POEMAS DE AMOR ZOOLÓGICO
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23 AÑOS Y UN MINUTO
En los años 70,
Marina Abramović y el joven Ulay
desfondaron las noches de Belgrado y Berlín;
ella siempre con un vestido rojo,
él con gafas, siempre, sobre el pelo.
En los años 80,
Marina Abramović y el joven Ulay
atravesaron la Gran Muralla China,
se encontraron en medio
y se abrazaron por última vez.
En los años 90,
Marina Abramović y el joven Ulay
ya no existían, eran tan solo un antiguo vestido,
unas gafas antiguas.
Pero en la primavera del año 2011
Marina Abramović
entró en el MOMA de New York,
cerró los ojos y compartió
un minuto de silencio con los desconocidos.
De pronto, Ulay llegó,
sin que ella lo supiera.
Aún con las gafas sobre pelo.
Y cuando ella, por fin, al fin, abrió los ojos
el joven Ulay se quedó estatua,
no sabía qué hacer,
cómo pasar 23 años y un minuto en silencio,
cómo pasar 23 años y un minuto mirándola,
qué hacer con tanta eternidad, tan cerca.
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POEMA DONDE CONFIESO SIN TAPUJOS
CÓMO FUE MI PÉRDIDA DE LA VIRGINIDAD
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Víctor Andresco
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy Joaquín Blanco.
A los 14 o 15 años me enamoré perdidamente de Tina Modotti
todo por culpa de una foto de Edward Weston
y de un monte de Venus que me llevaba más de 50 años.
De pronto / todas las muchachas de mi barrio se peinaban al medio,
eran fotógrafas y tendían al sol sus vellos púbicos
en azoteas infranqueables.
A los 14 o 15 años me enamoré perdidamente
de aquella horizontalidad / de aquel nudismo militante.
El segundo culpable fue Julio Antonio Mella
y su huelga de hambre y aquella su muerte tan atlética.
Mientras mis compañeros de pupitre
coleccionaban fotos de Jane Fonda o de Marilyn Monroe,
yo me estaba convirtiendo al comunismo
de la manera menos sospechosa.
Hasta que un día pude ver por fin a una mujer desnuda
en aquella misma postura azoteística,
pero no al sol / sino a la luz de una bombilla infame
y supe de golpe que el sexo y la política
corrompen lo que tocas.
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GEMIDOS
Nunca he escuchado gemir
a una pareja mientras hace el amor.
Nunca de nunca.
En los hoteles en los que me hospedo
las parejas de los cuartos contiguos
duermen como hermanitos vallejianos.
En mi casa natal mis padres se cuidaban.
En mis casas de adulto (en todas)
los vecinos insonorizaban el amor
(algo que debería estar penado).
Ahora que lo pienso
solo he escuchado gemir de placer en el cine,
en los libros,
en la sonrisa picarona de las sobremesas.
Y esto es muy grave.
No se debe llegar a cierta edad
con gemidos de atrezzo.
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POEMA CON GATOS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«El gato,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsólo el gato
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxapareció completo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy orgulloso:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxnació completamente terminado,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcamina solo y sabe lo que quiere.»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPablo Neruda
Llegas a cualquier calle de cualquier ciudad y siempre hay gatos
pero nada ni nadie te puede demostrar que sean otros.
Gatos tan parecidos entre sí que hasta maúllan.
Animalitos hábiles para la indiferencia
dueños absolutos de tu tiempo y el suyo.
Por un momento llegamos a creer
que los caminos todos llevaban a Roma
que los felinos todos tenían siete vidas
que bastaba con saber maullar
para caer de pie desde cualquier altura.
Ahora puedes estar apoyado en un alféizar
o en la séptima vértebra de una mujer desnuda
y descubrir cuan frágiles somos quienes no maullamos.
Ahora puedes caer y pasarte el resto de la muerte
sin que nadie repare en tu ausencia.
Llegarán los turistas como siempre
y verán una calle llena de gatos
pero no repararán en tu cadáver.
Los gatos sí. Los gatos se alimentan
con la sangre de los que no maúllan.
Por eso hay tantos gatos que son el mismo gato
que viste la primera vez que viste un gato.
El que te toca.
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DOS SONETOS DONDE SE ADVIERTE DEL PELIGRO DE MIRAR
A UNA MUJER QUE CORRE HUYENDO DE LA LLUVIA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx«Vienes desnuda
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxcorriendo contra el viento…»
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxWaldo Leyva
Una mujer que corre contra el viento .atenta .contra el sueño
de .las .aves. ¿Quién .podrá .detenerla, .poner llaves a su lar-
go cabello en movimiento, a sus faldas .de .aleteo violento, a
sus .senos .que .saltan .como suaves imitaciones de la luz? Ya
sabes: ¿quién .garantiza .su .arrepentimiento? Una mujer que
corre despeinada es un peligro .para los gorriones, es un mar-
tirio para la manada de las gaviotas, para los aviones, para las
mariposas, para cada cuerpo .que .vuele. Nunca le perdones a
una mujer que corre con el pelo .aleteando en los ojos de otra
gente .que .diga .que .lo ignora. Siempre miente. Sus rizos en-
trenaron para el vuelo. Sus .ojos .lo .planearon. No hubo cielo
sino .su .cuerpo ingrávido, y .su .mente desafiando alas, picos,
luz, corriente. ¿La lluvia? No .te .engañes, cuando .llueva .será
su triunfo. Las demás .no .saben .salir a disfrutar del aguacero
Y .ella .será .paloma .que .se .eleva, mariposa feliz, hasta que
acaben el agua, el viento y tú: su pasajero.
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ONIROMANCIA
Los sueños eróticos son dulces pesadillas
(sobre todo cuando la muchacha del sueño no existe).
La almohada perpetúa su blanda insinuación de carnes,
la penumbra amortigua sístoles y párpados
y todo huele azul.
Los sueños eróticos no se hablan por teléfono
no se cuentan en cartas —ni siquiera se dicen—.
Basta la referencia de una sábana tibia,
la delación del tacto.
La muchacha del sueño
no tiene rostro fijo, pero es ella.
Ríe, se peina y huye,
vuela y retorna con otros hombres
colgándoles del pelo.
Luego suena el reloj
y despertamos asustados y débiles
y la seguimos buscando en el espejo
y la enjuagamos en un chorro de agua cómplice
y la bebemos en un sorbo de café solemne
y, al fin, la saludamos: —Buenos días,
sufriendo que ella pase y no nos reconozca.
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Díaz-Pimienta, Alexis. Poemas de amor zoológico. Madrid; Ed. Noviembre, 2020.
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