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TRES POEMAS DE ‘LA BELLEZA DEL MARIDO’ DE ANNE CARSON
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VI. LIMPIARTE LAS PEZUÑAS ES AQUÍ UNA DANZA EN HONOR DE LA UVA QUE A LO LARGO DE LA HISTORIA HA SIDO UN SÍMBOLO DE JOLGORIO Y ALEGRÍA POR NO DECIR UNA ANALOGÍA DE LA NOVIA COMO FLOR SIN CORTAR
El olor
nunca lo olvidaré.
Afuera detrás del viñedo.
Un espacio de piedra quizá un cobertizo o una casa de nieve en desuso.
Octubre, un poco de frío. Heno en el suelo. Habíamos ido a la granja de su abuelo para ayudar
a prensar
las uvas para el vino.
Nadie puede imaginar la sensación si no lo ha hecho nunca:
duras ampollas de húmedo satén rojo explotan bajo los pies,
entre los dedos y arriba en las piernas los brazos la cara reventando por todo…
Se te mete en la ropa dijo él mientras nos afanábamos
en la tinaja.
Cuando te la quites
estarás empapada de jugo.
Me miró cuando dijo vamos a comprobarlo.
Desnuda en el espacio de piedra era verdad, manchas pegajosas, piel, me tumbé en el heno
y él lamía.
Lo lamió todo.
Salió corriendo y cogió más posos con las manos y me los untó
en las rodillas en el cuello en la barriga lamiendo. Buceando.
La lengua es el olor de octubre para mí. Lo recuerdo como si
nadara en un río rápido, pues no dejaba de moverme y era difícil moverse
mientras que todo a mi alrededor
también se movía, ese olor
a tierra removida y plantas frías y la noche acechante y
la vieja tinaja humeando levemente en el crepúsculo ahí fuera,
jugo puro en él.
Estambres en él
y como dijo Kafka al final
la natación no me ha servido de nada sabes al fin y al cabo no sé nadar.
Bueno ocurre que más del 90% de toda la uva cultivada es una variedad de
Vitis vinifera
la uva europea o del viejo mundo,
mientras que las uvas americanas autóctonas derivan
de ciertas especies salvajes de Vitis y se distinguen por su olor «sexy»
además de por el hecho de que su piel se escurre licuada de la pulpa.
La uva de vino ideal
es aquella que se prensa con facilidad.
Esas son las cosas que aprendí del abuelo
cuando nos sentábamos en la cocina tarde en la noche pelando castañas.
Y que bajo ninguna circunstancia debía casarme con su nieto
a quien él llamaba tragikos una palabra rural que significa tanto trágico como cabra.
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VIII. ERA TAN SOLO LA COLADA NOCTURNA RESTALLANDO SUS VOCALES EN EL TENDAL CUANDO MADRE DIJO QUÉ ES ESE RUIDO
Los poetas (sed generosos) prefieren disimular la verdad bajo estratos de ironía
porque esa es la apariencia de la verdad: en capas y elusiva.
¿Era él poeta? Sí y no.
Sus cartas, convengamos, eran altamente poéticas. Caían en mi vida
como polen y la tintaban. Las escondía de mi madre
pero ella siempre se enteraba.
xxAmante, misericordiosa
xxescribes pero
xxno vienes a mí. Esta no la leyó mi madre.
xxLos rabinos comparan la Torá con el angosto sexo de la gacela
xxpara cuyo marido cada vez
xxes como la primera. Esta no la leyó mi madre.
xxEste es un ejemplo en que él tiene que excitarla a ella.
xxEste es un ejemplo donde él no tiene que excitarla a ella.
xxNo hay ninguna dificultad (véase la ilustración). Esta por desgracia la leyó mi madre.
Si es verdad que estamos asistiendo a la agonía del raciocinio sexual en nuestra época
entonces este hombre era una de «esas máquinas originales»
que lleva los mecanismos libidinosos a una nueva transparencia.
Mi madre se enfrentó a él como la producción a la seducción.
Cuando me negué a cambiarme de instituto miró a mi padre.
Al cabo de un año nos mudamos a otra ciudad
y por supuesto la distancia no hizo nada, él daba lo mejor de sí en sus cartas.
Un hábito temprano el secretismo, «chantaje de lo profundo» una ley molecular.
Examinémoslo.
La represión dice más sobre el sexo que cualquier otra forma de discurso
o al menos eso dicen los modernos expertos. ¿Cómo consigue alguien
tener poder sobre otro? es una cuestión algebraica
solías decir. «El deseo duplicado es amor y el amor duplicado es locura.»
La locura duplicada es matrimonio
añadí
cuando el sarcasmo se enfrió, sin intención de establecer
una regla de oro.
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IX. PERO QUÉ PALABRA ERA
Una palabra que de repente
apareció en todas las paredes de mi vida inscrita simpliciter sin explicación.
Cuál es el poder de lo inexplicado.
Ahí estaba él un día (nueva ciudad) en un campo de heno frente a mi instituto de pie
bajo un paraguas negro
y un viento molesto y brusco.
Nunca pregunté
cómo había llegado allí una distancia de quizá 300 millas.
Preguntar
infringiría alguna regla.
¿Has leído el «Himno homérico a Deméter»?
Recuerda cómo Hades sale cabalgando de la luz diurna
a lomos de sus caballos inmortales envuelto en caos.
Se lleva a la chica abajo a una fría estancia subterránea
mientras su madre pulula por el mundo y ataca a todo ser vivo.
Homero lo presenta
como la historia de un delito contra la madre.
Pues el delito de una hija es aceptar las leyes de Hades
que ella sabe que nunca podrá explicar
y por ello tan campante le dice
a Deméter:
«Madre esta es la verdad de la historia.
A hurtadillas me puso
en la mano una semilla de granada dulce como la miel.
luego a la fuerza y contra mi voluntad me obligó a comer.
Te digo la verdad aunque me duela».
¿La obligó a comer cómo? Conozco a un hombre
que establecía reglas
contra la exhibición del dolor,
contra preguntar por qué, contra querer saber cuándo le volvería a ver.
De mi madre
emanaba una fragancia, un miedo.
Y de mí
(lo supe por su cara en la mesa)
olor de semilla dulce.
¿Las rosas en tu habitación te las envió esas?
Sí.
¿Con motivo de qué?
No hay motivo.
Qué pasa con el color.
Color.
Diez blancas una roja qué significa eso.
Imagino que se les acabaron las blancas.
La meta de cualquier madre es abolir la seducción.
La reemplazará con lo que es real: productos.
La victoria de Deméter
contra Hades
no consiste en el regreso de su hija desde ahí abajo
sino en el mundo en flor:
calabazas tentaciones corderos retama sexo leche dinero.
Todo eso mata la muerte.
Todavía tengo esa rosa roja polvo seco ya.
No quería decir himen como ella imaginaba.
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Carson, Anne. La belleza del marido (Trad. Andreu Jaume). Barcelona; Ed. Lumen, 2020.
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NO PORQUE ESTUVIERA ALLÍ, SINO PORQUE HABÍA REGRESADO
xxxLlegaba mamá y Aurelia llamaba a Julia: Ya es hora de que te sientes a la mesa. Dios mío qué chica. Y Mamá, recién llegada de la calle, empezaba como de costumbre: Cómo está el tráfico, no se puede coger el coche en esta ciudad, si os digo que he bajado hasta… y encima me han puesto una multa. Y Papá, sin dejar el periódico: Pues no la pagues, al menos que se tomen la molestia de venir a cobrar. Hola, Julita. Hola, Papá. Y Mamá: Ah, ¿pero estás aquí?, yo diría algo a tu madre, ¿no? Qué facha, con esos pelos. No me digas que has salido así a la calle.
xxxEn el fondo, Papá le era indiferente. le despreciaba desde su regreso a casa después de nueve años de ausencia. Invariablemente le encontraba sentado en el sillón, leyendo el periódico que le duraba todo el día, o durmiendo frente al televisor. En cuanto Papá regresó a casa todo terminó entre él y Julia. Julia pensaba que tal vez su vida hubiese sido distinta si Papá no hubiera regresado, si no se hubiera vendido de nuevo a Mamá y a la abuela Lucía, si no la hubiera vendido también a ella para disfrutar de la asquerosa paz y tranquilidad que reclamaba a cada momento. Sentado en su sillón, despertaba o levantaba la cabeza del periódico: Haced cuanto os plazca, pero dejadme en paz; no quiero preocupaciones.
xxxElla, desde el regreso de Papá, desde la noche en que llegó a casa (después de continuas discusiones telefónicas entre mamá y varias personas) y se encerró en el salón con Mamá, la abuela Lucía y tío Ricardo hasta las tres de la madrugada (ella se mantuvo despierta, alerta. Ernesto entró en su dormitorio hacia la una y le dijo satisfecho: Papá se queda ¿no te alegras?), creyó que él, Papá, conocía su reproche. Y aún más: que Papá lo comprendía y, en el fondo, lo aprobaba.
