LA TRISTEZA DE LOS SABIOS
COMO LOS GATOS
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxComo en los perros,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtocados por su amo,
xxxxxxxxxvaga todo lo amigo de la tierra…
xxxxxxxxxxxxxxiLeopoldo Panero Torbado
Todos los gatos,
para la hora de su muerte,
eligen un lugar tranquilo y apartado,
íntimo, oculto, necesario,
donde entregar su último aliento.
Pocos llegan a la edad
en que podrían acudir
a su secreto,
pocos apuran
la séptima de sus vidas
(sí, también los gatos,
como los árboles,
mueren de pie),
pero, cuando perecen luchando,
bajo las ruedas de los coches,
en las fauces de los perros,
huyendo de los niños,
su mente fija un último recuerdo:
aquel lugar,
refugio de la noche,
descanso del guerrero,
fin de la jornada.
LA MACCHINA INFERNALE
Modelo escultural:
Plymouth Fury
del 58, dos puertas,
pintura metalizada,
rojo con banda blanca.
Me llamo Christine
y me encantaría conocerte,
¿te atreves?
Interesados llamar,
entre las 10 y las 13,
a las puertas del Averno.
LA CAJA CHINA
En el barrio de la Ópera,
la distinguida clientela
del número 11
de la Cité Jean de Saumur
echa en falta a la más
atractiva de las chicas
de Madame Anaïs,
la joven Séverine.
Era única en todo París:
vestía de Yves Saint-Laurent
y se dejaba azotar el trasero
con inigualable complacencia.
¿A quién regalará hoy
con sus encantos?
Sólo ella se atrevía a probar
los más depravados placeres
de la práctica oriental
y conocía el secreto
de aquella enigmática caja
de música y dolor.
La discreta perversión
de la burguesía
era su cualidad
más apreciada.
¿A quién regalará hoy
sus secretos?
Todos la llamaban
Belle de Jour.
HAY FRASES
Hay frases que sólo suenan bien
con la música de Vangelis Papathanassiou
en primer plano;
como, por ejemplo,
«con esperanza en sus corazones
y alas en sus pies».
Lo demás,
ustedes ya lo saben,
sólo es cine.
MUÑECA ROTA
Te encuentro preñada,
vieja (a tus diecisiete)
y ya no nínfula.
¿Quién te ha hecho así,
me pregunto,
por qué no volviste a mí,
por qué no una llamada,
una carta temprana,
un grito de auxilio?
¿Dónde estás, Lolita,
no más Lo,
sólo Dolly Schiller,
dónde estás?
El vello erizado de tu espalda,
la lengua roja por los caramelos,
los dientes desordenados,
las joyas de plástico,
las revistas de música,
los cómics atrasados,
los chicles mascados,
tu ropa interior de niña,
tu insolencia desmedida,
tu inocencia disimulada,
tu crueldad preadolescente…
todo se ha esfumado.
Clare Quilty debía pagar por aquello,
pero, ¿qué es lo que yo merezco,
Lolita,
por haberte robado la vida?
Dímelo, por favor,
y verás finalmente cumplidos
todos tus sueños.
AQUEL QUE NO DUERME…
…acecha en tus sueños,
te espera en la vigilia,
frecuenta todas las pesadillas
y te abre la puerta
del miedo.
En ese preciso momento,
debes recordar las palabras
de Lillian Gish:
«El viento sopla
y la lluvia es fría,
pero los niños resisten».
I NEVER MET ELMO
Ahora que ya he olvidado
los sabios consejos de Coco,
los viajes de Don Pimpón,
la cara de Txema,
la voz de Espinete,
la inquietante mirada
del Monstruo de las Galletas,
la risa del conde Draco,
las discusiones de Epi y Blas,
las canciones de Rosa León
y el dulce sabor de las tardes
vacías,
una imagen de Ruth Gabriel
pervierte mi sueño
y envenena mi nostalgia:
«Todos tenemos la infancia contada»,
me dice.
LA TRISTEZA DE LOS SABIOS
¿Cuántos de los libros
que hoy me acompañan,
recopilados a lo largo
de una vida,
dormirán inmaculados,
inleídos,
más allá de mí?
¿Quién, cuándo
los leerá por vez primera?
Ahora comprendo
en qué consistía
la tristeza de los sabios:
habían leído todos los libros.
Juan Penalva, Joaquín. La tristeza de los sabios. Valladolid; Academia Castellana y Leonesa de la Poesía y Editorial Azul; 2007.
Querido Héctor:
Muchas gracias por recordar en esta página algunos de los poemas de La tristeza de los sabios. Un abrazo grande de
Joaquín.
Es que volví a releerlo y hay poemas que me siguen pareciendo maravillosos.
Un fuerte abrazo de vuelta.
H.