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AFORISMOS DE LEÓN MOLINA
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Me produce tanto placer darme cuenta de que llevo razón como darme cuenta de que no la llevo.
El placer es darse cuenta.
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Algunas personas no se contradicen. Y no hay quien las entienda.
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La ciencia estudia la repetición. La poesía, la singularidad.
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Escribo para no olvidar que seré olvidado.
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De una buena idea no se sale indemne.
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Molina, León. Aforismos. Gijón; Ed. La república de los aforismos, 2021.
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LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (129)
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Recibir como regalo una plaquette de aforismos de León Molina es, sencillamente, un honor. Si no saben quién es, deberían intentar paliar esa deficiencia.
De aquí a nada subiré alguna joya de esta plaquette.
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LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (LXXXIX)
Acaba de llegarme a casa, después de muchísimas vicisitudes que nada tienen que ver ni con el autor ni con el editor del libro, ‘Rumor de acequia’, de León Molina.
Un consejo: cada vez que puedan, háganse con los libros de este autor cubano residente en Albacete. Y si pueden ir a verlo recitar o leer o presentar a alguien, no lo duden y háganse el favor de escucharlo.
MAÑANA, PRESENTACIÓN DE ‘HASTA QUE NADA QUEDE’ (VOL. 1) EN MURCIA
Mañana jueves, a las 7 y media de la tarde, se presenta ‘Hasta que nada quede. Vol. 1’, que contiene la obra publicada del poeta y periodista José Antonio Martínez Muñoz. El acto se llevará a cabo en la librería Colette. LeTRAs y TRAgos, en la calle Cánovas del Castillo de la ciudad de Murcia.
Espero que la librería se quede pequeña, porque esta maravilla que acaba de editar Chamán ediciones, con imagen de portada de Diego Vasallo y prólogo de León Molina, que afirma en él que “Estamos ante un poeta que desde el amor y el conocimiento de la tradición abre la puerta al poema para que se entienda y comunique con su tiempo. Estamos ante el bluesman de la palabra que va dejando fluir su estilo según las épocas, los asuntos que le ocupan, los dardos que todo hombre recibe en su discurrir por la vida y donde va latiendo y asomando de modo muy especial la mirada hacia un mundo que cambia velozmente y con poca frecuencia en la dirección que el poeta hubiera deseado.”; es un volumen que debería estar en cualquier biblioteca que se precie de llamarse así.
El libro, que empieza mañana su gira de presentaciones, se presentará pasado mañana en Cartagena y próximamente en Albacete, Barcelona, Madrid y allá donde lo requieran. Si les pilla a mano, vayan a la presentación y si no háganse con el libro aquí (harán una de las mejores inversiones posibles que pueden hacer en poesía).
Mañana nos vemos.
RESEÑA DE ‘CANTANDO EN VOZ BAJA’, POR LEÓN MOLINA
Ayer me enteré de que León Molina había publicado esta reseña de mi ‘Cantando en voz baja’.
Gracias, gracias, gracias.
Por si no quieren pinchar en el enlace, el texto que ha escrito León dice:
«Interesante libro de Héctor Castilla lleno de vida y autenticidad. Lo anecdótico y su peripecia vital es el hilo que va hilvanando el conjunto pues los poemas no se quedan en esa superficie sino que suponen una reflexión vital profunda. Los poemas a veces descarnados, aunque no eluden el ejercicio de desnudez biográfica, muestran por debajo de él una finura lírica que cobra fuerza en el contraste con el acontecimiento. Desde el punto de vista formal y especialmente en los aspectos prosódicos es un sólido paso adelante del poeta. Tiene este libro algo que es siempre de agradecer en un libro de poemas, salimos de él con la sensación de que nos han contado la verdad. Y que es una verdad que cobra todo su sentido en el poema.»
