CUERPOS VARADOS
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FUSIÓN
Ensimismado me abrazó el viento del Oeste,
azul se perdió el día,
quedó tan sólo la inmensidad del agua.
Yo miraba la inmensidad.
Me hubiese abandonado como la ola en la arena,
ser absorbida,
hundida hacia la tierra.
Me hubiera diluido como el agua en la playa,
tanta vida en la vida,
y ahí abajo encontraría el mar,
ser tierra otra vez y empujar a la ola
y lanzarla dormida a la tierra
y abrazarla de nuevo,
y hubiera sido hoy tierra
y mañana mar,
y luego tierra y después mar,
hubiera sido un océano azul incomprensible.
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MAR DESDE PARÍS
Me deja el cristal una gota de lluvia
para recordarte de agua, mar,
desde una ciudad cualquiera.
En frente otros cristales de otras ventanas,
distintos, amarillos
y sus usos domésticos,
su calor humano.
Pero yo te prefiero a ti, mar,
pequeño
en la gota de agua,
igual de azul,
hoy tan frío,
pintando la cara de olas sesgadas,
dilatando la cara de la gente,
haciéndolas temblar.
Así te vi en París, alguna tarde,
persiguiendo una ola del Sena
que me llevó hasta ti.
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OLVIDO
¿Cómo nombrar el cuerpo que me desata, sigiloso, de
otro cuerpo?
¿De qué mar desmemoriado de mi invierno,
de qué asustada grieta submarina se arranca el ancla
huida?
Hoy desanudo los mil ratos de desdicha
y la desolación de una llanura se me encalla
y ya no sé por qué hacen falta tantos cuerpos para ocultar
el cadáver de uno sólo.
Como la inquieta tierra removida, de la que surge,
aterradora,
la mano que delata,
así entierro, convulsivamente, el cuerpo de un pasado,
inútil, sí,
cruel,
ya vieja historia.
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TU NOMBRE LABRADO
Y no dejará el recuerdo
de ahondar en la porosidad de la roca,
miles de partículas de agua pulverizada
resquebrajan la memoria más firme.
Y tu nombre, infinitamente dicho,
infinitamente silenciado,
eterno.
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Negueruela, Jacinta. Cuerpos varados. Madrid; Ed. Devenir, 2009.
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