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Posts Tagged ‘editorial cátedra’

LA PRISA

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1xxxTeníamos la prisa de las navajas.

xxxxDoblábamos la manta en que dormían
xxxxnuestros muertos y alzábamos el vaso
xxxxen honor de algún sol moderno y limpio.

xxxxTeníamos el orgullo,
xxxxla salud y el regalo de la pobreza,
xxxxlas señales y el tiempo de las señales,
xxxxla ignorancia y el brazo de la ignorancia,
xxxxel pan,
xxxxy la buena suerte.

xxxxTeníamos la prisa de las navajas. Eso,
xxxxy una escasa experiencia de lo fría

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2xxxque es la piel de la noche.

xxxxPero hoy de nosotros queda sólo este hombre
xxxxal que el cielo molesta en una mano
xxxxy en la otra la sed. Y que camina
xxxxhacia su verdadera soledad, camina
xxxxhacia donde le espera
xxxxsu espera retrasada,
xxxxsu recibo paciente, su noticia
xxxxsin daño: tu hijo ha vuelto
xxxxa las andadas, tienes

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3xxxque hablar con él.

xxxxY el hombre se pregunta
xxxxsi no será la prisa,
xxxxque aún le sigue los pasos
xxxxdesde su borrachera semanal, su tonto
xxxxoficio, sus deberes
xxxxpaternos; que aún le duele
xxxxel poco imán que queda de los muchos
xxxxidos hacia su odio,
xxxxo vueltos a su amor, pero con toda

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4xxxla luz intacta bajo su fantasma.

xxxxAsí el dolor que permanece puro
xxxxen el miembro amputado. Pero ahora,

xxxxencontrado y despierto, ¿qué respuesta

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5xxxprocura, qué confianza?

xxxxCon las manos guardadas, ¿dónde cree
xxxxque va, si ya no sabe
xxxxvolver a ser el mismo que apostaba
xxxxsu bebida más sabia por la lluvia más fina,
xxxxpor animales bellos, por países
xxxxequívocos? ¿Acaso
xxxxno ha negado hoy también —su pie medido,
xxxxy su flema en la puerta,
xxxxentre cumplidas bolsas
xxxxsin rubor— qué celoso
xxxxasedio le persigue?

xxxxHemos estado
xxxxsin duda demasiado y hemos visto

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6xxxal desierto paciendo sobre los viejos días.

xxxx¿Papá cómo se llevan
xxxxlos paraguas?, pregunta
xxxxla pequeña. ¿Y qué importan,
xxxxla muerte, los paraguas, la maldita
xxxxvelocidad del pensamiento?

xxxx¿Y esta no requerida
xxxxcanción que le acompaña, que perdura
xxxxcomo el dolor perdura

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7xxxen el miembro amputado?

xxxxTeníamos la prisa de las navajas. Pero,
xxxxentre el sello y el molde
xxxxde la evidencia, entre
xxxxla irritación y el libro
xxxxde la temeridad, nos reservamos
xxxxuna despreocupada
xxxxposesión: esa frase

xxxxque quedaba de menos temblando en las palabras,
xxxxjusto antes del dulce
xxxxdeber de la ternura. Lo primero

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8xxxque enterramos casi sin darnos cuenta.

xxxxMira a su hijo, siente
xxxxcrujir el hueso (Al levantarse para
xxxxhuir de esa mirada que hace crujir el hueso).

xxxxEs así porque quiso
xxxxrendir cuenta a una doble cacería:

xxxxganar al ciervo en su huella,

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66xxni siquiera los muertos pueden vivir allí.

xxxxÍbamos al dolor sin desengaño:
xxxxteníamos la prisa de las navajas. Pero
xxxxhoy de nosotros queda sólo este hombre
xxxxque apura su bebida y apaga su pitillo, que se asusta
xxxxde los jóvenes ojos con que el mundo le ignora
xxxxsin más nobleza que su edad, con poco
xxxxmás que su ausencia de juicio para
xxxxganar la parte del león, la parte
xxxxque aligera sus anchas
xxxxcamisas, que perdona
xxxxsus torpes profecías y sus ágiles leyes.

xxxx(¿No podemos ahorrarles
xxxxesta noticia al menos: que nosotros

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67xxextraviamos sin gloria cuanto aún no era suyo?)

xxxxDebe volver a casa, debe hablar con su hijo
xxxxy llamar por teléfono,
xxxxy llegar a la tarde liberal y a la noche,
xxxxy echar las cuentas otra vez y puede
xxxxque inventar algún cuento
xxxxpara dormir princesas:

xxxxHace ya tanto tiempo, cuando cada
xxxxdeseo se cumplía

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Suñén, Juan Carlos. La prisa. Madrid; Ed. Cátedra, 1994.

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NUBES. FINES. POEMAS.

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NO HAY MUERTE

No hay muerte ni principios.
Sólo hay un mar donde estuvimos y estaremos,
un mar de peces que son como nosotros,
que vuelan cuando nacen,
que se hunden cuando mueren;
peces voladores
que saltan a la luz
sin llegar a ser ángeles.
Sólo hay un mar
y los alegres saltos de la vida.
Esta curva en el aire,
tan lenta a veces,
sobre ese mar tan codicioso,
no es un arco iris
después de la tormenta,
no es un puente
por donde pueda pasar nadie.
Nuestra vida dibuja
su ascensión y descenso
sobre ese mar humano,
donde la humanidad
realmente vive.
No hay muerte ni principios.
Sólo hay un árbol grande
que sacude sus hojas
para nutrirse de ellas
cuando caigan al suelo.

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NUNCA MÁS

Las ausencias,
los grandes huecos,
el enorme vacío dibujado
por los recuerdos insistentes,
todo está aquí
como cenizas de un gran fuego.
Y dudo de mi vida,
temo ser un rescoldo,
entre tantas miserias
que ni siquiera existen.
Mi soledad,
en esta luz de espanto,
es un nuevo fantasma
sin materia;
es un simple contorno
sin un mínimo alambre o esqueleto.
Todo es gris.
Nada existe.
Las míseras ruinas
de una triste memoria
que se pierde,
están ante mi vida sin futuro.
Dice una voz remota
que borra el panorama
con su niebla:
«Nunca más. Nunca más.»

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ELEGÍA A FEDERICO GARCÍA LORCA

Me olvido de vivir si te recuerdo,
me reconozco polvo de la tierra
y te incorporo a mí, como lo hace
las parte más cercana de tu tumba,
esa tierra insensible que suplanta
el amoroso afán de tus amigos.

Acabada tu vida, permanece
con su total contorno dibujado:
no hay puerta que te lleve a lo futuro.

El árbol de tu nombre ha florecido
en una incalculable primavera.

La muerte es perfección, acabamiento.
Sólo los muertos pueden ser nombrados.
Los que vivimos no tenemos nombre.

Los míticos honderos de la fama
tiran los cantos de tu nombre al mundo
y el lago de la vida abre sus ojos
con párpados de vidrio interminable:
No hay montaña, no hay cielo, no hay llanura,
que en círculos concéntricos no agrande
el eco de tu nombre esclarecido.

No es dolor fraternal, no es pena humana,
es parte, mi pesar, del sentimiento
que hace de las estrellas pensativas
flores sobre la noche que te cubre.
Te escribo estas palabras separado
del cotidiano sueño de mi vida,
desde un astro lejano en donde sufro
tu irreparable pérdida llorando.

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MEMORIA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Juan de la Cabada

¿Dónde están los recuerdos si has quedado
como un desierto olvido, tú que eras
vergel o bosque, campo de batalla?

