LIBRO CIUDAD
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xxxxxAquí un día lunes uno de enero del tercer milenio
un hombre hecho añicos se desangra
xxxxxxxxxxxxiiixxxxxxxxse desangra por dentro mientras muda de piel y de sombrero
y emerge con el corazón o con el índice
tras el vaho anónimo de su ademán vencido
o tal vez saluda obscenamente a su reflejo obsceno en la luna blindada de un cajero automático
poco a poco este hombre emerge y se desangra
y recoge sus tripas poco a poco
y como en un mal sueño contagiado de invierno las acuna en sus manos
sucias de metamorfosis las manos y las tripas
amarillas de vómitos entrambas en el objetivo adyacente de un fotógrafo miope aficionado
ahora el hombre xxxxx este hombre que mira el rostro propio y se desangra
se incorpora lentamente xxxxx lentamente
len x ta x men x te x limpia su puñal con un kleenex
len
ta
men
te xxxxx comienza a desandar su cansada peripecia de flores mutiladas y ojos en abismo
por una calle negra
xxxxxxxxxixxnegra
xxxxxxxxxixxnegra
xxxxxxxxxixxnegra calle de insomnio y pesadilla conjurados
camina hacia sí mismo y no lo sabe
o no lo sabe aún xxxxx este hombre
no sabe que no sabe que camina errabundo hacia su encuentro
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xxxxxLas camareras de las terrazas del centro
son las camareras que mejor nos inspiran
ellas contribuyen al deseo sin pretensiones de ser puro deseo
es decir se suman a la contradictio in terminis de serlo cuando
vienen de frente xxxxx interrogantes
y muerden el labio y toman nota y vanse de cadera entre las mesas y en bandeja nos sirven un simple cappuccino del tipo delizioso
el cielo abre sus puertas a un pecado agridulce
y entonces esa sangre cumple un rito de muslos que recorre la espalda respira odor di femina desliza manos diestras
y entonces esa trama dichosa deletrea en su idioma la orfandad camarera de un pacto delizioso
ellas son las camareras del poeta sentado
versión de mariposa que muerde el verbo y dicta su albedrío de recompensa
amas
xxxxxamo
amamos a las camareras todas de todas las terrazas entoldadas del centro de firenze
amas
xxxxxamo
amamos como un whitman trasterrado que de su alforja cósmica sustrae el eco integrador del canto de sí mismo
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xxxxxYo no sé tocar una guitarra
ni tengo una guitarra que tocar
mis dedos no saben repetir un cristo de dalí en la baldosa
yo escribo pájaros que nadie lee
para que las palomas de esta plaza del sur no se sientan tan solas
dan pena las palomas de esta plaza
dan pena y sin embargo
siempre se esfuerzan las palomas en ser siempre palomas
día tras día perdonan las palomas a los niños que acuden a espantarlas
y a los vagabundos que en la siesta asesinan sus vuelos en rasante
y a las viudas dementes que ceban su crepúsculo con diarias sobredosis de panizo rancio
la muchacha más bella interpreta su versión de imagine a la guitarra
el muchacho más tardo de la tarde renueva en la baldosa su cristo de dalí con tizas de colores
y mientras yo escribo pájaros que nadie lee
nadie nadie nadie
ni las palomas de esta plaza del sur han leído nunca mis pájaros
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xxxxxCada mañana se les ve pasar planchados de arriba abajo
corgan con su maletín xxxxx lo agarran fuerte
se nota que se les nota la presión al cuello del nudo de la corbata
si sonríen al pasar o es que pasan sonriendo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxnadie lo sabe aún
he aquí la enigma que soporta el nudo de las responsabilidades sin excusa
pero se advierte que el amletín es negro y que el lazo aprieta
y la leve sonrisa concluye siendo apenas el principio de una mueca que tira de su nudo
una mueca así que ni sabe ni saluda cuando parece que saluda y dice
buenos días y adiós
de arriba abajo xxxxx de oreja a oreja
cuando observamos que el maletín es negro como un féretro negro que proyecta en el asfalto su ruta irrefutable
pero el nudo prosigue a eso de las 10.00 en el café
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxa eso de la hora sin hora de un martini con mensaje de móvil
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxa eso de las 15.30 en lo que llaman almuerzo de trabajo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxa eso de las tantas en la fe menopáusica de un local con fervor de karaoke
el rastro necio del cadáver planchado ya busca madriguera como cada noche
sin aflojar el nudo
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xxxxxÉl
cierra los párpados con tristeza de naipe
y cruza helado de lado a lado de la nada entre semáforos en ámbar
él se sabe pasajero ocioso de jardín en jardín
xxxxxxxxxxxxxxxxiixxxxxxde luna en luna
mientras neones de azúcar amenizan las alamedas dormidas de su alma dormida
y rectifica en el espejo los rasgos que no volverá a ver
él sueña o recuerda que ya no va a morirse a los quince ni a los veintiuno ni a los treinta y tres
y exhala el artificio vegetal que la ciudad erige en medio del desdén
y maldice el abyecto desafío de gorriones en los intersticios de un convento de monjas de clausura
de repente todo es como lluvia que salpica en otro patio
él
entonces
abre los ojos con angustia de lunes y se encara conmigo
López Martínez, Pedro. Libro ciudad. Sevilla; Editorial Renacimiento, 2006.