EUROPA DESPUÉS DE LA LLUVIA
ANTROPOLOGÍA
Hay noches como ésta
en que la parte más joven de mi cerebro
(ésa que sólo viene del Mesozoico)
entra en contradicción con la primera,
la que se remonta a la época del Neanderthal.
Entonces en mis palabras de amor
hay una oculta destrucción
te acaricio con incertidumbre
olvido quién soy
no sé quién eres
Mi casa es extraña
¿qué hay sobre la mesa?
Evito los espejos
No quiero mirarte
Soy un animal contradictorio
y ni siquiera en eso original
EL TIEMPO
Ahora que todo el mundo vive hacia el futuro
mi melancolía y yo hemos decidido
vivir en el pasado.
LAS MUSAS INQUIETANTES
xxxxxxxxxxxxxxxxxHelena corre como una navaja abierta
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxixxxxxxxxxxxy uno se corta en ella.
xxxxxxxxxxxxxxxxx(Inscripción en el Muro de Berlín)
El muro es blanco y divide las dos ciudades;
como en los sueños,
una valla nos impide pasar al otro lado.
Apollinaire estuvo aquí,
cuando la ciudad todavía era una sola
y Lou, apasionada y violenta,
se le daba y se le negaba perversamente
xxxx(«Vulva que aprieta como un cascanueces»).
Me sonrío, esta mañana helada, en Berlín,
frente a la inscripción que alguien pintó,
alguien que también se cortó en los bordes filosos de Helena.
El sol es mujer y la luna es hombre,
en esta ciudad de bordes infinitos
y lagos tenues.
«You are leaving the American Sector»
(«Sie Verlassen den Amerikanischen Sektor»)
anuncia el cartel, a pocos pasos de la tumba
de aquel muchacho que soñó con cruzar el muro
y cual Ícaro,
cayó sobre las aguas.
You are leaving: se precipitan las hojas múltiples de los abedules;
the American: como en los sueños,
una valla nos impide pasar al otro lado.
Sector: el sol —agonizante— mujer,
la luna —precoz— hombre,
y Helena es la misma.
Me sonrío, esta mañana helada, en Berlín,
pensando que he recorrido tantos quilómetros,
como Ulises, cruzando cielos y mares,
para descubrir que alguien —antes que yo—
había encontrado la metáfora adecuada para Helena
que corre de ciudad en ciudad
como una navaja abierta
y uno se corta en ella.
BERLÍN, 1980
xxxxxI
Cuando en las ciudades desconocidas llueve
el agua que cae me cuenta las cosas que no sé.
xxxxxII
No está al borde del mar
sin embargo
todos nos sentimos pasajeros de un barco
la nave de los locos, quizás.
CORRESPONDENCIAS
Las ciudades son estados de ánimo
y Berlín se hunde en la lluvia
mientras se hace de noche
se hacen de verde los fantasmas interiores
se transparenta la cúpula que amo tanto
transita de Norte a Sur este viento azorado
los cielos se deslizan velozmente
y yo intento atrapar en la memoria
la luz cambiante de los árboles,
como un coleccionista que guarda tesoros
que nadie conoce.
SUPERMERCADO
La cajera de una sucursal del Kaiser
mira con desaprobación
el billete arrugado de diez marcos que le doy
lo estira lo plancha lo alisa minuciosamente,
coloca la efigie de Albert Dürer hacia arriba,
como si se tratara en el fondo de un papel muy diferente
al de envolver fideos.
Si no me mirara con tanta severidad le pediría disculpas
tengo ganas de preguntarle qué barco es el que aparece
del otro lado del billete
pero he cometido demasiados errores este día,
escribí varios poemas,
olvidé peinarme,
llueve y ando sin paraguas
y además, los diez marcos estaban arrugados.
CORRESPONDENCIAS II
Y hubiéramos ido a mirar los naufragios de Turner
en el Museo Británico
(esos naufragios, nostálgica,
que parecen arrancados de mis sueños
todavía culpables)
si no fuera
que Londres también es una ciudad extraña
si no fuera
que no quiero ver mis sueños reflejados
si no fuera
que esos cuadros
precisamente
copiados de mis sueños
son
el naufragio ya sucedido.
A LOS AMIGOS QUE ME RECOMIENDAN VIAJES
xxxxxIV
Hay tres cosas que quisiera decirte,
pero la segunda contradice la primera
y la tercera es un malentendido.
Preferible es el silencio.
Peri Rossi, Cristina. Poesía reunida. Barcelona; Ed. Lumen, 2005