Si hay ojos que te vieron, que guardaron
la imagen de tu muerte y tu ruina,
derramen su memoria en las arenas:
sangre, metal y fuego confundidos.

Escenario de muerte condenado
a no gozar futuras primaveras,
al menos reproduce la agonía
de tanta juventud sacrificada.

Memoria: labra en aire las figuras
de los enardecidos combatientes,
y las antiguas frondas sean rivales
de este recuerdo, en tan desierto olvido.

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HERIDO EN EL BOSQUE

Te pregunté por mí, parado río,
agua muerta, dormida;
te pregunté por mí, cuando cansado
me liberté del bosque en tus orillas,
yo que sobre tus aguas, tantas veces,
alegre juventud multiplicaba.
¿Has podido olvidarte de aquel tiempo
para pintarme así bajo otras nubes?
Mi nueva edad y el cielo gris me dicen
que olvida el agua tanto como el hombre.
Aunque temo que no, que ya no olvides
esta mi nueva forma ensangrentada.

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ES LA TIERRA DE NADIE

No es color turbio, ni perdida forma,
ni luz difusa, débil, la que parte
la inmensidad del campo, su hermosura.
No es un otoño entre el calor y el frío,
no se ve ni se siente, no se sueña
la fatídica franja divisoria.
Pero allí está, como un reptil, inmóvil:
es la tierra de nadie, de mi España.

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MI VOZ PRIMERA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Pablo Neruda

Entre alaridos se sostiene
su débil rama,
entre escombros de guerra,
viva en mi corazón endurecido,
como una flor sencilla
entre las piedras del pasado,
está mi voz primera,
la inocente palabra de mis versos,
esperando que se retiren los fantasmas,
se ordenen los quebrados edificios,
se cierren las trincheras.

Hoy la flor del almendro
conoce las abejas de la muerte,
el insecto que anida en los fusiles,
y el agua del remanso, que se daba
a la caricia de algún pie desnudo,
sufre durante todo el largo día
un desfile de botas militares.

No buscan los tesoros de las minas
los insistentes golpes de los picos,
ni los profundos cráteres, abiertos
por los disparos de la artillería,
son para repoblar de selva el monte.

Es la guerra, mi voz acostumbrada
a cantar el amor y el pensamiento,
llora esta vez el odio y la locura.
Fuera de sí mi voz llora el ardiente
delirio de un incendio apasionado,
llora su rojo fuego vengativo.

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VOCES

Oigo en sueños palabras defensoras
del daño que a mi vida sigo haciéndole,
mi vida, que tal vez no sea tan mal
como me dicen mis remordimientos.

No es maternal la voz que me defiende,
ni es infantil la voz de mi conciencia;
es el amor el campo de esas voces,
las de mi confesión y tu consuelo.

La voz que me defiende es de unos labios
que me han besado mucho. ¡Quién pudiera
besarlos y olvidarme de mi vida
para poder seguir viviendo!

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EL POLVO

Porque estamos distantes,
nos sentimos pequeños.
Camina hacia ti, hombre,
camina más adentro.
Cuando te des alcance,
tendrás entre tus dedos
una leve arenilla
de verdades y sueños.

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EL HOMBRE

Mide la sal nuestro gusto,
mide el temblor nuestra oreja,
mide el calor nuestra mano,
miden mis ojos tu ausencia.

Eso es ser hombre: medir.
¿Para quién toda esta cuenta
de distancias? ¿Para quién
esta división de fechas?

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PARA ALCANZAR LA LUZ

Dicen que soy un ángel
y, peldaño a peldaño,
para alcanzar la luz
tengo que usar las piernas.

Cansado de subir, a veces ruedo
(tal vez serán los pliegues de mi túnica),
pero un ángel rodando no es un ángel
si no tiene el honor de llegar al abismo.

Y lo que yo encontré en mi mayor caída
era blando, brillante;
recuerdo su perfume,
su malsano deleite.

Desperté y ahora quiero
encontrar la escalera,
para subir sin alas
poco a poco a mi muerte.

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DOLOR

Tras unos ojos negros,
dentro de una mirada,
ira y desorden ciegos
deseaban volcarse
para dañar mi vida.

Pero ¿qué son los sucios
charcos de otras conciencias?
¿Qué son y adónde alcanzan?

Yo, que hubiera querido
sentirme niño siempre
bajo la protección de aquellos ojos,
ahora sólo me importa
no pisar su destello
entre tanta miseria
como a mis pies existe.

Crecí sin saber cómo.
Hay dolor en la altura
del bien y el desengaño.

Hubiera preferido,
a esta soledad fría,
una ignorancia cómplice,
al nivel de la tierra.

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PIEDRAS

Ya sé por qué estoy contento:
alguien le dijo a mi alma
que los malos pensamientos
no nacen en mí, que vienen
contra mí desde muy lejos.

Son piedras contra la luz,
contra el amor que te tengo.

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EL BOSQUE ALEGRE

Árbol que me señalas
el lugar de la cita,
te recuerdo no tanto
por tu sombra y tus luces,
cuanto porque señalas
el sitio en que ella estuvo.

Árboles crezcan siempre
donde el amor no puede
dejar signos de tránsito.
Aquí fue, porque el árbol
lo grita hoja por hoja,
se lo dice a los vientos
con sus verdes palabras.

En mi memoria, un árbol
en cada sitio en donde
la tuve entre mis brazos.

Y en este bosque alegre
cuando cierro los ojos
multiplico la dicha
que ahora con ella tengo.

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VEN A BUSCARTE

Tiene mi amor la forma de tu vida.
Nunca el olvido le cerró los labios
a la estela ni al cauce, ni a la gruta
que atravesabas tú; límite era
que se quedaba estático afirmando,
contra el tiempo engañoso, una perenne
honda oquedad tan fiel a tu persona
que más que ausencia un alma parecía.

Ven a buscarte. Tengo yo la entrada
de tus recuerdos, quietos, encerrados
en mis caricias:
tiene mi amor la forma de tu vida.

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FIN DE UN AMOR

No sé si es que cumplió ya su destino,
si alcanzó perfección o si acabado
este amor a su límite ha llegado
sin dar un paso más en su camino.

Aún le miro subir, de donde vino,
a la alta cumbre donde ha terminado
su penosa ascensión. Tal ha quedado
extático un amor tan peregrino.

No me resigno a dar la despedida
a tan altivo y firme sentimiento
que tanto impulso y luz diera a mi vida.

No es culminación lo que lamento.
Su culminar no causa la partida,
la causará, tal vez, su acabamiento.

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SONETO A UN CÁNTICO ESPIRITUAL

Cruzó el césped tu sombra y presuroso
alcé la vista por seguir tu vuelo,
mas la alegría del azul del cielo
me hizo olvidarte, pájaro piadoso;

hasta que arriba comenzó armonioso
tu canto a dar señales de tu celo,
notas tan dulces y amorosas que lo
hicieron ser el centro de un glorioso

ámbito de cristal, donde domina
más que la luz la música extremada.
Alcé la vista para oír tu canto

que en el azul alegre me ilumina.
Sombra y canto movieron mi mirada
y la movieron largamente al llanto.

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CONTIGO

No estás tan sola sin mí.
Mi soledad te acompaña.
Yo desterrado, tú ausente.
¿Quién de los dos tiene patria?

Nos une el cielo y el mar.
El pensamiento y las lágrimas.
Islas y nubes de olvido
a ti y a mí nos separan.

¿Mi luz aleja tu noche?
¿Tu noche apaga mis ansias?
¿Tu voz penetra en mi muerte?
¿Mi muerte se fue y te alcanza?

