LOS DESIERTOS DEL TIEMPO
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SIN EL HIJO
Amor tiene hoy el corazón azul
y una piedra de fuego
en la garganta.
Gime su entraña delgada y enferma
traspasada de hielos y silencios arados,
y en la tarde
la ciénaga cruza densamente el páramo
agotando los miembros,
segando las orillas del dolor.
Amor tiene hoy el corazón azul
y una piedra de fuego
en la garganta.
Arrastra grávidas las espaldas
henchidas de aire negro
y un torniquete de sangre retenida
dilata su noche inacabada.
Los campos de centeno, el castro,
los destellos del sol en los chopos del río,
las cancelas que cierran los caminos.
He retenido de la vida
lo que cabe en tus manos.
Todo lo ardí
para una misma hoguera.
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DEPREDADORES
Dejé
en la agria
madrugada
el nido.
No vi llegar la rapaz.
Devoró los huevos.
Escuché el batir de sus alas.
Como el lobo, dejó regueros de sangre
entre la nieve.
Como el viento, lanzó en desorden siniestro
la techumbre.
El dolor es bisturí
en la madrugada.
Las plumas, las carnes tumorales
y las sábanas agrias
infectaron el aire.
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Negueruela, Jacinta. Los desiertos del tiempo. Madrid; Ed. Devenir, 2012.
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