EL PELIGRO Y EL SUEÑO – LEÓN MOLINA
LEÓN MOLINA (San José de la Lajas, Cuba, 1959), amante de los formatos de escritura breve, cultiva el haiku y el aforismo. Ha publicado los libros de poemas Señales en los puentes (Diputación de Albacete, 1994), Breviario variable (edición de autor), El son acordado (Diputación de Albacete, 2004), Llegar (La siesta del lobo, 2010) y El taller del arquero (La Garúa, 2014). En 2015 ha publicado el libro de aforismos Mapa de ningún sitio (La Isla de Siltolá) y en 2016 Un hombre sentado en una piedra (La Isla de Siltolá). Formó parte del grupo poético albaceteño Poetas de La Confitería y aparece en las antologías de este grupo, así como en la antología de haikus Un viejo estanque. Antología del haiku español contemporáneo (La Veleta, 2013) y en la antología de aforismos Aforistas españoles vivos (Libros al albur, 2015). En 2016 ha recogido su obra poética en Esperando los pájaros del sur. Poesía 2004-2016 (La Isla de Siltolá).
POÉTICA
Dice Juan Ramón Jiménez en un aforismo de su
Ideolojía: «La poesía es como un pájaro que nos
llega, en instante de arrobamiento, del cielo al
corazón. La virtud está en saberla lanzar al cie-
lo nuevamente». Puntualizando que este viaje
no es una ida y vuelta a lo etéreo, sino al con-
trario de lo real a lo real, como dijeron otros.
Estaríamos entonces en el cielo delo tangible,
en la naturaleza amorosa de Juan de la Cruz. La
naturaleza. Esa es la cuestión. Y en ella todos
los temas. A mayor o menor distancia no hay
belleza que no tenga raíces en la naturaleza.
De ahí la necesidad de la palabra transparente,
que deje ver. El lenguaje como río. El poema
como revelación de lo visible.
PARA QUE YO ME LLAME
Para que yo me llame León Molina
ha sido necesario que otro
antes que yo se llame
Ángel González.
Esto que veis en mí
en buena medida no es más
que el eco de la fuerza
enloquecida de su desaliento.
DUÉLEME
Estás triste
me lo noto.
Te ausentas
en mí.
Ven
duéleme
contigo.
No soporto
yo solo
tu tristeza.
CON LAS PERSIANAS BAJADAS
Como cada día me siento tras el ventanal
para contemplar el crepúsculo.
Veo la lentitud del anochecer.
Pero después de un buen rato
descubro que las persianas están bajadas.
No sé qué anochecer he visto
mientras anochecía.
No resuelvo la duda
porque de pronto me acuerdo de mí
y me levanto y subo las persianas
y ahí está la noche como el perro
del vecino tendida en su rincón
deslumbrada, muerta de oscuridad.
Y yo que he visto el anochecer
no sé qué anochecer he visto.
xxxx(de Un hombre sentado en una piedra)
UN HOMBRE SENTADO EN UNA PIEDRA (II)
AQUELLA JUVENTUD
Fuer hermosa nuestra juventud
derramando el tiempo en las tabernas
borrachos, seduciéndonos.
Fue divertido leer con tanta saña
y a nuestros salones llevar
a los músicos más grandes.
Y aquella última chulería
apurando sin prisa las copas
mientras el tableteo de los años
se adueñaba del aire.
UN NOMBRE
Tomo un libro que ha estado
décadas en la estantería.
En la primera página
veo una nota manuscrita:
«Recuérdame», seguida
de un nombre de mujer.
Pero no la recuerdo.
Y me aflijo pensando.
No en ella
xxxxxxxxxxsino en mí.
PERRO AL SOL
El amor de las parejas antiguas
es indolente, perezoso
y pacífico como un perro
tumbado al sol de la mañana.
Un perro que ha perdido su obsesión
por parecer un perro.
Un perro que solo es un perro.
Y que sabe muy bien dónde está el sol.
REGRESO A GRANADA
Te muestro esta ciudad
porque ya es hora de que sepas quién soy.
Recorre estas calles sin decir nada
mira la luz brillar
en los rincones silenciosos.
Observa los viejos comercios
de cristales pulidos por el tiempo.