En mis labios los recuerdos.
En tus ojos la esperanza.
No estoy tan solo sin ti.
Tu soledad me acompaña.

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MARIPOSA

En el fuego o en la rosa
estás perdiendo la vida.
Buscas la luz
y te vuelves ceniza.
Vas por aroma
y te hiere la espina.

Abre tus alas
que quiero leer tus heridas.

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ELEGÍA AL POETA ANTONIO MACHADO

Dejé la vida y me vestí de olvido
recorriendo la muerte por buscarte
sin que tu sombra hundida en otras sombras
reconociese mi furtiva noche.
En el dolor de España te he sentido
confundiendo mi llanto con tu llanto
en el aire tu voz sobre la mía
dándose sombra y luz, y un mismo fuego.
Suspiro, llanto, ardor, bien se acordaron
no el polvo que seré con tus cenizas.
Falté a la cita con la madre patria
donde tantos valientes te acompañan.
Los numerosos muertos que oscurecen
el presente pasado ignominioso
montañas son de luto para el hombre.
Desde sus negras cumbres se divisa
un ayer y un mañana diferentes.
Pecho alterado que hasta el cielo gimes
vientre fecundo, puente clamoroso
de la garganta oscura, frente altiva,
son mi suelo de sangres y tinieblas.
Ellas me elevan para ver el día.
Pronto seré vencido por la aurora.

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ELEGÍA A MIGUEL HERNÁNDEZ

A contra vida, remontando el fuego,
voy por tus años entre dos riberas,
hasta llegar a la soberbia encina
que aun llueve ramos para la victoria.
Por ser breve tu edad quedó ese río
hecho puñal, no espada, ante la muerte,
mas sus lentas orillas tan delgadas
he de cruzar despacio, recordándote.
Quisiera ser el mar que tu agua hiere
y el cielo que acaricias con tus nubes,
ser de tu cuerpo tumba y ser la gloria
de tu alma grande como la de un niño.
Pero tan sólo soy un navegante,
a contra fuego, de tu hermosa vida,
bajo la luna que verá tu cauce
como un rayo tendido que no cesa
de dar su lumbre y señalar caminos.
Bajo la luna llegaré hasta el prado 
donde fuiste pastor, niño yuntero,
donde cambiastes un sudor por otro
como se cambia el rico sus vestidos.
Voy por tus años entre dos riberas
las anchas alas de tu fantasía
quemándome la fe de tu memoria
su duro fuego ya cristalizado.
Y me detengo ante la luz primera
de tu rebelde juventud nacida
para ejemplo de tantas juventudes.

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POEMAS CUBANOS

XII
EL BAILE

Cante la luz, que la forma
un ritmo oculto insinúe,
que la voz pinte, que tome
cuerpo, figura, dibujo;
que yo perciba la línea
secreta de los sonidos
y que mis ojos escuchen
músicas claras, visibles.
Esto es vivir y temblar,
temer, esperar, sentir,
hasta que el sueño o la muerte
borren música y contorno
porque todo lo profundo
se haga ciego y sordo en mí.

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Altolaguirre, Manuel. Poesías completas. Madrid; Ed. Cátedra, 1982.

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POEMAS DE MANUEL ALTOLAGUIRRE

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LAS ISLAS INVITADAS

xxxxx4

HOMBRES INMÓVILES

Hombres inmóviles
decorando jardines junto al mar,
y flores paseantes,
árboles de negocios
y plantas comerciales
recorriendo el asfalto
en confusa rutina;
tropel que perseguía
a un árbol grande en fuga,
acusado de no sé qué delito
contra la propiedad.

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ESPEJO Y ECO

xxxxx3

¿POR QUÉ?

¿Por qué no tiene memoria
el acantilado aquel
que tan bien me repetía
tus gritos de colegiala?

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VIAJE

xxxxxI

SU MUERTE

¡Qué golpe aquel de aldaba
sobre el ébano frío de la noche!
Se desclavaron las estrellas frágiles.
Todos los prisioneros percibimos
el descoserse de la cerradura.
¿Por quién? ¿Adónde?

El sol su página plisada
entró por la rendija oblicuamente,
iluminando el polvo.

Descorrió su cortina el elegido,
y penetró en los ámbitos sonoros
del Triángulo y la espuma.

Nos dejó la burbuja de su ausencia
y la conversación de sus elogios.

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xxxxx2

EL AGUA

El agua se borraba de la tierra
—aviadora y subterránea,
alma y cuerpo—
después de reflejar lo transeúnte
y el árbol florecido a su derecha.

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xxxxx3

DUARNTE TODA LA MAÑANA

Durante toda la mañana estuve
delante de su espejo.
Yo esperaba que apareciera su figura
tan acostumbrada a verse repetida
en la realidad de ella,
inexistente ya.

(El pez chino en la fuente,
entre las verdes piedras de corazón mojado
se ocultaba y no salía.)
Y yo sí estaba allí,
dentro del agua clara del espejo.
Ese yo ahogado,
cuando yo al irme lo deje en libertad,
buscará loco
en el mundo sin tacto del espejo,
la imagen deseada,
alborotando todo lo reflejado.

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HISTORIAS

CALLE

Tu casa frente a mi casa.
Tu balcón frente al mío.
Entre tu casa y mi casa
una página del frío.
Mi mirada cose al viento
estancado de la calle.
Tu aliento empaña el cristal
cuadrado de tu ventana.
Entre tu aliento y mis ojos
encuadernamos la página
amarilla y fría del viento.

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FUERA DE MÍ

Cuando volví de acompañarte,
en el lugar de nuestro encuentro
me vi aislado, hecho luz.

Me tropezaban personas sin espíritu.
Los planos de mi esencia navegados
por la compacta multitud.
Me recogí a mí mismo
aprisionando con mi forma
lo derramado y olvidado,
antes de verte,
y me fui a casa
donde volví a probarme
el amplio traje de mi soledad.

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POEMAS DE ASEDIO

xxxxx8

SEPARACIÓN

Mi soledad llevo dentro,
torre de ciegas ventanas.

Cuando mis brazos extiendo
abro sus puertas de entrada
y doy camino alfombrado
al que quiera visitarla.
Pintó el recuerdo los cuadros
que decoran sus estancias.
Allí mis pasadas dichas
con mi pena de hoy contrastan.

¡Qué juntos los dos estábamos!
¿Quién el cuerpo? ¿Quién el alma?
Nuestra separación última,
¡qué muerte fue tan amarga!

Ahora dentro de mí llevo
mi alta soledad delgada.

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xxxxx9

DESVELO

Imposible se alzaba
la negación austera.

Esperaba tu voz entre las voces
múltiples que se oían,
tus bajos pasos
o tu elevada risa.

Fuera del cuarto todo podía pasar.

Mas no fue fuera donde al fin te halle.
Yendo al pasado,
que a tan poca distancia
se encuentra de mi vida,
íntimamente te volví a ver.

Y un yo dentro de mí contigo hablaba.
Y al veros a los dos en el diálogo,
me transformé en estancia silenciosa.

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ESCARMIENTO

xxxxxI

FUGA

Al ver por dónde huyes
dichoso cambiaría
las sendas interiores de tu alma
por las de alegres campos.

Que si tu fuga fuera
sobre verdes caminos
o sobre las espumas,
y te vieran mis ojos,
seguirte yo sabría.

No hacia dentro de ti,
donde te internas,
que al querer perseguirte
me doy contra los muros de tu cuerpo.

