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CURSO PRÁCTICO DE INVISIBILIDAD (CASI POESÍA 2000-2020)

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EL PROFESOR DE LITERATURA

xxPor lo general, al profesor de literatura no le gusta la literatura.
xxHabitualmente, al estudiante de literatura la literatura no lo interesa.
xxEn cuanto al escritor, sin tiempo para minucias, bastante tiene con leerse a sí mismo.

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LOS POETAS INVENTADOS O EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR

xxSe sabe de algunos poetas que no existen, poetas que no han sido creados por dios, sino por su editor. El truco es bastante simple. No hay más que seguir a pies juntillas los siguientes pasos.
– Primero. Debe elegirse a un escritor (o escritora) joven y de provincias, preferiblemente con aire lánguido, mirada perdida y gafas de pasta.
– Segundo. A continuación se le concede uno de los premios que publica la propia editorial (aquí interesa darle mucho bombo a la noticia, asegurar que se trata de la nueva promesa de la poesía española o algo así).
– Tercero. Seguidamente, el editor omnisciente se encargará de ir publicando los sucesivos libros que el pretendido cuasigenio vaya produciendo.
– Cuarto. Los poemarios de marras se distribuirán por todo el país y se regalarán a cuanto crítico habite los principales suplementos literarios.
– Quinto. Aprovechar el efecto el traje nuevo del emperador para volver a afirmar que, sin duda, nos encontramos ante una de las voces más intensas (a pesar de sus silencios) de la poesía patria. Dejar que tales cantinelas corran de boca en boca.
– Sexto. Lograr que, como prueba indiscutible de su talento, vuelva a ganar otro premio (no olvidemos poner cara de sorpresa al abrir la plica) publicado por la misma editorial de siempre.
– Séptimo. Por último, sacar, transcurrido un tiempo, una antología del citado escritor (o escritora) como confirmación de que prácticamente es un clásico vivo y, mediante encendidos elogios en la solapa o la contraportada, animar a los indecisos lectores que aún no lo hayan hecho a comprar de inmediato su obra completa.
xxMano de santo.

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LAS MANOS DEL ARQUITECTO

xxCada vez que termino un poema, me acuerdo de aquel arquitecto cuyas manos, cuando acabaron las obras del mausoleo, el emperador mandó cortar.

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GALERADA

xxPrueba de composición de un libro que se entrega al autor con la esperanza de que se dé cuenta de hasta qué punto la vanidad lo había cegado y comprenda que lo más sensato es tirar todo aquello al fuego.

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HABLAR SOLO -extracto-

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAlguien tiene que decirlo:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmás que literatura
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxesto es deforestación.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLuis Chaves

xxMe gusta ir solo en el coche porque, así, puedo poner la música que yo quiera.

xxCuando llevo a la niña al colegio, debo estar pendiente de sus cosas.
xx¿Has cogido todos los libros?, ¿te has lavado los dientes?

xxCuando voy con los compañeros al trabajo, toca preguntar por cómo les ha ido el día o qué tal se encuentran sus familias.

xxCuando Chose y yo hemos de ocuparnos (odio las perífrasis de obligación) de cualquiera de las nuestras (el judo de Irene, las clases particulares de Manuel, las continuas visitas al médico de su padre…), bastante tenemos con ir repasando en voz alta todo lo que aún nos quedará por hacer en cuanto terminemos lo que en ese momento estemos haciendo.

xxSin embargo, reconozco que lo que de verdad me gusta del hecho de ir solo en el coche es que en el coche puedo hablar solo.

xxSin testigos, mentir vale tanto como decir la verdad.

xxAlgunos lugares no están hechos
xxde distancias en los mapas,
xxsino de todo lo que en esos lugares
xxfuimos,
xxtuvimos
xxy perdimos.

xxEl suiseki es el arte oriental de buscar, coleccionar y contemplar piedras. Se considera que la belleza de una piedra estriba en su capacidad para sugerir un paisaje, un animal o un objeto y que, cuanto más simple sea la piedra, más capacidad de sugestión posee.

xxSegún aseguran los psicólogos (lo he buscado en Google), hablar solo no es síntoma de locura.
xxPor lo visto, sirve para ordenarlos pensamientos y librarnos de la tensión.

xxMe quedo más tranquilo.

xxLa piedra perfecta representa en unos cuantos centímetros la tierra entera.

xxEl invierno no es el frío:
xxes el desamparo
xxde las piscinas vacías
xxo un rebaño de ovejas
xxpastando sobre la nieve.

xxTambién parece que lo de hablar solo (sigo leyendo) es algo común en los niños, pero que, al hacernos mayores, vamos reprimiendo poco a poco.

xxDentro del coche resulta más sencillo disimular fingiendo que nos han llamado por teléfono y que estamos usando el manos libres.

xxCualquier cambio de dirección
xxo de sentido
xxobliga a enfrentarse
xxa una curva.
xxHay luces para ver
xxy luces para ser vistos;
xxdías en los que no se hace de noche
xxy noches en las que parece
xxque nunca va a hacerse de día.

xxEl cuentakilómetros marca la velocidad
xxcon la que fracasamos.

xxEsto se supone que iba a ser un libro de poesía.
xxAunque, a estas alturas, casi todo empieza a darme lo mismo.
xxAntes creía que escribir era algo importante.
xxQue había que ser original.
xxQue había que esforzarse por conseguir «una voz propia».
xxQue había que cuidar la estructura del libro.
xxQue había que llegar a los quinientos versos que exigían los concursos.
xxHabía que.
xxHabía que.
xxHabía que.
xxOdio las perífrasis de obligación.

xxEn las primeras fases de su entrenamiento, los astronautas se inician en el aprendizaje de las técnicas elementales de submarinismo.

xxAcordarse de algunas personas es como comer fruta deshidratada.
xxO como abrir el trastero y no saber para qué habíamos guardado todo aquello.

xxEn un experimento realizado por investigadores de varias universidades estadounidenses, se invitaba a un grupo de veinte voluntarios a que encontrasen diversos objetos diseminados por una habitación. Los científicos observaron que aquellos que iban repitiendo en voz alta el nombre de esos objetos tardaban menos tiempo en dar con ellos.

xxLe pido a Manuel que no tome tanto Nesquik con galletas, pero, como siempre, hace lo que le da la gana.
xxSi se lo pidiese su padre, sería otra cosa.
xxSu padre.
xxCon el que nunca he hablado, a pesar de que lleve media vida escribiendo sobre él.

xxEn octubre Manu cumplirá dieciséis años.
xxCuando lo conocí tenía tres.
xxNo entiendo por qué continúa justificándolo todo el rato.
xxMientras era pequeño me consolaba imaginando que, al crecer, se daría cuenta de qué era en realidad su padre.
xxAhora ya no sé con qué engañarme.

xxRepito en voz alta
xxel nombre de lo que busco
xxno hasta que lo encuentre,
xxsino para encontrarlo.

xxDe entre los ocho tipos de mentiras que describe San Agustín, sospecho que nunca he sido capaz de diferenciar las que hacen daño y no ayudan a nadie de las que hacen daño y si ayudan a alguien.

xxSubo a su dormitorio para despertarlo. Con la excusa de que es verano, se quedaría la mañana entera dormido. Y eso que tiene que estudiar para los exámenes de septiembre. Ya estamos. Anoche le dije que dejase el móvil en el salón y me lo encuentro debajo de su almohada.

xxLevanto la persiana tropezando con la ropa tirada en el suelo. No sé cuántas veces le he repetido que así no puede tener la habitación. En su estantería hay varias latas vacías del refresco que toma de vez en cuando. Al menos están limpias y ordenadas. Las colecciona porque llevan impresa la cara de varios de esos raperos a los que en youtube siguen miles de chavales. Cojo una y pienso en que, dentro de no demasiado tiempo, terminarán en la basura y que, además, será el propio Manuel quien la tire, incluso con cierta vergüenza por haber dado alguna vez tanta importancia a esa imagen, a lo que representaba esa imagen y a lo que esa imagen le hizo creer.

xxMás o menos lo mismo que nos ocurre a todos cuando miramos fotos de hace veinte años y no nos explicamos cómo era posible que nos gustasen aquel peinado y aquella ropa.

xxSan Agustín menciona también las mentiras que no hacen daño y ayudan a alguien. Luego añade que una mentirijilla no es realmente una mentira.

xxLa colección de latas de Manuel.
xxMi colección de cromos de futbolistas.

xxLa memoria conoce todos los atajos para encontrarnos.

