OSCURO VUELO
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OSCURO VUELO
Danzan los estorninos:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxnegras constelaciones
en busca de una forma,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxnubes
movedizas de tinta,
xxxxxxxxxxxxxxxxxenjambre
que juega a dispersarse y a reunirse,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsuma
de lo insignificante, muchedumbre
que alza y desmorona
sucesivos alcázares impresos
en la luz del instante.
Expresionismo abstracto. O no: contornos
de imaginados monstruos. O mensajes
que requieren ser
descifrados,
palabras en el tiempo y en el aire,
confusos ideogramas,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxlaboriosa
escritura celeste.
Esa trama que ahora
se esfuma y reaparece,
esta coreografía
de músculos y alas y tantos corazones
unánimes latiendo,
xxxxxxxxxxxxxxxxx¿quién
la dispuso
sobre el azul exacto de los cielos?
¿Para qué? ¿Para quién? ¿En los ojos
de qué dios misterioso
se cumplirá el designio de esta danza?
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AMBISTOMA MEXICANUM
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxAhora soy un axolotl.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJulio Cortázar
¡Qué raros sois, en cárcel de aire presos,
sin agua que os conceda ligereza,
al suelo encadenados con firmeza,
arrastrando, abrumados, vuestros huesos!
¡Qué deleite espiar vuestro embeleso,
veros penar porque con cruel largueza
se os ofrece a la vista mi belleza
y el cristal, riguroso, frustra el beso!
Dulce tributo son vuestras miradas,
pero cumple a los dioses la distancia:
el tumulto malogra el señorío.
Con mi presencia, vuestra irrelevancia
sentid, con aterrado escalofrío,
y volved, si podéis, a vuestras vidas.
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LUCIFER 4 A.M.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Luis Martínez de Merlo
Era hermoso Luzbel entre los ángeles.
Más de un querubín bebía los vientos
por sus ojos de fuego.
Pero harto de la eterna
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxrutina,
de su aburrida, inútil sinecura
en los coros angélicos,
hastiado de adular continuamente
y revolotear en torno al amo,
inventó (de la nada,
no había precedentes)
la disconformidad, el desacato,
la rebelión y la desobediencia.
Lo cual, si bien le atrajo
la cólera divina,
agregó a sus encantos, ya invencibles
de por sí,
una rara nobleza,
xxxxxxxxxxxxxxxel aura
de superioridad desconcertante
que a la hermosura añade la derrota.
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EXCALIBUR
Entrechocar de hierros y caballos que piafan.
Despunta el alba apenas, y aún la niebla
impide distinguir los estandartes.
Se agolpan los guerreros para ver el prodigio.
En el centro un muchacho desmañado
siente que lo atraviesan las miradas
expectantes u hostiles.
De él se espera un gesto. Avanza. Solo un paso.
Y se queda mirando como en trance
el resplandor extraño de la piedra.
Pone
su mano sobre el pomo de la espada
y, entonces, como un rayo, lo ve todo:
los altos chapiteles,
la espada, el cetro, el trono y, en la sala
más grande del castillo,
la mesa
de la fraternidad:
los nobles caballeros relatando por turno
sus brillantes hazañas. La aventura.
La búsqueda incesante.
El mejor compañero en la batalla.
El amor
de la dama más bella.
Y también
la traición de su amigo y de su amada,
el hijo monstruoso que reclama su muerte,
la espada quebrantada,
la luna enrojecida por la sangre,
los años de dolor y sufrimiento.
Y ante la flor y nata
de la caballería,
se aparta de la piedra,
suelta la espada el niño y renuncia a la Historia.
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FALSE START
Acabado el poema. Por si acaso,
revisas, y no cuadra un adjetivo.
No puede ser, no es esto, hay que cambiarlo:
queda mejor así… no sé, no acaba
de sonar bien… y truecas
el verbo, que no encaja… pero entonces
se pierde aquel matiz… Con otro giro
tal vez quede más claro y elegante.
No, no se entiende el verso, es que no hay forma.
Tachas, añades, mueves,
cortas y coses, unes y troceas,
y le das cien mil tajos al poema,
que se va desangrando a borbotones.
No tiene ya remedio el pobrecillo,
no hay rayo que le pueda dar la vida,
oh doctor Frankenstein, a tu fracaso.
Apiádate de él: haz de la hoja
arrugada mortaja, dile adiós,
que encuentre al fin reposo
en el olvido y en la papelera.
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REFUGIO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Alfonso Brezmes
Tú no sabes quién soy
ni yo quién eres tú.
Nos reúne el azar en esta
cabaña de palabras,
xxxxxxxxxxxxxxxxxel poema.
Alrededor, la cegadora nieve.
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REGRESO AL FUTURO
Aquel adolescente que esquiva mi mirada
desde el álbum de fotos,
ancho de hombros, fuerte, desgarbado,
con sus brazos larguísimos caídos con desgana
a lo largo del cuerpo,
nada puede saber de mis domingos,
de mi lenta mortaja de costumbre,
de los días cayendo uno tras otro,
del tiempo que se borra, de este arar
en el agua del tiempo que es la vida.
Nada puede saber. No, no es por eso
que elude mi mirada.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxNo sabe que cuarenta
años después yo lo estaré esperando.
Aunque viendo su rostro tan triste y tan sombrío
su difícil angustia, la actitud
de quien se sabe fuera de lugar,
esos ojos tan tristes,
viene a veces la duda
de si alguien le habrá ido con el cuento.
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ÍTACA
Las manos agrietadas y vacías.
En la memoria el mar,
veinte años de muertes y naufragios.
De mi infelicidad y mis traiciones,
en el manso oleaje del hexámetro,
aprenden, aplicados, los aedos.
Yo prefiero olvidar.
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DESPEDIDA
—Te esperé muchas veces.
De niño te temía vagamente.
Luego, me despertaba sudoroso
en mitad de la noche.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxSoñaba
nombres de enfermedades o demonios
que venían por mí.
xxxxxxxxxxxxxxxxPero tú no llegabas.
Vivo seguía, y temiéndote.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxTú siempre
visitabas a otros,
en camas de hospital o entre los hierros
violentados de un coche…
A mí me respetabas,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxpermitiste
que fuera envejeciendo,
hasta hoy…
—Te equivocas. No vengo
a buscarte.
xxxxxxxxxSiempre he estado
contigo. Es al revés:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxaquí nos separamos,
hoy vengo a despedirme.
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Rodríguez de Sepúlveda, César. Oscuro vuelo. Gijón; BajAmar editores, 2022.
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