LA PIEDRA ALADA
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LA PIEDRA DEL RÍO
Donde el río se remansaba para los muchachos
se elevaba una piedra.
No le viste ninguna otra forma:
xxxxxxxxxxxsólo era piedra, grande y anodina.
Cuando salíamos del agua turbia
trepábamos en ella como lagartijas. Sucedía entonces
algo extraño:
xxxxxel barro seco en nuestra piel
acercaba todo nuestro cuerpo el paisaje:
xxxxxxxxxxxel paisaje era de barro.
En ese momento
la piedra no era impermeable ni dura:
xxxxxera el lomo de una gran madre
que acechaba camarones en el río. Ay poeta,
otra vez la tentación
xxxxxxxxde una inútil metáfora. La piedra
era piedra
y así se bastaba. No era madre. Y sé que ahora
asume su responsabilidad: nos guarda
en su impenetrable intimidad.
Mi madre, en cambio, ha muerto
xxxxxxxxxxxy está desatendida de nosotros.
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LA PIEDRA ALADA
El pelícano, herido, se alejó del mar
xxxxxxxxy vino a morir
sobre esta breve piedra del desierto.
Buscó,
durante algunos días, una dignidad
para su postura final:
acabó como el bello movimiento congelado
xxxxxxxxxxxxxxxde una danza.
Su carne todavía agónica
empezó a ser devorada por prolijas alimañas, y sus
xxxxxhuesos
blancos y leves
resbalaron y se dispersaron en la arena.
xxxxxxxxxxxxxxxExtrañamente
en el lomo de la piedra persistió una de sus alas,
sus gelatinosos tendones se secaron
y se adhirieron
a la piedra
xxxxxcomo si fuera un cuerpo.
Durante varios días
xxxxxel viento marino
batió inútilmente el ala, batió sin entender
que podemos imaginar un ave, la más bella,
xxxxxxxxxxxxpero no hacerla volar.
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JARDÍN JAPONÉS
xxxxxLa piedra
entre la blanca arena rastrillada
no fue traída por la violenta naturaleza.
xxxxxFue escogida por el espíritu
de un hombre callado
xxxxy colocada,
no en el centro del jardín,
sino desplazada hacia el Este
xxxxxxxxxtambién por su espíritu.
No más alta que tu rodilla,
la piedra te pide silencio. Hay tanto ruido
de palabras gesticulantes y arrogantes
que pugnan por representar
xxxxxxxxxxxxsin majestad
las equivocaciones del mundo.
Tú mira la piedra y aprende: ella,
xxxxxxxxcon humildad y discreción,
en la luz flotante de la tarde,
representa
xxxxxuna montaña.
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Watanabe, José. La piedra alada. Valencia; Ed. Pre-textos, 2005.
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