Inicio > Poesía > LA CASA ROJA

LA CASA ROJA

.

A LA MEMORIA DE JOSEPH

Tomé café con Brodsky en un bar del Gianicolo
Yo no sabía inglés, él no hablaba la lengua de Cervantes
Mecachis en la mar apenas nos pudimos entender
Él pidió un sándwich de huevo duro mientras reflexionaba
Sobre la claridad innata de las ruinas de Roma
Al menos eso deduje por el modo en que desenfundaba
Sus ideas como una navaja de afeitar en la cara de un niño
Los payasos están destruyendo el circo, me dijo
A mí me pareció de mal gusto hacerle alguna matización
Si yo fuera un prerrafaelista también me hubiera enamorado de Ofelia
Si yo fuera un licenciado en ciencias exactas habría reivindicado el cero
Tampoco hay que ponerse así por unas cuantas decapitaciones
Ambos sentíamos admiración por los polígamos
Sin embargo, nuestro temperamento flemático
Era lo más parecido a un buque de guerra
Y hasta las palomas se lo pensaban dos veces antes de acercarse
Iba para Ischia, no muy lejos de donde vivió Virgilio
Haciéndole honores a sus antecedentes de vago
Se fue poniendo rígido al barajar algunos nombres
Virutas de garlopa, lágrimas de quien pica cebolla
Cambiamos de chismorreo, hablamos de las abejas
Hablamos de los accidentes aéreos y la escritura cuneiforme
De las gallinas en el barco, caravaggios contra berninis
Un tipo estupendo, lo habían echado de un manicomio
Y a mí me echaron de la Academia unos días después

.

.

.

.

.

LOS APRENDICES

En el penal del Espíritu Santo están los amigos culpables de todo.
Abandonaron la escuela para entrar de aprendices en el taller de un mecánico.
He aquí lo que hicieron: hacían felices a las atrevidas y a las vergonzosas.
Algunas veces tenían razón, otras se equivocaban
y desaparecían del pueblo con muchachitas de ojos castaños.
Era digno de verlos cómo sin una pizca de maldad
le retorcían el pescuezo a quien se pasase de rosca.
A veces dormían en los vagones de mercancías,
a veces se acostaban con las mejillas de las veraneantes.
En el penal del Espíritu Santo están las manzanas caídas al suelo.
Nada en este mundo fue para ellos generoso,
a la velocidad de la luz su estrella se desvanecía en el cielo.
Regresaban silbando por las vías del ferrocarril
cuando les echaron el guante la noche del eclipse de luna.
Alguien había asaltado la gasolinera con una escopeta de cañones serrados,
alguien sin tener porque sí, alguien sin saber porque no.
He aquí lo que hicieron: hacían girar sobre un dedo la esfera terrestre,
era digno de verse cómo los querían los perros, las putillas, los niños.
En el penal del Espíritu Santo, pensando en chicas puntiagudas,
apuestan a la ruleta rusa, aunque sea domingo, los asustagallinas.

.

.

.

.

.

HISTORIA DE AMOR

Érase una vez un muchacho que vendía souvenirs en el puerto
Érase una jovencita que vivía en un colegio mayor
Por aquel entonces todos los días se parecían a la revolución de los claveles.
Cada dos calles el azar hacía esquina con la avenida de las sandalias chinas.

Por el modo en que ella miraba el mar parecía haber leído a Saint-John Perse
Asunto delicado haber leído tan joven al conde de los pájaros franceses
Asunto delicado tumbarse en la hierba con alguien que no ha leído a Whitman.

Las diferencias de clase no parecían insalvables
Así que se enamoraron como suelen enamorarse las chicas
De los muchachos que venden souvenirs en el puerto.

Por historias semejantes príncipes y mendigos pasaron a las enciclopedias:
Ella le regaló Las Iluminaciones
Él tuvo la delicadeza de dejarle bajo la almohada Una temporada en el infierno.

.

.

.

.

.

LO QUE LLEVA UN POETA EN LA MOCHILA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Jorge Riechmann

Lleva yogur para el camaleón
Las tijeras del equinoccio con que sí
Las tijeras del equinoccio con que no
Piedrecillas para el cementerio judío de la piedad
El bulbo del razonamiento
La Historia del Movimiento Obrero de las Hormigas
Una taza para el agua
La llave que abre el sueño de las muchachas dormidas
Los zapatos de Josephine Baker y la herradura de los ladrones
Lleva un puñado de tierra para la almohada
Y es la almohada
Un silbato para encender el brasero
Ruido de nueces para el instante de las semejanzas
Una aldea donde es feliz el calor
El pasadizo de estrellas hacia el rey del otoño
Un tintero para el himno de la desobediencia
Pan para el pan, eso lleva
Lleva la prosperidad de las repeticiones

.

.

.

.

.

PLAZA DEL ÁNGEL

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx(Octavio Paz)

en esta plaza los turistas alemanes beben cerveza
en esta plaza las mujeres cosían y cantaban con sus hijos
en esta plaza los dos se desnudaron y se amaron en el 36
en esta plaza hay un hotel llamado Victoria
en esta plaza está enterrado don Pedro Calderón
en esta plaza hay un bar donde nunca tocó Dizzy Gillespie
en esta plaza mean los desempleados
en esta plaza las ratas son blancas

.

.

.

.

.

