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GUADALUPE GRANDE – (TRAS)LÚCIDA

tras(lúcida) guadalupe grande

 

STAIRS TO HEAVEN

el sindicato de trabajadores del metro de Moscú
construye un túnel hacia la salud en las playas de Crimea
rondan los ’60 sin otra ociosidad que no llegar aquí

alguien canta en las escaleras
y las leyes no tienen más autoridad que una hipótesis

los caballos como grúas de mar horadan la escalinata del hospital
no es de esperar que los centauros se afilien a la vieja épica
a las antiguas consignas engalanadas de aureolas románticas
un estilo rabiosamente actual con sus notas de tuberculosis y difteria
ese acento de limosna histórica
ese estilo inconfundible de las batas de hospital
ese corte minimalista y sobrio de óbolo entregado a las puertas de la ley
donde llegan las ambulancias cargadas con los suspiros de los siglos futuros
tutús de bailarinas correligionarias sombreritos de las viejas institutrices sufragistas

crédulos pacientes terminales observan el baile junto a los restos del muro
con ese aire inequívoco de lo unívoco hasta aquí
llamémosle lágrimas de cocodrilo en la impostura
llamémosle cuatro nudos en el pañuelo del que no sabía firmar

desgajados ya sin pena ni gloria de una historia tan posible como olvidada
la especie de los gatos de tejado contempla a través de las ventanas del hospital
un deambular frenético
un desfile de oropeles de purpurina y girasoles de plástico aquejados de bipolaridad semántica

nada añaden a los archivos de la lucha de clases
ni a la nómina pertinaz que tensa ira y justicia
esta cuadriga a desfile tendido por los pasillos de davos
estas antiguas glorias jugándose al bingo las hipótesis de la ley
este castor vestido de almirante afectado de abstinencia de proteína ideológica en la enfermería
tampoco nosotros gatos pardos en las afueras de la fiesta hospitalaria
mirando con recelo y tal vez sorna dudosa la eficacia homeopática de la buena intención

alguien tan joven como el tiempo antes del tiempo
canta la limosna de la historia entre las cuerdas del ring de las salas de espera
alguien topo en la historia de la historia canta mientras el hospital sigue
girando
desfilando
bailando
con el fantasma
que se marcha
por las escaleras
del sindicato oficial
de las artes póstumas.

 

 

 

VV.AA. (TRAS)LÚCIDAS. Poesía escrita por mujeres (1980-2016). [Marta López Vilar ed.] Madrid; Bartleby editores, 2016.

 

ANIMALES ENTRE ANIMALES

Animales entre animales

 

GUADALUPE GRANDE

GATAS PARIENDO

Así escuchas las cosas de tu vida como el maullido de un gato al fondo del jardín

Te despiertas de madrugada y oyes al fondo muy al fondo ese remoto maullido de gato recién nacido

Y un verano y luego otro y otro más hasta llegar a esta noche

xxal fondo del jardín al fondo

Así escuchas las cosas de tu vida así escuchas las cosas del mundo a oscuras de noche palpando el susto de no entender o el de no querer hacerlo

y ese gato no para de maullar y es una pequeña herida no sabes de qué no sabes de quién pero ahí está insistiendo clamando de hambre y noche al borde del peligro al borde del abismo al borde del jardín Un coche un faro
luego nada

Y continuarán los maullidos más obcecados que tú y si no al tiempo al próximo verano hasta la próxima canícula sonido desvalido como una onomatopeya tan poco lírica que no la puedes escribir

Qué pensaría nadie y quién es nadie al leer esa onomatopeya tan líricamente escrita tan ridículamente sonora tan de viñeta de posguerra

pero suena cada noche

y tú para bordear la herida dices que así empezó todo cono una onomatopeya con un sonido tan innombrable como ahora el insistente maullido del gato recién nacido convocándote a dónde pidiéndote qué

O quizá algo peor tal vez nada te convoque y tan solo te despiertas en medio de la noche para ser el precario testigo que no puede traducir una onomatopeya Eso te dices para bordear la herida

Escuchas el maullido del gato Has visto un hombre sin brazos al borde de la limosna has rozado la pierna perdida del animal en el pantalón doblado sobre el muslo has comprendido que la muerte es un ramo de rosas de plástico atado a un farol
y te has preguntado qué palabra no es una onomatopeya indescifrable, una persecución en la sombra

Un verano y otro al fondo de la vida al fondo del jardín al fondo del sonido

Y las gatas siguen pariendo sin parar y paren onomatopeyas que al fondo del jardín resuenan como las tablas de la ley

 

 

 

 

DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR

PERRO, CADENA Y ESTACA (πr2)

El perro del almacén de palés
ladra cuando pasas frente a la valla.
Es un mastín que ladra desde el suelo,
tumbado bajo el sol,
muy cerca de su estaca.

