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INSUMISAS (y V)

 

ANA PÉREZ CAÑAMARES

 

CAPITALISMO

El hombre seboso y trajeado se cuela en nuestra cama cada noche
después de follarse al universo viene a susurrarnos nanas
su obsesión por nosotros no descansa nunca
en nuestros sueños nos persigue
con su disfraz de perro, de vendedor, de cura
de espiga de trigo, de pistola en el bolsillo
su disfraz de muerte, su disfraz de vida

sé que tú le gustas con ojeras
yo le pongo cachondo cuando estoy cansada
me quiere flaca aunque me tienta con chucherías
y a ti elegante aunque te duelan los huesos

cuando estamos a punto de enfermar por agotamiento
nos premia con unas vacaciones
y nos tiende los billetes como el cazador
lanza un hueso al galgo que ahorcará mañana

dice que mis enemigos son aquellos
que quieren lo mismo que yo
porque no hay bastante
nunca hay bastante para todos

y nos cobra por lo que es nuestro
por el agua de lluvia
por el sol y la arena
por los claros del bosque
y los manantiales

envenena la comida con que me alimenta
me prohíbe fumar mientras engorda mi ansiedad
y me quita los chupetes que podrían consolarme

provoca mi llanto
y después me obliga a maquillar las señales de la tristeza

si me pongo rebelde, ríe paternalista
cuenta que él también pasó por esa época
y mi rebeldía la rebaja a moda
que luce en camisetas los sábados por la mañana
cuando sale a comprar los cruasanes y el periódico

él me da detalle de cada asesinato, de todas las guerras
de las violaciones y los golpes de estado

pero tanta información me deja sorda y ya no escucho
los crujidos ni los llantos en voz baja
las señales del desmoronamiento

y él calla que cada muerto, cada herido
las mujeres violadas y los que sufren torturas
todos recibieron su visita antes de convertirse en lo que son ahora

se zafa de las culpas con promesas
pero yo sé que una palabra suya
bastará para condenarnos

y tengo que darle las gracias porque
¡tú eres una mujer moderna!, grita animoso
de las que habla inglés, trabaja en casa y en la oficina
va al gimnasio y aparenta menos edad de la que dice el dni
tienes nociones de pedagogía aunque apenas veas a tus hijos

y además fuiste bendecida con una vocación
para que puedas sentirte mejor que otras
(y yo callo que yo no quiero ser artista
si eso va a convertirme en diferente
porque ya me siento lo bastante sola
y no quiero competir en más carreras)

de todo me habla pero no de quién recogerá los restos del naufragio
ni en qué lugar nos reuniremos los náufragos para organizarnos
para hacer un fuego, compartir la comida y quitarnos el frío

Un día, no sé cuándo, yo le voy a cobrar
sus cadáveres, las humillaciones
el secuestro de la inocencia
el expolio de los sueños

yo le voy a cobrar, no sé cuándo

y la primera puñalada que le voy a meter
va a ser por las caricias que no nos dimos
por los polvos que no echamos
tú y yo
cada vez que se cuela en nuestra cama
y nos dice que mañana, mañana, mañana
mañana el despertador sonará a las 6.30

y veinte minutos más de sueño
nos harán mejores soldados a su servicio

Te lo juro, mi amor. Una puñalada
por cada polvo que nos robó
y luego ya el resto, por los presos, por los indigentes
por el dolor que no merecemos sufrir ni ver
por los campos arrasados
por los animales que se hacinan
por los niños que trabajan
por los ojos que se cierran por el cansancio y la muerte
por el tiempo que no volverá
por la vida que nos robaron
por la vida
mi amor
por la vida.

 

 

 

 

 

ISABEL PÉREZ MONTALBÁN

 

CLASES SOCIALES

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLos pobres son príncipes que tienen que reconquistar su reino
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx(Agustín Díaz-Yanes,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxNadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto)

Con seis años mi padre trabajaba
de primavera a primavera.
De sol a sol cuidaba de animales.
El capataz lo ataba de una cuerda
para que no se perdiera en las zanjas,
en las ramas de olivo, en los arroyos,
en la escarcha invernal de los barrancos.
Ya cuando oscurecía, sin esfuerzo,
tiraba de él, lo regresaba níveo,
amoratado, con temblores
y ampollas en las manos,
y alguna enredadera de abandono
en las paredes quebradizas
de sus pulmones rosas
y su pequeño corazón.

En sus últimos años volvía a ser un niño:
se acordaba del frío proletario,
(porque ya era substancia de sus huesos),
del aroma del salvia, del primer cine mudo
y del pan con aceite que le daban al ángelus,
en la hora de las falsas proteínas.

Pero su señorito, que era bueno,
con sus botas de piel y sus guantes de lluvia,
una vez lo llevó, en coche de caballos,
al médico. Le falla la memoria
del viaje: lo sacaron del cortijo sin pulso,
tenía más de cuarenta de fiebre
y había estado a punto de morirse,
con seis años, mi padre, de aquella pulmonía.
Con seis años, mi padre.

 

 

 

 

 

MIRIAM REYES

 

No soy dueña de nada
mucho menos podría serlo de alguien.
No deberías temer
cuando estrangulo tu sexo,
no pienso darte hijos ni anillos ni promesas.

Toda la tierra que tengo la llevo en los zapatos.
Mi casa es este cuerpo que parece una mujer,
no necesito más paredes y adentro tengo
mucho espacio:
ese desierto negro que tanto te asusta.

 

 

Lo tenía todo preparado para hacerte feliz.
Habrías sonreído de placer al ver mi carne sonrosada
apretada y perfumada para ti —a todo te diría que sí—
para dejarte
orgullosa y satisfecha por el trabajo acabado.

Viene de mí, sólida y maciza como este roble —pensarías—
por fin ha aprendido lo que significa ser una mujer.

Mi interpretación sería perfecta.

Lo tenía todo preparado para hacerte feliz
y llegué tarde.

No pude evitar que te fueras sabiendo
que conmigo habías fracasado.

 

 

Mujer ciega
mujer que no sabes reconocer el amor
si no aparece en forma de catástrofe natural
si no te somete a su fuerza.
Háblame de aquel que no quiso dominarte pisándote
al que no se le ocurrió disfrazarse de Humphrey Bogart
para jugar a tenerte en sus manos
como tanto te hubiera gustado
heroína de películas gastadas
de bofetadas giratorias
forcejeos
y apretados besos arrancados.
¿Continúas enamorada de tu John Wayne latino?
monumental macho escupidor
que camina entre eructos
con inmensas espuelas en las botas
para patearte mejor
mi triste pura sangre.

Me lastimo.

Te das lástima.

 

 

Amo a este hombre misógino.
Deseo su sexo descarado que pasea de aquí para allá
que entra donde como y cuando él lo desea
vomita su odio en mí y se va.
Yo, maravillosa artesana,
hago de su asco mi mejor creación:
una réplica suya mejorada.
Del vómito incubado en el más repugnante de los seres
nacerá la criatura que lo iguale en fuerza
y sea capaz de destruirlo por envidia
como yo no pude hacerlo por amor.

 

 

Me he vuelto demasiado sensata
comprensiva abnegada
perfecta hasta la náusea.
Te dejo que te pasees con tu aire de semental
al baño a la cocina a por un poco de agua.
Si me preguntas
te digo que sí para no entrar en detalles
para que duermas tranquilo y rindas en la oficina.
La mentira es a menudo más fácil y espontánea
como estar juntos.
Es cómodo mi cuerpo,
tiene esquinas redondeadas
y formas ergonómicas
(sin hablar de lo mucho que abriga
y lo poco que pesa).
No pide nada, no hace preguntas
prefiere no saber.
Acolchado de amor
hace tiempo que no siente la cabeza.

 

 

 

 

 

ANA VIDAL EGEA

 

HAS DE SABER

La mujer sin hijos, sin casa,
la mujer sin trabajo, sin destino,
de noche y sin sueño, hecha de agua;
que vaga itinerante buscando una tierra
donde quedarse
La mujer que te mira sin prisa,
y sin ropa,
no tiene miedo.

 

 

LA CHICA DEL GUARDARROPA

Deseé que hiciera frío,
hizo tanto que pocos se desabrigaron dentro;
vi desfilar las chaquetas de cuero, los visones;
animales nocturnos resplandecientes como el hambre.
Como un caballo cede al sueño, así,
enloquecen de amor, se vuelven mágicos.
Olvidan el tabaco, los condones, sus nombres;
palpo a oscuras los bolsillos, les doy lo que me piden;
ahora que soy toda piedra,
en un eco salvaje convertida, en la palabra seca,
que existo sólo porque soy armario.

