtratan a la poesía como obra de dioses

xxxxxxxxxxy por eso quieren ser alguien
xxxxxxxxxxser poetas

yo soy el border number one
el incorrecto
no me interesan los poetas viejos
ni los nuevos
no preciso musiquitas
gorgojeos virtuales
ni soporte técnico
escribo de cualquier huevada
pero igual hace eco
porque soy buen bebedor
hago ruido cuando como
y hago ruido en la cama

y las nueces me las paso por los huevos

yo
no creo en las nueces
lo que crea el contenido es la forma
la irreverencia
el gesto
y saber creérsela

yo
se los digo con una copa en la mano
no llegué a donde estoy de pura casualidad
yo
me he entrometido en terrenos
reservados al conocimiento metódico
violentando la precisión del lenguaje
a favor de la plasticidad de la palabra
y he sabido agradecer a todos aquellos
que se dieron cuenta

yo
la poesía latinoamericana soy yo
yo y mi colega el chileno
en incorrecto orden que me permito
por el dominio absoluto que tengo de la herramienta
y antes de nosotros no hubo nada
desde julio herrera

yo
el amante de la poesía concreta soy yo
el que atravesará las barreras internacionales
y se comerá la cereza de la torta
cuando llegue el momento
el original el novedoso lo que vendrá
yo
tendré el dolor de cabeza
y estaré obligado a retirarme temprano
cuando llegue el momento
de aplaudir a cualquier otro poeta

yo
soy el hombre de la casa
no por machista sino por poeta
vivo con mi novia dulce y discreta
que admira mi poesía que no entiende
y me acuesto con jovensísimas estudiantes de filología
que algún día serán mucho
más inspiradas y cultas que yo
aunque yo
nunca llegaré a entenderlo

yo
estoy profundamente molesto de enterarme
quién ganó el maldito premio de este año
una vergüenza para la literatura
aunque yo
ni siquiera me presenté
ya no estoy para eso

yo
no tengo la culpa
de haber escrito tanto
ni de tener buena memoria
y ante cada tema de conversación
recuerdo
que yo ya he escrito un poema sobre eso

yo
la poesía nacional soy yo
que no me pregunten a quién
podrían invitar al festival el año entrante
porque seré profundamente sincero
a nadie
les diré
la poesía de mi país no vale la pena
a no ser que quieran
invitarme a mí de nuevo

te aseguro que podés confiar en lo que digo
porque yo
escribí una tesos doctoral
sobre las gramáticas alternas de la creación en el arte contemporáneo
es decir
entiendo a la perfección todo lo que escribo
y lo que escribís vos
y todos esos seudopoetas que solo están aquí
para ser vistos entre nosotros
los poetas

yo
buscaré la forma de emborrachar a la reina del evento
y llevármela a la cama
para ponerla a mi altura
no sea que se crea que puede robarse al público
solo porque empezó a escribir
cuando yo
todavía iba al jardín de infantes

yo
no era ningún genio cuando empecé
ahora que he legado hasta aquí
puedo comprenderlo
pero sí era
eso es evidente
mucho mejor que los demás
y por eso yo
soy el gran poeta de mi generación
yo
y los muertos

yo
no creo en la existencia del plagio
robar es el centro mismo de la escritura
persigo a los poetas que me interesan
hasta convertirme en uno de ellos
y despojarlos de su existencia

yo
no tenía permiso de llegar aquí
llegué por mis propios méritos
yo solito escribí
ese poema del que todos hablan
que dice que
yo
no tenía permiso de llegar aquí
llegué por mis propios méritos
robándole el alma a otros poetas
y antologando a todos aquellos
que no podrían nunca hacerme sombra

yo
escribí este poema escuchando
lo que los poetas dicen de sí mismos
cuando beben
y copiando
lo que escriben en sus biografías
gastando noches de voluntad sostenida
en encontrar las palabras correctas
por eso yo
sin mucho esfuerzo
me merezco el lugar que tengo

yo
señores
ténganlo en cuenta
en este momento de mi vida
lo que necesito es un premio

 

 

 

 

DAVID BENEDICTE (España, 1969)

PALOMO EQUIVOCADO

mi misión
ser el pesado
del Rafael Alberti
del siglo que empieza

mi objetivo
aún me faltan
algunos años
eso supongo

pero como él
me dejaré crecer
una absurda melena
blanca
y peroraré las rimas
sin tino
ni sentido
de coplero del Partido

pero como él
inauguraré
institutos de la ESO
con mi nombre
y apellido
dejaré mecerse
mi melena
al viento
gaditano
del Levante

pero como él
reabriré
algunas chekas
en franquicia

pero como él
galoparé
momificado
por los cócteles
oficiales
del Estado

dadme 20 o 30
años para hacer
realidad mi sueño
tan sólo eso
20 o 30 años
para hacerlo realidad
mi sueño

para convertirlo
en vuestra peor pesadilla.