No hay fiereza
en esa voz que lanza para nadie.
No hay alarma
en la profunda trinchera de sus ojos.
Hay campos en barbecho, y ráfagas de tierra.
Hay un calor de trigo y espejismo.
Hay noches, que no has visto ni verás,
donde a cada ladrido
responderá el inservible brillo de una estrella.

Que esto quede claro:
las estrellas no parecen ojos,
ni de divinos jueces son testigos.

Y también es inútil tu mirada.
Tú tienes una voz prestada, y él, un aullido sin respuesta.
Y estáis, los dos, muy dentro del silencio,
clavados en el centro de mil hectáreas de silencio y vallas.

Y sin embargo, calculas, como humano y racional,
la distancia entre el perro y la estaca.
Necesitas ese número que alguien dijo una vez
en el mostrador de una ferretería:
déme cuatro metros de cadena.

Recuerdas, porque eres descendiente de los griegos,
la fórmula del área de la circunferencia.
Pi por el radio al cuadrado.
Luego el perro, dada la longitud de la cadena, que es el radio,
tiene una superficie vital de 16pi metros cuadrados.

El perro del almacén de palés
ladra mientras calculas delante de esta valla.
Sigue ladrando sin rabia, sin voz,
desde una circunferencia real e imaginaria,
y tú quieres seguir inundando de números el desierto.
Calcular ahora los años, cuánto tiempo
lleva el perro ladrando desde 16pi metros cuadrados;
para multiplicar por 365 y por 24 y por 60,
y hallar la inabarcable cifra del dolor que va sumando ese ladrido,
y luego seguir multiplicando hasta dejar de ser humano,
hasta que los números se ovillen de cansancio.

Te gustaría saber, porque perteneces a la gran cadena humana,
que parcela, calcula y progresa,
si preferirá el mastín girar en el sentido de las agujas del reloj o en el contrario.
Pero también sabes que no importa:
El sentido de las agujas es siempre clavarse en el tiempo y la conciencia.

Lo que sabes, tras los números, es esto:
el ladrido del perro es una bóveda cansada
bajo la que se resuelven, con indiferencia,
viejas controversias de geometría, de alquimia,
del alma de los indios, las mujeres,
los perros, los ángeles y demonios,
así como la historia del hombre en estos campos.
Donde tú eres el eslabón,
e innecesario.

Te gustaría pensarte bajo el sol como una estaca.
Y que sean tus ojos la cadena,
y el perro el dios donde termina el mundo.
El alcance de tu mirada pi metros cuadrados
es el círculo de lo humano, antes de que empiecen
a tensarse en tu lengua los ladridos.

Y también hay cosas que no quieres imaginar.
Porque eres humano,
heredero de una larga estirpe de cobardes.

Me refiero
al mostrador de la ferretería,
al sonido de las monedas, de las cadenas,
y al eco de la estaca
mientras era clavada en una tierra
que no era todavía el centro de ninguna circunferencia.

Me refiero,
sobre todo,
a la incondicional alegría del mastín,
una vez cada dos semanas,
cuando se abre la puerta de la valla.

 

 

 

VV. AA. Animales entre animales. Murcia; Ed. Raspabook, 2015.

 

08011

08011

 

 

MANUEL SILVA ACEVEDO

SI ME DIERAN a optar
sería lobo
Pero qué puedo hacer si esta pobre pelleja
no relumbra como la noche negra
y estos magros colmillos no muerden ni desgarran

Si me dieran a optar
sabría acometer como acometo ahora
esta mísera alfalfa, famélica, ovejuna

Si me dieran a optar
los bosques silenciosos serían mi guarida
y mi aullido ominoso haría temblar a los rebaños
Pero qué hacer con mis albos vellones
Cómo transfigurar mi condición ovina.