Contempla este palacio
mira sus calles
que me olvidaron hace tiempo;
yo soy todo lo que no puedes ver.
DIJISTE
Dijiste que quizá
fuera mejor
no seguir juntos.
Y me quedé mirándote
fascinado
igual que una liebre delante
de los faros de un coche.
PARA QUE YO ME LLAME
Para que yo me llame León Molina
ha sido necesario que otro
antes que yo se llame
Ángel González.
Esto que veis en mí
en buena medida no es más
que el eco de la fuerza
enloquecida de su desaliento.
NI LLUVIA NI RECUERDOS NI PARÍS
Ni lluvia ni recuerdos ni París,
César, y mira que he leído
tantas veces tu foto
aquella con sombrero
y gabán de sintaxis
triste y descoyuntada.
Una muerte sencilla, César,
el día que yo quiera
una muerte iletrada
un detenerse de la sangre
en sus cavernas y ya está
adiós gracias por todo.
La soledad, la lluvia, los caminos
de tu último verso
fueron cayendo sobre mí
a través de los años
mostrándome la diferencia
entre morirse de verdad
o hacerlo en un poema.
Después de todo este tiempo
he perdido la gracia
oscura de tu voz.
Ya solo soy un hombre.
LAS CASAS QUE HABITÉ
Todas las casas que habité
estaban en el mundo real
un barrio que me pilla lejos
de mi lunático trabajo.
Fueron casas deshabitadas
habitaciones que me vieron
pasar fugaz como un fantasma.
Escribir versos es oficio
que desluce cualquier hogar.
Molina, León. Un hombre sentado en una piedra. Sevilla; Ed. La Isla de Siltolá, 2016.
LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XLIII)
Acaba de llegar a casa la maravilla de libro que pueden ver en la imagen, del que ya subí algunos poemas hace unas semanas.
En nada subiré alguno más.
UN HOMBRE SENTADO EN UNA PIEDRA
UN HOMBRE SENTADO EN UNA PIEDRA
Hace mucho que no soy joven
pero todavía no soy un viejo.
Sigo en el camino y todas las piedras
me llaman para sentarme a mirar.
Todo me interesa menos aquello
que pudiera llegar a ser noticia.
Sigo a mi modo en el camino.
Soy un hombre sentado en una piedra.
POLILLA
Una de las primeras
polillas de la temporada
revoloteaba junto al flexo.
Después se ha posado en mi mano.
Es bonita, pequeña, gris.
Muevo la mano para que se marche
pero ella no se va.
Agito mis dedos y no se va.
La acerco a la luz y la miro
contemplo los detalles
las líneas en sus alas
los ojos, las antenas
sus patas tan finas como cabellos.
Me parece de pronto
un prodigio, un dardo
agudo de belleza.
Mantengo mi mano inmóvil
para verla mejor.
Y es entonces cuando se va.
CUANDO LLEGAS
Te he amado largamente
como agua que entra en el molino
como el sol que fabrica
con su larga mirada
las dulces pasas del recuerdo
como el viento ondulado
que extrae música del monte
como la nieve que se abraza
a los campos sedientos.
Y así te amo aún
cuando estás cuando llegas
y de nuevo sacudes
mi corazón elemental.
Molina, León. Un hombre sentado en una piedra. Sevilla; Ed. La Isla de Siltolá, 2016.
LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXXIII)
Cuando estuvo aquí en Murcia hace un par de noches, León Molina tuvo a bien regalarme un ejemplar de ‘Llegar’, un libro que publicó con ‘La siesta del lobo’ y hoy voy a dejar aquí algunos poemas del libro.
ROUND ABOUT MIDNIGHT
Oigo de pronto en el arroyo
la música de Monk.
Round about midnight está dentro
del sonido del agua.
Es una variación hermosa
que estoy seguro hubiera sido
del gusto del maestro.