No hacia dentro de ti,
porque no estemos:
tú, pálida, escondida,
yo como ante una puerta
ante tu pecho frío.

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xxxxx2

SOLEDAD SIN OLVIDO

¡Qué pena ésta de hoy!
Haberlo dicho todo,
volcando por completo
lo que pesaba tanto,
y ver luego que todo
se queda siempre dentro,
que las palabras fueron
espejos engañosos,
cristales habitados
por fantasmas sin vida;
que todo queda dentro
con sus negras presencias,
insistentes, doliendo.

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LO INVISIBLE

xxxxx3

NO ME HAS QUERIDO

No me has querido y huyes por tus años,
dejándome el recuerdo permanente
de una durable juventud perfecta.
Otros verán tu vida deshacerse.
Yo conservaré siempre en mi memoria
lo que mis ojos no tendrán en suerte.
Dejarás de ser tú aunque no mueras;
aunque no vivas te tendré en mi frente.
Siempre joven serás en mi recuerdo.
Esto gané, mi vida, con perderte.

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xxxxx4

SOMBRAS

No te puedo ver. Me engañas.
Te encubres. No te puedo ver.
Quítate esas sombras, quítate
eso que enturbia tu piel,
que me hace odiarte, que hace
que ahora no te pueda ver.
Navegué mucho contigo,
y no eres quien debes ser.
No es el sol quien te ha quemado,
ni el mar quien doró tu tez.
Esa oscuridad te nace
de adentro. No eres ya aquel
claro amigo iluminado
con quien tanto navegué.

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xxxxx15

HELADA CÁRCEL

Helada cárcel mi silencio tuvo
en tus palabras. Prisionero y triste
contra los límites de vidrio
apretaba su pecho agonizando.
Su mano en el cristal liso se abría
como un párpado de cinco largas flechas.
Te desmentí por fin. Todo era falso.
Sólo existía tu desconfianza.
Y esas palabras tuyas, cárcel fría,
urnas de mi silencio y de mi espanto,
como globos de espuma se extinguieron.

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A UNA MUCHACHA QUE SE LLAMABA NIEVES

Rojo dará su luz cuando la aurora
negra de tus miradas ilumine
tu bello despertar de primavera;
cuando tus grandes ojos sean las nubes,
tu corazón un sol, tu piel la tierra
sonrosada de un mundo de rubores;
cuando el amor tu nombre frío deshiele
sin que por eso pierda su blancura;
cuando un hombre te quiera y tú, queriéndole,
escuches su silencio con tu boca.

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UN DÍA

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MUJER SOLA

No querías dar a luz. Te ensombrecías.
Ni alimento ni sol dabas al cuerpo.
La rienda larga que te unía a tu ausente
se atirantaba a punto de quebrarse.
El fecundo reflejo que en tu carne
honda maternidad de ti imploraba,
otra rienda interior, firme tirante,
con igual fuerza íntima gemía.
Amante ausente. Hijo abandonado.
Entre los dos caminos de aire y sangre
tu soledad tristísima dudaba,
y para quedar libre de este sueño,
rompiendo los cordeles lastimosos,
madre no fuiste, mientras te borraban
tus padres de la vida, injustamente.
Sin oriente, sin sur, sin norte alguno,
sin amante, sin hijo, como huérfana,
sola en la blanca soledad desierta,
maldecida, maldices, calumniada.

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RECUERDO

La tierra te devuelve a mí.
Si tú no hubieras muerto,
ni las aguas sin venas,
ni las frutas con piel,
ni los volcanes,
en su frescor, sabor y fuego,
me darían tu presencia.
Me sería indiferente
este globo erizado
que expulsa de su entraña
las vidas y los árboles,
para que lo rodeen
de color y ternura.
La tierra sabe bien
que el sol y las estrellas
son miradas de seres que no existen.
Sólo creo en ti, planeta donde muero,
donde murió quien siempre me acompañaba.

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LA VOZ CRUEL

xxxxx2

LA VOZ CRUEL

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Octavio Paz

Alzan la voz cruel
quienes no vieron el paisaje,
los que empujaron por el declive pedregoso
la carne ajena,
quienes debieron ser almas de todos
y se arrancaban de ellos mismos
cuerpos parásitos
para despeñarlos.

Mi muertos de sus vidas brotaban,
mil muertos solitarios
que miraban desde el suelo,
durante el último viaje,
la colosal estatua a la injusticia.

No eran muertos,
eran oprimidos,
seres aplastados,
ramas cortadas de un amante o de un padre,
seres conducidos por un deseo imposible,
topos del vicio
que no hallarán la luz
por sus turbias y blandas galerías.

Alzan la voz cruel
quienes no vieron este paisaje,
los que triunfaron
por la paz interior de sus mentiras.

¡Oh mundo desigual!
Mis ojos lloren
el dolor, la maldad:
la verdad humana.

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Altolaguirre, Manuel. Poesías completas. Madrid; Ed. Cátedra, 1982.

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DOS POEMAS DE ‘SIN PORQUÉ’

septiembre 5, 2020 Deja un comentario

 

xxxxx3

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA María Elena Rodríguez-Ventura

Ser un perro los lunes
y los miércoles,
solo un hombre los martes
y los jueves,
no ser nada los viernes,
y en sábado y domingo
ser, por ejemplo, un dios.
Un dios que no supiera
que lo es,
pero hubiera encontrado
el hueso que buscaba.

 

 

 

 

xxxxx7

Leer solo los libros
con páginas en blanco,
en donde no hay palabras
que puedan engañarte,
ni historias tan reales
que son imaginarias
o versos que precisen
ser escritos.
Cuando pasas las páginas,
qué libertad entonces:
el blanco te ilumina,
el vacío te llama,
el no esperar ya nada
te permite leer
lo que no ha sido escrito.

 

 

 

Corredor-Matheos, José. Sin porqué (edición de Ricardo Virtanen). Madrid; Ed. Cátedra, 2020.

 

YO ERA UN TONTO Y LO QUE HE VISTO ME HA HECHO DOS TONTOS

 

CITA TRISTE DE CHARLOT

Mi corbata, mis guantes,
mis guantes, mi corbata.

La mariposa ignora la muerte de los sastres,
la derrota del mar por los escaparates.
Mi edad, señores, 900.000 años.
¡Oh!

Era yo un niño cuando los peces no nadaban,
cuando las ocas no decían misa
ni el caracol embestía al gato.
Juguemos al ratón y al gato, señorita.

Lo más triste, caballero, un reloj:
las 11, las 12, la 1, las 2.

A las tres en punto morirá un transeúnte.
Tú, luna, no te asustes;
tú, luna de los taxis retrasados,
luna de hollín de los bomberos.

La ciudad está ardiendo por el cielo,
un traje igual al mío se hastía por el campo.
Mi edad, de pronto, 25 años.

Es que nieva, que nieva
y mi cuerpo se vuelve choza de madera.
Yo te invito al descanso, viento.
Muy tarde es ya para cenar estrellas.

Pero podemos bailar, árbol perdido.
Un vals para los lobos,
para el sueño de la gallina sin las uñas del zorro.

Se me ha extraviado el bastón.
Es muy triste pensarlo solo por el mundo.
¡Mi bastón!

Mi sombrero, mis puños,
mis guantes, mis zapatos.

El hueso que más me duele, amor mío, es el reloj:
las 11, las 12, la 1, las 2.

Las 3 en punto.
En la farmacia se evapora un cadáver desnudo.

 

 

 

 

EN EL DÍA DE SU MUERTE A MANO ARMADA

Decidme de una vez si no fue alegre todo aquello.
5 X 5 entonces no eran todavía 25
ni el alba había pensado en la negra existencia de los malos cuchillos.

