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IMAGO
Hace un par de meses, cuatro años después de que saliera a la calle su primer libro, aparecía ‘Imago’. Este segundo libro de Óscar Navarro Gosálbez está prologado por Ramón Bascuñana, que nos recuerda que decir es elegir, la mirada no es inocente, la palabra tampoco, y que hablando sobre Óscar Navarro y su libro nos cuenta que en el libro encontrarán a alguien que habita donde la luz no llega y del fondo de cuya garganta surge la rabia en lugar del canto.
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Y aquí dejo los cuatro poemas que más me llamaron la atención en la primera lectura del libro.
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EN LA SOMBRA,
plegada sobre sí misma,
crisálida siquiera,
una luz en promesa.
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DESPUÉS DE LA VERDAD
no se encuentra la mentira.
Después de la verdad
comienza el regateo.
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TE GUSTA LA ARCILLA,
xxxxxsu tacto carnoso
xxxxxseno flexible.
La arcilla te interesa
porque no te contradice.
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DEL FONDO
de esa garganta
donde anidan escorpiones,
del fondo
donde la luz no llega
xxxxxxy no hay luz,
de ahí al fondo
surge una rabia
que busca pájaros
muertos, una rabia
que no entiende que
del fondo de la garganta
debe rugir
el canto solamente.
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Navarro Gosálbez, Óscar. Imago. Murcia; Boria ediciones, 2022.
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LLEGADAS
Este año han llegado a casa varios libros y algunos discos, y quiero dejar constancia públicamente del agradecimiento hacia quienes han hecho que mi biblioteca y mi discoteca particulares hayan aumentado en cantidad y calidad.
Gracias por sus libros a Vicente Velasco, a Carlos Vitales, a José Luis Martínez Valero, a Ramón Bascuñana, a Natxo Vidal, a Manuel Rico, a Eugenio Sánchez Salinas, a Alfredo Rodríguez, a Sandro Luna, a Óscar Navarro, a Luis Sánchez, a Javier Sánchez Menéndez, a la editorial El Sastre de Apollinaire, a Joaquín Calderón y a Pedro Gascón.
Además, no quiero olvidarme de los regalos musicales que me han hecho Paco Cifuentes y Lichis.
Por supuesto, también a Alberto Alcalá, a Ferrán Exceso, al niño de la hipoteca, al Kanka, al Manin y a Álvaro Ruiz, por contar conmigo cada vez que pasan por Murcia y traen su música a esta ciudad.
Y, por último, quiero agradecerle a María Marín que contara conmigo para presentar su primer libro.
Gracias a todos.
CARTA ASTRAL
Hace unos días se presentaba en Murcia ‘Carta astral’, de Óscar Navarro Gosálbez, publicado por Boria ediciones.
El libro lleva un prólogo a cargo de Carmen Juan y Sara J. Trigueros, en el que se lee:
«Es una feliz ocasión poder ser artífices del prólogo de la opera prima de Óscar Navarro, que no por tardía es caduca. Antes al contrario, Carta astral responde a un largo período de asimilación de influencias y vivencias que cristaliza en veintidós poemas a horcajadas entre la declaración de intenciones y la búsqueda de un verso certero, de una poesía que represente al hombre, a la totalidad del hombre.
No es este, sin embargo, un poemario que pueda adscribirse a la corriente de epígonos de la poesía de la experiencia o a la poesía meramente vivencial. Cuando decimos que estos versos representan al hombre lo hacen también desde un punto de vista intelectual e incluso, en algunos poemas, culturalista. Baste citar el retrato intelectual que traza en la segunda parte de «Virgo, o el servicio»:
xxxxEntonces sueño con Bach, sueño con Messiaen y sueño sobre
xxxxxxtodo .con .Charles .Ives, .y .sigo .buscando .preguntas .que
xxxxxxpuedan tener algún tipo de respuesta.
xxxxHace un rato escuchaba un concierto barroco por la radio y,
xxxxxxdurante cinco minutos,
xxxxel orden fue el mundo.
También cabe, y es lo que convierte a Carta astral en un poemario cuya voz se constituye como círculo perfecto, absoluto, y no un mero regodeo autoreferencial, la transformación y la serenidad que traen haber aceptado la muerte como una parte más del viaje. Así, «Piscis», el poema relativo a la disolución, cierra con la calma de unos versos de resonancia clásica, influencia que permea el poemario y lo dota de un tono sosegado, lejos del arrebatamiento que a veces caracteriza a los poetas noveles.