 

 

 

 

JAVIER CANAVÉS (España, 1973)

YO Y LOS POETAS DE HOY (40 AÑOS DESPUÉS)

Los grandes hombres ya no escriben poesía.
Entre los poetas de hoy no encontrarás a un solo Brodsky,
incluso la legión de imitadores de Bukowski
se encuentran a años luz del propio Bukowski.
Ahora,los grandes se dedican al cine,
al asesoramiento en el ámbito de las grandes corporaciones
o a los negocios relacionados con las llamadas nuevas tecnologías.
Ahora, la poesía es cosa de tipos grises, epígonos de epígonos
voluntariosos. Cuánta más importancia se da un poeta,
peor poeta es. Los hay que se dedican a los discursos
encendidos. Sostienen que los poetas son portadores
de no se sabe qué antorcha, que deben guiar a las multitudes
hacia una nueva realidad.
La multitud está convencida de que el último poeta
murió a principios del siglo XX,
probablemente en la I Guerra Mundial.
A un poeta no lo sigue ni su esposa, es más, se sabe de casos
en que la sombre del poeta
decidió emprender su propio camino
y se instaló por su cuenta
y le fue mucho mejor.
La poesía es un asunto tan marginal
que no da ni risa.
Ya no somos los últimos guerreros.
Ya no guiamos ni guardamos
nada. A nuestro altavoz se le acabaron
las pilas. Nos leen cuatro gatos generalmente
gratis, a veces obligados. Pero no
importa. Amo
la poesía
y la sigo escribiendo
a sabiendas de su inutilidad
y de su inexistencia
y a pesar de los años
y de tanto poeta que parece no amarla
ni siquiera un poquito
o por error.

 

 

 

 

EDUARDO CHIRINOS (Perú, 1960)

LE PETIT BOUT DE RIEN

No hay razón para la vanidad, no hay
razón para el orgullo: juntar palabras
en renglones, luego cortarlas (o dejar
que ellas se corten), esperar que sue-
nen bien, esperar que suenen mal (lo
importante es que suenen). Vigilar
que rojo no se convierta en naranja,
que naranja no se convierta en amarillo,
que amarillo no se quede en silencio.
No hay razón para negar el silencio,
no hay razón para aceptarlo: debemos
hablar cuando no hay nada que decir,
callar cuando los otros hablan. Tal el
negocio del poeta, resígnate. Nada glo-
rioso hay en eso. ¿Te basta un corazón
agradecido, palmaditas en la espalda?
El futuro no cuenta, el pasado se ríe
de nosotros. No hay razón para escribir
este poema, no hay razón para borrarlo

 

 

 

 

PILAR GALÁN (España, 1967)

PERSONALIDAD MÚLTIPLE

xxSupe que estaba perdida desde que abandoné la modestia. A cada uno le llega su hora y yo, que había despotricado siempre de los autocomplacientes y de los adoradores de su propio ombligo, me hallaba ahora, castigo de Dios, no solo en su misma situación sino en situaciones múltiples.

xxSucedió una mañana, muy temprano, a la hora exacta de las teletiendas. Sin ganas de escribir, incurrí en el vicio nefando de teclear mi nombre en un buscador de Internet. Con comillas, sin comillas, completo o abreviado, el caso es que allí salían páginas y más páginas. No estaba mal como recordatorio (cuándo di yo esa charla) o como álbum de fotos para observar cómo me han tratado los años. Ojalá lo hubiera dejado ahí, pero el orgullo mata. Entre las entradas en las que figuraba mi nombre, he aquí que aparece una mujer homónima que se dedica a la cirugía, y otra que presenta telediarios, una firmante de manifiestos antitodo y otra bibliotecaria y así miles y miles de vidas posibles.

xxDesde entonces no puedo dormir. Me levanto a cada instante para ver si les ha pasado algo a las otras o si siguen vivas.

xxMe preocupan dos en especial, una declarada en franca rebeldía por un juzgado de Móstoles (qué habrá hecho) y otra suscrita a un foro de sadomaso.

xxAsí se me pasan las mañanas. Rebuscando libros de leyes por si consigo salvarme y huyendo de anuncios de látigos y tachuelas. Tengo la sensación de que hay cosas que me estoy perdiendo y de que en algún momento puedo acabar presentando las noticias en la tele vestida de cuero negro.

xxEstoy por ponerme en contacto con las otras, pero lo mismo me respondo yo y me da algo.

 

 

 

VV. AA. Diva de mierda. Una antología alrededor del ego. Cáceres; Ed. liliputienses, 2014.

 

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