Yo te juro a la luna no ser cocinero,
tú me juras a la luna no ser cocinero,
él nos jura a la luna no ser siquiera humo de tan tristísima cocina.

¿Quién ha muerto?

La oca está arrepentida de ser pato;
el gorrión, de ser profesor de lengua china;
el gallo, de ser hombre,
yo, de tener talento y admirar lo desgraciada
que suele ser en el invierno la suela de un zapato.

A una reina se le ha perdido su corona,
a un presidente de república, su sombrero;
a mí…

Creo que a mí no se me ha perdido nada,
que a mí nunca se me ha perdido nada,
que a mí…

xxx¿Qué quiere decir buenos días?

 

 

 

Alberti, Rafael. Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos. Madrid; Ed. Cátedra, 1989.

 

SOBRE LOS ÁNGELES

 

EL ÁNGEL DESCONOCIDO

¡Nostalgia de los arcángeles!
Yo era…
Miradme.

Vestido como en el mundo,
ya no se me ven las alas.
Nadie sabe cómo fui.
No me conocen.

Por las calles, ¿quién se acuerda?
Zapatos son mis sandalias.
Mi túnica, pantalones
y chaqueta inglesa.

Dime quién soy.

Y, sin embargo, yo era…
Miradme.

 

 

 

 

EL ÁNGEL BUENO [I]

Un año, ya dormido,
alguien que no esperaba
se paró en mi ventana.

—¡Levántate! Y mis ojos
vieron plumas y espadas.

Atrás, montes y mares,
nubes, picos y alas,
los ocasos, las albas.

—¡Mírala ahí! Su sueño,
pendiente de la nada.

—¡Oh anhelo, fijo mármol,
fija luz, fijas aguas
movibles de mi alma!

Alguien dijo: ¡Levántate!
Y me encontré en tu estancia.

 

 

 

 

ENGAÑO

Alguien detrás, a tu espalda,
tapándote los ojos con palabras.

Detrás de ti, sin cuerpo,
sin alma.
Ahumada voz de sueño
cortado.
Ahumada voz
cortada.

Con palabras, vidrios falsos.

Ciego, por un túnel de oro,
de espejos malos,
con la muerte
darás en un subterráneo.

Tú allí sola, con la muerte,
en un subterráneo.

Y alguien detrás, a tu espalda,
siempre.

 

 

 

 

LOS ÁNGELES COLEGIALES

Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando la mirábamos.
Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.
Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.
Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.

 

 

 

Alberti, Rafael. Sobre los ángeles. Madrid; Ed. Cátedra, 1989.

 

CÓMO ATAR LOS BIGOTES DEL TIGRE ESTANDO SOLA EN LA SALA

 

LA HUÉSPEDA

Sin comerlo ni beberlo
nos han encerrado en el Cuarto Oscuro —¡la vida!—
(¡Qué cuarto de hora tan pequeño!)
¡Qué cuarto tan pequeño sin ventanas!

El mío tiene dos puertas eso sí,
una cerrada, —¡Y sólo Dios sabe dónde está la llave!—
y la otra de par en par…

Por ella entra y sale la fulana de la angustia…
…La dejé entrar en casa,
y me pidió quedarse,
me pilló en mal momento,
y la di manta y todo.
Vino para una noche,
y ya va a hacer dos años;
…empezó a meter muebles,
y a adularme los versos…
Otras veces intenta matarme con su vino,
o con su droga barata de tristeza…
¡Voy a hacerlo!
¡Quiero deshacerme de ella…

…El Abogado dice que no tengo derecho,
que ha pasado el período…
y que ha metido muebles…
y sigo con la Huéspeda.
La zorra de la angustia
anoche llegó mala…
¿Y cómo voy a echarla
si me vino preñada de esperanza?

 

 

 

 

GATO ESCALDADO

El gato, escaldado, del agua, huye;
así nosotros señores espectadores,
huimos de cualquier bacanal.
No es que el dolor te cape,
es que te copa,
te capicúa,
te hace igual al principio que al final;
te quedas como un niño inofensivo, pero cruel y cobarde.

(Esto lo digo después de cuarenta y ocho años,
de navegación solitaria
en mi cuaderno de horas.)

 

 

 

 

CUANDO AQUÍ

Cuando aquí da el horror la media noche,
allí sólo son las siete de la tarde;
—siete puñales si voy a Andalucía—
—siete gaitas si voy al aquelarre—.
Siete letras tu nombre —se me clavan—
siete por siete llagas graves.
…No sé nada de ti…
Si yo supiera escribir
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxtelegramas en el aire,
levantar tu tristeza,
acribillar mi fraude…
No sé
xxxxxxpero yo quiero aprender,
a dejar todo y marcharme,
a donde aún no hay noche,
a donde aún es media tarde.

 

 

 

 

LA SOLEDAD

La Soledad, atroz pelotillera,
te invita a trabajar
—mientras te mata—
y te invita a llorar
—mientras te seca—.
La Soledad nos limpia, sí, nos limpia,
—hasta dejarnos mondos y lirondos—;
nos acompaña, sí, nos acompaña,
—pero nos cobra bien la compañía—.
La Soledad es ese mal criado
que está solo esperando el testamento,
atisbando,
poniéndose nerviosa si mejoras,
si por fin llega carta o llega cita…
¡qué asco de soledad!

 

 

 

 

YO, EN UN MONTE DE OLIVOS

Como un volcán dormido de mentira
—parezco al parecer tan descansada—.
Un ocio agotador que así me enciende,
brotan de mi costado las palabras.
Sudo tinta y tengo sed, sed tengo,
mucha sed de manos enlazadas.
Por la punta del monte de mis senos
por la punta del lápiz va la lava.

Va balada a tus pies o bien protesta,
en una piedra al sol, arrodillada
y la pasión del hombre se me representa:
veo celdas con rejas, hospitales sin camas
sabios con atómicas, analfabetos con ayuda de cámara,
viudas con marido, casos sin casa,
niños crueles, perras apedreadas,
la traición de un amigo, la destrucción de un alma.
¡No puedo más! …Me levanto y dicen:

—Ahí va Gloria la vaga.
—Ahí va la loca de los versos, dicen,
la que nunca hace nada.

 

 

 

 

FUMANDO

Me pasó como con tanta gente;
se me cayó ceniza del cigarro,
apresurada la cogí con estos dedos
para que no quemase el tapete,
y nada cogí —algo frío grisáceo que ni quemaba ni era—,
me pasó como con tanta gente.

 

 

 

 

EXAMEN DE PREUNICEMENTARIO

1.º— ¿Hasta cuánto y hasta cuándo puede durar un sufrimiento?
2.º—¿Qué largura de meses años siglos puede tener un dolor?
3.º—¿Cuántos grados bajo cero de desamor aguanta un ser humano?
4.º—Si usted es amorlófilo, explique cómo reaccionaría ante el desvío de quien ama.
5.º—El quinto es no matar. ¿Qué haría usted con usted en la anterior circunstancia?

 

 

 

 

LA LINDA TAPADA

No te tapes Poesía
te reconozco en las cosas pequeñas
y en las casas grandes,
allí donde estés, daré contigo.
Te huelo poesía,
te presiento en el alto y en el bajo,
en el monte y en el burdel,
en el mar y en el borracho,
en la alegría del mar
y en el dolor del mal.
No te tapes poesía que te veo,
no me tientes a retóricos sonetos,
vamos a hablar como siempre,
¡o te mando a paseo!