Con los ojos cerrados
disfruto de la emoción inesperada
mientras pienso que la naturaleza
en la infinita variación
de sus sonidos guarda
toda la música posible
y que Thelonious Monk
como cualquiera de los grandes
no es más que su afinado instrumento.
Con la última nota
comienza el canto del crepúsculo,
un nuevo tema que con suerte
alguien compuso o compondrá algún día.
LUGAR
Me cuenta mi amigo Cristóbal
que hace poco regresaba a la aldea
y se desvió por Prado Redondo
deteniéndose junto a las retamas.
Cuenta que la luz del atardecer
y el silencio en aquel paisaje
le emocionaron y vivió
algo que define como sentirse
profundamente en paz.
A mí no me sorprende;
ese sitio lo inventé yo.
Y es para eso.
GAMONEDA Y LOS PÁJAROS
xxxxxxxxxxxx…la fatiga de los pájaros perseguidos por la luz.
La he visto tantas veces.
Pero fue Gamoneda
quien lo escribió.
Ahora, cuando declina la tarde,
veo sus versos recorriendo el cielo.
CORAZÓN DE TIZA
Una puerta muy vieja
manteniéndose digna a duras penas
en medio de la ruina y el olvido.
La madera pulida por el tiempo
era de un gris que rozaba lo blanco.
En el cerrojo había una llave
y colgada de ésta otra
que se dibujaba con precisión
sobre el fondo uniforme.
Eso fue lo que me gustó,
por eso hice la foto.
Pero ahora, ampliada en la pantalla,
descubro algo que el ojo no vio:
Un corazón de tiza
y dentro de él dos letras
reventadas por cuatro plomos
de carabina.
EL VIENTO
El viento me envejece
y sin embargo
me siento como un niño
cuando llega a este monte
y me revuelve la melena.
Clava sus dardos en mi piel
mientras en el valle se aquieta
el tiempo que me ignora.
Por eso vengo aquí;
En el gélido abrazo soy de nuevo
vigorosamente mortal
y entrego mi pasión
al viento que me va desmoronando.
En estos montes solitarios
comprendo que acabarse
es también una forma de estar vivo.
DESPUÉS DEL RECITAL DE LEÓN MOLINA EN MURCIA
Definitivamente, esta ciudad es una pena. Aunque casi me alegro de ser uno de los relativamente pocos que disfrutamos ayer de la impresionante presentación que del poeta hizo el también poeta -y periodista- José Antonio Martínez Muñoz, y de la igualmente impresionante lectura que nos regaló León Molina.
Qué lujo disfrutar de los poemas de ‘Llegar’ y ‘El taller del arquero’, así como de los inéditos que leyó León.
Pero no sólo el recital, la conversación de después y lo que nos regaló la madrugada, convirtió el día de ayer en uno de esos días por los que merece la pena seguir en pie.
Aquí tienen alguna foto de la lectura de anoche.
MAÑANA, LEÓN MOLINA EN MURCIA
Ya he dejado textos suyos en el blog en alguna que otra ocasión, así que tecleen su nombre en el buscador y déjense sorprender si no lo conocen; y espero que les sirva para vernos mañana noche disfrutando de su poesía en el café-bar Zalacaín de la ciudad de Murcia.
EL 7º PROBLEMA DE YORICK
ELENA ROMÁN
TE DIJE QUE ELIMINARÍA TODAS LAS HUELLAS
xxBarriendo, parece que la casa adelgace. Ya he llenado tres bolsas de basura con sombras, y eso que sólo he terminado con el dormitorio y el salón.
xxLa cocina no la limpio: la exorcizo, y así se marchan los espíritus de las ratas y los vapores de los alimentos caducados.
xxEl espejo de la entrada no me refleja como soy, sino como era la última vez que lo limpié, con una sonrisa de más y una ausencia de menos. Paso el trapo por encima y me enfrento a mi imagen actual. No me gusta. Vuelvo a pasar el trapo, desaparezco.