xxxA la mañana siguiente cuando vio a Papá en el comedor, desayunando en compañía de toda la familia, sonriente, como si nada fuera de lo normal hubiera sucedido, tuvo que reprimirse para no echarse a llorar, para no insultarle y escupirle a la cara, para no reprocharle su enorme debilidad, su cobardía, su pobreza de espíritu y la falta de amor hacia ella. La había decepcionado. Julia, a raíz de las primeras miradas cruzadas con Papá, creyó que él conocía tal sentimiento de decepción, de vergüenza. Creyó entenderlo así por la torpes palabras de Papá durante aquel primer desayuno en casa, después de nueve años. Qué guapa estás, Julita. He visto a tu gato, está enorme. Ella tenía los ojos llenos de lágrimas, apretaba los labios con fuerza, la barbilla le temblaba. Papá sonrió ligeramente a Mamá y, luego, a Julia; fijó la mirada en el tazón de café con leche y miró de nuevo a Julia. Ella estuvo segura. No dudó ni por un momento. Recogió aquella mirada como una disculpa de Papá por estar en casa, desayunando con Mamá (indiferente, tranquila; al fin y al cabo aquel regreso nada significaba para ella, como tampoco nada significó la ausencia de Papá durante nueve años), con Ernesto, charlatán y sonriente (se había vestido con un traje nuevo y peinado con más esmero que nunca. Se le veía contento, satisfecho, no por que Papá estuviera allí, sino porque había regresado. Aquel regreso significaba el triunfo de Mamá y Ernesto lo celebraba íntimamente, escandalosamente, y con la abuela Lucía, erguida en la silla, alta, esquelética, ordenándole a Julia con voz ronca: Toma azúcar con la leche, fortalece.
xxxDurante mucho tiempo Julia jamás dudó de su complicidad con Papá. Creía palparla cada vez que Mamá arremetía contra ella y buscaba en Papá un refuerzo para sus sermoneos. Papá daba la razón a Mamá, pero con un simple: Sí, es cierto, ¿pero, qué importancia tiene?, déjame en paz. Acto seguido Papá suspiraba y movía la cabeza; sonreía y la acariciaba. Julia aceptaba aquella muestra de debilidad, de aparente engaño, como una de las muchas facetas del juego que se había establecido entre ellos desde la llegada de Papá. Bajo la aparente confabulación con Mamá, Julia creía encontrarla y significaba para ella la última esperanza de que Papá permanecía más ligado a ella por su pacto secreto que a ellos por la convivencia diaria.
xxxPor eso ahora, al verle derrotado, vencido en el sillón, reclamando paz y tranquilidad, lo despreciaba. Nada podía decirle, no le pertenecía absolutamente en nada, nunca Papá comprendió su alianza. Julia se preguntaba a menudo si el antiguo pacto con Papá no fue más que una fantasía, o si, por el contrario, cuando regresó a casa, Papá fue sincero y la traición no apareció en él hasta que transcurrieron los días y Mamá y la abuela Lucía le vencieron poco a poco en la diaria y absorbente lucha. Julia se planteaba el problema, pero nunca habló de ello con Papá. Sólo una vez rozó el tema, dolorosamente. Un año antes. Julia yacía en la cama del hospital. Le dolía todo el cuerpo y tenía una extraña sensación: como si se le hubiera agrandado la cabeza y agujereado el estómago. Tuvo la seguridad de que iba a morir. Tenía miedo, necesidad de que alguien estuviera a su lado. Alguien abrió la puerta. Papá entró. No tenía interés en verle, pero agradeció que fuera él en lugar de Mamá. Vagamente recordaba que cuando Mamá acudió a su lado (no tenía conciencia del tiempo transcurrido) la había echado a gritos de aquella habitación. No sentía deseos de ver a Papá, pero su presencia no la irritaba. Qué disgusto, Julia. Qué tontería… Entonces estuvo a punto de reprochárselo. Ya no le dolía. Le daba igual. Pero ahora Papá se permitía fingir comprensión e interés. Se permitía preguntar por qué. Mamá, seguramente, pasearía nerviosa por los pasillos, acompañada de Ernesto, la abuela Lucía y tío Ricardo. Ernesto consolaría a Mamá, nunca le faltaban palabras. Era un hijo encantador, como decía Mamá. No quería mirar a Papá. El sol entraba por la ventana y aumentaba la blancura de las baldosas de la habitación. Tanto resplandor hería los ojos. Fijó la mirada en las ropas de la cama blancas también. Le era imposible controlar el temblor de su cuerpo. Tenía miedo. Ni siquiera sabía si iba a morir, pero no quería preguntárselo a Papá. Se mordió los labios en un último intento de callarse, pero al final le dijo: ¿Por qué regresaste? ¿Qué dices, Julia? Tú volviste a casa. Papá le puso la mano en la frente. Julia oyó cómo él murmuraba: Dios mío, delira. Tuvo ganas de reír por la expresión trágica de Papá. Una enfermera entró en la habitación: Váyase, es mejor, le inyectar´´e un calmante. Julia se volvió hacia la ventana y empezó a llorar, muy despacio, silenciosamente. La alianza con Papá nunca existió.
Moix, Ana María. Julia. Barcelona; Ed. Lumen, 1991.
DÉBILES Y ESTÚPIDOS
Seres estúpidos como Félix y mi hija merecen que les condenen a picar piedra, con un grillete de cien toneladas en cada pie. Él hace del amor un arma de posesión, ya que la pobreza de su espíritu no le permite saciar sus ansias de dominio, y ella justifica en él su debilidad y cobardía. Están hechos el uno para el otro; débiles y estúpidos se buscan y acaban siempre por encontrarse. Así va el mundo.
Moix, Ana María. Julia. Barcelona; Ed. Lumen, 1991.
ESTRATEGIAS DEL DESEO
ESTRATEGIAS DEL DESEO
Las palabras no pueden decir la verdad
la verdad no es decible
la verdad no es lenguaje hablado
la verdad no es un dicho
la verdad no es un relato
en el diván de un psicoanalista
o en las páginas de un libro.
Considera, pues, todo lo que hemos hablado tú y yo
en noches en vela
en apasionadas tardes de café
—London, Astoria, Arlequín—
sólo como seducción
en el mismo lugar que las medias
y el liguero de encaje:
estrategias del deseo.
HIJOS DEL AZAR
No tenía ganas de subir al avión
pensaba que iba a estrellarse
xxxx(a veces pasan cosas así).
No tenía ganas de estar en esa ciudad
xxxxni en ninguna otra
no tenía ganas de ir a una Feria de Libros
ni de flores ni de autos
me dolía la cabeza
no tenía ganas de leer poemas en público
(no quería declamar).
Pero leí
xxxx—al fondo el ruido del mar y de los barcos—
sólo porque se trataba de un puerto
sólo porque era Barcelona.
Después, en la cama,
jugamos al «como si»…
«Si no hubieras tomado ese avión»
«Si no hubieras leído»
«Si no me hubieras mirado»
«Si no te hubiera mirado»
Ninguna certeza
xxxxninguna certidumbre
xxxx¿el encuentro fortuito?
«Te hubiera encontrado de todos modos —dices—
siempre encuentro lo que busco.»
Ah, las certezas de la juventud:
tenías veinte años menos que yo
y no habías perdido ninguna guerra.
CUENTAS CLARAS
No sería raro
que un día cualquiera
—hoy, por ejemplo—
me dijeras la cifra exacta de dinero
que cuesta nuestro amor
en viajes
hoteles
e interminables llamadas telefónicas.
Al fin y al cabo
el dinero todo lo mide
así que si este amor
nos cuesta mucho dinero
será que es amor del bueno
del importante.
Sin embargo
recuerdo:
una vez
en mi juventud
fui feliz compartiendo el único cigarrillo
en un cuarto de pensión
fui feliz haciendo el amor a la intemperie
entre los juncos
fui feliz sin hotel
ni casa ni teléfono
ni lencería de encaje.
Tenía sólo dieciocho años.
PANAL
Tu sexo es un panal
donde mil abejas laboriosas
liban una miel que se me queda entre los dedos.
DE AQUÍ A LA ETERNIDAD
Descubrir a Dios entre las sábanas
—no en el templo fariseo
ni en la altiva mezquita—
sábanas blancas
sudario del amor que te cubría
manto sagrado
iniciar la bienaventurada ascensión
de tu piel a la eternidad
de tu vientre al círculo celestial
sentir a Dios en tus húmedas cavidades
en el grito vertiginoso
de la jauría de tus vísceras
saber
que Dios está escondido entre las sábanas
sudoroso
consagrando tu sangre menstrual
elevando el cáliz de tu vientre.
Descubrir de pronto que Dios
era una diosa,
última ascesis,
de aquí a la eternidad.
DE AQUÍ A LA ETERNIDAD IV
No he amado las almas, es verdad
sus pequeñas miserias
sus rencores sus venganzas
sus odios su soberbia
en cambio he amado generosamente
algunos cuerpos
mi amor los ha embellecido
más que el maquillaje
mi amor los ha enaltecido
siempre es más fácil amar un seno flácido
un ojo ligeramente estrábico
que el mal carácter
la mezquindad
o el narcisismo
llamado otrosí ego.
No he amado las almas, es verdad,
sus pequeñas miserias
sus rencores sus venganzas
sus odios su soberbia
en cambio
he amado hasta el éxtasis
algunos cuerpos
no necesariamente hermosos.
LE SOMMEIL, DE GUSTAVE COURBET
Si el amor fuera una obra de arte
yaceríamos todavía desnudas y dormidas
la pierna sobre el muslo
la cabeza sobre el hombro —nido—
resplandecientes y sensuales
como en Le sommeil de Courbet
cuya belleza contemplamos extasiadas
una tarde, en Barcelona
(«Salimos de una cama para entrar en otra»,
dijiste).
No hubiéramos despertado nunca
ajenas al paso del tiempo
al transcurso de los días y de las noches
en un presente permanente
de tiempo paralizado
y espacio cristalizado.
Quise vivir en el cuadro
quise vivir en el arte
donde no hay fugacidad
ni tránsito.