 

 

¡A LA LOBA!
Gritaron los hombres ya bebidos
La bestia alzó las orejas
y corrió a refugiarse entre mis patas
Me miró a los ojos
y no había fiereza en su semblante
¡A la loba!
Volvió a escucharse el grito ya cercano
Ella agitó la cola
dio un lengüetazo en el agua
y vi sus ojos negros
recortados contra el azul del cielo
Después huyó hacia el monte
entonces yo, la oveja libre de sospecha,
me vi sola ante los hombres
y sus negras bocas de escopeta

 

 

PASA EL REBAÑO en fila funeraria
y atraviesa el pueblo con su fuente
Pasa el rebaño y pasa en seguimiento
de la oveja mayor, la más borrega
Pasa el rebaño en procesión sombría
y tras la huella los lobos cancerberos
van dejando un reguero de saliva
un rastro de sangre y poluciones
Pasa el rebaño y pasa por el puente
Pasan los vagabundos y los trenes
Pasa la loba amarga con sus tetas
Pasa el rebaño y pasa lentamente
Pasa la loba vieja, la más vieja
Pasa la oveja negra a guarecerse
Pasa la noche eterna, nunca aclara
Pasa el rebaño y bala hasta perderse.

 

 

SE DECLARÓ LA PESTE en mi familia
Vi a mis torpes madrastras
gimiendo con la lengua reseca
Murieron resignadas
arrimadas unas contra otras
Yo resistí la plaga
Ayuné, no bebí agua
Rechacé los cuidados
Y una noche a matarme
Vinieron los pastores armados de palos
A matar a la loba
en medio del rebaño diezmado.

 

 

 

 

GUADALUPE GRANDE

PÓRTICO

¿Será hacia esta luz?, «vivir es ver volver», entonces el regreso,
regresar para vivir,
retornar con la pupila de otros días a la mirada de hoy,

como regresan las plantas a sus hojas, como retorna la raíz a la luz, como llega el fruto a la semilla y a su íntima voluntad.

Todos se han ido y sólo queda regresar.

No es el baile de la memoria, no son los pasos
del recuerdo, no es la sombra de lo que ya no está,

es la luz en la que sólo acontece el regreso.

Te veo volver, te escucho en la luz azul del pentagrama.

Sabes que todos se han ido y la mano pequeña se quedó en la grieta del muro cuando guardaba la caja de las últimas cosas, la crisálida de la libélula, la cicatriz de la nieve, la carta que no enviaste, la llave de niebla, la colección de sellos para las amantes del padre, el hilo que guardaba tu madre para el laberinto, las uñas de los gatos muertos, el disco que siempre suena, mateo, mateo, por qué no me supiste esperar, la fotografía de la silla donde te sientas a mirar el mundo, un helecho de cristal, la espiga de oro, y e pico del mirlo y la sombra invisible de la alondra (pétalos secos para el amor, nido de levadura): palabras, tan sólo palabras,
un cuaderno para cada palabra,

y la luz azul de la memoria, «je reviens, je reviens»

y el ángel que te esperaba cada mañana en el autobús del colegio y que sólo ahora puedes ver.

Todos se han ido y sólo queda regresar,
memoria y sombra de la piel, regreso mudo de luz y hierbaroma que atraviesa la infancia y su cicatriz.

Queda en la grieta del muro el pequeño ataúd para tu ano, las últimas cosas en un calidoscopio incesante que gira despacio en la penumbra de los días, humo y sombra en su laberinto de espejos pequeños insectos, últimos gestos de la vida allí fragmentos de rastros, cuadernos para la caligrafía del tiempo.

 

 

LLEGA EL VIENTO  con las venas atadas a la memoria,

parte el barco de no saber y no hay sirenas sino el remoto afilador
en la esfera de la brújula.

Llega el viento con las hojas tendidas sobre la lluvia,

llegan los días del viento,
los aperos de la caligrafía, la suma de los arpones, la redención de Jonás en el bosque de álamos yertos que pudo plantar Akhab,
pero no fue así,
fue sólo el viento, el aire despierto anclado a la orilla de la niñez.