xxLa alfombra de bienvenida está tan sucia que el polvo ha cambiado sus letras; ahora dice «Adiós». Al levantarla, descubro un beso, intenta huir, lo aplasto, se derrama en rojo y lo borro haciendo bailar las tiras de la fregona sobre él.
xxA través del pasillo, el rastro de agua con detergente se trenza, como arco iris mate.
xxEstoy encerrada en el cuarto de baño. Poco a poco he ido quedándome sin espacio. Comparto la última baldosa con el cubo de agua, de puntillas, agarrada al palo. Hace frío. A mi alrededor, todo es humedad con aroma a pino. Tardará en secarse. Escucho gotear un grifo, pero no sé cuál es, no puedo moverme para ir a cerrarlo y el sonido cada vez es más fuerte, más cercano, más rápido. No lo soporto. Gota a gota forma una palabra: «Desinfección».
xxLo he limpiado todo. Sólo queda una baldosa: ésta, la mía, yo.
xxSin mover los pies, levanto en vilo el cubo de agua. Estirando el brazo, alcanzo a colocarlo dentro de la bañera.
xxMe introduzco en el inodoro y desde ahí friego la baldosa.
xxAhora sí está todo limpio.
xxMe como la fregona.
xxBajo la tapa y anochece sobre mi cabeza.
xxTiro de la cadena.
PARADA EN VERSO
Eva se levanta, se viste, se restaura, se toma un café mientras se peina. Coge el bolso y las llaves, se le escurren, se le caen y, en mitad del descenso, a Eva se le ocurre un verso. Retira la mano que estaba destinada a coger las llaves, imagina que su dedo índice es un bolígrafo y escribe el verso a la inversa en el espejo, mientras un ruido de metales golpea el suelo sin violencia.
xxEva recoge las llaves, abre y cierra la puerta, baja las escaleras de dos en dos, sale a la calle y…la exagera. Lo que es gris lo pinta de azul, lo que es negro, de blanco, lo que es marrón, de rojo, lo que es silencio…de verso, que apunta esta vez en su ombligo, y lo acaricia y lo arruga y se sonríe y se sorprende, pero alguien le increpa y ella se entretiene en no responderle. Se esconde el poema bajo la camiseta, se marcha, y como un eco se eleva, Eva.
xxEstán esperando a Eva. La recibe un hombre a rayas, muy serio, muy tenso, poco generoso, que cuando ella le da los Buenos Días, él tan sólo se los presta. Quiere saber su edad, conocimientos y experiencia. Y entonces Eva se bloquea, y divaga, y suspira, y se emociona, y recuerda en voz alta los felices días de su infancia, y se pregunta qué es poesía, sino la vida misma, y asegura ser Licenciada en Arte y Confección de Versos, haber cursado estudios de Diseño Trágico, y poseer un don innato para la Decoración de Interiores. De pronto, Eva se muerde la lengua, mira al techo, resopla, comprende, y, amablemente le pregunta si podría repetirle la pregunta. Al hombre a rayas se le queda la cara a cuadros, le quita los Buenos Días y la despide, empujándola hacia la puerta con los ojos.
xxEva se va. Eva está triste. Eva se sienta en un jazmín y le sobra la mitad de los pétalos para cubrirse la cabeza y tener la sombra perfecta donde escribir un poema. El poema en el que Eva se hace poema, se levanta, se viste, se restaura, y sale a buscar trabajo en días de lino y prosas.
ARTURO TENDERO
TRAIDOR
Siento extraña la tierra
que fue para mis muertos
el único lindero concebible.
Qué viento es este
que contra el rostro afila su cuchillo.
El campo, sus olores,
todo es ajeno a mí.
Sólo vengo a cambiar
la piel de mis problemas,
no a exponer los sentidos
al clima y su amenaza.
Si mi abuelo labrase aquí
delante, con mi edad,
curtido, sudoroso,
cómo reconocernos,
qué recelo feroz,
qué lejos me han traído
los años y los libros,
esta paz mentirosa.
