GRAN VILAS
NOTICIAS DE JUNIO DEL AÑO 2009
Los aviones de Air France se caen del cielo,
caen en mitad de las planicies oceánicas y se hunden
a la velocidad de los peces, cuatro mil metros bajo el agua.
Los familiares buscan abogados y leyes y luz y justicia
a las gran velocidad de la desesperación,
demonio y matadero del adiós ingrávido.
Michael Jackson pesaba cincuenta kilos de viento quemado
cuando se fue de este mundo como si fuese un negro de Nairobi.
Cuerpo adentro tenía vísceras de goma.
Hay un Big Bang carnal en todo esto.
Esta fiesta idéntica a las fiestas solares, a los sacrificios
humanos, comiéndonos los unos a los otros.
El canibalismo también es moderno.
Los cerdos, humillados, inventan virus que matan a los hombres,
comedores de cerdo.
Mercedes baja los precios de sus berlinas
De creer en algo, creería en un Mercedes-Benz,
y te juro que no es broma.
Adoraría sus ruedas,
su volante final.
En un país pobre y sin historia llamado Honduras
los militares dan un golpe de estado: negros y soldados,
indios y piedras, hispanos y locos, ratas y cárceles,
hundidos en Honduras.
Una biblioteca de Nueva Gales del Sur exhibe
la lista de Oskar Schindler, fechada el 18 de abril de 1945,
la célebre lista que hurtó al III Reich
ochocientos y un judíos en trece páginas amarillentas,
el buen triunfo de la vida.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxY en esa lista
salimos tú y yo, que estamos vivos de milagro.
El futbolista Kaká pasa el reconocimiento médico.
No hay mensajes nuevos, dice mi Windows Mail.
Cae otro avión, de una compañía fantasmagórica,
barata y africana,
sobre el Océano Índico.
Demasiados aviones en el cielo.
Demasiada gente volando.
Michael Jackson estuvo casado con la hija de Elvis Presley.
En las noches de verano, desnudos, hacían espiritismo.
La autopsia de Elvis también fue poesía pura.
Es mucho más triste que no te hagan ni la autopsia,
como a esos desgraciados que se hundieron
en el Atlántico y en el Índico
y sus cuerpos desaparecieron
como si nunca hubieran existido.
La autopsia es un espejo moral.
La autopsia es un matrimonio con la gravedad.
La autopsia me pone a mil, desconocidos
metiéndome mano, árbol adentro,
donde ni siquiera tú has estado, y eso que eres
la más perra de la tierra, amada mía.
Pienso en los riñones (creo que tenemos dos),
en el hígado, en el intestino grueso de Michael Jackson.
No hay mensajes nuevos, dice mi Windows Mail.
Nadie me escribe.
EL ALCOHÓLICO
Era el 30 de mayo del año 2009
y estaba en La Habana.
Somos los santos bebedores esparcidos por el mundo,
grandes y últimos —y escasos en número—
corresponsales del santo oficio: dos en París,
tres en Nueva York, cuatro en San Petersburgo,
cinco en Tokyo,
uno en La Habana.
El que bebe solo espera beber con Dios un día.
Vieja piscina del Nacional,
de cuerpo entero bajo el agua.
Vieja piscina de la tierra,
y el fervor
y el santo oficio
y la alegría espantosa.
Veo la luz del sol,
pero soy más humano que esa luz.
Siempre estuvo aquí.
Vengo de allá arriba.
Si la alegría fuese
este oficio
del que bebe en gloria.
Otra vez estoy al mando del gran ejército de la desesperación.
Al mando de las altas y superiores legiones solares,
en mi puesto,
aquí en La Habana,
diseñando la estrategia final de la victoria.
Soy el César,
estad pendientes de mis órdenes.
Mañana quemaremos la Historia.
SOLOS ANTE EL PELIGRO
La nada de los perros es igual a la nada de los hombres.
Aquí me tienes de nuevo, a tu lado, como siempre.
Alégrate, alégrate porque he vuelto no más de cinco minutos.
Todos los días, los grandes días —lo sé— te acuerdas de mí.
Me ves en la cocina de tu casa mirándote a los ojos,
mientras te bebes un café.
Te gustaba tanto contemplarme:
en los parques, en las playas,
en las calles de las ciudades españolas.