Una de aquellas cenas allí cuesta aquí mi noche entera.
El dinero después del dinero;
restar el café doble, el taxi de ida y vuelta
ennegrecidos los dedos de mis manos
pienso en mi padre.
Contando el puñado de billetes arrugados de un dólar,
pienso en mi padre.

América está hecha de propinas;
¿Se acordarán de mí si les sonrío?
¿Se preguntarán de dónde vengo? ¿Qué necesito?
¿Comprenderán el por qué aquí? ¿El por qué ahora?
De madrugada siempre alguien se acerca,
pregunta «¿eres real?», «¿estás casada?», «¿quién eres?».
Yo sólo prometo cuidar de su abrigo;
Esperaré impaciente su regreso,
gastaré mi última juventud mirándolos bailar,
es la primera película que no termina;
Mi vida está tendida, acaba de empezar el invierno.

 

 

SOCARRAT

Así se llama el amor quemado,
aquí se come a diario.
Los americanos vienen y pagan lo que pedimos.
Yo los recibo de pie, frente a la puerta,
les doy los buenos días,
les ofrezco el menú,
les digo adiós,
les doy las gracias.
Por las mañanas coloco
los rollos de papel higiénico en los baños,
extiendo las alfombras, el toldo,
limpio los cristales,
abro las puertas, saco los menús a la calle;
enciendo el televisor, las luces,
confirmo las reservas, elijo la música.
Eso es lo mejor.
Durante la primera hora
elijo la música.
Después ya sólo miro al frente.
A veces pienso que es lo único
que sé hacer,
que sólo vine aquí para esto.
No puedo sentarme ni leer,
ni escribir, ni usar el teléfono,
sólo me permiten mirar al frente
como los soldados de Buckingham Palace,
con el pelo recogido
«tu pelo suelto nunca».
Si no sonrío,
el manager se acerca
y me pregunta por qué
hago mal mi trabajo.
«No podemos ascenderte a camarera,
después de cinco meses,
aún olvidas estar atenta
a los detalles».
Lo dice sin pestañear, grave,
yo hago cálculos mentales,
lo más rápido posible,
inmediatamente comprendo
que estoy atrapada en este personaje.
A veces entran conocidos a comer,
me repiten «¿Qué haces aquí?».
Los miro
no sé con qué expresión,
pero fijamente,
con Shakira de fondo;
y pienso en las películas de Kaurismaki
que hace tanto que no veo;
en toda la literatura que hay
en ser cajera de supermercado, hostess,
camarera o chica del guardarropa.
Es un experimento delicado;
Jack Nicholson
en Alguien voló sobre el nido del cuco.
El camino. Las curvas. El fango.
Todas esas vidas que parecían lejanas a mí,
esas personas que no eran yo.
Soy una actriz pero la obra no acaba.
Me meto en otro cuerpo, ocupo el espacio,
habito una historia nueva otra vez.
Ese peligro. El del cuento
del castillo de irás y no volverás.
No saber hasta cuándo.

 

PLANETA CLANDESTINO #220

 

Pocos saben que tengo otra hermana.
El azar nos separó al nacer.
Yo mamaba la leche de mi madre
mientras ella se secaba al sol.
Cuando perforaron mis orejas
ella recibió la ablación del clítoris.
Follé con hombres y sufrí por todos;
a manos de uno solo se quebró ella.
Me separé, lloré, abandoné mis sueños.
Ella murió unas cuantas veces
bajo piedras, ácido, sida y malaria.
Su cuerpo se deshizo y se recompuso.
En una o dos ocasiones fue feliz de morir.
Mi hija creció; mi hermana murió en el parto.
Años después parió una niña y se la quitaron.
Yo veo mi cuerpo envejecer; ella no tiene espejo.
Me pongo cremas antiarrugas
pero toda ella es un surco.
Yo hago listas de lo que le duele:
pero ella es la que administra su dolor.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Cristina Morano

Las gatas buscan atalayas
desde las que contemplar el mundo.

Ellas dormitan sabiéndose a salvo;
yo me amurallo tras un libro.

Dice el poeta Rigo que la última
coraza es la lealtad.

Las hembras nos comprendemos:
el mundo es un peligro a nuestra disposición.

 

 

 

 

Tuvimos muchos hijos la intensidad y yo.
Los llamamos errores.
Ahora me siguen como niños de la calle.

Adóptanos, lloran. Danos tus apellidos.
Reconócenos. No nos abandones.

Y yo les digo: ¿no hicisteis vosotros
también daño? ¿No me desgarrasteis
al salir? ¿No me alejasteis de la inocencia?

Nos gritamos de una acera a otra.
Desde el pasado llegan multitudes a observarnos.

 

 

 

 

Cuando joven fui sierva
de los primeros besos, los que se dan
como rito de entrada en una nueva religión.

Tantos dioses. tanto fervor.
Tantas camas como altares.
Tantos cuerpos bellos como cristos.

Las manos pulsando espaldas
con la fe de una beata
que toca el órgano en la iglesia.

En el día del juicio, se sabrá la verdad:
yo fui una diosa sin perro
una perra sin dios.

 

 

 

 

Había un placer frenético
en tirarlo todo por la borda:

cuando veía salir del baño
a mis amantes, cubiertos
por los albornoces de mis novios.

Cuando era la graciosa de las fiestas
segando dignidad y cosechando resacas.
De cada droga pedía ración doble.

Yo sólo quería bailar con el caos
dejar de temer las regañinas
más terribles en mi voz que en la de otros.

Quería venganza por haber comprendido
al fin que ningún libro de instrucciones
iba a guiarme por los atajos.

Y lo quemaba todo, y disfrutaba al verlo arder;
sólo comprendía que seguía habiendo un juicio
cuando el fuego llegaba a los bajos de mi falda

y me condenaba a bailar con pasos ridículos.
Todos reían convencidos de que aquel
era el momento culminante de mi gran actuación.

Ahora, de vez en cuando, visito en el asilo
a la suicida que fui. Le llevo fotos de mi hija
y me da recuerdos para amigos que ya no veo.

Gracias a aquella, soy esta:
la que conoce el precio de los peajes.

 

 

 

 

Mi hermana me llama.
Yo llamo a mi hermana.
Envejecemos: cada día
un insomnio renovado
otra mala digestión.

Tarea ineludible
para cambiar el mundo:
darle a mi hermana
una buena noticia diaria.
Las niñas que fuimos
merecen su merienda.

 

 

 

 

He hecho todo
lo que se esperaba
de mí
pero en un momento
y en un orden
distintos
a los que se esperaba.

Esa ha sido
mi rebeldía
mi condena
mi victoria.

Coger atajos.
Perder el camino.
Aprender que las moras
crecen en las zarzas.

 

 

 

 

Hay un lugar entre la impotencia
xxxxxxxxxxxxxxxxxy el heroísmo.

Entre el pozo y la cera derretida
xxxxxxxxxxxxxxxxxpor la cercanía del sol.

Entre el desengaño y la otra mejilla.

Hay un lugar. Cada día lo bautizo
xxxxxxxxxxxxxxxxxcon mi nombre.

 

 

 

 

A mi madre le enseñaron
el más triste aprendizaje:
sentirse culpable
xxxxxxxxxxde su alegría.

Con su letra esforzada
ella copiaba las penas
diez veces, cien veces, mil.
La risa era un borrón
xxxxxxxxxxen el cuaderno.

Madre, en este caso honrarte
será desaprenderte:
cantaré siempre a dos voces.

 

 

 

 

La que yo imaginaba ser
elegía a los hombres
por lo que soñaba que eran.

Y rodábamos juntos
películas de fantasmas.
Nadie resultaba quien parecía.

Todos fuimos mayordomos
de las apariencias, asesinos
de nuestro yo verdadero.

El final feliz bebía
solo en el bar de al lado.

 

 

 

 

Después de que los hijos
nos despierten por las noches
nosotras nos quedamos
más solas que a la luz del sol.

Entre sábanas revueltas buscamos
referentes: ¿pero quién, quienes?

¿Nuestras madres abnegadas?
¿Las satisfechas de las películas
las diligentes de los anuncios
las despreocupadas amigas sin hijos?

Espiamos a las madres que murieron
a las madres que no fuimos
a las madres que soñamos ser.

Pero al mirar a las otras solo vemos
sus ojeras acolchadas
como camas de catálogo.