 

 

 

 

PIRULÍ

De fresa, limón y menta
Pirulí.
Chupachús hoy en día
«lolipop» americano.
Pirulí.
Cucurucho de menta,
caviar en punta de mi primera hambre,
primer manjar de mi niñez sin nada,
juguete comestible
cojeando cojito por tu única pata de palillo de dientes,
verde muñeco azucarado indesnudable
—te devoraba entero
metido en tu barato guardapolvo de papel—.
Tú mi primer pecado de carne,
caperuzo imposible,
…robé para comprarte,
fantasmita pequeñito
penitente de dulce
de mi primera Semana Santa
¡Pirulí!
Triste ciprés si estabas
en la mano de otro.

 

 

 

 

LOS PECES SE JUNTAN PARA MORIRSE.

Los hombres se esconden para matarse.

Los peces se juntan para morirse.

 

 

 

 

CASTILLA

Yo pido pan y vino
para el que hace el pan y el vino.

 

 

 

 

DESDE OTROS MUNDOS NOS LLAMAN A LA TIERRA

Desde otros mundos nos llaman a la tierra
«planeta azul».

Desde el Galaxio
la tierra es niño
vestido de azul
con su metralleta
y su canesú.

 

 

 

 

COLADA

Hay personas,
que después de intentar lavarlas,
más que tenderlas,
—en la cama—
hay que colgarlas
de un árbol.

 

 

 

 

SIGO EN GERUNDIO

Una gente se muere poco a poco,
otra se mata poco a poco.

Yo pertenezco a…
Ustedes pueden adivinar.

Por eso sigo en gerundio
andando
xxxxxxxxcantando
xxxxxxxxxxxxxxxxxodiando
y,
xxdisimulando.

 

 

 

 

LOS ILUMINADOS

Espíritus oscuros
intentan destruir la luz de los luminosos.

¡Pobres de los iluminados
que en pleno siglo XX
siguen siendo quemados!

¡Gustavo!
¡Qué solos se quedan los buenos!

 

 

 

 

15 DE MAYO

San Isidro, estoy cansada,
yo te dejo mi herramienta,

Tú, que nunca fatigado estuviste
—ni en tormenta—,
tú, que todo lo rezabas
xxxxxxxxxxxlo labrabas
xxxxxxxxxxxlo sembrabas

tú, que hablabas
xxxxxxxxxxxcon los santos
xxxxxxxxxxxcon el trigo
xxxxxxxxxxxcon el ave.

Toma, planta mi bolígrafo,
xixa ver qué coño nos sale.

San Isidro, estoy cansada.

 

 

 

 

A LOS HOMBRES QUE RÍEN CON TRISTEZA

A los hombres que ríen con tristeza,
a los otros alegres que sollozan,
a los presos con vocación de santo,
a las putas que iban para monjas,
a los ricos que nacieron nada
y a los gusanos con motora,
dedico
mi vasito de leche
y a dormir…

 

 

 

Fuertes, Gloria. Obras incompletas. Madrid; Ed. Cátedra, 1975.

 

TODO ASUSTA A UNA POETA DE GUARDIA QUE TODAS LAS NOCHES SE SUICIDA UN POCO

 

¿SUICIDA?

Le hacían mucho daño los conflictos,
las listas de muertos le enfermaban.
Las pequeñas insidias que veía
le lanzaban al pozo del insomnio.
Le estaba grande el mundo,
le sobraba.
Recibía regalos mortales de los compañeros,
de los amigos palabras venenosas,
risas, que casi no eran.
Le fuimos suicidando poco a poco,
y era buena persona.

 

 

 

 

MIEDO DA A VECES COGER LA PLUMA

Miedo da a veces coger la pluma y ponerse a escribir,
miedo da tener miedo a tener miedo,
yo por ejemplo que nunca temí nada,
pudiera ser que un día sintiera frío,
un frío nuevo que no le da el invierno.
Es malo que te corten las alas con un palo.
Es duro que los niños no te entiendan.
Es bastante difícil ser feliz una tarde
y lo mejor para sufrir es tener una viña.
Qué mal sienta la angustia si estás desentrenado.
Cómo te quema el pelo la gente que te grita.
Es lamentable y cruel que te roben el aire.
Afortunadamente esto durará poco
y lo otro, lo otro puede ser infinito.

 

 

 

 

FICHA INGRESO HOSPITAL GENERAL

Nombre: Antonio Martín Cruz.
Domicilio: Vivía en una alcantarilla.
Profesión: Obrero sin trabajo.
OBSERVACIONES: Le encontraron moribundo.
Padecía: Hambre.

 

 

 

 

RESULTA, QUE DIOS ESTÁ DESNUDO

No puedo dejaros así,
dejaros de la mano tan a oscuras,
por aquí,
seguid a mis palabras, un momento…
Los que echáis un borrón de tinta sobre la estampa de una muchacha
con los senos al aire;
mis religiosos murmuradores,
dejad de tejer vuestro ganchillo de censuras.
Oh mis venenosas y dulces viejecitas beatas,
ya tenéis edad para comprender.
Qué fácil es verle cuando no se hace daño.
Resulta, que Dios está desnudo
el que no quiera verle que no mire.

 

 

 

 

HAGO VERSOS, SEÑORES!

Hago versos señores, hago versos,
pero no me gusta que me llamen poetisa,
me gusta el vino como a los albañiles
y tengo una asistenta que habla sola.
Este mundo resulta divertido,
pasan cosas señores que no expongo,
se dan casos, aunque nunca se dan casas
a los pobres que no pueden dar traspaso.
Sigue habiendo solteras con su perro,
sigue habiendo casados con querida
a los déspotas duros nadie les dice nada,
y leemos que hay muertos y pasamos la hoja,
y nos pisan el cuello y nadie se levanta,
y nos odia la gente y decimos: ¡la vida!
Esto pasa señores y yo debo decirlo.

 

 

 

 

AQUEL SILENCIO

Cuántas veces Dios se acordará
de aquel Silencio de antes,
de aquel silencio que hubo que ni Dios aguantaba,
—el silencio culpable de que estemos ahora—,
cuando perdió su calma y arañando la tierra cogió barro y nos hizo,
y se acabó el silencio,
y empezó el alarido
sólo a veces variado por un piar muy leve
cuando amamos dormidos.

 

 

 

 

LA FÁBRICA Y SU PUERTA

Esta primera puerta que cruzamos
pintada está rojo.

Por honda herida salimos
de las profundidades de una cueva,
donde el amor el asco o la costumbre
de dos obreros tristes nos fabrican
en una agotadora jornada de segundos;

salimos con defectos
estamos hechos trozos
estamos hechos trizas
y estamos hechos
a veces deprisa,
que no dio tiempo a rasparnos la rebarba,
a definirnos bien…
a cortarnos del todo
el cordón umbilical de la tristeza.

 

 

 

 

VOCES ME LLAMAN…

Voces me llaman y piden que ande
dentro de un silencio macizo.

Camino por un estrecho camino.

Peligroso de lados peligroso.

(Hay que estar en lo que estamos)

Si no miro dónde piso
puedo poner un pie en el vacío,
y si miro, para poner el pie adonde debo, me mareo.
Haga lo que haga todo es expuesto.

¡Ah! Puedo hacer otra cosa,
sentarme,
montarme en el camino
con as piernas colgando a cada lado…
¡Qué va! Tampoco puedo,
—no está permitido dejar de caminar—,
me pisarían la cabeza los que vienen detrás,
con sus botas de Fuego.