Nadaba en los lagos de montaña
al lado de los árboles y sacaba
piedras húmedas de los ríos
con mi boca enaltecida por el sol.
El sol era nuestro hermano.
El sol era nuestro imperio, nuestro imperial hermano,
se dejaba besar, lo besábamos nosotros a él,
aunque ardíamos, sí, ardíamos sin notar las llamas,
pues qué nos importaba arder a nosotros
si éramos amor, porque el amor nos quiso mucho,
acuérdate.
Nadamos juntos en los altos ríos de las montañas de Huesca,
en el mes de mayo, cuando el frío aún es aterrador.
En medio del agua de los santos deshielos,
solos ante el peligro.
Los muertos venían a hablar con nosotros, viejos
muertos de las montañas de Huesca, afables y atormentados,
dulces y ensombrecidos, pero siempre enamorados.
Tú contemplabas cómo se deshacía la nieve en las alturas.
Oíamos el cántico de las alturas.
Sí, lo oíamos.
Estábamos hechos el uno para el otro,
y aún te quiero.
Te quiero mucho porque nadie te quiere ya
como tú quieres que te quieran.
La nada de los perros es igual a la nada de los hombres,
un rigor primitivo, antes del mundo,
que iguala la desaparición de la carne.
El célebre adiós de la carne.
Me llenabas de caprichos,
acabábamos comiendo lo mismo.
Me comprabas salchichas alemanas.
Me comprabas galletas danesas.
Me comprabas pollo pequinés con salsa de almendras.
Me comprabas mortadela de Bolonia.
Y me llevabas a hoteles de lujo que aceptaban mascotas.
Y nos tumbábamos en la misma cama.
Y escuchábamos juntos a Johnny Cash.
Y pensábamos las mismas cosas.
Y me alquilabas una hamaca en las playas,
durante los veranos legendarios.
Nunca volveremos a estar juntos.
Nunca, entonces, estuvimos juntos.
No volveré.
No te querré ya más.
No te veré morir.
GRAN VILAS
Cómo me gusta el dinero,
cómo me gustaría
ser uno de los hombres
más ricos del planeta.
Me gusta ese momento en que la gente te paga por lo que sea.
Creo que lo que me mataría de verdad es no tener dinero.
Eso mató a mis antepasados: no tener nada.
Me gusta recibir transferencias bancarias.
Pero no me estoy haciendo rico,
sólo me hago viejo.
Se acerca el momento final
y sigo igual de pobre que siempre,
igual de pobre que mi padre y el padre de mi padre,
raza negra de negros españoles,
y eso me mete mala y negra sangre en la cabeza.
Muy viejo e igual de pobre que todos los viejos de la tierra.
Mira que era pobre mi padre y mira que yo amaba
esa pobreza, los pobres elegantes españoles
con la frente llena del sol del Mediterráneo.
Mi padre era un Woody Guthrie de las montañas de Huesca.
Era el mejor, siempre guapo, siempre radiante.
Pero se murió, así fue, se murió.
¿Por qué no soy rico si soy el mejor de los hombres,
si soy un santo,
si soy San Vilas,
muy colega de mis colegas,
un vitalista cordial?
Pagan mal en todas partes. Pagan mal en todo el planeta.
Pronto ya no pagarán nada, y volveremos adonde siempre
estuvo la gente como yo, allí abajo, quemados, enloquecidos,
ajusticiados, esclavizados, rotos.
¿Has visto cómo bajan los ríos de la tierra,
llenos de cadáveres flotantes,
llenos de moscas que se posan en los labios
de los cadáveres golpeados por la tiranía universal?
No soporto envejecer,
dejar de ser la criatura más resplandeciente de la tierra.
Ser pobre y joven era tolerable.
Ser pobre y viejo será un martirio.
Me comeré la pobreza y la vejez con ardiente mala sangre.
Y haré milagros, partiré el mar por la mitad
y me beberé las olas, los peces
y me beberé a todo el alto mando
de la marina de guerra norteamericana.
Beberé almirantes, capitanes y delfines.
Beberé ballenas.
También me beberé al alto mando
de la marina mercante de los Estados Unidos.
Me beberé los portaviones de la OTAN.