Pero se trataba sólo de amor
no del cuadro de Courbet
de modo que despertamos
y era el ruido de la ciudad
y era el reclamo de la realidad
los crueles menesteres
—las pequeñeces de las que habló Darío—.
Se trataba sólo de amor
no del cuadro de Courbet
de modo que despertamos
y eran los teléfonos las facturas
los recibos de la luz la lista del mercado
especialmente era lo fútil,
lo frágil, transitorio,
lo banal, lo cotidiano
eran los miedos las enfermedades
las cuentas de los bancos
los aniversarios de los parientes.
Dejamos solas
abandonadas a las bellas durmientes
de Courbet
solas
abandonadas en el museo
en las reproducciones de los libros.
Se trataba sólo de amor
es decir, de lo efímero,
eso que el arte siempre excluye.
MALAS JUNTAS
A la hora del lento crepúsculo asesino
escucho jazz como una condenada
se aferra al último cigarrillo.
EXTRANJERA
Extranjera en la ciudad
extranjera entre los otros
de noche
me encierro en el bar gay.
Ah, mis hermanos…
el alegre maricón con el pelo verde
que baila sensualmente
mientras se mira en el espejo
cual Narciso teñido
la profesora de ffrancés
vestida de George Sand
con su alumna preferida
(Balthus)
y las parejas siamesas
que han conseguido
eliminar las diferencias.
Pido una copa
todo el mundo baila,
todo el mundo menos yo.
¿Será posible que aquí también
entre falsos pelirrojos
y lesbianas sin pareja
te sientas otra vez una extranjera?
ADICCIONES
Cuando me cansaba de un amor
me dedicaba al juego
—casino del parque Rodó, casino de Carrasco
Amélie Les Bains, Sant Pere de Ribes—.
Y perdía el poco dinero que tenía
pero por un rato
—un par de horas cada noche—
recuperaba la excitación que el amor ya no me daba.
Creía que se trataba de una cuestión de sentimientos
pero la psicóloga me dijo:
«adicta a la intensidad».
¿Será posible que haya amado
al dieciséis rojo
tanto como a tu vulva?
¿Es posible que esperar negro el siete
me produzca la misma excitación
que el color de tus bragas?
PERFUME
El olor de tu sexo en mis dedos
dura más que el Must de Cartier.
BARNANIT V
El camarero del bar donde amo
escribo sueño pienso me aburro
te espero (mi segunda residencia
si fuera una escritora de moda
una tenista o una presentadora de televisión)
el camarero del bar me sonríe
a pesar del calor del verano.
Trabaja demasiado
catorce horas de una mesa a la otra
y el pedido lo más rápido posible
cualquier día se va a deshidratar
y los médicos le darán pastillas de potasio,
no un salario mejor
ni menos horas de trabajo.
El camarero tiene camisa blanca
y pantalón negro
los cabellos cortos
veinticinco años.
Le gustaría irse a dormir
pero los parroquianos de estío en la ciudad
somos pobres, insomnes y muy pesados
comemos bebemos charlamos
está deseando irse
¿para esto se hizo la revolución bolchevique?
¿para esto triunfó el capitalismo?
Catorce horas salvajes
catorce horas sumisas.
«Después me toca limpiar», me dice
con resignación.
No leyó El capital
no sabe posiblemente en qué consiste la plusvalía
pero la genera.
Las mesas están sucias
los residuos del comer
del beber
los servicios también están sucios
cuando se cumplan las catorce horas se irá
mal pagado
mal dormido
convencido de que éste es el único sistema posible.
Es verdad
yo tampoco puedo pagarle con poemas
yo también estoy mal pagada.
Le deseo las buenas noches
me voy a dormir
nuestra jornada de bar ha sido larga
a pesar de que yo sí leí El capital.
QUERIDA MAMÁ
¿Cuándo te morirás
para que yo pueda suicidarme
sin sentimiento de culpa?
LE DIGO A MI SEXO
Contrólate, serénate, tente quieto, no te desmandes,
no inventes, no sueñes, no finjas, no exageres, no eleves templos
sobre unas pobres piedras, no idealices, no sueñes con el paraíso,
no delires:
al fin y al cabo, todo el mundo tiene uno,
hasta los perros y las ratas.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
CONTEMPORÁNEOS DE LA TEORÍA LITERARIA
Ando leyéndome la ‘Poesía Reunida’ de Cristina Peri Rossi, publicada por Lumen en 2005, y en su libro ‘Aquella noche’ me encuentro con dos poemas que me han recordado mucho aquel reportaje que Luna Miguel publicó en marzo en Playgroungmag.
Los dos poemas son estos.
MIS CONTEMPORÁNEOS
He compartido mesa
congresos conferencias
con muchos escritores
Los he oído recitar
pontificar
exhibirse como machos en celo
apostrofar
sentenciar
juzgar
Los he visto firmar autógrafos
los he contemplado ligar
emborracharse
subir a la habitación
con la admirador arrobada.
Todos ellos sabían algo
que las lectoras no saben:
la literatura no es de verdad.
TEORÍA LITERARIA
Escriben porque tienen el pene corto
o la nariz torcida
porque un amigo les robó la amante
y otro le ganaba al póquer
Escriben porque quieren ser jefes de la tribu
y tener muchas mujeres
un cargo político
un tribunal
una tarima
(muchas mujeres).
No se leen entre ellos
no se lo toman en serio:
nadie está dispuesto a morir
por unas cuantas palabras
colocadas en fila
(de izquierda a derecha,
no al estilo árabe)
ni por unas cuantas mujeres:
después de los cuarenta,
todos son posmodernos.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
AQUELLA NOCHE
AQUELLA NOCHE
La noche en que nos conocimos
yo empecé a perder
La cerilla explotó
y me quemó los dedos
manché mi blusa con el vino
Olvidé por completo el nombre
del mes y del día.
xxxxTanta turbación
sólo podía ser la prueba
de un deseo muy grande
tan grande
que ni tú misma
podías satisfacer.
HUMILDAD
Nunca he pretendido que una sola idea
explicara la diversidad del mundo
ni un Dios
fuera más cierto que numerosos dioses
Nunca he pretendido que la psicología
excluyera a la biología,
ni que tener un sexo
excluyera al otro.
Nunca he pretendido que una sola persona
colmara todos mis deseos
ni satisfacer todos los deseos
de una sola persona.
Nunca he pretendido vidas anteriores
ni vidas futuras:
no creo haber sido
nada más que lo que soy
y eso, a veces,
con grandes dificultades.
DÍA GRIS
Deja que el gris
difumine los contornos
y con tinieblas
envuelva todas las cosas:
en los vapores de humedad
flotan los rostros
las casas
los recibos de la luz
y, de vez en cuando,
se deslizan —sin ser vistos—
los fantasmas
de las cosas que deseamos
sin osar decir su nombre.
ADICCIÓN
No, no ingiero drogas.
Desde pequeña
sé intoxicarme sola.
UNA HISTORIA DE REVOLUCIONES
De joven quería cambiar
el mundo. Se hizo guerrillera,
pero comprendió que para cambiar el mundo
había que cambiar a los hombres.
Consiguió sobrevivir
y se hizo feminista,
pero comprendió que para ser feminista
era necesario cambiar a las mujeres.
Entonces, abrazó una religión.
Pero religiones había muchas,
de modo que pronto se cansó.
xxxxAhora, se limita a cambiar
el canal de la televisión.
BIOGRAFÍA
Recuerdo que de mí los adultos
dijeron que tenía inclinaciones literarias,
como se dice de alguien
que tiene inclinaciones malsanas,
inclinación a la delincuencia
o a la drogadicción.
No se equivocaron.
ÁLBUM DE FOTOS
Del álbum
habías eliminado
cuidadosamente
las fotografías
de tus antiguos amantes
De ellos
sólo quedaba el vacío
Pensé en esas tijeras
y supe
cuál era mi futuro.
POETAS
Los poetas no somos fiables para nadie.
No somos fiables para los editores,
que prefieren editar novelas,
no somos fiables para los bancos,
porque no tenemos ingresos fijos,
no somos fiables para los diarios,
que prefieren publicar guerras y atracos,
no somos fiables para los caseros,
porque nos atrasamos en el alquiler.
No somos fiable
ni para los lectores:
les gusta gastar el dinero
a renglón corrido,
no a renglón partido.
HUMILDAD II
Un niño de seis años
observa atentamente
los cinco mil libros
de mi biblioteca
y me pregunta,
muy interesado,
si yo los he escrito todos.
Le contesto sinceramente que no,
sólo una ínfima parte.
Entonces, pierde todo interés
y se va a jugar con el ordenador.
Tiene razón:
¿cómo podría sentirme orgullosa
de tan poca cosa?
REENCARNACIONES
Una joven filósofa quiere convencerme
de la teoría de la reencarnación. Ella
misma cree haber sido —en otros tiempos—
un oficial del ejército de Napoleón
y una pitonisa, en la Atenas clásica.
Cuando muera, está segura de que volverá
a reencarnarse, porque todavía su ciclo
no ha terminado. Calcula que le quedan
dos o tres vidas por delante.
Jamás me convencerá. No me gusta tanto la vida
como para creer que he tenido algunas anteriores,
y especialmente, no me gusta tanto la vida como
para creer que tendré otra futura.
«Con ésta, me ha bastado», le digo.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
OTRA VEZ EROS
CONDICIÓN DE MUJER
Soy la advenediza
la que llegó al banquete
cuando los invitados comían
los postres
Se preguntaron
quién osaba interrumpirlos
de dónde era
cómo me atrevía a emplear su lengua
Si era hombre o mujer
qué atributos poseía
se preguntaron
por mi estirpe
«Vengo de un pasado ignoto —dije—
de un futuro lejano todavía
Pero en mis profecías hay verdad
Elocuencia en mis palabras
¿Iba a ser la elocuencia
atributo sólo de los hombres?