Esto de vivir es tan estrecho
que sólo cabemos uno.
¡Es la fila!
Por eso voy detrás de alguien,
o alguien viene detrás de mí.
¡Firmes!
¡Formen fila!
¡Arrestado el que rompa!
¡Marchen!

Toda la humanidad en línea
y a tu lado no hay nadie,
vamos solos.

 

 

 

 

NACÍ PARA POETA O PARA MUERTO

Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.

Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes deshauciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.

Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos.

 

 

 

 

MINIPOEMAS x-selección-

Te quiero tanto
—que si me quieres seré demonio—,
si no me quieres seré santo.

 

* * *

 

…Parece que han llamado…
—Ah, ¿eres tú?
…Pasa Dolor,
toma una copa…
(Qué vamos a hacer,
por lo menos no estoy sola.)

 

* * *

 

Si un potro nace
para correr, saltar, ágil y bello
es cruel romperle el cuello
enganchándolo al carro de basura.

 

 

 

 

EL CIPRÉS DEL CEMENTERIO

Yo no soy triste,
es que estoy en un sitio
que nadie viene con sonrisas.
Yo no soy triste,
es que todo el que viene aquí
parece como si le faltara algo.
Yo no soy triste
y si no que lo digan los pájaros,
a ver
¿qué tienen otros árboles que no tenga yo?
Yo no soy triste,
lo que pasa es que todos me miráis con tristeza.

 

 

 

 

VERSOS QUE ESCRIBÍ DORMIDA

Bebo porque la gente no me gusta,
porque a la gente la quiero demasiado;
las cosas cambian y el ímpetu se enferma,
sé lo que dan de sí los hombres;
sé que hay pocos que prestarían sangre,
sé que hay muchos que me encarcelarían.
Bebo para olvidar que estoy bebiendo.
Porque la noche es larga y tiene seres,
la vida es corta en cambio y tiene prisa,
la alcoba es grande y el sereno bizco
y un chinche flaco trepa por el techo.

Bebo para acordarme de estas cosas.
Bebo para olvidar que estoy bebiendo.

 

 

 

Fuertes, Gloria. Obras incompletas. Madrid; Ed. Cátedra, 1975.

 

OBRAS INCOMPLETAS

 

LOS PÁJAROS ANIDAN

Los pájaros anidan en mis brazos,
en mis hombros, detrás de mis rodillas,
entre los senos tengo codornices,
los pájaros se creen que soy un árbol.
bajan y beben todos cuando hablo.
Las ovejas me pisan cuando pasan
y comen en mis dedos los gorriones,
se creen que yo soy tierra las hormigas
y los hombres se creen que no soy nada.

 

 

 

 

MAL SUEÑO

Yo,
con estas manos que pueden hacer hijos,
que pueden portar almas,
que pueden pastar flores,
que pueden zurcir telas,
que pueden mover lápices
y escribir crisantemos.

Yo,
que detesto la pena de muerte,
no sé lo que haría, no sé lo que haría.
Sí,
media humanidad es la que sobra:
Los fríos,
los Samueles,
los sabuesos,
los adustos,
los contables,
los machos,
los guerreros,
los pedantes,
los que dicen:
—la mujer mi esclava.

Yo,
los miraría
por los rayos esos que he inventado
para el pecho,
y a todos los con manchas,
con cavernas,
los iría a gusto eliminando,
para nada nos sirven los perversos,
los canijos,
—son los envidiosos!

Yo,
que prefiero
monja morir
antes que asesinar un simple pájaro.
Yo, con estas manos blancas y callosas,
yo,
que detesto la pena de muerte,
no sé lo que haría.

 

 

 

 

ORACIONES GRAMATICALES

Yo tengo esperanza.
El perro tiene hambre.
El banco del jardín respira mal.
La niña se peina.
La vaca se lame.
Las cosas me miran,
es peor si me hablan.
En el suburbio hay flores maleantes.
Las macetas son botes,
los hombres son tigres,
los niños son viejos,
los gatos se comen,
las mondas también.
Los huérfanos huelen a madre.
Los pobres a humo.
Los ricos a brea.

 

 

 

 

LA IDA DEL HOMBRE

Setenta años es mucho,
muero viejo,
cansado de trabajar,
dieciséis horas últimamente,
y no he ganado en toda mi vida
lo que gana un jugador en una tarde
dando patadas a un balón.
Por este bienestar, y esta armonía,
que me sube del pie a la garganta
sé que muero,
y esta tonta mujer anda llorando,
nunca tuvo idea de los acontecimientos.
Buena vida para los dos se abre.
Noto empiezo a encogerme;
he de nacer de nuevo parido de esta madre que es la muerte;
ya no te despertará mi tos de madrugada,
ya no pasaré más frío en la obra,
se cicatrizarán mis sabañones,
podrás desempeñar las mantas
con lo que te dé el Montepío,
mujer, hazte cargo, no es motivo que llores por tan poca cosa.

 

 

 

 

NO DEJAN ESCRIBIR

Trabajo en un periódico
pude ser secretaria del jefe
y soy sólo mujer de la limpieza.
Sé escribir, pero en mi pueblo,
no dejan escribir a las mujeres.
Mi vida es sin sustancia,
no hago nada malo.
Vivo pobre.
Duermo en casa.
Viajo en Metro.
Ceno un caldo
y un huevo frito, para que luego digan.
Compro libros de viejo,
me meto en las tabernas,
también en los tranvías,
me cuelo en los teatros
y en los saldos me visto.
Hago una vida extraña.

 

 

 

 

CUESTIONES FÚNEBRES

¿Quién regará mis huesos con su llanto?
¿Quién tocará mi pelo, seco y rubio?
¿Quién irá a ver caer las paletadas
sobre mi caja de tercera?
¿Quién de vosotros cantará mis líneas?
¿Quién por la noche me arderá una vela?
Quién pudiera saber con adelanto,
quién coserá mis senos entre tanto.

 

 

 

 

LA ÚLTIMA VISITA

Yo la vi vestida de cuervos
La Muerte
iba por el hospital
afilando narices,
hundiendo ojos,
secando pechos,
poniendo al bueno malo,
haciendo al malo bueno.
La Muerte,
matando muertos.

 

 

 

 

NO SABEMOS QUÉ HACER

A veces el poeta
no sabe si coger la hoja de acero,
sacar punta a su lápiz y hacerse un verso
o sacarse una vena
y hacerse un muerto.

 

 

 

Fuertes, Gloria. Obras incompletas. Madrid; Ed. Cátedra, 1975.

 

CANCIONES DE INOCENCIA Y DE EXPERIENCIA

noviembre 13, 2013 Deja un comentario

Blake 3

 

 

EL TIGRE

¡Tigre! ¡Tigre! Ardiente resplandor
en las selvas de la noche;
¿qué inmortal mano o qué ojo
pudo enmarcar tu temida simetría?

¿En qué lejanos abismos o en qué cielos
ardía el fuego de tus ojos?
¿A qué alas osaba aspirar,
qué mano osó coger el fuego?

¿Y qué hombros, y qué arte
pudieron retorcer los nervios de tu corazón?
Y cuando tu corazón comenzó a latir,
¿qué temible mano?, ¿y qué temidos pies?

¿Cuál fue el martillo?, ¿cuál la cadena?
¿En qué fragua cayó tu cerebro?
¿Cuál fue el yunque? ¿Qué temible abrazo
osó sujetar sus terrores mortales?

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas,
y regaron el cielo con sus lágrimas,
¿acaso sonrió al ver su obra?
¿Acaso quien creó el Cordero te creo a ti?