Al resto lo oculta un pudor milenario
la higiénica sonrisa que proclama:
toma este lazo de terciopelo
y amordázate. Ofrece tu mejor perfil
y cuenta con él la misma historia.
No existes en ninguna mitología.
No nos traiciones.

 

 

 

 

Esos días en que mi hija
no me habla
o me habla poco
o emite sonidos displicentes

—además de recordar
que crecer tiene sus reglas
y que el rechazo funciona
puntual como un mecanismo—

me sirven para hacer un truco:
lo tomo como equilibrio
como un justo trato
para saldar todas las veces
que de una u otra forma le fallé.

Si hago arqueología de nuestra historia
llego al primer error: prometerle
que la protegería de todo.

Bien puede una madre
pasar de defensor a atacante
cuando intenta jugar
el partido de su vida.

 

 

 

Pérez Cañamares, Ana. Será ser mujer. Logroño; Ediciones del 4 de agosto, 2019.

 

SERÁ SER MUJER

diciembre 17, 2019 Deja un comentario

 

Hija, si en algún momento,
mientras estás ocupada en crecer
—dura y lícita tarea—
puedes mirarme a los ojos
hazlo.

No te dejes las preguntas
para cuando sea la misma voz
la que cuestione y la que responda.

Mira que en esta familia
tenemos la dolorosa costumbre
de conocernos mejor de muertas.

 

 

 

 

GENERACIONES

Antes de morir, mi madre dijo mamá, ven
mientras me miraba sin verme;
yo dije mamá, quédate
abrazando su cuerpo diminuto
envuelto en pañales y olor a talco;
mi hija dijo mamá, no llores
y me acarició la cabeza consolándome.

Cuando mamá murió, durante unos segundos
no tuvimos muy claros los lazos que nos unían
no supimos quién se había ido
y quién se había quedado
ni en qué momento de nuestras vidas
estábamos viviendo
o muriendo.

 

 

 

 

Entonces ¿tú también me ves así?
¿Tú también me ves fuerte?

Porque le echo cayena a la comida,
porque bebo como un hombre
(un hombre que bebe mucho)
porque me he horadado el cuerpo
—y el cerebro—
porque he parido a cuatro patas
como una hembra en su guarida
porque okupé en Londres
porque he hablado en público
y he lavado y vestido a mi madre muerta
porque me he rapado el pelo
y lo he teñido de amarillo
porque he dormido sola en el monte
y he puesto a conversar
mi oscuridad con la oscuridad de fuera.

Así que tú también me ves fuerte.

Serás de los que te sorprendas
el día en que me desplome;
insistirás en que nunca me viste
dar una señal de debilidad
o de abatimiento.
Te equivocarás como todos
y no podré culparte:
toda la vida llevo apoyándome
en esta fama de fuerte.
Sólo yo sé que la fama camina
sobre muletas podridas.

 

 

 

 

SEGURIDAD SOCIAL

Frente a las charlas siniestras
de las salas de espera siempre
levanto un libro como una muralla.

Pero hoy de repente el olor del acero
la intuición de lo frío y punzante.
La certeza de lo inútil en perseguir
la enfermedad, que conoce todos
los recovecos donde esconderse.

La anciana a mi lado ha roto a llorar.
«No llore, mujer», le digo, «¿qué le pasa?»
«Nada», contesta ella, encogiéndose.

Y se queda sin saber cuánto le agradezco
que calle y no me cuente nada.
Porque no llevo kleenex en el bolso
y estoy tan cansada que la enfermedad
me parece una tregua deseable.

Así morimos, así nos matan.

 

 

 

 

BUEYES

Si supieras del dolor en mi cuello
no dudarías de que los yugos invisibles
también pesan, y que cada día
del trabajo a casa voy trazando surcos
en los que no habrá de crecer cosecha.

 

 

 

 

SI UN DÍA ME OYES

Si un día me oyes
—después de una noche
en la que he resultado ser
encantadora:
de esas mujeres que beben
y se ponen graciosas
contando anécdotas
de bares y ácidos y viajes
y camas y cabrones
con el pelo despeinado
para mejor
y el carmín corrido
como si viniera
de morrearme en el baño
con el tío más guapo
del garito—
si un día
después de una de estas noches
en las que ejerzo
de encantadora de serpientes
al despedirme
me oyes decir
que sólo soy un fraude
compadéceme:
los adictos a los aplausos
también necesitamos testigos
cuando nos quitamos
el maquillaje.

 

 

 

 

POR QUÉ ESCRIBO

xxxxxI

este striptease que hago cada día
bailando alrededor de la barra
esx pax ciax dox ra
no es más que un truco de guerrilla
para dejar sin armas ni argumentos
a quienes pretenden atacarme
esgrimiendo mis secretos

 

 

xxxxxII

no quiero dejar que nadie
—amigos, sociólogos
parientes, ministros
reporteros o cotillas—
se invente mi vida

completado el puzzle
es el turno de las piezas
que no encajan.

 

 

 

 

ESPEJO

Con cada palabra que escribo
lo que en el fondo estoy queriendo decir
es que soy conmovedoramente igual a ti
y que a la vez me siento desesperadamente
distinta.

Y ahora deja el libro
vete al espejo
y mírame.

 

 

 

 

FUERTE

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxLos días duros se abren a mi quilla.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxÁngela Figuera Aymerich

Soy fuerte. Me rompo en esquirlas.
El problema es que voy
quedándome afilada
y ya no soy más
aquella mujer
habitable
mullida
blanda
yo.

 

 

 

 

LA MUJER MUERTA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Arantxa
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxHoy vas a ser sabia. Mirarás al muerto.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxSara Rosenberg

La última vez que te vi no subiste a casa.
Te quedaste en la calle y yo te saludé desde mi balcón.
Vivía en un primer piso
en el que entraba la luz y todos aquellos conocidos
que me distraían de las presencias importante.

Yo criaba un bebé recién nacido
y de ti se alimentaba un virus
que parecía entonces lo peor que podía pasarte
aunque tú ladeabas la cabeza
—como si la enfermedad fuera una gota de agua en el oído— y reías.

Odié aquel virus porque tú eras la cronista del verano
mi guía por las calles abarrotadas
que yo, madre reciente, no podía recorrer.

Te fuiste después de sonreír guiñando los ojos
como si me vieras a contraluz
como si el sol se pusiera en el salón a mis espaldas.
Ya no te vi más.

Tres vueltas de campana acabaron con el virus y contigo.
Moriste al día siguiente de que yo pensara
por primera vez que podías morir.
Sólo tuve veinticuatro horas para hacerme a la idea.
Antes habías dejado en cajones, diarios y fotos
pequeñas señales que de vez en cuando me guían hasta tu risa.
Todavía la oigo cuando la busco
una pequeña muesca en mi cerebro
que me recuerda que nunca se debe desconfiar
de los que son buenos y tristes por naturaleza.

 

 

 

 

LA MADRE DE CLAUDIA

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Claudia

Agradezco que tu madre antes de morir
tuviera antojo de un plato de calamares;
así no me sorprendió tanto
que a la mía le diera por cantar coplas
dirigiendo con su mano asarmentada
su dispuesto coro de hijos.

Te agradezco que te emborracharas
con una botella de vino
junto a tu madre moribunda;
cuando yo me emborraché con ron
ya sabía que no había falta de respeto
o necesidad de huida
sino homenaje
casi —tú me entiendes— celebración
y una tristeza sin histerismos
que se parecía a la vida.

Así que aquella noche, cuando me contaste
todo esto mientras cenábamos tacos
recibí una lección magistral:
mira a los ojos de la muerte
y podrás ver lo que nunca viviste:
la infancia de tu madre
la borrachera del tiempo trastocado
la oportunidad de dar las gracias
sin pronunciarlas.

Porque para las madres
todas las palabras
están siempre dichas.
Sólo las risas de sus hijos
las impulsan a volar
hacia la muerte.

 

 

 

 

ANDAR SOBRE LAS AGUAS

La que yo era se ahogó en el mar
de las infinitas posibilidades.

No las extraño. la vida empezó
cuando aposté y perdí.

En ese momento el agua se tensa
y se convierte en camino.

 

 

 

Pérez Cañamares, Ana. Será ser mujer. Logroño; Ediciones del 4 de agosto, 2019.

 

LGC1

Hoy dejo aquí algunos poemas que aparecieron en el primer número de la ya extinta revista de poesía La Galla Ciencia.

