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nada, nadie

Chuck Berry

 

 

1

ésta es tierra muerta, es yermo frío
ésta es tierra sola
(la vida es sólo un asunto de archivo)

hay una sombra en el rincón
apurando la colilla de la vida
intentando recordar que una vez fue hombre
y compuso la arquitectura de un rostro

ésta es tierra sola,
[…], helaría la sangre
la risa de un niño
el vuelo azul de un ave

 

 

 

 

2

el lácteo reflejo de la vida
–susurrante, somera– danza
en columnas de polvo de olvido,
rezuma la noche su música
última, como una gramola sin cuerda

 

 

 

 

3

allí, al fondo, sin nombre
la carne compone su escorzo
una figura –tal vez un hombre–
encierra en la garganta
un viejo volcán de silencio
y vuelve abisal los ojos
al resplandor blando y lechoso
leve del tragaluz

carne retorcida, nombre calcinado
que debiera hacer inventario
de cuanto queda bajo el depósito
del polvo y del olvido
del hombre fósil que era
y de lo que falta
en los espacios intercostales

 

 

 

 

7

en alguna parte había un nombre
una lengua una tribu una piel

y el atlas contiene momias,
fósiles olvidados, xx, piedras
dedicadas por los gobiernos
a honrar la memoria larga
y somera del olvido

 

 

 

 

9

cuanto no fue
canta su fracaso
o duerme un sueño
largo agrio
bajo el velo sucio y
lacio del tragaluz

cuanto no fue quien ya no es
carne, […], sombra (nombre apenas)
siente un instante el roce leve
de un ala en la piel
el depósito del silencio
y pide a los dioses y a los diablos
que no se sepa nunca
el tiempo que hace que muere
que yace su olvido de cera
bajo el tragaluz

 

 

 

 

13

abierto el cajón
tras la busca
con el último objeto
del inventario
llega la muerte
para decir su prédica
vestida de memoria

 

 

 

 

14

el olvido deja sus cristales en la piel
y no hay voz que vista este silencio

(mira: cae una hoja
sin que el tiempo
cambie la partitura)

cuanto late busca
el desnudo
el barranco largo
de la muerte

 

 

 

 

15

es éste el inmenso territorio del eco
el yermo despoblado,

apenas una luciérnaga
, (no un faro,
tal vez una colilla)
deja entrever su ocaso

no hay nadie en el yermo
el eco repite y silba su romanza
y el tragaluz, su rumor
de polvo, su olvido
bajo una luna de lepra,

 

 

 

 

16

carne asolada, cuerpo apuntalado
derribo del tiempo y la memoria
bajo el polvo en los escombros
donde yacen exactos xxxxx(todos)
los nombres de la muerte

 

 

 

Martínez Muñoz, José Antonio. nada, nadie. Barcelona; Ed. La poesía, señor hidalgo, 2002.

 

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