Se agradece, por otra parte, el esfuerzo del autor por construir un conjunto coherente y con una unidad que va más allá del título esotérico que le sirve de pórtico. Signos y planetas revelan su significado tradicional —explícito en el caso de los primeros, velado en el de los últimos— y se disponen ordenadamente para organizar el discurso. (…)»
A mí, lo cierto es que, en general, los poemas relacionados con los signos zodiacales no me han enganchado, a diferencia de los que llevan por título nombres de planetas o cuerpos celestes.
Dejo aquí una breve selección del libro.
JÚPITER
El dedo se desliza
sobre la página impresa
de izquierda a derecha,
inseguro y tembloroso.
xxxxxxxxxxxxxxxSin embargo
es lo único que hay
cierto. El aire,
en cuya densidad boqueo
—mi día a día—,
es la incerteza:
no saber más que
no saber
en ningún momento
qué hacer
xxxxxxxxxxo qué
xxxxxxxxxxxxxxxxpensar.
Llamadme perplejidad,
pues es mi nombre,
perplejidad sin apellido.
No me digáis
xxxxxxxxamor
xxxxxxxxni amistad
xxxxxxxxni empatía.
Perplejidad con la leche del café,
perplejidad por único alimento.
Y luego, para ir a la cama,
solo preguntas. Y
luego, al despertar,
perplejidad
xxxxxxxxxxxxy miedo.
VENUS
Esta cuerda no vibra
con la misma frecuencia.
Yo vibro con la Ofrenda Musical,
o con Messiaen.
Lo prefiero así,
un eco lejano,
un sonido que no es
sino el recuerdo
de un sonido más antiguo.
Invítame a este baile,
que hoy aceptaré. Quiero
oler tu piel y tu cabello.
Esta cuerda no vibraba
pero quiere aprender a hacerlo.
CERES
(LAS HIJAS DE JOB)
Harto de llagas, de la pestilencia,
avergonzado quizá, Jahveh
recompensa al viejo idiot
cojeante, medio ido, purulento,
por los males recibidos
xxxxixxxgratis et amore.
Ovejas, tierras, casa…
todo acrecentado.
Siete hijos y tres hijas,
xxxxixxxlas más bellas del país.
Pero Job, idiota y viejo,
no se sabe consolar y piensa
en las hijas que le hurtaron
por una estúpida apuesta.
Y piensa
en qué pobre recompensa
por tan alto precio.
PISCIS, O LA DISOLUCIÓN
Y por fin la noche.
Se descuelga el ocaso y cesa todo
y se cierran azucenas detrás de los cristales.
Con la noche
crece un hilo de plegaria al que me uno.
x
xxxxxxxxY hablo
x
Quiero agradecerte, Dios, el que no existas.
Quiero decir,
darte las gracias porque con tu ausencia igual
las mareas laten movidas por la luna,
los árboles se mecen
xxxxxxxxo exudan
xxxxxxxxo respiran
xxxxxxxxo se mueren incluso.
No sé si me explico. No sé siquiera si hace falta que me explique.
Quiero darte las gracias, Dios, porque no eres necesario,
porque no hace falta que existas salvo cuando,
algunas noches,
miro al cielo y me pregunto por el extremo de esa oscuridad.
Y muero entonces de vértigo, y lo nombro,
y pienso que eso es Dios, que tú eres eso:
xxxxxxxxel asombro,
xxxxxxxxlo inefable,
xxxxxxxxel vacío en el vacío en el vacío.
Aunque poco sé, quiero decir
gracias porque sé que al final me abrazarán las aguas mansas de la nada.
Océanos de eternidad sin eternidad alguna,
que acunan la idea del reposo en el no existir
xxxxxxxxhermoso, transparente, limpio.
Quiero darte las gracias, Dios, o dios, o numen, o idea de lo inefable, o
xxxxxxxxconsuelo, o quimera salvífica y bella, o inexistencia, o atribución de
xxxxxxxxtodo bien y todo mal.
Digo,
quiero darte las gracias por la conciencia
de que la culpa no es parte de un plan divino,
de que la vida sigue su curso y su ritmo
a pesar de nosotros
xxxxxxxxsin nosotros
xxxxxxxxcon nosotros,
lejos de cristales manchados, venenos líquidos,
lejos del dolor por un mañana que no existe,
por un pasado que se ha ido.
Gracias por estar no estando.
Ahora la noche de este día se aproxima,
despliego mis manos
y concluye esta oración.
Ahora me dirijo a quien sepa
escuchar y quiera leer.
Ahora descanso y cierro los ojos.
Navarro Gosálbez, Óscar. Carta astral. Murcia; Boria ediciones, 2018.