 

 

LLEGA EL ERIZO con una lágrima en cada espina,
viene a verte,
viene del bosque y su cartografía de raíces, de su oculta conversación y su murmullo mineral.
Abre el libro de lectura y marca el sendero con sus minúsculas garras, no lo olvides, no lo has de olvidar:
una lágrima en cada espina, espina de viento, espina de tiempo, espina de sal.

Miras el erizo con una gota de mar en cada espina,
y lo recuerdas bajo el agua y ves la cautela de tu pie,
y observas su oscuridad móvil afilada y quebradiza.
Miras el erizo con una lágrima de ausencia en el hueco de cada espina,
queda el engarce de su alma que ha venido a verte,
su alma violeta como un crepúsculo, su memoria como el firmamento.

Te asomas desde su boca hacia la luz y piensas que la noche ha de ser así,
esa constelación de lágrimas que fueron espinas, de espinas que fueron tiempo, de luz que calcina la herida
y deja esta pequeña joya sobre tu mano infantil.

 

 

 

 

EDUARDO MOGA

SOLILOQUIO PARA DOS  (fragmento)

Dime, alma, qué cincel has empleado
para que yo sea tu forma,
qué sombra subyace en mi sombra,
o qué memoria soy, qué invertebrada
conciencia.
xxxxxxxxxx¿Has moldeado el aire?
¿Asientes a mis volúmenes, a mis ojos?
Acaso sea hijo de tu luz,
y acaso ese resplandor aterido
me rescate de lo inconcebible
y me alimente de lo mortal:
tu fiebre me unce al ser.
¿Qué extraña potencia, alma,
constituyen mis manos?
¿Son las tuyas?
¿Tienes tú manos?
xxxxxxxxxxxxxxxx¿Ven?
Dime, oh, alma, si es tuyo este silencio
o si son los engranajes de mi cuerpo;
dime si dictas tú mi sangre
o es mi sangre la que te articula;
dime si eres mortal
o sólo sucumbes al azar.
¿Existes, alma?
xxxxxxxxxxxxxx¿Existo yo,
o soy un arañazo de la nada?
Te hablo, y no sé a quién.
¿Por qué es tu transparencia
mi opacidad?
xxxxxxxxxxxx¿Por qué desconozco tu idioma,
si en mí converge cuanto hay,
y me iluminan soles dispares,
y recae en mi piel el peso de lo que se aleja?
¿Por qué no te veo, alma,
si advierto las hondonadas celestes,
los remolinos de la fragilidad?
Me oigo anochecer, y morir,
y construirme;
te niego, alma: niego tu azul
y tus guadañas;
xxxxxxxxxxxxxxniego tus células,
en las que cunde lo incomprensible.
Y oigo tu levedad,
que me atenaza; y aquilato
tu soplo homicida,
el fluir de tu ausencia
por mis capilares
y mi ropa.
xxxxxxxxxx¿Eres, alma?
¿Determinas mi latitud y mi penumbra?
¿Coses mis latidos?
¿Me acunas?
xxxxxxxxxxx¿Por qué no recalas
en mis signos, y fotografías mis miedos,
y me ratificas en tu hoguera sin causa,
ajena al tacto, despojada de tildes,
pero que siento en el fondo de mi nombre,
derramada,
derramándose?
xxxxxxxxxxxxx¿Por qué no lloras?
¿Qué mar es el tuyo, alma?
¿Te poseo
xxxxxxxxxo soy yo tu objeto?
¿Qué abstracciones, pájaros,
estragos
son tu carne,
o la mía?
xxxxxxxxDescreo de ti, alma,
porque tengo frío: porque soy.
No estás: no desmientes los espejos,
ni hurgas en las heces del día,
ni te incumbe el horror del mundo;
no resides en lo sido,
ni te sientas a esta mesa en la que escribo
palabras que se esconden en la página,
palabras que son sólo la oscuridad
de ser yo.
xxxxxxxxxNo me habitas, alma,
aunque me construyas.
No te siento,
xxxxxxxxxxxpero estás en mí.
Pesas como el viento, me ahogas
como si me respiraras,
me rocías de tiempo.
¿Vives, alma, en lo que veo?
¿Eres los ojos con que veo,
los ojos con que no comprendo?
¿O te refugias en el pensamiento
y despliegas en sus sinuosidades
tu sonrisa desoxirribonucleica?
¿Eres una red de aminoácidos, alma,
un alboroto de átomos?
¿Eres maleza molecular, rizoma eléctrico
que trepa hasta la cúspide de la idea
y otorga su espesor a los músculos,
su luz a los fonemas?
¿O posees muros,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxfiebre,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxanatomía,
y obedeces, no al mandato de la química,
sino a la persuasión del mito
y al ascua de la voluntad?
Susurras.
xxxxxxxxxSusurras orquedades,
limos que se desprenden de sus hilachas y de sus córneas,
y se transforman en acto,
y condescienden a la soledad.
Pero digo mi nombre, alma,
y me pregunto quién,
qué,
de dónde,
y distingo humo,
xxxxxxxxxxxxxxxxel humo que emana de mí
y en cuyas volutas se imprime un rostro
desconocido,
el humo que es mi colon y mi tristeza,
el humo que procede como la hoz
y rebana la roca
y la rosa,
el yo
xxxxxy su no ser.
¿Es ése también, alma, tu nombre?