(…)

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EXCUSAS PARA DEJAR DE ESCRIBIR, EXCUSAS PARA SEGUIR ESCRIBIENDO

xxCada vez escribo menos.
xxCada vez me da más vergüenza escribir.
xxPor lo general, se piensa que la inseguridad suele ser el lastre de quien empieza, aunque quizá el momento en que se duda de verdad llega después.
xxAl principio las cosas sencillamente se hacen.
xxLuego uno empieza a preguntarse no tanto por qué las hace (cualquier palabra, convenientemente golpeada, se convierte en una excusa), sino a quién cree que va a engañar con todo esto.

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Cumbreño, José María. Curso práctico de invisibilidad (Casi poesía 200-2020). Cáceres; Ed. Liliputienses, 2020.

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IDENTIDAD

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OBJETOS

IV
LLAVE

xxInstrumento que abre o cierra una puerta.
xxEn plural (las llaves) hace referencia a las de casa.
xxDos juegos.
xxQuedamos en que te pasarías a recoger tus cosas
cuando yo no estuviese.
xxAvísame antes.
xxY que luego me las dejarías encima de la mesa.

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VI
LOS PENDIENTES

xxSólo te ponías uno.
xxEl otro me lo diste.
xxEs una turquesa auténtica.
xxAyer me lo encontré por casualidad en el cajón de
la mesilla de noche. Entre tus cartas.
xxMe costó recordar de qué color tenías los ojos.

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XII
LA COMETA

xxUn xantiguo xemblema xoriental xsentencia xque xquien
consigue hacerla volar se conoce mejor a sí mismo, pues la
cometa ni se entrega .por .completo .al viento ni abandona
del todo el suelo.

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XV
MALETAS

xxCada xvez xque xtengo xque xhacer xla xmaleta, me
sorprendo doblando la ropa tal y como tú me enseñaste.

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COSAS QUE ME SACAN DE QUICIO

-Que en el supermercado sea yo la única que se ponga
xguantes para coger los tomates y la fruta.
-Las espabiladas que intentan colarse.
-Que el gilipollas de turno me pregunte si me ha gustado.
-Tener que depilarme las axilas.
-Ir a ducharme y que no haya agua.
-Haberlo organizado todo y que mi jefe me desbarate
xlos planes en un minuto.
-Que algún imbécil me suelte lo de lo nuestro no puede ser
xporque eres mucha mujer para mí y tú te mereces algo mejor.
-La regla (cuando viene).
-La regla (cuando no viene).
-Estar continuamente a dieta y que ni se note.
-Los pelos en la bañera.
-Los pelos en la cama.
-Los pelos.
-Seguir viviendo con mis padres.
-Que un tío en la discoteca me pregunte la edad que
xtengo.
-La edad que pone cuando se la digo.
-Quemarme la lengua con el café.
-El pestazo a tabaco en la ropa.
-La resaca de los domingos por la mañana.
-No acordarme de nada de lo que hice la noche anterior.
-La talla de mis pantalones.
-Que todavía me salgan granos.
-Mirarme al espejo y preguntarme para qué coño voy al
xgimnasio.
-Salir siempre en las fotos con los ojos cerrados.
-Estas tetazas que tengo.
-Que los novios de mis amigas me las miren cuando
xellas van al servicio.
-Mi nombre.
-Los cereales con fibra.
-Los cereales bajos en calorías.
-Que mi madre me repita cada dos por tres que, como
xme descuide, se me va a pasar el arroz.
-Saber que encima tiene razón.
-Las oposiciones.
-Los anuncios de cremas contra la celulitis.
-Cumplir años.
-Ser incapaz de dejar de echar de menos al cabrón de
xMiguel.

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LA CERCA DE PIEDRA

Mi abuelo puso una piedra
sobre la piedra
que había puesto su padre.

Mi padre puso una piedra
sobre la piedra
que había puesto mi abuelo.

Límite. Linde.

Yo tengo una piedra en la mano.

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MAESTRO

El maestro debe tener menos certezas que sus alumnos.

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ESCALERAS

Subía los peldaños de dos en dos. Es decir, llegaría arriba
xxxxxhabiendo conocido sólo la mitad de la escalera.

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ASTILLAS

Me decías que las astillas había que sacarlas enseguida,
xxporque si no se metían dentro del cuerpo, remontaban
xxlas venas e iban directas al corazón.
Una pinza.
La piel abriéndose.
Luego me dabas un beso en la yema del dedo.
La tabla de multiplicar no explicaba que tú no estarías
xxsiempre.
Hay mañanas en las que me levanto con un dolor en el
xxpecho.
Imagino que alguna, tantos años después, ha llegado
xxpor fin a su destino.

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IDENTIDAD

Durante años, la ropa que me he puesto la he heredado
xxde mi hermano mayor.
Mi nombre me lo pusieron por mi abuelo.
El primer coche que conduje era de segunda mano.
La primera mujer que me besó ya había besado a
xxotros.
La casa en la que vivo es de alquiler.
Todo lo que escriba ya lo habrá escrito alguien mucho
xxantes y mucho mejor.
El hermano de mi hija no es hijo mío.
Su padre hace como si no lo fuera y quien no es su
xxpadre se esfuerza por aprender a serlo.

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CADENA DE MONTAJE

Lo importante es centrarse en una tarea sencilla.
xxAsí se consigue mayor concentración y eficacia
xxque si hay que rotar de continuo.
Algo simple.
Específico.
Ventajas de la diversificación y la organización en el
xxtrabajo.
Engrasar un poema.
Engrasar un poema de amor.
Engrasar un poema de amor no correspondido.
Engrasar un poema de amor no correspondido e
xximposible.
Engrasar un poema de amor no correspondido e
xximposible, aunque hubo un tiempo en que no
xxfue ni una cosa ni otra.
Engrasar un poema de amor no correspondido e
xximposible, aunque hubo un tiempo en que no
xxfue ni una cosa ni otra, pero quién sabe por qué
xxtodo sucede como sucede.
Un poema de amor.
Un poema.

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UN POEMA DE AMOR

Esta mañana, en el parque, Irene me ha pedido que le
xxcompre un globo.
Un lazo alrededor de su muñeca evitaba que Bob
xxEsponja saliese volando.
Ato el nudo con una fuerza contradictoria: suficiente
xxcomo para que no se deshaga, pero no tanta como
xxpara que le duela.
Después abro mucho los ojos.
El frío. Su abrigo nuevo. Las botas con los pantalones
xxde pana por dentro.
No se me puede olvidar esta forma de sonreírme.
Un nudo que no se deshaga.
Porque el aire pesa más que algunos gases.
Y la vida, menos que los recuerdos.

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PENSIÓN COMPENSATORIA

Mi padre y mi madre se separaron unos años antes que yo.
Mi madre se quedó con la casa y los garajes.
Mi padre debe pasarle todos los meses a mi madre una pensión
xxcompensatoria.
Mi madre se sacó el carnet de conducir.
Mi madre se compró un coche nuevo.
En la puerta del frigorífico de mi madre hay un montón de imanes
xxque se ha traído como recuerdo de sus viajes.
Mi madre tiene el salón lleno de portarretratos con fotos suyas: en
xxAtenas, en San Petersburgo, en Malta, en Varsovia…
Mi madre ha estado en sitios cuyos nombres ni recuerda.
La especialidad de mi madre con los cruceros por el Mediterráneo.
Mi madre presume de todas las amigas que se ha echado.
Mi madre ha conocido a un señor viudo que la trata como a una
xxreina (dicho por ella).
Mi madre ve a sus nietos una vez cada dos meses.
Más o menos lo mismo que a mí.
Mi madre escucha por las noches música clásica.
Deutsche Grammophon.
En la colección de discos de vinilo que hizo mi padre.