REGRESO
Está el camino a veces y otras no,
se desanima. Y hemos de buscarlo
en la costumbre, en signos que lo guardan,
como esa vieja casa de campo hecha cascotes,
tomada por insectos, ortigas y reptiles,
antiguos moradores del lugar
que lo han recuperado tras un exilio breve.
Buscamos de reojo algún vestigio
de los que aquí vivieron, de su extinta rutina
sin duda comparable con la nuestra:
olor a pan, sudor, chisporroteo de lumbre…
Y todo lo que hallamos son ciertas presunciones,
inexactas sin duda. Qué fácil se recicla
nuestra compleja trama:
pasiones y hasta hogares que parecen tan firmes
caben en los anillos de una encina.
No es erigir acaso lo que importa,
es mantener en pie lo que encontramos,
aprender a vivir en las antiguas casas,
vestir viejas costumbres, desbrozar el camino
que lleva del que fuimos al que somos.
LEÓN MOLINA
SOY EL HOMBRE ÁCIMO QUE SE ALIMENTA DE LOS MAPAS OLVIDADOS.
El maquis de mi derrota.
Miro con otoño la chopera que desnuda al viento.
Recuerdo el amarillo que promete.
Las estaciones cumplidas se recuestan a mi lado, lamiendo la inexistencia que me
envuelve como una placenta.
El tiempo es un gigante perdido en la memoria.
Soy el almuédano que me llama a una oración que desconozco.
Palabras que quedaron atrapadas en el ámbar del tiempo.
Ciego de su luz, hablo en una lengua extraña.
El aguacero resuena en el parche de mi memoria. Los truenos son el ruido
de otros mundos que tropiezan con el nuestro. Grandes olas de silencio rumoroso
se estrellan contra la casa. Preparo el café como si fuera a salvarnos.
No hay dolor ahora en no decirnos nada.
Pero ese cándalo que lanza sus preguntas como fuegos de artificio, consume
las últimas nubes que me he inventado.
La noche encara las bombillas del callejón. Regreso a mi lectura.
Abro de nuevo el libro por la misma página en que tú no estabas.
Las zarzas esconden muebles desahuciados entre las ruinas.
La aldea muerta.
Sobre un viejo arado convoco a los grillos.
MIGUEL ÚBEDA
LA MUERTE DE SÉNECA
Amante de los ínfimos placeres;
estoico convencido, consejero
y preceptor del príncipe que había
mandado -nada menos- la muerte de su madre.
Disfruta de la cena, en su retiro
cercano a la ciudad, entre fuentes veloces
y pino perfumado, entre rosas,
donde huía el dolor considerado
en tantas ocasiones compañero.
Junto a él, a la mesa, lo acompañan
un par de amigos fieles y su esposa Paulina:
ríen, recuerdan gratos momentos que el verano
ardentísimo en Roma les había ofrecido
al cobijo de aquellos muros frescos,
las veladas pasadas en buena compañía,
los rigores alegres de aquella juventud.
Cae la tarde: afuera va naciendo
la oscuridad plomiza, sin estrellas,
y el cuerpo del anciano se estremece.
Ha oído cómo piafan los caballos,
el choque pretoriano del metal
que rodea la villa como la misma noche.
El tribuno regresa. Nerón le ha ordenado
a Séneca que debe darse muerte.
Un grito en el silencio impenetrable
de la sombra, y el anciano se aterra:
Paulina llora y se desgarra las mejillas.
EL SON ACORDADO
SOL DE ABRIL
Donde el ingrávido sentir asciende
desde el vaso antiguo de las formas.
Donde su hálito se abisma
tras la pantalla azul
del insondable cosmos.
En el etéreo derramadero.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAllí
pasa la inteligencia
ardiendo como un cometa.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxApuntándome.
Comienza desde allí
su dardo a traspasarme.
Sobre la hierba fresca yazgo herido
y todo lo que siento
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlo entiendo.
ESPEJO
Donde el río esclarece
el color de los pinos
y en su lecho empedrado
los cantos pule,
veo mi rostro
temblando en el agua.
El agua que se va
ya sin mi rostro.