 

 

 

 

CHUS PATO

(de ‘m-Talá‘)
POEMA 1

cheguei a un lugar onde a dor impide o pensamento, o cerebro funciona como un fábrica de imaxes -ser máis precisa, un mar de corazóns. Moi ben, polo de agora agrándanse, metamorfoséanse en superficies planas, enchen ese mar, ata o horizonte. Poden suxerir grandes follas de plantas tropicais, carnívoras, logo illas-extensión, de San Brandán, floridas, toda esa área rameada sobre do mar
-búscame na dirección das Indias
enormes, inflados globos escarlatas, aboiando no naufraxio (máis tarde pin-ups, os aventais invadeesas augas, ata a liña do confín)

xxxxxxser fiel
xxxxxxnon escribir nunca esas palabras

xxxxxxídolos do corazón

corenta anos mirando para o muro, con cristais, mesmo a grande escala no aeroporto de 
Cartago
para que o aire se esgace
e se coroe

 

 

 

POEMA 1

llegué a un lugar donde el dolor impide el pensamiento, el cerebro funciona como una fábrica de imágenes -ser más precisa, un mar de corazones. Muy bien, por ahora se agrandan, se metamorfosean en superficies planas, llenan ese mar, hasta el horizonte. Pueden sugerir grandes hojas de plantas tropicales, carnívoras, después islas-extensión, de San Brandán, floridas, toda esa área en ramos sobre el mar
-búscame en la dirección de las Indias
enormes, inflados globos escarlata, flotando en el naufragio (más tarde pin-ups, los delantales invaden esas aguas, hasta la línea del confín)

xxxxxxser fiel
xxxxxxno escribir nunca esas palabras

xxxxxxídolos del corazón

cuarenta años mirando el muro, con cristales, incluso a gran escala en el aeropuerto de
Cartago
para que el aire se rompa
y se corone

 

 

 

 

(de ‘Charenton‘)
POEMA 1

para que esta beleza sexa tes que imaxinar un muro [(-¿é grande este muro?) (-extensdo)] de ladrillo con contrafortes que reforzan o ritmo; enfronre unha orla de verdura enmarca un portal destruído polo tempo. Unha poeta maior realiza esta travesía todas as mañás, as súas emocións son bastante / como o edificio que pecha o portón, desmanteladas polo abandono. As dúbidas para ela teñen a textura das engrobas e a respiración tenue dun boca a boca -esto ao respecto do esforzo máis ou menos ¿poético?- non sabe se debe ou non seguir arrastrando este código polos estreitos e serpentinos pasos das montaña ou se debe ou non perseverar cos exercicios extenuantes de salvamento e naufraxio, se debe ou non abandonar o que foi teima e xustificación de vida.

agora coloca diante de ti un verdor moi suave (carriza) que medra ao redor das tapas dos sumidoiros ou xeométrico cuadrangular nas beiras das lousas (é unha beirarrúa, non rfai falta dicilo). Nisto repara esta poeta tan devastada como unha arquitectura (ningún acanto, capitel, fuste, dórico) posiblemente o inmoble -nº 15 da rúa B, nunha vila moi estraña, nun país remoto- foi interrompido por unha desaparición, por falta de ánimo, de proxectos… pola corrosión dos anos. Logo un primeiro campo de xeada.