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EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS

Una misma palabra puede significar una cosa y la
xxcontraria.
Igual que un mismo color unas veces representa la
xxpureza y otras, la muerte.
De hecho, las palabras pueden significar cualquier
xxcosa.
Cualquier cosa.
Excepto la verdad.

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Cumbreño, José María. Curso práctico de invisibilidad (Poesía 1998-2012). Logroño; Ediciones del 4 de agosto, 2013.

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MALA CONCIENCIA

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DIECIOCHO

xxxCamino, oigo a la gente hablar. Y, aunque el idioma
es el mismo, me siento extraña, cada vez más extraña…
Camino y ni siquiera parece que estoy pisando del todo.

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DIECINUEVE

xxxFaltaban .unos .treinta .metros .para .llegar .a .tierra.
Todos nos tiramos al agua. En .la .playa la .Guardia .Civil
estaba esperándonos. A mí me llevaron al hospital. Tenía
mucha fiebre. Estuve .diez .días ingresado. Durante todo
ese tiempo, ni una sola vez me llamaron .por mi nombre.
Simplemente era «el moro de la doce».

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VEINTIDÓS (IDENTIDAD)

xxxEl padre de su primera hija es argentino.

xxxEl de la segunda, chileno.

xxxElla nació en Cuba.

xxxAunque es rubia de ojos azules y vive en Estados Unidos.

xxxDa clases de literatura caribeña.

xxxSu madre sólo entiende el español.

xxxY en casa tiene que reñir a las niñas para que entre ellas
no hablen todo el rato en inglés.

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VEINTITRÉS

xxxTodas las tardes, después de comer, Emilia y Gladys
se sientan en la .mesa .camilla .para .ver juntas la tele-
novela.

xxxAllí, .en .silencio, frente .a la .pantalla .iluminada (un
argumento previsible, unos .personajes .planos, un final
feliz), .las .dos .se .compadecen .por .igual de la fortuna
adversa de la protagonista y sufren de la misma manera
con las asechanzas del villano.

xxxLas dos paradas en aquel salón.

xxxLas dos llegadas de muy lejos: una, de la necesidad;
la otra, del olvido.

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VEINTICUATRO

¿Cuánto dinero tengo que pagar para enviar dinero?

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VEINTISIETE

Gladys no pronuncia la z.

Emilia no entiende la mayor parte de lo que oye.

A veces no sé cuál de las dos es más extranjera.

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TREINTA

xxA .Emilia .le .gusta .madrugar; a Gladys, levantarse
tarde.

xxEmilia .siempre .ha .sido .de xleche xfría xcon xuna
madalena; xGladys xprefiere .café .bien .caliente .con
galletas.

xxEmilia las lentejas se las come sólo si las pasa antes
por el pasapuré; Gladys no soporta las lentejas.

xxTanto a Gladys .como .a .Emilia con quien de verdad
les gustaría estar es con sus hijos.

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TREINTA Y TRES

xxGladys lleva siempre un reloj en cada muñeca.

xxBaratos, de .colores .chillones, de ésos .que se
compran en los chinos.

xxEl de la mano izquierda .marca la hora de aquí.

xxEl de la derecha (¿qué estarán haciendo ahora
mismo?) la de Ecuador.

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TREINTA Y CINCO

Cuatro pastillas al día.

Una por cada hijo que ha tenido.

Una por cada vez que el teléfono no suena.

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TREINTA Y SEIS
(MOTIVOS PARA ESCRIBIR UN LIBRO)

Hay libros que se escriben (dicen) por necesidad.

Hay libros que se escriben (aseguran) por interés.

Y otros, como éste, simplemente por mala conciencia.

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MADE IN CHINA (ESTRATEGIA Y MÉTODO
xxxDEL JUGADOR DE TENIS DE MESA)

También cuando se escribe un poema

hay que golpear un objeto pequeño

con la fuerza justa.

De manera que, si la pelota no sobrepasa la red,

probablemente se haya leído,

pero no vivido lo suficiente.

Por otra parte,

si, una vez superado

el primer obstáculo,

el exceso de energía la lleva a no tocar

el campo contrario

(pasarse de largo vale tanto

como quedarse corto),

quizá la pasión de lo vivido

traicione a lo escrito.

No obstante,

aunque suene a contradicción,

la literatura, para serlo de verdad,

debe tratar por todos los medios

de no parecer literatura.

Ni el juego algo más que un juego.

Porque si, a pesar de haber salvado la red

y haber botado dentro de los límites de la mesa,

el adversario no logra devolver el golpe

(evitar la victoria representa

el último ejercicio de contención),

tal vez el poeta tendría que plantearse

definitivamente

dedicarse a otra cosa.

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Cumbreño, José María. Made in China. Mérida; Ed. de la luna libros, 2013.

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CURSO PRÁCTICO DE INVISIBILIDAD (POESÍA 1998-2012)

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LA PARTE POR EL TODO

Todas las casas se construyen con presencias y ausencias.
El ladrillo que se pone será un muro.
El ladrillo que no se pone será una puerta.

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ESCRIBIR

Enhebrar una aguja con los ojos cerrados.

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MENSAJES EN EL CONTESTADOR

Vivo solo.
Aunque a veces, en el trabajo, marco el número de teléfono de mi casa.
Y pregunto por mí.

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CONDUCCIÓN NOCTURNA

Dicen que de noche lo mejor es guiarse por las líneas de la carretera.
Que basta con seguirlas.
Sin embargo, no sé, aquella vez que me llamaste de madrugada
xxxpara pedirme que fuera a tu casa.
Porque tenías algo importante que decirme.
Porque no podías dormir.
Sí, cuando me confesaste que te habías enamorado de otro.
(Seguramente serían figuraciones mías.)
Pero entonces tuve la impresión de que había más curvas que nunca.

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METAMORFOSIS

Los dictadores se convierten en ex dictadores.
Los ex dictadores, en senadores vitalicios.
Los senadores vitalicios, en inofensivos ancianos.
Y los inofensivos ancianos, finalmente, terminan perdiendo la memoria.

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BESTIARIO

Álbum de familia.

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CURSO PRÁCTICO DE INVISIBILIDAD

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Álvaro Valverde

La invisibilidad no constituye un estado objetivo. Depende más de quien observa que de lo observado. Puede ser que el objeto en cuestión no absorba la luz, que tampoco la refleje, que esté detrás de otro objeto (distinto al primero), que sea del mismo color que el decorado, que se encuentre justo en el centro de la oscuridad, que ocupe un punto ciego o que altere, como los camaleones, su apariencia. El escapismo. La psicología del engaño. Hay microscopios que permiten fotografiar un átomo y telescopios que captan el brillo de estrellas muertas. El espejismo no es una simple ilusión óptica, ya que la combinación del calor y el desierto no produce una imagen cualquiera, sino precisamente la de aquello que el sediento viajero más desea. En el fondo, el público que pagaba por ver a Houdini tratando de liberarse de aquel manojo de grilletes y cadenas (aunque por supuesto no se atreviera a reconocerlo) no sabría decir si prefería que lo lograra o que muriese en el intento.

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Cumbreño, José María. Curso práctico de invisibilidad (Poesía 1998-2012). Logroño; Ediciones del 4 de agosto, 2013.