 

 

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

COMO ASEGURABA KARL KRAUS, PUEDE QUE LA MUJER
SEA UN SATISFACTORIO SUCEDÁNEO DE LA MASTURBACIÓN,
PERO ESO REQUIERE UNA IMAGINACIÓN DESBORDANTE 
Y COMO DICE SAINT-SIMON —AUNQUE CREO QUE ÉL
SE REFIERE A LA DUQUESA DE BERRY—, ERA LA SIRENA
DE LOS POETAS, CON TODOS SUS ENCANTOS Y TODOS
XXXXXXXXXXXxxXXXXXSUS PELIGROS

Devórame, hija de la gran puta.
Mientras me corro sentir tus dientes de odio
y esos ojos obscuros como topacios fríos.
Chúpamela con esos labios
párpados de la Muerte.
Que sea lo último que vea.
Devórame así,
sin quitarte esa falda
viciosa, esa bisutería infernal.

Besar tus ojos, oler tu pelo,
esas axilas donde sombrea un vello mal rasurado,
morder ese vientre omnipotente,
esos muslos ambiciosos.
Así, como estás.
Entrar en tu coño
como debieron adentrarse
en la luz de Asia los caballos de Alejandro.

Y entonces te das cuenta:
No le hablas a nadie. Estás hablando
solo. Ella no te escucha.
No huele, no respira, su carne no se estremece.
Es una fotografía.
El cartel de una película.

Pero hay algo en esa fotografía…
Como una mano de hielo que te estrujara
las tripas.
Una belleza nueva. La Belleza de este
siglo.
Brutal. Pero te excita.
Despreciable. Pero la
deseas.
Y ahí está. Esperándote.
Para que te encanalles en la vulgaridad,
busques a ese que también eres tú
en el sabor de lo sucio, lo turbio, lo bestial.

Diosa de polígono
industrial, ninfa de hamburguesería, sirena
de botellón.
Dido de grandes superficies
y parkings monstruosos.
Tan brutalmente hembra te deseo.
Esa Nada de su mirada es hermosa,
sin futuro ni pasado.
Pero Helena de Troya cuando brillan
sus muslos
en la luz de un water de discoteca,
sobre el capó de un coche bajo la Luna.

Ah la Echegui en esa fotografía.
Su talento de actriz
+ el rugido de su cuerpo
+ mise en scène por Bigas Luna
+ eso que los arrastraba
más allá de ellos mismos; esa fuerza
letal
de la sexualidad nueva, ese insecto atrapado en ámbar.
Ah la Echegui en ese cartel.
Hija del photoshop que para siempre
así la entrega a nuestros sueños más lascivos.
Neón en vena.
Esa Diosa asesina.
Una fotografía ante la que soñar
con placeres feroces.
Y masturbarse, masturbarse, masturbarse.
Oh sagrado sightseeing.

 

 

 

 

ROGER WOLFE

MONÓLOGO DE JOHN DILLINGER,
xxxxxATRACADOR DE BANCOS

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCuando salga de aquí voy a ser el hijoputa más malo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxque hayáis visto nunca.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxJohn Dillinger
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx(al ser recluido en la cárcel estatal de Indiana)

Si me jalo un par de cajas de pastillas y la palmo aquí dentro,
¿quién le da agua y comida al chuquel
hasta que llegue alguien y me encuentren tieso?
Ni espicharla me deja el perro.

Casa por la ventana, vaciar cuentas bancarias,
o dar un palo gordo. Alguien me habló de Australia.
Pero no dejan fumar ni en el váter. Y además…
El perro, claro. El perro.

Casa por la ventana, vaciar cuentas bancarias,
tiros en la calle, un camino lleno de polvo.
Me llevo conmigo al perro. Dillinger en Villadiego.
Nos veremos en el infierno.

Me gusta hacerle frente al subidón del miedo.
Trepa por el plexo solar comiéndote por dentro
como un atracón de anfetas. Mil veces mejor que un orgasmo,
¡y mucho más intenso!

Abrazar la locura. Puede pasar cualquier cosa.
Da igual, porque es el fin, es el final del mundo.
Ascuas de ira y mala hostia, mala hostia llevo dentro.
Esto acaba de empezar.

Hacedme más daño. ¡Hacedme mucho más daño!
¡Hacedme mucho más daño! ¡Seguro que podéis!
Para que me jodáis y CREZCA LA ESTATURA DE MI ODIO
la estatura de mi odio.

QUERÉIS hijos de puta. ¡Lo pedís a gritos!
No entendéis otro palique. OS GUSTA el horror.
Siempre que no salpique, no salpique demasiado;
ésa es la jodienda conmigo.

El mundo está lleno de enanos que por su cara bonita
creen tener el dominio de la palabra «no».
Pero eso no dura, no dura toda la vida.
Es un mortífero bumerán.
Os lo voy a meter por el recto y enderezarlo.

 

 

 

 

KATY PARRA

EL ÚLTIMO DISCURSO DE LOS PÁJAROS

Dejarás que se quede sin nombrarla
entre tus soledades y tus libros.

Voy recorriendo calles,
rutas que amortajaron a otros hombres
con el mismo fusil,
contra el triste sudario que heredé
de mi hermano.

Esta ciudad será, posiblemente,
un hermoso lugar para quedarse
a descubrir el mundo,
a explorar su belleza más indómita
bajo la insuficiencia de un paraguas,
sin otra pretensión que resistir
el último discurso de los pájaros.

He llegado hasta aquí para salvarme
—no sé si de morir o seguir vivo—.
La muerte es una amante desquiciada,
adicta a sorprender a su adversario
y sé bien que me aguarda rigurosa
en cada tentación de este otoño afligido,
sobre un papel sin patria.
Ha llegado con tiempo suficiente,
para expoliar la noche con sus ojos
y ser imprescindible,
hermosa, como el beso prometido.
Comienza a ser inútil esta tregua.
Sus buitres, como intrépidos vasallos,
siguen embalsamando la lluvia que no cesa,
la lluvia que envilece a la cigarra
y enciende entre otros muertos la hora de volver.

Voy recorriendo calles, y su sombra
avanza como un hijo bastardo tras de mí,
aullando como un perro.
Me acorrala y después
me deja respirar. Sabe que así
podrá seguir jugando conmigo a la ruleta.

 

 

 

 

CRISTINA MORANO

EL CORTE INGLÉS

xxxxx1

No todo era perfecto, a veces
no sabíamos qué decir,
se nos quedaban cosas colgando entre los ojos
como cuerdas de ropa puesta al sol.
Otras veces comprábamos comida
en El Corte Inglés los fines de semana
y sus radiantes avenidas
parecían medirse en nuestros pasos.

 

 

xxxxx2

Al Corte Inglés yo le he robado
unas gafas de sol color castaño,
libros, una docena de cucharillas.
Todo a las diez de la mañana
cuando los dependientes están de mala hostia,
y aún medio dormidos recorren los pasillos.
Es el mejor momento, más tarde la decencia
o la costumbre del trabajo
convertirán a todos —a ellos y a nosotros—
en perros adiestrados, pero por la mañana,
aún somos, en ayunas,
esas maldescansadas ratas sucias,
libres que todavía saben
descolocar estanterías.

 

 

xxxxx3

Cuando mi esposo y yo, el uno junto al otro,
aunque yo levemente adelantada
pues él entre la gente se aturulla,
vamos a hacer la compra al Corte Inglés,
sin rumbo por las caudalosas
arterias de sus plantas, yo le digo:
El aire está lleno de esperanzas.

 

 

xxxxx4

El Corte Inglés abarca al mundo,
lo dispersa en sí, lo desfigura,
engulle sus contornos
en sus inabarcables sucursales
con el poder astral de sus muestrarios.
Pero yo soy mayor que él,
mi pobreza es mayor que sus ofertas,
y mi soledad seguirá
perforándose a sí misma
en donde brille el légamo
del fondo del pozo de sus beneficios.

 

 

 

 

ANA PÉREZ CAÑAMARES

NO soy esta que veis palidecer
bajo el fémur tibio del fluorescente.
Tampoco la mujer que oye dar las tres
como el gong del martillo absolutorio
o la bala de un fusil encasquillado.
Ni la que escribe frases sin amor
y firma igual que quien mata una mosca.
Ocupo mi silla antes de que el sol
me bendiga la frente con un beso
y salgo a la calle infiel y huérfana.
Toso el virus de la resignación
cuando el mar es un rumor clandestino
y los lirios burlas del carcelero.
Soy quien sueña llegar a la vejez
para dejarse adoptar por gallinas
y vivir en la luz de las mañanas
que ahora abandono en la casa de empeños.