¡Tigre! ¡Tigre! Ardiente resplandor
en las selvas de la noche;
¿qué inmortal mano o qué ojo
pudo enmarcar tu temida simetría?

 

 

 

Blake, William. Canciones de Inocencia y de Experiencia (Trad. José Luis Caramés y Santiago González Corugedo). Madrid; Ed. Cátedra, 2006.

 

LIBRO DE LAS ALUCINACIONES

Libro de las alucinaciones

 

En mi memoria, este libro siempre estará unido a la presentación que del primero de los dos poemas que hoy dejo aquí, hizo Félix Grande en un ciclo que se le dedicó a Pepe Hierro en Murcia hará algo así como quince años.

 

LOS ANDALUCES

Decían: “Ojú, qué frío”;
no “Que espantoso, tremendo,
injusto, inhumano frío”.
Resignadamente: “Ojú,
qué frío…” Los andaluces…

En dónde habrían dejado
sus jacas; en dónde habrían
dejado su sol, su vino,
sus olivos, sus salinas.
En dónde habrían dejado
su odio… Parecían hechos
de indiferencia, pobreza,
latigazo… “Ojú, qué frío”.
Tiritaban bajo ropas
delgadas, telas tejidas
para cantar y morir
siempre al sol. Y las llevaban
para callar y vivir
al frío de Ocaña y Burgos,
al viento helado del mar
del Dueso… Los andaluces…

Éstos que están esperando,
desde Huelva hasta Jaén,
desde Jaén a Almería,
junto a las plazas de cal
y noche, deben de ser
hijos de aquellos. Esperan
que alguno venga a encerrarlos
entre rejas. Como aquellos,
no preguntarán por qué.
No se quejarán de nada.
Ni uno se rebelará.
“Las cosas son como son,
como siempre han sido, como
han de ser mañana… Ojú,
qué frío…” Los andaluces…

Apenas dejaban sombra,
sonido, cuando pasaban.
Se borraban sus cabezas.
Tan sólo un inmenso frío
daba fe de ellos. Y aquella
dejadez que rodeaba
su fragilidad. Más solos
que ninguno, más hambrientos
que ninguno… (Deseaba
que odiasen, porque los vivos
odian. Los vivos perdonan.
El hombre es fuego y es lluvia.
Lo hace el odio y el perdón.)
Indiferentes: “Ojú,
qué frío…” Los andaluces…

Un grano de trigo. Una
oliva verde. (Guardad
el aliento de la tierra,
el parpadeo del sol
para ayer, para mañana,
para rescataros…) Quiero
que despierten del pasado
de frío, de los cerrojos
del futuro. Todo está
tan confuso. Yo no sé
si los veo, los recuerdo,
los anticipo…
xxxxxxxxxxxxxHace pocos
kilómetros tuve aquí,
en mi mano, la madeja
de los días. La emoción
de los días. Como un padre
que olvidó hace tiempo el rostro
de los hijos muertos. Y ahora
los recuerda. Y ahora vuelve
a olvidarlos, unos pocos
kilómetros más allá.
Olvidados para siempre…

Cuántos años hace de esto.
O cuántos faltan para esto
que hace un momento viví
por los caminos… –ojú,
qué frío– de Andalucía.

 

 

 

 

CARRETERA

Volvía, volvía –con qué poca ilusión–
a donde tuve mis raíces, mis recuerdos, mi casa
frente al mar, y los árboles
plantados por mis manos, pisoteados por los niños,
comidos por los animales.
Mi casa junto al mar, más solariega
que otras, la que fue más hermosa que todas.
Con qué poca ilusión volvía.

Cárdenas tierras húmedas y soleadas, trigos
color de aquellos ojos, pincelada morada
sobre lo verde, allá en Vivar del Cid,
murallas de olmos negros, amapolas,
verdes sombríos por Entrambasmestas,
platas de la bahía, con qué poca ilusión
pasaba por vosotros.

 

Cómo se puede vaciar así
un corazón. Cómo se puede
llorar así, por dentro. Frustraciones o muertes,
nada me arrancó lágrimas desde aquellos aviones,
los que volaban sobre mí y arrasaban mi mundo
sin que arrojasen bombas, ni metralletas: sólo
con el ruido de sus motores,
demasiado terrible para mí entonces y ahora.

 

Qué quedó de mi vida entre sus alas.
Qué en la música oída en la noche,
la que vestía nuestra desnudez
mientras caía el agua pálida, qué gozo, el agua…
Qué se hundió por aquellas escaleras
precipitadas en la noche.
Qué congeló la luna que iluminaba las fachadas.
Qué llevó la marea en la playa de octubre.

Cómo es posible edificar,
reconstruir con tantos materiales
disueltos en el tiempo,
gastados por la lluvia que no vimos caer…

Volví, volvía como ahogado
bajo un montón de escombros
que fueron mi edificio, mi alcázar,
sin una sola lágrima –para qué- que llorar,
apoyado en el llanto de otros días,
como si sólo con lágrimas de entonces
pudiese liberarse este dolor presente
que ya no encuentra llanto.

 

 

 

 

Hierro, José. Libro de las alucinaciones. Madrid; Ed. Cátedra, 2003.

 

LOS COBARDES

Mientras repasaba mi biblioteca me he puesto a echarle un vistazo a ‘Viento del pueblo’ de Miguel Hernández y me he encontrado con esta joya.

 

Viento del pueblo

 

LOS COBARDES

Hombres veo que de hombres
sólo tienen, sólo gastan
el parecer y el cigarro,
el pantalón y la barba.

En el corazón son liebres,
gallinas en las entrañas,
galgos de rápido vientre,
que en épocas de paz ladran
y en épocas de cañones
desaparecen del mapa.

Estos hombres, estas liebres,
comisarios de la alarma,
cuando escuchan a cien leguas
el estruendo de las balas,
con singular heroísmo
a la carrera se lanzan,
se les alborota el ano,
el pelo se les espanta.
Valientemente se esconden,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas,
que me duelen hace tiempo
en los cojones del alma.

¿Dónde iréis que no vayáis
a la muerte, liebres pálidas,
podencos de poca fe
y de demasiadas patas?
¿No os avergüenza mirar
en tanto lugar de España
a tanta mujer serena
bajo tantas amenazas?
Un tiro por cada diente
vuestra existencia reclama,
cobardes de piel cobarde
y de corazón de caña.
Tembláis como poseídos
de todo un siglo de escarcha
y vais del sol a la sombra
llenos de desconfianza.
Halláis los sótanos poco
defendidos por las casas.

Vuestro miedo exige al mundo
batallones de murallas,
barreras de plomo a orillas
de precipicios y zanjas
para vuestra pobre vida,
mezquina de sangre y ansias.
No os basta estar defendidos
por lluvias de sangre hidalga,
que no cesa de caer,
generosamente cálida,
un día tras otro día
a la gleba castellana.
No sentís el llamamiento
de las vidas derramadas.
Para salvar vuestra piel
las madrigueras no os bastan,
no os bastan los agujeros,
ni los retretes, ni nada.
Huís y huís, dando al pueblo,
mientras bebéis la distancia,
motivos para mataros
por las corridas espaldas.

Solo se quedan los hombres
al calor de las batallas,
y vosotros lejos de ellas,
queréis ocultar la infamia,
pero el color de cobardes
no se os irá de la cara.

Ocupad los tristes puestos
de la triste telaraña.
Sustituid a la escoba,
y barred con vuestras nalgas
la mierda que vais dejando
donde colocáis la planta.

 

 

 

Hernández, Miguel. Viento del pueblo. Madrid; Ed. Cátedra, 2008.

 

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