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MADE IN CHINA

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MADE IN CHINA (LAVADORA Y RETÓRICA)

xxSupongo que lo que explica mi atracción por los
bazares chinos es que, en el fondo, no son lugares
cuyas dimensiones tengan que ver con la realidad
(espacio), sino con la retórica (tiempo).

xxSupongo.

xxDe hecho, en los bazares chinos el término real casi
siempre vale menos que el imaginario.

xxPor eso, después de haber entrado en unos cuantos,
se comprende mucho mejor a Hamlet, príncipe de
Dinamarca que, sin embargo, hablaba en inglés.

xxHe tenido que acostumbrarme a escribir con la tele
puesta.

xxIncluso em convenzo a mí mismo de que ya no sería
capaz de hacerlo en silencio.

xxEn un programa sobre adolescentes y cirugía
estética (a Oscar Wilde le habría encantado), un señor
que habla con subtítulos explica que, mientras que las
jóvenes de Occidente piden, como regalo de fin de
curso, unos implantes de silicona, lo que desean las
asiáticas es operarse la nariz y los ojos para no parecer
tan orientales.

xxLa voz del actor de doblaje no suena como la voz del
actor.

xxLo que piensa el actor no lo piensa el personaje.

xxA veces el personaje improvisa y no sigue el guion.

xxEl guion es una novela adaptada.

xxParte de la novela se basa en la vida de su autor.

xxY el autor, que conoce las limitaciones del oficio,
firma todas sus novelas con un seudónimo.

xxEn poesía quedan bien este tipo de estructuras en
cadena, pues ayudan a engordar el ego de los lectores
aventajados a fin de que se sientan eso, lectores
aventajados, y, así, sigan comprando libros de poesía.

xxUn seudónimo se utiliza por humildad, soberbia o
mala conciencia.

xxEl caso es que funciona la estrategia comercial de
hacer creer que todo lector aventajado está muy cerca
(cerquísima) de ser un escritor en cierne, razón por la
que debe ir familiarizándose con la obra (y los tatuajes)
de sus coetáneos.

xxIrene me ha enseñado a preferir los andenes a los
trenes.

xxNo debo mencionar en el mismo poema a mi hija y a
mis exnovias. Un padre no posee otra naturaleza que la
de padre y cuesta imaginar que haya tenido vida antes
de nosotros. Vida y equivocaciones. Un padre no se
castiga a sí mismo.

xxLo que mira y lo mirado tratan en vano de coincidir
continuamente.

xxPorque (opción a), cuando lo que mira se dilata, lo
mirado se contrae.

xxEn cambio (opción b), cuando lo que se dilata es lo
mirado, a lo que mira le da por ponerse filosófico y
pierde su oportunidad de ver.

xxCómo va tomarse en serio a un país con catorce
fronteras.

xxPonerse filosófico o poner la lavadora. Esto último
representa un ejercicio de estilo desde el momento en
que uno ha de decidir (lavar con agua fría supone una
concesión a la crítica) si introduce en la cubeta (o no)
una de esas toallitas que impiden que los colores de
unas prendas se mezclen con los de las otras.

xxConviene escribir manteniendo la respiración
pausada y la espalda recta.

xxSi un personaje engaña a otro con la verdad, el
engaño parece menos engaño.

xxA Giorgio Armani lo dejó tan impresionado un
supuesto reloj de Armani que compró en Shangai por
veintiún dólares que, a partir de entonces, decidió
fabricar allí los auténticos relojes de Armani.

xxLa retórica. La misma retórica que establece que
también lo imaginario (que habíamos quedado en que
tenía como poco igual valor que lo real) debe ser barato,
falso y malo.

xxNi siquiera los templos permanecen continuamente
abiertos.

xxEs como si no cerrar jamás produjese no sólo un
conocimiento distinto del tiempo, sino incluso un
tiempo distinto, un tiempo sin consecuencias donde
todo se repone al instante.

xxReponer. Ponerse filosófico. Poner dentro de la
lavadora una toallita que absorbe los colores.

xxLa definición de sucedáneo da cuenta de la
capacidad de ciertas sustancias para sustituir a otras,
aunque, luego, tiene el detalle de aclarar que la copia
consiste en una mala versión.

xxUna leyenda asegura que el hombre aprendió a
escribir después de observar las huellas de los pájaros.

xxEn esencia, en el tangram únicamente han de
respetarse estas dos reglas:
xx1. Utilizar en cada figura todas las piezas.
xx2. No superponerlas.

xxAlicia descubrió que, n un poema, las palabras
están invertidas. De tal manera que, si quisiese conocer
lo que el poema revela, no tendría otro remedio que
leerlo reflejándolo en un espejo.

xxEl espacio, el tiempo, la retórica y una lavadora.

xxPero a veces ni siquiera eso surte efecto.

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UNO

xxElla había cuidado a su abuela desde que su abuela
dejó de recordar el nombre de sus nietos.

xxElla había cuidado a su madre desde que su madre
empezó a olvidarse de apagar el gas de la cocina y la
sopa hervía hasta evaporarse.

xxElla había cuidado a sus cuatro hijos desde que sus
hijos comenzaron a pesar más que su memoria.

xxEl paso del tiempo cambiaba sólo el tamaño de los
pañales.

xxPersonas que se lo hacen todo encima.

xxPor eso ahora no entiende nada.

xxUn número de teléfono.

Se busca empleada interna para cuidar anciana.

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CINCO

xxMi padre baja de vez en cuando a la cabina.

xxPrefiere no llamar desde casa. Para no tener
problemas con mi madre.

xx—¿Es que no tiene más hijos? ¿Es que tienes siempre
xxxxtú que ocuparte de todo?

xxMi padre en la cabina llamando a escondidas.

xxIntroduciendo las monedas en silencio.

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SIETE (MIGRACIONES)

xxSólo el extranjero ve cuando mira.

xxSólo cuando hablamos en otra lengua somos
conscientes de lo que decimos.

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OCHO

xxAhora ya las cosas están mejor. Ahora ya nos
entendemos, nos hemos acostumbrado la una a la otra.
Pero, al principio, la abuela de usted me las ha hecho
pasar bien malas. Todo lo que hacía le molestaba. Que si
comía mucho, que no me duchase todos los días, que qué
hacía sentada, que sus hijos no me estaban pagando
para que yo estuviese de brazos cruzados…

xxEn el fondo lo que creo que le pasaba a la abuela de
usted es que estaba enojada. Yo entonces llamaba a su
tía Paula, llorando las más de las veces. Le decía que no
podía aguantar aquello más tiempo, que me estaba
controlando todo el rato.

xx—Gladys, no te preocupes. El viernes voy a verla y
xxxxhablo con ella. Verás cómo así se calma.

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DIEZ

xxSobre la cómoda de su dormitorio tenía alrededor de
veinte portarretratos con fotos de toda su familia. Había
portarretratos pequeños, medianos, grandes, porta-
rretratos plateados, dorados, portarretratos de los chinos
y portarretratos de joyería, portarretratos tristes de puro
austero y ridículos de tan recargados.

xxAllí, convocado delante de aquel espejo de medio
cuerpo, comparecía un batallón de padres, hijos, nietos y
algún bisnieto que posaba muy sonriente.

xxElla pasaba revista todas las mañanas mientras les
quitaba el polvo y me contaba, por enésima vez, las
mismas anécdotas de cada uno.

xxYo a la mayoría sólo los conocía por aquellas
fotografías.

xxEl día del entierro tuve la sensación de estar
completando un álbum de cromos.

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DOCE

xxTodas las mañanas, mientras peina a Emilia
después de darle, sorbo a sorbo, el vaso de leche
caliente con galletas, Gladys se acuerda de su madre.

xxSe la imagina en su casa de Quito.

xxLavándose el pelo.

xxEmilia y ella tienen casi la misma edad.

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TRECE

xxLos españoles saben muy poco de nosotros y de
nuestros países.

xxRumanía les suena por el Conde Drácula.

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CATORCE

xxCuando cierra los ojos despacio es que algo le
molesta.

xxCuando se queja tres veces seguidas es que le duele
la pierna
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xxCuando lleva callada más de media hora es que se
ha orinado en el pañal
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xxCuando hay algo que le incomoda simplemente
parpadea mucho
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xxCuando abre la boca todo el rato eso es que tiene
calor
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DIECISIETE

xxEntré en España como turista en diciembre de 2008.
Recuerdo que era jueves. La noche anterior tuve que
quitarle el pecho a mi hija y el viernes viajé a Madrid
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xxElla lloraba, lloraba, lloraba…

xxCuando llegué al aeropuerto tenía los pechos que me
explotaban y la camisa manchada de leche
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Cumbreño, José María. Made in China. Mérida; Ed. de la luna libros, 2013.