 

 

 

 

ANTONIO PRAENA

COMEBOLSAS

Tampoco en estas cosas es lo mismo:
los ricos, sola y buena;
los pobres, con alcohol y muy mezclada.
Las comebolsas lo saben:
te miran el reloj y los zapatos
y, si encima conduces un buen coche,
se te pegan al cuerpo y no te dejan
hasta que las invitas a unas rayas.
De pasta andan muy cortas,
por eso dejan a los tíos
más chulos en la pista
y se vienen contigo.

Las he visto muy jóvenes
montarse con un viejo en un Mercedes
camino de una noche más oscura.
A mí, concretamente,
las que visten peor me ponen mucho.
Un hotel de extrarradio les parece gran cosa.
Jamás se han visto en otra y es la tuya;
medio gramo y ya vuelan
dos gramos y te dejan medio muerto.
Las puedes encontrar siempre los viernes.
El sábado en la noche y el domingo
lo pasan en el barrio, con su novio,
curándose la culpa y la tristeza.

 

 

 

 

ANTONIO LUCAS

FUERA DE SITIO

Imagina que el tiempo sólo es lo que amas:
unas pocas palabras, unos seres exactos,
unas horas muy lisas, una playa (quizá)
donde el daño no acecha.
Imagina la vida como no es ahora,
no quiero decir como algo perfecto,
sino un resplandor, cierto abril de muy lejos,
un tributo al azar sin otro destino
que el confín fugitivo de un eco sin rostro.
Y después cualquier cosa.

Con qué precisión va la edad hilvanando el espino.
Y qué extraña la urgencia de ir en pie hasta la ola,
celebrar lentamente que aniquile mi huella,
mi escritura de hombre, mi certeza de surco,
ser la alta misión de lo que nunca concluye
como no cierra el mar su recado en la orilla.
Pero no es estar quieto la razón ni la meta,
sino un querer más pequeño, una conquista más clara:
ver la vida llegar de su noche a tu noche
en un cuerpo ajeno,
pronunciar su silencio,
abrazar su alambrada,
desear su vacío,
delirar sin camino, sin mapa, sin fuego,
hasta el tiempo sin tiempo
del país que no haremos.

 

 

 

 

ALBERTO CHESSA

TRAS EL ESCAPARATE

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Carlos Martín

El maniquí leía Fuga de la muerte tras el escaparate.
Aunque me reconcomen los escaparates, me paré.
Lo observé. Era alto y rubio, atlético. Vestido
A la moda primaveral. Elegante a la fuerza.
De pronto, dejó de leer y me miró él a mí.
Primero despertó mi compasión, aunque tan frágil
Que al instante sentía más bien un cierto terror libidinoso.
Me encontraba a la vez seducido y cautivo.
Con el valor que no tenía, me giré, le di la espalda.
Iba ya a reanudar mi camino cuando un ruido me detuvo.
El ruido propio de los pelotones de fusilamiento.
No quise darme otra vez la vuelta.
No quise mirar de frente.
Tan sólo recordé que era invierno y que el maniquí
(Qué cosas) es probable que tuviera frío.

 

 

 

 

JOSÉ ALCARAZ

LAS MÁSCARAS DEL VIAJERO

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxA Alejandro Hermosilla

Sólo quien se desnuda está viajando,
quien arroja sus máscaras al suelo
y, al contrario, parece llevar más,
porque al final de sí descubre a todos
y de todos arrastra las facciones,
de todos, desvestido ya, los pliegues.
Son las máscaras las que se refugian
tras él, ojos ajenos los que cubren,
nublados, su semblante, mientras mira
cómo el viento lo empuja, de qué forma
levanta polvaredas, escondiéndolo
del resto, despejando los caminos.

 

 

 

 

ELENA MEDEL

UN CUERVO EN LA VENTANA DE RAYMOND CARVER

Nadie se posa en el alféizar —son veintiocho años
de espacio adolescente—,
pero qué ocurriría si el pájaro sobre el que he leído
en todos los poemas
se colara por el patio de luces y asomara
por el alféizar de mis veintiocho años,

un pájaro,
mi habitación adolescente.

Y qué ocurriría si yo escribiese aún
—si me preguntan, respondo que ya no—
y un pájaro cualquiera, ninguno de los pájaros sobre
los que haya leído en todos los poemas,
un cuervo o una de las palomas negras que asoman en la
oficina,
interrumpiese en la escritura
como el que se posó en la ventana de Carver.

¿Ganaría su lugar en el poema?
¿Dejaría de ser pájaro?

Alza el vuelo. Ya no hay
habitación en el alféizar.

 

 

 

 

BEATRIZ MIRALLES

EN ESTE POEMA mi cuerpo será la orilla
de tu cuerpo. La desnudez sobre mi piel
cubrirá tu piel, el tacto y la memoria.
Así ocurrirás dentro de mis manos,
lo anoto,
como si al fin pudieras sucederme.

 

 

 

 

TINO MOLINA

PUZLE INACABADO

Aquel torrente
cesó con tan inocente arma.
Como niños, en el suelo buscábamos
el color acertado, la misma curva
en cada pieza. Nada más había.

Tú lo compraste
esa misma mañana en la que el tedio
nos vino a visitar
y, ya cumplida su función,
no volvimos a distraernos
con su inocente juego.

Quedó tendido sobre el tapiz verde.
Con las piezas extendidas, ahí sigue,
todavía, esperando
las manos que atrapen su contorno.

Extraño dios de la tristeza,
a veces no lo vemos,
pero qué ligero es tu afán
entre los hombres,
qué vanos son tus negocios
si con un puzle nos basta
para firmar el armisticio.

 

 

 

 

GÜNTER EICH (Traducido por Jorge de Arco)

PRUDENCIA

Los castaños ya florecen.
Lo tengo en cuenta,
pero me abstengo de opinar.

 

 

 

 

C. K. WILIAMS (Traducido por Miguel Merino)

OLMOS

Llevan los tres hombres la mañana entera derribando los olmos
xxxxxenfermos que bordean las amplias aceras.

Las despiadadas sierras mecánicas plañen tenazmente variaciones de
xxxxxsus lacerantes escalas operísticas

y en la calle las cuchillas a gasoil despedazan los desbrozos
xxxxxresoplando febrilmente y sin cesar.

Uno tras otro cargan los camiones con los someros despojos,
xxxxxuniformados e inertes, de duramen,

de pequeñas ramas y hojarasca, y pronto queda el tronco desbrozado.
xxxxxEs como si hubieran cercenado el espejismo de la realidad.

Las filas de desnudos edificios de enfrente lo observan pensativos, sus
xxxxxdivagaciones más acuciantes de lo habitual:

«La espiral del tiempo», piensan, cargado el misterio de una tímida
xxxxxclaridad. «Es la espiral del tiempo…»

Toda la tarde, hasta entrada la desolada noche, las agitadas mentes
xxxxxrumian: «Es la insolente y desmesurada  espiral del tiempo…»

 

 

 

 

PAULO LEMINSKI (Traducido por Aníbal Cristobo)

NADA tan común
que no pueda llamarle
mío

nada tan mío
que no pueda decirle
nuestro

nada tan blando
que no pueda decirle
hueso

nada tan duro
que no pueda decir
puedo

 

DOS POEMAS DE ‘DE REGRESO A NOSOTROS’

 

EN silencio siento el agua
acumularse gota a gota
para la próxima ola

también el amor
xxxxxxxdescansa del amor.

 

 

 

 

VIAJAR hasta el pasado
volver, pongamos, a los veinte

follarte con la piel nueva y el descaro suicida
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxque disimula la timidez
follarte con la energía de una abducción
con la ferocidad de un secuestro

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxa punta de navaja

y mientras duermes dejarte esta nota:
«volveremos a vernos
xxxxxxxxxxxapenas en dos décadas
disfruta mientras ardes
xxxxxxxxxxxpero desconfía de apariencias:
ese par de cuarentones
xxxxxxxxxxxtan fácil de ignorar ahora
seremos nosotros un día
xxxxxxxxxxxdespués de pasear normales
tendremos la misma hambre
xxxxxxxxxxxy nos engulliremos
como adultos que de niños
xxxxxxxxxxxconocieron la guerra».

