HOTEL VÍA LÁCTEA
HOTEL VÍA LÁCTEA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxOtro universo más allá.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLi Bai
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Esther
La forma en que mi padre me enseñaba
lo lento que maduran las cerezas,
lo que curten los golpes en la vida,
la verdadera dimensión de nuestro paso
efímero y sagrado por la tierra,
lo poco que consigues con los actos
ajenos a tu propio crecimiento
dentro de un universo en expansión,
ese animal inmenso y luminoso
del que formamos parte.
Amanece y estoy solo, es el fin
de aquello que recuerdo y el principio
del resto de mi vida.
El edificio entero está en silencio,
yo también estoy mudo. Ya no recuerdo nada,
y no me importa. El sol golpea las cosas
a través del pasillo y sus ventanas.
Voy hacia la escalera con periódicos,
la piel de los ritos diarios,
una de esas canciones que se quedan
a vivir para siempre con nosotros
y flores, fruta fresca,
y llamo a nuestra habitación
para ver si estás lista para desayunar
y darte agradecido estas cerezas,
amor, los buenos días.
UNA CASA, UN RÍO
xxxxx1
Tuvimos una casa alguna vez
al borde de un camino
hacia ninguna parte.
Después de la labor mirábamos la tarde,
veíamos pasar a los viajeros.
Debajo de la luna
el mundo era un océano
y todos nos movíamos despacio.
Algunos nos hablaban de ciudades fantásticas
al cabo de la herida misteriosa,
visiones imposibles en los ojos del nómada.
Cuando se iban, ella
era todo mi país.
Tuvimos una casa junto a un río,
recuerdo que una vez
llovió toda la noche,
caían las estrellas
hechas agua,
medusas diluidas en sus manos.
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Hundí mi rostro en esa tierra,
y esa tierra
era mis ojos.
Su sequía
era mi sed.
Pero hubo un mar allí
alguna vez,
lo sé.
Y yo era un río.
BESTIARIO
No confíes en nada de lo que te rodea,
todo son filtraciones de uno mismo,
así que rómpete a ti mismo y deja
que aflore lenta de entre tus pedazos
la verdad siempre ajena, innumerable.
López, José Óscar. Animal fabuloso. Albacete; Chamán ediciones, 2018.