Necesito cambiar de sangre,
de órganos,
de vísceras,
de cuerpo,
pero no de alma.
Mi alma estará bien siempre.
MI NOVIA
xxVilas, dicen por ahí que tuviste padre y madre, pero yo no me lo creo. A ti, Vilas, te engendraron las ballenas, la selva, los mandriles y el vientre de la luna.
xxVilas, dicen por ahí que fuiste al colegio y a la universidad y que te hiciste un hombre de bien, que aprendiste a leer y a escribir, a sumar y a multiplicar. Pero eso sí que es imposible, solo hay que verte ahora, más pobre que los chinos y los negros y las ratas. Además yo sí sé de dónde vienes tú, Vilas.
xxVilas, dicen por ahí que te casaste dos veces y tuviste solo dos hijos, pero yo no me lo creo. Sabemos que te casaste cientos de veces y que tuviste millones de hijos y de hijas.
xxVilas, dicen por ahí que te hiciste escritor, que escribías libros, y eso tiene gracia, eso sí es muy, pero que muy gracioso.
xxVilas, dicen por ahí que eras español, bah, tío, yo no me lo creo. Eso sí que no puede creérselo nadie. A ti, Vilas, te echaron de todos los países serios, como echan a las cucarachas de las casas, pero con honor, gigantesco honor, te expulsaban con honores de estado.
xxTú eras hijo de las montañas de Huesca, eso sí es verdad.
xxDe los ibones, de los barrancos y de las praderas, del Valle de Benasque, de Monte Perdido y Panticosa, de Ordesa y Añisclo, sí, de allí eras tú, como lo fue tu padre, si es que tuviste padre.
xxVilas, dicen por ahí que naciste en el siglo XX. Pero eso sí que es un decir bien tonto, pus los virus como tú contribuyeron a la creación de los huesos y de la carne y estaban aquí antes de que el sol hiciera brillar las heladas olas del mar y las azules crestas de las montañas.
xxVilas, dicen por ahí que eras un hombre, pero tú y yo sabemos que eras una mujer vieja, acabada y muy promiscua, por no decir otra cosa.
xxVilas, dicen por ahí que amas a hombres y mujeres, vivos y muertos, a millones de mujeres y a unas docenas de hombres buenos, y eso sí que yo me lo creo.
xxEso, tío, eso es verdad. Vilas, eso sí.
xxVilas, eres perfecto. El Ser, eso eres tú, y no la Nada, Gran Vilas.
xxUn ciego plenario.
xxEl ciego que puso pleitos y demandas voraces a la exigua luz del mundo.
xxDame un beso, hijodeputa.
xxEsa lengua, Vilas, quiero sentirla.
xxSoy yo, la tonta de tu novia, la única que te ha querido.
EL ENAMORADO
xxYa sabes, amor mío, porque te lo he contado varias veces, que la desesperación de los hombres maduros ante las mujeres jóvenes y nuevas, bendecidas por la vida, es el tema de Susana y los viejos, un célebre cuadro de Tintoretto.
xxTe fuiste con otros tantas veces.
xxQué bien que te fueras con otros, porque mi amor es más extenso en el tiempo y en el espacio que tus infidelidades y ya es decir; mi amor está más allá, en las remotas regiones de una plenitud desconocida, sobre todo para ti, tan joven y tan guapa y tan dulce.
xxLa destrucción, el deterioro y el alcoholismo final, eso me dejaste. Tres árboles negros, con flores rojas.
xxTuyo era el poder y tuya mi vida.
xxTe adoraba.
xxAsí que te fuiste con otros, con docenas, mejor no los cuentes, amor mío, y fuiste muy feliz con ellos. Y yo imaginaba esa felicidad y te concedía una rara bendición.
xxA mí me parecía que no valían nada esos chicos guapos, con los que te ibas hasta el amanecer, insípidos, jóvenes sí, pero inanes, y sí, altos, nueva raza de españoles a quienes la estatura física situó en la vanguardia de la evolución de la especie, aunque no sabían decirte nada bonito.