 

 

 

POEMA 1

para que esta belleza sea has de imaginar un muro [(-¿es grande este muro?) (-extenso)] de ladrillo con contrafuertes que refuerzan el ritmo; enfrente una orla de verdura enmarca un portal destruido por el tiempo. Una poeta mayor realiza esta travesía todas las mañanas, sus emociones son bastante / como el edificio que cierra el portón, desmanteladas por el abandono. Las dudas para ella tienen la textura de un desfiladero y la respiración tenue del boca a boca -esto al respecto del esfuerzo más o menos ¿poético?- no sabe si debe o no seguir arrastrando este código por los estrechos y serpentinos pasos de la montaña o si debe o no perseverar en los ejercicios extenuantes de salvamento y naufragio, si debe o no abandonar lo que ha sido empeño y justificación de vida.

ahora coloca delante de ti un verdor muy suave (musgo) que crece alrededor de las tapas de las alcantarillas o geométrico cuadrangular en el borde de las losetas (es una acera, no hace falta decirlo). En esto repara esta poeta tan devastada como una arquitectura (ningún acanto, capitel, fuste, dórico) posiblemente el inmueble -nº 15 de la calle B, en una villa muy extraña, en un país remoto- fue interrumpido por una desaparición, por falta de ánimo, de proyecto… por la corrosión del tiempo. Luego un primer campo de helada.

 

FÉLIX GRANDE

P1080374

 

Mérida, 4 de febrero de 1937 – Madrid, 30 de enero de 2014.

 

Ayer se fue uno de los poetas más grandes que ha dado este país en el siglo XX. Ayer fue un día de mierda. Eso sí, siempre quedarán en mi memoria las tres tardes que pasé con él en Murcia junto al poeta José Antonio Martínez Muñoz. Una de ellas, además, fue consecuencia de un ciclo que José Antonio Martínez Muñoz y un servidor organizamos en Murcia hace unos años, un ciclo por el que pasaron Carlos Vitale, Cristina Morano, Concha García, Rosa Lentini, León Molina, Ramon Dachs, Javier Moreno y Ferran Fernández, y que tuvimos la suerte y el honor de que le pusieran el cierre Félix Grande, Francisca Aguirre y Guadalupe Grande. Sí, los tres juntos, en un recital que nunca se había llevado a cabo en España. Un recital que se terminó llevando a cabo gracias a la mediación del Aula de Poesía de la universidad de Murcia. Ese día quedará grabado en mi memoria a fuerza de clase y conocimiento.

 

Grande Aguirre

 

Ahora no me vengan con que nos quedará su obra y demás tópicos típicos. Como escribía ayer Ben Clark: «no voy a decir aquí que ahora queda su obra y tal y cual y lo demás. Claro que queda. Pero yo quería que me quedara Félix Grande, también, y poder volver a verlo (…) y oírle hablar»…

 

MAPAS DE CERA

septiembre 23, 2013 Deja un comentario

Mapas de cera

 

LLEGA el viento con las venas atadas a la memoria,

parte el barco de no saber y no hay sirenas sino el remoto afilador
en la esfera de la brújula.

Llega el viento con las hojas tendidas sobre la lluvia,

llegan los días del viento,
los aperos de la caligrafía, la suma de los
xxxxxarpones, la redención de Jonás en el
xxxxxbosque de álamos yertos que pudo
xxxxxplantar Akhab,
pero no fue así,
fue sólo el viento, el aire despierto anclado a la orilla de la niñez.

 

 

 

LLEGA el erizo con una lágrima en cada espina,
viene a verte,
viene del bosque y su cartografía de raíces, de
xxxxxsu oculta conversación y su murmullo
xxxxxmineral.
Abre el libro de lectura y marca el sendero con
xxxxxsus minúsculas garras, no lo olvides, no
xxxxxlo has de olvidar:
una lágrima en cada espina, espina de viento, espina de tiempo espina de sal.