MÚSICA ENTRE LOS PINOS
Suena un oboe
entre los pinos
y los pífanos del arroyo
interpretan la melodía
que dibuja el atardecer.
Se incendian en mi corazón
los viejos violines del mundo
y bailo un vals arrebatado
en el transido bosque
como un loco
solo y perdido.
No temo que alguien me vea,
al contrario,
desearía que me vieran
todos cuantos conozco
y acabar con la leyenda
de mi nombre y apellidos,
desparecer en la niebla
bailando como un loco
y que de mí no quede
ni memoria
en el pecho de un amigo,
sólo la música
xxxxxsonando sola.
VEO TU DESNUDA AUSENCIA
Recuerdo aquella montaña
en la que, jóvenes aún,
te desnudaste para mí
sobre un peñasco
y abriste los brazos al viento
y me miraste de aquel modo.
Esta montaña que contemplo
ahora, se parece a la de entonces.
Y permaneces tú
a pesar de los años,
quedándote ahora en casa
cuando subo montañas.
En verdad creo
que los montes se parecían.
Quiero que se parezcan.
Y que sigas ahí
aunque no hayas venido.
Aunque ya casi nunca vengas.
OTOÑO
Sé que se acerca el día
en que regalaré
mis discos y mis libros,
el día en que dejaré
que se pierdan las cartas
de lejanas mujeres
que decían quererme
y en cuyos renglones
la barrica del tiempo
prestó la dulce madre
que maduró el olvido.
La desposesión como fina grava
lavará el agua de mis pensamientos
y un arroyo de conciencia pura
viajará desnudo hacia su final
en las solas umbrías escarchadas
que soles nuevos quebradizos temen.
Y acogerá el bosque en su suelo
entre un manto de hojas
podridas tiernamente
la ligereza de mi nombre
que está separando el otoño
de la rama que lo sostiene.
Molina, León. El son acordado. Albacete; Ediciones de la diputación de Albacete, 2004.
SEÑALES EN LOS PUENTES
AQUEL SWING
Oh Ben Webster hermano
recuerda aquel gesto perfecto
con que mordíamos la embocadura del amanecer
y recostados en el melodioso whisky de un escote
hacíamos del mundo un vibrato sordo y agónico
Oh Ben Webster hermano
recuerda aquellos mediodías de resaca
en que una balada aún nos hacía cosquillas en los labios
y nos ayudaba a seguir siendo elegantes y golfos
como ellas querían que fuéramos
Oh Ben Webster hermano
recuerda qué felices las hicimos a todas
CAMARÓN
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxVolando entre las estrellas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxla voz de Camarón viene
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPata Negra
El angosto sur de la madrugada
y aquellas copas afiladas como galgos
nos trajeron toda la pena
que la belleza urgía
Cantaba Camarón
Y fue como la voz de dios llorando
por nuestra culpa
LOS COLMILLOS
Daniel, la vida es un perro con dos cabezas,
mientras una lame tu mano
y se recuesta sobre tus piernas
la otra clava sus colmillos
en toda la blanda geografía de tu cuerpo.
¡Qué juguete peligroso hemos metido en tu cuna!
LAS ARMAS
Si están todas las armas
pudriéndose de vergüenza en los armarios
¿Cómo enseñarte hijo mío
que es posible la victoria?
AUTOPSIA
Hubo una vida arrogante y poderosa
cuyo fulgor ciega la memoria
Si pudiera recordar el timbre exacto de mi voz
un puñado de aquellas palabras
un gesto
¿Tuve entonces amigos que tuvieron nombres?
¿Amé lo suficiente a amante alguna?
¿Tuve hijos, conocí a mis padres?
¿Disfrutó la vida conmigo?
¿Sufría ya entonces?
Cómo y cuándo empezó todo y qué pasó
aquel lejano incierto día
en que comencé a morirme
entre mis propios brazos.
Molina, León. Señales en los puentes. Albacete; Ediciones de la diputación de Albacete, 1994.