Hablo la lengua de los conquistadores
es verdad,
aunque digo lo opuesto de lo que ellos dicen»
Soy la advenediza
la perturbadora
la desordenada de los sexos
la transgresora
Hablo la lengua de los conquistadores
pero digo lo opuesto de lo que ellos dicen.
ANTROPOLOGÍA
Dicen amar las cosas que sin embargo
cazan.
Se reúnen por hábitos y profesiones.
Desdeñan las cosas que no entienden
y verdaderamente: entienden pocas cosas.
Poseen mala memoria,
pero temen a la muerte y al paso del tiempo.
Inventaron los relojes y la guerra.
Prefieren actuar en grupo.
Sus acoplamientos suelen ser banales.
xxxxSe dieron una historia y una filosofía,
pero lloran como niños de pecho cuando les duele un diente.
Se quejan de la desgracia
xxxxy la felicidad los abruma.
En algunas ocasiones cantan y bailan.
Se destruyen mutuamente.
Enferman muy a menudo.
xxxxSe preguntan cuál es el sentido de las cosas,
y, aterrados por el enigma,
xxxxdeciden colectivamente no pensar.
Se reconocen entre sí por el color de la piel.
En sus casas
siempre hay espejos y relojes.
xxxxReniegan del pasado
pero el futuro les da miedo.
Se encierran unos a otros en prisiones.
Llaman justicia a la costumbre
y detestan estar solos.
xxxxSe han dado una técnica
una industria una aviación y una marina
pero sus incertidumbres son cada vez mayores.
Se reproducen sexuadamente.
Asisten a los templos en épocas de penuria.
Enardecidos, destruyen lo que tocan,
y después, lo lloran.
Antes de morir balbucean el nombre del ser que aman
xxxxpero se equivocan
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy no amaron a nadie.
FILOSOFÍA
Ante la esfericidad abstracta del planeta
la redondez turgente de tus senos pulidos
Ante la prepotencia de la razón
tu risa descabellada de amazona cáustica
Ante la caída internacional del comunismo
el desmoronamiento brusco de tu falda
Ante el proclamado Fin de la Historia
el nacimiento de un nuevo lunar en tu hombro
Ante las guerras futuras
el estrabismo voluptuoso de uno de tus ojos
Ante la previsible muerte
la fricción de tu cuerpo desnudo
la humedad de las mucosas
el lamento vulvar.
CONTRA LA FILOSOFÍA
Dicen los filósofos
que sólo lo inmediato es verdadero
Si no escribo este poema
nadie sabrá en el futuro
que una noche nos amamos con intensidad en un tren
—de San Sebastián a Barcelona—
Si no escribo este poema
no lo sabrá tu hijo
Si no escribo este poema
no lo sabrá tu marido
Si no escribo este poema
no lo sabrás tú
no lo sabré yo
xxxxSólo lo inmediato es verdadero
Salvo para la poesía.
TU BELLEZA
Con unas rayas de coca
tu belleza adquiere una cierta lejanía,
es verdad,
indispensable para los amores románticos.
Con unas rayas de coca
«me gustas cuando callas porque estás como ausente».
En la frágil frontera entre la belleza
y la imbecilidad
tu mirada es mi mirada,
tu cuerpo es mi cuerpo
y sólo mis fantasías
son sólo mías.
Con unas rayas de coca
se diluyen los contornos de la realidad
—país de exilio donde no se puede vivir mucho tiempo—
y tu belleza tiene una cualidad extraña
prerrafaelita
casi perversa:
la de las emociones demasiado fuertes.
TRABAJAR CANSA
A veces imagino tu cuerpo flotando sobre el río
pesadamente
cargado de humo y gases
sucio de la contaminación del agua
sobre el que vuelan
gaviotas grises
y sé que he perdido la batalla:
sólo podré conservar tu belleza
en los recónditos espacios del verso
agazapada entre las palabras
—falos tristes—
que inútilmente tratan de reproducirla
xxxxPalabras: espejos quebrados,
de gratificación exigua.
REVELACIONES
Las cosas que vi
me hirieron con su rayo
con su apocalíptica luminosidad
Todo estaba escrito
desde el principio de los siglos
Terribles jeroglíficos
cuyo código
era penoso descifrar
Mensajes dolorosos
descomposiciones
No ha de extrañar
si como Edipo
preferí vivir en la ceguera.
MUCHACHA CON UNA FLAUTA
En el túnel del metro alguien toca una melodía
xxxxUna vieja melodía medio olvidada
Alguien con una flauta
una muchacha rubia
como salida de un cuadro renacentista
alguien
xxxxxxxcomo un ángel reencarnado
Y súbitamente
me asalta una pregunta
¿Será posible que los ángeles estén entre nosotros
en el túnel oxidado
(como un podrido útero materno)
ángeles que piden limosna
que mascan chicle para matar el hambre
y esnifan coca
para estar más cerca de Dios?
LEYENDO A S. FREUD
Leo, en un viejo ensayo de Freud:
«La vida siempre provoca malestar»
¿De modo que esta desazón
estas ganas de huir a ningún lado
este aburrimiento de la gente
y aun de las cosas amadas
este malhumor matinal
xxxxeran, al fin de cuentas, la vida?
CIUDAD DE PROVINCIAS
Al abandonar aquella lúgubre ciudad de provincias
fui demasiado generosa con el taxista,
con el conserje,
y la recepcionista.
Ningún dinero me parecía suficiente
por el privilegio de no vivir allí.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
EUROPA DESPUÉS DE LA LLUVIA
ANTROPOLOGÍA
Hay noches como ésta
en que la parte más joven de mi cerebro
(ésa que sólo viene del Mesozoico)
entra en contradicción con la primera,
la que se remonta a la época del Neanderthal.
Entonces en mis palabras de amor
hay una oculta destrucción
te acaricio con incertidumbre
olvido quién soy
no sé quién eres
Mi casa es extraña
¿qué hay sobre la mesa?
Evito los espejos
No quiero mirarte
Soy un animal contradictorio
y ni siquiera en eso original
EL TIEMPO
Ahora que todo el mundo vive hacia el futuro
mi melancolía y yo hemos decidido
vivir en el pasado.
LAS MUSAS INQUIETANTES
xxxxxxxxxxxxxxxxxHelena corre como una navaja abierta
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxixxxxxxxxxxxy uno se corta en ella.
xxxxxxxxxxxxxxxxx(Inscripción en el Muro de Berlín)
El muro es blanco y divide las dos ciudades;
como en los sueños,
una valla nos impide pasar al otro lado.
Apollinaire estuvo aquí,
cuando la ciudad todavía era una sola
y Lou, apasionada y violenta,
se le daba y se le negaba perversamente
xxxx(«Vulva que aprieta como un cascanueces»).
Me sonrío, esta mañana helada, en Berlín,
frente a la inscripción que alguien pintó,
alguien que también se cortó en los bordes filosos de Helena.
El sol es mujer y la luna es hombre,
en esta ciudad de bordes infinitos
y lagos tenues.
«You are leaving the American Sector»
(«Sie Verlassen den Amerikanischen Sektor»)
anuncia el cartel, a pocos pasos de la tumba
de aquel muchacho que soñó con cruzar el muro
y cual Ícaro,
cayó sobre las aguas.
You are leaving: se precipitan las hojas múltiples de los abedules;
the American: como en los sueños,
una valla nos impide pasar al otro lado.
Sector: el sol —agonizante— mujer,
la luna —precoz— hombre,
y Helena es la misma.
Me sonrío, esta mañana helada, en Berlín,
pensando que he recorrido tantos quilómetros,
como Ulises, cruzando cielos y mares,
para descubrir que alguien —antes que yo—
había encontrado la metáfora adecuada para Helena
que corre de ciudad en ciudad
como una navaja abierta
y uno se corta en ella.
BERLÍN, 1980
xxxxxI
Cuando en las ciudades desconocidas llueve
el agua que cae me cuenta las cosas que no sé.
xxxxxII
No está al borde del mar
sin embargo
todos nos sentimos pasajeros de un barco
la nave de los locos, quizás.
CORRESPONDENCIAS
Las ciudades son estados de ánimo
y Berlín se hunde en la lluvia
mientras se hace de noche
se hacen de verde los fantasmas interiores
se transparenta la cúpula que amo tanto
transita de Norte a Sur este viento azorado
los cielos se deslizan velozmente
y yo intento atrapar en la memoria
la luz cambiante de los árboles,
como un coleccionista que guarda tesoros
que nadie conoce.
SUPERMERCADO
La cajera de una sucursal del Kaiser
mira con desaprobación
el billete arrugado de diez marcos que le doy
lo estira lo plancha lo alisa minuciosamente,
coloca la efigie de Albert Dürer hacia arriba,
como si se tratara en el fondo de un papel muy diferente
al de envolver fideos.
Si no me mirara con tanta severidad le pediría disculpas
tengo ganas de preguntarle qué barco es el que aparece
del otro lado del billete
pero he cometido demasiados errores este día,
escribí varios poemas,
olvidé peinarme,
llueve y ando sin paraguas
y además, los diez marcos estaban arrugados.
CORRESPONDENCIAS II
Y hubiéramos ido a mirar los naufragios de Turner
en el Museo Británico
(esos naufragios, nostálgica,
que parecen arrancados de mis sueños
todavía culpables)
si no fuera
que Londres también es una ciudad extraña
si no fuera
que no quiero ver mis sueños reflejados
si no fuera
que esos cuadros
precisamente
copiados de mis sueños
son
el naufragio ya sucedido.
