‘LOS SIGNOS DEL DERRUMBE’, DE ANTONIO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ
LOS SIGNOS DEL DERRUMBE
Sus días son azules
o negros cuando el frío entumece los miembros
o rojos si las úlceras apremian con su aullido.
El tiempo es sucesión de sensaciones plenas
y cada hora el triunfo de la supervivencia.
Ha encontrado un periódico y lo mira
indiferente, examinando el tacto
del papel. No lo irritan los últimos caciques
en avivar la fe de los esclavos.
No intentéis explicarle los signos del derrumbe.
La libertad prefiere ungir solo a unos pocos
príncipes de los márgenes.
Solo los despojados y los dueños de todo
han probado las mieles del desprecio absoluto.
Libre de indignación, como un faisán
henchido de egoísmo,
coloca los papeles en el banco y se duerme
sobre la podredumbre de este mundo.
PARAJE DE CIUDAD REAL
Mira los tallos secos de los cardos,
las espinas que apuntan hacia quién,
hacia dónde,
la dureza solar de su flor muerta.
Una lengua de asfalto cuarteada se extiende
buscando un río distante
o imposible. Las nubes
ignoran la llamada
de la torre sin nadie, contra el viento.
Se diría que nunca dejaron las cigarras
de vibrar en la hierba, que los pájaros
no temieron jamás que se quebrara
este cielo vacío.
Ignora la hojarasca las letras en desorden
que alguna vez formaron la palabra aeropuerto.
NACIMIENTO EN SIRIA
Canta la buena nueva. Ya ha nacido.
Sin señales, sin esperar siquiera
la alineación propicia de los astros
ni el rumbo de su estrella. Sin que el poder
lo tema, ya ha nacido,
en la antigua ciudad de Emesa,
el esperado, el hijo
de mujer, que entre escombros
derramará su sangre sin que a nadie
le importe. Ya ha nacido
entre miseria y miedo, entre jjirones
de civilización. Ahora cantemos
sus alabanzas, fruto de la vida
que será cercenada inútilmente,
una vez más, en medio del silencio
sepulcral de la Historia.
EN LAS CAVERNAS
En Camerún están matando a un hombre
por declararse a otro en un mensaje.
Escribiría je t’aime o unas pocas palabras
en su lengua materna. Solo que para el resto
del mundo se enterara
de que a pesar de hallarse en el lugar erróneo
había elegido amar, vivir sin miedo.
Y ahora lo están matando.
El odio es el refugio de los desamparados,
y en las estrechas celdas de la fe y la barbarie
amar alarma siempre mucho más que un cadáver.
ÉXITO
Ahora eres una efímera promesa.
En Facebook resplandece tu mirada,
con Nueva York de fondo y un poema
sexual y vigoroso que enamora
a las hipnotizadas internautas.
La suerte te sonríe a cada paso;
hay lecturas y fiestas que terminan
de madrugada en camas diferentes.
A tu lado se tienden las metáforas
como animales dóciles; te buscan
vacías y brillantes, cegadoras,
con la banalidad de sus imágenes.
Siempre hay una canción que te acompaña,
junto a ese look casual y descuidado;
y las palabras flotan en el aire
de los bares marcando tu aureola.
Encantador y hermoso te sumerges,
te entregas a la alegre inconsistencia.
La marca de ginebra que ahora bebes
sabe a éxito y tiene los aromas
de la felicidad. Es tu momento
y en él no caben otras distracciones:
las tenaces preguntas de la vida,
la amenaza terrible de la nada.
INVISIBLE
llevo días oculto entre estos muros
esperando que vengan a buscarme.
No sé cuántos serán ni cuánto tiempo
tendré hasta que me encuentren.
Mientras tanto,
tecleo este poema que puede ser el último
y que no leerá nadie.
Sé que es un acto inútil,
pero sigo escribiendo
para llenar el aire de una casa
a la que nadie llega,
en la que no aparecen señales de peligro.
Quizá no vengan nunca.
Tal vez, todo este tiempo
haya sido invisible.
METAPOEMA
Mis últimos poemas hablan sobre el lenguaje,
sobre la trascendencia del signo y los intentos
de crear realidades intangibles
mediante la belleza.
Escribo mientras silban las balas en las calles
de Kiev y de Caracas.
Un grupo de personas intenta protegerse
de una lluvia de fuego.
Los he visto caer, uno a uno, abatidos
como las piezas de una cacería.
Los he visto caer y desangrarse sobre los adoquines
en muy pocos segundos.
Los he visto morir.
Alguien pudo grabar el horror en un móvil
para que yo lo viese.
Yo, que he estado escribiendo
sobre la validez de la memoria
y la naturaleza de las pérdidas.
Yo, que estoy preguntándome
cómo sigue el poema,
cómo sigue la vida.
EL DOLOR DE VERDAD
Definir la tristeza.
Escribir las palabras dolor, angustia, duelo,
incluso en varias lenguas.
Y todo sería en vano.
El dolor de verdad no tiene nombre.
Rodríguez Jiménez, Antonio. Los signos del derrumbe. Madrid; Ed. Hiperión, 2014.