CANCIÓN DEL AFTER-SHAVE

las te de mi vecí son tan boní como la primavé
en el rellano sus trenzas parecen el arco de dos violines
el portal se ilumina como una margarita en combinación cuando abre la puerta
la cerradura del cuarto derecha cruza los ojos cuando va a la compra
al pasar por el segundo izquierda las expectativas de su corazón saben a kétchup
para qué decir cuando regresa cargada con frasquitos de mermelada
cantan sus sandalias como nutrias en los escalones del eucalipto
las manzanas se quitan la ropa la música se lanza tras ella
ni mencionar la pinza de sus ojos los lápices de sus piernas
mi vecina está en llamas tiene los ojos azules como una tarjeta de crédito
no conozco a mi vecina tampoco sé dónde vive
mi vecina es la merienda del mundo
mi vecina está hecha a prueba de tontos

.

.

.

.

.

McSONET

Quién sabe si ya Virgilio comía espaghetis, simple curiosidad
Pound era compulsivo con la lasaña, Montale un adicto a la mortadela
para qué vamos a hablar de Neruda, casi acaba con el planeta
Borges se contentaba con un tazoncito de mala leche

de Saint-John Perse conocemos su debilidad por el pato lacado
Huidobro andaba con un par de vacas por el mundo, qué tío
Vallejo apenas con un saquito de choclos
Eliot adoraba la comida rápida lo que resolvía su falta de tiempo

Verlaine se podía pasar el día con un crepé de sirope
Pessoa almorzaba sardinhas, de eso no cabe ninguna duda,
San Juan Larrea y Gregori Corso eran espiritualmente vegetarianos

poetas de todas las condiciones se han comido a dios por los pies
Dante sigue calentando su sopa en el purgatorio
Góngora espolvorea Quevedo sobre los buñuelos de miel

.

.

.

.

.

¿QUÉ SERÍA DE LOS BURGUESES SI NO EXISTIESEN POETAS?

antes los poetas maldecían a los burgueses
los poetas malditos, los malditos poetas
la poesía ya no sirve a la felicidad de los burgueses
los pequeños burgueses detestan a los poetas oficinistas
cuentan las sílabas con los dedos, roban estilográficas

antes los poetas maldecían a los burgueses
ahora los burgueses maldicen a los poetas
su multiplicación contradice la teoría de Darwin
no aciertan a cuadrar los inventarios
dan negativo en todos los balances

su propia naturaleza los hace sucesivamente inmortales
unos sobreviven con préstamos, otros creen en la reencarnación
se camuflan de profesores, se infiltran en los sindicatos
en vez de preocuparse por zurcir la capa de ozono
se lustran los zapatos con el cepillo de limpiar los dientes

hasta cierto punto es normal que la burguesía se muestre decepcionada
imprimieron sus retratos a plumilla en los billetes de banco
ahora cortan las tartas de cumpleaños con el cuchillo de comer pescado
hablan como descosidos, agotan los talonarios al médico de cabecera

pero nada es lo que parece tras la república de las estrellas
y todo parece indicar que en el fondo aún les guardan cariño

.

.

.

.

.

LA CABEZA

Se me ha ido la cabeza
No soy el primero ni el último a quien de repente se le va la cabeza
Un día te levantas y no hay nadie sobre los hombros

La mayoría se aburren y marchan sin despedirse
No vuelven a acordarse de sus antiguos dueños
Las que regresan lo hacen a menudo desengañadas
Miran para otro lado como si aquí no hubiese pasado nada

Las oficinas de objetos perdidos están repletas de cabezas como la mía
Las guardan un tiempo, luego no se sabe qué hacen con ellas

No las iban a dejar allí para siempre

.

.

.

.

Mestre, Juan Carlos. La casa roja. Madrid; Ed. Calambur, 2008.

.

  1. No hay comentarios aún.
  1. No trackbacks yet.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Daftar Harga Mobil Bekas

Literatura, música y algún vicio más

El lenguaje de los puños

Literatura, música y algún vicio más

Hankover (Resaca)

Literatura, música y algún vicio más

PlanetaImaginario

Literatura, música y algún vicio más

El blog tardío de Elena Román

Literatura, música y algún vicio más

El blog de Ben Clark

Literatura, música y algún vicio más

DiazPimienta.com

Literatura, música y algún vicio más

El alma disponible

Literatura, música y algún vicio más

Vicente Luis Mora. Diario de Lecturas

Literatura, música y algún vicio más

Las ocasiones

Literatura, música y algún vicio más

AJUSTES Y OTRAS CUENTAS

Literatura, música y algún vicio más

RUA DOS ANJOS PRETOS

Blog de Ángel Gómez Espada

PERIFERIA ÜBER ALLES

Literatura, música y algún vicio más

PERROS EN LA PLAYA

Literatura, música y algún vicio más

Funámbulo Ciego

Literatura, música y algún vicio más

pequeña caja de tormentas

Literatura, música y algún vicio más

salón de los pasos perdidos

Literatura, música y algún vicio más

el interior del vértigo

Literatura, música y algún vicio más

Luna Miguel

Literatura, música y algún vicio más

VIA SOLE

Literatura, música y algún vicio más

El transbordador

Literatura, música y algún vicio más

naide

Literatura, música y algún vicio más

SOLIPSISTAS DEL MUNDO

Literatura, música y algún vicio más

MANUEL VILAS

Literatura, música y algún vicio más

El fin de las siestas

Literatura, música y algún vicio más

Escrito en el viento

Literatura, música y algún vicio más

un cántico cuántico

Literatura, música y algún vicio más

Peripatetismos2.0

Literatura, música y algún vicio más

Hache

Literatura, música y algún vicio más

A %d blogueros les gusta esto: