SHAKESPEARE – SONETOS ESCOGIDOS
Magnífico trabajo -como siempre- de Ángel Luis Pujante, mostrando primeras versiones de algunos de los sonetos de Shakespare, publicados entre finales del siglo XIX y principios del XX.
11.
Al mismo paso que en menguante vayas
podrás en un retoño ir en creciente,
y así la fresca sangre de tu oriente
de tu occidente alegrará las playas.
Esto fuera buen juicio, auge fecundo;
lo otro, loca vejez, glacial rüina.
Bajo la misogámica doctrina
en sesenta años se acababa el mundo.
Muera solo, en su yermo, el rudo, informe,
que Dios no crió para modelo humano,
pero a ti, al darte un patrimonio enorme,
te impuso el darlo y no tenerlo en vano.
Natura te brotó robusto y bello
para que estampes más y siga el sello.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxRafael Pombo
17.
¿Quién me creyera en tiempo venidero
si extremara en mis versos la verdad?
Igual que en un sepulcro guardar quiero
de tus dotes al menos la mitad.
Si hablara de tus ojos esplendentes,
si pintara al pintarte el ideal,
la edad nueva al juzgar dijera: Mientes:
tanto cielo jamás fue terrenal.
Y en mis mustios papeles tu silueta
fuera chochez de viejo nominada;
tus derechos, vehemencia de poeta
o una vieja canción exagerada.
Mas si en un hijo entonces florecieras,
en él y en mí dos veces revivieras.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxFernando Maristany
18.
¿Te puedo comparar con el estío?
Tú eres más atractiva y más suave;
el huracán desflora a su albedrío
y el paso del verano es el del ave.
La pupila del cielo es harto cálida,
la faz de oro a menudo palidece,
la más pura belleza queda pálida,
pues todo en la Natura descaece.
Mas tú no puedes nunca marchitarte,
tu belleza jamás se velará,
y la muerte en sus sombras ocultarte,
cuando acabes la senda, no podrá.
Mientras la humanidad no esté extinguida,
tu estío vivirá y te dará vida.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxFernando Maristany
27.
Llego rendido y busco con presteza
en el lecho reposo dulce y breve;
mas otro viaje ocupa mi cabeza
y, en vez del cuerpo, mi ánimo se mueve.
Entonces en tropel mis pensamientos
van hacia ti volando en gran distancia,
y hallo, al abrir los ojos somnolientos,
cual ciego, todo a obscuras en mi estancia.
Tan sólo ante mis ojos sin pupila
pone el alma tu imagen, como un broche
que en las sombras espléndido rutila
sobre el anciano rostro de la noche.
Ni un día el cuerpo, ni una noche el alma,
gracias a ti y a mí gozan de calma.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxGuillermo Belmonte Muller
66.
Cansado ya, la muerte sólo quiero,
viendo a lo que aquí el mérito se presta,
y viendo a la miseria en son de fiesta,
y tenido por noble al trapacero;
escupido el honor, y el verdadero
hombre en quien la virtud se manifiesta,
sujeto a la ignorancia, tan funesta;
el mérito, el saber, ante el dinero;
amordazado el arte; la locura
insultando al talento, descocada;
cediendo la verdad a la impostura;
el Bien sirviendo al Mal… Mi alma cansada
buscaría la muerte en su amargura
si no me separase de mi amada.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJaime Martí-Miquel
72.
Para que el mundo averiguar no quiera
qué prendas hubo en mí para moverte
a amarme con pasión tan verdadera
más allá de las sombras de la muerte,
ya que decir no puedes en mi abono
nada que a mí me alabe sin mentira,
da mi nombre al olvido y abandono,
ya que al elogio pérfido no aspira;
si no, tendrán tu amor por embustero
y tu afecto leal por extravío;
mi nombre, de mi cuerpo compañero,
debe morir para tu honor y el mío.
Yo estoy de mi vivir avergonzado
y tú, que a un ser indigno has adorado.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJosé Pablo Rivas
87.
Eres para mí un bien inmerecido;
conoces tu valor, y es excusado
decir que el compromiso antes creado
roto está, y la amistad que nos ha unido.
Derechos a ese bien nunca he tenido,
fuera de los que tú me habías dado;
ningún merecimiento me ha adornado
para gozar la dicha que he perdido.
Te entregaste a mi fe por ignorancia
de tu valor; hoy ves que no es pequeño,
y entre los dos agrandas la distancia.
Tu posesión ha sido como un sueño,
dulce sueño de gloria y de abundancia
que tiene el ser más pobre y más pequeño.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJaime Martí-Miquel
116.
No admito que se pueda destruir
la unión fiel de dos almas. No es amor
el amor que no logra subsistir
o se mengua al herirle el desamor.
El amor verdadero es tan constante
que no hay nada que pueda reducillo;
es la estrella de toda barca errante,
cuya altura se mide, no su brillo.
No es juguete del Tiempo, aunque los labios
y mejillas dobléguense a su suerte;
no le alteran del Tiempo los agravios,
pues su reino no acaba con la muerte.
Y si eso es falso y fuera en mí probado,
ni yo he escrito jamás, ni nadie ha amado.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxFernando Maristany
Shakespeare, William. Shakespeare. Sonetos escogidos. Las primeras versiones castellanas. (Ed. Ángel Luis Pujante). Murcia; Ed. Nausícaä, 2009.