 

 

 

Pérez Cañamares, Ana. De regreso a nosotros. Madrid; Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2016.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXV)

En días idénticos a nubes

 

ME ABURRO

–Me aburro –volvió a decir.
xxJoder, otra vez. Había perdido la cuenta de todas las veces que lo había dicho. Me daban ganas de partirle la cabeza para que no volviera a repetirlo.
xx–Pues cómprate un mono. Qué coñazo de tío.
xxEstábamos en la azotea de la casa de su madre. Se veían los tejados rojos y hacía tanto calor que las tejas ondulaban. Nos habíamos sentado pegados a la sombra del muro y estábamos en gayumbos, pero daba igual. El calor llegaba de todas partes, como una onda expansiva. Era agosto, a esas horas de la tarde en que mires a donde mires pareces estar viendo fotos sobreveladas.
xx–Me aburro un huevo.
xxAl menos yo intentaba llevarlo con dignidad. ¿De qué sirve estar quejándose todo el rato?
xx–Vamos a escupir a la gente que pasa por la calle.
xxLo dije de coña, pero él se lo tomó en serio.
xx–¿Tú eres tonto? ¿Quién va a estar en la calle con este puto calor?
xxUn helicóptero pasó por encima nuestro. Se me ocurrió que dar un paseo en helicóptero podría estar bien para el aburrimiento; aunque seguramente el piloto había visto cien mil veces el mismo paisaje y a él le parecería tan divertido como estar tumbado en una azotea, a la misma altura que los tejados.
xx–¿Te imaginas que se diera una hostia? –Dijo–. Eso sería divertido.
xx–O que el tío que está asomado a aquel balcón se tirara a la calle. Eso también estaría bien, no te jode.
xx–Al menos pasaría algo. Para variar.
xxEl caso es que el rollo este de las desgracias pareció animarle un poco.
xx–O que explotara una bombona de gas y se cayera un edificio.
xx–O que a tu madre le diera un patatús y tuviéramos que hacerle el boca a boca.
xx–No te pases.
xxNos quedamos callados otro rato. Yo también me estaba aburriendo. Me puse unas gafas de sol que había tiradas por el suelo, y las casas y el cielo me parecieron el fondo de un estanque muerto.
xx–Daría lo que fuera por que pasara algo.
xxMe volví a mirarle. Visto a través de los cristales verdes, él también tenía pinta de animal submarino. Puso los ojos en blanco, como un pez recién sacado del agua.
xxDe repente se abrió la puerta y apareció una mujer rubia con un biquini rojo. Supuse que era su madre porque estábamos en su casa, pero nunca la había visto y además parecía cualquier cosa menos una madre. Traía una revista y un bote de crema solar. Nos saludó moviendo la mano, como si se hubiera encontrado unos conocidos en la piscina o algo así, y se echó sobre la tumbona. Luego se untó bien de crema por todas partes, muy despacio. La verdad es que estaba bien buena. Joder, ya te digo que estaba dispuesto a hacerle el boca a boca si le daba un patatús.
xxA mi amigo, como que se le pasó el aburrimiento, pero ahora parecía cabreado. Tenía la cabeza echada hacia atrás, apoyada en el muro, y los ojos cerrados. Su madre también, así que yo los miraba, él en primer plano, ella detrás, como un anuncio a tamaño natural. El biquini era minúsculo y le sentaba tan bien que parecía que lo llevaba cosido a la piel. Me acordé de mi madre, con esas piernas hinchadas que tienen las mujeres que trabajan limpiando.
xx–Vámonos para dentro –dijo él. Y nos metimos sin decirle nada a su madre, yo casi sin mirarla, por si era eso lo que le cabreaba.
xxCon las gafas, la casa parecía una pecera. Nos sentamos en el sofá, y él encendió la tele. Había un documental de animales, de esos en los que los leones se comen a las gacelas. Los mirábamos tan aburridos como si estuviéramos viendo a alguien partir un filete con cuchillo y tenedor.
xxA mi lado, sobre el sofá, había un trozo de tela negra. No sabía lo que era, así que lo levanté por una esquina, cogiéndolo con dos dedos. Glups. Eran unas bragas de encaje. Nunca había visto unas bragas así, salvo en las revistas porno. Me agarré una erección inmediata.
xx–Son suyas –dijo él–. Se deja las bragas tiradas por cualquier parte.
xxYo no sabía qué decir.
xx–Joder, a mi madre le das esto y lo descose para hacerse una mantilla de ir a misa.
xxEmpezó a descojonarse. Se volvió a mirarme mientras se reía y se dio cuenta del efecto que habían tenido las bragas sobre mi anatomía. Dejó de reírse y pensé que me había ganado un par de hostias. Me las quitó de la mano y las miró un segundo.
xx–¿Las quieres? –Preguntó–. Al fin y al cabo no es tu madre. No tienes por qué sentirte mal por hacerte unas cuantas pajas con ellas.
xxLas cogí de nuevo y me temblaba la mano. «Qué fuerte», pensé. Nada más. Qué fuerte. Me las guardé en el bolsillo. En la tele, una leona lamía sus cachorros y les ponía trozos de carne a mano, para que empezaran a sentir el olor de la sangre.
xx–Qué aburrimiento –dijo él.
xxPero yo ya no estaba tan aburrido. Los huevos empezaban a dolerme. Sentía el calor y la suavidad de las bragas, allí dentro, en el bolsillo.
xxEn ese momento, su madre llamó desde arriba, pidiendo sus gafas de sol. Yo las llevaba todavía puestas. Me las quité y le miré aturdido.
xx–¿A qué esperas? Súbeselas.
xxEmpecé a subir las escaleras, y me volví a mirarle desde arriba. Él seguía frente a la tele. Me pareció que también tenía un bulto entre las piernas. Salí a la azotea, en una mano las gafas, la otra en el bolsillo acariciando la tela de encaje. Ella alargó la mano desde la tumbona, y yo, gilipollas de mí, en vez de las gafas le tendí las bragas. «Ahora sí que la he cagado», pensé. Pero ella empezó a reírse de la misma forma que su hijo se había reído de mí.
xxLa misma risa, igualita, igualita.

 

 

 

Pérez Cañamares, Ana. En días idénticos a nubes. Tenerife; Ed. Baile del sol, 2009.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXIV)

Aprovechando su visita, Ana Pérez Cañamares, ya que nadie se interesó por el libro (es lo que tiene querer conocer sólo lo último), nos regaló un ejemplar de ‘Entre paréntesis’, el libro de haikus que le publicó la editorial Baragaña hace un par de años.

 

Entre paréntesis

 

La primavera:
sus cielos prometiendo
todos los viajes.

 

 

 

 

Ante los árboles
agacho la cabeza
como ante reyes.

 

 

 

 

Amanecer:
a la ciudad la puebla
olor de pueblo.

 

 

 

 

Dormir de día:
acompañar a la otra
mitad del mundo.

 

 

 

 

Foto movida:
te regala el azar
otra sonrisa.

 

 

 

 

Calor de ascuas:
es el calor sin llama
un amor viejo.

 

 

 

 

No cae de arriba,
viene de todos lados
la lluvia fina.

 

 

 

 

Mira el mendigo
el muñeco de nieve.
Y su bufanda.

 

 

 

 

Frío invierno:
al paisaje le duele
su ávida espera.

 

 

 

 

El gato: ¿sale
o entra el universo
por su mirada?

 

 

 

 

En esta gata
acaricio a todos
mis gatos muertos.

 

 

 

 

En los atajos
disfruté mi camino
y tuve miedo.

 

 

 

 

Fumo un cigarro:
a mi miedo al vacío
le prendo fuego.

 

LOS REGALOS DE LOS AMIGOS (XXIII)

Cuando Ana Pérez Cañamares estuvo en Murcia hace unos días nos regaló un ejemplar de ‘Las sumas y los restos’, el libro con el que obtuvo el V Premio de poesía Blas de Otero y que ha publicado la editorial Devenir.

Aquí tienen algunos poemas del libro en cuestión.

 

Las sumas y los restos

 

 

UNA MARIPOSA en el vagón de metro.
Príncipe Pío, 31 de agosto, 14.30 horas.

Dejo escritos los datos exactos
porque nadie pareció darse cuenta.

Los periódicos gratuitos
hablaban de asuntos banales.

 

 

 

 

SOY LISTA como un ángel
los segundos previos
a escribir el poema.

En el poema soy prudente:
cada verso un tablón
para cruzar el abismo.

Lejos del poema soy torpe
y los recuerdos no traen sabiduría
sino imágenes talladas en granito.

No vuelo, ni ando, ni me hundo.
Escribo palabras como barandillas.
Me asomo desde ellas y no me caigo.

 

 

 

 

LOS VIEJOS que van en zapatillas por la calle
como si el mundo fuera un pasillo
y todos los caminos, el camino de la alcoba al baño.

Nos miran sin entender para qué o para quién nos vestimos
por qué nos acicalamos para ir al matadero.