Miras el erizo con una gota de mar en cada espina,
y lo recuerdas bajo el agua y ves la cautela de tu pie,
y observas su oscuridad móvil afilada y quebradiza.
Miras el erizo con una lágrima de ausencia en el hueco de cada espina,
queda el engarce de su alma que ha venido a verte,
su alma violeta como un crepúsculo, su memoria como el firmamento.

Te asomas desde su boca hacia la luz y piensas que la noche ha de ser así,
esa constelación de lágrimas que fueron espinas
xxxxxque fueron tiempo, de luz que calcina la
xxxxxherida
y deja esta pequeña joya sobre tu mano infantil.

 

 

 

Grande, Guadalupe. Mapas de cera. Málaga; Rafael Inglada Ediciones, 2006.

 

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LA LLAVE DE NIEBLA

septiembre 22, 2013 Deja un comentario

Guadalupe Grande

 

EN RELATIVO

Que el mundo es imposible. Que las calles no pueden cabernos en el pecho. Que nada cabe en el hueco que le está destinado y así nos van las cosas. Que las hojas de los árboles siguen cayendo y el mar sigue diciendo una palabra que no podemos descifrar: una palabra en movimiento, una palabra en la que cabe el tiempo. Que estamos hechos de tiempo, pero no de mar. Que llevamos la cuenta del tiempo que vivimos, mareados, como si pudiéramos llevar las cuentas del mar. Que contamos la lluvia de los días y los pasos tartamudos de las horas. Que hacemos balance de minucias. Que se nos caen las palabras de la boca, sin entenderlas, como la nieve se aturde en el asfalto. Que confundimos la nieve con la sal, los relojes con la sangre, el pecho con un garaje, y nos consolamos creyendo que todo es relativo, como este pronombre.

 

 

 

POSTAL II
(ZAPATERÍA CÉNTRICA)

Un coche no es un animal, pero se le parece;
un atasco de tráfico se parece a un rebaño,
pero no lo es.

Nadie puede saber hacia dónde van tantos artefactos
sobre cuatro ruedas,
y es tan fácil pensar que hacia el desastre.

Venimos caminando hacia el desastre
desde que inventamos los zapatos,
y hemos llegado hasta estas calles,
sin decirle nada a nadie,
casi como sin querer,
empujados tan sólo
por la inercia de las suelas
y nuestros corazones desolados
en un viaje prematuro.

xxxxxTodo habitante de ciudad es hoy sietemesino.

 

 

 

POSTAL VII
(FÁBRICA DE MONEDA Y TIMBRE)

En el centro de cada moneda
se asoma hacia la calle
la pupila de la limosna.

Una lágrima helada,
una lágrima de tinta
en la que se conjugan todas las palabras
hasta llegar aquí,
xxxxxespejo sin azogue
que cierra la cuadratura del círculo:

xxxxxuno por uno es uno,
xxxxxdos por dos en las manos de cada esquina,
xxxxxtres por tres en los túneles del desconcierto,

salta la oca en las lágrimas de la limosna.

 

 

 

Grande, Guadalupe. La llave de niebla. Madrid; Ed. Calambur, 2004.

 

SINFONÍAS Y UN POEMA INÉDITO

Termino hoy con el repaso que puedo dar de la obra de Ferran Fernández (aún me faltan sus dos últimos libros). De todos modos, tengo el lujo de tener en mi biblioteca los tres números que entre 2005 y 2006 publicó ‘La última canana de Pancho Villa‘ con ‘Sinfonías‘ de Ferran. Aquí tienen tres imágenes de esas sinfonías:

 

Ferran 1

 

Ferran 2

 

Ferran 3

 

 

Pero es que, además, en un ciclo que tuve la suerte de coordinar entre 2006 y 2007 junto al poeta y periodista José Antonio Martínez Muñoz (del que hablé aquí hace unos días con motivo del recital que dio en el Museo Ramón Gaya), uno de los invitados fue Ferran Fernández, y con el maravilloso diseño de Cristina Morano publicamos unas plaquettes con textos inéditos de los invitados (entre quienes estuvieron Carlos Vitale, Concha García, Rosa Lentini, Félix Grande, Francisca Aguirre y Guadalupe Grande entre otros). De la plaquette de Ferran dejo uno de esos textos inéditos que tuvo a bien regalarnos.

 

Ferran 4

 

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Hache

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