UN FOTÓGRAFO CIEGO
DECONSTRUCCIÓN
Como ocurre a políticos
y otras celebridades,
tú también tienes una hemeroteca
que te desdice cuando se le antoja.
Nunca podrás quemarla.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxVive en ti.
Y morirá contigo.
PLANTA DE ONCOLOGÍA [SALIDA]
Camino muy deprisa.
Voy buscando mi cara entre los muertos
de batallas perdidas.
Las gitanas me ofrecen su romero,
lo rechazo, me insultan, me maldicen,
pero su juramento no conmueve
a quien le acaban de asignar verdugo.
No saben del temblor ante un diagnóstico,
lo que ya me dijo el espejo ayer,
la analítica de hace unas semanas.
Me consuelo con la vieja verdad:
todo es cuestión de tiempo,
todo arde y es inútil.
El miedo cuelga de mi cuello como
la correa de un perro extraviado.
SÍSIFO
Bebe con ansia y dolor.
Escribe en una servilleta y termina su cerveza.
Es un fantasma entre la neblina y los transeúntes.
Pocos saben de él.
No hay pretensión de ser nadie.
Solamente vive su camino a la muerte.
ROMANA
Esa estudiante —no llega a veintiuno—
está sorbiendo un gajo de naranja
tras una exposición al aire libre,
descansando en cuclillas sobre un banco,
ciñendo el pantalón por esa grieta antigua.
Una donna limpiándose el sudor
del cuello en un tranvía hacia el Trastévere
acaba de admirar
la estatua de Laocoonte
torciendo su cintura milenaria.
La has perseguido, por eso lo sabes.
Compraste antes manzanas verdes en el mercado
y has buscado ejemplares de Calasso
en los estantes de la Tombolini,
aroma de eucalipto en el escote
de esa anciana librera, pechos evaporados,
leves como mentiras infantiles.
Tu móvil vibra. Cógelo.
Te excitaría ver este mensaje
de una desconocida:
«los escritores no sabéis follar».
VOLUNTAD
No he conocido el hambre ni el terror.
No he estado solo, ni preso, ni loco.
No conozco Calcuta, sólo en documentales.
No me avergüenzo, sino que agradezco.
Sí, tengo por misión agradecer
para jamás pasar al otro lado.
Algo sé del dolor, amor y alrededores.
Poco, si comparamos. Y sin embargo, no
nos conviene olvidarlo. El dolor, digo.
ÚLTIMO CLIENTE
—La historia sagrada es del todo falsa.
La última paloma que liberó Noé
veinte días después de cesar el diluvio
no regresó jamás.
Se quedó al otro lado de la tierra
picoteando cadáveres,
arañando sus ojos con las patas,
comiéndose sus lenguas,
órganos de pecado.
—No me ha dicho aún su nombre, caballero.
—Todos me llaman Sísifo.
LOCUTOR
Cualquier economista lo asegura:
«Todo lo que Aristóteles Onassis
sacrificó fue en vano».
Los teólogos concluyen:
«Los dioses nunca lloran».
Y un sociólogo dice:
«Estamos vivos porque nos mentimos»
—¿qué coño es un sociólogo, por cierto?—.
Un profesor de métrica protesta:
«Nos convendría que regresase otro
Calígula y quemara a los poetas
que yerran en un verso».
Por último, el filósofo vuelve a hacer que asintamos:
«Nuestro cuerpo es un modo de existir».
Y ahora, las noticias.
PIGMALIÓN
Chupas un helado a cámara lenta.
Me has leído unos versos de Rimbaud.
Ahora tus dedos hacen
ceder mi cremallera.
Estoy a punto de asaltar tu vientre.
El corazón se rompe desde dentro.
Desnúdate,
xxxxxxxxxxxniña.
MUBAM
Miro en una exposición
los rostros humillados de mujeres
musulmanas.
Hay algunas ciegas, con las mejillas quemadas,
calvas, con un ojo vacío.
Ellas
aún no se atreven a levantar el mentón
hacia la cámara.
Probablemente no se atreverán nunca.
Yo
veo su dolor
infinito.
Mi libertad de gusanos en el estómago
se abraza a su cárcel de pozo seco.
Salgo llorando.
Ha vencido el fotógrafo.
¿DÓNDE ESTABAS TÚ?
El día en que murió David Bowie yo estaba
preparando un examen sobre el Renacimiento
mientras hacía guardia en el trabajo,
a las ocho en punto, en la biblioteca.
Entró la limpiadora y lo anunció
con la inercia de la curiosidad:
«Lo he escuchado en la radio.
Esta mañana ha muerto David Bowie».
Un tiro en la cabeza. Por la espalda.
Seguimos conversando de política
local y nacional, de estrellas negras,
saxofones abstractos, nuestros hijos,
sus notas, cómo crecen,
look up here, I’m in heaven.
Y cada uno volvió a sus asuntos.
En el aula, después, repartí los exámenes
y me coloqué aposta en una esquina
durante las dos horas que duró.
Dejé que se copiasen los alumnos.
No quería que me viesen llorar
por una tontería.
VICTORIA
Elige:
ríndete
todos los días
o ríndete ya.
Piénsalo bien.
Ya no queda más cobijo
que una burbuja
o una pistola.
García, Juan de Dios. Un fotógrafo ciego. Cartagena; Ed. Balduque, 2017.