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ÁRBOL SIN SOMBRA

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ÁRBOLES DE HOJA PERENNE

Es el hielo el esqueleto del agua.

Debe de haber un lugar
por donde este río pueda vadearse.

Cartógrafos escrutando
la nervadura de una hoja.

El aserradero.

Deja la invisibilidad del frío
un rastro de cristales empañados.

Polen de piedra.

Árboles que florecen en invierno.

Las aves migratorias.

Es el vapor la nostalgia del agua.

Los circuncisos riegan las orquídeas de plástico.

El invernadero.

Crecerá más fuerte el frutal
si se poda,
pero dará menos sombra.

Ombligos cauterizados con ámbar.

No arde la leña seca: se consume.

La rama sin memoria
al menos posee espinas.

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EL INCENDIO

Arden los árboles como palabras
escritas
después de haber mirado fijamente
al sol.

Cuesta respirar en medio del humo.

Los peces abisales.

Quizá el viento haya arrancado
las veletas.

Luz,
pero luz que consume
lo que ilumina.

Vapor de savia.

El fuego ha de extinguirse por sí solo.

La respiración contenida
de los buceadores.

Arde la raíz dentro de la tierra.
Arden las hojas caducas
ignorando al menos
que no hubieran sobrevivido al otoño.

Luz, pero luz que consienta
que se queme la sombra sin que el árbol se queme.

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EL FRUTAL

Precisamente es la parte del árbol
que está oculta
la que sustenta a la otra en medio de la luz.

Duermen la víctima y el asesino.

Los frescos que aparecieron
debajo de la cal.

Una vez fecundada, la flor pierde su aroma.

Las espinas.

Un huérfano traduce la inscripción
de las últimas lápidas,
ésas que ningún hombre antes
había podido leer.
Y luego, una por una, prepara las ballestas
en las que caerán los pájaros.

No todos los frutos son comestibles.

Sostiene una horca las ramas
partidas por el peso.

La pulpa.

Cuando termine la maduración
y él se vaya,
como el año pasado, como el próximo,
empezará la cosecha.

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Cumbreño, José María. Árbol sin sombra. Sevilla; Ed. Algaida, 2003.

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LAS CIUDADES DE LA LLANURA

septiembre 30, 2021 Deja un comentario

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ÚLTIMA NOCHE EN SODOMA

No me lo reproches.

Además,
¿quién sino tú me enseñó la costumbre
de dejar siempre unas nueces
y un poco de vino caliente sobre el mantel?
¿Quién sino tú ponía sábanas limpias
en la habitación de los invitados,
a pesar de que nadie, lo que se dice nadie,
podía llamar a la puerta a tales horas?
¿Quién sino tú?

Así que, por favor, deja de repetir
que debo darme prisa,
que para qué me entretengo en hacer todo esto
si sé que no voy a volver.

Aún no ha amanecido.
Aún me queda algo de tiempo,
lo presiento,
para regar la higuera del jardín
con la paciencia que tú solías,
para dar de comer a los perros.

Fíjate.
Fíjate en lo quieta que está
el agua del estanque.
En la manera que tiene
de aceptar su destino
de océano triste
cubierto por la hojarasca.
Fíjate.
El lugar de la devastación
ha de ser algo semejante
a esas sillas de mimbre
olvidadas por descuido bajo la tormenta.

No, no me lo reproches.
¿No entiendes que es preciso
que todas las luces de la casa
permanezcan encendidas?
¿No entiendes que sólo así,
cuando por última vez vuelva el rostro
desde el último recodo,
me marcharé convencido
de que en efecto hubo una ciudad?

Y será esta ventana lo que brille a lo lejos.
Mientras dure el aceite en las lámparas.
Y resultará sencillo creer que tú me esperas
detrás de su indolencia.
Que me pedirías que entrase
como si hiciese mucho
que estuvieras esperando
y me lavarías los pies en silencio.

Y es que aún no ha amanecido.
Y es que aún puedo pararme a coger
unos cuantos higos verdes por el simple deseo
de notar la quemazón de mi esqueleto
entre la inercia de las sombras.

Así que, por favor, deja de repetir
que debo darme prisa,
que para qué me entretengo en hacer todo esto
si sé que no voy a volver.

A fin de cuentas,
tampoco sé cómo comprenderé
qué cambio en el color
del agua o qué chirrido
de nubes restregándose
me indicará que he llegado
por fin.

Y tú eras quien insistía,
acuérdate,
en que los preparativos de un viaje,
aunque lo parezcan,
no son las corbatas ni los pocos libros
que uno decide meter en la maleta.

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EL ÁRBOL

Ten en cuenta que el árbol crece en dos direcciones,
pero sólo una brinda un lugar a la sombra.

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LA ÚNICA TRAVESÍA DEL TITANIC

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEn el viaje aquel de todos a la niebla.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxFrancisco Brines

Imagino (a estas alturas
tanto da que lo contado
poco tenga que ver con lo vivido)
el ajetreo, las risas, la emoción
—oh, dear!, long time no see—
de posar para la posteridad,
el murmullo de la ropa almidonada
restregándose en la brisa.
Imagino lo embarazoso que a MIss Candace
le resultaría toparse de pronto,
entre la multitud,
con la mirada inerme de algún antiguo amante.
Imagino la gravedad complacida
de sus rostros coloniales
cuando la orquesta atacase las notas
del God save the Queen.

Imagino,
con la torpe impresión de irrealidad
de quien piensa en una lengua
que no le pertenece,
el barco que zarpa
entre veleros que lo acompañan
hasta la boca del muelle.
Imagino el ruido de las sirenas,
el remolcador,
la cubierta repleta
de pañuelos blancos que ignoran
que se están despidiendo para siempre.

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LOS REMOS

Remar sin avanzar; remar mientras se aprende
a ir arrojando al agua más cosas cada vez.

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GOZNES

Incluso las puertas de una casa
en ruinas
pueden abrirse sólo hacia un lado.

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HERCULANO

He dispuesto en la mesa
unas nueces y escudillas con vino caliente.
He renovado las flores
en las ánforas de barro.
He mandado encender todas las lámparas,
sahumar la estancia con aroma de incienso.
Luego,
he pedido en voz baja que no se me moleste,
que nadie me interrumpa hasta que amanezca.
Hasta que amanezca.

Cuando mis esclavos vengan
a despertarme
y me encuentren sentado
frente a la ventana.
Sentado y en silencio.
Cuando acaso mis ojos distingan a lo lejos
la luz de sal del nuevo día,
de un día que ya no alumbrará para ellos,
mientras se preguntan
—mi señor, tu desayuno—
cuánto tardará el veneno en surtir efecto.

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Cumbreño, José María. Las ciudades de la llanura. Mérida; Ed. Regional de Extremadura, 2000.

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MÁS SORPRESAS

 

Después de unos días ausente, paso otra vez por el blog a darle las gracias públicamente a José María Cumbreño por regalarme los cuatro libros que pueden ver en la imagen.
Después de una racha pésima la literatura ha vuelto a darme una alegría.
A partir de mañana les cuento.