A LOS AMIGOS QUE ME RECOMIENDAN VIAJES
xxxxxIV
Hay tres cosas que quisiera decirte,
pero la segunda contradice la primera
y la tercera es un malentendido.
Preferible es el silencio.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
LINGÜÍSTICA GENERAL
xxxxxI
El poeta no escribe sobre las cosas,
sino sobre el nombre de las cosas.
xxxxxV
Escribo porque olvido
y alguien lee porque no evoca de manera
suficiente.
xxxxxVI
Escribimos porque los objetos de los que queremos hablar
no están.
xxxxxVIII
El poeta se parece al profeta,
es verdad,
no sólo en el hecho de ser oído por escaso
número de gentes,
sino porque como aquél,
aspira a salvarse de la muerte
a través del verbo.
Aunque sea un verbo profano.
xxxxxXXIII
La poesía verdadera excluye la sinceridad
en el sentido banal
pero jamás admite la hipocresía.
POÉTICA
Comenzando por el lienzo blanco
que nos provoca morosas evocaciones
sueños que alguna vez fueron pensamientos
y siguiendo por la palabra
que nos conduce a palabras anteriores
(escribo hacia el pasado):
el que inventa
sólo descubre una tradición.
xxxxxXXVII
Eludir el nombre directo de las cosas
es convocarlas de manera más elocuente.
Por eso cuando hablo de ti
te llamo Amaranta, Lanceolada,
Himenea y Yocasta.
Como sabiéndolo
tú respondes desde el fondo de la lengua,
allí donde el nombre de las cosas
es todavía víscera profunda
antes que acuerdo y convención.
BITÁCORA
No conoce el arte de la navegación
quien no ha bogado en el vientre
de una mujer, remado en ella,
naufragaado
y sobrevivido en una de sus playas.
CUANDO te inclinas
arqueada como un puente
agazapada como una gata
xxxxYo siento que la civilización occidental
se precipita.
4ª ESTACIÓN: CA FOSCARI
Te amo como mi semejante
mi igual mi parecida
de esclava a esclava
parejas en subversión
al orden domesticado
Te amo esta y otras noches
con las señas de identidad
cambiadas
como alegremente cambiamos nuestras ropas
y tu vestido es el mío
y mis sandalias son las tuyas
Como si seno
es tu seno
y tus antepasadas son las mías
Hacemos el amor incestuosamente
escandalizando a los peces
y a los buenos ciudadanos de este
y de todos los partidos
A la mañana, en el desayuno,
cuando las cosas lentamente vayan despertando
te llamaré por mi nombre
y tú contestarás
alegre,
mi igual, mi hermana, mi semejante.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
ESTADO DE EXILIO
Si no recuerdo mal, ‘Estado de exilio’ fue el primer libro que me leí de Cristina Peri Rossi. Lo publicó la editorial Visor en 2003 después de que resultara ganador del XVIII Premio Internacional Unicaja de Poesía Rafael Alberti.
En el prólogo del libro se podía leer: «Si el exilio no fuera una terrible experiencia humana, sería un género literario. O ambas cosas a la vez. La etimología de la palabra es muy expresiva: ex significa, precisamente, quien ya no es, ha dejado de ser. Es decir, quien ha perdido toda o parte de su identidad. El exilio cuestiona, en primer lugar, la identidad, ya que desvincula de los orígenes, de la historia particular de una nación, de un pueblo, desvincula de una geografía, tanto como de una familia, de una calle, de una arboleda o de una relación sentimental. Sólo cuando el exilio es colectivo —desde el más remoto, el de la Diáspora judía hasta el exilio de los españoles fieles a la República— se conserva una parte de la identidad, a pesar del cambio de espacio, y entonces, sus símbolos (desde las banderas hasta los himnos, desde la manera de cocinar los alimentos hasta la forma de vestir, desde la seducción hasta los pasos de una danza) se cargan de significación: dejan de ser triviales para convertirse en emblemas, en raíces, en anclas». Y sobre el proceso de escritura, la poeta uruguaya escribía en ese mismo prólogo: «Cuando dejé Montevideo (…) tenía, fundamentalmente, un temor: no poder volver a escribir. Que mi identidad de escritora sufriera una fractura tan abisal que me indujera al silencio. Dicho de otro modo: el exilio como castración. (…) Sin embargo, sin darme cuenta, ocurriría lo contrario: como toda experiencia que concierne a la personalidad entera, y a cada una de sus partes, el exilio me pidió palabras, me pidió escritura, me pidió fijar las emociones. Escribí en una especie de diario que llevaba entonces: «Mientras sufro por el temor a no poder escribir más, en el exilio, escribo. Mientras temo la castración, escribo. Mientras padezco el dolor, el desgarramiento, escribo».»
Y aquí dejo una selección de poemas del libro en cuestión.
xxxxxI
Tengo un dolor aquí,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxdel lado de la patria.
CARTA DE MAMÁ
Carta de mamá:
«Y si todos se van, hija mía,
¿qué vamos a hacer los que nos quedamos?»
A LOS PESIMISTAS GRIEGOS
Lo mejor es no nacer,
pero en caso de nacer,
lo mejor es no ser exiliado.
xxxxxIV
Soñé que volvía
pero una vez allí
tenía miedo
y quería irme
a cualquier otro lado.
xxxxxVIII
Exactamente
cansada
harta
agotada
irritada
triste
xxxxxxde todos los lugares de este mundo.
xxxxxXI
Ninguna palabra nunca
ningún discurso
—ni Freud, ni Martí—
sirvió para detener la mano
la máquina
del torturador.
Pero cuando una palabra escrita
en el margen en la página en la pared
sirve para aliviar el dolor de un torturado,
la literatura tiene sentido.
xxxxxXIV
Aquel viejo que limpiaba platos
en una cafetería de Saint-Germain
y de noche
cruzaba el Sena
para subir a su habitación
en un octavo piso
sin ascensor sin baño
ni instalaciones sanitarias
era un matemático uruguayo
que nunca había querido viajar a Europa.
xxxxxXV
Y vino un periodista de no sé dónde
a preguntarnos qué era para nosotros el exilio.
No sé de dónde era el periodista,
pero igual lo dejé pasar
El cuarto estaba húmedo estaba frío
hacía dos días que no comíamos bocado
sólo agua y pan
las cartas traían malas noticias del Otro Lado
«¿Qué es el exilio para usted?» me dijo
y me invitó con un cigarrillo
No contesto las cartas para no comprometer a mis parientes,
«A Pedro le reventaron los dos ojos
antes de matarlo a golpes, antes,
sólo un poco antes»
«Me gustaría que me dijera qué es el exilio para usted»
«A Alicia la violaron cinco veces
y luego se la dejaron a los perros»
Bien entrenados,
los perros de los militares
fuertes animales
comen todos los días
fornican todos los días,
con bellas muchachas con bellas mujeres,
la culpa no la tiene el perro,
sabeusté,
perros fuertes,
los perros de los militares,
comen todos los días,
no les falta una mujer para fornicar
«¿Qué es el exilio para usted?»
Seguramente por el artículo le van a dar dinero,
nosotros hace días que no comemos
«La moral es alta, compañero, la moral está intacta»
rotos los dedos, la moral está alta, compañero,
desaparecida la hermana, la moral está alta, compañero,
hace dos días que sólo comemos moral,
de la alta, compañero,
«Dígame qué es el exilio, para usted»
El exilio es comer moral, compañero.
CABINA TELEFÓNICA 1975
El exilio es tener un franco en el bolsillo
y que el teléfono se trague la moneda
y no la suelte
—ni moneda, ni llamada—
en el exacto momento en que nos damos cuenta
de que la cabina no funciona.
BARCELONA 1976
El exilio es gastarnos nuestras últimas
cuatro pesetas en un billete de metro para ir
a una entrevista por un empleo que después
no nos darán.
xxxxxXIX
Un día yo iba por una calle,
estaba sin empleo y muy nervioso,
iba por una calle en busca de una de esas casas
donde los muertos de hambre dormimos sin pagar
cansado y muy nervioso
y de pronto vi a una pareja
un matrimonio maduro
elegante bien vestido
ropa cara ropa fina
eran turistas comprando cosas y mirando todo
miraban las tiendas de moda y las peluquerías
y los restaurantes
eran turistas
hablaban uruguayo, igual que yo,
yo estaba muy nervioso ese día,
ellos se veía que habían comprado muchas cosas,
me reconocieron por la cara
—la cara de la desgracia, según Onetti—
«Usted es uruguayo, ¿verdad?» me dijeron
yo negué con la cabeza, firmemente:
«Soy francés, señores, les dije,
muy francés, tan francés como la torre Eiffel»
y me fui porque si los mataba
me llevaban preso.
xxxxxXXI
Lo llamaban la Momia. Con dos golpes
era capaz de matar a alguien.
Lo usaban para ablandar
a los recién llegados,
o para terminar con los torturados.
No comía pescado
porque una vez se había pinchado
con una espina
y le dolió.
EL ARTE DE LA PÉRDIDA (Elizabeth Bishop)
El exilio y sus innumerables pérdidas
me hicieron muy liviana con los objetos
poco posesiva
Ya no me interesa conservar una biblioteca numerosa
(vanidad de vanidades)
ni colecciono piedras
botellas cuadros
encendedores
plumas fuentes —así se llamaban en mi infancia
las codiciadas e inasequibles estilográficas
Parker y Mont Blanc—
ni necesito un amplio salón para escribir
al abrigo de los ruidos de la calle
y de los ruidos interiores.