xxEso solo sabía decírtelo tu novio maduro, o sea, yo. Las cosas bonitas te las decía yo y nunca las habías oído antes y nunca te las habían dicho esos chicos nuevos, y eso me daba pena, porque está claro que vienen tiempos feroces para el amor. Y cómo ardías en mis palabras. Mías eran las palabras, pero los besos duros se los dabas a ellos, a los otros.
xxYo te exaltaba, pero a ti no te exaltaban los chicos a quienes amaste, tristemente.
xxClaro que envidiaba a esos chicos a quienes hacías cosas muy alejadas, pero que muy alejadas, de los abrazos casi fraternales que guardabas para mí. Y temía que te hiriesen, porque tú eres frágil, y esos chicos jóvenes, atléticos y musculosos, tienen vergas muy largas y racialmente ofensivas, y yo padecía, sufría por tu cuerpo delicado y suave. No podía soportar que te embistiesen como si fueses un animal perecedero.
xxPero yo también fui un Rey. Gran Rey de mi derrota, que es un universo al que nunca estuviste invitada. Allí, planetas, continentes, soles radiantes, orquestas y bailes hasta el amanecer, océanos dorados, todo ocurre para mi solitario amor: El amor, única luz del mundo.
xxY me dejabas solo en casa. Y te inundaba a sms que tú no contestabas.
xxEstabas con otros. Y yo quería abrazaros a ti y a ellos, porque me daba igual. La verdad es que da igual, ya acabarás comprendiendo que da igual, si el amor es grande.
xxQuería ver cómo abrazabas y besabas a esos chicos y hacías el amor con ellos y no conmigo, el hombre viejo.
xxCuando tengas mi edad, amor mío, cuando seas vieja, cuando tus 27 años, por arte de magia, se conviertan en 72, imagínate lo muerto que estaré yo entonces, gracias a Dios y a su mismísimo hijo Jesucristo.
xxQué bien no volver a verte hasta el Big Crunch, dentro de 72 mil millones de años, allí nos juntaremos todos otra vez y tus chicos serán igual de viejos que yo, será imposible distinguir nada, a ellos de mí.
xxQuerrás besarlos, y me besarás a mí, finalmente.
xxY a mí no me gustan las viejas decrépitas,
xxamor mío de 27 años.
xxPero te quiero tanto.
xxTe adoro, tristemente.
xxMi alma es tuya.
PASADIZO
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxThe Kids Are Alright
xxxxxxxxxxxxxxxxxxixxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxThe Who
Amigas, mis guapas amigas, mujeres de conocimiento,
dijo Vilas a las presentes, dando un beso
en los labios a cada una, todas hermosas y sabias y fuertes;
me acuerdo de cuando era un crío
en el pueblo de Barbastro, donde yo nací,
hace doscientos cincuenta años,
—y Vilas sonrió levemente—,
es como si estuviera viendo a ese crío aquí delante,
me ardía el pensamiento, tenía tantas cosas en la cabeza.
Estaba muy flaco y era tímido.
Era temeroso y estaba pálido.
Me gustaría decirle algo a ese crío.
Es que veo que tiene dudas, el crío, digo,
veo que está sufriendo,
y me duele que ese chico sufra
porque ese chico era bueno,
era un buen chico.
Atraviesa el tiempo y dile que le quieres,
le dijeron a Vilas sus resplandecientes amigas.
Dile que era el crío más guapo de Barbastro.
Dile que era un seductor, un James Dean.
Dile que era bueno.
Dile que estás construido sobre él:
él una iglesia románica,
tú una catedral gótica.
Dile que no lo olvidarán ni el sol,
ni la luna,
ni los bares,
ni las calles,
ni las noches,
ni las chicas de Barbastro.
Vilas, el viejo, sonreía, y miraba a sus amigas.
Se concentró en un punto
y rompió las puertas del tiempo.
Te quiero, chico, dijo Vilas a la oscuridad,
eras La muerte en Venecia.
Claro que lo era, dijeron las chicas.
Dadle un beso con vuestros labios maduros,
antes de que se cierren las puertas del timpo otra vez.
Y todos rieron y se pusieron a cantar Love me Tender
de Elvis Presley en honor del joven Vilas.
No tengas miedo, chaval, estoy aquí para echarte una mano,
volvió a decirle a la oscuridad.
Todo se arreglará.
Cuidadme a este chico, cuidádmelo.
