PUNTOS DE NO RETORNO
1995
EN ESTA FOTO inesperada eres
el hermano pequeño de Bob Dylan,
el hijo de Joey Ramone.
Sostienes un cigarro entre los dedos.
Miras a la pantalla de un ordenador
donde estás escribiendo algo.
Sobre tus hombros
cae la tarde. Pareces Eddie
Vedder recién salido de la ducha .
No faltan la tabla de surf
ni la guitarra eléctrica a tu lado.
Eres Antonio Vega en el perfil
de un sueño. El sol
se va por los naranjos de la huerta
y tú, desconocido,
eres Jeff Buckley, Jim Morrison, Kurt
Cobain, Josele, todos a la vez.
Tal vez sea 1995.
Ajeno a la inmortalidad,
vistes de negro y fumas.
Este es tu retrato ecuestre:
cabalgando a lomos del humo,
en las volutas yéndote
al cielo.
Hoy también —tanto tiempo después— fumas,
miras a la pantalla
como pidiéndole una explicación.
Aún arde en tus labios
aquello.
Aspíralo hasta el fondo —como entonces—,
retén su oscura letanía.
Suéltalo todo al aire
y otra vez vuelve a sostener
en tus palabras
la radiante revolución del mundo.
Así brilla la luz de nadie
que llevas dentro.
CORRIENTES
QUE LAS CORRIENTES desbocadas
de los ríos del norte
escriban en mi nombre este poema.
Que lo hagan por mí
con su furia,
xxxxxxxxxxxxa su antojo.
Que en su descenso
precipitado, en su furiosa espuma
y en sus rápidos contra las rocas,
arrastren las cosas que soy
y he sido,
las canciones que prefería,
mis años.
Que lo conviertan todo en otra cosa más noble.
Ojalá este deshielo
de las altas montanas de la noche
me lleve —como
lijando mi mala fortuna—
y me destroce
y me arranque de cuajo
y me destine al mar por ríos y barrancas,
a las playas desiertas y remotas,
hacia ese otro deshielo último
que espero
y que me nombra.
García Cerdán, Andrés. Puntos de no retorno. Madrid; Los versos de Cordelia, 2017.