El exilio y sus innumerables pérdidas
me hicieron dadivosa
Regalo lo que no tengo —dinero, poemas, orgasmos—
Quedé flotando —barco perdido en alta mar—
con las raíces al aire
como un clavel sin tronco donde enlazarse.
El exilio y sus innumerables pérdidas
me hicieron dadivosa
Regalo lo que no tengo —dinero, poemas, orgasmos—
me dejó las raíces al aire
como los nervios de un condenado
Despojada
desposeída
dueña de mi tiempo
Y con él tampoco soy avara:
sería ridículo pretender administrar
un bien desconocido.
DIALÉCTICA DE LOS VIAJES
Para recordar
tuve que partir.
Para que la memoria rebosara
como un cántaro lleno
—el cántaro de una diosa inaccesible—
tuve que partir.
Para pensar en ti
tuve que partir.
El mar se abrió como un telón
como el útero materno
como la placenta hinchada
lentas esferas nocturnas brillaban en el cielo
como signos de una escritura antigua
perdida entre papiros
y la memoria empezó a destilar
la memoria escanció su licor
su droga melancólica
su fuego
sus conchas nacaradas
su espanto
su temblor.
Para recordar
tuve que partir
y soñar con el regreso
—como Ulises—
sin regresar jamás.
Ítaca existe
a condición de no recuperarla.
ELOGIO DE LA LENGUA
Me vendió un cartón de bingo
y me preguntó de dónde era.
«De Uruguay», le dije.
«Habla el español más dulce del mundo»,
me contestó mientras se iba
blandiendo los cartones
como abalorios de la suerte.
A mí, esa noche,
ya no me importó perder o ganar.
Me di cuenta de que estaba enganchada a una lengua
como a una madre,
y que el salón de bingo
era el útero materno.
MONTEVIDEO
Nací en una ciudad triste
de barcos y emigrantes
una ciudad fuera del espacio
suspendida de un malentendido:
un río grande como mar
una llanura desierta como pampa
una pampa gris como cielo.
Nací en una ciudad triste
fuera del mapa
lejana de su continente natural
desplazada del tiempo
como una vieja fotografía
virada al sepia.
Nací en una ciudad triste
de patios con helechos
claraboyas verdes
y el envolvente olor de las glicinas
flores borrachas
flores lilas
una ciudad
de tangos tristes
viejas prostitutas de dos por cuatro
marineros extraviados
y bares que se llaman City Park.
Y sin embargo
la quise
con un amor deseperado
la ciudad de los imposibles
de los barcos encallados
de las prostitutas que no cobran
de los mendigos que recitan a Baudelaire
la ciudad que aparece en mis sueños
accesible y lejana al mismo tiempo
la ciudad de los poetas franceses
y los tenderos polacos
los ebanistas gallegos
y los carniceros italianos.
Nací en una ciudad triste
suspendida del tiempo
como un sueño inacabado
que se repite siempre.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
APLICACIONES DE LA LÓGICA DE LEWIS CARROL
APLICACIONES DE LA LÓGICA DE LEWIS CARROLL
xxxxxI
1. Ningún fósil puede estar traspasado de amor.
2. Una ostra puede estar traspasada de amor.
xxElla dulcemente depositaba el fósil
xxde la ostra que se había llevado a la boca
xxen el borde del plato. Lo contemplaba después,
xxmelancólica, con cierta ternura.
xx—¿Es que acaso te dan pena?
xx—Amo su constitución, su textura, la frescura de su piel,
xxsu áspero y antiguo sabor a mar.
3. Ninguna mujer que coma ostras puede estar traspasada de
xxamor.
xxxxxII
Algunos ánades están desprovistos de poesía
xxxxno su ánade rosada,
xxxxno su ánade escondida,
xxxxno su ánade recóndita
xxxxno el gorjeo de su ánade por las noches
xxxxentre sábanas púrpura
xxxxy alfombras carmesí.
xNo su grito de ánade
xxxxcuando se siente penetrada.
xxxxxIII
Lewis Carroll fotografiaba niñas vestidas
y a veces fotografiaba niñas desnudas
por afición a la fotografía,
por afición a las niñas
a las cuales dedicó un libro terrible
Alicia en el país de los espejos,
libro que desagrada a todos los niños
y despierta la curiosidad de aquellos adultos
que quisieran fotografiar niñas vestidas
niñas a veces desnudas
pero no se animan a hacerlo por carecer de espejo.
xxxxxIV
Lewis Carroll era un presbítero llamado
Charles Dodgson
que durante un paseo por un parque
se enamoró de una niña
llamada Alicia
por lo cual escribió un libro para niños
cuya protagonista es una irritante mujer
disfrazada de niña y llamada Alicia.
La Iglesia había prohibido el estupro
a los sacerdotes jóvenes,
pero no la escritura.
xxxxxV
Si Charles Dodgson no hubiera sido Lewis Carroll
seguramente hubiera sido el Estrangulador de Boston.
xxxxxVI
Lewis Carroll inventó las maravillas
porque cuando nació ya se habían inventado los espejos,
por lo cual no pudo inventar ni la literatura
ni la matemática ni la lógica
xxxxni la violación de niñas.
xxxxxVII
El reverendo Charles Dodgson
abandonó la Iglesia
cuando encontró en un espejo
una inscripción que decía
«Al viejo Charles Dodgson
le gustan las niñas».
Nunca supo si esa frase la había escrito
Lewis Carroll
o una muchachita, alumna suya,
llamada Alicia.
De todos modos, como el reverendo Charles Dodgson
era un hombre muy piadoso,
ese mismo día eliminó los espejos de su casa,
colgó los hábitos
y se dedicó a la fotografía.
Alicia escribió un libro
que se llama Las maravillas de Lewis Carroll.
xxxxxVIII
El viejo presbítero Charles Dodgson
amaba a Alicia, que amaba a Lewis Carroll,
que estaba enamorado de la lógica,
que no amaba a nadie,
porque carecía de espejo.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
ALEJANDRA ENTRE LAS LILAS
ALEJANDRA ENTRE LAS LILAS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxHe de morir de cosas así.
xxxxxxxxxxxxxxxxxixxxxxxxxxxxAlejandra Pizarnik
xxxxxixxxxx(suicidada el 27 de septiembre de 1972)
xxxxxI
Quizás fuera el nombre
dulce de Alejandra
o esas lilas de los muros
soplando en a noche densa
o fuera
la nocturna cacería
de palabras deslizándose
en el vidrio
que te precipitó a la muerte
en la solitaria
duración de un grito
a medianoche
cómplice de nombres oscuros
impronunciables.
xxxxxII
Palabra por palabra
hacías la noche
en las esquinas
que el silencio dejaba solas
acechándolas
como si ellas fueran
las damas rojas de las revelaciones.
xxxxxIII
Si palabra
a palabra
hacías la noche
susurrándola
xxxxx—los sonidos más hermosos—
¿Cómo fue que aquella noche
no acudieron las palabras?
¿Cómo fuiste desterrada
desasistida,
dónde estaban los lilas cenicientos
de los parques,
dó las enredaderas de los muros
dónde las damas púrpuras y misteriosas,
dónde tu padre y tu madre?
xxxxx—Acaso fuera el nombre dulce de Alejandra,
xxxxxacaso las ceremonias de los parques—.
xxxxxAcaso una dama roja que faltó a la nocturna
xxxxxfiesta de palabras
xxxxxacaso una que no cumplió su promesa
xxxxxacaso alguien que no acudió a una cita
xxxxxo un hastío de palabras —a veces pasa—
xxxxxte precipitara más allá de los sonidos
xxxxxuna vez que todo lo hemos dicho
xxxxx—lo hemos dicho—
xxxxxy se yergue tenebrosa
xxxxxla soledad de Alicia en el espejo, otrosí
xxxxxAlejandra.
xxxxxIV
Y en el silencio escondido adentro de la casa
y en el silencio que queda
cuando se van los amigos
en el silencio de los ceniceros
y los vasos ya sin agua
quisiste establecer la palabra exacta
sin saber
que el silencio y las palabras
son apenas agonías.
xxxxxV
El nombre dulce de Alejandra
la simetría en los parques
una niña espantada
—hoy hay bruma en Barcelona—
París era un fiesta
que no quisiste compartir
cartas a los amigos
donde una jota o una i faltaban
el miserere nocturno entonado
por viejas lesbianas
una hoja en blanco
toujours
una hoja en blanco
la carta que no llega
la palabra que falta
alcanzan
para espantar a una niña.
xxxxxVI
Alejandra
hoy veo un parque
una dama azul
los lilas de los muros
la maleza creciendo
hoy escucho
una canción lejana
una historia de princesas
y castillos
el adiós del verano
la cigarra.
