POEMAS DEL DESAMOR VERDADERO
UNOS LIBROS VIEJOS
La música sonaba hasta muy tarde
y era la noche toda nuestro espacio,
animales de penumbra y de humo,
dueños de las palabras y del tiempo.
Una noche perpetua fueron los años
de aquella juventud, del entusiasmo,
de la carne atormentada, y en balde,
pues ni la sombra ni el deseo fueron
cómplices de placeres y aventuras
y no hubo gozo ni derroche ni alma
sobre las sábanas de aquellos lechos
improvisados, aunque éramos jóvenes
y sonaba a todas horas la música
y no importaban las horas ni el sueño.
Guardo la memoria del desamor
y la abstinencia, el olor del sexo
y las noches iguales,
mientras la música impregnaba dulce
mi tristeza de joven fracasado.
También las avenidas y las calles,
los bares y las fiestas numerosas,
el aviso puntual del alba como un milagro,
la cerveza, los libros y el tabaco,
la vida misma pasajera y frágil.
Un relámpago apenas en la noche,
un instante de luz y de zozobra
y la certeza de un error seguro
como el sabor metálico del tiempo
guardo entre las páginas gastadas
de unos libros viejos que no he leído.
EL SOL SE PONE
Todo es más triste ahora,
tus ojos grandes y negros, tus manos
elegantes y diminutas, todo
es dulce y triste como la memoria,
pero estás desnuda a mi lado, viva,
y en tu boca de fruta el reproche
continúa tenaz como una máscara.
Treinta años juntos no es nada apenas,
el brillo de tus ojos,
el último fulgor de la tarde ancha
y cansada, pero se fue la vida
a otra parte, y los muchachos ríen
cogidos de la mano por las calles
que pisamos nosotros
mientras discutíamos sobre nada
para perder las horas del amor.
Se besan por las esquinas, se tocan
avaros de la carne joven que perderán
si no aprovechan la mañana como nosotros
y permiten que los años se vayan
a un lugar desconocido, silentes,
inútiles, porque no cumplieron su deber
de vino y leche, de pan y tormenta
y huyeron los días azules como los nuestros.
Deberíamos advertirles que el sol se pone
y no siempre esplende el alba, no siempre.
VEINTE AÑOS
Déjame que te diga, pese a todo,
que hoy eres bella, idéntica al recuerdo,
grácil como el verano interminable.
Que eres la misma y tienes veinte años.
OJALÁ
Déjame que te diga en estos pocos versos
que la historia puedo ser diferente,
que habría dado mi brazo izquierdo
para que la memoria fuera otra,
para que el deseo se hubiese cansado
verdaderamente de los amantes,
de su pertinacia y de su dulzura.
Ojalá pudiese cantar yo ahora
la belleza de los días pasados
y la abundancia del amor eterno.
FÁCIL
Habría sido muy fácil amarse
en la penumbra de un cuarto a media tarde,
abrazados y desnudos, tan quietos
como la ofrenda a un dios y satisfechos
de que el amor oliera a carne y a sexo
como huele el amor desde el primer día.
Sí. Habría sido tan fácil como un milagro.
García, Pascual. Poemas del desamor verdadero. Murcia; Servicio de publicaciones de la universidad de Murcia – Aula de Poesía, 2019.