CUANDO VOLAMOS POR ENCIMA DE LAS NUBES
CUANDO VOLAMOS POR ENCIMA DE LAS NUBES,
pienso: lo mejor sería volar para siempre. Aquí hace sol. Todo
tan tranquilo aunque el avión pueda estrellarse y adiós vida.
Tanteo una voluminosa antología de la poesía gay americana
contemporánea. No me decido a abrirla. No podría figurar en
ella, claro. En la otra mano sujeto un ensayo sobre las nuevas
tendencias de la poesía eslovena actual. Me parece
que aquí tampoco me encuentro. Finjo la normalidad aunque
nada sea normal. Los poetas americanos me envidian el hecho
de que no soy uno de muchos. Los eslovenos sienten pudor,
se traban, prefieren callar. Sospecho que tienen miedo.
A veces tiene que ver con la envidia. De ninguna forma
logran reunir centenares de personas en la calle. Ni siquiera por
ideas que acabarían muriendo. Así que no participan, y eso ya
lo dice todo. Y sin embargo esos dilemas resultan tan inútiles.
Es absurda su lucha por la mención en la historia. No tengo
ganas de leer, como si fuera una lengua extranjera. Observo
las nubes que se acumulan, amasan y rozan, las blancas
forman un suelo suave e invitan a salir fuera
y acostarse en ellas. Así se inventaron los ángeles.
Mozetič, Brane. Banalidades (Trad. Marjeta Drobnič). Madrid; Ed. Visor, 2013.