FRANCISCO UMBRAL Y QUEVEDO
¿Y qué mundo de borratajos verían sus ojos ciegos cuando estaba sin gafas? Seguramente mucho de lo que escribió, turbio de luces, genial, lo había visto, quizás en aquella casa, cuando miraba el mundo sin sus quevedos.
Porque mirando así, se ve más verdad, la conciencia miope de la vida, la mentira de los límites, el reino indeciso de las sombras, los bultos y los pasos por el aire de los muertos. Eso sólo está en él, el más vivo y emocionante español de por siempre jamás amén.
Umbral, Francisco. Los helechos arborescentes. Barcelona; Ed. Argos Vergara, 1980.