 

REVISTA MÜSU Nº5 VERANO 2004 -prosa-

septiembre 18, 2014 Deja un comentario

müsu 2

 

 

MANUEL MOYA

POR QUÉ NOS MATAN

xxEl cartel anunciaba que a partir de ahí daba comienzo el terreno militar y, por tanto, quedaba terminantemente prohibido el paso, pero Marga, cuya fiebre adventista le había durado apenas un par de meses, no quería saber nada de carteles y mucho de aventuras sicalípticas, así que, haciendo crujir los guijarros, enfiló hacia el faro, que se recortaba frente a nosotros con esa competencia machuna de todos los faros. La explosión nos cogió en las primeras rampas. ¿Lo has visto?, ¿lo has visto?, repetía una y otra vez Marga, como si alguien le hubiera dado cuerda. Claro, le respondía, claro que lo he visto. Pero en seguida se produjeron la segunda y la tercera detonación, ambas no muy lejos del faro. Entonces Marga paró el coche y dijo, cojones, es verdad. Están de maniobras, contesté yo, tratando de quitar hierro a una situación que me confundía. Hay que darse la vuelta, agregué. Las cosas parecen fáciles. Uno dice que hay que dar la vuelta y es como si ya estuviéramos de regreso en San José, con una cerveza bien fresquita en la mano y mirando estúpidamente a las gaviotas que ramonean en la playa. Pero regresar habría significado la claudicación de Marga y hay cosas que parecen estar hechas por la fatalidad. Además, no era posible dar la vuelta al coche sin serio riesgo de despeñarnos por los acantilados, así que no teníamos demasiado dónde elegir. En todo caso, una quinta explosión vino a despejar todas las dudas. ¿Y si nos dan?, pregunté. Anda y no seas burro, ¿cómo nos van a dar?, replicó Marga, confiada no tanto en la falta de puntería de los soldados, cuanto en su buena estrella. Entonces, como si nos hubiéramos quedado a vivir en un entarimado esperpéntico, una punta de cabras se fue acercando hacia nosotros con un trote regular, tontorrón y confiado. Abajo, la playa de Monsul, aparecía con esa fingida arrogancia que da la quietud. Al cabo de un buen rato apareció el cabrero sobre una vieja mobilette que parecía seguir sin demasiada convicción el rastro a las cabras. Al llegar a nuestra altura nos preguntó si es que no habíamos visto el cartel. Marga se encogió de hombros, al tiempo que una nueva serie de detonaciones persuadió al pastor de que había cosas más urgentes que interrogar a los turistas. ¿Qué, seguimos? Era una pregunta estúpida. No teníamos otro remedio que seguir, pero Marga, que hacía de la necesidad pasión, se volvía a cada nuevo estallido ‒y ahora no cesaban‒ más audaz. Esto es la guerra, aullaba con el ímpetu de una adventista recién excomulgada que busca precisamente guerra.

xxEso, la guerra. Las explosiones, cada vez más próximas, no parecían arredrarla, y así no tardamos en alcanzar la explanada del faro. Si no estuviéramos ante la incomodidad de los morteros, hasta podríamos decir que hacía una tarde incluso espléndida: el sol, medio picado, se ocultaba tras las azuladas sierras de Enix, que recortaban sus bárbaras siluetas de animales prehistóricos que hubieran ido a beber al mar; las nubes parecían estar esperando una foto para desvanecerse… En ello estábamos cuando, de pronto, nos vimos rodeados. Marga, sorprendida, apretaba en su mano las llaves del coche mientras yo, más práctico, trataba de contarlos. Eran doce, aunque quizás otros estuvieran escondidos tras de las matas. Pueden figurárselo: fueron segundos densos, interminables, hasta que uno de ellos nos preguntó en inglés que por qué les disparaban. La pregunta me cogió desprevenido y sólo pude comenzar un gesto vago de sorpresa. ¿Por qué nos matan? Preguntó otro, que parecía ofuscado ante nuestras confusas explicaciones. Marga refirió que aquí ‒y señaló en torno‒ militares, cabrones militares y dibujó unos cuernos que ellos siguieron con intranquilidad. Ca-bro-nes, muúu, continuó, dibujando unos cuernos aún de mayores proporciones, que los otros observaban cada vez con más alarma. Tranquilos, dije yo, nosotros ‒y me golpeaba el pecho‒, turistas, week end, no militares. La escena, vista con alguna distancia, era ridícula. Los morteros levantaban columnas de humo a nuestro alrededor y los hombres miraban con ojos enloquecidos. Pum-pum no, repetíamos. ¿Por qué nos matan? Volvían a preguntarnos. No matan, repetí, maniobras. Pum pum nada, no killer, no nada, ma-ni-o-bras. Mis palabras, entrecortadas, pedagógicas, parecían dejar en los desconocidos un efecto analgésico que duraba lo que otra pregunta: ¿por qué nos matan? Sólo al cabo de un rato, cuando la situación comenzaba a tener para nosotros una dimensión incluso cómica, Marga, extendiendo las manos exclamó: moment moment, y se dirigió al coche ante la mirada desasosegada de los senegaleses. Allí anduvo trajinando un buen rato mientras se sucedían arbitrariamente las explosiones y la pregunta.

xxMarga les entregó el agua, las galletas y un paquete de chicles que ellos aceptaron casi con pudor. Si antes me sentía intimidado, ahora, viéndolos repartirse miserablemente las galletas, me encontré incómodo, como quien llega a una casa en el primer plato, de forma que, sin despedirnos, saltamos sobre el coche e iniciamos la bajada, saludando desde la ventanilla.

xxEn la radio alguien comentaba la funesta incidencia de los rayos ultravioletas sobre la piel y eso nos engarzaba de nuevo a la realidad. ¿Por qué nos matan?, preguntó Marga. Eso mismo iba a decir yo, contesté sin dejar de observar el mar, que cobraba ahora esa rara, siniestra inmovilidad del cazador frente a su presa.

 

 

 

 

ESTHER GARCÍA LLOVET

LA HERMANA DE DANIELA

xxSeptiembre pasado fue el último que pasé con mi hermana, en la casa de la playa, en la otra costa, después de dieciocho años de pasar septiembre siempre juntas.

xxYo arrancaba el coche en la acera de mi casa, sin nadie que lo impidiera, y cruzaba el país a ciento veinte con apenas lo puesto y sin apenas paradas hasta llegar a la casa de mi hermana gemela donde pasaba diez, doce días, con ella y su hijo, cinco cajas de cervezas, congelados de microondas y la radio colgada de la viga en el porche. El sol siempre bajo.

xxEl resto del año apenas si hablábamos por teléfono.

xxAlguna vez me llamaba, de madrugada, ronca, tiritando, para decirme que habían robado en la tienda o que acababa de leer en el periódico el descubrimiento de un nuevo fármaco para la atrofia medular, o que alguien había visto a su marido por una carretera de las afueras, conduciendo borracho una ranchera sin techo. Después de colgar yo bajaba a recoger el periódico de la basura y no encontraba nunca nada sobre ningún fármaco, ni sobre ningún milagro, lo miraba ahí descalza, en la cocina, y cuando volvía cada septiembre sabía antes de llegar que la encontraría esperándome en el porche, empujando la silla de su hijo que apenas podía levantar un brazo para saludarme. Sola.

xxLa última vez que fui coincidió con un fin de semana. Había salido antes de lo previsto porque esperaba atascos y me encontré con la autopista casi despejada. Sólo circulaban ya camiones sin trailer y algún autobús de línea, la noche cayendo cuesta abajo ya, en picado, y me quedaban menos de cincuenta kilómetros cuando el motor empezó a arder. Me eché a la cuneta hasta detener el coche entre unos árboles. Al poco conseguí que me remolcaran hasta un hotel cercano donde dejé el coche en la plaza de estacionamiento y luego arrastré la maleta hasta recepción, un largo hall desierto de hotel de congresos. Espejos, azules sintéticos, mármoles de resina.

xxPedí una habitación cualquiera. No quería molestar a mi hermana.

xxEra domingo. Era domingo y estaba nublado. Era domingo por la noche y ya no quedaba nadie o casi nadie residiendo en el hotel de ejecutivos. Las hileras de habitaciones estaban abiertas de par en par a unos pasillos enmoquetados en un rojo eléctrico, las camareras silbaban, maldecían, fumaban en montacargas atestados de ropa blanca y bolsas de plástico negras. Ese día funcionaban los radiadores por primera vez y el calor achicharraba los lirios en la laca de los jarrones japoneses. Olía todo a lo nuevo que va a durar poco tiempo nuevo. El botones me abrió la habitación y luego desapareció por el largo pasillo, canturreando.

xxMi habitación tenía el piso blanco, una cama doble y un ventanal al aparcamiento. En el linóleo del suelo había largos arañazos en ondas como dejados por pasos de un extraño baile a tres. Me dormí enseguida con el suave roce de la aspiradora en la habitación de al lado.