Pero no me lo cuidasteis, no.
Bien sé que no me lo cuidasteis.
LA ESPAÑA DE LA TRANSICIÓN
El rey Juan Carlos I está algo hinchado,
y algo sordo, no oye a los periodistas.
Fue el dueño de un rato largo de la Historia.
Y ahora habla con los muertos mucho rato,
con su padre, a quien ya ha vuelto a ver en sus sueños.
El ex-presidente Adolfo Suárez
se convirtió en el hombre invisible.
Murió su esposa, se entristeció para siempre,
y envejece en un lugar desconocido.
No recuerda nada porque nada hay que recordar.
El escritor Camilo José Cela se murió
como muere la gente corriente.
Parecía inmortal y eterno, pero no lo era.
Su viuda aparece muy de tarde en tarde
en la prensa española, pero ya nadie la recuerda.
El ex-presidente Felipe González
se divorció y se fue con una más joven.
Sale de vez en cuando en las televisiones.
Parece un hombre bueno,
pero solo es un hombre envejeciendo.
Da consejos y opina de economía y de mercados.
La ex-miss del universo Amparo Muñoz
se disolvió tristemente
en un piso de Málaga.
Dijeron que era una drogadicta y que por sus venas
corría la España de los años setenta.
El actor Fernando Fernán Gómez
se murió de la misma forma
que Camilo José Cela.
Cuando murió,
murió una forma de ser español.
El gran Santiago Carrillo, el último comunista,
se morirá un día de estos,
tal vez ya esté muerto ahora mismo.
Resiste, porque el comunismo latió en su corazón
como una santa campana de penicilina.
La gente se muere o está a punto de morirse.
Se murieron poetas a quienes ya nadie lee
como Gerardo Diego y novelistas oscuros
como Torrente Ballester; y Gerardo y Torrente
parecen ahora mismo el mismo muerto,
el mismo fiambre, gemelos españoles.
El juez Baltasar Garzón ha engordado
y está envejeciendo.
Persigue a los fantasmas que no persiguieron
aquellos que ya también se volvieron fantasmas.
Fantasmas que no persiguieron
a otros fantasmas más antiguos,
porque entre los fantasmas la antigüedad
en el cargo se llama Historia de España.
Me dan pena los muertos españoles.
Oh, sí, qué pena dan los muertos españoles.
¿No te parece?, hermano mío, mi compatriota.
CAMBRILS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxverano de 1975
Los Mercedes descapotables, los BMW con ojos de tigre,
los Peugeot, los Alfa Romeo, los Opel, los Wolkswagen.
Es un verano del año 1975, en el pueblo turístico
de Cambrils, en la costa de Tarragona,
—hace mucho sol y el Mediterráneo es nuestro paraíso—.
Por el largo aparcamiento junto al mar,
un niño en bañador está curioseando el cuentakilómetros
de un Porsche: 210, 230, 250, 270, 290.
El automóvil de su padre termina en 160 km/h.
Y es nuevo, y era el mejor y el más veloz,
dijo el padre.
Eso le entristece.
Esa gente tan alta y tan guapa, ¿de dónde viene?
Parecen más felices que nosotros.
Algo está pasando. Algo se resquebraja.
Esos coches, no puede quitárselos del pensamiento,
esas formas tan distintas, esas marcas raras,
impronunciables,
esas ruedas tan grandes,
esos cuentakilómetros siderales.
Acaba de ver un BMW rojo, y acerca su cara
a la ventanilla: 200, 220, 240, 260, 280 km/h.
Imagina el mundo a 280 kilómetros por hora
y sonríe como un dios adolescente.
Nadando en el mediterráneo, en mitad del agua,
seguía pensando en esa industria misteriosa
del automóvil, en esas formas calientes de la materia.
Ya supo el niño entonces que la materia es espíritu radiante.
La alegría de los motores ardiendo,
los cilindros, el volante de noble madera,
las ruedas y su espíritu militar.
Se pasaba las vacaciones mirando
con estúpida fascinación
y con inesperada humillación
los coches de los turistas europeos.
Allí, en aquellos coches, había un misterio doloroso,
también una forma de la pobreza,
y un destino.
Vilas, Manuel. Gran Vilas. Madrid; Ed. Visor, 2012.