 

 

 

 

POCOS SABEN que tengo otra hermana.
El azar nos separó al nacer.
Yo mamaba la leche de mi madre
mientras ella se secaba al sol.
Cuando perforaron mis orejas
ella recibió la ablación del clítoris.
Follé con hombres y sufrí por todos;
a manos de uno solo se quebró ella.
Me separé, lloré, abandoné mis sueños.
Ella murió unas cuantas veces
bajo piedras, ácido, sida y malaria.
Su cuerpo se deshizo y se recompuso.
En una o dos ocasiones fue feliz de morir.
Mi hija creció; mi hermana murió en el parto.
Años después parió una niña y se la quitaron.
Yo veo mi cuerpo envejecer; ella no tiene espejo.
Me pongo cremas antiarrugas
pero toda ella es un surco.
Yo hago listas de lo que le duele:
pero ella es la que administra su dolor.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara todos mis gatos

A MIS GATAS yo les doy agua
ellas me traen rumores de selva
y belleza indómita.

Les doy comida
ellas libertad irrenunciable
pactos de respeto entre especies.

Les doy calor
ellas ponen límites a mi arrogancia
cuando intento traducirlas.

Les doy caricias
ellas enseñan astucia de samuráis.

Les doy cobijo
a las embajadoras de lo lejano y posible.

Al final un arañazo para dejar bien claro
que la ternura no es una mercancía.

 

 

 

 

CUANDO TUMBADA cierro los ojos
e imagino que estoy muriendo:
¡cuánto miedo a la soledad
que hay al pasar la curva!

Rápido, recuerda rápido
las mañanas de domingo
cuando te levantas la primera
sabiendo que estarás sola
completamente sola
hasta que tu familia despierte
y la luz se llene de voces.

Recuerda rápido lo mucho
que puedes llegar a querer
xxxxxxxxxxxxxxxxesa soledad:

como a una amiga de la infancia
que mirara con ternura tus mentiras.

 

 

 

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxPara Talo, mi primer novio

ESTOY en el lugar donde fuiste a morir
aunque no conozca el cruce exacto
y no importa, yo sé que el nombre de este pueblo
está guardando tu muerte.

Nunca he visitado tu tumba ni sé dónde está.
Hablé con una de tus hermanas y me contó
que nos recordaba perfectamente
bailando una canción lenta con los ojos
cerrados, mirando hacia nuestro futuro.

Así que sé que en alguna parte estamos vivos y juntos
desafiando las leyes de la vida y la muerte
en una casa nuestra levantada en la memoria.

En un rincón de tu ataúd aún se yergue el instituto
hay un partido de baloncesto que nunca termina
nos cogemos borracheras sin resaca
y sigo teniendo tentaciones de romper aquel vaso
y rasgarme la muñeca, para parar el futuro
que un día nos separará.

Estaremos juntos siempre, me dijiste.
De alguna forma, era cierto.
Mi adolescencia fue la tuya.
Está tan muerta como tú, impresa en la piel
como un libro que no habrá que leer nunca más
porque los dos lo conocemos
palabra por palabra.

 

 

 

 

HABÍA un placer frenético
en tirarlo todo por la borda:

cuando veía salir del baño
a mis amantes, cubiertos
por los albornoces de mis novios.

Cuando era la graciosa de las fiestas
segando dignidad y cosechando resacas.
De cada droga pedía ración doble.

Yo sólo quería bailar con el caos
dejar de temer las regañinas
más terribles en mi voz que en la de otros.

Quería venganza por haber comprendido
al fin que ningún libro de instrucciones
iba a guiarme por los atajos.

Y lo quemaba todo, y disfrutaba al verlo arder;
sólo comprendía que seguía habiendo un juicio
cuando el fuego llegaba a los bajos de mi falda

y me condenaba a bailar con pasos ridículos.
Todos reían convencidos de que aquel
era el momento culminante de mi gran actuación.

Ahora, de vez en cuando, visito en el asilo
a la suicida que fui. Le llevo fotos de mi hija
y me da recuerdos para amigos que ya no veo.

Gracias a aquella, soy esta:
la que conoce el precio de los peajes.

 

 

 

 

ES TARDE, y estamos solos en la playa.
Llegan unas gaviotas y toman posesión
del lugar que les pertenece.

Bajo la voz, ralentizo mis gestos
no quiero hacer nada que las moleste.

Ellas me miran como se mira
a esa gente extremadamente amable
de la que tampoco hay que fiarse.

 

 

 

 

ANOCHE me dicté
el mejor poema del mundo.

Era una nana
un manifiesto
un discurso de bienvenida
un homenaje
una canción de amor
un réquiem
el pistoletazo de salida
para la revolución.

Era capaz de aniquilar
en un verso
y de resucitar
en el siguiente.

Pero olvidé escribirlo
y ahora soy la misma persona
escribiendo sobre la impotencia.

 

 

 

 

LOS PLATOS que me regaló mi madre
están ya deslucidos y pasados de moda.
Cuando hacemos limpieza
nos miran como enfermos agonizantes
que no entienden qué queremos de ellos.

Pero son los platos que me regaló mi madre
que ya nunca volverá a regalarme
nada.

Si un día nos decidiéramos a tirarlos
intentaré escuchar su voz en mi cabeza:
«las cosas, hija, son sólo cosas«.

Mi madre no está en un plato.
Mi madre está en el pan que como.

 

DESPUÉS DEL RECITAL DE ANA PÉREZ CAÑAMARES EN ‘LA AZOTEA’

Si hay un espacio en Murcia por el que uno apostaría con los ojos cerrados sería ‘La Azotea’. Algunos de los proyectos más frescos, espectaculares y/o chocantes han pasado por este espacio en pleno centro de Murcia.

Probablemente no había mejor espacio para la primera lectura de poemas que Ana Pérez Cañamares hacía en esta ciudad.

El cartel de la lectura lo diseñó la también poeta Cristina Morano y es éste:

 

Cañamares 1

 

Conforme nos acercábamos al recital nos cruzamos con una manifestación que portaba un coño de casi metro y medio. El coño terminó en la puerta de ‘La Azotea’ y, por supuesto, un buen puñado de los que estábamos allí nos hicimos la foto con el coño en cuestión.

 

Cañamares -2

 

Cañamares -1

 

Aunque la gente se retrasó algo más de lo que debiera (maldita costumbre que algún día habría que cortar de raíz), eso nos sirvió para tomarnos unas cervecitas antes de que comenzara el recital.

 

Cañamares 2

 

Cañamares 3

 

Aun así, tanto la presentación, que corrió a cargo de Cristina Morano –a quien se le podía ver pletórica–, como el recital, en el que Ana Pérez Cañamares hizo un repaso de casi todo lo que tiene publicado en verso, fueron sencillamente un lujo.

Habiendo, como dicen, tanto poeta por kilómetro cuadrado en esta ciudad y tanta gente interesada en la poesía, la cantidad de ausencias ayer fue de las que uno toma nota, y se alegra de que tantos se perdieran una experiencia como la que nos regaló ayer esta poeta madrileña.

Aquí tienen alguna de las fotos de la presentación y del recital en cuestión.

 

Cañamares 4

 

Cañamares 5

 

Cañamares 6

 

Cañamares 7

 

Cañamares 8

 

Cañamares 9

 

Cañamares 10

 

Cañamares 11

 

Cañamares 12

 

Cañamares 13

 

Cañamares 14

 

Después, ya saben, unas cervezas más y una reunión inolvidable en la que estuvimos Diego Sánchez Aguilar y María Luisa, José Óscar López, José Daniel Espejo, Ana Pérez Cañamares y Pablo Vázquez Viejo, y Cristina Morano y un servidor y que casi terminó con un selfie como el que tienen aquí.

 

Cañamares 15

 

PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 2 DE LA REVISTA SECONAL

noviembre 16, 2012 2 comentarios

Esta tarde se presenta en un local del centro de la ciudad de Murcia el tercer asalto de un grupo de jóvenes que pretende difundir la literatura en una ciudad como ésta, y de aquí al resto del mundo. Los tres responsables de la publicación que se presenta esta tarde son Manuel Pujante, Rebeca Pérez e Ino Mateos y la joya que llevan entre manos se llama ‘Seconal‘, y esta tarde deberían acercarse quienes puedan a la presentación del segundo número de la revista y tercer asalto de ‘Seconal‘ (sacaron un número 0) porque por las páginas de esta revista ya han pasado poetas de la talla de José Óscar López, José Daniel Espejo o Ana Pérez Cañamares.