xxMe despertó un golpe metálico que se repitió tres veces seguidas, como en el teatro, tres golpes que parecían venir del aparcamiento. Miré la hora, a oscuras. Las cuatro y veinte. Al acercarme a la ventana oí música, vi luces, y al abrirla sentí una vaharada de calor en todo el cuerpo.

xxLa discoteca de carretera al otro lado del aparcamiento había dejado las puertas abiertas para celebrar lo que parecía ser la última fiesta del verano; la música de baile se mezclaba con la música de cassette de los coches aparcados, olía a frito, a vino y a azúcar quemado. Había parejas bailando, parejas sueltas, las mujeres bebían en corro de la misma botella. Las camisas de los hombres se transparentaban de sudor. A algunos los reconocí como los cartoneros que vi nada más llegar, hacía unas horas, recogiendo las basuras del restaurante del hotel. Daban palmas, vestidos de domingo o con chándal de deporte, cantando en su propio idioma, contoneándose con el ritmo y el alcohol pesado, tropezándose entre sí. Yo los veía, con sus estrechas caras verdes de farolas de carretera.

xxHabía un pequeño grupo apretado contra el pretil del aparcamiento, gente sentada, balanceando las piernas. Seis, siete personas, Los ramos de flores recogidas de la basura se veían frescas, carnosamente fragantes entre los celofanes. Las mujeres vestían de falda seda rosa. Hablaban, gritaban, volvían a callarse. Una tenía la cara cubierta con las manos, se reía, arrastraba los pies en círculos sentada al borde del pretil de hormigón. Frente a ella un chico, un adolescente, uno de los cartoneros, se movía lentamente como si le estuviera haciendo un juego de manos. La abrazaba, se apretaba, volvía a separarse. Al decirle algo ella se descubrió la cara, alzando los brazos. Allí estaba mi hermana. Mi hermana gemela de uñas comidas. Llevaba una falda de látex y las axilas sin depilar, mi única hermana. Se rió con todo el cuerpo al decir algo que todos recogieron con una carcajada. Todos movieron los brazos por encima de la cabeza. Silbaron. Rugieron. Ella se levantó una botella del suelo y bebió de golpe. Luego se la pasó al chico y mientras él bebía siguieron los dos bailando muy lentamente mientras los otros bailarines los miraban de soslayo, los ojos como ascuas, riéndose entre dientes. Ella cerró los ojos. Se levantó del pretil, se estiró la falda y recogió de su lado una guerrera pardusca que el chico le ayudó a ponerse, dejándose el pelo por dentro, aprisionado bajo el cuello de la guerrera. El chico la tomó por el codo y bailando despacio se apartaron del grupo. Se alejaron por la playa del aparcamiento, arrimados, cerca, sus sombras a derecha o izquierda al pasar bajo las farolas, alternativamente, la sombra de ella más alta, más larga, como un vestido de cola avanzando por la nave, hasta que llegaron al extremo del aparcamiento donde ya no había luz y desparecieron de vista tragados por lo oscuro. Luego nada. Luego se prendieron las luces de un coche al abrirlo. Permanecieron así un rato, de pie, apoyados el uno contra el otro, rodeados de brazos, de sombra, los dos contra el coche encendido como una capilla ardiente en la catedral a oscuras.

xxLlegué a casa de mi hermana a primera hora. Aparqué el coche en una esquina y subí la cuesta andando. Quería mirar la casa desde lejos, con todas sus ventanas. Abrí la puerta principal sin llamar a nadie, me detuve en el salón desierto, desordenado. Se oían pasos en la cocina, ruido de platos, de algo hirviendo, el trasiego del desayuno. Un televisor encendido en algún sitio. Oí claramente la voz de mi hermana hablando mientras se movía por la cocina, arrastrando los pies, descalza, hablando con su hijo mudo, contándole algo, despacio, mientras yo me acercaba por el pasillo. La oía removerle el café, cortarle la tostada en el plato. Ella corrió una silla mientras seguía hablando a media voz, como si llevara rato hablando de lo mismo, o hablándolo otra vez, repitiendo, hablándole de otro sitio, de otro lugar, de un viaje a un sitio lejano, del tipo de viaje que todos prometemos.

 

 

 

 

JOSÉ MARÍA CUMBREÑO

LA BOLSITA DE TÉ

xxTodas las tardes, Paula, a las cinco en punto (imagino que ésa fue una de las muchas manías que se trajo de Londres), iba a la cafetería que estaba junto al portal de su casa y pedía una taza de agua hirviendo. Al principio, el camarero la miraba con desconfianza. Pero, cuando ella le aclaró que le pagaría el doble de lo que costara el té más caro, dejó de preguntar nada. Una vez que tenía sobre la mesa la taza humeante, sacaba del monedero una bolsita, a simple vista igual a la de cualquiera de las muchas variedades que se servían allí, y la introducía en el agua parsimoniosamente.

xxY, sí, es cierto que Arthur Bush siempre pidió que lo incinerasen. Lo que ya no estaba tan claro, al menos nadie creía habérselo oído decir, era que deseara que su viuda usase sus cenizas para hacerse, todas las tardes, por muy a las cinco en punto que fuesen, una infusión con ellas.

 

CONCORDANCIA DE NÚMERO Y PERSONA

xxEsta mañana me he encontrado con Ana en la calle. Llevaba una cartera de lona colgada en el hombro de la que asomaban algunos papeles y un par de libros. Imagino que de economía.

xxVenía del instituto. Por lo de los exámenes de septiembre.

xxFíjate en lo que tengo que corregir.

xxHacía mucho tiempo que no nos veíamos. Puede que casi un año. Sigue igual. Con ese aire de eterna adolescente. Coleta y pantalones vaqueros. Aunque estoy seguro de que no soporta la idea de haber pasado de los treinta. La conozco de sobra.

xxLe pregunté por el verano. Que dónde había estado de vacaciones y esas cosas.

xxElla enseguida empezó a hablarme, con un entusiasmo excesivo, de lo bien que se lo había pasado en la playa y de los lugares que había visto y a los que, según me cuenta, debo ir sin falta.

xxPrecioso, créeme. Pre-cio-so.

xxMe fijé en que usaba continuamente la primera persona del plural: hemos hecho esto, hemos hecho lo otro, fuimos a tal sitio, comimos en no sé qué restaurante…

xx¿Hemos? ¿Qué significa hemos?

xxMe figuro que Ana se ha echado un novio, un ligue o lo que sea. Y que ésa es una forma sutil de dejármelo caer.

xxPensaría que aún iba a importarme.

 

MENSAJES EN EL CONTESTADOR

xxVivo solo.

xxAunque a veces, en el trabajo, marco el número de teléfono de mi casa.

xxY pregunto por mí.

 

 

 

 

SANTIAGO RONCAGLIOLO

EL PASAJERO DE AL LADO

xxFue sólo un susto.

xxEl frenazo y el golpe. Los golpes. Estás un poco aturdido, pero puedes moverte. Abres la portezuela y te bajas sin mirar al taxista. No te duele nada. Eres un turista. Tu única obligación es pasarlo bien.

xxPara tu suerte, un autobús frena en la plaza. Te subes sin ver a dónde va. Caminas hacia el fondo. Aparte del mendigo que duerme, no hay nadie más ahí. Te sientas. Miras por la ventanilla. La ciudad y la mañana se extienden ante tus ojos. Respiras hondo. Te relajas.

xxEn la primera parada, sube una chica. Tiene unos veinte años y es muy atractiva. Rubia. Todos aquí son rubios. Es la chica que siempre has querido que se siente a tu costado. Va vestida informalmente, con jeans ajustados y zapatillas. Su abrigo está cerrado, pero sugiere su rebosante camiseta blanca. Se sienta a tu lado. No puedes evitar mirarla.

xxNotas que te mira.

xxAl principio es imperceptible. Pero lo notas. Voltea a verte rápidamente con el rabillo del ojo, durante sólo un instante. Cuando le devuelves la mirada, vuelve a bajar los ojos. Se ruboriza. Trata de disimular una sonrisa. Finalmente, como venciendo la timidez, dice coqueta:

xx‒¿Qué estás mirando? ¡No me mires!

