DERIVAS
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MELTEMI
Alguien pone una milonga al despertarse
en este diminuto hostal tan limpio.
Perfecto cementerio de una promesa torpe.
Otra vez el mar inalcanzable.
Al sexto piso también suben las tormentas,
se mezclan con las voces de Zeca y el vinilo decrépito
con el que se siguen recordando revoluciones
(claveles en las notas, a la entrada del teatro).
El viento del sur. Nadie que perdone, nadie que olvide.
Vuelvo a cruzar la avenida Tordi, pero todo ha cambiado.
Alguien charla sin culpa con acento de Valladolid.
Y el frío que hace. Pandora y sus ideas geniales
a partir de las diez. Y entonces ni jacarandas ni tilos,
solo estornudos. Habría que aprender a escoger mejor.
Saber de la escalinata del jardín de Sorolla,
un domingo soleado. De la primera sala del Prado
junto a la puerta norte. O del flequillo de Circe que se ríe
a carcajadas y que yo había imaginado más alta.
Me acerco al puerto, lejos de la mala suerte.
El horizonte. a tres kilómetros y medio.
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LA TABERNA DE SÓCRATES
Este rayo de sol sobre la frente. Este rato infinito.
Haberse reído con alguien durante minutos.
Escombros quemados, una casa en obras. Una madre,
una alfombra de cuadros, alguien que toca la guitarra.
Carballos y cipreses. Resguardarse a la sombra.
Asentir cuando es inevitable echarse a llorar.
Agradecer que esta vez no sea de los nuestros.
Aceptar la buena suerte. Y al fin, el horizonte.
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LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA
Crecer un centímetro en cuarenta y ocho
horas, bendita sea la fiebre esta noche
de viernes. Hileras tachadas con tinta
en la agenda, ¿qué se espera,
cuando siempre deciden por ti
los calendarios? El tiempo de Cavafis,
el tiempo, escribes, Lope, la noche,
Marta. El naranja azulado del rescoldo
de encina en la chimenea. Y entre las ascuas,
los amigos, los padres, y algunas canciones
de una generación que no es la nuestra.
Lo que nunca se dijo. No eras tú para mí,
ni yo para ti. Aun siendo de los nuestros.
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López, Lara. Derivas. Zaragoza; Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2019.
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