Me desperté para decirte
que por la ventana
entra un olor a pino.
xxxxxVII
Y el psiquiatra me preguntó:
—¿A qué asocia el nombre de Alejandra?—
El dulce nombre de Alejandra
el olor de los pinos y cipreses
casas rojas castillos medievales
una dama en el umbral
muebles púrpuras
la prodigiosa simetría de los parques
una hoja siempre en blanco
delante del ojo que acaricia
la falta de sonido
los lilas de los muros
un dolor enfermizo por casi todo
el muelle gris
las cosas que sólo existen en jardines
para decir cuyos nombres
es necesario empezar por Alejandra
la antigüedad de algunas piedras
respiración entrecortada
la dificultad
para hacer amigos,
en fin, medianoches fatales
en que todo nos falta
especialmente
un amigo
una amiga
inolvidables.
xxxxxVIII
Y además,
la extraña soledad de Alejandra
en la casa grande,
persiguiendo el sonido del agua
en los jardines
su manera de despavorirse por la ausencia
de una palabra,
en fin,
su fobia a los espejos
su manera secreta de moverse
de ser, en la casa grande,
la única sobreviviente
lejos los pájaros
y ya sin perro.
xxxxxIX
Después de haberte leído entera
supe que habíamos hecho el amor
muchas veces —qué conflagración—
que tus orgasmos eran difíciles
acaso culpables
y que no iba a reprocharte
tu suicidio del mes de septiembre
el único orgasmo verdadero
lejos de París y de la calle Corrientes.
xxxxxX
Después de haberte leído
los puntos y las comas
las metáforas tristes
y las niñas que llevabas
a lomos de los versos
sus pubis rosados
humedeciéndote el vestido
y los silencios
ah los silencios
esos silencios
que las niñas no hacen
porque gritaban
cuando tú las invitabas
a subir en barca
o cuando les regalabas
caballitos de juguete.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005
DESCRIPCIÓN DE UN NAUFRAGIO Y UNA DIÁSPORA
De ‘Descripción de un naufragio’
xxxxxVI
Ya no aguantamos más el olor a muerto.
xxxxxXII
No fue nuestra culpa si nacimos en tiempos de penuria.
Tiempos de echarse al mar y navegar.
Zarpar en barcos y remolinos
huir de guerras y tiranos
al péndulo
a la oscilación del mar.
El que llevaba la carta se refugió primero.
Carta mojada, amanecía.
Por algún lado veíamos venir el mar.
xxxxxXXI
Todo se convierte en un pedirle a Dios
corte las amarras
que nos ataran tanto.
xxxxxXXIV
Deseo que, en caso de naufragio,
este peregrino sea olvidado,
este amor ignorado,
rosa, rosa de los vientos,
fue una época de difíciles maniobras,
los unos huyeron por el mar,
otros, por las selvas y más allá.
xxxxxXXXI
—¡Deprisa!
—¡Gira!
—¡Dame.
—Ven.
—Suavemente.
—Lasca, lasca.
—¡Más!
—¡Máááás!
—¡Cambio!
—Hala, templa, singa.
—Ruega.
—Gira la cabeza.
—Tente en pie.
—Dulcemente amarra.
—¡Más!
xxxxxxxxxxxxNadina: xcuando regrese,
xxxxxxxxxiixxxxxxxxxxprometo nadar sobre tus nalgas
xxxxxxxxxiixxxxxxxxxxinfamemente.
MANUAL DEL MARINERO
Llevados varios días de navegación
y por no tener nada que hacer
estando la mar en calma
los recuerdos vigilantes
por no poder dormir
por llevarte en la memoria
por no poder olvidar la forma de tus pies
el suave movimiento de ancas a estribor
tus sueños iodados
xxxxxxxxxxxxxxxxxpeces voladores
por no perderte en la casa del mar
me puse a hacer
un manual del marinero,
para que todos supieran cómo amarte, en caso de naufragio,
para que todos supieran cómo navegar
en caso de maniobras
y por si acaso
hacer señales
llamar con la o que es roja y amarilla
llamarte con la i
que tiene un círculo negro como un pozo
llamarte desde el rectángulo azul de la ese
suplicarte con el rombo de la efe
o los triángulos de la zeta,
tan ardientes como el follaje de tu pubis.
Llamarte con la i
hacer señales
azar la mano izquierda con la bandera de la ele,
subir ambos brazos para dibujar
—en el relente nocturno—
las dulzuras lúgubres de la u.
RELENTE
Humedad que cubre el cuerpo de la mujer,
una vez que la hemos empezado a amar.
A veces tiene la apariencia de un suave sudor,
otras, la de un mar agitado. Navegar
en esas aguas puede ser empresa riesgosa.
Marineros más hábiles que tú perecieron
en esas aguas revueltas, luego de bracear
durante horas y luchar contra la corriente.
En el fondo de ellas hay un cachalote dormido.
No escuches el canto de sus sirenas
varadas en las piernas,
a orillas del mar.
No dejes que su humedad te cubra
conduciéndote al fondo de la red
donde serás sólo un hilo más
un pez atrapado
un lobo infeliz
un marinero desahuciado, lejos del barco,
lejos de la tierra.
Cuídate de esa humedad como de la peste,
cuando asome
xxxxxxxxxxxxxpor los intersticios de un cuerpo que yace.
ABATIR
Vencimiento del buque, de la mujer,
por efecto de un viento fuerte, la marea o la corriente.
El buque cae a sotavento,
la mujer de espaldas,
cuyo abatimiento se mide en grados.
Gran cantidad de público se congrega alrededor.
El barco se inclina.
La mujer gime
y a veces goza.
ESCORACIÓN
Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo.
Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,
donde la sal duele y arde el iodo,
que corre todo a lo largo del buque,
que deja pasar la espuma, que tiene un ojo triste en el centro.
En la actividad de navegar,
como en el ejercicio del amor,
ningún marino, ningún capitán,
ningún armador, ningún amante,
han podido evitar esta suerte de heridas,
escoriaciones profundas, que tienen el largo del cuerpo
y la profundidad del mar,
cuya cicatriz no desaparece nunca,
y llevamos como estigmas de pasadas navegaciones,
de otras travesías. Por el número de escoraciones
del buque, conocemos la cantidad de sus viajes;
por las escoraciones de nuestra piel,
cuántas veces hemos amado.
AFERRAR
Atarla con mástiles y palos
al borde de la cama.
Sus pies, sus manos,
con cuerdas y con lianas
xxxxxxxxxxxx(dejar que los musgos y los líquenes
xxxxxxxxxxxxcrezcan en sus costados,
xxxxxxxxxxxxque los recién nacidos peces
xxxxxxxxxxxxlaman la piel de sus hombros, sus caderas;
xxxxxxxxxxxxle birlen besos, beban de los poros
xxxxxxxxxxxxabiertos y salados de su piel).
Una vez que está sujeta
en irresistible inmovilidad,
arriarla de golpe,
como una vela;
hacerla bajar
por el mástil mayor,
hacerla deslizar:
la tela de su piel
descendiendo por el palo alto,
la blanda carne iodada
resbalando al pie de la cama.
Y muy lentamente sobre ella arrodillada
dejarse ir
en remolino
hacia la honda cavidad
que hierve en su interior.
Muy lentamente
penetrar allí
apartando la humedad de las olas.
Hacer que el agua
lama sus costados
el costado de sus botas;
dejar
que los musgos y los líquenes
le trepen los muslos y las nalgas.
xxxxxxxxxxxxUna vez arriada,
xxxxxaferrarla al suelo
xxxxxcon palos y con cuerdas
xxxxxpara que no se nos escape.
EMPAVESAR
Colocar sobre la mujer todas las banderas.
xxxxxXXXVIII
Y el capitán que naufragaba en escuadras imprecisas
vio pasar en síntesis a la historia,
iba en biquini
y los senos destemplados
Eran los jinetes de la reyecía
Era la diáspora de soldados
«Paren las máquinas» gritaba a bordo,
a bordo de la síntesis de la historia,
cuando ya todos habíamos pasado al otro lado.
RELACIÓN DE TRIPULANTES QUE PARTICIPARON EN EL NAUFRAGIO
Habiendo quedado solo
en altamar
a la deriva
me vienen a la memoria ardida
como olas a bordo
los nombres de los compañeros muertos / desaparecidos
en travesía de mares y de países
lanzados a la noche
al agua a la intemperie
sin botes y sin remos
sin ropa que vestir
ni comida que comer;
los nombres
de los amigos muertos
de los desaparecidos
de los perseguidos por el huracán
de los acosados por vientos y marismas
de los aprisionados entre dos corrientes
de todos aquellos que emprendieron un viaje
lleno de riesgos y de peligros
iluminados por la fe
conducidos por su buen ánimo
dispuestos a morir o a vencer
y a quienes se tragó el agua devoradora
los hundió una ola gigante
o en los intersticios del mar
todavía padecen la tortura de vivir muriendo
sometidos a la crueldad del naufragio.
Tristán, que tenía un lunar en la cara,
cerca de la frente
y por la noche aullaba en altamar,
por una rubia, fugaz.
Era valiente y trepaba el primero por el palo mayor
para divisar la tierra o al enemigo
y ni siquiera suspiró cuando el mástil
quebrado por un torbellino
cayó sobre él, sepultándolo en el mar,
junto al recuerdo de una mujer rubia, fugaz.
Antonio Sánchez, maestre:
sombrío y taciturno,
huido de su país
y perseguido por los perros;
sabía cantar las canciones de su tierra
y nos contaba su pasado,
historias de prisión y muerte.
Álvaro Donati, marinero, veintiocho años:
dejó los hábitos, tomó el fusil
se echó a la mar, como un deber;
una ola venida desde lejos
lo barrió de borda; fallecido.
Lo acompañaban un santoral
y un manual de armas.
Juan Gómez, estudiante:
tres tiros en la cabeza,
disparados en la noche, a traición,
cuando atravesaba una calle solitaria,
dejó papel y lápiz, una hija a medio hacer.
Pedro Fernández, navegante:
vino a navegación porque su padre fue marino
y había luchado contra los ingleses.
Marco Genovés, famoso físico:
nos enseñaba las secretas leyes
que rigen el movimiento de las cosas.
Daniel Dionisio Méndez, arquitecto y constructor,
conocía los caminos del mar y del morir,
condujo a los compañeros por extraños laberintos
hasta traerlos sanos y salvos a la nave mayor,
protegidos por la oscuridad y la esperanza.
Muerto en servicio.
Rodrigo Torres, oficial de a bordo:
«Mejor morir de pie
que vivir arrodillado», nos dijo,
en el primer momento,
cuando le fuimos presentados.
«Las esperanzas son pocas,
pero ningún buen navegante
debe renunciar por ello»,
las olas lo rodearon,
era un día de tormenta,
murió peleando contra ellas,
maldiciéndolas y dándoles manotazos.
Alonso, el cocinero,
no sabía nadar, no sabía tirar,
tenía lástima de los peces,
pena de las aves:
«Por lo menos me alisto, para cocinar»
fallecido el 27 de junio,
devorado por un enorme tiburón;
y el abogado Marins, desaparecido
misteriosamente, mientras realizaba maniobras de rutina.
A García Morales lo dejamos en un puerto
clandestino, de un mar acogedor, en calma,
estaba enfermo, dolorido,
no quería cejar;
nunca más supimos de él.
xxxxxxxxxTodos los otros nombres aparecen en los diarios.
De ‘Diáspora’
AFRODITA
Y está triste
como una silla abandonada
en la mitad del patio azul
Los pájaros la rodean
Cae una aguja
Las hojas resbalan
sin tocarla.
xxY está triste
en mitad del patio
con la mirada baja
los pechos alicaídos
dos palomas tardas
Y un collar
sin perro
en la mano
xxxxxxxComo una silla ya vacía.
CAUTIVERIO
Ah qué mórbida
te mueves
puma
pugnas
por atravesar
la jaula del jardín
donde te he encerrado
entre espejos fríos
xxxxxxxxxxxxxxxxpara que no te vayas,
xxxxxxxxxxxixxxxxxxpara hacer poesía.
YO la amaba
xxxla muraba
xxxla miraba la
xxxxxxxxxxdesde la mezquita
xxxmadura
xxxmorena
xxxmistrala
xxxhúmeda
xxxxxxxxxxy
xxxxxxxxxxxmorborescente
SI el lenguaje
este modo austero
de convocarte
xxxxxxxxxen medio de fríos rascacielos
y ciudades europeas
Fuera
xxxxxel modo
de hacer el amor entre sonidos
o el modo
de meterme entre tu pelo
TODO estaba previsto
por la tradición
occidental
esa tu rebelión
a los papeles convencionales
la resistencia
a ser tratada como objeto
el objeto
que soy para ti
salvo cuando te escribo
para los demás.
Entonces te objetualizo.
PENÉTRAME
occidental y perversa
parodiando a los dioses más diversos:
siglos en prolongada decadencia
permiten, que para el caso,
xxxxxxxcambiemos de papel.
MITOLÓGICA estáis
de moradas meretrices
que muerden tu piel
tu fantástica matriz
xxxxx—Penélopes tristes,
xxxxxHelenas desgonzadas—
historias salmodiadas
por magos prostibularios.
Está dicho
es sabido
mal hacen los Homeros,
los Góngoras y Quevedos
a las púberes efebas.
AH,
cómo corrijo
los pequeños errores
de las mujeres que inventas
cada día
para mis infidelidades
de amarte siempre.
PROYECTOS
Podríamos hacer un niño
y llevarlo al zoo los domingos.
Podríamos esperarlo
a la salida del colegio.
Él iría descubriendo
en la procesión de nubes
toda la prehistoria.
Podríamos cumplir con él los años.
Pero no me gustaría que al llegar a la pubertad
un fascista de mierda le pegara un tiro.
DIÁSPORA
Con la túnica larga
que le compraste a un marroquí en Rabat
y ese aire dulce e impaciente
que arrastras por la plaza
las sandalias sobre el polvo
el pelo largo
bajo la túnica nada
si se puede llamar nada a tu cuerpo
quemado por los soles de Rabat
más la pasión que despertaste en un negro en las calles de Cadaqués
que no son calles
sino caminos de piedra
y olímpica te sentaste en el bar hippy
rodeada de tus amigos de túnicas y pelos largos
a beber oporto y fumar hachís
ah qué melena te llovía sobre los hombros esa tarde en Cadaqués
con aquellas ropas que desafiaban las normas
pero eran otras normas
las normas de la diferenciación
de acuerdo
cambiemos un burgués por otro
ah qué túnica arrastrabas sobre las piedras
peregrinación como aquélla
solamente Jesucristo la emprendiera
Nada tenía que hacer en Cadaqués más que mirarte a los ojos
mientras tú viajabas en hachís en camellos casi blancos de largas pestañas
que acariciaban como los ojos de una doncella
sé que te gustan las mujeres
casi tanto como los negros
casi tanto como los indios
casi tanto como te gustan las canciones de Barbara
yo no tenía nada que hacer en Cadaqués
más que seguirte la pista
como un perro entrenado
buscarte
calles empinadas
casas blancas
el sol del Mediterráneo
viejo sol
cálido sol
ah no me mires así
te perdí en Rabat
te busqué en barca
pequeño Cadaqués
las niñas pálidas que fuman hachís y pasean en camellos de largas pestañas
en el maldito bar de hippies
no me dejaron entrar
juré que no tenía cuenta bancaria
es cierto
¿Cómo explicarles el azar?
No tengo auto
no tengo televisor
no tengo accidentes ni crédito bancario
por casualidad
el viento me trajo a Cadaqués
estoy buscando a la niña de la túnica larga
la que paseaba por las calles
como Jesucristo
y va dejando atrás
negros borrachos
amigos muertos
y un roce de sandalias
Tus amigos
no me dejaron entrar al bar
el agua había caído toda la tarde
me preocupé por tu pelo
tu cabello mojado
hay que ser cuidadosa
me desvelo por ti
el campanario dio otro cuarto
¿estarías escondida en el confesionario?
Ah Barbara
no me mortifiques
deja a esa niña en paz
quiero verla caminar por Cadaqués
y tener un estremecimiento de címbalo
vibrar en el aire
como el agudo de un vaso
Ah Mediterráneo
suelta a esa niña
déjala bogar en mi memoria
su fascinación de túnica pálida
el silencio que envuelve su paseo por las plazas
la fricción de sus sandalias
suavemente sobre el polvo
convienen más a mi memoria
que a tu historial de aguas
En Cadaqués un pájaro negro se paseaba
tan negro como un cuervo
tan gris como el reflejo del Mediterráneo en las ventanas
aquella tarde que llovía en Cadaqués
y con paso ligero pero digno
con velocidad y nobleza
—sin dejar caer los tules ni los chales—
como reinas que huyen majestuosamente
las barcas volvían de sus citas
al amarradero de la playa
Y mientras te buscaba
observé que el famoso altar de la iglesia
era un poco recargado
un problema de formas excesivamente hinchadas
un embarazo eterno
algo difícil de largar
Demasiado oro para mí
mientras sólo dos viejas comulgaban
y una pareja de hippies observaban la ceremonia
con delectación no exenta de ironía
—una cultura de rituales—
y maldito sea
¿es que no se te había ocurrido refugiarte en la iglesia
en el altar mayor recargado de oro y púrpura
esa tarde que llovía en Cadaqués,
protegiéndote de la tramontana?
De modo que salí
justo a tiempo para escuchar que desde un lugar
salía una música
salía una música
que te juro que no era Barbara cantando À peine
una música y un cantor que venían de lejos
de un país que tú no conocías y era mi país
el país abandonado en diáspora
el país ocupado por el ejército nacional
una música y un cantor que yo había escuchado en mi infancia
que no fue una dorada infancia en Cadaqués con paseos en barca
—Marcel Proust—
y pesca submarina
y Barbara ya no perseguía a la niña de túnica larga
y tuve frío por primera vez en Cadaqués
y cuando alguien me habló en francés
le contesté hijo de puta
y cuando vi a dos hippies abrazados les grité hijos de puta
y cuando una holandesa me preguntó algo mostrándome un mapa en su delicada mano
le dije hija de puta
y ya no estabas en Cadaqués,
lo juro,
todas las túnicas eran túnicas sucias
y nadie usaba sandalias
y me son indiferentes todas las mujeres
todas las tierras
todos los mares,
Mediterráneo, poca cosa,
Cadaqués, piedra sobre piedra,
tú,
nada más que una niña muy viciosa.
EN sus ojos acuosos
hubiera navegado toda la vida
si no fuera
que no tienen orillas.
AQUELLOS que alguna vez la amaron
se reúnen cada noche en un aljibe,
conversan, juegan a los dados,
la recuerdan,
escupen improperios por el aire
y están dispuestos a formar un comité
para ayudar a las próximas víctimas.
SIEMPRE hay algún tonto dispuesto a amarla.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxYo soy ese tonto.
DESDE alguna parte
me mira
esa mujer que fuiste
alguna vez lejana
y me pide cosas
me pide memoriales
versos
y perdón por el futuro.
PAISAJE CLÁSICO
Cuando las amadas pueblan con palabras cotidianas
el retablo donde solíamos dormir
bueno es ser el escriba de las amadas
y seguir las huellas de sus pies desnudos
humildemente recoger esa gota de miel
que destilan sus labios xxxo la toalla.
AQUELLOS paisajes aterciopelados
la alfombra púrpura
los ceniceros de conchas del Caribe
la negra balanceándose a la puerta
sus caderas de lubricidad
el olor de la madera en lupanares rojos
Todo nos hacía suponer que nos encontrábamos en Las Mil y Una Noches
menos los soldados revisando la ciudad.
PODRÍA escribir los versos más tristes esta noche,
si los versos solucionaran la cosa.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005