xxVuelve a apartar la vista de ti, pero ahora no puede dejar de sonreír. Hace un gesto, como cediendo a su impulso:

xx‒¿Por qué me miras tanto? ¿Ah? Ya sé ‒ahora se entristece‒. Se me nota ¿No? ¿Se me nota? Pensaba que no ‒sonríe pícara‒. ¿Te la enseño? Si se me nota, ya no tengo que esconderla. ¿Quieres verla? ‒se da aires de interesante, pone una mirada cómplice y habla en voz baja, como si transmitiese un secreto‒. Está bien, mira.

xxSe abre el abrigo y deja ver una enorme herida de bala en su corazón. El resto del pecho está bañado en sangre.

xxRíe pícaramente y se pone repentinamente seria para anunciar:

xx‒¿Ves? Estoy muerta.

xx¿Verdad que no se nota a primera vista? Nunca se nota a primera vista. No lo noté ni yo. Será porque es la primera vez que muero. No estoy acostumbrada a ese cambio. En un momento estás ahí y lo de siempre: una bala perdida, un asalto, quizá un tiroteo entre policías y narcos, pasa todos los días. Y luego ya no estás. Sabes a qué me refiero ¿verdad?

xxA mí, además, me dispararon por ser demasiado sensible. De verdad. Por solidarizarnos. Íbamos Niki y yo a una pelea de perros. Niki es mi novio y es héroe de guerra. Sí. De una guerra que hubo hace poco… No. No recuerdo dónde. Niki tiene un perrito que se llama Buba y una pistola que se llama Umarex CPSport. Pero al que más quiere es a Buba. Es un perro muy profesional. Ya ha despedazado a otros tres perros y a un gato. No deja ni los pellejos. Increíble. A Niki le encanta. Es su mejor amigo, de hecho. Entonces, íbamos en el auto, y Niki y Buba iban delante. Yo iba en el asiento trasero. A Niki le gusta que nos sentemos así, dice que es el orden natural de las cosas. Niki es muy ordenado con sus cosas. Y muy natural.

xxSaliendo de la ciudad hacia el… ¿Perródromo? No, eso es para carreras ¿Cómo se llama donde hay peleas de perros? Bueno, íbamos para allá y paramos en una gasolinera para que Niki fuese al baño. Aparte de una pistola y un perro, Niki tiene problemas de incontinencia, pero no se lo digas nunca en voz alta, de verdad, por tu bien. O sea que Buba y yo nos quedamos a solas en el auto. Perdona que me interrumpa, pero no me mires demasiado la herida, por favor. Odio a los hombres que no pueden levantar la vista del pecho de una. Y a las mujeres también. Si no estuviera muerta, llamaría a Niki para que me haga respetar. ¿O.K.? O.K.

xxBueno, sigo: estamos en el auto ¿No? Buba y yo. Y Buba me empieza a mirar con esa carita de que quiere ir al baño. O sea, no al baño, porque es un animal ¿No? Pero a lo más cercano a un baño que pueda ir ¿O.K.? Y me mira para que lo lleve. De verdad, no creerías que es un perro asesino si vieras la cara que pone cuando quiere ir al baño. Se le chorrean los mofletes, se le caen los ojos y hace gemiditos liiindis. Así que lo miro con carita de pena, lo comprendo ¿me entiendes? Y le abro la puerta para que pueda desahogarse.

xxBuba baja y yo lo acompaño unos pasos, pero luego veo que en la tienda de la gasolinera hay una oferta de acondicionadores Revlon, así que me detengo porque es algo importante y él sigue. Y entonces, aparece el otro perro. O sea, una mierda de perro, perdón por la palabra ¿No? Un chucho callejero y chusco con la cola sin cortar y las orejas caídas ¿Has visto a los perros sin corte orejas y cola? Aj, horribles. Pues peor.

xxBueno, te imaginarás ¿No? El chusco se pone a ladrar, Buba se pone a ladrar, se caldean los ánimos, los acondicionadores Revlon sólo están de oferta si te llevas un champú, Niki no termina nunca de hacer pila y, de repente, la persecución de Buba al otro, los ladridos, los mordiscos. Lo de siempre, excepto el camión. Lo del camión sí que no había cómo preverlo porque, o sea, no es que una pueda adivinar el futuro. Sabes a qué me refiero ¿Verdad? Yo llegué a escuchar el frenazo y el quejido perruno. Francamente, por esa mariconada de quejido, yo pensé que había chancado al chusco.

xxPero no fue así.

xxCuando Niki salió del baño y vio a su perro, yo ya estaba buscando protectores solares. Niki se arrodilló unto a Buba, le besó las heridas, se puso de pie y vino directamente hacia mí. Yo lo recibí con una sonrisa, pensando, mira, qué bien ¿No? Nosotros estamos vivos, o sea, ha podido ser peor. Y él me recibió con cuatro disparos de la Umarex CPSport. Es amarilla la Umarex CPSport ¿Alguna vez has visto una pistola amarilla? Niki tiene una.

xxLo demás de estar muerto es rutinario. Sabes a que me refiero ¿Verdad? Es aburrido, porque ya nadie que esté vivo te escucha. Eso sí, vienen por ti, te llevan en una camilla, o sea, ya estás muerta pero igual te llevan en una camilla y en una ambulancia. Qué fuerte ¿No? Como si estuvieras viva. Eso te hace sentir bien ¿No? Valorada. Te llevan a una clínica privada, llenan unos papeles y ahí te guardan. Hace frío ahí.

xxHace mucho frío.

xxYa ahí conoces otros cadáveres, te comparas con ellos, te das cuenta de que estás mucho mejor que ellos, o sea, te ves bien a pesar de las dificultades ¿No? Y eso es importante para sentirte bien contigo misma. Claro, la herida no ayuda, pero no te imaginas cómo está la gente ahí ¿Ah? O sea, no se cuidan nada. Y eso que son gente bien ¿Ah? No creas que a cualquier muerto lo llevan a una clínica de esas.

xxAl principio sobre todo te sientes bien insegura. Es como si te diera la regla pero sin parar y por el pecho. Entonces, es bien incómodo. Pero luego llega un doctor guapísimo, de verdad. Sabes a lo que me refiero ¿No? Entonces están tú y él a solas, pero no como con Buba en el auto, sino distinto, porque tú estás muerta y él no es un perro, es como más íntimo ¿no? Y él empieza a tocarte, a acariciarte, masajearte, pasa sus manos por tu cuerpo. Y están calientes sus manos. La mayoría de las cosas vivas están calientes. Y luego te abre en canal para buscar cosas en tu interior. Y ¿Sabes qué? Sientes… no sé… sientes que es la primera vez que un hombre tiene interés en tu interior. No sé. Es como muy personal. Pero te dejas, permites que sus manos recorran tu anatomía, te parece que nadie te había tocado antes en serio. Y te da un poco de penita, de verdad. Hay cosas que yo no sabía que tenía, que en toda mi vida nunca lo supe, como el duodeno, la aorta, el esternocleidomastoideo ¿No? El tríceps sí sabía, por el gimnasio. Y te dices, pucha, me habría gustado saber que tenía todo esto porque, no sé ¿No? Es parte de ti y tienes que vivir con eso y éste hombre las descubre para ti. No sé cómo explicarlo. Es algo superpersonal. De haber tenido fluidos, creo que hasta habría tenido un orgasmo. ¿Y sabes por qué hace eso el forense? ¿Por qué me lo hizo a mí con ese cariño? No se, lo he estado pensando un montón, no creas, y… creo que lo hace porque a mí no se me nota. Claro, si me miras bien, sí. Pero a primera vista no se me nota lo muerta. Yo creo que al forense le gustan las muertas poco ostentosas. Yo soy muy sencilla. Y tú también, de verdad. Si no hubiera visto tu accidente en el taxi, hasta pensaría que estás vivo. Uno te tiene que mirar bien para darse cuenta, pero al final, un ojo con experiencia puede percibirlo.

xxEs por tu mirada, creo.

xxTienes ojos de muerto.

 

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