Pero es que, además, este número 2 que presentan hoy tiene como poeta invitado a José María Álvarez, cuenta con poemas en catalán de Silvia Bel junto a las traducciones de los mismos hechas por Ángel Paniagua, y hay textos del propio Ángel Paniagua, de Antonio Marín Albalate y de José Daniel Espejo entre otros. Y todo esto en el especial de poesía erótica (uno tiene el lujo de tener una prueba de impresión desde hace una semana), que sólo se podrá conseguir en papel durante la presentación; y habrá que esperar a esta tarde para saber qué más sorpresas nos depara el número 2 de ‘Seconal‘ ¿Se apuntan? Porque si lo dicho no fuera suficiente –y como afirman ellos mismos–, los que hemos ido a las presentaciones de los números 0 y 1 hemos comprobado que no decepcionan cuando se trata de dar la nota. Y añaden: «Venga, va, que leer no mata y ‘Seconal‘ no sale precisamente todos los días».

 

 

Y aquí les dejo uno de los textos del especial erótico, el preteneciente a José Daniel Espejo:

 

ELEGÍA

 

Dejemos fuera de esta historia cómo construí una máquina del tiempo con forma de bañera de hidromasaje, y también lo muy nervioso que estaba al ponerla en marcha. Eran las 22:00 y marqué como destino las 21:59. Pulsé el botón rojo y salí del aparato. Ahí estaba yo, nervioso pero excitado, sabiendo lo que me esperaba. Me besé, me quité la camiseta, mordisqueé mis pezones, me comí la polla. Estaba resultando el polvo perfecto; en un momento dado decidimos pasar a la bañera, experimentar con el hidromasaje.

 

INTERVENCIONES

Si nuestros dirigentes son unos retrasados mentales, encargados de ámbitos de los que no tienen la más mínima idea, deberíamos ser nosotros los que deberíamos decirles las cosas públicamente. Por eso me alegra ver intervenciones como éstas que hay en la ciudad de Murcia, intervenciones que me gusta llamar ‘poético-sociales’.

Ésta, con unos versos de Gsús Bonilla, se encuentra junto al Instituto Teológico de Murcia.

 

 

Y ésta, con unos versos de Ana Pérez Cañamares, está frente a la Universidad de Murcia.

 

MADRID CON CRIS, JOSEDA Y MÁS

Fue un gustazo, no podría resumirlo de otra manera. Sólo el viaje a Madrid fue una risa tras otra, una risa aumentada por esa maravillosa frase que es ‘gire a la izquierda’ repetida hasta el hartazgo por un gps. Ver a Javier y a Sonia es siempre un placer y conversar al alimón sobre la paternidad y la literatura, un lujo (sobre todo, cuando disfrutamos tras la cena y acompañados de varios mojitos de la derrota por penalties de esa selección en la que milita un tal CR9). Pero es que escuchar a José Daniel Espejo en ‘La Marabunta’, y además acompañados de Javier Moreno, José Manuel Gallardo, Ana Pérez Cañamares, Inma Luna, José Ángel Barrueco, Gsús Bonilla, Martín Rodríguez Gaona, Kanka, Pedro Chillón y demás asistentes es algo que no tiene precio; exactamente igual que la cena, las copas y las conversaciones posteriores. Sólo puedo decir que gracias a todos por vernos en Madrid con el calor que hace a estas alturas de año.

 

A los que faltasteis a la cita (y os echamos de menos) os dejamos un poema inédito de José Daniel:

CHARO Y LOS LIBROS

Es un libro el amor como podría
ser cualquier otra cosa atesorable,
y en medio de mi vida bien es cierto
que he escrito ya muchas páginas
y que ninguna recuerdo en este instante
cuando te sientas junto a mí. Vagos
ensayos siempre en lenguas desconocidas,
párrafos al azar donde mi letra me es extraña,
manuscritos de Voynich. Te propongo
arrancar todas esas
páginas inservibles y perdernos
en la insondable belleza de borrar,
la de empezar desde cero en una lengua
en que jamás ningún poeta puso el pie
antes que nosotros.

 

ESTO NO RIMA

 

Éste sábado, Cris y yo estaremos en Madrid por cuestiones poéticas.

A las 6 de la tarde, en la librería Traficantes de sueños (C/Embajadores, 35 – local 6) participaré en la presentación de la antología ‘Esto no rima‘ que ha publicado la editorial Origami, y tendré el placer de compartir presentación con poetas de la talla de Ana Pérez Cañamares, Gsús Bonilla, Pepe Ramos o Ángel Petisme.

La antología, que –como todas– tiene altibajos y que personalmente creo que ha perdido calidad por no utilizar el diseño primigenio que tenía, tiene poemas maravillosos. Así que, aprovechando la cercanía de la presentación, voy a dejar algunos poemas hoy aquí para que vayan abriendo boca.

 

ANA PÉREZ CAÑAMARES

HEMOS elegido perder eternamente
para no mancharnos las manos.

No parecemos reparar en
cómo se mancha la conciencia
mientras nos quedamos quietos.

Cómo se llena de verdín
y se hace resbaladiza.

 

 

ÁNGEL PETISME

Estado del bienestar

Hay que follar más y joder menos,
subirse a un tango azul,
morder con fiebre a los que hablan
de libertad como un asunto público.
Hoy no hay café para los muertos.
Papararapapá.
Joder, hay que follar
sobre las carretillas de limones
bajo cielos salvajes del nuevo desafío.
Hay que follar con tristeza y respeto,
y joder menos,
apearse de labios e hipotecas.
Y arrancarle de una hostia la cabeza
al moco (verde) del Estado del Bienestar.

Necesito mucho sexo, cariño.
El gobierno ya me jode a diario.

 

 

SERGIO C. FANJUL

NOSOTROS sabemos del plomo,
emboscados bajo la curva que se cae,
hijos del crecimiento negativo:
nuestra caja de Pandora
estaba llena de ladrillos.

Nosotros recogemos los restos de la fiesta,
refugiados de la que está cayendo
en 30 precarios metros cuadrados
de existencia.

Observamos el panorama alucinados:
explosiones de burbujas que derriban a gigantes,
cifras astronómicas descienden del cosmos al rescate,
seres despreciables.
¡Oh! El Capital en movimiento es poesía

Mientras fuera Europa arde,
nosotros bajamos la cabeza como esclavos,
y observamos las ruinas por el suelo
en estricto silencio.

Está lloviendo tanto
que se va a disolver el cielo.

Nosotros veremos lo que está detrás del cielo,
es decir:
el dinero.

 

 

JOSÉ DANIEL ESPEJO

CREÍAS CORRER pero el flujo
del dinero era más rápido
que la luz de tus ojos. Creías
poder hablar por ti pero llovieron
sobre tu cuerpo etiquetas, medidas,
numerosa definición. Y también ellos,
los administradores de cuerpos hablaban
de no sé qué libertad. De mercados,
de empresa, de iniciativa privada,
ellos, con sus silbatos.

 

 

PEPE RAMOS

Jerarquía social del lobby ibérico

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCuando los nazis vinieron…
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxMartin Niemoeller

Cuando nos mandaron a por los inmigrantes
guardé silencio por no quedarme en la calle.

Cuando nos mandaron a por los pensionistas
no abrí la boca porque prometieron hacerme fijo.

Cuando nos mandaron a por los sindicatos
no dije nada porque me dieron móvil de empresa.

Cuando nos mandaron al paro protesté
y vinieron a por mí los becarios.

 

 

DAVID GONZÁLEZ

el político

xxxxxxla mar es un mantel:

xxxxxxespero que esta noche
xxxxxxhaya veleros para cenar:

xxxxxxecharé
xxxxxxlos peces a las migas:
xxxxxxlos perros a los huesos:
yxxxxxlas sobras a los pobres:

 

 

JORGE RIECHMANN

todo el poder para las asambleas

xxxxxxxxxx2

Se comienza llamando boutique del pan a la tahona
y a la prostitución, relax.

Así se acaba llamando inversores a los rentistas
y al capital, los mercados.

Lo anterior no son observaciones filológicas:
es la historia de una degradación moral.

xxxxxxxxxx5

El acróbata
ha tropezado con su traspiés

se levanta
izándose a sí mismo
a pulso

y continúa
avanzando sobre la cuerda floja
a ras de suelo

 

 

Pero es que a las 8 de la tarde, Cristina estará leyendo en La Marabunta (C/Torrecilla del Leal, 32) junto a Gsús Bonilla. Como el recital es el día que es, Cristina ha diseñado este cartel

Yo no.