‘EXTRANJERO EN LA TIERRA’, DE JOSÉ MARÍA CAMPOS
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VESTIDO DE AIRE
Sus doce años
quisieran
escapar como un soplo.
Como un soplo
escondido
en el viento de Poniente.
Viento y soplo
fundidos
en el mismo vuelo,
en el mismo abrazo.
No tendría que esperar
el descuido
de los camioneros.
Vestido de aire,
no verán su partida,
no verán su llegada.
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HERMANO MUERTO
A la altura del humo
llegaba su lamento.
Con la fuerza del llanto
encendía fuego en las hogueras.
Su dolor, como fiebre de incendio,
debajo de los hígados.
Su hermano estaba muerto,
amortajado de algas y de arena.
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MERECIDAMENTE
Merecidamente canta,
bebe merecidamente.
Acalla penas
y espanta sinsabores.
Se ejercita
para ponerse
en pie
mañana.
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FIESTA
Se huele a hierbabuena
y chocolate;
a té de tres sabores
y a gacela;
a menta y a sudor.
Es fiesta
en la pequeña habitación
superpoblada.
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SU VESTIDO ES DE FUERZA
Su vestido es de fuerza,
su rostro de sonrisa.
Nadie dijera
que anida un universo
de tristeza.
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NEGRA
Le dijeron negra
con música de insulto.
Ella elevó el cuello
y convirtió su cuerpo
en todo un monumento.
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LAS MANOS SOBRE SU BOCA
Las manos sobre su boca
para evitar el grito
que en las entrañas
le desgarra las tripas.
Debe ponerle trabas
al grito que le brota
desesperado, tenso,
sanguinolento,
encharcado de dolor plomizo.
Lo teje entre sus dedos
y lo prende en la tela de araña
que pende de la viga podrida.
¡Y gritan las arañas!
Queda el grito en suspiro,
en un suspiro herido.
Su cansado corazón
sigue latiendo
en el rincón oscuro,
donde oculta
su presencia furtiva.
Acaba de matar,
de crimen necesario,
a pesar suyo,
la única riqueza
de su vientre vivo.
En la primitiva belleza
de sus ojos hastiados
reverbera un destello
de descalza esperanza.
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ESTOS OJOS LO VIERON
Estos ojos lo vieron
y lo cuentan.
¿Qué come
cada día
cuando en la tienda
sólo compra un plátano?
La tendera
quería venderle
dos.
Él,
no tenía
para pagar
el peso
de tanto
despilfarro.
¿Latía
su corazón
o era
su estómago?
Estos ojos lo vieron…
¡Qué desatino
entre tanto derroche!
…y lo cuentan.
Salió a la calle
con el pecho
henchido;
su dignidad
salvada;
su mirada
era un reto;
su andar
una denuncia.
Estos ojos lo vieron
y lo cuentan
para propia
vergüenza.
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LAS FATIGAS DE AYER
Las fatigas de ayer
hoy se potencian.
Dejó casa, mujer,
hijos y herencia
para pasar de la pobreza
a la indigencia.
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Campoas, José María. Extranjero en la tierra. Cartagena; Edición del autor, 2003.
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