LOS DÍAS DEL TIEMPO
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ES MÁS TURBIA LA LUZ DE AQUELLOS DÍAS
Es más turbia la luz de aquellos días.
Es a partes iguales, densa niebla
y sucia nieve cubriendo el paisaje
que borroso recuerdo todavía.
El paisaje eres tú sobre la cama
en una habitación de hotel por horas,
el silencio, el sudor, la rutina
de amarnos por costumbre, y por miedo,
cierta añoranza de la primavera
y, también, el hastío de estar vivo
sin saber los motivos y razones.
Es más turbia la luz cuando recuerdo
aquellos días de niebla y deseo
en una habitación de hotel por horas,
inundados los ojos de nostalgia.
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APOLO PERSIGUE A DAFNE
Yo te persigo, amor, aunque tú sabes
la maldición que pesa en nuestra contra.
Yo te persigo, amor, y al alcanzarte
tu carne será un tacto de madera.
El Amor es así, su sino es ése.
Es el Amor una categoría
del amplio espectro de las ilusiones.
Nada más alcanzarlo se transforma.
O, puede ser peor, se desvanece.
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LA VIDA EN UN ACTO
Hay un prólogo que apenas interesa
y un epílogo que ya no nos importa.
Entre ambos, la vida en un acto.
El texto, además de borroso, enrevesado.
El desarrollo, previsible y monótono:
cada día es igual y distinto a cada día.
El decorado es siempre lo de menos.
No es mucho, pero basta para ir improvisando.
Si prescindimos de ciertos detalles,
parece una comedia, pero no hay que fiarse.
El autor tiene apego a la tragedia
y a los golpes de efecto en momentos puntuales.
Aunque el ritmo nos parezca pausado,
todo sucede demasiado deprisa.
No hay tiempo para irse por las ramas
ni para preguntar lo que parece obvio:
el porqué, los motivos, las razones.
Es fácil, disfruta de la obra mientras dure.
Vive la vida a fondo, no hay tiempo para ensayos.
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LA RUTA DEL NÓMADA
El nómada atraviesa
los desiertos sin nombre.
Abandonó la cómoda rutina
de los días iguales
y las tardes sin alma ni clemencia.
Lo acompañan su sombra traicionera
y un puñado de perros
que muerden los recuerdos del pasado
y, en las noches de luna,
le ladran al olvido.
El nómada es un hombre
que viaja con lo puesto.
En sus bolsillos guarda un puñado
de sueños necesarios,
la brújula que le marca la ruta
y el mapa del tesoro que dibujó
en los años sin tregua de una infancia
que le empujó a escapar de la rutina
de los días iguales
y las tardes sin alma.
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EL FUGITIVO
Con los brazos abierto te recibe
una nueva ciudad desconocida.
Eliges un hotel para el olvido
y sabes que será como en las otras.
La vida es un ritual que se repite
y es el hombre animal de costumbres.
Habrá vino, amantes de una noche,
y ocasiones para cantar victoria.
Mas un día cualquiera en una esquina
volverás a cruzarte con tu sombra
y emprenderás el viaje nuevamente.
Otra ciudad vendrá cuando abandones
esta nueva ciudad donde persigues
escapar del intruso que te habita,
aunque sabes lo inútil del empeño.
Escapar de nosotros es un sueño
que desemboca siempre en pesadilla.
Mas, de momento, la ciudad es nueva
y te recibe con los brazos abiertos.
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HE DE MORIR EN JUNIO
He de morir en junio
sobre un lecho de gárgolas y ruinas,
junto a un bajorrelieve de tristeza
donde Orfeo camina entre tinieblas.
He de morir en junio
bajo la plata lenta de la lluvia
que desdibuja los suaves contornos
de un claustro de silencios ancestrales.
He de morir en junio
con la misma pregunta sin respuesta
que una vez tallé con mi navaja
en el tronco del árbol de la vida.
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STORMY WEATHER
Como un lugar extraño, la vida.
De paso siempre. En tránsito.
Sin otro afán que los versos
y su vano empeño en atrapar
el paso tan lento de los días.
Sobrevivir en temporada baja
donde nadie: una ciudad costera,
la casa prestada de un amigo.
Un lugar en ninguna parte.
Escaso el equipaje y la memoria.
Considerar ciertos detalles sibaritas:
una botella fría de vodka,
la poesía completa —La Realidad
y el Deseo— de Cernuda,
y acaso Lena Horne cantando
junto a la chimenea Stormy Weather.
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Bascuñana, Ramón. Los días del tiempo. Huelva; Ed. Diputación de Huelva, 2002.
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